ABYSSO: La ciudad amurallada...

By Animalito-de-la-luz

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Abysso es una ciudad aislada, decadente y consumida por la violencia. Con una sociedad dividida injustamente... More

GUÍA OMEGAVERSE
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1 "DESCALZOS"
CAPÍTULO 2 "CONSECUENCIAS"
CAPÍTULO 3 "COMO UN CACHORRO"
CAPÍTULO 4 "LIMBO"
CAPÍTULO 5 "LUJURIA"
CAPÍTULO 6 "GULA"
CAPÍTULO 7 "AVARICIA Y PRODIGALIDAD"
CAPÍTULO 8 "LAZO CONSAGRADO"
CAPÍTULO 9 "EL QUINTO CIRCULO"
CAPÍTULO 10 "HEREJÍA"
CAPÍTULO 11 "EL PEOR ALFA"
CAPÍTULO 12 "FLOR DE LOTO"
CAPÍTULO 13 "DULCE CRIATURA"
CAPÍTULO 14 "MARCADO"
CAPÍTULO 15 "VIOLENCIA"
CAPÍTULO 16 "LAVANDA Y JAZMINES"
CAPÍTULO 17 "CELO" (PRIMERA PARTE)
CAPÍTULO 18 "CELO" (SEGUNDA PARTE)
CAPÍTULO 19 "ÉXTASIS"
CAPÍTULO 20 "ARRULLO"
CAPÍTULO 21 "CIRCULO DE SANGRE (PRIMERA PARTE)"
CAPÍTULO 22 "CIRCULO DE SANGRE (SEGUNDA PARTE)"
CAPÍTULO 23 "SOMBRAS DOLIENTES"
CAPÍTULO 24 "FLORES EN INVIERNO"
CAPÍTULO 25 "VÍNCULOS INVISIBLES" (PRIMERA PARTE)
CAPÍTULO 26 "VÍNCULOS INVISIBLES" (SEGUNDA PARTE)
CAPÍTULO 27 "EL ORFANATO"
CAPÍTULO 28 "MADERA AMARGA"
CAPÍTULO 30 "ALIANZA ETERNA" (SEGUNDA PARTE)
CAPÍTULO 31 "EL NOVENO CÍRCULO: INFIERNO DE HIELO" (PRIMERA PARTE)
CAPÍTULO 32 "EL NOVENO CÍRCULO: INFIERNO DE HIELO" (SEGUNDA PARTE)
CAPÍTULO 33 "EL NOVENO CÍRCULO: INFIERNO DE HIELO" (TERCERA PARTE)
CAPÍTULO 34 "REVANCHA"
CAPÍTULO 35 "EL HEDOR DE LA SANGRE"
CAPÍTULO 36 "EL HEDOR DEL MIEDO"
MENSAJE DE LA AUTORA
CAPÍTULO FINAL "DESTERRADO"
ANDRAS: En el corazón del Infierno

CAPÍTULO 29 "ALIANZA ETERNA" (PRIMERA PARTE)

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By Animalito-de-la-luz

"Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor"

Cantares 8:6

.................................................

No podía decir que no estaba asustado porque sí lo estaba. Como pocas veces en su vida. El sentimiento era contradictorio, sin embargo. Era como estar a punto de subir a una montaña rusa muy alta, de la que sabía que no caería, pero que igualmente hacía que su corazón corriera desbocado en su pecho.

Había podido sentir antes la intensidad del aroma de Harry, sobre todo cuando el alfa estaba preocupado por él y se lo hacía saber con aquella coraza afectuosa y protectora, que lo hacía sentir cálido por dentro y por fuera. Pero su esencia nunca había sido tan intensa como en ese momento. Nunca de esa forma tan espesa que se le pegaba en el paladar y que hacía que un revoloteo se alojara en su vientre y descendiera un poco más abajo. Algo que indudablemente, jamás había sentido.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó de nuevo, con aquella voz ronca que le caló a Louis hasta los huesos. Tragó saliva, atragantándose un poco, e inclinó la cabeza a un lado, mostrando su cuello como un gesto de sumisión que le salió solo, sin siquiera pensarlo. Cuando Harry hurgó entre su cabello y dio una profunda respiración a un lado de su oreja, a Louis empezaron a temblarle las piernas.

—Yo solo... yo pensé que tú...

