Magos, hadas y brujas [Lucy W...

By AliciaMoon_7

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PRECUELA DE LA SAGA LUCY WEASLEY William Weasley es un joven pelirrojo, apasionado por las criaturas y seres... More

Soundtrack y aclaraciones
2. Las bestias
3. Un hada en Hogwarts
4. Disculpas y escobas
5. La escoba decapitada
6. Ruegos
7. Las decisiones
8. La fuga
9. El cumpleaños
10. La ventana del pasado
11. El amanecer
12. El trato
13. La corona de flores
14. La familia Weasley
15. El chocolate caliente

1. La misión

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By AliciaMoon_7

-¡Toma esa, asqueroso!

Otro globo de pintura cayó sobre la fachada de la casa Andresston.

Roxane volvió a lanzar otro globo, mientras su hermana gemela Irma, llenaba de pintura el siguiente.

-¡Hala, en toda la ventana!

-¡Ja! Yo antes he dado a la chimenea.

-¿Y qué más da, Irma? Ese maldito se merece lo que sea. ¿Cuántos globos llevamos?

-Once desde la última vez.

-Pues toca otra.

Roxane e Irma prepararon otro puñado de globos. Se colocaron en posición, y mientras los tiraban, empezaron a cantar en karska una serenata llena de blasfemidades a pleno pulmón.

-¡Oh, la fruasta la monka du la viete! ¡Dat mask ni mero dé la froyta dua la nuartame! ¡Soi no criat du la nietmoa, liyda no kria mora li eitva!

-¡Niñas! -exclamó una voz escandalizada tras ellas-. ¿Qué estáis haciendo?

La profesora Kristtie se acercaba a las gemelas a grandes zancadas. Irma se apresuró a tirar un globo más antes de que la profesora hiciera crecer desde el suelo unas raíces e inmovilizara las muñecas de las dos hadas.

-Tirad los globos -ordenó la profesora.

Las chicas no tuvieron más remedio que hacer caso a su profesora de tiro.

Kristtie soltó las raíces cuando llegó junto a ellas y las agarró de las orejas llenas de pendientes, tirando de ellas en dirección a casa de los Moon.

-¡Ay! -se quejó Roxane-. ¡Me hace daño!

-¡Suéltenos! -exigió Irma.

-Ni hablar -dijo Kristtie, furiosa-. ¿Cómo se os ocurre tirar globos de pintura a la casa de los Andresston mientras están de vacaciones?

-No lo íbamos hacer mientras estaban.

-Basta de bromas, Irma.

-¡Irma soy yo, ella es Roxane!

Las tres hadas llegaron a su destino, y la profesora llamó a la puerta. Gadea Moon apareció en el umbral. Era una mujer grande, con pelo castaño oscuro recogido en un moño, y el ojo derecho marrón y el izquierdo azul claro.

Con semblante serio, ordenó pasar a las gemelas.

Las dos hadas entraron en la casa y pasaron a la sala de estar, donde había café con leche, rosquillas y bollos para merendar. Ambas se dispusieron a coger un aperitivo, pero Gadea las dio un golpe en la cabeza y las ordenó sentarse en el sofá.

-Vuestra profesora me ha contado lo que ha pasado -dijo con su extraño acento-. A ver, ¿de quién fue la idea?

-Suya -dijeron las chicas, señalándose la una a la otra.

Diferenciar a las gemelas era complicado. Las dos eran más bien altas, con melena castaña a la altura de la clavícula, y los ojos del mismo color. Sin embargo, Roxane tenía el ojo derecho azul y el izquierdo verde, mientras que Irma tenía el derecho verde y el izquierdo azul.

Gadea suspiró, desesperada.

-¿Por qué hicisteis eso?

-Porque Sandor Andresston pegó a Miguel hace dos días -respondió Irma.

-Y no deja de molestarle en clase -dijo Roxane.

-Pero yo ya he hablado con los profesores. Ya sois mayores de edad; cumplisteis dieciséis años hace cinco meses, y os seguís portando como crías de catorce. Eso que habéis hecho no era...

-¡Banma! -llamó alguien desde la escalera.

Evanna, la hermana mayor de las gemelas, entró en la sala. Era alta, y muy guapa: tenía una larga melena castaña clara, una nariz fina y alargada, el ojo derecho color miel y el izquierdo azul verdoso.

-Bampra dice que quiere hablar con Roxane -informó la joven de veinte años, que luego miró a sus hermanas-. A ver, ¿qué habéis hecho?

