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❤ Capítulo dedicado a:
💕 Deuz12
💕 Nery234
💕 yeyechen
💕 anyvic22
¡Hola, holaaaaa!😍❤
Hermosuras de mi vida, muchísimas gracias por todo el apoyo, por todos sus mensajes bellos, que aunque no responda algunos, quiero que sepan que siempre los leo y me hacen sonreír. Y también por esos mensajes lindos para que recuperara pronto. 🙆😙😶
¡Las demás dedicatorias están en el siguiente cap! Lamento mucho si me olvido de alguien, pero siempre guardo para los próximos.😂💕
¡Así que pide la tuyaaa yaaa!😉😉❤
Ok, no. Eso sonó como algún comercial de ventas por televisión.😂
¡Los amo mucho, muchoooo!❤😙
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¿En serio tenía que realizar aquella pregunta? Ni siquiera Derek la había hecho, aunque llegué a pensar que mostró curiosidad cuando me manché de labial, pues su rostro, parecía confundido.
¿Por qué quería saber?
Si después de tanto había superado la mayor parte ese trauma, tratando de dejarlo donde debía estar: enterrado. Ya tenía suficiente con verme las manos sin tela alguna que las cubriese, tal y como eran en realidad: horribles.
—No... Eso es pe-personal.
Contesté y con evidente recelo, traté de cubrir las manos aún más con las mangas del suéter.
—Lo sé. Lo que pasa es que Derek me contó y él no se ha atrevido a preguntarte y ¿qué puedo decirte? Ambos somos bastante metiches, pero esta vez, sintió pena por saber el motivo.
¿Derek sentir pena, con lo descarado que era? Debía ser una broma.
—¿Misofobia tal vez? —preguntó, visualizando las coloridas tarjetas de antes.
—Mis... ¿ah? —¡qué palabra tan difícil para mí, por todos los cielos!
—Misofobia —repitió—, miedo extremo a los gérmenes, bacterias; a la suciedad en todo su esplendor. Estas personas usan guantes todo el tiempo...
—Ah... No, no.
Me tomé la libertad soltar una pequeña risa a modo de aligerar las cosas. Me conocía muy bien a mí mismo, y sí sabía que era muy vanidoso y delicado en ciertas cosas, como por ejemplo: que mi cabello oliera rico, tomar una ducha dos veces al día, cambiar los guantes al menos en tres ocasiones, pero no era como para ser taaan extremo.
—Entonces, ¿serán marcas de algún tipo?
—¿Eh?
—Marcas. Marcas que tratas de ocultar para evitar que hablen de ti.
¿Pero qué rayos pasaba con esa chica? ¿Por qué hacía tales afirmaciones? Ella me agradó desde el principio; pero, me había puesto nervioso desde la pregunta de la terapia. Y esos nervios, se iban incrementando con el paso de la conversación.
—Ya —dije—. Ya no, eso...
—Bien —añadió, aún con la sonrisa en su rostro—, descuida, cariño. Vamos a empezar ya.
¡Ay, menos mal! Esos pocos minutos y esas pocas preguntas, bastaron para hacerme sentir que había pasado una bendita eternidad. Al fin, pude respirar con más tranquilidad.
Acto seguido, colocó las tarjetas frente a mí y las fui ojeando una por una. Tenían imágenes de objetos sencillos y cotidianos.
—¿Qué te parecen?
—¿Esto? —pregunté, señalando las tarjetas. Ella asintió y me encogí de hombros.
—¿Tienes alguna idea de qué haremos? —ante mi silencio, continuó—. Vas a decirme el nombre de esas cosas.
—¡¿Eh?! ¡Nooo!
—¿Por qué no?
—Dif-dif —decidí callar para no meter más la pata.
—Difícil.
—Eso.
—Precisamente en algún momento tendremos que hacer algo más complejo —comenzó a golpear la mesa emocionada—. Dímelas como tu las dices normalmente y te corregiré de inmediato, ¿sí? —volvió a sonreír.
—Ah, o-okey... —dije resignado.