No podía hablar. Ninguna frase completa se formaba en su mente. Se sentía aturdido y ligeramente mareado, con todo aquel intenso aroma a alfa rodeándolo de esa manera, colándose en cada rincón de su cuerpo. Louis nunca había estado tan expuesto en toda su vida y al mismo tiempo, jamás se había sentido tan seguro y protegido.

—No deberías estar aquí, cachorrito... tú no... —Harry soltó un largo jadeo contra la piel del cuello de Louis. Apretó los dientes, tan fuerte, que sintió instantáneamente la mandíbula adolorida. Sus manos estaban hechas puño, contra la pared detrás del cuerpo del omega. Maldijo internamente, sintiendo como se quemaba de dentro hacia afuera—. Yo todavía no... todavía puedo controlarme. Pero tu olor...

Se separó de golpe del cuerpo de Louis. Por algún motivo le parecía más pequeño de lo que jamás lo había visto. Más apetecible también. De pronto cada sutil curva de su cuerpo, parecía más sinuosa, más atrayente e insinuante. Cada centímetro de la piel del omega, parecía una invitación. Su alfa le gritaba que debía tomarlo en ese momento, que ese omega era suyo y que todo el calor que sentía, sería menguado cuando se uniera a él... o probablemente arderían juntos. Cualquiera de las dos opciones resultaba igualmente tentadora.

El alfa tenía los labios resecos, incluso si su boca estaba salivando. Se llevó las manos a la cabeza y resopló con frustración.

—Estaba preocupado —susurró el omega. Su voz se oía temblorosa, pero no parecía atemorizado. No por su causa, al menos. Se pegó por completo a la pared, cuando Harry se dejó ir encima de él una vez más. El alfa se frenó cuando estaba a unos cuantos centímetros de tocarlo y gruñó en voz baja. desesperado—. Pensé que seguías enojado conmigo... Pensé que me ibas a...

—Jamás te dejaría, mi cachorrito... Yo no puedo... —Harry extendió su brazo y acunó el rostro del omega en la palma de su mano. Ni siquiera se sorprendió de haber sabido lo que estaba a punto de decirle sin que fuera capaz de mencionarlo. Louis se inclinó hacia la caricia de su mano y el alfa creyó escuchar un bajo gimoteo. Pasó saliva, sintiendo que se atragantaba. No creía ser capaz de aguantar mucho más, si el omega se presentaba así frente a él, tan dócil y tan hermoso. Tan suyo—. Yo no existo si no es contigo, bebé... Pero tienes que irte de aquí mientras aún te permita hacerlo.

Se alejó nuevamente y la mueca adolorida en su rostro, hizo evidente que incluso si sus palabras intentaban alejar a Louis, su cuerpo lo anhelaba de forma ferviente.

—¿Entonces por qué...? Entonces sí estás enojado. —Harry negó con la cabeza, atragantándose con el aroma floral que se extendía por toda la habitación, mezclándose con el suyo, creando una perfecta amalgama. Louis se acercó un paso y Harry retrocedió dos—. ¿Por qué quieres que me vaya?

La voz del omega había salido tan dolida, que Harry se sintió culpable inmediatamente. Quiso acercarse y estrecharlo entre sus brazos. Quería borrar el puchero de sus labios con un beso que le robara el alma y le regresara la paz a ambos. Pero no podía. No sabía si iba a ser capaz de controlarse y tenía que elegir sabiamente sus palabras si no quería que Louis se sintiera rechazado. No había nada que deseara más que unirse a él en ese momento. Antes de pensar en su necesidad, tenía que pensar en la seguridad de Louis, sobre todo si el omega jamás había lidiado con un alfa. Mucho menos con un alfa en celo.

—Yo... Yo todavía puedo controlarme, cachorrito. Pero tu olor me está enloqueciendo y no puedo arriesgarme a lastimarte. Le pedí a Liam que te mantuviera alejado de mí hasta que esto pasara y tú realmente no deberías estar aquí... Yo no...

