Perfecta ImperFecciÓn

By allison_porras

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• ° Usa guantes por una razón que desconozco. Su sonrisa es hermosa, y aunque tiene un problema de lenguaje... More

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<•> Disculpas 3.0 <•>
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<•> Capítulo ochenta y uno <•>
<•> Disculpas ¿qué parte? Ah, sí. 4.0 <•>
<•> Capítulo ochenta y dos <•>
<•> Capítulo ochenta y tres <•>
<•> Capítulo ochenta y cuatro <•>
<•> Capítulo ochenta y cinco <•>
<•> Capítulo ochenta y seis <•>
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<•> Capítulo Noventa <•>
<•> Capítulo Noventa y Uno <•>

<•> Capítulo cincuenta y nueve <•>

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By allison_porras


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°

¡Hola, mi amores!
¿Cómo están?😙❤

Lamento haber desaparecido de nuevo, pero, las enfermedades son como mis almas gemelas. He estado super mal, con muchos dolores de estómago y cabeza...🤒🤧 Pero, me aliviaba mirando sus hermosos comentarios y mensajes privados.💕💛

Esta vez, les traigo unos capítulos más largos de lo normal, las cosas pasando como: "Salto en el tiempo", pero es porque se viene lo chido, ¡ja, ja! 😎😏 Así que espero que les guste mucho, y me lo hagan saber en los comentarios.😙

¡Un bello saludo a Shadai_Mizu! Quien me envió este lindísimo dibujo del seme confundido, que de verdad lo amé muchísimo.😢😍❤

Capítulo dedicado a:

💕 NaniFujoshi-Chan

💕 SaraDeferiacarrillo

💕 florbaldes

💕 Yuliana-Morenoa

💕 BeatrizRodriguezDiaz

💕 ChristianGutierrez22

¡Los amo, corazones de melón! ¡Y gracias por el apoyo incondicional!❤😍😢😙

°

°

Después de que se llevaran a Ivo a tomarle sus respectivas medidas para los trajes, me encaminé hacia mi oficina. Debía llamar a Andrew lo más antes posible.

—Ey, no te vayas —sólo que había cierta castaña que me hacía imposible el camino—, dime por qué estás tan afectado.

—A ver, dime tú cómo quieres que no esté afectado, ¿eh?

—Debes dejarla.

—¿Dejarla? Claro, para ti es fácil —crucé mis brazos—. ¿Te das cuenta que esta aberrante mujer me puede quitar a mi hijo?

Esta vez, se quedó callada y se lo agradecí.

Apenas volví a mi oficina, lo primordial fue llamar al abogado. Tenía la cabeza tan revuelta que no podía pensar con claridad. Y más que nada al tratar de ver quién era el tipo. Se me hacía conocido, pero no lograba recordar de dónde.

—Te agradezco tanto que vieras tan de prisa.

Me importó una mierda y abracé al chico con bastante efusividad.

—Para eso estoy, señor.

—Me estoy volviendo loco —comenté revolviendo mi cabello—. ¿Quieres algo de tomar?

—¡Qué buen servicio! —exclamó, poniendo su maletín en el sofá—. Le agradecería un café, me estoy muriendo de frío.

Luego de pedirle dos bebidas a Romy, y que ella llegara, él preguntó:

—Sucedió algo después de aquella llamada?

—¿Cuenta un asqueroso vídeo porno? —dije recordando las horribles imágenes—. Casero, tras de eso, o sea: una mierda.

—No me gustan los caseros.

Se me escapó una carcajada. Era el primer ex de Ivo que me agradaba bastante.

—Lo que quiero saber, es si eso servirá en su contra. Porque es obvio que no quiero mantenerlo en mi celular.

—¡Por supuesto! —cerré los ojos y dejé salir un gran suspiro, aliviado aunque fuera un poco—. Es una prueba concisa del adulterio.

—Gracias al cielo.

—Así que no lo borre, ¿entendido?

<•>

La fiesta de la empresa se llevó a cabo unos días después. Por desgracia, Ivo volvió a contraer un resfriado y fue imposible que asistiera. Yo no quería ir sin él, pero tuve que hacerlo. Al final de cuentas la pasamos bien.

Ahora, mimando a mi pequeña bolita malcriada, me encontraba preguntándole a Ilse qué haría para la cena de Navidad, mientras íbamos camino al supermercado.

—¿No se supone que usted debería decirme?

—Ay, yo no sé de eso.

