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❤Capítulo dedicado a:
💕 abtimoon
Anda... Sé que quieres una dedicatoria. 🙈😶💕 Es mi manera de agradecerles todos sus bellos votos y comentarios, así que pídela sin pena alguna, que te mencionaré con todo el gusto. ❤😍😙
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Sabía que todo aquello sucedería. No había que ser muy inteligente para saber que si esa mujer quería quitarle a Vin, era obvio que tampoco iba a dejar que alguien más estuviera con Derek. Sin embargo, la tristeza hizo una terrible aparición en mí. ¿Todo cambiaría si ella llegara? Sí, estaba muy seguro de ello.
Tomé la mano de Derek con fuerza y él lo notó. Como si no estuviera dispuesto a dejarlo ir con aquella mujer que tanto daño le había hecho. Él, respondió al gesto de la misma manera.
—Yo no lo apruebo —continuó, negando con total decepción— y quiero que lo sepan de una buena vez. Pero ya, qué más da. No voy a ponerme a pelear como John. Ambos ya son adultos y sabrán atenerse a las consecuencias.
Dicho esto, levanté la mirada hacia Derek, quien me sonrió forzosamente, como si no tuviera nada más que hacer con sus padres, así que llegué a sentir un poco de pena por él. Porque aunque fuera un adulto, siempre debería recibir el apoyo de sus padres.
—Bien, yo me iré. Al parecer ya no tengo nada que agregar, lo que hice fue interrumpirles la sesión de porno gay.
Derek y yo abrimos la boca, impresionados por ese último comentario. La señora se puso de pie y salió de la oficina con rápidez. Ni siquiera a él le dio un momento para despedirse. Su rostro me indicaba que tenía un lío en la cabeza, estaba estresado. Así que no tuve más opción que disculparme.
—Lo si-siento.
—¿Huh? ¿Por qué?
—Es que peliaron por mi cu-culpa —lo escuché reír de manera tranquila y lo miré confundido.
—Pelearon —dijo y hasta ahí me percaté que lo había dicho mal—. Y no te preocupes, ya había hablado con ella el día que nos besamos por primera vez.
—¿Eh?
—Me vio el mordisco que tenía en el labio, Ivo —¡aaaah! Entonces sí seguía siendo mi culpa—. Tuve que decirle que me besé con la persona más bella de todo el mundo. Ven para acá, joder.
Inmediatamente me tapé el rostro, avergonzado. Luego, no me dio tiempo alguno para responder, pues ya me estaba jalando de la cintura para subirme en su regazo.
—Ya no importa que diga mi madre, precioso —me tomó de la barbilla y sus hermosos ojos miraban los míos—. Ella misma lo dijo: somos adultos. Con mi padre es otro asunto. Aunque si te soy sincero, me habría encantado tener unos padres como los tuyos. Eres muy afortunado de tener una madre como Margot.
Tenía razón. Era demasiado afortunado de haber topado con esa familia. A mi padre lo extrañaba muchísimo, porque siempre me daba consejos para cualquier situación. Pero, debíamos seguir con nuestras vidas con normalidad, aunque ya nada fuera lo mismo.
Era el momento adecuado para darle un fuerte abrazo y fue lo que hice. Me guindé de su cuello, para luego darle un gran beso en la mejilla.
—Dame otro —dijo con picardía e hice caso al instante—. Otro... —volví a obedecer—. Otro...
Pidió de nuevo, pero esta vez, cuando mi boca se dirigió a su mejilla, él corrió el rostro, para así, unir nuestros labios de forma suave y lenta. Deliciosa. Entonces, tomando otra vez la iniciativa, me separé de él y me coloqué a horcajadas suyo. Sus manos viajaban suavemente por mi cintura.
—Así que... ¿La barba me queda bien? —reí. ¿Qué no lo había olvidado?
—Sip —respondí, acariciando su nuca—. Mu-muy bie-bien.
—Quería morirme cuando supe que ustedes dos eran novios.
Y dale otra vez con lo mismo. Definitivamente era ese tipo de persona que nunca olvidaba algo.
