Kimi ga suki | Tú me gustas

נכתב על ידי Maii_y_Miri

341K 27.6K 8.3K

Son escasas las cosas que le gustan a Sasuke, y al contrario son muchas las que le desagradan. Tiene un sueño... עוד

Book-Trailer.
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10.
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Especial Navideño I
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Epílogo
Agradecimientos
Anuncio

Capítulo 26

5.4K 395 188
נכתב על ידי Maii_y_Miri


Los pasos de Jūgo guiaban al equipo en su objetivo por capturar al hombre que se hacía llamar Killer Bee, quien era nada más ni nada menos, el Jinchūriki del Ocho colas.

Algunos tenían sus dudas de lo que estaban haciendo, como Karin y Yumi. Otros, como Suigetsu, solo querían probar su espada sobre nueva piel. Y gente como Sasuke pensaba únicamente en cumplir su meta, y veía aquello como un medio para un fin. Jūgo acataba lo que Sasuke ordenaba, a él no le interesaba saber el motivo por el cual Akatsuki quería reunir Bujū, iba por él porque sí.

—¿Nunca se ha preguntado por qué, Sasuke...? —Yumi se esforzaba por dejar los honoríficos, pero solía olvidarse y él en respuesta, le dedicaba una mirada entre frustrada y divertida. Mayormente burlonas—. ¿Nunca te has preguntado la razón?

Esta vez, el azabache la miró con cautela. Su cabello largo lo llevaba atado en un moño que desprendía sobre su cuello y su frente, algunos mechones; mientras que su rostro lucía agotado y la piel más blanca que de costumbre. "¿Estará bien?", se preguntó en su interior viendo con detenimiento cómo los rasguños y heridas de batalla de sus brazos empezaban a sanar de a pocos.

—Hace años, antes de unirme a Orochimaru, cuando estaba en la aldea, me enteré que mi hermano había vuelto y buscaba a Naruto —El recuerdo de esa ocasión le quemó la garganta, como cada vez que pensaba en Itachi y en lo jodida que debía haber sido su vida.

Yumi, quien se había adelantado para hablarle, no dijo nada por los segundos que tardó en recobrarse de la furia que lo embargaba al pensar en su aldea. Era gracioso darse cuenta que ella podía ver a través de su máscara de inexpresividad; cuando estaba enojado, cuando la tristeza podía más que el resto de emociones, cuando añoraba a sus padres y a su hermano, cuando pensaba en el futuro y últimamente, hasta cuando tenía hambre, ella lo sabía.

—Al ir tras él, me enteré que buscaba al Zorro de las Nueve Colas que habitaba en ese tonto. En Naruto, mi compañero de equipo —Rodeó una roca gigante y volvió a caminar al lado de la chica—. No sé porqué querrán capturar esas bestias, o si es para coleccionar, pero es seguro que desean tenerlas hace años.

—Naruto era tu amigo más cercano —No era una pregunta. Quería saber más de él—. ¿Cuando lo dejaste, no se te hizo difícil?

El azabache sonrió a medias, ladino, y se dedicó a caminar sin verla por un minuto. Ella tenía cierta particularidad de hacerlo soltar las cosas que guardaba con recelo. Le asustaba. Era extraño saber que podía escarbar en su caparazón y desnudar sus secretos. La menuda muchacha, de apariencia frágil, resultaba ser la mayor de las veces, un problema constante en sus pensamientos.

—¿O fue más difícil dejar a tu novia? ¿A tu maestro?

La sonrisa se volvió amarga y negó de inmediato.

—No tenía novia. Te lo dije una vez, no podía pensar en esas cosas...

Yumi asintió con una sonrisita en los labios. Él se enojaba rápido cuando se avergonzaba.

—Naruto siempre ha sido difícil, así que sí, supongo... supongo que sí. Tener en la mente que él no se rendirá no importa qué, resulta extenuante —confesó empezando a querer cortar el cabello que tapaba su vista de los ojos oscuros y bonitos de ella.

Estaba a punto de apartar el mechón oscuro con sus dedos, pero ella habló antes.

—Naruto es lindo. Tiene algo que hace que te resulte imposible, al menos para alguien como yo, no simpatizar con él.

Sasuke entonces enarcó una ceja. "¿Naruto lindo?".

—Naruto es un idiota.

No obstante, la chica negó casi ofendida.

