Como si pudiera gustarte |#CA...

By MiliJaurello

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A Camila Cabello, le encanta el amor. Le gustaba leer sobre el y de vez en cuando, hasta escribirlo. Claro q... More

SINOPSIS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS
La misma pesadilla
Mi historia era ella

CAPÍTULO 4.

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By MiliJaurello

Había metido la pata terrible y debía aceptarlo. La miré, estábamos en algunos de los pasillos. Lauren se había ido caminando rápido y yo iba siguiéndola. Caminaba a la par de ella.

Miré sus ojos cristalizarse y se me rompió el corazón no poder decirle algo.

— Lauren, yo... No sabía que iba a darse cuenta, era poco tiempo. No podía hacerlo y era tarde. Te juro que... — comencé, pero no me dejó terminar.

Justo como pasó antes, estrelló mi cuerpo contra los casilleros. Esta vez me sostenía con más fuerza y coraje.

No quería seducirme, quería matarme.

Tragué saliva, abriendo los ojos al verla de esa forma. Sus manos apretaban mis brazos, sus ojos y su rostro gritaban coraje. Su mirada daba miedo y sus ojos me hacían querer pedirle perdón toda la vida.

Estaba por llorar frente a mí y me dolía.

— ¡¿Esta es tu jodida venganza?! — preguntó, gritando. Apretaba más su agarre. Separándome de los casilleros, solo para volver a golpearme contra ellos.

Cerré los ojos sintiendo un fuerte dolor en mi espalda.

— ¡Joder, querías joderme la vida por no gustarte, pues lo hiciste! Felicidades, vete a la mierda. — me gritaba en la cara. Negué.

— ¡Lauren! E-Escúchame, por favor. — le pedí, intenté soltarme. Pero nada. Me tomaba con más fuerza. — Yo nunca te haría daño apropósito. Nunca intentaría hacerlo por más enojada que esté. Nunca me enojaría contigo. Me importas, quiero que seas feliz, y no joderia algo así apropósito. — hablé llena de desesperación, intentando que me escuche. Pero sus ojos casi gritaban fuego. Soltó la primera lágrima y quería abrazarla.

— ¡Mientes! Quieres joderme por no ser una jodida lesbiana como tú. ¿Sigues celosa? No puedo creerlo. — mis ojos se cristalizaron al escucharla. El tema seguía tan vivo, incluso al paso de los años. Ambas no podíamos superarlo.

Ahora fui yo quien soltó una lágrima.

— ¡Te digo la verdad! Me sigues gustando, joder. Me gustas. No intentaría hacerte daño porque me duele más a mí. Lo prometo. — hablé rápido, solté lo que estaba callando todo este tiempo. Ambas nos mirábamos directamente a los ojos, los míos pedían que me perdonara, que me equivoqué, que decía la verdad. Intenté alzar mi mano y quitarle sus lágrimas, pero me volvió a sostener con más fuerza.

Sus ojos, ahora eran tan inciertos para mí. Algo había pasado. Era la persona que más decía con una mirada, pero ahora, era tan desconocida para mí.

Ella había cambiado, y era algo más grande de lo que creía. ¿Dónde estaba la chica amable, sonriente, amigable y con una buena onda siempre? Nunca intentaba quedar bien y agradarle a alguien que odiaba, siempre buscaba hablar con las personas para hacerlas sentir que se unían. La chica que se acercaba a la persona callada para que no se sienta sola. Pero había desaparecido, incluso estando conmigo. Notaba ese cambio desde antes.

Porque ahora, estaba la chica molesta, amargada, irónica, sarcástica, soberbia y que se creía la persona más grande de la tierra, la chica que presumía lo que no tenía. La persona que si la herían, buscaba herir a los demás de la misma forma.

— Me estás haciendo daño. — mi voz apenas sonó, tan débil, apunto de sollozar. Daño tanto físico como emocionalmente. Pero no se lo dije.

Alguien la empujó, noté a Alex. Tomó a Lauren de su camisa y la empujó, la chica estaba que soltaba chispas así que no tuvo problema en intentar golpear a Alex.

Pero falló, Alex la golpeó y fue ahí que me metí.

— ¡Alex, para! — le pedí, jalándola del brazo. Ella me miró, confusa.

— Esto no es asunto tuyo, déjanos solas. — Lauren reclamó a Alex, con una mano en su cara por el golpe. La chica negó.

— Te creerás la puta abeja reina pero nadie se cree ese cuento. Acércate a hacerle daño y te parto la boca, Lauren. No creo que la zorra quiera arruinar su reputación. — aquello de verdad le dolió a Lauren, pues su mirada cambió. Intentó acercarse con los ojos de nuevo encendidos.

Me metí entre medio de ellas, alejando a Lauren. Puse mis manos en sus hombros, sus ojos me miraron, molesta.

— Vas a pagarlo, Camila. Quieres arruinarme la vida ¿He? Pues te voy a enseñar cómo hacerlo, lo vas a pagar. Desearas no conocerme ni gustarte un poco. Pero seguirás tan colada por mí, que lo odiaras. Lo veras. — sus ojos se oscurecieron y sentí miedo de que esos pensamientos tan oscuros vengan para mí. Yo, que siempre traté de ser lo mejor de su vida. De hacer lo mejor para su vida.

Aun así, tuviera que alejarme de ella.

— Lo siento, perdóname. No pensé que pudiera pasar esto. Por favor, Lauren. Perdóname. — pedí, casi le rogué. Pero sonrió de forma tan amarga que me asustó más de lo que estaba.

Se dio la vuelta, dejándome sola con Alex a mi lado. Me miró hasta el último segundo y no me hubiera importando seguirme arrastrando para que me perdonara. Pero Alex estaba aquí y estaba hablándome.

***

— Te entiendo, se lo que sientes. — me miró, sonriéndome amablemente.

Estábamos en el jardín, sentadas en una banca bajo los árboles. Algunos alumnos pasaban queriendo ir rápido a su siguiente clase o preparándose para el almuerzo.

Le conté todo, todo. Y es que pasé un rato llorando en sus brazos y no podía hacerlo y fingir demencia. Le conté mi historia con la chica de ojos verdes.

— Crees que soy idiota, ¿Verdad? — pregunté, alzando la vista. Ella se rio.

— No, te entiendo de verdad. — dio un golpecito a mi espalda, me quité los rastros de lágrimas. La campana sonó y ya era hora del almuerzo. — Vivía en otra ciudad, mis padres están separados y mi madre siempre ha sido algo... Tuvo un gran problema con mi sexualidad, pero lidiábamos con eso. — comenzó a explicar. — Conocí a una chica, ella me tocaba la pierna, se acercaba mucho a mí, me besaba, nos acostábamos de vez en cuando. Pero a pesar de todo, solo éramos amigas.

Ella contaba su historia como si aún lo sintiera, la había lastimado y lo sabias por la forma en que hablaba de eso.

— Luego me enamoré, creí que sentía lo mismo que yo por la forma en la que actuaba. Pero no. Se lo confesé y se rio en mi cara. — negué, ambas habíamos sufrido casi lo mismo. Solo que yo nunca había tenido ningún acercamiento con Lauren. — Pero siguió actuando igual y creí que estaba jugando conmigo. Pero decidí continuar y luego me dijo que regresó con su novio. Nos enojamos mucho, nos gritamos a más no poder. — me miró. Le sonreí, sabiendo lo que era eso.

— Por eso llegaste aquí. — terminé, ella asintió.

— Mi padre me ofreció venir aquí y no vi que sería malo. No he sabido nada de ella y me muero por saber cómo esta. Pero aquí estoy, contándole mis penas a una chica con más penas. — se rio, irónica. Me reí yo también.

— Lo tuyo acaba de pasar, lo mío fue hace tres jodidos años y sigo siendo una idiota. — negué, molesta conmigo misma.

— Vamos, Cam. A pesar del tiempo, yo seguiré también siendo idiota. Ambas lo somos. — negó, analizando nuestras situaciones.

Era irónico, la conocí y muy dentro de mí, buscaba una salida. Alguien de quien tal vez, podría deshacerse de Lauren dentro de mi corazón. Pero esa persona está luchando con el mismo problema que yo.

Ambas tenemos mucho que superar y si queremos estar juntas, tal vez aquello, podría ser un problema.

— Lo que más me duele es que ella está molesta porque me fui y no podrá seguir jugando conmigo. No está molesta porque me haya ido y la haya dejado sola. — soltó un largo suspiro.

— Mis padres no saben sobre mi sexualidad, no saben sobre ese problema con Lauren. Ellos creen que volveremos a ser amigas y me lo piden cada día. Hablan de ella siempre. Es molesto. — ella se rio, y es que si era muy divertido.

Con lo de mi padre viéndonos juntas. Fue suficiente para que los ojos de mi madre brillaran y siempre intentara que platiquemos sobre eso. Ya quería ver a Lauren en casa todo el puto día. Como si nada hubiera pasado.

— Mierda, debe ser incómodo. Mi padre quiere que le platique sobre chicas y mis relaciones. Quiere que le platique sobre mi vida y llega a ser invasivo. Lo último que quiero es que me la recuerden — me reí. Si, a veces era irónico.

— Lo más gracioso, es que de alguna forma. Cuando llegaste, quería que me ayudaras a olvidar a Lauren. — le confesé mi secreto, sentí su mirada sobre mí.

— No todo está perdido, tal vez ambas nos ayudemos. — tocó mi mejilla, sonriéndome tristemente.

Ojala podamos.

***

— Entonces, ¿Tienes que darle tutorías a Lauren? — preguntó Dinah, confundida. Asentí. — Mierda, ¿Quieres que nos quedemos? — negué inmediatamente.

Tutorías era una nueva forma de llamar a detención. Alex me ayudó a mentir

— Si esa idiota te molesta, nos dices. — Normani me miró, asentí de nuevo. Dinah parecía que no sabía que más decir.

Pasé todo el almuerzo platicando con Alex, la conocí un poco más. Era una buena chica que había pasado por algunas cosas. Ambas, realmente. Creo en el destino y ojala, este aquí para cambiar mi vida.

— Bien, nos vemos mañana. Cuídate, Cam. — Alex cortó el silencio incómodo. Se acercó a mí y abrió sus brazos, ella sabía lo que realmente pasaba. — Tranquila, no se atreverá hacerte daño. — susurró solo para mí, escondí mi cabeza en su pecho, correspondiendo el abrazo.

— Consíganse una habitación. — Dinah bromeó tras nosotros, haciéndonos reír.

Llegué a detención, Alex me dejó ahí cuando las chicas se fueron. Cuando llegué miré a Greg y Lauren siendo muy cariñosos. No puede no soltar un suspiro y rodar los ojos.

Pasé por un lado de ellos. Ally estaba ahí, me saludó sonriente, la saludé también. Blake se rio murmurando algo y sabía que se estaba burlando de mí.

Me senté en alguno de los lugares de atrás, había algunas personas dentro y me miraban sin gracia alguna. Lauren entró minutos después y se sentó en los asientos de en medio.

Llegó un maestro, no lo conocía. Habló sobre la responsabilidad y las obligaciones. Así como también de asumir nuestros actos y sus consecuencias. Nos dijo que reflexionáramos y se fue. Si, al fin se fue.

Miré el reloj de la puerta, faltaban como más de treinta minutos para que se acabara el infierno. Abrí mi mochila y saqué un libro. Tal vez la ficción podría entretenerme.

Iba comenzar a leer, pero una bola de papel golpeó mi silla. Alcé la vista y miré a Lauren señalando el papel. Me quedé helada, ¿Qué quería ahora? ¿No me odiaba?

Me agaché y tomé el papel. Deshice la bola y miré la caligrafía de la chica.

"Esto es muy aburrido, ¿No crees? ¿Quieres platicar?"

Tragué saliva, no esperaba algo así. Alcé la vista y la miré. No supe que decirle, ella rodó los ojos y se levantó como sin nada para sentarse en la silla de enfrente. Todos estaban demasiado ocupados con algo como para ponernos atención.

— Te tardaste mucho en responder y me estaba aburriendo más. — se encogió de hombros y me senté recta en mi silla.

Miré su rostro, un pequeño corte adornaba su mejilla.

— Yo, he...

No supe que decirle. No esperaba hablar con ella de nuevo.

— Sé que te pongo nerviosa, pero tranquilízate. Vine en son de paz. — mis mejillas se pusieron rojas. Ella ya lo sabía todo.

Porque claro, hace rato siendo más idiota y con mucho miedo, se lo confesé de nuevo mientras casi se lo gritaba para que lo entendiera mejor.

— Escucha, Lauren. Lo siento, no pensé que fuera a pasar eso. — bajé la mirada, moviendo mis manos nerviosa. Maquinando mí disculpa. — Era muy tarde y era muy difícil. Creí que el maestro no se daría cuenta y por eso puse tu nombre en mi trabajo. Soy muy idiota, perdón.

Ella me sonrió, sincera.

— Yo también dije muchas cosas. Era mi responsabilidad, no la tuya. Perdón por lo de hace rato. Me puse como loca, ¿He? — se rio, me maravillé con su risa. Me reí también.

— Perdón también por el... — señalé mi mejilla, dando a entender su golpe.

— Vaya que Alex golpea fuerte. ¿Ya le hablaste sobre meterse en boxeo? Le iría bien. — bromeó, haciéndome reír. — ¿Parezco una chica mala? ¿Crees que me mire atractiva así? — alzó una ceja, mirándome sonriente.

No supe que debía responder. Porque para mí siempre era hermosa, ¿Pero le gustaría escucharme decirlo?

— He, sí. Creo que... sí. — lo hacía a propósito, le gustaba ponerme nerviosa. Lo supe por su sonrisa.

Hablamos por un rato más, me refiero a que ella hablaba y yo la miraba admirada mientras lo hacía. Seguía sorprendiéndome tenerla cerca. Que estuviera hablándome.

Solo me habló sobre su día y sus amigas como su novio. No sabía si lo hacía para fastidiarme.

Luego el maestro llegó y nos dejó ir. Creí que Lauren se levantaría y se iría. Que solo estaba tan aburrida como para hablar conmigo.

Pero quiso irse conmigo a casa. Mierda.

Su novio le dejó su auto. Si, raro e incómodo. Pero me suplicó casi irme con ella. Dijo que vivíamos donde mismo.

— Bonito, ¿No? Greg lo dejó porque se iría el fin de semana con sus padres. — asentí, metiéndome al lugar del copiloto.

Si, era bonito. Un auto rojo deportivo, podía abrirse la parte de arriba y Lauren lo demostró con una gran sonrisa.

— ¿Sabes? Estos autos me dan miedo, creo que algún momento saldré volando de aquí o aquella cosa va ahogarme. — señalé la parte de arriba que se había abierto. Lauren soltó una gran carcajada. La vi, me reí igual.

Lo había dicho sin pensar y como si nada hubiera pasado antes, ahora estaba haciendo el ridículo con ella. Pero su risa me dijo que lo hice muy bien. Había algo más que me gusta de la risa de Lauren, era que fuera yo la razón de ella.

La música llenó el silencio que ya no era tan incómodo. Sonreí al ver que le gustaban los mismos artistas. La misma música.

No dejé de verla. A veces parecía darse cuenta y me hacía idiota mirando a la ventana. Perdón, era sorprendente aun estar a tu lado.

Llegamos y ella paró en mi casa, aunque después tuviera que hacer maniobras extrañas para meter el coche a la casa de enfrente.

— Gracias, Lauren. De verdad. — le sonreí, tímida. No hablaba solo de que me llevara a casa, si no, de que hoy había sido un día extraño. Pero este fin, lo perdonaba todo.

Ella asintió y bajé del auto. Caminé a casa y abrí la puerta, entré y me quedé pegada en la puerta de madera cuando se cerró. Solté un largo suspiro y sonreí. De verdad me gusta mucho. Era más que claro, que la amaba.

La amo.

***

— ¿Quién te dejó ayer? — preguntó Sofi, toda una adolescente muy observadora. Me reí.

Ambas estábamos en el piso de mi habitación, ¿Por qué en el piso? No lo sé. Le lancé una almohada.

— Vaya, eres muy observadora. — negué, divertida. — Lauren.

Abrió los ojos, sorprendida.

— ¿No te había mandado a la mierda? — preguntó confundida. Le lancé otra almohada. Ella se rio.

— Solo fue amable y me trajo. No volveremos hablarnos, creyó que debía pagarme por el favor que le hice. — me encogí de hombros, Sofi no sabía nada. Pero sabía que Lauren y yo de alguna forma, habíamos terminado muy mal.

Muy mal como para no volvernos hablar nunca. No lo decía, pero ella también extrañaba a Lauren. Le gustaba meterse con nosotros y ser un equipo de tres.

