-La Ogro-(Barbica G!p)-

By yasssbarbica

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Los ogros al igual que las cebollas tienen muchas capas y que se necesita de alguien que, con paciencia las v... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30
Epílogo
NUEVA HISTORIA!1!!

Capítulo 29

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By yasssbarbica


Bárbara escuchó el sonido de sirenas. Los bomberos, la ambulancia y policía hacían su aparición todos juntos a la vez. 

Los paramédicos llegaron rápidamente al lado de la pareja. Bárbara le tomaba una mano a Micaela y le susurraba que la amaba y que no la dejara.

Los paramédicos la inmovilizaron y la llevaron a la ambulancia. Bárbara le pidió a su chofer que llevara a Mateo con Florencia, ya que Roberta también iría al hospital.

Bárbara no soltó la mano de Micaela en todo lo que duró el viaje en ambulancia hasta el hospital. Entraron en urgencias y a Micaela la llevaron a toda velocidad a pabellón, debían reubicarle el hombro a su posición. Bárbara permaneció en la sala de espera rogando al cielo para que todo saliera bien con Micaela.  

Un escalofrió le recorría la espalda al recordar cómo la encontró tirada en el suelo casi inconsciente y cómo su corazón casi deja de latir cuando ella se desvaneció en sus brazos. 

Luego de más de una hora, Micaela era llevaba a una habitación del hospital donde permanecería en observación. Bárbara quiso correr para estar al lado de ella, pero sus pasos fueron interrumpidos por los policías que requerían tomarle una declaración.  

Roberta ya había dado la suya y solo faltaba la declaración de Micaela, que no podría hacerla hasta que despertara. Ya habían constatado lesiones, pero faltaba que ella diera su versión de los hechos. 

Daiana había sido capturada y solo esperaba su destino. La declaración de Micaela era importante ya que ella había escuchado todo sobre la muerte de Martina.

Una vez los policías estuvieron satisfechos con la declaración de Bárbara, ella corrió hasta la habitación donde estaba Micaela, no la dejaría sola ni a sol ni a sombra. Solo quería decirle cuanto la amaba. 

Cuando Bárbara entró en la habitación encontró a Micaela plácidamente dormida producto de la anestesia y de los calmantes que le estaban administrando. Ella tenía el brazo izquierdo sobre su pecho en un cabestrillo. Se acercó hasta ella y le acarició el rostro que ya empezaba a evidenciar los morados y las magulladuras producto de la caída. 

Bárbara caminó rodeando la cama para llegar al lado derecho de ella. Acercó una silla hasta ese lado de la cama y se sentó. Esa noche la pasaría ahí junto a ella aunque fuera en una incómoda silla, no le importaba nada, solo estar con Micaela. 

Le tomó la mano y comenzó a acariciársela suavemente, lentamente, como si su roce la fuera a despertar.   

—Ay Micaela, ¿qué voy a hacer contigo? Casi muero cuando te vi tirada en el suelo desmayada— Bárbara le hablaba con ternura, como si ella le pudiera oír—. Desde el primer día en que oí tu voz, mi corazón ha estado en peligro constante. Hace tanto que no me sentía así.

Ella apoyó la cabeza sobre la cama y susurrándole palabras de amor a Micaela y se quedó dormida.  

Cuando Micaela despertó todo le daba vueltas. Miró el blanco techo sobre ella y supo de inmediato que estaba en el hospital. Bajó su mirada al brazo dislocado y recordó la caída y el incendio en la casa de los Martínez. 

Siguió recorriendo el espacio con sus ojos hasta que vio a Bárbara dormida,sentada en una silla, con la cara y las manos sobre la cama. 

Estiró su mano y con delicadeza le fue acariciando el rostro. No quería despertarla, se veía tan tranquila durmiendo, como si ningún problema existiera en su vida.

Con sus dedos le delineó la ceja, la mejilla y la nariz ,la mujer que amaba. Bárbara se removió, pero no despertó lo que provocó una risita traviesa en ella, la que fue interrumpida de inmediato cuando sus costillas le recordaron la fea caída que había sufrido. 

Bárbara sintió a Micaela quejarse y se levantó de golpe asustada, aún estaba desorientada. 