—Me parece la clase de chico que cualquier chica podría seguir. Provoca eso, ¿no? Querer acompañarlo en su camino por defender la justicia y a la gente que le importa.

Podría ser que sí sea un justiciero y sensiblero... pero, "¿la clase de chico que cualquier chica seguiría?".

—¿En qué sentido? —Ante su confusión, aclaró—: ¿En qué sentido lo seguirías?

—En todo supongo. Creo que sería un buen líder.

A Yumi le sorprendió que él soltara una carcajada seca y sin pizca de humor.

—Ni siquiera lo conoces y ya te declaras ser su seguidora, ¿por qué mejor no vas y lo buscas? —ironizó. Ella tenía ese gran defecto. Confiaba hasta en gente que no conocía. Naruto no cuidaría sus espaldas como ellos lo hacían. Era de Konoha, la aldea que traicionó a su hermano—. Apuesto que los dos se llevarían bien y hasta podrías hacer mejor equipo que él y Sakura, o tú y yo.

La Hikari, acostumbrada a que oculte sus sentires tras la molestia, imaginó que no le gustaba que simpatice con alguien de Konoha, pero no dijo nada. Meneó la cabeza y apresuró sus pasos. Sasuke en respuesta, hizo lo mismo.

—¿Terminaste de despotricar?

Él se mantuvo callado.

—Bien. Dije que me gusta Naruto, no que querría ir y hacer equipo con él.

El aludido rodó los ojos.

—¿Te gusta? —Sinceramente, si eso era verdad, los gustos de su compañera eran malísimos. Lo había visto una vez y ya decía aquello... ¿Qué clase de chica era?—. Además, ¿sabes que su voluntad representa, cada vez más, a Konoha, cierto?

Yumi, agotada porque una conversación tan simple se haya tornado de esa forma, se detuvo y dejó que Karin y Suigetsu, que estaban a unos metros atrás, los pasaran dedicándoles miradas extrañadas. Sasuke miró hacia sus compañeros que giraban de tanto en tanto la cabeza hacia ellos y luego a Yumi.

—¿Qué ocurre?

Ella pasó sus manos por su rostro e inhalando aire, y paciencia, lo tomó de los hombros no sin antes vacilar. Sus ojos negros como los de él, como el ónice y el carbón, se encontraron e intentó que esta vez entienda lo que quería decir sin malinterpretarlo.

—Cálmate. Creo que Naruto es fácil de admirar —Antes que vuelva a saltar con algo como "ve y que te firme un autógrafo", siguió—, pero eso no significa que tomaré mis cosas, te dejaré y me iré, Sasuke. Te lo prometí. Estoy aquí por ti, para asegurarme que no te hundas en tu nueva venganza. Estoy aquí porque me importas. Los amigos no se abandonan y nosotros lo somos, ¿de acuerdo?

Uchiha Sasuke no tenía idea de cómo había llegado a apoyar la espalda contra un árbol viejo y robusto, ni el momento en que ella inmersa en su discurso, había empzado a peinar su cabello, pero así era... lo estaba haciendo... Sentía sus dedos entre sus mechones y rozarle la piel de su cuello.

Asintió y hasta puede que haya sonreído, porque la chica también lo hizo. Pero no se movieron. Por lo que parecieron horas no se movieron. Ella seguía diciendo algo, pero no le prestaba atención. Solo pensaba en lo que harían luego de Killer Bee, luego de Konoha, luego de llevarla consigo a un lugar calmado donde pueda reencontrarse con su hermanita y explicarle las cosas.

—...pero eso no significa que no volveré, ¿de acuerdo?

Eso último lo hizo volver a la realidad, donde sus dedos se cerraban sobre la cintura de la kunoichi. "¿Qué estoy haciendo?", se recriminó al notar que ella estaba casi pegada a su cuerpo debido a la determinación con la que la había atraído.

—¿Qué decías? —No la soltó. Hacerlo como si quemara sería demasiado vergonzoso. Ella se percataría de que no controlaba todas sus acciones, que no era dueño total de su cuerpo en ocasiones, y arruinaría su imagen.

—Quiero ver cómo está Meiri, si volvió a la aldea... —mintió en parte, pues estaba segura que su amiga no volvería allí ahora que tenía que cuidar a Itachi—. Y en caso no la encuentre cerca de la aldea o del lugar donde la vi por última vez, me gustaría contactar con un antiguo amigo, Utakata, del bar de hace meses, ¿lo recuerdas? Si no encuentro a Meiri, él podría darme una mano y decirme si está bien. Es alguien de confianza, así que ella no correría peligro.