Bajé las escaleras con la mirada en el piso, siempre tenía que fijarme donde pisaba. Siempre tengo la mala costumbre de caerme e irme a la mierda. Soy muy torpe.

Fui a la cocina y sin darme cuenta de quien estaba ahí, solo abrí el refrigerador. Miré si había algo de comer.

— Mila, ¿Iras a la fiesta de Lauren? — escuché la voz de mi madre, debe de estar cocinando tal vez.

Negué. Miré el refrigerador a fondo, saqué la jarra de agua. Tal vez así, el hambre se me quite.

— Mamá, ya te dije que Lauren y yo no nos llevamos. — me estiré en la repisa de aun lado y tomé un vaso de vidrio. Mi madre siempre con lo mismo. — Lauren y yo no somos amigas, solo la ayudé con algo la otra vez. No sé porque te dijo papá. El punto es que no nos hablamos y eso nunca volverá a pasar.

Tal vez estaba destruyendo sus esperanzas, pero yo ya me encargué de destruir las mías, como para que llegara alguien y me anime de nuevo. Nosotras juntas no volverá a pasar.

— Pero, Camila. Mira...

— Lauren y yo no somos amigas y no volveremos a serlo. — corté su discurso y llené el vaso de agua. — Además, Lauren me odia. Es una perra, no sé quién se cree para... — me di la vuelta y soltar mis quejas contra la chica para mi madre y casi me ahogo con el agua al ver a Clara y mi madre en la mesa de la cocina.

No, me ahogué con el agua. Comencé a toser, mientras mejor soltaba el vaso de agua.

— Vamos. Sé que Lauren es insoportable a veces, pero no tanto. — Clara bromeó y mi madre se rio, negando por las imprudencias de su hija. — ¿No vas a saludar a tu tía Clara? — sonreí un poco, ella me caía bien al igual que el tío Mike.

No éramos familia, pero no se necesitaba ser parientes de sangre para sentirnos como en familia.

Me acerqué a la mujer y la abracé. Ella me abrazó cariñosamente.

— Que grande estas, niña. Me acuerdo cuando eras de este tamaño, tan tierna y linda. — señaló el suelo a un tamaño mediano, haciéndome reír.

— Ay, me acuerdo. Estábamos embarazadas con unas pansas gigantes y ambas comiendo en el jardín. Luego estábamos haciendo una cena tranquila y mientras las niñas pequeñas jugaban. — recordó con dolor y Clara también hizo una cara de melancolía al recordarlo.

Más les dolía que sus hijas ya no se hablaran, estaba segura. Como también, de que esto solo era un teatro absurdo para que convencerme de que fuera. Clara siempre está aquí en casa o sino, mamá está en la suya.

— Estoy segura que a Lauren le encantará que estés ahí. Cumplió años el otro mes, pero junio no es un mes muy bueno. — su cara se formó de tristeza. Mi madre acaricio su espalda, triste también.

Lauren cumplió años en junio, pero por algo los junio no son buenos ahora. Ni idea. Lauren solo quiere llamar la atención haciendo su cumpleaños meses después para que sus amigos vayan. Muchos meses después. Solo por la estúpida idea de hacer una fiesta.

— No creo que le agrade. Puedo darle un regalo, pero no creo poder ir. — fui sincera. Ella negó.

— Piénsalo, Mila. Sabemos que volverán a ser amigas. — mi madre asintió, sí que eran necias.

***

Hoy, como todos los fines de semana. Los adultos hacían una barbacoa en el jardín. Siempre me escondía en mi habitación, aunque era probable que como siempre, Lauren no vaya.

Pero ahora, mi madre básicamente me obligó a estar presente. Estábamos todos en la mesa del jardín trasero, mientras los adultos se reían por algo. Taylor hablaba con Sofi y Chris estaba a mi lado platicándome sobre su novia.

— Vaya, sí que estás enamorado. — me reí, él me sonrió grande.

— Un poco, pero no se lo digas a nadie. — se burló, llevó una fritura a la boca y luego bebió cerveza.

Yo nunca bebía aunque podría hacerlo, todos en la casa lo hacían para las reuniones, no sé porque les gustaba. Sabia asqueroso. Creía que no era necesario beber para divertirse.

Como siempre, Lauren no estaba aquí. Por un momento creí que vendría. Pero no.

— Hey, ya lo escuché. A parte de que lo miró todos los días, este muchacho sí que está enamorado. Todo un romántico como su padre. — Mike le dio un golpecito en el hombro, estando atento de nuestra platica. Ambos nos reímos burlándonos del chico. Ni se porque me burlaba, era peor yo. — Y tu Mila, ¿Te gusta alguien? ¿Tienes algún galán? — preguntó hacia mí. Todos se callaron, observándome.

Parecía que todos habían decidido parar de hablar en el momento en el que el tío Mike habló. El momento en que dejó pasar esa pregunta y al parecer, todos querían saber si Camila, la chica seria y que para nada le gustaba hablar de chicos, ni tener interacciones con ellos; podría tener un novio.

Incluso mis padres miraban con atención. Me reí nerviosa. Con ellos nunca hablaba de ese tema. Y parecía, que querían rifarme al primer chico que pasara.

No era una risa de "Mierda, me descubrieron", era una risa de "Mierda, di algo. Que no sepan que eres lesbiana". Pero los nervios me ganaron y solo me quedé callada, con las mejillas rojas y queriéndome esconder de sus miradas.

— Esa risa dice que sí. ¿Quién es el afortunado? — preguntó la tía Clara.

Era incómodo.

— Lauren. — mencionó Sofi, haciendo que todos la miraran y casi abriera los ojos alarmada. La chica miró confundida ante los ojos de los demás, luego se rio. Negando. — No. Digo, ¿Dónde está? Me dijo que vendría. — se encogió de hombros la adolescente. Sentí que el aire me volvía a los pulmones.

Mierda, eso estuvo muy cerca. Demasiado. Miré a Sofi, ¿Podrá saber algo?, la chica me sonrió. Espera, ¿Habla con Lauren?

— Esa mujer está entrenando. Desde la mañana fue a la preparatoria para entrenar con las porristas. — informó Clara. Sentí que mi corazón se calmaba por el susto de hace rato. — ¿Y tú? ¿Algún galán? Ya que Camila no quiere hablarnos del suyo.

— Hey, aquí están mis padres. — las mejillas de mi hermana se pusieron rojas. — Si, puede que haya alguno. — increíble, hasta mi hermana salía con alguien.

Continuamos hablando y Chris siguió con la plática, queriéndome sacar al "galán" con quien salía.

— No salgo con nadie, lo juro. — lo empujé un poco. Negando. Él rodó los ojos, no me creía.

— ¿Algún afortunado... o afortunada? — sonrió de lado, abrí los ojos con lo segundo. El soltó una carcajada. — Estoy bromeando, casi me matas con la mirada. Eres homofóbica. —— negó desaprobatoriamente. No sabía cómo continuar la plática, me sentía de más nerviosa.

— No soy homofóbica, loco. — me reí. Él alzó una ceja. Iba a defenderme, pero entonces alguien llegó.

Lauren hizo su acto de presencia. Traía ropa deportiva, estaba sudada y era muy caliente. Tragué saliva, mirándola de arriba a abajo.

Por dios.

— ¿Podrías darme las llaves? — le preguntó a su madre. Esta negó. Luego murmuraron juntas y parecía que Lauren estaba molesta. Ambas discutían en voz baja.

— Siempre se pelean. Todos los días es un martirio. No sé qué le pasó a Lauren. Digo tengo una teoría, pero no creo que haya sido por eso. Es una rebelde, ahora le encanta desafiar a mis padres y pelearse con nosotros. — susurró Chris a mi lado. Lo vi. — De verdad, los ánimos en casa son peores a veces. — parecía cansado de las peleas. Era extraño, pues Lauren siempre era unida a su familia.

Estaba a punto de preguntar su teoría, pero mi madre me llamó.

— Camila, ¿Podrías llevar a Lauren a tu habitación? Quiere darse una ducha, le prestas ropa. — ordenó como si Lauren y yo fuéramos las mejores amigas todavía.

No era sano tener a Lauren cerca. Menos como estaba en estos momentos.

— Sofi, podría...

— Camila. — su tono de orden y mirada de "no quieres que hagamos una escena ahora", solté un largo suspiro y me levanté. Caminé al lado de Lauren y le dije que me siguiera. La chica me siguió.

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