Como si pudiera gustarte |#CA...

By MiliJaurello

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A Camila Cabello, le encanta el amor. Le gustaba leer sobre el y de vez en cuando, hasta escribirlo. Claro q... More

SINOPSIS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4.
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS
La misma pesadilla
Mi historia era ella

CAPÍTULO 9

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By MiliJaurello

Estaba en el sofá, sola. Leía y leía mi escrito de mañana. Espero no nos pongan a leerlo en frente, porque sería algo revelador. Estaba bien escrito, me sentía satisfecha. Pero me di cuenta de algo:

Estaba locamente enamorada.

Era un escrito muy cursi. Un cursi que todos se reirían si lo leyeran. Pero no lo entenderían, solo hasta que llegaran a pasar por algo así.

Hasta que tienes que vivirlo por ti mismo. Y entonces, esos sentimientos están en tus venas.

— Mierda, Lauren. ¿Qué me hiciste? — negué. Cuando estaba sola y escuchaba mis pensamientos; era que me daba cuenta de lo grave que podría ser.

Un escrito sobre el amor. Sobre ese amor entre dos mujeres. Sobre ese amor que le tengo a Lauren.

— ¿Por qué tenías que gustarme tu? — dejé el escrito a un lado.

Lo peor, era que amaba ese escrito. Eran mis sentimientos plasmados en palabras. De esa forma, los demás podrían escucharlos, entenderlos.

Pero eso mismo, provocaba miedo en mí.

— ¿Por qué tenía que ser lesbiana y gustarme mi mejor amiga? — negué, me acomodé en el sofá. Soltando un suspiro. — Podrían haberme gustado los chicos. Andar con uno, casarme, tener un perro y morir juntos. Pero no. Tenía que gustarme mi mejor amiga, y tener que sentir que nadie va a gustarme más que ella.

Puse la mano en mi cabeza, masajeándome la frente.

Eso era más duro, sentir que nadie llegaría a gustarme tanto como lo hizo algún día ella.

Como lo sigue haciendo.

No lo entendía. Entre tantas personas tenía que gustarme una chica. Y entre tantas chicas, tenía que gustarme nada más y nada menos que mi mejor amiga.

No era justo.

— Eres una idiota. — me levanté, tirando la almohada que estaba al lado al pasillo.

Tragué saliva cuando el florero se cayó. Escuché el fuerte sonido del jarrón cayendo.

Rodé los ojos.

— Si, eres muy estúpida. — caminé hacia allá. Pero cuando llegué, miré a Sofi de pie. Me miraba de forma intensa, sorprendida.

Paré en seco. Mierda.

Abrí los ojos, pedí que no me haya escuchado los últimos minutos. Juré que estaba sola.

— ¿Desde hace cuánto estas ahí? — pregunté, temiendo la respuesta.

— Iba de salida y te escuché. Al menos lo suficiente para escuchar... algunas cosas reveladoras.

Juré que ya no volvería hablar sola. Siempre tenía esa jodida costumbre.

Bajé la mirada, abriendo la boca y volviéndola a cerrar. No sabía que decir y dentro de mí, buscaba una excusa.

Las palabras de Lauren sobre aceptación, llegaron a mi mente.

— Soy lesbiana, me gusta Lauren y no lo sabe nadie. Solo las chicas, Lauren y yo.

Nombré, como si "Yo" fuera alguien más. Me estaba muriendo de miedo. Incluso creí que mi voz no pudo haber sido escuchada, pero ella abrió los ojos más.

— Mierda. Bromeaba con ustedes, no pensé que fuera cierto. ¿Son pareja? — alzó una ceja. Negué.

— Es una larga historia. — me sonrió.

— Iba salir con Tay, pero le diré que tengo una gran emergencia. Tenemos que hablar. — hizo una seña, tomó su teléfono y mandó un mensaje rápido.

Contarle a mi hermana fue raro y difícil. Pero a la vez, liberador. Al fin alguien de familia lo sabía.

Cuando le conté de nuestra pelea de hace tres años, estaba furiosa.

— Joder, y yo queriendo que vuelva a casa. Mierda, ahora mismo la llamo para romperle la cara. — sí que se puso violenta. Tomé su mano, obligándola a sentarse. Me miró, esperando más. — Si alguien me tratara así, la odiaría toda mi vida.