-Tirar globos de pintura... -empezó Irma.

-No es momento para eso -la interrumpió su madre-. Venga, todas arriba.

Las cuatro subieron las escaleras hasta el primer piso, donde estaba la habitación de Gadea y su marido.

Alvar se encontraba reposando en la cama, mientras leía una carta. Era un hada de estatura media, con apenas pelo, con el ojo derecho miel y el izquierdo verde oscuro. Tenía la cabeza cubierta de vendas y la pierna en alto; acababa de perder el pie izquierdo en una lucha intensiva contra las arpías, que habían decidido unirse al mago más tenebroso de todos los tiempos, Lord Voldemort.

-Hola bampra -saludó Roxane-. ¿Qué pasa?

-Hola, niñas -suspiró Alvar-. Esto es algo serio... Sabéis que estamos aliados con la Orden del Fénix. Y debemos estar en contacto constantemente. Hace no mucho, envié un mensaje a su líder...

-¡Albus Dumbledore! -dijo Roxane-. ¡El mago más grande de todos los tiempos! Dicen que logró domesticar a un fénix él solo.

-Sí, bueno. El caso es -continuó su padre-, que he recibido un mensaje suyo, y debemos hablar. Sin embargo, él no puede dejar el castillo de Hogwarts y yo no puedo ir hasta allí. Así que he escrito todo lo que debo decirle en esa carta de ahí que hay en la mesa. Y tú se la vas a entregar - dijo, señalando a Roxane.

-¿Yo? - preguntó la chica-. ¿Y por qué no le mandas una lechuza?

-Porque cualquiera podría atraparla y leer el mensaje. Necesito que lo hagas tú.

-¿Y Evanna? ¡Ella es la mayor!

-Yo estoy ocupada -dijo su hermana-. Me han seleccionado para ser una de las aprendices de defensa contra amenazas externas. No voy a rechazar esa oportunidad.

-También lo haces porque está ese tal Tim Stone, ¿a que sí? -dijo Irma-. Apuesto que te mueres por darle un besito.

-No entiendo por qué todavía no sois novios -dijo su gemela.

-¿Os queréis callar? -ordenó Evanna.

Entonces, Miguel, el hermano menor, se asomó por la puerta del dormitorio. Era un niño de diez años, bastante alto para su edad. Tenía cabello castaño, el ojo derecho verde oscuro y el izquierdo azul.

-¿Evanna tiene novio? -preguntó.

-¡Miguelín! -saludó Irma-. Te tenemos que contar una cosilla...

-¡Ya es suficiente, niñas! -exclamó Gadea.

-Piénsalo bien -dijo Alvar, mirando a Roxane-, es una gran oportunidad. Si consigues cumplir la misión, te ayudará mucho para acceder a cursos como el de Evanna, ¿no crees? Además, eres una de las mejores de tu clase.

Roxane reflexionó por un momento. Su padre tenía razón. Esa misión la vendría muy bien si lograba realizarla con éxito. Era simplemente volar hasta Hogwarts, preguntar por el director, y darle el mensaje de su padre. Además, esos últimos días habían sido soleados, así que las arpías no saldrían a atacarla.

-Bueno... está bien - dijo al fin.

-Mi hermanita en una importante misión, ¿eh? -dijo Irma, sonriendo-. ¿A cuántos magos guapos conocerá? ¿A cuántos se ligará?

-¡Irma!

Al día siguiente, cuando Roxane despertó, lo primero que hizo fue mirar por la ventana. Hacía bastante buena temperatura. Pero el cielo estaba nublado.

-Aitka don sa pronta moire -gruñó en karska.

Estuvo toda la mañana inquieta, y nada de lo que Irma o Miguel hicieran podían distraerla. Durante la hora de comer, Roxane pedía una y otra vez a sus padres que la dejasen ir con Irma, pero sus padres se negaban. Las gemelas protestaron incansablemente, pero fue en vano.

De modo que Roxane decidió prepararse bien, por si sufría algún tipo de ataque. No pensaba dejar intimidarse por esas arpías.

Se puso una camiseta resistente especializada en protección, de manga al codo; una falda vaquera con un grueso cinturón, del cual colgaban una daga y una pequeña navaja. Bajo la falda, se puso unas mallas, que llegaban hasta sus rodillas. En las manos, llevaba puestos unos guantes protectores, y calzaba unas botas resistentes de color marrón. Llevaba también el chaleco vaquero con el símbolo de la hondonada a un lado del pecho. Se recogió el pelo en una coleta. Gracias a un enganche especial que tenía, pudo colgar al cinturón su hacha, que era el arma que mejor controlaba.

