Existen varios recuerdos preciados concernientes al comedor de la orden.
Uno de ellos, quizá el más divertido, fue cuando Allen y Kanda comenzaron una de sus eternas peleas, lanzándose comida uno a otro.
Kanda esquivaba los platillos, y Allen, bueno, el se los comía en el aire.
La pelea terminó arrastrando a todos los exorcistas y buscadores que también estaban comiendo en ese momento, y cuando se dieron cuenta, todo mundo tumbaba las mesas para usarlas de barricadas y se lanzaban comida por montones, entre risas y carcajadas...
Recordar era doloroso.
Ese había sido uno de los mejores días de su vida...
-Allen...
Susurró Lenalee, con una lágrima bajando por su mejilla.
-¡Oye Lenalee! ¿Estas bien? ¿Te duele algo?
La chica salió de sus pensamientos abruptamente, se le había olvidado por completo que estaba en medio de la cena acompañada del resto de sus compañeros.
Tocó su rostro, y al darse cuenta de que había comenzado a llorar se limpió con una servilleta.
-Lo lamento, no es nada.
-¿Segura? No has tocado tu comida en todo el rato.
-¿En que piensas Lenalee?
Esta suspiró, y su mirada fue arrastrada al suelo.
Lavi, Krory, Miranda, Marie, todos supieron al instante qué, o mejor dicho quién, estaba en su mente.
-Ya veo...
-Ya van dos meses que no vemos a Allen, ¿cuanto tiempo más piensan tenerlo ahí abajo encerrado?
Comentó Lavi, cabizbajo y frustrado, recordando la sonrisa de su mejor amigo.
Como lo extrañaba...
-Si tanto lo echan de menos, ¿porque no bajan a verlo? El director Levellie ha levantado la prohibición, desde hace semanas.
Comentó Bookman, sin dejar que el ambiente pesado afecte su comida.
Pero, era algo más complicado que eso.
Ninguno de ellos se sentía seguro de poder lidiar con lo que Allen llevaba dentro.
Una de las personas que más amaban en el mundo, era al mismo tiempo una de las personas que más aborrecían, ¿como podían conciliar y asimilar semejante cosa, sin terminar odiandolo en el camino?
Ninguno de ellos lo sabía, y por lo tanto, ninguno había bajado a visitarlo.
Aún necesitaban tiempo...
Pero no tenían idea de que se habían tardado más de lo que debían.
Ya era demasiado tarde.
-Si tantos problemas causa, ¿porque no sólo lo ejecutan y listo? La orden ya no tendría más problemas.
Alguien de la otra mesa lanzó ese comentario mezquino, que a ninguno hizo gracia.
-¿Que te pasa Chaoji? ¡Allen sigue siendo un exorcista!
Replicó Lenalee con enfado, y el chico río.
-Desde luego que no, que pueda usar una inocencia no lo hace exorcista, lo hace un peligro. Allen es un Noah, y deberían empezar a aceptarlo también.
Lavi saltó de la mesa y levantó a Chaoji de la camisa, con el puño en alto y apuntando a su rostro.
-¡Te reto a que vuelvas a repetir eso! ¡Todo este tiempo lo único que has hecho ha sido hablar pestes de Allen! ¿¡Ya olvidaste que fue él quién salvo nuestras vidas en Japón!?
Chaoji empujó a Lavi con furia, y comenzaron a pelear entre empujones y golpes torpes, guiados por el coraje.
-¡No lo he olvidado, y me avergüenzo de ello! Ser salvado por un apóstol... ¡Si alguna vez sale de ese calabozo, yo mismo lo meteré en otro! ¡Solo es un maldito y asqueroso Noah!
-¡Ya fue suficiente ustedes dos!
Todo mundo se levantó y se abalanzaron sobre los dos chicos, separándolos.
-¡Basta, calmense!
Gritó Lenalee interponiéndose, en una situación como esta lo último que necesitaban era seguir dividiéndose aún más.
Y ahí, sosteniendo a sus dos compañeros para que no pelearan, Lenalee se preguntó... ¿Cómo hemos llegado a todo esto?
Allen era el centro de todo, era una persona tan buena, amable, carismática, era el que le daba vida y energía a las comidas y a las reuniones.
Y ahora ya no estaba, y sus mejores amigos se estaban peleando con las miradas perdidas en el odio.
¿En qué momento su mundo entero se había venido abajo?
-Detenganse por favor...
Lenalee no pudo aguantarlo más, y rompió a llorar.
Ya no podía soportar esta situación, quería que Allen volviera, que todo fuera como antes...
Pero como si las cosas no fueran lo suficientemente malas, una enorme explosión sacudió todo el edificio, tirando las lámparas del techo y haciendo grietas en las paredes.
-¿¡Qué demonios fue eso!?
Un destello intenso de las llamas se filtraba entre los ventanales del comedor, pero una segunda explosión, más potente que la anterior, terminó por reventarlos.
-¡Estamos siendo atacados, un Noah ha sido avistado en el jardín principal del cuartel!
Un escalofrío recorrió a todos en el comedor.
¡Debían venir por Allen! ¡Tenían que protegerlo!
