P.D. I Love U

By RasenRouge

6.6K 640 365

Su relación se encontraba en el mejor momento posible. Habían pasado por tantas experiencias juntos que no cr... More

Capítulo 111: Nuevo Enfoque
Capítulo 112: La doble moral de la fama
Capítulo 113: Todo queda entre hermanos
Capítulo 114: Las cosas no siempre son como parecen ser
Capítulo 115: Quedarse sin aire
Capítulo 116: Tú y yo
Capítulo 117: Ella es un peligro para la sociedad
Capítulo 118: Más que acciones
Capítulo 119: Reflexiones
Capítulo 120: Los chicos y sus crisis existenciales
Capítulo 121: Pesadilla
Capítulo 122: Actos y consecuencias
Capítulo 123: Todos obtienen lo que se merecen
Capítulo 124-125: Si no quieres permanecer
Capítulo 126: La distancia que nos separa
Capítulo 127: Parce que Je t'aime
Capítulo 128: Amistad única e irremplazable
Capítulo 129: Saliendo de la rutina
Capítulo 130: Por nosotros, por ellas, por nuestro orgullo
Capítulo 131: La vida se trata de apuestas
Capítulo 132: Dulce Venganza
Capítulo 133: Al gusto de cada uno
Capítulo 134: Fuera de personaje
Capítulo 135: Es como estar en familia
Capítulo 136: Rivalidades arbitrarias
Capítulo 137: Lo bueno dentro de lo malo
Capítulo 138: De esto se trata la vida
Capítulo 139: Nuevo enfoque
Capítulo 140:
Capítulo 141: Balada
Capítulo 142: Nuestros errores
Capítulo 144: Un Hasta Pronto
Capítulo 145: Promesa

Capítulo 143:...You were...

110 15 2
By RasenRouge

  Mientras algunos disfrutan de sus vacaciones de semana santa, otras personas decidimos ponernos a actualizar historias pendientes antes de desaparecer por otra temporada XD Y bueno, para quienes estuvieron esperando ansiosamente la charla entre Axelle y Hadrien, pues aquí la tienen C': Espero haya quedado tan emotiva como pienso que salió. Ya me lo dirán cuando lean. Y, por cierto, para terminar de destrozar sus corazones...A este fic le queda poco para ver su cierre definitivo. Ahora sí, ¡disfruten la lectura y buen inicio de semana! 

*-*-*-*-*

—¿Seguro que has elegido la opción correcta, Daiki? —preguntó con preocupación notoria el italiano. Apenas y se habían alejado de aquella dispensadora de bebidas.

—¿Qué otra cosa podría haber hecho? Él iba a hablar con ella quisiera o no.

—Pero pudiste haber sido el primero en decirle lo que querías —estableció, viéndole de reojo.

—¿No deberías estar preocupándote más por tu amigo? —sus reacciones le extrañaban mucho.

—Hadrien tiene a Kai en estos momentos de apoyo, pero...tú no tienes a nadie en concreto —siseó, mirando en otra dirección. Pronto se toparían con un pequeño restaurante con mesas al aire libre.

—No lo necesito —chisteó.

—¿Estás completamente seguro de ello? Hacerte el duro no impresionará a las mujeres, Aomine —habló el peli rosa. Ambos cesaron sus pasos de golpe. Empezaban a creer en que las coincidencias de la vida existían y no les hacía ni puñetera gracia.

—De los que podría toparme, son justamente ustedes dos —sus celestes ojos solamente tenían atención para el blondo que yacía al lado del inglés. Parece que se escaparon para comprar café y unos panecillos.

—Tomemos un poco de café. Todavía hay tiempo —indudablemente las palabras de ese hombre poseían una doble connotación, pero él jamás lo confesaría abiertamente—. Si no lo hacen no podrán jugar este verano —ninguno de esos dos lo cuestionó y tomó asiento rápidamente.

—Están bien adiestrados, Craig —se burlaba animadamente Tatsuhisa.

—Pidan lo que quieran, yo invito —decía casual el inglés, tras tomar asiento junto con el blondo.

—Ah, gracias —Turletti tomó el menú entre sus manos, curioseando para pedir lo primero que sus ojos cacharan.

—¿Podrías dejar de verme con ese semblante de odio puro, Aomine? Hasta donde yo tengo entendido limamos asperezas hace casi tres meses atrás —mencionó con ese desechaba en manos. Su café aún estaba demasiado caliente para poderlo beber—. Pero indudablemente sé que preferirías que hubiera sido yo el que pidiera hablar con ella, no él...

—Kai, abstente de lanzar comentarios mordaces hacia él, al menos hasta que todo esto haya pasado —recomendaba Craig.

—Así que estás pendiente de todo, ¿no? —bromeó Marko.

—Las cosas siempre serán más fáciles de apreciar desde afuera, cuando no estás involucrado... Lo que en verdad me sorprende es que haya decidido dar ese paso —inevitablemente su bermellón mirada se puso en el único que pudo haber intervenido para ello.

—¿Qué? ¿Hay algo malo en que le dé consejos a las personas? —soltó con fingido drama el blondo—. Yo no lo obligué a nada.

—Como sea. Les pediré a ambos que dejen su comportamiento infantil a un lado y que sean conscientes de la situación —allí las peticiones de Craig eran absolutas o se abstendrían a las consecuencias—. Así que espero que estés a la altura del reto, Aomine.

—...Tsk...Hablan como si esto fuera a terminar desastrosamente mal...—una parte sabía que así iba a ser, pero la otra, la más consciente y dominante le apartaba de esa mentalidad fatalista.

—Temas como esto nunca terminarán bien —avisó escurridizamente el rubio—. Sabes lo que ocurrirá en el momento en que la veas, pero no quieres aceptar que ella se pondrá tan mal por otra persona que no seas tú y con quien ha pasado la mayor parte de su tiempo...Tienes miedo de que ella lo elija a él sobre ti —no había ni una pizca de amabilidad en sus palabras, ni una mínima. Hablaba en serio y le importaba poco que el moreno hubiera respondido de esa manera tan agresiva.

—¡Ey, cálmense ustedes dos! —Daiki se había puesto de pie, furioso. Y si no le ponía la mano encima a cierto boca suelta era porque Marko había reaccionado a tiempo, quedado a nada del moreno—. No podemos hacer un espectáculo en público.

—Sabes que es verdad y que hayas reaccionado de este modo sólo lo apoya —volvió a hablar Kai, con esa gélida mirada en su persona—. ¿Por qué te es tan difícil aceptarlo? Tu estúpido orgullo...lo arruinará todo. Solamente provocarás que se aleje de ti.

—¡Daiki, no seas imprudente! —el italiano logró arrastrar lejos de esa mesa al temperamental hombre, que iba a echársele encima a ese calmado y temerario rubio—. Vayamos a otro sitio, necesitas enfriar tus ideas con urgencia —fijó seriamente. En poco tiempo ya se habían marchado, dejándolos en total silencio.

—¿No es más fácil que le digas que quieres que te eche en cara lo estúpido y cobarde que fuiste al dejar ir a la mujer que te amaba? ¿O que abogue por ella y te señale como el miserable que no dudó en irse y romperle el corazón? Has estado buscando esta destrucción desde hace años y solamente obtuviste sus compasivas palabras... Pensaste que, volviendo a aparecer en su vida, lo obtendrías, pero te diste cuenta que la mujer que estaba frente a ti, era la misma a la que le dijiste adiós...

—¿...Cómo se supone que...la olvide...cuando actúa tan condescendiente, como si nunca le hubiera hecho nada malo, como si no me guardara rencor alguno...? —su voz era apenas audible, pero cargada de sentimentalismo y dolor.

—Derrumbándote y volviéndote a poner de pie —le respondió—. Sabes lo que debes hacer y, sin embargo, tienes miedo. Es normal, cualquier estaría en la misma posición. Pero tienes que hacerlo por su propio bien... Y aunque termines hiriéndola, no debes angustiarte...ya que ella es fuerte y no se dejará aplastar. Además...lo tiene a él y por esa razón, estará bien.

Todo se había convertido en un asfixiante silencio. En una tortura que podría romper los frágiles estribos de quien solamente se limitaba a seguir sus pasos y aguardar a que al fin llegaran a su incierto destino.

¿Desde cuándo había estado aquel tímido sendero? ¿Qué se escondía a su término? Su curiosidad solamente se tornaba aún más hambrienta.

No supo con exactitud cuánto tiempo les había llevado alejarse de la civilización y sumergirse en aquel pintoresco paisaje natural. Solamente estaba segura que nadie podría interrumpirles hasta que cada quien así lo decidiera.

—Este lugar en verdad...es increíble —pronunció ella, clavando la vista en lo que tenía en frente de ambos.

Un pequeño pero estable camino de madera se adentraba hacia las profundidades más inmaduras de ese cristalino y pacífico lago.

—Escuché a hablar a los lugareños de este sitio y sentí el deseo de venir a visitarlo —sus pasos se detuvieron justamente donde aquel cuerpo de agua daba inicio.

—¿De qué es lo que querías hablar conmigo, Hadrien? —era el único cuestionamiento que estaba rondando su cabeza.

—En realidad tengo tantas cosas que contarte que soy un total lío —sonrió involuntariamente, encogiéndose de hombros, antes de mirarle de soslayo.

—Siempre has sido directo con todo. Jamás has sido de los que se apenan...—lo conocía mejor que nadie y sabía que estaba actuando fuera de papel.

—Creo que siempre hay una primera vez para todo. Incluso en mi caso.

—Seré paciente y escucharé lo que tengas que decirme... Ya que también hay algo que deseo que sepas —eso último atrapó a su moribunda atención hacia ella. Hacia esa mujer que ahora permanecía sentada al borde de aquel pequeño puente de madera.

—Tengo mucho interés en lo que pudieras decirme, pero fui yo el que te pidió hablar y sería injusto pedirte que iniciaras la charla.

—Soy toda oídos, Hadrien.

Aquel valor que había estado trabajando durante todo el camino empezó a mermar escandalosamente en cuanto contemplaba las consecuencias de su precipitación.

Contempló su espalda y esa rubia cabellera que se movía armoniosamente con la marcha del viento. Llenó sus pulmones de una enorme carga de innecesario y doloroso aire que le dificultó brevemente la capacidad del habla. Su garganta se empezó a secar y su mente no hallaba las palabras adecuadas para iniciar.

Era un lío. Jamás en su vida se había sentido de esa manera. Ella aún tenía un gran poder sobre él y eso lo aterraba.

—Mi cabeza es un caos y mis emociones no están en mejor estado, ¿sabes? Todo esto es demasiado precipitado y sé que podrías asustarte un poco...

—Se requiere de algo verdaderamente grande para que me hagas sentir algo como eso, Hadrien —se burló con suavidad.

—Lo sé. Pero este es un tema diferente... Implica demasiadas cosas a la vez y no sé cómo vayas a tomarlo...

—No voy a recriminarte por nada, ni tampoco me alejaré sin importar lo que vayas a decirme —estableció con firmeza y esa seria mirada que lo atravesaba por completo, le hizo saber que no mentía.

—¿...Es una promesa?

— ¿Tanto temes por mis reacciones que estás pidiendo algo que ambos odiamos hacer?

—...Sí...—lo serio de su voz tambaleó salvajemente su corazón. Él no estaba exagerando ni mintiendo; él realmente necesitaba esa promesa con urgencia, como un salvavidas.

—Te lo prometo, Hadrien —pronunció con una férrea determinación.

—Gracias —miró hacia el cielo en busca de un apoyo silencioso y vital. Contemplarla a ella haría todo más difícil—...Nos conocemos desde los cuatro años de edad. A los siete ya éramos inseparables junto con Marko y Leo... No había nada que no quisiéramos hacer juntos; y nuestros padres sólo rezaban para que no nos metiéramos en problemas.

—Dormíamos en las casas del otro por días —rio ante esas tiernas memorias—. Éramos hijos adoptados y hasta teníamos hermanos postizos.

—Todo lo que vivimos en esos años fue increíble de principio a fin. Incluso cuando nos mandaron a ese reformatorio... Tú nos esperaste y nos diste la mejor bienvenida de todas. Y al verte llena de curitas y raspones sólo confirmó nuestras sospechas de que eres un asco atrapando insectos.

— Tú los odias y no puedes ni verlos —recalcó ante su clara ofensa hacia su persona.

—Después llegaste y nos contaste la gran noticia. Te ibas a estudiar a Japón y únicamente te veríamos en período vacacional... —guardó silencio exclusivamente para poder aspirar ese vital aire que ya empezaba a faltarle—. Esa noticia nos impactó a todos, y me atrevo a decir, más a mí que a esos dos... No quería que te fueras, deseaba que siguieras con todos nosotros, conmigo...Pero tampoco podía ser egoísta y prohibirte que te marcharas; porque sabía que, si te lo pedía, no te irías y lo postergarías para después... Yo quería que tuvieras esa experiencia, aunque redujera el tiempo para convivir contigo.

—Seguramente si me lo hubieran pedido me hubiera terminado yendo con ustedes a América —notificaba ladinamente.

—Y ya que te echaba de menos solía llamarte por teléfono para saber de ti y ver en qué líos te metías... Me sorprendió lo problemática que fue tu vida en secundaria. Tal vez se debió a que no estábamos contigo.

—¿Tenía malas influencias? —bromeó—. Sabes que en ese entonces era demasiado vengativa y poco o nada me importaba lo que les pasara a quienes no les guardaba alguna clase de aprecio.

—Una Cusati digna de mención —se burló ampliamente, ella simplemente le dirigió un suspiro que le daba toda la razón—. Pero no me importaba que fueras así con el resto, mientras no cambiaras tu manera de ser conmigo...el resto podía irse lejos y lamentarse haberse cruzado en tu camino.

—Por esa clase de condolencias yo me comportaba a mis anchas —intentó sonar seria, pero al final esas risas destruyeron su numerito—. Sabes que juego. Yo era así porque no había razón para ser diferente, al menos no con los desconocidos que conocí en cuanto llegué.

—Creía que todo sería igual entre nosotros. Incluso...aunque odie admitirlo, porque sé que te dolerá, me sentí enormemente feliz de que ese tal Yuuta no te mirara de la manera que querías... No deseaba compartirte con nadie y mucho menos bajo el título de "novia"...—confesó con la mirada gacha. Incluso sus temblorosos puños no dejaban de gritar lo mucho que le dolía hablar sobre ese tema.

Ella no dijo nada, consideró como impertinente interrumpirle cuando sabía lo difícil que era para él hablarle de algo tan delicado y personal.

Y aunque quisiera mantener la estabilidad emocional de su corazón, era inútil. Lentamente las paredes que le daban solidez empezaban a desmoronarse lenta y tortuosamente.

—Pensé estúpidamente que no encontrarías fácilmente un hombre que tuviera los suficientes pantalones como para poder aguantarte el ritmo y no sentirse rápidamente desplazado... Pero...erré... Había un loco que sobre todo pronóstico pudo hacerlo y al mismo tiempo encargarse de enamorarte...—su voz tembló, pero la recompuso tan rápido como lo notó. No quería claudicar allí, no cuando aún no se hacía entender por completo—. Pero eras feliz y eso era suficientemente para que yo pudiera resistirlo y estar a tu lado como en los viejos tiempos.

La escasa calma que imperaba en su carmesí mirada se corrompió por completo. Sus labios temblaron, forzándose en no emitir palabra o gesto alguno. Escucharía atentamente hasta que él dijera lo contrario. Incluso si se moría de ganas por hablar y apaciguar cada uno de los pesares que lo atormentaban.

—...Tenía miedo de perderte, pero al mismo tiempo no hacía nada para alejar ese pensamiento de mi mente...Quería que dejaras de verme solamente como un simple amigo de la infancia y que me vieras como un hombre... Axelle, deseaba tanto...que fueras mi novia y hacerte inmensamente feliz. Lo deseé tanto que sin importar con cuántas chicas saliera, nunca estuve satisfecho. Jamás pude involucrarme con ninguna...sentimentalmente hablando... ¿Debo parecerte un bastardo, no es verdad? —su forzada sonrisa no era más que el reflejo de su propio sufrimiento, de su quebrantable estabilidad emocional, de ese amargo arrepentimiento.

—No comparto el pensamiento colectivo de muchos que te han conocido y te etiquetaron en esa categoría. A mí sólo me importaba que no fueras a meter la pata o hacer alguna estupidez que pusiera tu vida en peligro; yo respetaba tu estilo de vida y al mismo tiempo me preocupaba que siguieras con él... Poco o nada me importaba lo que esas mujeres sufrieran después de que terminaras con ellas. A mí únicamente me interesaba que tú salieras airoso de todo ello —confesó con su usual tono, logrando relajarlo por completo.

—...No puedo combatir cuando te pones con esa clase de actitudes. Yo intento defender un punto y tú sin importarte nada, vienes y lo derrumbas, así como así...—¿eso podía ser llamado un reclamo? Parecía más un berrinche de un crío.

—Nunca nos juzgamos entre nosotros, no vamos a empezar este día, Hadrien —aclaró y él suspiró, un poco sonriente.

—Creo que es más obvio lo que voy a decirte, ¿no? Después de haber sacado todos estos temas...—había decidido coger valentía y mirarla fijamente. Si iba a confesar una verdad como esa, tenía que ser cara a cara, sin mediaciones, sin medias tintas, con esa sensación de sentir que el corazón se sale de tu pecho—...He estado perdidamente enamorado de ti desde hace más de ocho años, Axelle...Y aunque los sentimientos no son tan fuertes como antes, porque he estado luchando por olvidarte, todavía soy incapaz de mirarte como una simple amiga...

Su mente le pedía ser fuerte y mantenerse cabal, pero su corazón deseaba algo totalmente diferente. Y esa parte irracional y emocional le dominó, le hizo desprenderse de esa armadura impenetrable conocida como serenidad.

Rápidas y constantes fueron cayendo cada una de sus gruesas y tibias lágrimas por sus frías mejillas. No podía frenarlas, no dejaban de emerger sin importar cuánto luchara por bloquearles su vía de escape. Era inevitable el mostrar el desarme que había causado en su persona.

—...H-Hadrien...—su nombre era lo único que escapaba de sus labios. No podía pensar cuerdamente; pero sabía que no debía dejar que su lado impasible y volátil dominara la situación—. Yo...te agradezco sinceramente que me lo hayas dicho...

—Sabía que algo como esto sería doloroso...pero esto es ridículamente tortuoso...—él todavía podía retener el llanto. Pero no sabía por cuánto tiempo más podría estar así.

Ella regresó su atención hacia el espectacular paisaje de la tarde. Seguir viéndolo solamente incrementarían sus ganas de sollozar y todavía no era el momento ni el lugar para ello. Aún había algo importante que tenía que decirle, incluso si ambos terminaban aún más heridos.

—¿Sabes? Hace un mes atrás Kai me llamó. Me dijo que quería platicar, arreglar viejas cuentas... Creía que ese temible momento llegaría: confrontar nuestro pasado —hizo una pausa casi mundana, y prosiguió—. Pero no se trató de eso, sino de algo que ni siquiera podía haberme imaginado.

—¿Sobre qué? —no podía contener su propia curiosidad, así como el miedo que emergía tras su propio atrevimiento por preguntarle más a fondo.

—...Cuando llegué a Japón conocí a Yuuta. Ese chico amable que desde el momento en que nos presentaron actuó de manera sobreprotectora hacia mí, sin que así se lo pidiera... Y esa manera de ser tan particularmente enternecedora...despertó sentimientos que iban más allá de una simple amistad...

—Era hijo de una de las amigas de secundaria de tu madre... A ellos les pidió que te cuidaran un poco; por eso tu madre te colocó en ese departamento.

—El tiempo transcurrió y con ello mis sentimientos hacia Yuuta... No obstante, conocí a alguien extraño con una mentalidad aún más rara y que me pidió que fuera su novia... Yo acepté aun sabiendo la estupidez que cometía; pero sabía que sin importar quién saliera lastimado al final, ninguno iba a terminar culpando al otro. Sabíamos a lo que nos ateníamos.

—Indudablemente ha sido la relación cuya manera de iniciar es bastante cuestionable —bromeó un poco. Y para cuando él mismo se dio cuenta ya estaba parado a un lado de ella, apreciando los rosáceos nenúfares que decoraban la superficie cristalina del lago.

—Creí que Kai empezó a sacar esos temas por otras razones, pero el motivo real me sorprendió —sus labios hicieron una mueca graciosa y constante. Pareciera que aún el hallazgo descubierto le tuviera en expectación—. "Jamás te enamoraste realmente de ese tal Yuuta; tú sólo llenaste esa ausencia con la persona que más se le parecía. No fueron sus virtudes las que te atraparon, sino el recuerdo que vivía en él sin que tú pudieras darte cuenta de ello".

Hadrien se quedó callado, aguardando a que ella continuara. Al parecer él no era el único capaz de quedarse en la taciturnidad; ella al igual que él estaba teniendo grandes problemas para hablar.

—Creía que me estaba tomando el pelo con todo eso, pero...en cuanto evidencié mi estupidez, la idea dejó de ser una mera quimera.

—Sabes lo intrigado que estoy por saber y tú te vas por las ramas —objetó infantilmente.

—Para mí también es difícil sacar este tema de pronto, sin prepararme...—sus manos se estrecharon entre ellas mientras aquel par de pulgares luchaban entre ellos en un combate sin cuartel—. No pensé que todo pasaría tan de prisa.

—Lo siento, eso ha sido mi culpa Axelle... Si quieres podemos dejar esto para otro momento, cuando estés lista.

—Esto es justamente a lo que él se refería...—expresó, clavando sus pupilas en él—. Siempre fuiste el más amable de los tres, el más comprensivo, el que estaba allí antes que todos cuando necesitaba ayuda, el que jamás me juzgaba y sólo me ofertaba una sonrisa y me decía que todo iba a estar bien. El que compartía mi visión hacia las bromas y extrañamente...hacia la vida —él pudo percatarse del tono dulce y pausado que empleó para ofertarle cada palabra, cada adjetivo positivo sobre su persona. Quedó indudablemente enternecido—. Tú eras como Yuuta...—calló abruptamente, antes de retomar esa pequeña frase—. Corrección, Yuuta era como tú...

Perdóname —suplicó con la voz hecha añicos, apenas reconocible—. Fui una completa estúpida por no haberme percatado a tiempo de que nuestro trato siempre fue más allá del de simples amigos... Creía que únicamente te sobreprotegía porque eras el más problemático de los tres, porque requerías más apoyo y consideración que ninguna otra persona... Pensaba que todo eso era algo natural entre los dos...Pero qué equivocada estaba... Jamás creí que fuera tan tonta para no darme cuenta de ello. Nunca pensé estar en los zapatos de esas chicas que no se dan cuenta de lo que tienen hasta que ya es demasiado tarde... Vaya cliché más barato...y doloroso.

¿Alguna vez creyó escuchar algo como eso en su vida? No, palabras como esas solamente podían existir dentro de sus sueños, dentro de ese mundo imaginativo en donde ambos eran felices y estaban juntos. Así que lo que ella había dicho tenía que ser un delirio, un sueño que se despertó dentro de él para anestesiar su propio sufrimiento.

—...Repítelo...una vez más...—la observó una vez más, siendo incapaz de seguir luchando con su propio agravio. Pero no le importaba llorar frente a ella, porque después de todo, ella era la mujer que le hacía sentir de esa manera tan amarga y placentera. ¿Es que siempre el amor era así de contradictorio y masoquista?

—...Siento demasiado no haberme dado cuenta de que te quería demasiado... Perdóname por buscarte antes que nadie para contarte mis problemas, para pedir tu ayuda, para decirte cada trivialidad que acontecía en mi vida, aun cuando estabas ocupado o tenías a alguien a tu lado... Me conoces mejor que a nadie, sabes lo egoísta y enfadosa que puedo llegar a ser...

—...Los dos somos unos completos estúpidos...—pocas veces había visto esa enternecedora y preciosa sonrisa pintada magistralmente sobre sus labios, dedicándosela totalmente al tiempo que esos humedecidos pero profundos ojos dorados la miraban tan próximamente. Allí estaba él, agachado frente a ella, orillándole al contacto visual—...Ambos tenemos la culpa en todo esto. Yo por cobarde y no querer dar ese siguiente paso aun con todas las oportunidades que tuve en mis manos; y tú, por estar tan acostumbrada a tenerme todo el tiempo para ti y no considerar que podía existir otro motivo que te orillara a no querer apartarme de tu lado... No sabes lo inmensamente feliz que me haces en este preciso momento, Axelle...

—...Intentamos hacer todo lo que queríamos para no tener que sufrir de alguna clase de arrepentimiento y, no obstante, hemos cometido...probablemente uno de los más grandes fallos, pero...

—¿Pero...? —aún con la melancolía impregnada en cada fibra de su ser, no quería rendirse hasta que estuviera satisfecha, incluso si eso terminada destruyéndolo.

—...Quizás nunca nos besamos, ni nos tomamos de las manos de una manera seria, como una pareja verdadera...Pero hemos compartido demasiados recuerdos juntos que soy incapaz de siquiera contar y comparar con el resto de las personas que he conocido; simplemente son irremplazables y nunca nadie podrá borrarlos... —sonrió con amabilidad y un entrañable sentimiento de afecto—. Jamás concretamos nada, por las razones que fueran, no obstante...fue como si hubiéramos vivido un tórrido y largo noviazgo, donde cada uno se apartaba intentando hallar algo que teníamos entre nosotros, y después, tras el fracaso, regresábamos una vez más, como siempre... Sé que no sirve de consuelo para ninguno de los dos, Hadrien...

—Descuida, has dicho y hecho por mí más de lo que estaba esperando. En verdad, eres demasiado para mí...—sonreía, sin poder evitarlo. Era tan dichoso en ese preciso instante—. ¿Es normal que me sienta feliz y destrozado a la vez, sabiendo que pudimos haber sido todo y al final eso se quedó únicamente en el corazón de cada quien?

—...Lamentablemente no puede ser de otro modo, Hadrien. Aunque quisiera darte toda esa felicidad que has deseado durante este tiempo, significaría destruir a alguien más en el camino... Y yo no puedo permitirme algo como eso, no con él...—su mirada había perdido ese fugaz brillo que le embelleció mientras le confesaba su sentir; ahora se apreciaba extinto y doliente.

—No tienes que pedirme perdón por nada, Axelle... —estipuló, sonriéndole una vez más, desde el corazón—. Sé que no puedes renunciar a tu presente con él y si lo hicieras sólo por mí, me sentiría miserable. Porque se supone que lo único que quiero es que seas inmensamente feliz y que nada malo te suceda...y aunque me duela aceptarlo, sé que eso exclusivamente lo lograrás a su lado...Ya que es el hombre al que amas en este preciso momento...

¿Cómo podía sonreírle y decirle esas palabras tan profundamente punzantes y llenas de amor? ¿De qué manera debía responder a su sincera preocupación hacia ella?¿Qué había hecho ella para lograr que él dejara a un lado su propia felicidad por sobre la de ella? Su mundo era mucho más borroso que hace unos momentos atrás; se tambaleaba de un lado a otro, mancillaba su cordura, destrozaba lo que todavía quedaba de su afligido corazón y le obligaba a mirarlo hasta que la última lágrima dejara de brotar.

—...No pude pedir mejor primer amor que tú...Hadrien...—habló tan claramente como podía. Había logrado juntar valor para decir algo que había estado pensando durante los últimos dos meses. Sentía justo como necesario el decírselo.

—...Ni yo, Axelle —frente a frente, con esas pupilas contrastando las unas con las otras. Solamente el perenne atardecer era testigo de su íntima y memorable confesión de amor—...Siempre estarás en un lugar importante de mi corazón. Ni el tiempo ni nadie podrá cambiar ese hecho nunca...

El tiempo se detuvo en esos breves segundos. Las tibias lágrimas que creía se habían extinto, incapaces de volverse a manifestar, emergieron sólo para demostrarle lo frágil que era.

Ese contacto que nunca existió para los dos, estaba allí, latente, afable y cálido. Él no conocía mejor manera para despedirse de esos asfixiantes y preciosos sentimientos. Para él que había estado viviendo, lamentándose su cobardía y sus incontables remordimientos, no podía decir adiós sin hacer lo que por tantos años anheló.

—...Nuestro primer y último beso... —sus dedos acariciaron sus trémulos labios, aún con esa sensación sobre ellos. Aún con ese sabor tan ajeno a ella. Pero extrañamente sonreía con una felicidad contagiosa—. Avancemos...sin arrepentimientos, sin deseos de volver a mirar hacia el pasado, para que podamos recordar esto sin aferrarnos a lo que no pudo ser...

—Pido disculpas por ello. Simplemente no podía cerrar este capítulo sin hacer algo que ansiaba con tanta desesperación...—con lentitud exasperante se apartó de ella, alejó sus manos de sus mejillas y le miró por última vez, tan fijamente como su tambaleante corazón se lo permitía—...Sé que ambos tarde o temprano podremos decir...sin miedo a equivocarnos...que hemos encontrado la verdadera felicidad... 

Continue Reading

You'll Also Like

274K 43.3K 36
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
164K 11.8K 82
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
235K 19.3K 45
Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.
45.1K 6.3K 36
Elladora Black es la hija menor de Orion y Walburga criada para ser una sangre pura perfecta, sin embargo no es lo que planearon. Narcisista, egoíst...