Me reí. Entonces, no había conocido el amor verdadero.

Nunca apoyé los ambientes tóxicos. Pero el amor a veces dolía. Dolía cuando no era correspondido, cuando no era suficiente o cuando este se acababa.

Dolía cuando querías que esa persona fuera feliz, aunque no fueras parte de eso. Dolía cuando das todo de ti para que esa persona sea feliz; incluso perdiéndote a ti mismo.

Pero cuando buscabas amor de forma desinteresada; donde querías que fuera ella, antes que tú mismo. Era el verdadero amor.

Porque podías pensar antes en alguien más, que en ti mismo.

Pero aquello, era algo toxico sin duda.

— A veces pasa, Sofi. Lo hemos arreglado. Ella me buscó por lo del trabajo que te conté. Hemos hablado de eso y lo hemos solucionado. Somos otras ahora. — le sonreí

A ella no le pareció justo, pero trató de entenderlo.

Cuando encontrabas el amor real. Era cuando podías hacer cosas por esa persona. Y esa persona, podría hacer cosas por ti.

Era cuando dejaba de ser toxico y era algo de dos personas enamoradas que buscaban la felicidad mutua. Sabiendo que esa misma felicidad, eran ellos.

Le conté todo, hasta la primera platica; llegando hasta la última, el día en que nos encontró.

Tenía una opinión, no sabía si quería esperar a escucharla

— Camila, es raro. — cortó. — No lo sé. Parece que le gustas, parece que trata de seducirte y jugar contigo, parece que solo es algo normal. No lo sé. Es confuso.

Y lo soltó. Y en medio de todas mis confusiones; jamás pensé que pudiera gustarle.

— ¿Gustarle? — me reí, ella me miró y parecía tan seria.

— Tienen ciertas actitudes extrañas que dos mejores amigas no hacen. Tay es mi amiga y no hacemos ni la mitad de cosas que ustedes hacen. — explicó, sonando como una loca.

— Vamos, no creo gustarle. Sí, no somos esas mejores amigas; pero ¿Qué mejor amiga le cuenta que le gusta a la otra y siguen igual? Claramente hay cosas raras, pero no somos las amigas normales de siempre. Somos mejor que eso. — expliqué, desechando la idea de gustarle.

Me miró, sin creerme.

— En fin, ya la perdoné. ¿Cuándo se casan? — la empujé. Esta niña no era seria nunca. — Camila, te quiero. Eres una excelente hermana y no dejaras de serlo por más que seas una lesbiana. Podría gustarte lo que sea y te seguiré queriendo. Eso no define lo que los demás sientan por ti. Créeme. — pasó su brazo por mi cuello, acercándome a ella en un abrazo.

Era un poco más grande que ella, así que tuve que agacharme.

— Además, faltaba presencia LGTB en la familia. Si no eras tú, era yo. Qué bueno que te sacrificaste. — solté una carcajada. La empujé, era una idiota. — Va, ya. Te quiero y sigues siendo mi héroe, Kaki. Siempre. — sonreí con lo último. De niña no dejaba de decirme así y luego creció. Dijo que era estúpido y nunca lo volvería a decir. Y después de tantos años, la escuchaba decir ese apodo. — Díselo a nuestros padres. Tantos comentarios que hacen y estos te lastiman. Además de que ellos están esperando otra cosa. Ya sabes, con nuestra familia.

Bajé la mirada, eso sí que era desalentador.

Una familia diciendo mierdas sobre mí y mi "aparente homosexualidad". Mis padres defendiéndome, diciendo que porque fuera callada y no tenga novio, no signifique que no salga con alguien.

Una vez, con tantas cosas. Ellos me preguntaron, les dije llena de miedo que no era lesbiana.

El miedo me ganó.

Lo hicieron cuando una tía dijo que me iba a quedar sola, que tal vez sea lesbiana. Claro que dijo otras palabras más hirientes. Fue una pelea familiar increíble.

Yo solo estaba ahí, con la mirada baja y sin palabras. Con el sentimiento de querer huir ya.

Entonces entendí que la familia a veces podría ser una mierda.

— Ellos no tienen idea y creo que no les gustará. Tantas veces negándolo, que no me van a creer. Imagina cuanta mierda familiar habrá. — negué, sonriendo triste.

— A la mierda la mierda familiar. — nos reímos por lo gracioso que sonó. — Eres tú, no ellos. Es su problema que no estén de acuerdo. Es tu vida y ellos van a opinar como si fuera suya. Mucha gente lo hará. ¿Y qué? — sonó como una gran defensora de derechos. Sonreí. — Muchos hablaran como si fuera su vida y te conocieran. Hablaran como si ellos la estuvieran viviendo y echaran mierdas. Pero tú no eres ellos. Eres Camila Cabello y vivirás como se te dé la gana. Si buscas que nadie opine sobre ti, nunca harás nada.

Le aplaudí cuando terminó. Eso sí que me dio ánimos. La abracé, diciéndole un gran "gracias" muy merecido.

Amaba a mi hermana.

***

¿Qué es el amor? Me pregunté. Ni siquiera sabía porque lo preguntaba, lo sabía perfectamente. Lo sabía porque lo sentía al tomar sus manos o cuando me miraba.

¿Qué es el amor? Me pregunté. Cuando miré a la chica a mi lado, mi corazón latió con fuerza y supe que ella lo era. Ella era amor.

¿Qué es el amor? Me pregunté. Las personas opinando horriblemente sobre el amor entre dos mujeres, respondían la pregunta sin entender; ¿Por qué no les gustábamos? Solo era amor.

¿Qué es el amor? Me pregunté. Tres años, la misma sonrisa, la misma mirada. Esos ojos verdes. La misma chica. Se lo dije, huyo. ¿Por qué? No esperaba nada, pero dentro de mí, buscaba un amor como el mío.

Tres años, he buscado su sonrisa en todas partes. La misma mirada penetrante y los ojos que me buscan por las noches; quitándome el sueño. Nadie es ella. Nadie sería ella nunca.

Tres años, ella llegó. Mi vida tuvo sentido de nuevo. Negaría si dijera que la olvidé. Pues la miraba. Siempre lo hice. Un tiempo, ella dejó de aparecer en mi mente. Pero cuando pensaba en eso, volvía a invadirme.

Con su llegada, todo golpeó como nuevo. Todo volvió a sentirse como el primer momento. ¿Acaso ella también lo sentía? Tal vez, solo sentía mis esfuerzos.

Lo supo. Pero realmente nunca lo entendió. No creo que en algún momento, ella sepa la profundidad de mis sentimientos. Es más que amor. Es más que solo los latidos de mi corazón al verla o sentirla. Es más que los deseos de un simple beso. Es más que ella gobernando mis pensamientos. Es más que las mariposas en mi estómago.

Ella nunca lo sabrá, ella nunca va a sentirlo. Nunca lo hará y sin embargo: ¿Qué estoy esperando?

¿Qué es el amor? Es olvidar para estar con ella de nuevo; incluso, solo siendo amigas. Es perdonar, porque estar sin ella, era peor que estar con ella e intentar ocultarlo todo. Es amarla, incluso sabiendo que no tenía oportunidad; no la quería solo para mí, solo un pequeño momento conmigo. Es felicidad, pues aunque no era juntas, ni por mí; la compartía conmigo. Es protección, porque tal vez era malo, pero la protegería del mundo entero poniéndome de su parte para defenderla con arma de hierro; incluso me tuviera que alejar y arruinarme para protegerla de mí.

La amaba, para siempre. Aunque el para siempre, no fuera para nosotras.

La amaba, para siempre. Aunque los demás no entiendan y no les parezca justo ni mucho menos hermoso como cualquier otro amor. Era real.

Porque el amor, no siempre es entre dos personas. Porque aunque no sea de la misma magnitud en que la amo, aunque nunca tenga idea del amor que le tengo de verdad; ella también lo siente, me quiere. Como su amiga.

El amor muchas veces no era correspondido.

¿Cómo le explico que no es suficiente? Ella no tiene que darme más si no siente lo mismo que yo.

Pero los besos en la mejilla, los abrazos y manos entrelazadas; ya no eran suficientes. Pero no era su culpa. ¿Cómo le decía que mis labios pedían a los suyos, gritaban por los suyos y sus sentimientos, que mi cuerpo exige el contacto del suyo, que mi mirada buscaba la suya y no miraba lo mismo que yo?

No era su culpa. No podía darme más porque no debía. Pero cada día, mi corazón no escuchaba y el sentimiento crecía.

Porque ya no podía seguir escondiendo mis sentimientos. Los toques en su rostro inesperados, los besos largos en su mejilla, las miradas interminables, los pensamientos perdidos y las palabras que ya no fueron calladas, si no, dichas. Todo salía de mí sin pensarlo, mis sentimientos ya no cabían en mi pecho.

Así que si te preguntan: ¿Qué es el amor?

Diles que no es un sentimiento entre dos mujeres, ni entre dos hombres. Ni de una mujer y un hombre.

Es el sentimiento entre dos personas que buscan la felicidad del otro. Sin buscar nada a cambio. Guiados por sus más profundos sentimientos. Si me preguntas, los más lindos; y la vez, los más peligrosos y oscuros.

Es el alma guiando a dos personas enamoradas. Y a veces, solo a una de ellas.

— ¿Qué es el amor? Escrito de Camila Cabello.

***

— Escuchen, por favor. — el maestro de literatura pidió, todos estaban hablando. Tenía algo que decir de nuestros intentos de ser escritores.

Miré a Alex al lado, le di un golpe en el brazo. Me miró confundida, le enseñé al maestro enfrente de ella. Rodó los ojos y se quitó los auriculares. Dinah y Normani dejaron de hablar, poniendo atención también.

— Al fin se callaron. — negó, algunos se rieron. — En fin, tengo cosas que decir sobre sus trabajos. Algunos muy increíbles, de verdad. Llegaron a sorprenderme. Otros... deben seguir esforzándose más. — era alto, delgado, camisa blanca, peinado alocado de cabello largo pero sin ser molesto y sus jeans azules.

Si fuera hetero, diría que es atractivo y realmente lo era. Era mi maestro favorito, no por su atractivo, si no por su mente.

— Les encargué un trabajo, fácil. Solo tenían que escribir sus sentimientos de cualquier forma que ustedes elijan. Les di tiempo, así que quien no lo hizo, mejor salga ya. — señaló la puerta, todos miramos entre nosotros, nadie se levantó. — Perfecto, porque les dije que no me importaba si escribían dos malditos párrafos con tal de que trajeran algo de ustedes. Gracias. — hizo una caras raras, haciéndonos reír.

Era simpático, cargaba lentes y siempre hacía y decía cosas graciosas para divertiros.

— Cuando les dejé ese trabajo, algunos me dijeron que no eran escritores ni mucho menos. — tosió. Entre cada tos, dijo Lauren.

— No soy escritora, no se hablar sobre sentimientos y esas mierdas. — se defendió Lauren. El profesor negó. Me reí, mirándola en su lugar en la parte de atrás.

— Todos somos escritores. Solo que no sabemos cómo hacerlo. E incluso eso, es fácil. — se acercó a los bancos de enfrente, mirándome. Tragué saliva, bajando la mirada. — Créanme que sentarse y escribir lo que sienten puede ser una gran técnica de desahogo. Una muy necesaria técnica para no guardarnos todo y después que eso nos atormente. — explicó la necesidad de escribir, sonreí.

Me encantaba escucharlo hablar. Siempre hablaba tan apasionadamente. Y si, había descubierto que fue increíble escribir.

— Se puede escribir de lo más sencillo como la felicidad, y de lo más oscuro; como lo es la tristeza y la depresión...

— Ah, querido diario: me quiero cortar las venas. — vociferó Greg, haciendo reír algunos por su tono. Era un idiota.

Rick, el maestro. Negó.

— Increíble forma de demostrar la ignorancia riéndose de algo así y además, hacer el comentario. — lo miró, comenzando su llamada de atención. — Sentirse así es terrible, espero nunca pases por algo así o tu familia. Sería muy terrible. — Greg asintió, sentándose recto y dando una disculpa. — Un comentario más y está suspendido.

Se dirigió al chico por última vez, se dio la vuelta y siguió hablando.

— Como decía, la escritura es importante. Por eso, deberían aprender hacerlo. Sacarlo todo y plasmarlo en palabras. Palabras que algunos entenderán y se sentirán igual que ustedes. Serán entendidos. — sonrió. — Por eso les he pedido este trabajo. Fue impresionante la cantidad de cosas que encontré. Muy buenas escrituras. Tenemos algunos escritores aquí, los felicito. Saben hacerlo chicos. — aplaudió, algunos murmullos y otros aplausos. — Lo difícil de esto, es hacer que los demás entiendan lo que está pasando con simples palabras, a veces más complejas. Es escribir tus sentimientos y además, mirar que sea muy bien escrito y coherente. Eso hace a un escritor.

Caminó al frente y fue a su escritorio, tomó un trabajo.

— Muy pocos, casi mínimos; fueron quienes lograron eso. — ojeó el trabajo. — Uno en particular, quisiera dar gracias por esa pequeña gran mente. Algunos errores, pero fáciles de arreglar. Fue muy bien escrito y de verdad abrió su corazón para decirlo todo. — sonrió, mirándonos. — Chicos, no tengan miedo como Lauren. Abran sus sentimientos, solo es para ustedes. Saquen todo lo que tienen dentro. Porque si no saben ser escritores, es porque tienen miedo de sus sentimientos y como podrían ser reales al escribirlos. — escuché un bufido de Lauren. Creía que Rick, el maestro. Tenía razón.

Miré a las chicas, Alex seguía en su teléfono. Las otras dos mujeres, solo hablaban en voz baja. Negué.

— Un aplauso para Camila Cabello que pudo hacerlo increíble. Fue una escritora de verdad. Llegará lejos si quisiera dedicarse a esto. — soltó de repente. Tragué saliva, las chicas me miraron sorprendidas. Miré al profesor, ¿Era yo? Él me miraba a mí con una sonrisa.

Un aplauso casi apagado, sonó. No esperaba esto, casi quería esconderme. Incluso él aplaudió, felicitándome.

Que no quiera que lo lea, que no quiera que lo lea, que no quiera que lo lea.

— Muy buen trabajo. ¿Quieres leerlo? — preguntó. De repente, se me olvidó como hablar. Todos miraban y estaba comenzando a temblar. Odiaba la atención en público. Además, de ese tema.

— No. — comenté como pude, negando. Cambió su cara a decepción.

— ¿Quieres que yo lo lea? — volví a negar rápidamente, asintió.

Iba hablar, pero el timbre sonó. Bendito timbre.

Todos se levantaron, huyendo de la escena. Me levanté, tomando mis cosas. Las chicas hacían preguntas sobre el escrito y Alex escuchaba mirándome.

— Camila Cabello, ¿Podría hablar contigo? — pero detrás de mí, Rick pedía mi atención. Asentí.

Me acerqué a su escritorio.

— Bien, Camila. Te aconsejo que de verdad, tomes una carrera relacionado a esto. Tienes talento, una persona como tú, no podría desperdiciarlo. De verdad, deberías dedicarte a esto. — movió el trabajo, no lo había pensado nunca. No sabía que quería estudiar y estaba en último año, no había algo que me acomodara.

Todos querían ser doctores, maestros, arquitectos y demás. Yo, no sentía que tenía algún talento así. Por eso, esta plática fue interesante.

— Gracias, no lo había pensado. Lo consideraré. — agradecí la idea, sonriendo.

— Otra cosa. Los escritores anónimos son increíbles. Pero los demás, merecen ver que escribes, escucharte. Entenderte. — bajé la mirada, eso era difícil. — Hablas de un amor que nadie entiende, pero ¿Cómo lo entenderán si prefieres callarlo? Habla, enfréntalo, díselo a los demás. Tienen que saberlo y puede que así, escuchando tus sentimientos tan comunes como los de cualquier otra persona, podrían entenderlo. — sonreí, asintiendo. Tenía razón, pero aun así, no entenderían.

— Mierda, Camz. ¿Ya nos vamos? — se acercó Lauren a mí, estaba platicando con Ally. Se colocó a mi lado, los tres nos vimos. — ¿Interrumpí algo importante? Porque si es así, me voy y te espero allá. — se dirigió a mí, sonriéndome.

— No hay problema, puedes quedarte. — Rick interrumpió la huida de Lauren. Lo vi, él me miraba. Conoció los ojos verdes de los cuales tanto hablaba en mi escrito. Mierda. — Lauren, dije que escribieran dos párrafos. Claro que no era algo literal. Pero aun así, es bueno. Claro que le falta mucho. — Lauren iba a renegar. Pero él, la interrumpió. — Escúchame, solo tienes que mirar a tu alrededor. Observa quien está a tu lado. A quien conoces y aquíen no. Tu vida y los que están en ella. Desahogate, siempre hace falta. No tengas miedo.