Cuando estuvo lista, bajó a la habitación de sus padres. Allí estaba Alvar, esperándola con un sobre en la mano, y Gadea también estaba allí.

-Toma -dijo Alvar, dándola el sobre-. No lo leas, es confidencial. No perteneces a la Orden.

-Pronto lo haré -aseguró Roxane.

-Sí, pronto. Guárdalo bien.

Roxane metió el sobre en un bolsillo interior que tenía la camiseta. Cerró la cremallera y se dio unas palmaditas en el pecho.

-Ya está a salvo.

-Escucha bien -advirtió su padre-, hay unos hechizos que protegen a Hogwarts de amenazas externas, formando una barrera. Esa barrera va a estar desactivada durante la tarde. En cuanto entres a los terrenos, la barrera se volverá a cerrar. Asegúrate de que la cruzas tú sola, ¿entendido?

Roxane asintió.

-Ay, mi niña -dijo Gadea, abrazando a su hija con fuerza-, Ten mucho cuidado, ¿me oyes? Escríbenos cuando hayas terminado.

-Sí, banma.

Roxane se despidió de sus hermanas y su hermano y salió de la casa. El viento era suave. Si volaba a una velocidad moderada, llegaría a Hogwarts en dos horas más o menos. Desplegó las alas, que tenía las plumas de color azul marino, y alzó el vuelo, en dirección al castillo.

El viaje fue tranquilo. Roxane tuvo la suerte de no encontrar ninguna complicación por el camino. De todos modos, seguía prestando atención a su alrededor, por si algo pasaba. Fue entonces cuando al fin divisó los terrenos del colegio. Se apresuró a aumentar su velocidad.
Pero de pronto escuchó unos movimientos de alas, que no eran suyos. Roxane miró a su alrededor. Entonces las vio.

Tres arpías volaban sobre ella. Eran seres horribles; sus ojos eran rojos como la sangre, sus dientes eran pequeños pero muy afilados; tenían la piel terriblemente pálida, el pelo oscuro enmarañado, y sus dedos eran largos, con garras largas y letales.

-¿A dónde vas, hadita? -dijo una de ellas en karska. Tan sólo hablaban ese idioma.

-Ven y cuéntanos lo que sabes si no quieres que el señor Tenebroso acabe contigo -dijo otra.

Roxane aceleró el vuelo todo lo que pudo, pero las arpías también eran muy rápidas. Una de ellas extendió el brazo y arañó fuertemente la espalda del hada y parte de sus alas, empezando a sangrar. Roxane se esforzaba por seguir volando, pero no podía. Las alas fallaban, y entonces cayó.

Sintió algo frío. Y después un fuerte golpe. Había caído al borde de un bosque. Miró al cielo. Había cruzado la barrera de Hogwarts. Y lo sabía porque vio el castillo frente a ella. Los terrenos del colegio estaban repletos de alumnos que habían salido a relajarse a las orillas de un gran lago.

Roxane avanzó con cuidado hacia el castillo, mirando a todas partes constantemente. Suspiró, aliviada. Las arpías no habían cruzado la barrera. O eso creía.

Se escuchó un terrible chillido que venía del bosque. Y entonces, varios alumnos gritaron horrorizados y empezaron a correr.

Roxane se dio la vuelta y vio a las arpías con las que se había topado, corriendo hacia ella mientras daban esos desagradables gritos.

-Ay la Madre.

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¡Buenas, lectores!

Aquí el primer capítulo de esta historia.

Sé que es corto, pero llegarán más, tranquilos.

Por cierto, aquí tenemos las cosas de Roxane 👇👇👇:

Arriba podemos ver:

- La navaja.

- El puñal.

Y abajo tenemos:

- Sus votas.

- Su hacha.

Por cierto, la sonata que cantan Irma y Roxane:

Oh, la fruasta la monka du la viete

Dat mask ni mero dé la froyta dua la nuartame

Soi no criat du la nietmoa,

liyda no kria mora li eitva

Sé que deseáis la tradición, así que aquí está:

Oh, creación del error que la vida nos jode;

Un momento permítenos para observar y decirte;

Que eres castigo veneno, no te queremos;

Y ojalá lleguen las bestias y tu cabeza arranquen.

Muy sutil.

Nótese el sarcasmo.

Espero que os haya gustado. Preparaos, porque el siguiente capítulo será movidito.

Sus quiero.

Un saludo, Alicia Moon.

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