—Hola Bárbara— dijo ella regalándole la mejor de sus sonrisas. 

—Hola Micaela, ¿cómo estás? ¿Te sientes bien?  

—Sí, estoy bien. Solo me incómoda un poco el cabestrillo. Y tú, ¿pasaste la noche aquí? Bárbara no era necesario. 

—Claro que era necesario, no iba a dejarte sola aquí, tal vez necesitaras algo. 

Ella volvió a sonreírle, mientras Bárbara le sostenía su delicada mano entre las suyas. 

—Por algo en el hospital hay enfermeras. No era necesario que te quedaras, has dormido incómoda y debes estar toda contracturada en este momento.

—Micaela, me quedé porque quería estar a tu lado cuando abrieras los ojos.  

—Gracias. 

—No, Gracias a ti Micaela. 

—¿Por qué? 

—Por salvar a Mateo. No me va a alcanzar la vida para terminar de agradecer lo que hiciste por mi hijo. 

—¿Y Mateo? ¿Cómo está Mateo? ¿Y Roberta? ¿Está bien? ¿Qué pasó con Daiana? Bárbara, ella es un monstruo... 

—Tranquila, todo está bien. Mateo está con Florencia. Roberta tiene una contusión en la cabeza, pero está muy bien, solo un poco adolorida y descansa a unos cuartos de aquí. Hoy la dan de alta. Y a Daiana la tomaron detenida.  

—Bárbara, ella mató a Martina— ella tragó en seco, ya había escuchado a Micaela decir eso antes de que se desmayara—. Ella provocó el accidente de tu esposa. 

—Lo sé Micaela. La policía ya fue informada, solo esperan a que te recuperes para tomar tu declaración. 

—Lo siento Bárbara. 

—¿Qué cosa? 

—Que Daiana fuera la causante de la muerte de Martina, de verdad lo siento mucho. 

Bárbara miró a Micaela y se levantó para besarle suavemente los labios. 

—Gracias por aparecer en mi vida Micaela.  

Ella abrió los ojos en sorpresa por lo que estaba escuchando. Pestañeó varias veces seguidas como si no creyera que esas palabras salieran de la boca de Bárbara.

—Ayer cuando vi la casa en llamas y luego a ti tirada en el suelo, mi alma casi se sale de mi cuerpo, pensé lo peor. Desde que bajé del auto hasta que llegué a tu lado, pedí al cielo porque estuvieras viva. Cuando te escuché balbucear, sentí alivio, pero cuando te desvaneciste pensé que no volverías a mí. Sé que he sido una jodida idiota contigo, pero desde que Martina murió, nada me alegraba los días, hasta que te escuché en el teléfono esa vez que llamé a la naviera en tu primera semana de trabajo. 

—Bárbara...  

—No, escucha. Necesito decirte esto, por favor no me interrumpas —Ella solo asintió, su corazón latía a mil dentro de su pecho. Cada palabra pronunciada por Bárbara le confirmaba que ella era la mujer de su vida—. Ese día fui una grosera contigo, pero tú me enfrentaste como nunca nadie lo había hecho y eso hizo que mi sangre hirviera. Me di cuenta que la vida sigue y que estoy viva.  Cuando te vi por primera vez en la oficina de Florencia, no podía creer que, esa sexy mujer de cara angelical, era la misma que días atrás me había enfrentado y puesto en mi lugar. 

Micaela sonrió al recordar lo que Bárbara le decía con ojos de ensoñación.  

—Luego te besé, no pude contenerme esa vez que defendiste a Mateo con tanta pasión, como si se tratara de tu sangre. Desde ese día no pude sacarte de mis pensamientos. La noche que pasamos juntas, yo me aterroricé con lo que sentí, por eso dije esa estupidez. Nunca me voy a perdonar por mi reacción de ese día. Ayer cuando iba camino al aeropuerto, me traté de convencer que lo mejor que podía hacer era alejarme de ti. Pero no puedo, no puedo mantenerme lejos de ti Micaela. Por eso volví anoche, no podía irme de este país, sabiendo que tú estás en el. Te amo Micaela, nunca pensé que llegaría a amar de esta forma. Quiero que compartas tu vida con Mateo y conmigo. Quiero que me ayudes a enterrar a la ogro que ha estado viviendo en mí estos años. Qué dices Micaela, ¿quieres ser parte de mi vida? ¿Quieres casarte conmigo? 

Micaela no podía seguir conteniendo las lágrimas que se estaban agolpando por salir y que comenzaban a correr por sus mejillas. Nunca se imaginó que, esa insoportable mujer, esa ogro amargada que había conocido varios meses atrás, fuera capaz de emocionarla con tan bella declaración de amor.

No solamente le decía que la amaba si no que le pedía que compartiera con ella el resto de su vida. Micaela se quedó en silencio por unos minutos, su voz se negaba a salir desde su garganta y solo podía llorar. 

Bárbara la miraba impaciente, esperando a que ella dijera que sí a su petición, pero no escuchaba la palabra tan esperada de los labios de Micaela. Solo veía que la mujer que estaba frente a ella acostada en una cama de hospital, lloraba sin parar.  

—Qué dices Micaela. Sé que este no es el lugar más adecuado para hacer una declaración de amor y una petición de matrimonio. Que no te compré un anillo como es debido, pero no quiero esperar ni un día más. Quiero que cuando salgamos de este hospital, tú ya seas mi novia. Vamos amor, dime: Sí Bárbara, quiero casarme contigo. 

Micaela la miró emocionada, tomó una honda respiración y posando su mano en la cara de la mujer le respondió. 

—Sí Bárbara, claro que quiero casarme contigo.

Bárbara se acercó más a ella y la besó. Trató de contener las ganas de besarla con locura como quería hacer en ese momento, debía respetar que Micaela estaba adolorida. Pero lograr eso le estaba costando demasiado. 

—Bien entonces pongamos fecha. Yo creo que debe ser pronto, lo más pronto posible. No aguanto no tenerte a mi lado y...  

—Bárbara cálmate, ¿quieres? No sé cuándo me darán el alta, además no quiero caminar al altar vestida de novia y con este lindo cabestrillo que no combina para nada. Creo que debemos pensar las cosas con calma. 

—No me pidas calma Micaela, sabes que eso es lo que menos tengo en la vida. 

—Lo sé querida, pero quiero recuperarme bien. No querrás que nuestros hijos vean a su madre toda magullada en las fotografías de la boda, ¿verdad?  

Bárbara abrió los ojos en sorpresa por lo que ella le acababa de decir. Le agradaba la idea de tener hijos con Micaela. 

—Es verdad, disculpa por ser tan impaciente, pero apenas pongas un pie fuera de este hospital pondremos fecha. Voy a buscar al mejor fisioterapeuta del país para que tu recuperación sea rápida. No sé cuánta gente quieras invitar, pero no importa, todo lo que quieras tener ese día lo tendrás.  

—Por mi parte solo serán cuatro personas, solo eso—dijo Micaela.

— ¿Solo cuatro? Pensé que te gustaría una gran boda con bombos y platillos. 

—Pues te equivocas. Quiero algo íntimo, muy sencillo, solo los más cercanos. Por mi aparte son Karen, Javier y mis padres. Solo ellos. 

Cuando Bárbara escuchó a Micaela hablar de sus padres, sintió que el pánico la atacaba. 

—¿Qué pasa Bárbara?—dijo Micaela viendo la cara de preocupación de su amada.

—Es que estoy pensando, ¿y si no le gusto a tus padres?—ella le sonrió y la miró con enorme ternura. 

—¿Por qué crees que no le vas a gustar a mis padres?

— Tal vez porque soy doce años mayor que tú, o porque soy viuda y tengo un hijo. Si yo tuviera una hija desearía que se casara con la mejor persona del mundo. 

—Bárbara, tú eres la mejor mujer del mundo para mí. No te preocupes mis padres estarán felices solo de ver lo feliz que tú me haces.  

—Espero que tengas razón. No quisiera tener que raptarte y casarme a escondidas si tus padres no me aceptan. 

—No te preocupes, no tendrás problemas con ellos. 

La pareja siguió hablando sobre la inminente boda. Micaela pensaba que estaba en un sueño del cual no quería que la despertaran nunca.  

