CAPÍTULO 6 "GULA"

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"No te juntes con los borrachos ni con los que comen demasiado, pues los borrachos y los glotones acaban en la ruina, y la somnolencia se vestirá de harapos"

Proverbios 23:20-21

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Cuando Isabella logró entrar a la habitación luego de haber golpeado insistentemente la madera oscura de la puerta, su mandíbula casi cae al piso por la sorpresa. Aquella habitación parecía un campo de batalla.

Un par de vasos yacían en el suelo hechos pedazos. Un jarrón que hubiese estado lleno de flores, había terminado partido a la mitad, agua y pétalos esparcidos por la alfombra a los pies de la cama de Louis. Una pequeña silla se encontraba patas arriba, cuadros caídos, ropa regada por todo el piso. Las sabanas de la cama habían sido desgarradas.

La joven omega jamás había visto a su hermano de esa manera. Vestía solo un pantalón y estaba descalzo, sin camiseta. Su cabello estaba mojado como si acabase de salir de la ducha y se pegaba a su frente aun escurriendo. Incluso entre las gotas de agua que corrían por su rostro, Isabella podía darse cuenta que algunas de esas gotas no eran agua. Louis tenía los ojos rojos y llorosos.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó Louis con el rostro lleno de apatía. La chica se había quedado muda, paseando sus ojos por la destrozada habitación. Su mirada se detuvo en una fotografía familiar que había sido tomado un par de años atrás. Descansaba en el piso y parecía destrozada con particular saña.

—¿Qué fue lo que pasó? —cuestionó al mismo tiempo que daba un par de pasos intentando acercarse a su hermano, una de sus manos se extendió hacia él. Alcanzó a rosarle los cabellos antes de que él se hiciera a un lado rechazando el contacto—. ¿Estás bien? ¿Necesitas...?

Louis dejó escapar un gruñido. No quería su lástima y sabía que Isabella solo podía sentir compasión por él y la odiaba un poquito por eso.

Ella era todo lo que él debió haber sido. O lo que no hubiese querido ser jamás. Era una joven omega hermosa, de rasgos delicados, femenina. Era la princesa consentida de su padre. Había sido ella quien lo salvó un par de veces de las golpizas de Mark y era gracias a Isabella que Louis se sentía un poco más miserable.

"Hubiese preferido tener dos hijas. Isabella es una omega perfecta, como debe de ser. Tú no cuentas como un hijo. Un omega varón no sirve"

—No quiero tu lástima —espetó como respuesta—. No esta vez. No me obligues a ser grosero, Isabella. Simplemente sal de aquí —Louis se dio la vuelta dándole la espalda, dio un par de pasos, sintiendo nuevamente la cercanía de su hermana con su asqueroso hedor dulzón que le quemaba en la garganta.

—Sabes que quiero ayudarte.

—¡Pues no quiero tu maldita ayuda!

Isabella se estremeció en su lugar. No esperaba una respuesta como esa, aun si Louis había destrozado por completo su habitación en un arrebato de furia, él nunca se comportaba con ella de una forma grosera. Sabía lo mucho que le afectaban los sonidos fuertes, los gritos. Incluso si los gruñidos de Louis no eran los de un alfa, eran lo suficientemente enérgicos para hacer que Isabella se llevara las manos a los oídos y se encogiera sobre su propio cuerpo, asustada.

—¡¿Qué está sucediendo aquí?!

Si Louis ya se sentía lo suficientemente mal, que su padre apareciera de pronto haciendo su papel de padre protector con su hermana, ya era el colmo para él. Su pequeño cuerpo empezó a ahogarse en pequeñas respiraciones erráticas. El omega odiaba su vida, odiaba no tener a donde ir, odiaba sentirse obligado a estar en un lugar en el que no se sentía bienvenido. Pero no podía irse. En Abysso no había ningún sitio en el que pudiera sentirse seguro estando solo.

ABYSSO: La ciudad amurallada (Libro 1 saga CIUDADES MALDITAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora