Los ya adentró del auto, Adrien mira a la azabache y le da indicación de abrochar el cinturón.
Sin embargo el cinturón de la azabache estaba atorado.
—No puedo — dijo la azabache, en un tono de berrinche, mientras hacía inconscientemente un puchero, lo cual sorprendió al Rubio.
—Como se puede ver tan adorable — piensa el Oji-verde —Te ayudó — ofrece Adrien, acercándose a Marinette, quedando a centímetros de sus rostros.
—Sus labios...—piensan ambos, mirando sus labios, inconcienteme se los humedecen.
Adrien es el primero en apartar la mirada, jalando con fuerza el cinturón, colocándoselo a la azabache, para luego separarse y volver a su posición inicial.
El Oji-verde inserta las llaves, prendiendo el motor para dar inició a su pequeño viaje. El silenció reinaba, era un poco incómodo para ambos, así que sin más la azabache se arma de valor e inicia una plática, siendo correspondida, contando anécdotas divertidas, creando un ambiente agradable.
—Me encanta su sonrisa — vuelven a pensar ambos.
Llegando a su destino, la empresa "Bourgeois". Ambos salen del auto, caminando hacia la entrada, hasta que un sonido los hizo detenerse, el celular de Adrien sonada.
El Oji-verde al ver de quien se trataba, le da indicación a la azabache de que lo esperé, recibiendo un asentimiento, mientras él se va a otro lado a contestar su llamada.
Después de unos segundos, Adrien regresa con una cara de pocos amigos.
— Señor Adrien, ¿está todo en orden? — Preguntó preocupada la azabache
—¿Ocurrió algo malo?—volvió a preguntar.
— No se meta en asuntos que no le correspondan Señorita Marínette —responde brusco— Mejor camine que se nos hace tarde.
—Si señor... Adrien.. —finalizó para seguir los pasos de su Jefe.
[...]
— Todo ha sido un éxito Señor Adrien — dijo el señor Bourgeois con una radiante sonrisa.
—Se lo dije Señor Bourgeois—respondió Adrien.
—Le agradezco su presencia Señor Adrien—agradece — Un saludo a su padre, pensé que él vendría también.
—Me dijo que lo disculpara por no poder asistir a la reunión.
—¿Todo bien?.
— Se presentaron unos asuntos y mi padre lo está resolviendo — explica el Rubio—esperó y pueda comprender.
—Claro que si Adrien, cualquier cosa las puertas de está empresa están abiertas para ustedes— dijo el señor Bourgeois, estrechando la mano con Adrien — Fue un placer señor Adrien.
—Señor Bourgeois.
[...]
Ambos estaban en la oficina, Adrien recargado al escritorio, mirando fijamente a la azabache, quien se encontraba sumida con sus anotaciones en la tablet que sostenía en sus manos.
—Necesito un informe de las inversiones de Italia y China — informó Adrien, acercándose a la azabache.
—De acuerdo — musito ella, anotando lo pedido, sin notar las intenciones de su jefe, quien se posó atrás de ella
— ¿Algo más?— preguntó, sumida en el aparato, dando un pequeño brinco al sentir unas fuertes manos apresando su cintura, logrando estremecerse al sentir la respiración del Oji-verde en su nuca.
—Necesito urgentemente Cachemira —murmura en su oreja.
—¿Cachemira?.
—Es una de las lanas de cabra más escasas y extrañas del mundo y a su vez una de las más valoradas —explicó Adrien, pegando más su cuerpo con la azabache — Es suave al tacto — lame su oreja— sedosa, ligera y tiene buen aislante térmico.
—Ha de valer una gran cantidad — habla bajo la azabache, siendo escuchada claramente por el Rubio, quien estaba apegado a ella.
—Por sus características y su escasez su precio es relativamente elevado, comparado con el de otras fibras.
— Y por ello usarla es muestra de clase, lujo y distinción—dijo nerviosa.
— Exacto Señorita Marinette —sonríe —La cachemira pura se puede teñir y girar en hilos, después se pueden tejer guantes , calcetines y otras prendas de vestir — comenta el oji-verde, llevando una de sus manos para comenzar acariciar la mejilla rojiza de la azabache — También se puede tejer en telas que luego serán cortadas y ensambladas en prendas como abrigos, chaquetas, pantalones, pijamas , bufandas, mantas y otros artículos.
–E-entiendo. ¿Necesita algo más?—pregunta, intentando apartarse de su jefe, siendo imposible por la fuerza que aplica Adrien.
—Si necesito algo más– dijo, volteando a su empleada, para así quedar de frente a frente, los dos estaban muy cerca de tocar sus labios, sus respiraciones chocaban — Necesito uno de sus besos Señorita Marinette— murmura.
—Qu...—fue callada por los labios del Rubio.
La azabache sorprendida, mira a su jefe, éste mantenia los ojos cerrando, acariciando los labios de la ella, dando cortos besos, la Oji-azul poco a poco empieza a cerrar sus ojos y dejarse llevar, correspondiendo el beso con torpeza, fue algo lindo como sus labios fueron sincronizando, encajaban perfectamente.
Pero todo tiene un fin, Adrien al darse cuenta, se separa inmediatamente de una azabache sonrojada.
—Puede retirarse —dijo serio, sin mirarla — necesitó lo pedido.
—De acuerdo Señor Adrien con permiso — finalizó para luego salir de la oficina.
—¡Que demonios te ocurre!— dijo, dando un fuerte golpe en el escritorio —No puedes, te prohíbo fijarte en esa mujer, no esta a tu nivel serías la burla —se dijo así mismo, revolviéndose el cabello — Solo es atracción, el deseó solamente, por no tener una mujer y estrés del trabajo, si sólo eso—dijo tratándose de convencer.
[...]
Ahí estaba Adrien sentado tocándose los labios...
—Adrien.
Recordando el dulce beso, sintiendo una corriente eléctrica cuando junto los labios con aquella mujer que ahora no podía sacarla de su mente, deseaba volver a besarla..
—¡Adrien!.
—¿Q-que sucede?.
—¡No me prestaste atención!—reclama.
—Lo siento Padre—se disculpa— estaba pensando en unos asuntos de la oficina—miente.
—Necesitó que estés concentrado — lo fulmina — como decía, Vigogne realizada con 150km de hilo por kilo de tela, llegando a costar 3.500€/M — informa.
—El costó por metro de una tela suele ser bastante caro, cuando la tela es buena.
—Desde 30 euros el metro que puede llegar a costar un tafetán fino hasta los...
—500 el metro, cuando se trata de un encaje de alta costura— murmura con aburrimiento.
—Exacto Adrien, además de que........
Adrien ya no escuchaba a su padre, su mente estaba en el recuerdo del beso.
Ya no aguantaba más la necesitaba.
—Joder —suspira— Señorita Marinette odio pensar todo el tiempo en usted —dice frustrado —lo detesto.
[...]
—Hola Marinette nos volvemos a encontrar.
—Hola—saluda— un gusto volverte a ver.
—Ahora dime —sostiene su mano—
¿Serias tan amable de aceptar una salida conmigo?.
—...
Hiro Agreste.