—¿Podrías esperar a que acabemos con Killer Bee, cierto? —preguntó con la mano todavía en la cintura de la chica. ¿No le molestaba? ¿O se sentía bien con la cercanía? Era la primera vez que estaba así con una mujer, por lo cual se sentía extraño debajo de esa máscara casual, pero o ella era mejor actriz que él, o ya estaba acostumbrada a ese tipo de contacto. Pensar eso último le incomodó—. Podría ir contigo y de pasada, me... me disculpo... con Meiri.

Por su lado, Yumi se esforzaba en mantener la compostura y aparentar normalidad en esa situación donde él la tenía prácticamente pegada a su cuerpo. Parte de ella no comprendía porqué no lo empujaba y se separaba, permitiéndose tomar aire; sin embargo, la otra parte sabía bien la razón. Le gustaba estar así con él, cerca, y compartiendo un momento de confianza tanto en sus palabras como con su contacto.

—Creo... creo que mejor no. Si no la encuentro, solo le escribiría a Utakata y vendría de inmediato. No habría necesidad de que vengas.

Odiaba mentirle, pero no quedaba otra opción. Necesitaba saber cómo estaban su amiga e Itachi, y la única forma de hacerlo sin poner la vida del mayor de los Uchiha en peligro, era esa. Debía seguir fingiendo que estaba muerto. Debía ir a buscarlos y contarles todo. Debía saber dónde estaban para poder enviar cartas con información encriptada y bajo el destinatario falso de Utakata. Algo grande se venía, lo presentía.

Sasuke frunció el ceño. Ella se había ensimismado en sus pensamientos apenas le dijo que no, que prefería que su amigo Utakata se hiciera cargo. ¿Acaso era ese Utakata, más fuerte que él? ¿O eran más cercanos? Recordó entonces que ella había mencionado que ese hombre había sido su primer amor y el recuerdo de eso, le hizo querer reírse y golpear el tronco al mismo tiempo.

—¿Confías tanto en tu primer amor?

Yumi abrió la boca como pez para cerrarla de inmediato, sin dejar salir palabra.

—¿Qué? No... Es decir sí, pero no por esas razones...

Sus dedos en lugar de apartarse de ella, se ciñeron más mientras que con la otra mano, crispaba un puño. La cabeza de Sasuke estaba echa un lío entre atrapar a Killer Bee, la venganza de Konoha, la culpa por matar a su hermano, la frustración porque Naruto no lo dejara atrás y ahora una clase de envidia hacia ese hombre que había tenido el corazón de la chica que lo miraba sorprendida entre sus brazos.

—Yumi —La mano de la chica había caído a su hombro como un peso muerto. ¿Había sido Utakata el que la tuvo así alguna vez? ¿Qué aventuras habrían compartido juntos?—, confío en tu discernamiento. Eres capaz. Pero... si estás cegada por una clase de antiguo amor, es mejor que no...

—No lo estoy —aseguró ella de inmediato—. No lo estoy, en serio. No estoy cegada por un antiguo amor.

Sus párpados abiertos de par en par le permitieron ver que hablaba con la verdad. Si alguna vez quiso a Utakata, ya no era así. Sin preveerlo, su cuerpo más alto y ancho que el de ella se había inclinado para verificar si vacilaba, pero al no hacerlo, tampoco había querido retroceder. Se hallaba bien así, a esa distancia, lo cual ya era extraño, pues dentro de las muchas cosas que Sasuke odiaba, estaba la cercanía física; sin embargo, ahí estaba él, viendo la forma de acercarse más a una chica a la que ya tenía casi pegada a su pecho.

Había entrenado por años para hacer de su cuerpo una herramienta fuerte e incapaz de doblegarse, pero esta era otra clase de pelea, una contra sí mismo y sus deseos más básicos. Eso eran. Deseos. Su mente le jugaba la contra y aunque anhelaba seguir su camino, también apostaba por quedarse ahí. Acababa de descubrir que no solo existía el hambre de comida, sino de algo más. Sentía hambre de conocer sus secretos y cómo se sería el abrazarla, cargarla, tomar su mano y besarla. Tenía curiosidad sobre miles de cosas que se alejaban del ver sufrir a Konoha a sus pies; al contrario, se acercaban a tenerla al lado en la oscuridad, mientras compartían secretos, veían las estrellas y conocía todo de ella.

