Jackson

By ligtning5

12.1K 1.1K 171

Segundo libro de la trilogía El Campamento En este libro te meterás en la vida de Jackson Lee Tremblay antes... More

Introducción
Capítulo 1: El Mal Día
Capítulo 2: La Pelea
Capítulo 3: La Cacería de Camellos
Capítulo 4: El Dibujo
Capítulo 5: El Pozo
Capítulo 6: Juntos, pero sin Amor
Capítulo 7: Volver a Casa
Capítulo 9: El Hacha
Capítulo 10: La Lista de las Discotecas
Capítulo 11: El Callejón
Capítulo 12: Reputación
Capítulo 13: La Chica de Amadeus
Capítulo 14: El Asesinato de Robert Shelby
Capítulo 15: El Árbol
Capítulo 16: El Plan Secreto
Capítulo 17: El Tío
Capítulo 18: El Mundo
Capítulo 19: La Espada
Capítulo 20: Erikson
Capítulo 21: El Mensaje
Capítulo 22: El Seudónimo
Capítulo 23: El Fugitivo
Capítulo 24: El Video
Capítulo 25: Trato Nuevo
Capítulo 26: El Restaurante
Capítulo 27: El Bolso
Capítulo 28: Los Hermanos Lovren
Capítulo 29: Rodeados
Capítulo 30: El Chico de los Libros
Capítulo 31: El Nido de Serpientes
Capítulo 32: El Ángel
Capítulo 33: Lluvia de Dinero
Capítulo 34: La Muerte Joven
Capítulo 35: El Altar
Capítulo 36: La Junta Directiva
Capítulo 37: Después de Erikson

Capítulo 8: El Poema

340 26 2
By ligtning5


La misma tarde después de que me agarrara a los golpes con Phil, me fui directo a la Academia. Esperaba una llamada de mi mamá o un mensaje en letras mayúsculas reprendiéndome por lo que pasó hoy, pero nada. Tal vez no la llamaron, probablemente el director se compadeció de mí.

El entrenamiento de hoy fue mortal. Nos hicieron entrenar afuera, cerca de la arboleda que rodeaba la Sede. Teníamos que saltar vallas, trepar árboles y correr mucho. Lucas y Bill se colocaron lo más lejos posible de mí durante el circuito. Terminé muerto y aún no nombraba el hambre que me había dado.

Íbamos saliendo de la Academia con Becca cuando un guardia me detuvo cerca de la puerta.

—¿Jackson Lee Tremblay?—me preguntó el guardia y asentí con la cabeza—Qué bien, la Directora ha pedido que la vaya a ver a su oficina.

El guardia se alejó y Becca me miró preocupada.

—¿Será por la pelea de esta mañana?—me preguntó.

—Y sí ¿por qué más sería?—bufé—¿Me acompañas?

Ella abrió la boca y trató de decir algo, pero terminó negando con la cabeza.

—Estoy un poco apurada por llegar a mi casa—explicó un poco nerviosa—Avísame cuando salgas.

Me quedé observándola hasta que salió por la puerta de la Academia. La única amiga que me quedaba y ahora también empieza a actuar raro. Me subí al ascensor practicando mentalmente mi defensa. Aunque no sé para qué me esforzaba en planear una si cada vez que abro la boca me olvido de todo lo que iba a decir y termino emitiendo algún sonido parecido a una palabra. Al bajar del ascensor, caminé perezosamente hacia la puerta de la oficina y la secretaria se me colgó de los tobillos como un caniche molesto.

—Disculpa ¿tienes cita? Porque si no, no puedes pasar—dijo ella con su falsa sonrisa.

Me quedé observándola incrédulo ¿acaso Natalie no se comunica con su secretaria?

—Te verías más joven sin el rodete—comenté.

La secretaria me miró con los ojos desorbitados y se colocó las manos sobre el cabello. Es que no entendía por qué se peinaba así, no tenía mucho más de veinticinco de años, ni Natalie se arreglaba de esa forma tan anticuada.

—No volveré a advertirte, necesitas cita—recalcó.