—¿Quieres a otro omega? ¿Quieres que otro omega pase contigo tu celo? —Fue Louis quien retrocedió esa vez. Con una expresión casi escandalizada y la mirada dolida. Bajó el rostro y miró sus manos temblorosas. No se sentía capaz de seguir viendo como Harry intentaba alejarlo, sin que sus ojos se aguaran por la tristeza y la humillación del rechazo. Desde el principio, todo lo que tenía que ver con ese alfa le resultaba demasiado caótico e intenso como para lidiar con ello. Se sentía expuesto y vulnerable estando a su lado. Era como si esa parte omega que había mantenido oculta por tantos años, saliera a la superficie y quedara visible solo para Harry. Como una herida en carne viva que únicamente él era capaz de sanar. Pero él no lo quería para pasar su celo juntos. Y Louis no había imaginado cuanto dolería eso.

—Es que yo sé que tú nunca... —Louis cubrió su boca, conteniendo un jadeo.

—¿De eso se trata? —interrumpió el omega—. ¿Piensas que no voy a ser lo suficientemente bueno para ti? —Harry negó con la cabeza. Él dejó escapar un gemido lloroso.

El rostro de Niall llegó de inmediato a su mente. Estaba seguro de que el beta le había contado a Harry sobre su nula experiencia y deseaba que su amigo no se encontrara en una cama de hospital, para poder enojarse con él tanto como quisiera por haber abierto la boca. Sintió la fría pared estrellándose contra su espalda, cuando ya no encontró más sitio para retroceder.

—No, bebé. No se trata de eso en absoluto.

Incluso si Harry se encontraba en el borde de su propia cordura, tuvo que acercarse al omega para poder estrecharlo entre sus brazos, a pesar de que su cercanía estaba haciendo cada vez más intenso el dolor de un celo que estaba a minutos de despertar de forma abrazadora y furiosa.

Cada terminación nerviosa del alfa, fue completamente consciente de ese cálido cuerpecito que se había aferrado a él en cuanto lo había sentido acercarse.

Louis le estaba poniendo las cosas muy difíciles.

—Sé que yo nunca he estado con nadie más... —habló el omega contra su pecho. Harry sintió su aliento tibio a través de la tela de su camiseta. Y probablemente Louis fue capaz de sentir la vibración de ese gruñido contenido en el centro de su pecho. El alfa respiró profundo, porque era masoquista y avaricioso. Porque quería todo ese aroma a lavanda y jazmines solo para él. Quería impregnar cada centímetro de su piel con una esencia que había añorado incluso antes de saber que existía. Las pequeñas manos aferradas a ambos costados de su cuerpo, le estaban quemando la piel y él estaba seguro de que esa era la mejor forma de padecer—. Pero soy tu omega y yo debo...

—No, precioso. No —Harry lo silenció de inmediato. Se separó de su cuello y llevó una mano a su mentón, elevándolo para ser capaz de observar su rostro. ¿Por qué se veía tan hermoso justo esa noche? ¿Por qué su expresión parecía pedir a gritos lo que él estaba deseando poder darle? Sus ojos se fijaron en los labios entre abiertos del omega. Estaban húmedos y rojos y él estaba necesitando probar un sabor que ya conocía, pero del que no iba a poder cansarse jamás—. No me debes nada, cachorrito. No debes estar conmigo por el hecho de ser mi omega. No es tu deber... Tienes que quererlo.

—Lo quiero... —afirmó con convicción. Harry sonrió, sin tener apenas fuerzas para hacerlo.

—Pero no sabes lo que estás diciendo, bebé. No sabes cómo se pone un alfa cuando está en celo. No siquiera imaginas la forma en la que deseo tenerte... la forma en la que quiero consumirte. No voy a ser capaz de controlarme. No con este olor... No con la dulzura de tu piel. —Las manos de Harry presionaron con fuerza en su cadera. Louis sintió los dedos hundiéndose en su carne. Hizo una ligera mueca, porque el agarre era codicioso y posesivo. Nada era tan doloroso, sin embargo, como el hecho de imaginar a Harry pasando su celo solo. Negó con la cabeza y descansó su frente en el hombro del alfa.

—Nada puede ser peor que lo que he pasado ya. Nada puede ser malo si estoy contigo. Por favor. No me alejes, por favor.

Louis jamás hubiese imaginado que en algún momento estaría suplicando por la atención de un alfa. Ni siquiera en su propio celo lo había hecho. Pero no quería irse. Sabía lo que era padecer un celo en soledad. No quería esa clase de sufrimiento parta nadie.