Yumi aseguraba que no sentía lo mismo que en antaño por Utakata, ya no. Con ello, acababa de asegurar también que su corazón siga latiendo normalmente y no reventara de la decepción o la rabia; mas eso no lo sabía. Por más que Sasuke era consciente de lo que Yumi causaba en él, de lo que despertaba en su cuerpo cuando la tenía próxima, no terminaba de comprender el gran significado que abarcaba. Desconocía los celos, el amor a una mujer, a sus sonrisas y suspiros. Lo único que entendía hasta el momento era que la quería cerca, más cerca, y lejos de Utakata.

—¿Es verdad eso? —inquirió con el ceño fruncido al notar cómo su fisionomía entera actuaba por su cuenta y a merced de ella.

La chica colocó ambas manos sobre el pecho masculino, cada vez más sorprendida por la forma cómo la miraba Uchiha Sasuke. Bajó la mirada hacia su vientre pegado al torso de él y tembló ante el contacto de su cabello sobre su frente.

—¿Es verdad? —exigió saber.

Podría estar diciendo mentiras a diestra y siniestra, pero estaba segura que si había una verdad era aquella: le gustaba Sasuke. Le gustaba realmente.

Sin embargo, no hubo tiempo de exponerle su descubrimiento, contestar la pregunta o siquiera pensar en respirar cuando sus labios sintieron un toque. Uchiha Sasuke no solo quería rozar su boca, quería probar su sabor y saciar los deseos que le asustaban por lo controladores que eran. Jamás había sentido aquella necesidad y ahora que lo hacía, no le cabían dudas que sería su mayor debilidad. "No debía tener debilidades. No había tiempo para ellas", se quería convencer en vano.

—¡Sasuke! —oyó que lo llamaron seguido de pasos presurosos deteniéndose de golpe.

Jūgo había estado preocupado por sus dos compañeros que estaban tardando en alcanzarlos, por lo cual los había ido a ver ignorando a Karin y Suigetsu que le instaban a quedarse. ¿Pero cómo podría haberlo hecho si su cabeza había maquinado cientos de escenarios peligrosos? Había retrocedido en su marcha sin hallar rastros de ellos y cuando al fin los encontró, se había sentido tonto. Suigetsu lo mataría si se enteraba que había interrumpido un beso, uno real, entre ambos ninjas.

—Sasuke... Yumi... estábamos esperando —dudó volteando el rostro cuando él soltó a la kunoichi como si fuera lo último que se le apeteciera hacer—. Siento la intromisión. Podemos descansar y ustedes seguir con lo que estaban...

El líder de ese grupo negó serio como siempre. Aunque en su interior, hubiera querido hacer caso a la propuesta de Jūgo, sabía que Yumi se negaría a terminar lo que apenas había comenzado. La chica se veía ruborizada y avergonzada a más no poder. Apenas lo miraba.

—Nos falta día y medio para llegar al destino -le había susurrado cuando alcanzaron a los otros dos ninjas y retomaron la marcha—. Quiero estar contigo esta noche.

En respuesta, ella lo había mirado entre avergonzada y asombrada para en seguida, evitar su mirada nuevamente.

—¿Pa-para qué?

Él rodó los ojos.

—No pienses cosas extrañas. No estoy para eso. Quiero hablar qué ruta elegirás para ir a buscar a Meiri luego de lo de Killer Bee y... aclarar las cosas.

Karin, quien no tenía idea como Suigetsu de lo que había pasado, notó que había un atajo y propuso tomarlo, teniendo la aprobación de todos.

—Llegaremos antes del atardecer —comentó el ninja de Kiri arruinando los planes del par de azabaches que solo intercambiaron miradas.

***

Itachi había sido capaz de llevar cargada a su compañera a un motel viejo y vacío de clientes, donde una mujer joven le había sugerido tomar el cuarto más cercano al de ella por si se le ofrecía algo en la noche. Meiri apenas podía caminar (por no decir que hasta respirar le costaba) sin ayuda por lo cual agradeció a la dueña que les de esa habitación con baño propio, e incluso con ramen incluido. 

