Jackson

By ligtning5

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Segundo libro de la trilogía El Campamento En este libro te meterás en la vida de Jackson Lee Tremblay antes... More

Introducción
Capítulo 1: El Mal Día
Capítulo 2: La Pelea
Capítulo 3: La Cacería de Camellos
Capítulo 4: El Dibujo
Capítulo 5: El Pozo
Capítulo 6: Juntos, pero sin Amor
Capítulo 7: Volver a Casa
Capítulo 8: El Poema
Capítulo 9: El Hacha
Capítulo 10: La Lista de las Discotecas
Capítulo 11: El Callejón
Capítulo 12: Reputación
Capítulo 13: La Chica de Amadeus
Capítulo 14: El Asesinato de Robert Shelby
Capítulo 15: El Árbol
Capítulo 16: El Plan Secreto
Capítulo 17: El Tío
Capítulo 18: El Mundo
Capítulo 19: La Espada
Capítulo 21: El Mensaje
Capítulo 22: El Seudónimo
Capítulo 23: El Fugitivo
Capítulo 24: El Video
Capítulo 25: Trato Nuevo
Capítulo 26: El Restaurante
Capítulo 27: El Bolso
Capítulo 28: Los Hermanos Lovren
Capítulo 29: Rodeados
Capítulo 30: El Chico de los Libros
Capítulo 31: El Nido de Serpientes
Capítulo 32: El Ángel
Capítulo 33: Lluvia de Dinero
Capítulo 34: La Muerte Joven
Capítulo 35: El Altar
Capítulo 36: La Junta Directiva
Capítulo 37: Después de Erikson

Capítulo 20: Erikson

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By ligtning5

Desperté y todo daba vueltas a mi alrededor. Cuando el remolino se detuvo, me encontré con un hombre, era una cara conocida.

—¿Quién es usted?—pregunté mientras trataba de salir de mi trance.

El hombre se levantó de su silla y agarró su bastón. Era el señor que encontré en el hospital anoche.

—¿No me recuerdas, Jackson?—preguntó mientras se acercaba a mí jugando con su bastón. Este no era el bastón común que llevaba en el hospital, este se veía de madera pesada y en el cabezal tenía la cabeza de una serpiente—Yo fui el que te dijo que a veces lo que buscas está frente a ti. Y aquí estoy ¿Acaso no me estabas buscando?—se señaló y luego volvió a su asiento.

Una vez que había aclarado mi mente, moví mis brazos y para mi sorpresa, no estaba atado a la silla, tampoco me habían atado los pies. Estaba de igual a igual sentado frente a este hombre en una pequeña habitación que no tenía más que dos sillas y dos personas. Muy a lo lejos escuchaba el susurro de la música, por lo que deduje que no habíamos salido de Amnesia.

—Tú no puedes ser...

—¿Esperabas a alguien más joven?—rio el hombre. No iba armado, tampoco parecía haber alguien más cerca, había mucho silencio aquí dentro—La mayoría de las personas me conocen como Ivar Erikson, pero mis chicos me llaman tío Erikson—sonrió.

—Si fueras Erikson ¿Por qué te arriesgarías a mostrarte?

—Necesitas confiar más en la gente, Jackson—respondió tranquilo—Ser espía no te vuelve intocable, ahora mismo puedes comprobarlo. En esta habitación, tú y yo somos iguales.

—Tú y yo no somos iguales. Tú eres un criminal—repuse.

—Tal vez—se encogió de hombros—¿Pero que acaso nuestros trabajos no se parecen? Ambos trabajamos en secreto.

—A diferencia de que tú asesinas gente y conviertes a niños en criminales.

—¿Qué acaso ustedes no hacen lo mismo?—se apoyó sobre su bastón y me miró con pena—Someten a niños de siete años a un entrenamiento mortal, les quitan la niñez y la posibilidad de tener una vida normal. En la Academia les quitan la humanidad y les sacan sus nombres para ponerles un número. Las serpientes, como todos les llaman, están aquí voluntariamente porque quisieron tener una vida mejor, somos una familia. Pero nosotros somos los malos porque hacemos cosas ilegales ¿no?

¿Cómo Erikson sabía tanto sobre la Academia? Nadie externo suele conocer el sistema, por lo que supuse que este hombre tal vez trabajó alguna vez allí, pues tiene un profundo resentimiento con los espías.

—Si sigues asesinando espías nunca habrá paz—dije.

—Yo no he asesinado a nadie—dijo inocente—La mayoría de los espías muere buscándonos, porque se metieron en lugares y con personas equivocadas. Nuestra querida Maddie hizo lo que hizo porque su crueldad la obligó—me señaló con su bastón.

—¿Y qué hay de la nota que dejaron en la casa del encargado del caso?

—¿Ha habido algún muerto?—me levantó las cejas—Lo de la amenaza fue obra de mis chicos, yo nunca permití eso.