Harry dejó escapar un gruñido que raspó en su garganta e hizo que el omega se estremeciera ligeramente. No se alejó, sin embargo. Sus manos pequeñas, aferraron con fuerza la tela de su camiseta, encogiéndose sobre su cuerpo y ladeando una vez más su cabeza. El alfa sintió que sus colmillos se agrandaban al observar ese cuello de piel impoluta y ligeramente bronceada. Sus entrañas arañaban por el deseo de dejar una marca ahí... o en cualquier otro lado. Ellos ya compartían un lazo que los unía para siempre. Un lazo consagrado. El sitio donde estuviera la marca, poco o nada importaba.

Pero Harry deseaba probar su sangre. Deseaba poder percibirla en su lengua y en su paladar. Tragar su sabor y sentirlo en cada poro de su cuerpo. Cerrar la herida con su saliva y darle el alivio que sabía que necesitaría.

Un gruñido más se le escapó y el aroma de Louis se intensificó en ese instante. Dulce, espeso y caliente. No era su olor natural, sin embargo. Era algo más denso. Algo mucho más íntimo.

Era el aroma de su lubricante.

El omega se estaba humedeciendo por él.

Una punzada dolorosa atravesó su bajo vientre y tuvo que soltar el agarre en la cadera de Louis, cuando las rodillas se le doblaron hasta casi hacerlo caer en el piso. Harry sabía que sus celos eran intensos y que quemaban como lava ardiente, pero lo que se estaba gestando en su cuerpo, era algo mucho más grande que eso. Algo que no había sentido jamás. Al menos no de una forma tan dolorosa y placentera al mismo tiempo.

—Por favor, bebé... cachorrito. Tienes que alejarte de mí.

Un fuerte gruñido cimbró las ventanas. Harry ya no pudo seguir sosteniendo su peso. Cayó de rodillas al piso y cuando el omega intentó acercarse a él para ayudarlo a ponerse de pie, una mano fue interpuesta, evitando que se acercara.

—No voy a irme. No lo haré.

Harry negó con la cabeza.

—Por favor...

—No. Yo sé que no vas a hacerme daño. Lo sé. Me cuidaste en mi celo. Me cuidaste incluso cuando estaba tan vulnerable. Pudiste haberte aprovechado de mí y no lo hiciste. Me protegiste.

—Pero estaba en mis cinco sentidos en ese momento. Dentro de unos minutos ya no voy a ser yo, bebé. Mi alfa podría...

—Tu lobo va a cuidarme también. Tu alfa sabe que no sobrevivimos el uno sin el otro. No puede hacerme daño sin dañarse a sí mismo.

—Pero yo...

—No, Harry. Cuando el verde de tus ojos se haya ido, cuando ya no quede nada... yo seguiré estando contigo.

El omega dio un par de pasos adelante y el alfa se rindió.

Harry le permitió acercarse por fin y recibió como un bálsamo sanador, la mano de dedos finos que se enredaron en su cabello y tiraron ligeramente como parte de una caricia. Hincado en el piso, el alfa se aferró al cuerpo del omega y recargó la frente en su estómago. Por unos segundos, la fugaz imagen de un vientre hinchado y lleno de vida, le nubló la mente.

Cachorros.

Los cachorros de su cachorrito. Suyos.

Eso era todo lo que su alfa gritaba dentro de su pecho. El instinto primario de procrear estaba arañándole la piel. Un instinto que jamás había sentido. Porque no había conocido a un omega que le regresara la esperanza por la vida. Incluso si el hombre sabía que no era prudente, el alfa deseaba unirse a su omega para dejar su semilla en él y verlo crecer. Como una flor de loto capaz de florecer en agua fangosa, porque su belleza y su pureza podían con cualquier adversidad. Igual que Louis.

Gruñó nuevamente. Su razón lo estaba abandonando.

Pero todavía quedaba algo.

—Pastillas... tú no...

—Pedí en el hospital... el primer día que estuvimos ahí. Conseguí supresores en el hospital. —Louis sintió que sus mejillas se enrojecían en el acto. Había dejado de tomar pastillas cuando había abandonado la casa de su padre y a pesar de que no había llegado a esa clase de intimidad con Harry, sabía que no era seguro permanecer así por más tiempo. Sin tomar en cuenta el celo del alfa, el ciclo de su propio celo se había descontrolado por completo gracias a todo lo que lo había hecho padecer su padre. Tomar supresores tan fuertes por tantos años, habían descontrolado sus hormonas y su organismo. Si no sabía cuándo iba a llegar de nuevo, tenía que estar preparado.