—¿Te das cuenta de que no fue por mi estado moribundo que nos haya dado este cuarto, no?

—¿Crees que sabe quién soy y nos delate? —insinuó viendo a través de las cortinas a la mujer barrer fuera. Tendría sus treinta, vestía como un civil con un gran escote y su cerquillo intentaba bajarle los años.

Meiri, echada en una de las camas, se sacó un zapato con cautela. Cada movimiento le costaba gran esfuerzo debido a lo golpeadas de sus costillas, pero tampoco le apetecía estar pidiendo ayuda por cada cosa que hacía. Él, al percatarse de ello, caminó hacia ella, y le quitó el otro calzado ante la mirada frustrada de Meiri, la cual decidió ignorar.

—Gracias por considerar que soy una inútil que no puede ni desvestirse, niño bonito.

El ninja se sentó en su propia cama y la repasó con la mirada sintiéndose culpable por lo herida que estaba. Itachi estaba seguro que podría haber evitado que su cuerpo resulte tan lastimado de haber podido luchar, pero sabía de primera mano lo terca que ella podía ser. Cielos, si no conocía persona más tozuda que Meiri.  La chica a pesar de su cuerpo herido, había priorizado sus lesiones, le había dado ungüento y cuando se había negado a recibirlo, no había encontrado mejor forma de suministrárselo que subírsele encima mientras dormía y obligarlo a quedarse quieto mientras lo untaba en su hombro. Las hierbas que cargaba en su bolso las había hecho té y le había llenado su cantimplora hasta dos veces. "Debes seguir tu tratamiento, paciente Uchiha. Tus pulmones y estómago te lo agradecerán y ne lo agradecerán a mí".

Al menos, ya había dejado de bloquearle los puntos de chakra bajo la condición de que no los use. "Ya no hay necesidad de eso", le había dicho mientras caminaban hacia allí, "ya no necesitas matar tu cuerpo para ser una herramienta de paz, Itachi". Y él, como un niño de preescolar, le había creído a ciegas, o había deseado que sus palabras encierren razón.

—Eres un gran ninja, una completa leyenda, pero en temas cotidianos... todo un fracaso.

El aludido frunció el ceño aún sentado sobre la cama. Como casi siempre, no sabía a qué se refería.

—Le gustas, tigre —Chasqueó la lengua y adoptó una expresión experta—. Mi consejo es que cuando me duerma, lo cual creo que será pronto, vayas y tengas un poco de acción —Levantó un dedo amenazante a la altura de la nariz del Uchiha—. Pero si se te ocurre abandonarme... me levantaré y te peeguiré hasta encontrarte.

Itachi sonrió a medias bajando la mirada al piso de madera y sus pies desnudos. Jamás habría pensado tener una amiga como ella, que lo saque de sus casillas y lo haga entrar en razón en otras ocasiones, mas ahora no se imaginaba sin ella.

—¿Hace cuánto no tienes algo de acción en tu vida? —Enarcó una de sus bonitas cejas hacia él mientras intentaba hallar una postura que disminuyera su dolor de costillas. Finalmente, decidió apoyarse sobre las tres almohadas de la cama y quedar medio sentada.

—Hace poco. La pelea con tu ex prometido.

Meiri esbozó una sonrisita burlona.

—Hablo de otro tipo de acción, Itachi. ¿No escuchaste que te dije que a la dueña del motel le gustas?

Él se encogió de hombros. No tenía particular interés en saber a quién le interesaba y a quién no, estaba ocupado manteniéndose vivo para velar por ella.

Se sacó la malla que cubría su cuerpo y dejándola doblada a los pies de la cama, señaló el baño.

—Iré a darme una ducha.

La kunoichi asintió estirándose un poco y aprovechar para desabrochar los botones de su prenda superior.

—¿No vas a ir a bañarte? —Miró hacia él deteniendo sus manos de su tarea—. ¿O cuando dijiste eso esperabas que te acompañe? Porque si es así, déjame decirte que no eres considerado. Otro día diría "claro, Itachi", pero me duele hasta el pelo...

Uchiha Itachi la miraba incrédulo, con la boca cerrada en una línea, los pómulos sonrojados y la mente en blanco. Él se había quedado ahí no para esperarla, sino porque había notado que su cuello blanco y delicado tenía marcado la mano del hijo del ex líder del clan Hikari, y sobre su pecho moretones lucían verdes. Verla así le había dejado un mal sabor en la boca. Ella, quien lo cuidaba como si fuera lo más importante en su vida, había salido tan herida...