Erikson me tenía entre cuerdas. Era tal el poder de persuasión de este tipo que sentía que yo era el villano dentro de esta habitación. Madeleine dijo que Erikson era un encantador de serpientes, y ahora veo la razón. No caeré en su trampa, yo no.

—Si no quieres muertes, entonces ¿para qué me tienes aquí?

—Técnicamente, tu gente asesinó a nuestra Madeleine, luego fuiste y trataste de atrapar a Janine, haciendo que nos allanaran la importadora. Fuiste a la discoteca para impedir una tragedia, pero también para capturar a uno de mis chicos. Tú no los quieres a ellos, me quieres a mí. No quiero muertes, no, pero no significa que dejaré pasar todo lo que nos han hecho, por eso estás aquí.

—¿Qué quieres a cambio?

—A ti—respondió—Tienes mucho potencial, Jackson. E incluso podrías ser mucho mejor si trabajaras a mi lado. Dime ¿cuándo han recompensado tu talento en la Academia?

—No necesito ser recompensado para ser bueno—interrumpí—La oferta no me interesa.

—¿Qué ganas con sólo ser bueno?—espetó. Su mirada de ojos azules era tan penetrante que tuve que desviar la mía para no desconcentrarme y poder continuar con mi postura—Si trabajas conmigo podrás mejorar, incluso podrías estudiar ¿no es eso lo que tanto quieres?—sonrió—Te daré una mejor vida, a ti y a tu madre.

—El dinero no hace a la felicidad—dije.

—Pero ayuda a conseguirla—contradijo—Te brindaré seguridad, algo que jamás has sentido siendo espía.

Erikson se levantó de su asiento y sacó un pañuelo de su bolsillo. Me lo extendió y lo tomé entre mis manos, sintiendo con mis dedos la textura de la serpiente bordada en él. Se sentía especial tenerlo entre mis manos, como si ese pañuelo tuviera poderes.

—No necesito usar un pañuelo para sentirme intocable o que pertenezco a un grupo—le extendí de nuevo la prenda—Yo sé quién soy y por eso le devuelvo el pañuelo.

Erikson agarró el pañuelo con una gran sonrisa en su cara.

—Tienes más carácter del que me imaginaba—dijo mientras miraba el pañuelo con cariño—Entren.

Dos hombres ingresaron a la habitación y me tomaron por los brazos mientras uno de ellos intentaba clavarme una aguja en el cuello. Pataleé y forcejeé con todas mis fuerzas y finalmente sentí el pinchazo, entonces comencé a quedarme dormido. Sentía un sonido fuerte, como tiros, y luego perdí todo el conocimiento.

Otra vez sentía música muy fuerte y gente bailando a mi alrededor. Al abrir los ojos, Noah me estaba acacheteando.

—Aquí estás, hombre—dijo él.

Me levanté de golpe del suelo y miré a Noah asustado.

—Noah, la gente, comenzaron a tirotear ¡hay que sacar a todos de la discoteca!—grité desesperado.

—¿Ah?—me miró con el ceño fruncido.

Entonces miré a mi alrededor. Seguía en la discoteca, la gente seguía bailando como si nada hubiese pasado. Entonces ¿qué era ese sonido?

—Noah, escuché tiros—dije alterado.

—¿De qué estás hablando? Sólo pasaron cinco minutos desde que saliste corriendo del balcón—contestó mientras me inspeccionaba con la mirada—No hubo tiros. Pero atraparon a una serpiente.

A los segundos, llegó el resto de mis amigos con cara de preocupación.

—¿Dónde te habías metido, Jackson?—preguntó Bill.

—Se desmayó—contestó Noah—De seguro te golpeaste la cabeza y habrás confundido algún sonido con tiros ¿ahora te sientes bien?

—Sí, estoy bien—bufé y me encaminé hacia la salida con mis amigos siguiéndome de atrás.

Al salir de la discoteca, me encontré con la serpiente. No era Drake Lovren, lo cual me relajó, sólo por Hannah y sus padres, que serán quienes más lo sufran. Era un hombre negro de unos veintitrés años, el cual me lanzó una mirada furtiva antes de que los espías de mi padre lo subieran a la camioneta y se lo llevaran. Patrick estaba hablando con un guardia y justo me vio. Entonces di media vuelta y comencé a caminar en dirección al auto antes de comerme otro grito de él.

—Jackson ¿a dónde vas?—gritó Patrick y vino corriendo hacia nosotros.

—Ustedes váyanse, chicos—les dije a mis amigos.

—Se quedan—dijo Patrick.

—Se van—lo contradije y ambos mantuvimos la mirada en el otro—No tienen nada que ver en esto. Llévame a mí.

Patrick respiró profundo y frunció los labios antes de hablarme.

—Súbete al auto—me ordenó.

Obedecí sin rechistar. Él dijo algo a mis amigos y luego se subió al auto conmigo.

—Me has cansado, Jackson—dijo.

—Esta vez no hice nada.

—¡Por eso mismo no tuvimos problemas!—exclamó—¿Cómo hiciste para meterte en un boliche para mayores de edad?—me miró interrogativo—Mejor ni contestes. Te llevaré a tu casa y hablaré con tu madre—arrancó el auto.