—¡Papi no sabe nada! —dijo Vincent, estrujando mi nariz.

—Tú, mocoso, no creas que se me olvida la palabrota que le dijiste a tu abuelo. Y siéntate recto —me refería a que nunca se estaba quieto en la silla especial para bebés de los vehículos. Ni siquiera en eso podía hacerme caso.

—¡Abuelo es feo!

—Sí, lo es. Pero tú no debes decir esas palabras.

—¿Algo tradicional, o extranjero? —preguntó Sylvio sin quitar la vista del frente.

—¿Se pueden ambos? —la mujer se rió con ganas mientras negaba—. No lo sé, mi intención es invitar a la familia de mi novio y no sé qué puede gustarles.

—Oh, hablando de eso... ¿Ya les dijo acerca de irnos?

—Llamaré a Ivo más tarde. Seguramente ha de estar sufriendo por no pasar un estúpido videojuego.

—Si te escuchara —comentó mi sobrino mirando su celular—, tendrías que pedirle perdón. ¡Un videojuego no es estúpido, tío!

—Ay, ya. ¿Por qué tanto drama, Dus? ¿O qué, quieres que invitemos a Joey? —a los segundos, me percaté de lo que había dicho. Mierda—. Ey, no, estaba brome...

—¡Estaría genial! —sus ojos se iluminaron demasiado—. ¡Gracias, Derek! Lo llamaré de inmediato, ¿a qué hora salimos?

—A las diez —respondió Sylvio y yo le regalé una mirada seria ante su traición.

—¡Perfecto! —dicho esto, marcó rápidamente al muchachito.

—Bien, tenemos un colado.

—No sea grosero —añadió la mujer, riendo.

Cuando llegamos al supermercado, Ilse sacó la lista de lo que compraríamos y yo me encargué de poner a Vincent en el carrito de las compras.

—¡Mis galletas papi!

—Sé paciente, mi amor...

—Pero quiero galletas.

—Vin, espe...

—Dale las galletas y listo. Puedes pagarlas luego.

Me volteé y me encontré con Yui. El adolescente se acercó a darme un beso y dijo:

—Pensé que aquí sólo veníamos los de bajos recursos.

—¿Ah? Soy humilde, ¿sabes?

—Ahora lo veo.

Se acercó a mi hijo y le dio un enorme beso en la frente.

—¿Qué haces aquí?

—Unas plantillas de Excel. ¿Qué hago en un supermercado, idiota? —ambos le dimos campo a una joven que pidió permiso para pasar.

—Digo, parece que vas a hacer un manjar —comenté, mirando todas las cosas que llevaba.

—Es para Caleb —dijo, echando al carrito una botella de aceite—. Se morirá de hambre si no lo ayudo.

—Me alegro que lo hagas. Ha estado muy sólo por mucho tiempo.

—Lo sé. Lo hago con mucho cariño.

Su sonrisa me hizo sentir particularmente extraño. Sonreía de la misma manera...

—Oye, dile a Caleb que me llame más tarde, ¿está bien?

—¿Para?

—Oh, para ir a follar con él —bromeé, acomodando el abrigo de Vin—. Oye, ¿te gustaría acompañarnos a Múnich? Siempre Caleb y su madre van con nosotros. ¿Qué dices?

—Ah, no estaría nada mal —contestó emocionado y yo también me sentí así—. Pero, mi madre se pondrá en peros.

—¡Yo te ayudo! —Dustin se metió en la conversación—. No te dirá nada si es un amigo.

—Bien. Estoy de acuerdo. Le diré que te llame. Adiós.

—Cuídate.

Se despidió como había saludado y se marchó a pagar.

—Espero que este año sea distinto —le comenté a mi sobrino.

—Si mis abuelos estarán, mejor resígnate.

—No vendrán. John invitó a mamá a un viaje.

Estaba tranquilo por ello. Tener un poco de paz en esos días y disfrutar con mi nueva pareja, a la que quería proteger de mi padre a toda costa...

<•>

En el camino, llamé a Caleb y lo invité como todos los años a él a su mamá. Aceptó con mucho gusto y nos veríamos en Schönefeld.

Fui hasta mi habitación y encendí mi computadora. Tenía ganas de ver a mi pelinegro, pero debía cuidar a su hermana; así, que decidí hacer una llamada por Skype. Mientras esperaba, arreglé el cabello de mi hijo y como agradecimiento, me regaló un beso en la nariz.

Contestó a los segundos, mas me indicó que le diera un momento. Al rato, regresó con un tazón lleno de bolitas de queso. Pensé que era mi oportunidad de ver sus manos sin nada que las cubriese, pero no. Ahora, tenía unos guantes negros. Bastante ingenioso para evitar que la tela blanca se manchara. Además, lo principal que llamó mi atención y me gustó, fue que sujetará los mechones de su azabache cabello con pasadores de colores brillantes.

—¡Holaaa!

—¡Holaaa, Ivooo! —Vincent acaparó toda la pantalla, poniendo su nariz en la cámara.

—¡Holaaa! —repitió el pelinegro, mandándole muchos besos.

—¿Sólo a él? —hice un puchero—. Pareces que la estás pasando bien sin mí.

—Nop —negó con energía y mandó un sonoro beso al aire—. Sin Daddy, na-nada bien.

—Precioso, necesito hablar contigo — comenté para evitar comenzar con una conversación pervertida enfrente de mi hijo.

—¿Malo?

—No. Digo, ¿tu familia qué hace para Navidad?

—Na-nada —se rió con ganas y siguió comiendo.

—Vaya. Entonces, vengan con nosotros. Siempre vamos a Múnich y festejamos Nochebuena allá.

—¿De ve-veras? ¿Noso-nosotros?

—Sí. Es decir, ¿será la primera navidad sin tu padre, no es así? —me sentí mal por haber tocado el tema al ver que su expresión cambió.

—Oki. ¿Cu-cuándo?

—Pues, sería perfecto que estuvieran aquí muy temprano pasado mañana —ahora, lucía emocionado—. Salimos a las diez. Así, que empaquen ropa para una semana, ¿de acuerdo?

—¡Sí! —noté que de la emoción, se removió en la cama y botó todas las bolitas de queso—. ¡Noooo!

Me divertí mirándolo como trataba de limpiar todo. Tenía las mejillas rojas, y sus movimientos eran torpes, como siempre.

Pero, lucía hermoso... Como siempre.

<•>

Ese día, a eso de las ocho de la mañana, tocaron el timbre. Me apresuré a abrir y me encontré con ambas mujeres y el chico que me robaba el sueño. Seguidamente, lo saludé con un beso en la mejilla y luego a su familia. La hermana de Ivo, corrió a reunirse con mi sobrina y Margot, después del saludo, dijo:

—Me da tanta pena ir con ustedes, pero Ivo logró convencerme.

—Me alegra que lo haya hecho.

—A todo esto, ¿adónde iremos? —preguntó muy animada—. Ivo no me quiso decir.

—A Múnich.

—¡Oh, hermoso!

Después de hablar un rato, subí a tocarle la puerta a mi hermana. Parecía como si fuera a participar en Victoria's Secret, pues duró una eternidad alistándose. Luego de tocarle la puerta con demasiada insistencia, la ayudé a bajar las maletas de ella y de Dietlinde. Al poco rato, Joey, el colado llegó también con un pequeño equipaje.

Acomodamos las maletas en los autos y después nosotros en ellos. Besé la frente de mis dos hombres favoritos e nos dirigimos al aeropuerto. Era mejor durar casi una hora en un vuelo, que casi seis en auto.

Durante el camino, Ivo iba comiendo sus dichosos chocolates para bajar un poco las náuseas mañaneras que según me dijo, eran diarias. Escuchaba música con sus auriculares y yo, mi programa político de radio. Miraba constantemente atrás con el fin de verificar que Vincent estuviera bien, menos mal, se durmió casi todo el camino. Tuve que pedirles a las chiquillas que no hicieran ruido y que mejor se pusieran a ver sus dichosos tutoriales de YouTube.

En el aeropuerto, recostado a su auto, estaba Caleb, peinando con sus dedos el cabello de Yui. Apenas que me vio, se detuvo con nerviosismo.

—Este idiota... parece que te enojarás si lo ves conmigo —dijo el de ojos extraños. Caleb, por su parte, lo jaló de la coleta y lo regañó.

—¿Y tú madre?

—Ay, ni me digas...

—¿No vendrá?

—Luego te cuento —me encogí de hombros.

Tomé la mano de Ivo, quien con y de vergüenza, me apretó con fuerzas. Ahora, era él quien tenía a Vin entre sus brazos. Hicimos el papeleo correspondiente y en el área de abordaje, estaba Matt, mi piloto privado y amigo del colegio.