—Definitivamente, eres un mujer sin filtro —susurró acercándose a pesar de su sonrisa irónica al inicio, y luego sus ojos asustados—. Fuerte y descuidada. Compleja y simple a la vez. Vivaz y soñadora. Lista y noble —Se inclinó sobre ella y con la mano sobre la suya que intentaba cerrar su camisa ninja nuevamente, le instó tácitamente a dejarle ver—. Ninguna mujer debería salir herida así, Meiri.

La chica bajó la cabeza ante sus palabras y permaneció en silencio mientras él con un algodón que encontró en su mochila y el poco ungüento que quedaba, atendía sus hematomas.

—No tienes que hacerte la fuerte conmigo, Meiri. Tú me has visto vulnerable como nadie jamás y no me has juzgado por eso —susurró dando suaves toques sobre su cuello en tanto la chica cerraba los ojos y evitaba quejarse de dolor—; yo tampoco lo haría.

Una vez terminó, cerró la crema y la guardó en su mochila, pero no se movió. Solo la observó largamente ante el rubor del rostro femenino. Ella no había dicho nada a su propuesta, pero le pareció ver en sus iris oscuros aceptación y ternura. ¿Hacia él? Meneó la cabeza evitando reírse por aquello y se metió al baño. Sentir ternura por alguien como él sabiendo lo que ha hecho, debía ser un signo de locura. Ella debía estar loca, él estaba algo loco, pero ¿quién en el mundo no lo estaba?

Muy lejos de ese lugar, en un paraje rocoso, ante una tienda de acampar gigante, cinco ninjas renegados de sus aldeas se presentaban contra un reconocido hombre, que además de ser el jinchūriki del ocho colas y poder controlar su poder a su antojo, también era un excelente espadachín y el hermano menor del Raikage.

—¿Eres el Jinchūriki del Hachibi? —había preguntado Sasuke apenas notó movimiento de la tienda que precedió a un hombre de piel bronceada, lentes oscuros y una pañoleta sobre su cabeza salir algo enfurruñado de ahí.

—No, soy Hachibi-sama, ¿me oyes?

Yumi, quien al lado de Karin, se mantenía atrás, notó de inmediato el poder que emanaba ese hombre. Quiso advertirle a Sasuke que no se confiara, que cosas como "soy quien te capturará" no estaba bien decirlas, pero él se veía profundamente abstraído en su rival.

—Creo que lo que quieres decir es "estoy aquí para capturar su grandeza, ¿está bien?" —dijo con ademanes extraños. No obstante, antes que emita otra palabra, Suigetsu fue el primero en lanzarse con su enorme espada hacia él—. ¿Interrumpiendo mientras hablamos? ¡Déjenme decirles que son unos tontos!

Aunque su forma de hablar era rara, Sasuke se daba cuenta del potencial e increíble poder que llevaba dentro gracias a la bestia de cola. Era imposible no notarlo.

—Su chakra es como el de Naruto —reconoció frustrado para sí. 

Yumi a la distancia, observaba cada movimiento de Killer Bee, admirando la destreza con la que manejaba sus armas y la agilidad que no iba de la mano con su masa corporal. Era gigantesco y sin embargo, batallaba como un bailarín. A diferencia de Jūgo, quien también tenía un tamaño considerable, Killer Bee manejaba mejor su potencia y ataques. No dudaba en sus golpes a Suigetsu y dar un corte en la espalda a Jūgo quien dándose cuenta del rival que tenía, no había dudado en activar su modo sennin.

—Karin, quédate aquí —masculló la Hikari quien en ese momento sufría de impotencia, pues Sasuke peleaba a espadas con quien debía ser un maestro en ese arte. Nunca había visto tales movimientos y ligereza, era como si tuviera más de dos brazos, como un pulpo.

—¡No! —La pelirroja tomó su brazo—. Recuerda que tú debes cubrirme porque soy quien puede curar al resto. No te atrevas a irte y salir lastimada, tonta.