Harry se puso de pie. Estaba jadeando y se veía tan perdido, que, por un segundo, uno solo, Louis se preguntó si quedarse ahí era lo correcto. Sacudió la cabeza y alejó las dudas de su mente. Porque no había forma de que se marchara dejándolo solo y tan necesitado.

—No vas a tener otra oportunidad de irte —advirtió el alfa, con la voz entrecortada. Tenía las manos cerradas en puños y su pecho estaba subiendo y bajando rápidamente, gracias a su respiración agitada. Hizo una mueca y se dobló ligeramente por las descargas dolorosas que recorrían todo su cuerpo cada que intentaba jalar aire y se llevaba un poco más del aroma de su omega—. Si no sales en este momento, estás atrapado aquí conmigo... o con cualquier cosa en la que me convierta cuando el celo me arrastre.

Louis se quedó en silencio. Miró a Harry por un largo rato que se sintió eterno. Con los ojos muy abiertos, el corazón desbocado y sintiendo una ligera humedad filtrándose en la tela de su ropa interior. Estaba temblando y tuvo que darse la vuelta para caminar hacia la puerta.

Harry lo siguió con la mirada. Una punzada dolorosa se alojó en el centro de su pecho cuando lo observó tomar el pomo de la puerta. No abrió, sin embargo. Empujó hasta que la entrada quedó completamente cerrada y se dio la vuelta.

—Entonces que me arrastre contigo...

Y eso fue todo.

Ninguno de los dos supo quién se acercó primero.

Un bajo gemido escapó de los labios de Louis, cuando Harry se aferró a la parte trasera de sus muslos y lo impulsó hacia arriba. El omega se aferró a donde pudo y terminó clavando sus uñas en la espalda de su alfa, mientras sus piernas se enroscaban en su cadera.

Sus labios se unieron con desesperación y Louis casi perdió la noción de lo que estaba sucediendo, porque sentir el intenso olor amargo de la madera y el suave aroma de la tierra mojada que desprendía el cuerpo de Harry, lo hizo sentir una urgencia que no había sentido nunca. Se estaba incendiando por dentro y no era él quien estaba en celo, pero en ese momento parecía ser Harry el que estaba más en control de los dos.

Su alfa. Su hermoso alfa.

Siempre amable y siempre cuidadoso. Siempre dándole todo el amor que por años le había faltado.

El omega soltó un gimoteo lloroso cuando Harry mordió su labio inferior y luego chupó levemente como intentando calmar el dolor que había provocado. Sentía sus manos grandes, ocupando gran parte de sus muslos y sus glúteos y el tacto quemaba y dolía, pero a su vez era tan placentero que lo hacía sentir mareado.

Podía sentir la vibración en el pecho ajeno. La vibración de los gruñidos que a duras penas estaba conteniendo. Aún había algo de humanidad en su cuerpo. El animal no había logrado consumirlo todavía.

Pero estaba a punto de hacerlo.

—Me estás volviendo loco —gruñó Harry contra su cuello. Abrió la boca y arrastró los colmillos por la delicada piel, hasta llegar a su clavícula. Succionó con fuerza dejando una gran marca roja. Louis soltó un lamento, mezclado con un gemido que hizo que todos los sentidos de Harry se perdieran por un segundo.

Caminó dando tumbos hacia la única habitación. Abrió la puerta de una patada y manoteó la pared para poder encender la luz. Sabía que después de esa noche, muchos de sus recuerdos serían borrosos, quería conservar todo lo que pudiera, sin embargo. Quería grabarse cada una de las miradas de su omega, cada gesto de su hermosa carita, cuando un nudo creciera dentro de él por primera vez en su vida. Cuando él se derramara en su interior.

Cayó de golpe en aquel par de colchones apilados que hacían el intento de cama. Incluso si Harry estaba intentando utilizar la poca delicadeza que le quedaba, Louis había dejado escapar un jadeo al golpear contra la superficie blanda. No había dolido y si hubiese dolido, seguramente no se hubiese quejado tampoco. Se removió con impaciencia y un toque de vergüenza, cuando quedó tendido y vulnerable ante la mirada deseosa del alfa que se cernía encima de él.