Reí, negando un poco.
—Ya pa-pasó.
—¿Lo querías? —asentí y él suspiró.
—Pero ya, ya fue. Pasado.
—Y espero de verdad, que se quede ahí —me dio una nalgada, de esas que tanto me gustaban—. Ya te dije que no me has visto celoso de verdad, Ivo. No provoques a Daddy.
Le mostré mi lengua, e hice una mueca digna de un niño de cinco años.
—¿Por qué mejor no usas tu lengua para chupármela?
Lamió mi cuello y prácticamente me deshice en sus brazos. Un tremendo escalofrío me recorrió por la espalda, haciéndome ocultar el rostro en su hombro.
—Anda, ¿tienes miedo? Harás enojar a Daddy y no te gustará.
—Ya.
Lo jalé del cabello, haciendo que se quejara. Siempre decía ese tipo de cosas que me apenaban al máximo.
—Eres un grosero, precioso. ¿Y bueno? ¿No me la vas a chupar?
Me incorporé de inmediato y apretando mis labios con fuerza, evité que me temblara la mandíbula. Sentía demasiada adrenalina en ese momento, por eso, decidí quitarme de sus piernas y arrodillarme al frente suyo.
—Ey...
Lo tomé del cinturón y lo miré desde abajo. Su expresión no tenía precio. Tenía la cara extremadamente roja y los ojos muy abiertos.
—Ivo, espera... ¿Lo harás?
—Dad-daddy quere, ¿no? —dije, refregando mi rostro en sus gruesas y trabajadas piernas.
Parpadeó muchas veces y rápido, para luego, tragar duro y asentir. Me encantaba ponerlo de esa manera. Él jugaba a ser un macho, pero era todo lo contrario.
Entonces, mis manos temblorosas ya lo estaban deshaciendo del broche de su cinturón.
—Derek vi que mi tía Pa...
¡Ay, noooo! ¡Otra vez nooo!
—¡Mierda Sophie!
Sí. Había entrado con total normalidad, así que no tuve más opción que moverme a toda velocidad detrás del sofá, para ocultarme.
—¡Aaaaaahhhh! —chilló—. ¡¿Te la iba a chupar?!
—Sí, maldita metiche —me volteé, y vi a Derek ponerse de pie y colocarse el cinturón—. ¡¿Por qué entras cuando no lo necesito?!
—Ah, Ivo... Eres un pillín —me señaló, levantando una y otra vez las cejas—. Ay, bueno, no me mires así, Derek —el castaño parecía querer matarla ahí mismo—, yo sólo quería saber qué putas con la tía Paty.
—Largo, Sophie —comentó, él pasándose la mano por la cara—. Me has estropeado el sexo oral.
—Dejaré una cámara algún día —dijo y salió corriendo.
De verdad, a veces no comprendía que decía.
—¿Continuamos? —preguntó, dándome una mirada pervertida y cerrando la puerta con seguro.
—No —me puse de pie y acomodé mi ropa.
—¿Eh? ¿Por qué no? —su sonrisa se borró, dándome una mueca graciosa.
—Es que e-espués interumpen y no —me dirigí a la puerta y abrí— Megor otro día. Mejor —me corregí—. Per-perdón.
—No, Ivo...
Para compensarlo, antes de salir, le mandé un beso en el aire y dejándolo sonriendo, continué con mi trabajo.
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Ya habían pasado días desde aquella interrupción y Derek seguía rogándome que continuara, pero no. No me arresgaría a que nos volvieran a molestar de esa manera.
—Lane, Lane, Lane... —quité la vista de la computadora y la dirigí a la hacia mi lindo castaño—. Apaga eso y vámonos.
—¿Eh? —miré la hora y aún faltaba rato para salir —. ¿Po'qué? Es temparano.
—Temprano.
—Eso.
—¿Qué importa? Es sábado —¿qué clase de jefe era ese?—. Mi hermana quiere conocerte, anda; apaga eso. Te espero en el estacionamiento.
