Perfecta ImperFecciÓn

By allison_porras

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• ° Usa guantes por una razón que desconozco. Su sonrisa es hermosa, y aunque tiene un problema de lenguaje... More

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<•> Disculpas 3.0 <•>
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<•> Capítulo Noventa <•>
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<•> Capítulo cuarenta y tres <•>

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By allison_porras


°

•  

°

—A decir verdad, no me convence del todo, Romy —hice una mueca, estaba indeciso con ese comercial—. Dile a Burke que cambie un poco el contexto, que todo suene un poco más coloquial, ¿de acuerdo?

Desde muy buena mañana, el estrés aparecía y se quedaba a mi lado para no abandonarme.

—Claro. Ahora, ¿qué pasará con el comercial de Vemsh?

Ah, mierda... ¿Por qué, pasó algo malo?

¡Por favoooor! No quería tener que arreglar más inconvenientes provocados por los empleados un tanto... Irresponsables.

Aunque no me quejaba, yo era igual o incluso peor.

—Pues, debe escoger a las modelos. Ya todas están esperando.

—Ah, no. De ninguna manera, muchacha. Estoy ocupado —me giré el la silla e improvisé una almohada con mis brazos.

—Ocupado haciendo nada...

—Cállate... —¿en qué momento había agarrado esa confianza?

—Ivo entra tarde, puede ir a ver antes de que llegue.

—¿Qué demonios insinuas? —volví a voltearme y ella sonrió.

—Bueno, tendrá que ver a jóvenes hermosas, de traseros y tetas enormes, ya sabe —se encogió de hombros, como si eso no fuera importante—. Puede verlas antes de que Ivo venga, para que no se enoje.

—Fuera de aquí, Romy —le señalé la puerta, y con la otra mano me cubrí el rostro, evitando que viera como comenzaba a reír—. De veras que contigo no se puede, carajo.

—Lo siento, lo siento... —se carcajeó—. Es que él es bastante celoso.

—¿Huh?

—Bueno. Mire, la cosa es que... —puso sus manos en mi escritorio y comenzó a tocar todo lo que había ahí, como si fuera una niña.

—¡Yaaa! —le quité el abrecartas con el que estaba pinchándose los dedos, no quería que se volviera loca ahí mismo—. Habla de una buena vez.

—Bueno. Tal vez usted no se dé cuenta, pero aquí, todas las muchachas hablan de su belleza pura alemana e Ivo, les dice que usted besa muuuy bien —bueno, ahora yo estaba muuuy sonrojado— ¿Sabe? Hasta que se pone rojo de la furia cuando dicen que se lo comerían entero.

¿Qué mierda estaba pasando? ¿Todo eso justo en mis narices y yo ni cuenta me había dado? ¡¿Ivo celoso?! Me era difícil de creerlo.

—¿No me estás jodiendo, Romy?

—¡Claro que nooo! Estoy hablando en serio, señor. Pero, por eso le digo, vaya y escoja a las modelos antes de venga.

Lo pensé mejor...
Y bueno, si él de verdad se pondría celoso por eso, tenía que verlo con mis propios ojos.

—Está bien —me puse de pie, suspirando—. ¿Me acompañas?

—Obvio... Necesitará ayuda femenina.

<•>

Al menos unas quince muchachas de entre los veinte y venticinco años, ya estaban listas para modelar la nueva colección de ropa interior.

—Ah, eres preciosa, nena.

—¡James! —grité, a la vez que me cruzaba de brazos.

—Dígame, señor Kellerman —dijo sin volverme a ver.

El joven, sostuvo la mano de la alta rubia y le dio una vuelta, mientras observaba con gran atención aquellas curvas. La muchacha estaba encantada, pues aceptaba los piropos de mi primo con una sonrisa descarada.

—Hola, hola, joven encargado del Departamente de Ventas —pasé mi mano al frente de sus ojos para captar su atención—. Tú no deberías estar aquí. Y mucho menos coqueteando con esa chica.

—Ay, sólo vengo ayudar —puso su mano en mi hombro y lo palmeó varias veces—, porque eres bisexual, estarás confundido de cuál hermosura escoger.

—¿Tú tampoco estarás confundido?

—¿De qué hablas? —ahora, me estaba mirando con total seriedad.

—Marco... El primo de Ivo.

De inmediato, quitó la mirada y se cruzó de brazos. Había dado en el blanco. El día en que se conocieron, se habían llevado perfectamente y no era para menos, porque según, Sophie lo escuchó hablando para quedar con él a tomar unos tragos.

—No malentiendas las cosas, Derek. Sólo nos vemos y platicamos un rato —el mismo lo estaba admitiendo.

—¿Quiere que empecemos ya, señor? —me preguntó Romy.

—Ah, claro, claro.

Romy dio el llamado a las modelos para que tomaran su posición. Vamos, no iba a ser complicado escoger unas seis chicas que hicieran los comerciales. Siempre me habían gustado las mujeres, sólo que ahora, había un guapísimo pelinegro me tenía en las nubes.

Dejé de prestarle atención a las muchachas y recordé que el día anterior, le dije: "mi amor".  La verdad, nunca lo planeé, mis palabras habían fluído como un río a mitad del bosque: suavemente y sin complicaciones. Y lo mejor fue, que a él pareció no molestarle en absoluto.

—¿Qué opinas? —volví a prestar atención al frente y además, a James, que ahora me miraba levantando las cejas—. ¿Pensando en...

El sonido de una llamada a mi celular, le impidió continuar. Y para mi sorpresa, era Ivo. Mi corazón había empezado a latir desbocado al ver su nombre ahí, solicitándome.

Me alejé un poco de todo el ruido, para así, estar más cómodo para hablar.

—¿Derek? —me sorprendió que fue Margot quien contestara.

—Hola, Margot. ¿Todo bien, están bien?

—Nosotras sí, cariño. El problema es Ivo, no irá a trabajar hoy.

—¿Cómo está? —me importaba una mierda que fuera o no a trabajar. Lo importante, era él.

—La tos empeoró de la noche a la mañana, al igual que la fiebre, está sudando mucho, le he puesto compresas frías, a ver si acaso... Ahora mismo duerme, dijo que le dolía el cuerpo.

—Entiendo —suspiré profundamente. Vaya que sí tenía las defensas súper bajas, como para que cayera en cama tan rápido—. ¿Ha tomado todo lo que le di ayer?

—Claro, pero nada le hace efecto.

—Mierda... —me froté la nariz con la punta de los dedos.

—Yo debo ir a trabajar y además, Schme me dijo que iría con tu sobrina, ¿no es así?

—Sí. Sylvio pasará por ellas a la escuela, por eso no te preocupes.

—Ay, Ivo es tan terco, no quiere quedarse sólo, pero... —la escuché suspirar.

—Bien. Quizás vaya a verlo temprano... Gracias por decirme, Margot.

Volví con mi primo y con Romy, quien parecía la más emocionada de ver a las chicas en ropa interior.

—¿Algo importante?

—Ivo no vendrá hoy —la sonrisa de la secretaria pasó a una melancólica, al igual que la mía—. Está enfermo.

—Vaya... A él como que le pasa de todo, ¿no?

Me surgió una buenísima idea, pues siendo sincero, no podía mantener en la mente que lo vería en el trabajo ese día.

—Oye —me dirigí a mi primo—, escoge a las chicas que creas más convenientes, que Romy te ayude y encarguense de todo ¿sí? —ambos asintieron—. Quiero... Quiero ir a verlo.

—¡Aaah! —gritó la chica—. Adelante, señor. Váyase ya, yo me encargo de todo.

—De todo el chisme —Romy sacó la lengua y me guiñó un ojo—. Porque no creas que no me doy cuenta de lo metiche que eres.

—No... Sólo es para irme a almorzar antes —rodé los ojos.

—Podrás hacerlo siempre y cuando me ayudes con este comercial.

—¡Por supuesto, mi capitán!

<•>

Ahora, estaba frente a su puerta, bastante nervioso y con un detalle algo grande. Bombones de chocolate en pinchos decorados y colocados de tal forma, que parecía un ramo de flores.

Toqué la puerta con suavidad tres veces y mi sonrisa se borró de inmediato.

—Oh, vaya... —dijo, con una expresión de sorpresa total.

Era un joven rubio y de ojos azules, bastante atractivo a decir verdad. Era algo y delgado, y no podía tener más de dieciocho años. Además, la ropa negra hacía resaltar su piel extremadamente clara.

—Derek Kellerman, al fin lo conozco en persona —me dio espacio para ingresar a la casa y fue lo que hice. Deje el ramo en la mesa y el chico añadió—: ¿Qué hace acá?

Ivo estaba a un lado y su rostro enojado, cambió al verme y no me di cuenta en qué momento ya estaba pegado a mí como un koala.

—Hola, precioso... —no respondió, sólo ocultó su rostro en mi pecho y se refregó contra él—. No nos conocemos, ¿verdad? —ladeé la cabeza, esperando una respuesta.

—Nah, las personas de su tipo lo único que hacen es ver a los demás por encima del hombro.

Vamos... Que hacía no mucho tiempo que escuchaba esa clase de "insulto", sólo porque tenía mucho dinero. Así que decidí ignorarlo, porque se notaba que era bastante inmaduro.

—Te felicito, Ivo —dijo el joven, atento a las muestras de cariño del pelinegro—. No perdiste el tiempo, al fin lo lograste.

—Ve-vete... —añadió Ivo, con la voz evidentemente afectada, ronca y gastada.

—Eso iba a hacer. Pero... Derek —dijo mi nombre con total confianza—, me gustaría hacerte una pregunta.

Miré a Ivo, que de repente, se puso nervioso y le hizo señas de que callara.

—Si vas a hablar, hazlo de una vez.

—¿Sabías que le gustabas a Ivo cuatro meses antes de que lo conocieras?

¿Qué? ¿De qué rayos estaba hablando ese chico? ¿Era algún tipo de broma para jodernos la vida a ambos?

Miré a Ivo, quien bajó la cabeza en el momento que volteé a mirarlo.

—No lo entiendo —comenté.

—Sí —respodió el rubio—. Por eso le rogó tanto al profesor mierdecilla ese que tenía, para poder entrar a tu empresa —no sabía si creer en sus palabras.

—Ya... Vete ya —rogó el otro, aún mucho más nervioso.

El chico se acercó a Ivo y con toda la confianza del mundo, le acarició la cabeza y luego... Lo jaló del cabello con fuerza para darle un beso en la boca. Este acto bastó para que mi sangre se calentara y sin pensarlo mucho, lo empujé contra la puerta, cogiéndolo de la camisa, estaba bastante dispuesto a partirle la cara.

—Vuelve a tocarlo y me vas a conocer, imbécil —exclamé con enojo y le mantuve la mirada—. ¿Quién demonios te crees para hacerle eso?

El chico me regaló una mirada de superioridad, para después soltar una risa socarrona y contestar:

—Tengo más derecho sobre él que tú. Soy su exnovio.

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