Era demasiado.

Todo lo que estaba sintiendo era demasiado para Louis y, aun así, quería más. Quería mucho más. Nunca se había mostrado tan codicioso como en ese momento, pasando sus manos con desespero por el cuerpo firme de su alfa. Se sentía placenteramente aprisionado bajo el peso de sus músculos firmes, cubierto por completo con su aroma, que picaba en la garganta y en todo el cuerpo y que lo hacía sentir cosquilleos por todos lados.

—¿Cómo es posible que seas tan hermoso? —preguntó el alfa, sin intenciones de recibir una respuesta. Las mejillas del omega ya estaban pintadas de un tono carmín intenso e incluso con el frío que estaba haciendo afuera, su frente empezaba a perlarse con pequeñas gotas de sudor que hacían que el flequillo se le pegara a la frente. Estaba temblando también y cuando Harry se acercó un poco más, Louis separó las piernas instintivamente.

El alfa creyó que iba a desfallecer en ese momento.

El olor del lubricante llegó a sus fosas nasales y lo sacudió como una fuerte bofetada. Era lo más dulce que había percibido en su vida y estaba salivando por el deseo de probar su sabor. Ya no estaba en la capacidad de contenerse por más tiempo y estaba confiando en que el instinto animal que habitaba en él, fuera capaz de tomar el control y cuidar a su omega. Su cachorrito pequeño y dócil estaba poniendo toda su confianza en él.

—No te contengas, amor —susurró el omega, acariciándole la mejilla con la palma de su mano—. No soy de cristal. Puedo contigo. Puedo con el alfa que hay en ti. Voy a recibir todo lo que tengas para darme. Solo suéltate... Soy tuyo, alfa.

El último rastro de su humanidad... se evaporó.

Los ojos de Harry se volvieron completamente negros, con las pupilas dilatadas y un brillo animal que hizo que el omega se estremeciera en su lugar. Sus colmillos se alargaron y sintió el filo lacerante cuando los repasó lentamente con su lengua. Casi creyó ser capaz de probar el propio sabor de su sangre.

El alfa rasgó su propia camiseta y lanzó el bulto de tela al piso. Sacó el pantalón de Louis de un par de jalones que se llevaron también sus zapatos y calcetines y que sacaron jadeos y gimoteos de esos labios hinchados y enrojecidos. Se acercó a besarlo nuevamente, mientras repasaba el interior de sus muslos con toques gentiles que se volvían toscos cada que escuchaba un nuevo gemido que se perdía entre ambas bocas unidas.

Cuando el omega solo estaba cubierto por un bóxer azul oscuro que contrastaba bellamente con la piel pálida de sus piernas, Harry se dedicó a besar y a tocar por todas partes. Recorrió ávidamente cada extensión de piel expuesta y se deleitó con cada ruidito y gimoteo que dejaba escapar. Se llenó de su aroma hasta que no había nada más que Louis, habitando cada uno de sus sentidos. No había espacio para nada más. Dejó marcas en su estómago, en sus clavículas, en su pecho y se deleitó con el placentero ardor de las uñas del omega clavándose en su espalda desnuda. Respiró profundo llenándose de su esencia y su boca empezó a salivar todavía más.

—Necesito probarte... por favor cachorrito, déjame probarte.

Louis ni siquiera se sintió sorprendido de que incluso el alfa que había en Harry, en medio de su celo, en medio de todo aquel calor y aquel ardor, fuera capaz de pedir permiso para consumirlo entre sus llamas. Ni siquiera estaba completamente seguro a qué se refería con aquello de "probarlo" pero asintió casi frenéticamente bajo la intensidad de una mirada a la que no podía negarse incluso si lo intentaba.

Lo que sea que Harry quisiera, él iba a dárselo.

Dejó escapar un chillido cuando su ropa interior fue arrancada y quedó completamente desnudo a merced de un alfa que parecía a punto de desgarrarlo con sus propios dientes. Lo vio jadear mientras inclinaba la cabeza hacia atrás y cerraba los ojos por un par de segundos. Sus fosas nasales ampliándose mientras inspiraba profundo y sacaba ligeramente la punta de su lengua. Como probando el sabor en el ambiente.

Louis estuvo a punto de ahogarse con sus propios lamentos, cuando Harry separó sus muslos y enterró el rostro entre sus piernas.

El alfa se había quedado demasiado corto al decir que quería probarlo. Su lengua y sus labios estaban acabando por completo con él.

Lo que estaba sintiendo era algo que ni siquiera estaba en capacidad de describir. No tenía antecedentes. No tenía conocimiento. Nada lo había preparado para eso.

La lengua de Harry estaba lamiendo ávidamente el lubricante que escurría desde su entrada, succionando a ratos, extendiendo con sus pulgares para obtener un mejor acceso, mientras el omega se retorcía y se deshacía en espasmos que le comprimían el vientre y le nublaban la vista. Veía destellos de colores a los costados de sus ojos y a pesar de tener los pulmones llenos, seguía sintiendo que se ahogaba.

Había una sensación de frío y calor recorriéndole la piel. Todo al mismo tiempo.

No podía ser real.

Aquello no podía ser real.

—Por dios... —se quejó un poco sin aliento, con los ojos cerrados y la boca muy abierta en un grito que ni siquiera fue capaz de emitir, porque se había quedado sin aire y sin fuerza y sin nada.

Cuando Harry levantó su rostro, incluso si no se había saciado, se encontró con la mejor visión de un omega eróticamente destrozado, con las manos cerradas en puños sobre la manta del colchón, la cabeza echada atrás y la boca medio abierta. Tenía el rostro y el pecho sudados y sus pezones parecían un par de botoncitos enrojecidos

Con el dorso de la mano, el alfa talló su mentón todavía brillante por los restos del lubricante, limpiando lo necesario. Se irguió sobre el cuerpo del omega y echó su peso encima de él, sacándole un largo jadeo. Quería cubrirlo por completo. Quería guardarlo dentro de su pecho para siempre.

Se acercó a su rostro y besó la comisura de sus labios, antes de dejar un beso más, húmedo y caliente en el centro de una boca que continuaba jadeando por un poco de aire. Deseaba consumirlo hasta los huesos, hasta que no quedara nada de ninguno de los dos. Hasta fundirse en una sola persona. Hasta que el lazo que los unía formara una alianza que durara por siempre... Una alianza eterna.

Louis tuvo un par de minutos de tregua, mientras Harry luchaba con sus manos temblorosas que intentaban sacar su pantalón a jalones desesperados. Rozó con la mano su erección adolorida y la necesidad estalló frente a sus ojos, con una punzada dolorosa que le atravesó el bajo vientre de lado a lado. Necesitaba liberar todo aquel calor. Necesitaba enterrarse profundamente en su omega y derramarse en su cálido interior. Fundir sus esencias y marcarlo por dentro y por fuera.

—Voy a llenarte, cachorrito. Voy a llenarte de mí. Lo quieres, ¿verdad? Dime que lo quieres. Dime que quieres que sea el primero. —La voz de Harry apenas salía, jadeante y silenciosa, pero sus cuerpos estaban tan juntos, que Louis ni siquiera tuvo que hacer esfuerzo alguno para entender. Miró a su alfa y por un segundo creyó ser capaz de atravesar la negrura de aquellos ojos, para encontrarse de nuevo con aquel hermoso verde.

—Quiero que seas el único...

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Quien dice viernes dice miércoles de la siguiente semana. Ok no, no me he sentido muy bien y la verdad es que no tenía ganas de leer ni de escribir, ni de existir, pero ya se me anda pasando la tristeza. Sé que ustedes no tienen la culpa de mis tristezas, pero bueno, es lo que hay. Hoy en la mañana, de hecho a las 4 de la mañana, desperté de un salto con toda la inspiración, Revisé el capítulo, borré el 80% y escribí de nuevo esto que acaban de leer y que me encantó. Lo dividí en dos partes porque quedó bastante extenso y no quería soltarles 10,000 palabras de golpe. Pocas veces escribo smut y cuando lo hago me gusta que sea especial y bien descrito y bonito y bla bla y por eso regresaré el próximo miércoles con la segunda parte.

Gracias por ser ese pedacito de felicidad que necesito cuando quiero desistir.

Besitos en la nariz♥

Dedicatorias aquí----->

Quejas, dudas, sugerencias, amenazas, aquí------>

All the love... Ceci♥


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