La puerta del despacho se abrió bruscamente y la secretaria pegó un brinco. Natalie asomó la cabeza como furia y me clavó la mirada.

—Yo lo llamé—aclaró Natalie—Dorothy, puedes volver a tu trabajo. ¡Y tú ven aquí!—me miró enojada.

Dorothy me miró desafiante mientras volvía a tomar asiento detrás de su escritorio. Debe estar gozando de mi miedo.

Entré a la oficina preparado para recibir golpes. Natalie cerró la puerta detrás de mí y ya me la imaginaba sacándose un zapato para tirármelo por la cabeza. Sin embargo, ella se quedó parada frente a mí con los brazos cruzados. Me senté sobre el sillón y como mi hambre era mayor que mi temor, me atreví a tomar una manzana del jarro.

—¿Desde cuándo me llama el director avisándome que mi ahijado se agarra a los golpes con otro alumno en medio del patio?—preguntó con tono de reprenda.

—Se lo merecía—me expliqué mientras masticaba la manzana.

—Esta es la primera y última vez que te advierto que más te vale que no vuelva a pasar—decía mientras me señalaba con el dedo acusador—Y tienes mucha suerte de que mi número figure como el principal porque si tu madre se llega a enterar de esto te va a dar para que tengas.

—¿Le vas a decir?—pregunté asustado.

—Se lo vas a contar tú—espetó. Al menos si se lo contaba yo podría darle mi versión de los hechos—Ya tienes casi dieciocho años, no puedes seguir portándote así...—Mi oído se apagó apenas Natalie comenzó a hablar de que ya casi era mayor de edad y bla bla bla. Mi vista se fijó en el escritorio y comencé a pensar en su contenido. Apuesto a que ahí deben estar los expedientes del caso Ivar Erikson. Ese escritorio era una tentación, sentía que ese caso me pertenecía y no soportaba que alguien más se estuviese haciendo cargo de él—¿Me entendiste?

—¿Eh?...sí, sí—me apresuré a responder y aparté rápidamente la vista del escritorio.

Natalie miró su reloj y maldijo en silencio.

—Por retarte se me está haciendo tarde para mi reunión con la Junta Directiva—se quejó—¡Vamos!—me hizo señas para que me levantara del sillón.

Salí junto con Natalie de la oficina, jamás me dejaría quedarme allí, así que entré al elevador con ella. Nos bajamos en la planta baja, sólo que ella se desvió hacia un pasillo y yo esperé a perderla de vista. Otra vez volví a subirme al ascensor y marqué el número del piso de la oficina de Natalie. Apenas llegué ahí, la secretaria soltó un bufido al verme llegar.

—Olvidé mi teléfono—le dije a la secretaria.

—Entra rápido—gruñó.

Me adentré a la oficina y cerré la puerta. Ataqué el escritorio de Natalie y comencé a revisar papeles. No había nada allí sobre lo que buscaba. Se me ocurrió revisar los cajones, los cuales Natalie mantenía bajo llave. Agarré la lámpara que estaba sobre el escritorio y la levanté para despegarle la llave que estaba debajo de ella. Ser observador me facilitaba muchas cosas. Usé la llave para abrir el cajón y allí encontré el expediente que buscaba. Lo saqué del cajón y lo hojeé. Mi dibujo estaba allí, también había una foto de las pastillas de éxtasis y otras drogas como la metanfetamina que Erikson producía. En una de las páginas pude leer que el encargado del análisis de la droga era Patrick Lee, mi padre. Otra de las páginas nombraba al camello que desapareció, Robert Shelby y su informe. Aún no habían encontrado el cuerpo, sólo decía que un testigo—yo—vio que lo habían matado. Parecía una burla este expediente. Pero algo sí que me dejó impactado, un chico de veinte años, Martin Holt, ahora mismo se encontraba internado en coma por consumir una pastilla de éxtasis que aparentemente compró a las serpientes. Según lo que leo, están tratando de averiguar qué contenía la pastilla que compró. La droga principal de éxtasis es el MDMA, pero a veces suelen contener anfetaminas como el PMA o Dr. Muerte, que suele ser confundido con éxtasis, o sustancias parecidas al MDMA. Por lo tanto, la mayoría de las veces, quien consume el éxtasis no conoce las sustancias que lo componen. Lo más posible que le haya pasado a este chico es que su cuerpo no haya aceptado la pastilla, que hubiera tenido una sobredosis o algún golpe de calor. Además, es muy posible que este chico haya mezclado la droga con alcohol y el resultado fue mortal. Luego vi la lista de sospechosos, era bastante grande, Jordi, el camello que me ayudó, estaba ahí. Era uno de los principales ya que se lo conoce como vendedor habitual de Amadeus. Los demás sospechosos eran todos camellos o gente a la que aparentemente Shelby le debía dinero. No había más información que esa. Al parecer, el grupo de genios aún no sabe que eran cuatro serpientes, que Ivar Erikson es una persona y que usan vestimentas distintivas. Tenía ventaja sobre ellos, yo tenía la pastilla de éxtasis, ellos no. Aunque ahora que había leído estos expedientes no estaba tan seguro de qué era lo que debía hacer con la pastilla.

