La mañana está bastante activa, vienen trabajadores y para mi sorpresa nos visitan varios turistas, Liechtenstein es un buen lugar para vacacionar, mucha gente no sabe que existe pero es un buen lugar donde en vacaciones hay muchos eventos.
Me la paso cocinando y atendiendo, muy en el fondo me siento orgullosa de mí misma, sentir este cansancio me recuerda que estoy trabajando como cualquier hombre, mujer, así que mientras atiendo a las personas les regalo mi mejor sonrisa y cuando preparó sus platillos me esfuerzo en que se vean y sepan deliciosos.
A la hora del desayuno siento que me quedo dormida pues no he descansado nada desde el baile, Yusef habla con Julio y Mariano, y Carlo trata de mantenerme despierta mientras como de a poco mi desayuno.
—¿Has viajado a otro lado aparte de Liechtenstein? —me pregunta y yo asiento— Yo nunca he salido de aquí, cuando era joven y estaba planeando como decirles a mis padres que no quería estudiar para ser maestro, un amigo me recomendó fugarme a América pero ciertamente era una pésima idea ¿que iba a hacer allá? No tenía dinero ni conocidos —le da un sorbo a su café— Cuando finalmente les confesé que quería estudiar gastronomía se lo tomaron muy mal, mi padre comenzó a gritar que la cocina era para las mujeres, era un machista y mamá no pensaba contradecirlo, así que comenzaron con comentarios ofensivos y me harté, tomé mis cosas y huí de casa, tenía pensado viajar a América pero no me alcanzaba para el boleto de viaje y no tenía pasaporte así que decidí venir aquí.
—¿Eres de Schaan?
—No, soy de Rugell —sonríe ante un posible recuerdo— Viajé desde ahí y pase por todo Gamprin, cruce VaduzerRiet y cuando llegué a Schaan pasé ahí una temporada, tenía planeado ir hasta Balzers, en aquel entonces quería alejarme todo lo posible de mi familia y creía que estar de orilla a orilla era lo mejor —hace una pausa y nuevamente vuelve a sonreír— Conseguí trabajo como mesero en un restauran y supuse que comenzaría ahí, luego con suerte me ascenderían a chef, obviamente no fue pronto, pase de mesero a ayudante de cocina, aproveche ese puesto para aprender todo lo que quería y ese mismo año conocí a Margaret y Eduardo.
Me quedo quieta cuando escucho el nombre de mi padre.
—¿Conociste a mi padre? —pregunto en un susurro
—Si —mira la mesa de metal— Ellos estaban en Schaan buscando locales para abrir el restaurante de Margaret, ambos pensaban que abrirlo allá era lo mejor pero les di la idea de abrirlo aquí en Vaduz, fue sólo una broma —se ríe en voz baja— Les dije que donde estuviera el hogar de los reyes, estaría la fortuna, pues ellos apoyaban mucho a su gente —niega con la cabeza divertido— Ellos creyeron que yo era un predicador o algo así y me dieron la razón, no supe nada de ellos hasta dos años después, que Margaret me buscó, yo estaba trabajando finalmente como chef y ella me ofreció un lugar en su restauran, me explicó que el proyecto apenas se estaba desarrollando pero que si aceptaba sería el chef principal, obviamente no lo dude dejé mi empleo y me vine para acá, cuando llegamos pregunte por su acompañante la vez que nos conocimos pero ella dijo que se había marchado con su familia, nunca me dijo a dónde o porqué —suspira y finalmente me observa— El restauran paso por muchas cosas pero finalmente triunfo y hace casi cinco meses tú tía me dio la noticia de la muerte de tú padre —ambos nos quedamos callados durante varios segundos— No sabía que eras su hija hasta que Ada montó su show —ambos nos reímos, luego él para y mira directo a mis ojos— Lamento la muerte de tú padre.
Asiento pero no digo nada, efectivamente casi se cumplen cinco meses de la muerte de mis padres y me había esforzado por mantener el dolor fuera de mí pero ahora que Carlo lo traía a colisión el dolor en mi pecho me recordó que por más que quisiera superar su trágica muerte no lo haría, ni hoy ni nunca.
—No lo conocí bien pero por lo mucho que hablaba Maggie de él se que era un buen hombre.
—Lo era —afirmo— Era el mejor hombre que este mundo pudo ver —siento como se me estruja el pecho y como los ojos se me llenan de lágrimas— Amaba a su familia, amaba a su esposa y me amaba a mí, amaba la música, el arte, amaba cantar —una risa melancólica se me escapa— Amaba la vida —siento como cae la primer lágrima— Y ella decidió terminar con él, se lo llevó y ni siquiera me dejo despedirme.
Carlo me pone una mano en el hombro y me da un apretón.
—Lo lamento —me disculpo con el enorme hombre— Hace mucho no lo recordaba, ni a él ni a mi madre.