Era difícil de cumplir con eso. El terreno poco a poco iba siendo destruído y Sasuke, quien llevaba varios cortes para cuando usó elemento rayo al igual que su oponente, lucía una sonrisa sarcástica. Yumi tardó en descubrir porqué. Al igual que Killer Bee, la chica quedó sorprendida con la aparición de Jūgo y el golpe certero que dio al hombre antes de que una nube de polvo y tierra se levantara frente a sus narices cubriéndolo todo.

—Ven, Yumi —urgió la Uzumaki corriendo hacia su izquierda donde Sasuke lucía pálido y magullado—. ¡Muérdeme, Sasuke! ¡Rápido!

El aludido, con los ojos cerrados, hizo lo que le pedían y causó una reacción en la Uzumaki que Yumi tuvo que apartar la mirada.

En algo estaban de acuerdo todos. Killer Bee era demasiado fuerte para ellos y su intento de llevarlo con vida a la guarida. La única forma era ir con todo, sin importar si lo mataban o no.

Jūgo, Suigetsu y Sasuke se unieron para vencerlo en un trabajo en equipo que le hizo recordar a sus misiones de su clan.

—Ve. No mueras —dijo Karin poniéndose en guardia—. ¡Rápido!

La Hikari no esperó más. De un salto, llegó a donde sus compañeros se disputaban contra el jinchūriki y concentrando su chakra en sus palmas, activó sus dos espadas: una de aire y la otra de fuego. De la misma forma que Suigetsu con su arma, Sasuke con su chidori y Jūgo con su fuerza bruta, Yumi empezó a intentar inmovilizar al ninja lo suficiente para poder activar su dojutsu, porque con tal velocidad le era imposible seguir su ritmo.

Era tan veloz que cuando creían haberle dado un golpe certero, Karin les anunció que en realidad estaba tras las rocas.

—Quédate aquí —pidió el azabache al pasar por su lado.

Ella por supuesto iba a desobedecer, pero la fuerza que envió el jinchūriki habia sido tal que explosionó la tierra donde estaban y gracias a Jūgo pudieron salir de allí. Para Sasuke ya era tarde. Él chocó contra el chakra de la bestia que fluía fuera del cuerpo del envase humano y antes siquiera que alguno parpadeara, Bee le había hecho una llave mortal que habría acabado en una horrenda escena de terror si no hubiera sido por el pelinaranja que lo apartó a tiempo.

Semejante fuerza y chakra solo había oído en historias, jamás las había presenciado. Temblaba con tan solo analizar que si él quisiera, podría acabar con todos en un instante. Era abrumador notar que comparado con un bijū, su poder no le llegaba ni a los tobillos.

Sus rodillas se doblaron y aunque su mente estaba sumida en el miedo, su cuerpo se encontraba presente al lado de Sasuke. Sangraba. Dioses, sangraba demasiado. Sus ojos se elevaron hacia Karin esperando que con una mordida lo cure, pero fue el ninja bipolar quien tomó la palabra.

—Fusionaré mi cuerpo y chakra con él. Debería funcionar ya que él también es compatible con el sello maldito.

Los dedos de Yumi se cerraron sobre la tierra y sin pensar en sus acciones, opuesto a lo que le habían enseñado toda su vida, corrió hacia el enemigo sin ningún plan. Killer Bee no obstante, tenía otros planes. Justo en el momento en que iba a usar su nisshokugan, tentáculos surgieron del cuerpo del hombre mientras rapeaba y alardeaba de que temerían su verdadera forma. Para cuando lo notó, su jutsu ocular se había activado y para su sorpresa, había detenido por unos segundos los movimientos del pulpo gigante. 

—¡Corran! —gritó crispando los puños y centrando toda su fuerza de voluntad en detenet lo suficiente a esa bestia que amenazaba con aplastar a sus amigos.

—¡Yumi, sal de ahí!

La voz de Suigetsu llegar desde las alturas le dio un buen presentimiento y como era eso, su intuición, en lo único que podía valerse ahora, retrocedió y liberó al Hachibi de su prisión.

—Curioso don el que tienes, chica, pero no dejaré que se lleven a Hachibi, tontos idiotas. Ustedes son cinco, nosotros dos, oh yeah —decía cada tanto con un ritmo particular que llamaba la curiosidad a quien lo escuchaba.

Cuando al fin pudo levantar la mirada, la esperanza fluctuó por sus venas. Suigetsu estaba dentro de un gran monstruo de agua y hasta Bee había reconocido la ventaja de su compañero. Por un minuto lucharon de igual a igual. Solo un minuto... antes que el gran pulpo con cuernos tomara aire y lanzara en su dirección una bola de poder propia únicamente de los bijū.