Cerré los expedientes y los volví a guardar en el cajón, cerrando con llave. Al levantarme del suelo, me apoyé en el escritorio y me encontré con una foto de Natalie y un hombre al que no conocía cuando eran más jóvenes. Natalie era hermosa de joven, lo seguía siendo con el pasar de los años, era como si la vejez no le llegara nunca. En el mismo marco de la foto había un diminuto sobre, miré hacia la puerta, no sentía a la secretaria. Ese sobre siempre estaba reposando en esa foto y nunca tuve la oportunidad de saber que era. Finalmente, la curiosidad me ganó y agarré el sobre. "Benji Crawford y Natalie Humphrey, 1985" Será ese "amor de su juventud" del que Natalie siempre habla.

Al salir de la oficina, Dorothy me miró de arriba abajo como tratando de ver si no me robé algo.

—¿Encontraste lo que querías?—me preguntó sospechosa.

—Sí, gracias—respondí mostrándole el teléfono y caminé rápido hacia el elevador.

Al subir allí, le sonreí nuevamente a la secretaria, quien me miraba como si quisiese asesinarme. Presioné rápido el botón de la planta baja. Cuando llegué a destino, me encaminé hacia la salida de la Academia. En ese momento venía entrando Gabriel Blanchard. Él volteó hacia mí y me miró burlesco.

—¿Te expulsaron, Lee?—se burló. No contesté porque no pensaba meterme en dos peleas el mismo día—¿Qué pasa que estás tan callado? ¿No eres tan valiente ahora que no tienes amigos?

Volteé hacia él con unas horribles ganas de agarrarlo del cuello, sin embargo él ya estaba entrando a la Academia. ¿Y él cómo sabía que estábamos peleados? Lo detestaba y él a nosotros, era una pelea que había durado toda la vida. Blanchard siempre se creyó el mejor porque su tatarabuelo había sido parte de la Junta Directiva.

—¡Jackson! ¡Jackson!—me llamó alguien desde atrás. Volteé y me encontré a Tim corriendo escaleras abajo. ¿Qué acaso no le bastaba con haberme metido en problemas esta mañana?—Jack...son—dijo tratando de recuperar el aliento—Te busqué por toda la Academia.

—¿Para...?—pregunté.

—Dijiste que hoy me ibas a ayudar a entrenar—explicó.

Por dios, el mocoso tenía razón y yo me había olvidado. Supongo que hoy no llegaré a casa temprano.

—Eh..sí, vamos entonces—respondí.

Nos encaminamos hacia la sala de entrenamiento, la cual estaba totalmente vacía porque todos los alumnos ya se habían ido.

—¿Podemos practicar puntería?—preguntó Tim emocionado.

—No—respondí—Dado lo que pasó esta mañana, te enseñaré combate.