— No hay nada malo. — se encogió de hombros, negué. ¿Cómo podía callar a un maestro? Sus indirectas las entendía, que se calle ya joder.

— Escribe. Y si lo harás, sácalo todo. De verdad. No lo hagas solo por hacer, escribe lo que sientes sin retenerte. ¿Qué importa que los demás lo sepan? No tiene nada de malo. — con lo último, me miró a mí. — ¿Cómo dicen ustedes? A la mierda todo.

Nos reímos los tres. Le agradecí con la mirada. Me dio el trabajo y me siguió felicitando. Sin duda, pensaré en lo que dijo.

***

— ¿Qué escribiste? — preguntó. — ¿Alguna mierda muy sentimental? ¿Soy la protagonista? — se burló. Negué.

Me sentí estúpida. Lauren odiaba las mierdas sentimentales y yo escribí la mía totalmente pensando en ella.

— No te creas tan importante, Jauregui. — la regañé. Seguí caminando por los pasillos con ella a mi lado.

— Vale, dámelo. Quiero leerlo. Y te daré mi crítica, sabes que siempre digo la verdad. — estiró su mano, intentado tomar mi carpeta. Estiré el brazo, paré en seco y la miré.

No, no debía leerlo nunca.

— No, es solo mío. Cosas personales con mi familia.

Mentí con la mirada baja, mientras metía el trabajo en la mochila. De ahí, no lo sacaría.

— ¿Pasó algo? — preguntó. Negué. Seguí caminando. Me iba adelantando al almuerzo y ella venía detrás de mí. — Ya te enojaste y no sé porque. Camila, por favor. ¿De verdad te enojaste por lo de tu trabajo? Solo estaba jugando.

Corrió para estar aún lado de mí, no la miraba.

— Camz. — la miré, rodó los ojos. — ¿Te enojaste por eso? Odio las mierdas sentimentales. Es una tontería escribir lo que sientes, como si los demás lo entendieran. No soy escritora, no hago esas cosas. Y ese tipo quiere obligarnos, se cree tanto. Es un soberbio. — rodé los ojos ahora yo.

— Escribes porque quieres desahogarte, deberías intentarlo. Quien sabe qué cosa podría salir. — solté, mirándola. Lauren tenía muchas cosas guardadas, vaya que le serviría. — Nunca te enseñaré mi mierda sentimental, no te preocupes. — estaba enojada. Es que ¿Por qué hablaba como si conociera todo? Como si supiera todo en el mundo.

Ambas nos vimos, miró el enojo en mis ojos. No sabía que decir.

La dejé atrás, caminé a la cafetería. Escuché a Lauren gritando mi nombre mientras corría para alcanzarme.

— Camz, por favor perdóname. — se adelantó, metiéndose delante de mí. Tomó mis brazos, deteniéndome. Su toque era cálido, tranquilo, pero con la necesidad de detenerme. — Sabes que soy una idiota, bebe. No me hagas esto, no te enojes conmigo, mi amor. — su voz me hizo reír, sonaba tonta. Como si le hablara a un cachorro. Era nuestro chiste, surgió el fin de semana.

La primera vez que la escuché me hizo sentir. No lo negaría. Pero después, cuando lo usábamos para todo, ya no era nada importante.

— Si, eres una idiota. — alzó una ceja. — Eres una idiota, bebe. — ambas nos reímos. A mí me salía el tono exacto del que nos reímos el fin de semana.

Larga historia relacionada con la estupidez de Lauren.

— ¿Una idiota muy sexy? — preguntó, sonriente. Rodé los ojos, empujándola. Se rio. — Bebe, no te enojes de nuevo. Ven conmigo, mi amor. — se acercó como si le hablara a un niño que apenas camina. Abrió sus brazos, estúpida.

Pero como no iba a dejarme si no lo hacía, la abracé. Pasó sus manos por mi cuello y las mías se acomodaron en su cintura, no quería tocar de más. Solo estaban ahí, sin moverse.

— Listo, somos las mejores amigas de nuevo. Aunque odie las mierdas sentimentales y tú ames escribirlas. — su mano acaricio mi cabeza, moviendo mi cabello.

Nos reímos juntas.

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