Chaoji fue el primero en salir corriendo del comedor con el rostro enrojecido de la furia.
-¡Las armas, deprisa! ¡Hay que ir por Allen, no debemos dejar que se lo lleven!
Lenalee y Lavi fueron los primeros en saltar por el ventanal roto y correr por los pasillos y pequeños jardines hasta llegar a la entrada del cuartel, la que conducía al bosque.
Había fuego por todos lados, pequeñas explosiones que seguían haciendo temblar el suelo, exorcistas y buscadores heridos por todos lados, incluso miembros de Crows abatidos y sangrando.
-Que horrible... ¿Cuál de los Noah sería tan loco como para venir a atacarnos aquí?
-No creo que este tan loco, justo ahora no hay nadie que pueda pelear contra un Noah en el cuartel. ¡Tenemos que apurarnos, no podemos dejar que lleguen a Allen!
Llegaron por fin al jardín principal dispuestos a lanzarse a la batalla... Pero se detuvieron al toparse con el peor escenario posible.
Había decenas de sus compañeros en el suelo, abatidos, y caminando hacia la salida, estaba Allen, tomado de la mano de Road, con muchas velas explosivas flotando a su alrededor.
-¿Pero qué...?
Se quedaron de piedra, mirando como su amigo se marchaba del cuartel por cuenta propia, sin oponer resistencia.
Las garras de su inocencia estaban cubiertas de sangre...
-¡Alto ahí!
Alguien se interpuso en su camino, a varios metros, cerrando su vía de escape.
Era Chaoji, con la inocencia recubriendo sus puños.
-¡No vas a ir a ningún lado Allen! ¡Esto se acaba ahora maldito Noah!
Road intentó hacerlo volar con sus velas, pero Allen levantó la mano, indicando que se detuviera.
Se iba a encargar de él personalmente.
Chaoji corrió hacia él, con el puño retraído y listo para atacar... Pero Allen fue más rápido.
Levantó su mano y la bajó a toda velocidad, desgarrando profundamente el pecho y el estómago de Chaoji, cubriendo su blanco Crown Clown con su sangre.
-¡Estorbas!
Le gritó, y luego lo pateó con fuerza, dejándolo fuera de combate unos cuantos segundos.
Lenalee se llevó las manos a la boca horrorizada, sin poder creer que Allen había atacado a su compañero...
El chico albino se acercó a Chaoji, agonizante, pero furioso aún.
-¡Sabía que harías esto! ¡Está en tu naturaleza! ¡No eres más que un malvado Noah!
Allen puso las cuchillas de sus dedos en su garganta, con su ojo izquierdo brillando de color rojo, haciéndolo ver atemorizante e inhumano.
-No es el decimocuarto el que te ha atacado Chaoji... He sido yo. Allen Walker.
Abrió los ojos con sorpresa, al ver que en efecto, no tenía la apariencia ni los estigmas de un Noah.
-Y ese mismo Allen Walker será el que te arrebate la vida.
Levantó las garras, dispuesto a arrancarle la cabeza, Chaoji solo pudo cerrar los ojos y esperar a desvanecerse en la oscuridad...
-¡DETENTE!
Gritó Lenalee.
Y las cuchillas frenaron a escasos centímetros de la garganta del exorcista.
Allen volteó... Y entonces lo vieron.
Raquítico, moribundo, con enormes ojeras, con moretones, heridas, sangre y quemaduras por todo el cuerpo.
-Allen, ¿Qué te ha pasado?
Preguntó Lavi, pálido.
Él no respondió, estaba a punto de tomar la mano de Road nuevamente y salir de ahí... Cuando un terrible dolor atravesó su cuerpo, y lo hizo caer de rodillas con el rostro compungido y sudoroso.
-¡Allen!
Road lo sostuvo, preocupada, evitando que se desplomara.
Comenzó a escupir sangre, y a quejarse por el dolor.
Lenalee y Lavi contuvieron el impulso de acercarse a él, y solo presenciaron como la Noah lo consolaba y lo ayudaba a levantarse.
Claramente había alcanzado su límite, no podía seguir ahí ni un minuto más, tenía que tratar sus heridas cuanto antes.
-Road... ¿Ya estamos lo suficientemente lejos?
-Si, si abro una puerta en este jardín el Conde no podrá detectarnos, ¡resiste Allen, ya nos vamos!
La misma puerta colorida en forma de corazón apareció en el medio del jardín.
-No, ¡no puede irse!
Lenalee comenzó a correr hacia ellos con lágrimas en los ojos.
-¡Lenalee espera!
Era inútil, no atendía a razones.
-¡Allen!
No los pudo alcanzar.
Solo pudo ver como Road ayudaba a caminar dentro de aquella puerta a su amigo, perdiéndose en la oscuridad, para después cerrarse y desaparecer.
Y así como así, todo en su vida se había derrumbado.
-No puede ser...
Dijo ella, cayendo de rodillas, y comenzando a llorar.
Su hogar estaba destruido.
Sus amigos heridos y divididos.
Y la persona que más amaba... Se había marchado, quizá para siempre.