10. La ventana del pasado

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-Esto es molesto -murmuró Sirius.

Sus padres y su hermano estaban en el andén. Claro que sabía que iban a estar allí, pero no pensó que sería tan incómodo. Su madre lo miraba con tremendo desprecio, y parecía que en cualquier momento iba a correr hacia él para echarle las manos al cuello; por otro lado, Regulus había fruncido el ceño, algo desanimado, con pinta de no volver a dirigirle la palabra nunca más.

Sin embargo, la mirada de su padre era la peor. Sus ojos grises lo observaban fijamente, sin apenas pestañear, con aquella expresión dura y severa. No abrió la boca en ningún momento, pero Sirius podía casi oír claramente cómo Orión decía: «Me has decepcionado.»

Cuando era pequeño, Sirius había tratado de conseguir en incontables ocasiones la aprobación de su padre, pero con siete años ya no se esfirzaba tanto, y a los nueve y medio ni si quiera se esforzaba. Las cosas se enfriaron mucho cuando empezó a ir a Hogwarts y conoció a la madre de Will, y cuando echaron a Andrómeda de casa tres años atrás, Sirius se empezó a esforzar más en molestar a sus padres. Sabía que era cuestión de tiempo que lo echaran a él también.
James le pasó una mano por los hombros.

-Que se jodan, Canuto; ahora eres nuestro.

-¡James, esa boca!

-Perdón, mami.

-¡Mira, ya llega el tío Will! -señaló Sirius, cambiando de tema. En Agosto había nacido su tercer sobrino, Percy.

Will y su madre habían cruzado la barrera. Charlaban animadamente, cuando pasaron junto a los padres de Sirius. Walburga miraba con asco a los dos Weasley, mientras su marido y su prima se miraban con expresión gélida.

-Cedrella -dijo él con fría educación.

-Orión -respondió ella en el mismo tono-. Veo que ya te has desecho del pobre Sirius.

-Por desgracia, él es como tú. Lleva demostrándolo mucho tiempo.

-Debí sacarlo de esa casa en cuanto lo vi después de tanto tiempo.

-Debiste haber elegido mejor tus pretendientes.

Cedrella chistó.

-No me ofendes, si esa es tu intención; ya me lo han repetido demasiado.

-No sé si lo sabes, Drella, pero todo esto es por tu culpa. En cuanto mi hijo revisó el árbol familiar al volver del colegio y vio tu nombre y el de tu estúpido marido, se volvió más salvaje que antes, diciendo que te encontraría para que te lo llevaras contigo. No sé cómo mi tío abuelo no lo quemó cuando te casaste.

-Lo que hiciera mi señor padre no debería importarte.

-Me importa, porque Sirius se convirtió en un degenerado.

Ambos se miraban fijamente, y a Will le dio la sensación de que estaban batallando mentalmente. Walburga tampoco se atrevió a interrumpir.

-Seremos degenerados, pero al menos no somos infelices.

-Al menos nos queda honor.

-Eso se te acabó hace tiempo.

-Púdrete, Drella.

-Lo mismo te digo, Ori.

Aquello fue un golpe bajo; ella lo llamaba así cuando eran niños, y desde que Orión tenía once años detestaba que lo llamaran así.

Cedrella agarró a su hijo del brazo, quien tenía nariz colorada. Llegaron junto a James y Sirius, y esperaron unos minutos hasta que llegaron Remus y Peter. Se despidieron de sus padres y subieron al expreso de Hogwarts. No tardaron mucho tiempo en encontrar un compartimento. Se pusieron cómodos y dijeron adiós con la mano desde la ventana a las familias del andén.

Magos, hadas y brujas [Lucy Weasley: Precuela] (PAUSADA)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant