《No Me Agrada Tu Ropa》

10.5K 593 244
                                    


No entiendo está obsesión que se ha generado en tan poco tiempo, lo pienso y es totalmente absurdo, no entiendo.
Usted me podría decir, ¿por qué tengo la necesidad de querer fundirme en su boca?. El anhelo de tocar, lamer y morder sus labios me consume señorita Dupain .

La primera vez que probé de ellos, el simple toqué mi hipnotizo y ahora no puedo simplemente borrarlos de mi mente.

Y ahora....Está delante de mi, con sus ojos dilatados y su dulce boca siendo devorada por mi, no puede negar que lo está disfrutando, ambos estamos disfrutando de la cercanía de nuestros cuerpos.

No sé que paso...Nosotros nos encontrábamos sentados, tú con una sonrisa resplandeciente por escuchar la melodía que producía el instrumento, esa sonrisa tan hermosa y inocente, sin duda eso me hipnotizo por completo, olvide todo y me concentré en la curva que creaban sus finos labios y en un simple pestañeo, la tengo sentada arriba del gran piano jadeando por mis caricias, yo entre sus piernas las cuales me apresan de la cintura, escuchando como sus dulces gemidos se ahogaban en mi boca.


—Se-señor.. ah~.



No hables, no digas nada.



—Ah~—jadea— Se- Señor A-Adrien— lo llama— por favor~... Su-suelte me — musita la azabache, tratándo de separarse.

¿Por qué pides que me alejé?,¿por qué tratas de separarme? cuando claramente ambos lo deseamos.


—Adrien...¡Señor!.


No quiero apartarme...


—¡Su-suelteme!


No...

—¡Basta!.



¿Por qué te separas de mi?







¿Por qué te vas?







Me tienes miedo.


Ahí se encontraba el Oji-verde, recargado en el piano, con la camisa abierta dejando su abdomen al descubierto, su rostro no expresaba nada, estaba neutra sus ojos verdes miraban fijamente la puerta, misma donde había salido corriendo la azabache, una sonrisa florece en sus labios.




Marínette....







[...]





—Entonces que dice, ¿acepta?— habla el Oji-verde, esperando la respuesta del vejete.

—Me parece perfecto, aceptó la propuesta, sera un placer trabajar con usted Señor Adrien.

—Lo mismo digo señor, esto beneficiará a ambas empresas, se expandirá y tendremos nuevos compradores.

—Es increíble — le dice al Oji-verde, para luego posar su mirada en el hombre quien se mantuvo serio toda la junta — Es admirable ver como tú hijo sabe manejar muy bien la empresa.

—Es un Agreste — respondio con una sonrisa de arrogancia.

Adrien cansado de la junta, decide intervenir para poder terminar con todo eso y poder ir a descansar un rato.

—Ahora que todo está claro, me retiró tengo unos asuntos que resolver, fue un gustó poder conocerlo además de hacer tratos con usted señor — dice el Oji-verde, para luego mirar a su padre.

—Adrien necesito hablar contigo, te veo en mi oficina más tarde.

—De acuerdo, con permiso.

—Adiós señor Agreste —Se despide la azabache quien se mantuvo en silencio toda la junta.





[...]


Adrien caminaba por el corredor con un traje color negro, un poco ajustado, marcando su bien trabajado cuerpo, su cabello estaba muy bien peinado hacia atrás, desprendía un aura de superioridad, seguro de sus pasos, ignorando las nada discretas miradas de las empleadas que rogaban por un poco de su atención, manteniendo su cara neutra que tanto lo caracterizaba, mientras atrás de él, se encontraba una azabache con la mirada abajo, siguiendo sus pasos con cierto sonrojo en su rostro.

—¿Que falta? — Pregunta el Oji-verde.

—Tiene otra junta en una hora con el señor Bourgeois, además falta revisar los contratos y no ha llegado la carga de las telas que se mandaron a pedir para la e...—fue interrumpida por su jefe
— La junta con el Señor Bourgeois será en su empresa, lo demás más tarde lo reviso, en éste momento el asunto que me interesa eres tú..

—¿Que?, ¿por qué?, ¿hice algo inapropiado?, si fue así pido una disculpa — dijo sin hacer contacto visual con su jefe.

—Basta— ordena — No me gusta su atuendo —suspira— no pienso llevarla a esa reunión vestida de esa manera.

—¿Pero que tiene de malo mi atuendo?—pregunta la Oji-azul un poco molesta, fijando su vista a su jefe quien la miraba fijamente.

—Es muy aburrido y no tiene nada de estilo— sincero el Rubio—  que no sé te olvide que trabajas para una empresa muy importante y de moda.

En ese momento una mujer llega.
—Señor Adrien me mando a llamar...



[...]






—Te vez bien — hablo sin apartar la mirada del cuerpo bien definido de la azabache, ese vestido negro le ajustaba muy bien y ni hablar de su pequeña cintura que se marcaba, el Oji-verde casi babea al ver sus piernas, sin duda una imagen mental que conservaría por mucho tiempo.¹

—No me gusta — musito la azabache.

—No me importa, vámonos.






[...]





—No me gusta salir a la calle vestida de ésta manera —hablo incómoda la Oji-azul, tratándo de cubrirse un poco con sus manos.

—Me gusta, te ves bien —dijo el Rubio, ignorando por completo el color carmis que adornaban en las mejillas de su empleada.

—Gra.. Gracias, pe-pero yo...—fue interrumpida por unos hombres que pasaban caminando, quienes se la estaban comiéndo con la mirada.
Ellos sin perder el tiempo comenzaron a decirle y gritarle piropos.

—¡Hermosa!

—Dame tú número muñeca.

—Tanta carne y yo chimuelo.

El Rubio al ver las miradas de éstos, se puso enfrente de la azabache, cubriéndola, mientras fulminaba con la mirada a los sujetos.

—Tienes razón... No me gusta..
prefiero la que traías.

—¿eh?






Hiro Agreste.

I Love My Secretary Where stories live. Discover now