Pasé la primera tarjeta y era una imagen de un automóvil.
Definitivamente iba a ser una terapia muuuuuy larga.
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La cena estuvo deliciosa y con mucha sinceridad elogié a los responsables de ello.
Al poco rato, mientras Vin y yo jugábamos, Derek nos interrumpió, pues ya debía dormir. Pero el bebé, se rehusó. Quería que yo lo acompañara hasta su cuna, así que tuve que hacerlo, con todo el cariño del mundo. ¡En tan poco tiempo ya lo quería muchísimo!
Conversamos un poco más y él me agradeció por ser tan bueno con Vin, dejándome en claro que estaba feliz. Así que, para contrarrestar su agradecimiento, dijo:
—Quédate a dormir conmigo.
Me había tomado por sorpresa ese tipo de proposición. ¡Aaah! ¿Dormiría con él? Porque si era así, podía desmayarme ahí mismo. Sólo que... No dejé mostrarme afectado, de inmediato, comencé a hacerme el indeciso.
—Es que... Yo sin pi-pijama y quero un bañar-arme...
—Por eso no hay problema. ¡Por favooooor, por favoooor! —exclamó.
—¡Shhh! —le señalé a Vin, quien dormía plácidamente en su cuna y él se tapó la boca de inmediato—. Bue-bueno...
A decir verdad, no le di muchas vueltas al asunto, no iba a tener una oportunidad mejor para dormir en la misma cama que mi jefe.
Tenía miedo, pero...
¿Pasaría algo más entre los dos?
No lo sabía, pero definitivamente, nadie nos interrumpiría esta vez.
Salimos de la recámara del niño en completo silencio, cuidando que no se despertara.
—Acompáñeme, señor Lane.
—¿Dó-dónde?
No respondió y decidí seguirlo. Se instaló frente a una puerta de madera sencilla y la empujó con suavidad.
—Puse tu maletín aquí, ¿no importa, verdad?
Negué de inmediato.
Su habitación... ¿Era tenía el triple del tamaño que la mía, tal vez? Ooh, parecía digna de todo penthouse en algún hotel de Dubai. La cama matrimonial, era más grande que las normales. Una pantalla plana de muchísimas pulgadas, yacía al frente de la misma. Las mesas de noche, junto con lámparas, estaban respectivamente a cada lado de la cama. Además, su recámara tenía dos puertas adicionales.
¡Me sintía re-pobre!
Me senté en la cama y di unos pequeños brincos, el colchón era increíblemente suave.
No obstante, me mareé y tragué duro cuando comenzó a quitarse su camisa, dejándome su maravillosa espalda a la vista. De hecho, tomó el grato atrevimiento de estirar sus brazos, haciendo un calentamiento simple y regalándome así, la mejor imagen de sus músculos tensados al máximo.
—Iré a darme una ducha. ¿Quieres acompañarme? —se volteó, sonriendo con picardía.
Ni siquiera era capaz de negar. Estaba hipnotizado por ver ese hermoso cuerpo tan bien trabajado y digno de ser admirado. Su abdomen estaba marcado en unos suculentos cuadritos lo suficientemente sexies como para hacerme babear en cuestión de segundos.
—Respóndeme —me tomó de la barbilla y aún era incapaz de pronunciar palabra—. ¿O qué? ¿Te gusta lo que ves?
No me había dado cuenta de qué momento lo había empujado lejos de mis rostro para ocultarme en sus suaves y blancas almohadas, con la intención de que no viera lo rojo mis mejillas.
—Bien —rió suavemente—. Será otro día.
Abrió una de las puertas que habían en su habitación y entró. Sí, era un baño personal. Lo escuché darse una ducha y mientras, como si estuviera en mi casa, encendí la televisión y comencé a pasar los canales, pero como ya era casi medianoche, sólo había programación de terror y sexo.
Pasaron varios minutos y lo vi salir con una toalla sujeta a la cintura. Creí que mis sesos explotaron al verlo con las gotas de agua resbalar por su cabello y perderse en esa delicia de músculos.