Tim no parecía muy emocionado con aprender combate. Llegamos a la sala y acomodamos nuestras cosas. Los primeros cuarenta minutos me la pasé enseñándole los movimientos. Tim ya sabía algunos por las pocas clases que llevaba entrenando, pero le hacía falta pulir esos movimientos, no tenía fuerza ni ganas, dudo seriamente que pueda terminar de entrenarlo. Luego busqué un saco de boxeo rojo y lo puse delante de Tim.

—Creí que habíamos terminado—dijo agotado.

—Recién empezamos—espeté y lo arrastré hasta el saco de boxeo—Ahora empieza la clase real. Vas a imaginar que ese saco rojo y enorme es Angus Davis y lo golpearás.

Tim, al escuchar ese nombre pareció estremecerse de pies a cabeza.

—No olvides que él también tiene tu cuaderno—le recordé a Tim y le mostré el cuaderno rojo que Angus le había quitado esta mañana.

—¿De dónde lo sacaste?—preguntó Tim sorprendido.

—Luego trabajaremos en tus reflejos ¡Ahora golpea a ese saco rojo si lo quieres recuperar!—le ordené.

Tim se puso en posición para comenzar a golpear y yo empecé a darle las órdenes de lo que tenía que hacer.

—¡Con más fuerza esos upper!—le grité desde las gradas.

Apoyé la espalda sobre la pared y le eché un vistazo al libro de Tim. Era un cuaderno de dibujos, Tim dibujaba muy bien. Además, detrás de cada dibujo había un poema. Me quedé leyendo uno de ellos al que Tim había titulado " El Poder de Soñar":

Joyas de la juventud,

Única esperanza de la humanidad,

Velarán por la plenitud

En un camino lleno de oscuridad

Ni el odio ni los rencores

Impregnados de inseguridad

Limitarán la expresión de los soñadores.

Levanté la vista del cuaderno antes de que Tim se diera cuenta de que se lo estaba leyendo. Me di cuenta de que él no pertenecía aquí desde el momento en que lo vi. Ahora mismo Tim debería estar en una academia de literatura o de arte, no golpeando un saco. Estaba desperdiciando tiempo y talento aquí.

Luego de ver esto sentía lástima por él. En realidad me veía a mí mismo reflejado en él porque en mi caso, mis problemas familiares y económicos no me permitían seguir estudiando lo que yo quería y en su caso, eran sus padres los que lo obligaban a estar aquí.

—Creo que ya es suficiente—le dije a Tim.

—¡Al fin! Creo que ya estoy listo para que me asalten—comentó feliz, haciéndome reír.

—Trata de que no te asalten, por favor—bromeé—¿A dónde irás ahora?

—Al laboratorio, mis padres salen en un rato—explicó.

Me despedí de Tim y ambos tomamos caminos opuestos. Cuando bajé las escaleras de la entrada, vi a Blanchard salir del costado del edificio. Allí no había mucho, sólo una arboleda que conducía al jardín trasero de la Sede. Blanchard nunca anda en nada bueno, me pregunto qué andará haciendo solo a estas horas, las clases habían terminado hacía casi dos horas. Luego vi que estaba hablando con alguien, entonces no estaba solo. Me escondí detrás de un arbusto y me quedé observando lo que hacía. Al rato salió una chica y Blanchard le tomó la mano y la besó. Rodé los ojos y salí de ahí, lo único sospechoso en todo esto es quién podría ser tan masoquista de meterse con alguien como Blanchard. Aunque pensándolo bien, las mujeres son capaces de volverse tontas por un desgraciado.

Continue Reading

You'll Also Like

73.3K 6.3K 28
Becky llega a la Universidad con su novia friend Y le toca sentarse con freen Qué es una chica interosexual Y tiene fama De usar a las chicas pero po...
94.6K 6.1K 68
Lexa Lockwood, una chica normal que se muda a la casa de sus tíos, huyendo de un momento doloroso de su pasado tratando de rehacer su vida lo más nor...
498K 24.7K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
155K 9.9K 48
Sigue leyendo esta historia en DREAME ¡ME APOYARIAS MUCHO! -¡Eres un monstruo!- grito sin poder aguantar mis lágrimas. -No querida, soy tu peor pesad...