¡Otra vez a su casa! ¡Sí! Ahora, me estaba muriendo de ganas de ir y ver a Vin, pero, ¿conocer a su hermana? Sólo esperaba que ella no fuera igual que el resto de la familia.
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—¡Aaaaahhhh! ¡Me muerooooo! ¡Qué bellos se ven juntos!
Giré sobre mis talones para dirigirme otra vez a la puerta principal y salir de ahí lo más rápido posible. Nos habíamos equivocamos de casa.
—Ey, ey... Espera, Ivo —Derek me detuvo—. ¿Adónde vas?
—¿He-hemana? ¿Ella? —pregunté, señalándola.
Derek asintió, riendo a carcajadas. Era imposible que se comportara tan agradable conmigo.
—¡Hola, hola, Ivo! Soy Kay, estoy encantada de conocerte. Hasta que por fin Iván me lo permitió.
—¿Eh? —¿quién demonios era Iván?
—¡Mierda, Kay! —exclamó—. ¡Qué no me gusta ese nombre!
Oh, no podía creerlo. Hasta nuestros nombres se parecían. Estábamos destinados a estar juntos.
Reí para mis adentros por aquella ocurrencia. Al menos era feliz así, pensado eso.
—Cállate, pendejo. Que aún deberías disculparte con él por ser taaaan idiota —le dio un golpe en la cabeza y acercándose a mí, me tomó de las manos—. Cariño, lamento que mi hermano te haya hablado mal aquella vez, aunque no apruebo que lo perdonaras.
¿En qué momento había conseguido toda esa información? Me estaba poniendo más nervioso, y mi sonrisa se lo hizo notar.
—Me alegra poder conocer a quien hace feliz a mi hermano.
Era al revés.
Él me hacía feliz a mí.
—Y tranquilo. Puedes hablar con total libertad, ¿está bien? —asentí varias veces.
Era una mujer bastante linda, sus características físicas encajaban a la perfección con las de la madre. Su cabello era largo y brillante, tenía la nariz respingada y unos lindos lunares adornaban su mejilla derecha.
—¿Empezamos la terapia?
—¿Qué? ¿Tera-rapia?
—¡Perfecto! —ni siquiera había dicho que sí, pero ella se mostró feliz—. Usaré tu oficina, Derek.
—Ah, okey —dijo y se acercó a mí—. Con confianza, ¿de acuerdo? Si necesitas algo, dímelo, o a Ilse o Sylvio, que para eso están aquí —me acarició los hombros y me regaló un beso en la nariz, sin pena alguna de su hermana—. Además, pronto te llevaré... —se acercó a mi oído y susurró—: un poco de pastel.
Dicho esto sin darme chance de contestar, la hermana ya me estaba empujando escaleras arriba. Esa área era más personal, pero aún así, estaba emocionado. Entramos a una gran oficina de similiar tamaño a la de la empresa.
—Estudiaremos aquí, ¿te parece?
Claro que los enormes libreros no podían faltar. A simple vista era un lugar muy acogedor y digno de un mafioso, con toda la elegancia añadida. Varios sofás, una alfombra enorme y una mesa especial con varias jarras de alcohol.
—Eh... Per-perdón, pero, ¿qué? ¿Etudiar qué?
—Derek me pidió que te ayudara con tu disfasia. Y te digo que una vez que no sientas vergüenza, ¿vale? Soy profesora, ¿él te lo dijo, no? —volví a asentir—. Bueno, tengo la paciencia necesaria para hacer unas pequeñas terapias.
Había olvidado que ella me ayudaría una vez saliera de sus asuntos legales. Ahora estaba muy confundido. Pocas veces había estado con un terapéuta de lenguaje y lo dejé porque siempre eran groseros. Así que tenía un poco de miedo.
—Ven, siéntate —obedecí, sentándome al frente suyo—. ¿Puedo hacerte una pregunta, Ivo?
—Cla-claro.
Ella encendió la computadora y sacó de un cajón, varias tarjetas de distintos colores pasteles, para luego mirarme a los ojos y cuestionar:
—¿Por qué usas guantes todo el tiempo?
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