—No deberías tratar de olvidar el dolor —dice como si hubiera leído mi mente— Ni los recuerdos, eso significaría que los estás olvidando a ellos —mi pecho se oprime.
—Jamás —mi voz suena rota— Son lo mejor que tuve y tendré.
Carlo me sonríe enternecido.
—Estoy seguro que estarían muy orgullosos de ti.
Asiento aunque sé que no lo estarían...
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Faltan dos horas para que mi turno termine, hoy hubo más gente en el lugar, por lo usual siempre hay gente, pero hoy se llenó a tope y que Ada y su amiga no estén para ayudarnos es horrible, mis pies duelen de tanto que he ido y venido.
Por más que Maggie insistió en que sólo me encargará de ayudar en cocina me negué, si lo sucedido en el baile me había dejado inquieta, mi charla con Carlo termino dejándome peor, quería con todo el corazón hacer algo para sacar todos los pensamientos de mi cabeza, quería cansarme hasta no poder con mi propio cuerpo pero sabía que ni Maggie, ni Carlo, ni mis escoltas que habían comenzado a trabajar hoy en el taller mecánico que estaba frente al restauran, me lo permitirían.
Llevo el pedido a la mesa correspondiente y decido obedecer a Maggie tomandome un respiro, me adentro a la cocina y me deshago el nudo del delantal, me dejo caer en una silla frente la área de Julio y Mariano, suspirando.
—Hoy has estado muy activa —comenta Julio.
—Quiero gastar energías.
Él y Mariano se ríen de mi pésimo chiste, Carlo me llama diciendo que alguien me busca fuera y hago un puchero pues apenas había tomado asiento cuando ya me están pidiendo levantarme, salgo arrastrado los pies de la pequeña cocina amarrandome nuevamente el delantal pequeño en la cintura.
Me quedo a medio camino; pasmada.
En el lugar hay al menos cinco hombres con trajes que a mi parecer son demasiado elegantes, uno de ellos; el más alto me mira fijamente.
—Señorita Eliana necesito que nos acompañe —dice en voz neutra y seria, tanto que me da escalofríos.
—¿Q-qué? —tratamudeo desconcertada, sacudo la cabeza y me enderezo— ¿Quienes son ustedes?
—La seguridad real de Liechtenstein—me contesta— Tenemos orden de llevarla con nosotros.
—¿Porqué? —pregunto a la defensiva y mi mente lanza la respuesta automáticamente: estoy en problemas por haber golpeado al chico de la fiesta.
—No podemos contestar ninguna de sus preguntas, acompañenos por favor.
Da unos pasos hasta llegar a mí y colocar su mano en mi espalda, empujandome suavemente a la salida.
Giro la cabeza para ver a Maggie y atisbo confusión y miedo en su rostro, quiero decirle que no se preocupe pero hasta yo estoy preocupada.
Por todos los cielos, he golpeado a un hombre y ahora estoy en problemas.
El nerviosismo me invade mientras camino guiada por el hombre de la cafetería al gran coche que espera por mí sólo puedo hacer una pequeña plegaria:
Que el tipo no sea tan importante, que el tipo no sea tan importante...
Cuando entro al auto y me siento me doy cuenta que hay un hombre pegado a la puerta izquierda, más allá de la ventanilla del auto puedo visualizar los rostros pasmados de mis escoltas pero entonces alguien cierra la puerta y doy un brinco en mi lugar por el susto.
Nos ponemos en movimiento y durante los primeros minutos me mantengo quieta pero luego mi cuerpo comienza a moverse sin parar en señal de nerviosismo.
El tipo no podía ser tan importante si estaba sin seguridad acorralando a una muy pequeña mujer. Limpio mis manos sudorosas en la tela de la falda de piel que tengo puesta y entonces me doy cuenta de lo fatal que luzco.
Esta mañana había decidido ponerme una blusa de mangas cortas color verde olivo con una falda de piel negra con un cierre al frente y para terminar las nuevas converse que había adquirido cuando fui de compras con Siena y para darle el toque traía el pequeño delantal del restauran atado a la misma altura de la falda.
¡Perfecto!
Iba directamente al castillo de Liechtenstein probablemente a pagar por mi falta ante el hombre que abofeteé e iba vestida perfectamente.
Bien, tengo que trabajar con eso del sarcasmo...
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¡Ya es mañana! así que aquí está el capítulo jajajaja acá en México son las 12:45 am así que literalmente ya es 30.
Estamos a nada de terminar el año y me gustaría saber como las trató este 2018 y que metas tienen para el 2019.
No suelo usar las mayúsculas pero esta ocasión lo requiere: COMENTEN, Y SÍ, LES HABLO A LOS FANTASMAS QUE RONDAN POR LOS CAPÍTULOS.
Quiero que llenen este capítulo de comentarios con sus logros de este año, con sus metas, sueños e ilusiones para este 2019.
Comenzaré yo con el primer comentario ➡