Esperaba a que llegara el momento adecuado para poder hablar con las chicas, pero ese momento no llegaba así que decidí no darle más vueltas al asunto. Después de la escuela les pedí a ambas que nos viéramos en mi casa por la tarde ya que mi madre saldría y mi hermano Mike tendría su práctica de Lacrosse así que podríamos hablar tranquilamente y sin interrupciones.
- ¡Voy! - Grite bajando las escaleras.
- ¡Holaa! - Se lanzó Hanna sobre de mi apenas abrí la puerta.
- Lamentamos la tardanza - Esa era Emily que apenas estaba llegando a la puerta.
Las deje pasar y les indique que fueran a mi habitación mientras que yo iba a la cocina por algo de comida, pues sabía que Hanna se molestaría si no llevaba algo de comer.
- ¿Y bien? - Pregunto Hanna a penas me vio entrar a la habitación. Ella se encontraba cómodamente sentada sobre mi cama -. ¿Que nos tenias que decir?
- Dijiste que era importante - Emily me ayudó con la bandeja que traía llena de comida.
- Y más vale que lo sea, cancele mi cita con el estilista por ti - Hanna jugaba con su cabello mientras miraba la pantalla de su celular.
- ¡Hanna! - Emily la fulminó con la mirada ante su reciente comentario.
- Está bien, no se peleen.
- Bueno, pues dinos de una buena vez qué era eso tan importante que tenías que decirnos - Hanna se levantó de la cama y tomó algo de comida que había en la bandeja.
- Es que... creo... creo... - Estaba tan nerviosa que las palabras no salían de mi boca.
- ¿CREES QUE? - Gritó Hanna desesperada.
- Creo... que me gusta alguien - Dije bajando la mirada mientras jugaba tímidamente con mis dedos.
El silencio se apoderó de la habitación y algunos segundos pasaron, pero no hubo ninguna respuesta por parte de ellas. Lentamente alcé la mirada y me di cuenta que ambas se encontraban atónitas por la noticia, ninguna decía nada y solo me miraban fijamente.
- Aria eso... Eso... ¡Eso es grandioso! - Hanna rompió el silencio y de un salto salió de la cama para después acercarse a mí y abrazarme fuertemente.
- Eso es maravilloso Aria - Dijo Emily quien no tardó mucho en unirse al abrazo.
- ¿Y quién es el afortunado que logró robarse el corazón de nuestra pequeña amiga? - Hanna me dio golpecitos con su codo, mientras me sonreía con picardía.
- Spencer Hastings - Dije sin pensarlo pues me había dejado llevar por el momento.
- ¿Que? - Lo dijeron al unísono y algo dubitativas se acercaron más a mi intentando oír mejor lo que iba a decir.
- Me gusta... Spencer Hastings - Cerré los ojos con fuerza y lo dije lo más rápido que pude.
- ¿QUE? - Gritaron al mismo tiempo.
Cuando abrí los ojos, las dos se encontraban con la boca abierta y paralizadas, parecía ser que la noticia no les había caído muy bien.
- ¡ESTAS LOCA! - Hanna me tomó por los hombros y comenzó a sacudirme fuertemente una y otra vez.
- Aria existen miles de millones de personas en este mundo, y tenías que enamorarte precisamente de una Hastings - Emily apartó a Hanna y me tomó por los hombros.
- No es como si lo hubiera elegido - Aparte sus manos de mis hombros.
- ¡Se le zafo un tornillo! - Hanna comienza a dar vueltas por toda la habitación.
- Tranquilízate Hanna - Emily detuvo a Hanna -. Debe estar confundida - Comenzaron a hablar como si yo no estuviera aquí.
- Chicas... aún sigo aquí - Alce tímidamente mi mano pero ambas me fulminaron inmediatamente con la mirada y después siguieron hablando entre ellas.
Pasaron varios minutos hablando sin parar, así que me senté sobre mi cama viendo como discutían entre ellas hasta que por fin terminaron y me prestaron nuevamente atención.
- Estás segura, pero completamente segura... ¿Que te gusta Spencer Hastings? - Pregunto Emily no muy convencida.
- Sí - Respondí firmemente.
Ellas se miraron entre sí algo dubitativas por mi respuesta, respiraron profundamente y comenzaron a hablar nuevamente.
- Cuentas con todo nuestro apoyo - Dijo Hanna a regañadientes, por lo cual Emily le dio un codazo en su estómago.
Yo simplemente me reí por ello y me acerque a darles un fuerte abrazo, el cual no dudaron ni un segundo en corresponderle.
- Gracias chicas - Me sentía tan feliz que mis amigas me hayan aceptado que no pude evitar que una lágrima comenzara a deslizarse por mi mejilla.