—No pudo haber sido tan fácil. Las serpientes no se dejan atrapar.

—Así son las cosas—dijo indiferente—La próxima vez que te encuentre en la escena del crimen, irás preso tú y tus amigos y ni Natalie te podrá sacar.

—Prefiero ir preso antes de que me lleves a casa—bufé. Él me miró enojado y siguió manejando—Mamá se pondrá tan feliz al verte—refunfuñé.

—Y más feliz al enterarse de lo que haces a escondidas—gruñó Patrick.

—No puede enterarse.

—¿Por qué no?

—¡Se morirá!—exclamé—Y no me dejará salir nunca más en mi vida.

—Le estaría haciendo un favor al mundo.

Lancé un gruñido, me coloqué mi capucha y me acurruqué en el asiento mientras miraba hacia fuera. Seguía pensando en Erikson, lo recordaba como un sueño, pero estaba muy seguro de que fue real. A pesar de que Noah me lo había negado. Erikson actúa rápido, es como un fantasma...De momento recordé un fragmento de ese sueño, cuando me clavaron la aguja en el cuello. Llevé mi mano hacia mi nuca y comencé a buscar un punto que doliera. De pronto, sentí el dolor, el punto donde me clavaron la aguja, fue real, efectivamente lo fue. Y aquel sonido, no habían sido tiros sino el bastón de Erikson golpear el suelo ¡recordaba todo!

—Sé quién es Erikson—grité de la nada. Patrick le clavó el freno al auto provocando que las ruedas chirriaran en el suelo y se estacionó a un costado de la calle—Lo conocí en el hospital de mamá y lo volví a ver en la discoteca. ¡Es un anciano, Patrick! Hasta usa bastón, aunque no lo necesita.

—¿Un anciano que usa bastón por gusto?—sonrió irónico—Jackson, ya llegaste muy lejos. Nada que me digas evitará que hable con tu madre.

—¿Eres broma?—pregunté—¡Te estoy diciendo la verdad! Ya resolví el caso.

—¿Sabes dónde encontrarlo?—preguntó. Hice un silencio, pues no podía responder eso—¿Alguien más lo vio?—tampoco respondí—Es lo que pensé.

Volvió a poner en marcha el auto. Patrick se estacionó en la entrada de mi casa y antes de bajarnos del auto, dije:

—No me crees porque no fuiste tú el que lo encontró.

Mi madre abrió la puerta antes de que llegásemos a ella. Por su expresión, parecía que ya sabía lo que pasaba. Saltaba a la vista la incomodidad entre ellos dos. Yo estaba en el medio y mi mirada se desviaba de mi padre a mi madre, hacía mucho que no los veía tan cerca el uno del otro, seis años exactamente. Ambos se miraban, observando lo cuanto que habían cambiado en todo ese tiempo. A pesar de que Patrick era más grande, mi mamá era la que se veía más arruinada. Notar eso me dio mucha lástima.

—Lamento la molestia—dijo Patrick al fin. Rodé los ojos y me metí a la casa.

—Gracias—dijo mi mamá con un poco de tartamudeo—Buenas noches—cerró la puerta antes de que Patrick alcanzara a decir palabra.

Iba subiendo las escaleras lentamente mientras trataba de no hacer ruido.

—¿A dónde vas?—preguntó mamá desde abajo. Su tono de voz me erizó los pelos de la nuca.

Di media vuelta y bajé las escaleras con la cabeza baja.

—Lo que sea que te haya dicho Patrick, exagera—me excusé.

—¿Entonces no estabas en un boliche para mayores?—se colocó los brazos en las caderas—Patrick dijo que no es la primera vez que te metes en su trabajo.

—¿Desde cuándo hablas con Patrick?—pregunté enfurecido.

—¡No desvíes la conversación! ¿En qué estás metido?—preguntó acercándose a mí.

—En nada—chillé y mantuve la mirada fija en la pared.

—¡Mírame a los ojos cuando te hablo!—me regañó. Obedecí, sin embargo me mantuve el mutismo—Bien, veo que no hablarás. Así que no volverás a salir. De la escuela vas a la Academia y luego te vuelves a casa. Y le dije a tu padre que si vuelves a meterte en su trabajo, que haga que te suspendan de la Academia.

—¡¿Estás loca?! No puedo dejar de ir, no soy nada entonces.

—No dramatices. Prefiero mantenerte con vida—respondió y blanqueó los ojos cuando vio mi cara de susto—Jackson, te has pasado del límite esta vez. Me has mentido, te has escapado y has roto las reglas. Has tenido suerte de que no expulsen, así que prométeme que empezarás a comportarte.

Bufé y miré hacia arriba. Luego bajé la mirada hacia ella y asentí, no muy convencido.

—Y no intentes escapar, porque la Señora Hooper me lo hará saber—amenazó.

Evadir una cámara de seguridad era más fácil que evadir a la Señora Hooper.

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