Abrió la otra puerta de la habitación y entró. ¿En serio? ¿Un armario del tamaño de mi cocina? Sip, en definitiva, ya no me sorprendería nada en ese día.
—Ven, un momento, precioso —solicitó, haciéndome señas con su cabeza.
Obedecí y observé con detenimiento aquel armario. Tenía sus trajes muy bien ordenados y tenía cualquier cantidad de cajones de madera finísima. Él, me recibió con un juego de ropa para dormir.
—Te quedará enorme, pero al menos dormirás cómodo.
Desdoblé la ropa y lo miré incrédulo, levantando mis cejas. ¿Me pondría los pantalones de algún dinosaurio o algo así?
—No tengo de tu talla, incluso la ropa de Dustin te quedaría igual, ¡ja, ja, ja!
—¿Y es-esto, qué? —decidí ignorar el bullying por la forma de mi cuerpo.
—Ve a bañarte. ¿Querías tomar una ducha, no es así?
—Ah... Me da veguenza —le entregué la ropa—. No —estuve apunto de salir de ahí, pero me detuvo, jalándome del brazo. Pero, ¿cómo podía pensar que podía bañarme en su casa?
—A ver, a ver, Ivo —me apretó contra su cuerpo y me sobresalté por sentirlo sin ropa—, entra ahí, toma la ducha que querías, o sino, iré contigo —sus manos se colaron hasta mi trasero y lo apretó con ganas— y te follaré hasta morirme.
No hicieron falta los segundos, para tomar la ropa y encerrarme en el baño. ¿Tanto quería tener sexo? Oh, Dios mío. Sentía, como un extraño calor comenzaba a apoderarse de mí, de sólo pensar en algo más con él.
Pero bueno, ahora había otra cosa más que admirar, como el azulejo que decoraba todo el baño, muebles con múltiples productos de cuidado personal y... ¿Un jacuzzi? ¿De veras?
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Sí, su ropa me quedaba gigantesca, asimilando que, con el suéter, donde debían estar estar mis codos, estaban mis muñecas. Además, tapaba mis muslos a la perfección. Y con el pantalón de tela liviana, era el mismo asunto: me quedaba enorme.
Para finalizar, me coloqué los calcetines y los guantes, y salí.
—Te ves tan lindo usando mi ropa.
Derek ya estaba envuelto en las sábanas, mirándome fijamente. No respondí y sin descaro, me metí a la cama para volver a brincar un poco.
—Me gu-gusta.
—Uf, y te gustará más cuando te haga el amor aquí, precioso.
De inmediato, se colocó encima de mí, para besarme con auténtica pasión, involucrando nuestras lenguas para hacer el contacto aún sactisfactorio de lo que ya era. Aproveché que dirigió su boca a mi cuello para acariciar su espalda, disfrutando de tocarlo a mi antojo y de cómo dejaba una que otra marca en mi piel.
Sin embargo... Terminaría lo que empezamos aquella vez.
Lo empujé e hice que se incorporara hasta tocar el respaldar de la cama. Ahí, sabiendo muy bien lo que debía hacer, tomé las agallas suficientes y suspiré profundamente.
Me oculté en las sábanas y escuché que me preguntó qué rayos sucedía. No hice caso y continué, hasta perderme por completo en aquellas delgadas pero cálidas sábanas.
—Ivo...
Llamó, con algo de temblor en su voz y quitó la sábana de encima. Ahora, estaba con mi cabeza en su entrepierna. Luego, jugando un poco y para hacerlo perder la cabeza, comencé a besar su miembro por sobre la ropa, jalé aquel pequeño cordón del elástico de su pantalón de dormir, para dejarlo simplemente con su entallada ropa interior negra.
Ya no había escapatoria. Ya nadie nos interrumpiría, pero aún así, los nervios me estaban comiendo en vida. Sin embargo, puede reunir el valor suficiente para hablar sin equivocarme, y decir:
—Daddy... ¿Pu-puedo?
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