—¡Hasta que llegas! —me dijo, dándome unas palmadas en la espalda.

—Ah, reclámale a Kay —me quité el tiro de sus reproches. Antes que mi hermana empezara a llamarme por mi segundo nombre como si fuera un insulto, añadí—: Te presento a mi pareja, Ivo.

—¡Noooo! ¿Te volviste homo?

—Cállate —golpeé su pecho ante la incomodidad que le causó al pelinegro.

—¡Ja, ja, ja! Dios, me alegro mucho —se estrecharon la mano. El piloto se ajustó su gorro—. ¡Bien, empecemos el abordaje! Señor Kellerman, recuerde sentarse derecho y ajuste...

—¡Suficiente! Cierra el pico, hombre.

Que Vin se quedara quieto, no resultó difícil, pues Ivo se sentó a su lado, mimándolo como le fuera posible. Por otra parte, mi sobrino, su novio y Yui, no dejaban de hablar de nuevas temporadas. Así, que me senté al lado de mi amigo y comenzamos a charlar.

—¡Ahora, pidánle a Dios que no se caiga esta mierda! —comentó Matt, dándole unos golpecitos al compartimiento de equipaje.

—¡Mierda tu cerebro, idiota!

<•>

Le pedí a Caleb que me acompañara a comprar todo para la cena de Navidad, con una lista dada por mi cocinera preferida. Mientras, todos los muchachos estaban pegados al televisor, jugando con la consola.

"¡Pégale un martillazo!"

Gritaba mi conciencia al ver que Ivo, le prestaba más atención a eso. Incluso, antes de la cena, aún continuaban jugando. Tuve que recurrir a mediadas extremas, pero, me ví interrumpido por la bocina de un auto.

—¡Hasta que llegan, maldición!

—Ya. Sé que me necesitas, pero tengo cosas que hacer.

—¿Quién dijo que yo te necesitaba? —pregunté, llendo a abrir la puerta trasera de su auto.

—Perdón. Me quedé dormido —se disculpó James.

—Ya, en fin —comenté, mirando la sorpresa de Ivo—. ¡Es demasiado grande, Sophie!

—¡Fue el único que conseguí!

—¿Con tantas tiendas abiertas?

—Mentira. Sólo entró a una y ahí lo pidió —dijo mi primo.

—¡Te dije pequeño! ¡Es del tamaño de Vincent!

—¡Pero tan sólo tiene dos meses!

—¡Eso no tiene dos meses! —lo señalé con miedo.

—Al menos agradece, ahora debo lavar los asientos. Y además, está lindo.

Bien. Eso era lo único que no iba a discutirle.

<•>

—Me hubiera encantado que pusieras la estrella por el ser el nuevo en la familia, pero eres enano —le susurré al oído—. Lo siento.

—¿Ah? Sin be-besos.

—¿Eh? Ey, noooo.

Di un pequeño discurso para todos. Lo que implicaba agradecer por una Navidad juntos, apesar de los inconvenientes que transcurrieron durante el año. Asimismo, agradecí por tener a alguien más con quien pasar dichas fechas... Alguien, que, como había dicho los primeros días de conocernos; alegraba mi día sólo con sonreír.

—¡Regalos papi!

—No hay regalos para ti, mocoso malcriado.

—¡Sí hay! —se puso de pie con mucho trabajo y caminó hacia las cajas envueltas de papel verde y rojo—. ¡Mío!

—Maldición... —había acertado.

¿Qué podía regalarle? Tenía una obsesión con raros animales de peluche. Y esta vez, le regalé todos los posibles. Además, ver su sonrisa, era la mejor recompensa que podía recibir.

Así fue con todos. Había sido muy selectivo en poder darles algo que de verdad les gustara. Sin embargo, la familia de Ivo se disculpó por no haber preparado nada. Y él también.

—¿Qué mejor regalo que tus besos, precioso?

Me abrazó con fuerza, para complementar el afecto con un pequeño beso de piquito.

—Pero aún me falta darte el tuyo —todos estaban ansiosos por ver qué era. Me fui un momento de la sala y regresé con un nuevo compañero—. Es para ti.

Cabía destacar que el grito que pegó, nos hizo cerrar los ojos a todos, lo que me indicó que le había gustado.
¿Un cachorro? Excelente opción.

—Ivo es un amante de los animales —comentó Caleb—. Ya veo, por eso está contigo.

Todos estallaron en risa. Ivo, lo primero que hizo luego de dar semejante grito, me arrebató al animalito y lo abrazó como si fuera un bebé recién nacido.

—¡Qué nindo, nindo, nindo! —no le importó equivocarse—. ¡Gacias! —le besó y volvió a prestarle atención al perro.

—¡Yo lo traje, Ivo, así que dame un beso a mi también!

Sophie se acercó corriendo hacia Ivo con los labios estirados. Recordé que un principio, a ella le parecía un bombón.

—Quieta, perra —la detuve, poniendo mi mano en toda su cara.

<•>

—¡Hola! —sentí como aquellos usuales guantes blancos taparon mis ojos y luego, me abrazó desde atrás.

—Hola, precioso. Parece que tienes mucho frío.

Asintió rápidamente. Luego, se sentó a mi lado y seguí bebiendo mi cerveza. Ya era tarde y empezaba a sentirme algo mareado, seguramente por el licor.

—¿Bien? Eeh, di-digo... ¿Está bien?

—¿Por qué la pregunta?

—Triste —respondió tocando mis mejillas con sus cálidas manos.

—Es normal —besé sus palmas y luego entrelacé sus dedos con los míos—. Suelo ponerme así en estas fechas.

—¿Por?

—Por todo. Por mi lo que fui, por lo que soy ahora, por mi familia, por mi hijo... —o mejor dicho...— Por todo lo que sucederá el próximo año.

Después de esas lindas fechas, esos lindos momentos con Vin, con él... Todo iba a verse arruinado por completo. Lo presentía. Sabía que ella no me iba a dejar en paz hasta quitarme lo más preciado en el mundo.

—¿Sabes? Hace mucho, antes de conocer a Frieda, o incluso de tener mi primera novia, fui muy juzgado —sonreí al verlo alzar las cejas con curiosidad—. Por algo muy tonto a decir verdad. Siempre, el dinero de mi padre, lo pudo todo, menos hacerme feliz. No tuve amigos por culpa de él, hasta que conocí a Caleb y a Yui, fueron los únicos que nunca me dijeron: "Si me junto contigo, tú padre se enojará porque no tengo dinero". No quise estudiar contabilidad porque no llamaba mi atención, en cambio mi abuelo... Fue la mejor influencia que pude tener en la vida, su muerte me dolió muchísimo, al igual que la de mi mejor amiga...

Que ellos dos se fueran de mi lado, hacía alusión aquello que, Dios siempre se lleva a las mejores personas. Lo creía cuando fallecieron.

—Estudié a regañadientes de mi padre y no me importó —carraspeé un poco al sentir que mi garganta ardía—. Siempre quise darle la contraria a todo y así fue. Aquí, todo eran discusiones pequeñas, algo estúpido. Pero cuando ví a mi madre con el ojo morado por primera vez... Fue como si me lo hiciera a mí.

Coraje. Era lo que sentía cada vez que recordaba ese momento.

—Después, una mujer que creía buena, llegó a hacer mierda mi vida, pero me dejó lo mejor de ella, aunque también se llevó una parte... ¿Te imaginas si mi otro pequeño estuviera vivo?

—¡To'o loco!

—Exacto —rió tan tiernamente, que me hizo sonreir—. Me hubiera vuelto loco, pero estaría feliz. Luego, vino la desgracia de mi hermana, que fue la mía también. Su marido, sus golpes. Estaba viviendo el mismo patrón que mamá...

Esos dos hombres, provocaban que mi ira aumentara en cuestión de segundos.

—Pero, ¿sabes que es lo bueno?

—Nop.

—Tengo una lista. Una lista donde está todo lo que he logrado, lo que me hace feliz —me puse enfrente suyo y tomé ambas manos—. Tengo a mi hijo, a mi hermana, mis sobrinos, unos primos imbéciles que si te soy sincero, la empresa no podría funcionar sin ellos, dos empleados que son como mis padres. Y, también...

Conforme iba hablando, me iba acercando a su rostro, hasta que me fue imposible resistirme a esos labios brillantes y de hermoso color. Mi ser necesitaba besarlo y lo sacié. Él, respondiendo sumiso al beso, puso sus manos en mi cuello, dejándome probar cada rincón de su pequeña boca.

Odié al tiempo y al oxígeno por ser indispensable. Miré por un largo rato esos azulados ojos que brillaban. Esos azulados ojos que me encantaban...

—Me siento tan feliz que seas tú, quien ahora forma parte de esa lista.

°

°

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