Sasuke acababa de sentarse cuando vio a Yumi quedar cara a cara con esa bestia y sus nervios, normalmente fríos y calculadores, se habían disparado a mil por uno. Sasuke se había puesto de pie, a pesar de las insistencias de Karin, cuando Suigetsu apareció y alejó a la Hikari del Hachibi, y había estado a punto de darse por ganador cuando una gran fuente de poder había colisionado contra su compañero... contra ella que se había mantenido ahí.

La furia llenó sus venas e ignorando las advertencias, activó su sharingan incluso a sabiendas que el mangekyo lo cansaría.

—Amaterasu.

Lo primero que vio Yumi fue al pulpo quemarse en un fuego negro y a un rayo partir un tentáculo. Más tarde supo que Karin había salido herida debido a esas flamas negras, Suigetsu estaba inconsciente y Sasuke aunque débil, se había encargado de llevarla consigo.

—¿Peso mucho?

El Uchiha quien había estado mudo todo el camino para no despertarla, la miró por un segundo.

—No tanto como creí.

Ella sonrió burlona y él solo se sintió aliviado de que esté consciente y nada malo le haya ocurrido. Apenas llegaron a la guarida de los Akatsuki, les entregó a Killer Bee a quien habían amarrado y se retiró de allí para curar sus heridas y ver que sus compañeros se recuperen.

—He oído que solo falta el zorro de las nueve colas —susurró Yumi cuando él se asomó por el cuarto que ella y Karin compartían.

—Así parece.

Por su expresión, se percató que ella era o muy fan de Naruto, o algo quería decir con respecto a las bestias, pero no lo hizo.

—Ya veo... todos los demás han sido atrapados. Todos...

No volvió a mencionar el tema, pero los días siguientes se sumió en la taciturnidad y habló poco. No tuvo tiempo ni de decirle que lo que había pasado hace poco entre ellos era a causa de sus impulsos y no porque quisiera realmente. Sasuke, después de pasar mucho tiempo solo, se había llegado a convencer que no necesitaba a una mujer, no de la manera en la que un hombre de su edad querría. No obstante, debía admitir, al menos en su interior, que si ella estaba de acuerdo en no etiquetarse como pareja ni nada similar, él podría considerar acercársele sin temores.

En menos de lo que creyó posible, sus compañeros se levantaron de la cama y vieron que debían seguir solos, sin inconvenientes como los que Akatsuki traía. Por ello, sin aguardar otro día más, empacaron y se marcharon sin decir adiós. Habían avanzado, vale decir, algunos kilómetros, cuando el enmascarado que se hacía llamar Madara los encontró y luego de ser atravesado por el chidori de Sasuke (literalmente), les dio una noticia que para el azabache significaba un golpe bajo y una nueva oportunidad.

—Konoha fue destruída por mi subordinado: Pain. Hay un nuevo Hokage y es Danzo.

El vengador que habitaba en él despertó de un sueño duradero con ese nombre y olvidó cualquier otra cosa. Olvidó incluso que ese camino podía ser uno sin retorno.

Continuará...

Aquí reportándose. ¿Cómo están todos? ¿Y qué les pareció este cap?
Sabemos que Sasuke es un emo vengador y todo, pero es un chico echo y derecho también que pues... ya saben...
¡Y gracias al cielo que Meiri está bien! Por ahora al menos o no sé, mejor no digo nada jeje
Perdón la demora y espero lo disfruten ;)

המשך קריאה

You'll Also Like

509K 52.1K 130
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
2.8K 157 35
Usando el poder de la Santalita y el sello de luz, la gracia de los dioses que le fué otorgada y la bendición de los antiguos Reyes será él quien lib...
21K 2.3K 20
✯¸.•'*¨'*•✿ Donde Tanjirou recuerda sus apreciados momentos compartidos con su fallecida amada ✿•*'¨*'•.¸✯ [¡¡Spoiler Alert!!] • La historia tiene sp...
101K 786 3
-𝙉𝙖𝙧𝙪𝙩𝙤 𝙁𝙖𝙣𝙛𝙞𝙘 En el susurrar de las horas, el té se enfría como un eco melancólico de días que ya no pueden ser recuperados. Cada sorbo...