CAPÍTULO 29 "ALIANZA ETERNA" (PRIMERA PARTE)

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"Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor"

Cantares 8:6

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No podía decir que no estaba asustado porque sí lo estaba. Como pocas veces en su vida. El sentimiento era contradictorio, sin embargo. Era como estar a punto de subir a una montaña rusa muy alta, de la que sabía que no caería, pero que igualmente hacía que su corazón corriera desbocado en su pecho.

Había podido sentir antes la intensidad del aroma de Harry, sobre todo cuando el alfa estaba preocupado por él y se lo hacía saber con aquella coraza afectuosa y protectora, que lo hacía sentir cálido por dentro y por fuera. Pero su esencia nunca había sido tan intensa como en ese momento. Nunca de esa forma tan espesa que se le pegaba en el paladar y que hacía que un revoloteo se alojara en su vientre y descendiera un poco más abajo. Algo que indudablemente, jamás había sentido.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó de nuevo, con aquella voz ronca que le caló a Louis hasta los huesos. Tragó saliva, atragantándose un poco, e inclinó la cabeza a un lado, mostrando su cuello como un gesto de sumisión que le salió solo, sin siquiera pensarlo. Cuando Harry hurgó entre su cabello y dio una profunda respiración a un lado de su oreja, a Louis empezaron a temblarle las piernas.

—Yo solo... yo pensé que tú...

No podía hablar. Ninguna frase completa se formaba en su mente. Se sentía aturdido y ligeramente mareado, con todo aquel intenso aroma a alfa rodeándolo de esa manera, colándose en cada rincón de su cuerpo. Louis nunca había estado tan expuesto en toda su vida y al mismo tiempo, jamás se había sentido tan seguro y protegido.

—No deberías estar aquí, cachorrito... tú no... —Harry soltó un largo jadeo contra la piel del cuello de Louis. Apretó los dientes, tan fuerte, que sintió instantáneamente la mandíbula adolorida. Sus manos estaban hechas puño, contra la pared detrás del cuerpo del omega. Maldijo internamente, sintiendo como se quemaba de dentro hacia afuera—. Yo todavía no... todavía puedo controlarme. Pero tu olor...

Se separó de golpe del cuerpo de Louis. Por algún motivo le parecía más pequeño de lo que jamás lo había visto. Más apetecible también. De pronto cada sutil curva de su cuerpo, parecía más sinuosa, más atrayente e insinuante. Cada centímetro de la piel del omega, parecía una invitación. Su alfa le gritaba que debía tomarlo en ese momento, que ese omega era suyo y que todo el calor que sentía, sería menguado cuando se uniera a él... o probablemente arderían juntos. Cualquiera de las dos opciones resultaba igualmente tentadora.

El alfa tenía los labios resecos, incluso si su boca estaba salivando. Se llevó las manos a la cabeza y resopló con frustración.

—Estaba preocupado —susurró el omega. Su voz se oía temblorosa, pero no parecía atemorizado. No por su causa, al menos. Se pegó por completo a la pared, cuando Harry se dejó ir encima de él una vez más. El alfa se frenó cuando estaba a unos cuantos centímetros de tocarlo y gruñó en voz baja. desesperado—. Pensé que seguías enojado conmigo... Pensé que me ibas a...

—Jamás te dejaría, mi cachorrito... Yo no puedo... —Harry extendió su brazo y acunó el rostro del omega en la palma de su mano. Ni siquiera se sorprendió de haber sabido lo que estaba a punto de decirle sin que fuera capaz de mencionarlo. Louis se inclinó hacia la caricia de su mano y el alfa creyó escuchar un bajo gimoteo. Pasó saliva, sintiendo que se atragantaba. No creía ser capaz de aguantar mucho más, si el omega se presentaba así frente a él, tan dócil y tan hermoso. Tan suyo—. Yo no existo si no es contigo, bebé... Pero tienes que irte de aquí mientras aún te permita hacerlo.

ABYSSO: La ciudad amurallada (Libro 1 saga CIUDADES MALDITAS)Where stories live. Discover now