Los planes de boda fueron interrumpidos por dos policías que le tomaron la declaración de los hechos ocurríos del día anterior a Micaela. Cuando ella recordó lo ocurrido, sintió un gran escalofrió recorrerla de pies a cabeza, y cayó en cuenta que ese día había estado a punto de morir. 

Una vez estuvieron solas, Bárbara se volvió a acercar a Micaela y la comenzó a besar nuevamente, ahora los besos eran largos y suaves.  

Estaban tan abstraídas del mundo que no escucharon cuando la puerta de la habitación se abrió. 

—¡¡¡Mamá!!! ¿Por qué estás besando a Micaela otra vez?— preguntó Mateo que venía entrando en la habitación seguido de su tía Florencia. 

Micaela se sonrojó y Bárbara miró a su hijo y a su hermana con una gran sonrisa puesta en la cara. 

—Me parece que Micaela ya está recuperada —dijo Florencia con una sonrisa pícara —. Creo que mi hermana resultó ser una muy buen enfermera. 

—Hola hermana, ¿cómo amaneciste hoy?

—Bien. Bueno no tan bien como tú, que traes cara de que te acabas de ganar la lotería. 

—Podría decir que sí, me he ganado el premio mayor— dijo ella guiñándole un ojos a Micaela—. Florencia, Mateo, Micaela y yo tenemos que contarles algo. 

—¿Nos van a decir que ya se enamoraron?—dijo Mateo acercándose a Micaela. 

—Sí hijo, Micaela y yo ya nos enamoramos.

—¡Bien, yo sabía que se enamorarían! Yo se lo pedí a mamá que está en el cielo.  

Las tres adultas se miraron entre sí con sorpresa por lo que el niño acababa de decir. 

—Ahora van a ser los primeros en enterarse de que Micaela y yo nos vamos a casar. 

—¡Felicitaciones hermana!—dijo Florencia.— Por fin encontraste a la horma de tu zapato ¿Y para cuándo es la boda? 

—Por mí sería mañana mismo, pero Micaela quiere estar más recuperada. 

—Y tiene razón. Ella tiene que lucir un bellísimo vestido y ese cabestrillo no pega ni junta.  

—Lo mismo le dije yo Florencia, pero ella es impaciente y quiere que todo sea ya. 

—Hijo apóyame, estas dos mujeres se juntaron para atacarme. 

—No Bárbara, no te estamos atacando, solo que ahora las cosas no podrán ser como tú quieres y te toca esperar. Micaela demás está decirte que cuentes conmigo para lo que sea. De seguro que van a invitar a mucha gente y... 

—No Florencia. Será algo pequeño, Micaela quiere algo familiar. 

—¿Y tú estás de acuerdo con eso Bárbara? 

—Sí, lo que Micaela desee.  

—Guau, tú sí que estás enamorada— dijo Florencia sonriéndole a la pareja. 

En ese instante el médico tratante de Micaela hacía su aparición en la habitación 

—Buenos días señorita Suarez ¿Cómo se siente hoy? 

—Bien doctor, solo un poco incómoda con el cabestrillo y un poco de dolor en las costillas.  

—Eso es normal. Cayó de una altura considerable, agradezca que sus lesiones no sean más graves. El dolor de las costillas durará unos días, le daré medicación para eso. El hombro tiene que cuidárselo, cuando salga de aquí le daré el nombre de un fisioterapeuta para que coordine su terapia de recuperación. Le pusimos cinco puntos de sutura en la cabeza, tendrá que venir dentro de unos días para que los podamos revisar y sacarlos. 

—Doctor, ¿hasta cuándo voy a permanecer aquí?  

—Creo que la dejaremos todo el día de hoy en observación. Si no presenta nada fuera de lo común se podrá ir mañana a su casa. Ahora la dejo, al medio día vendré a ver cómo se encuentra. 

—Gracias doctor. 

—De nada, nos vemos luego.

El médico salió de la habitación dejando solos nuevamente a los Martínez y a Micaela.

—Bárbara, ¿qué vas a hacer ahora con tu casa?—preguntó Florencia a su hermana. 

—La verdad es que la casa es pérdida total. Habrá que construir una nueva. Por el momento Mateo y yo nos iremos al departamento del centro. Está desocupado hace mucho. Ahí esperaremos junto con Micaela a que nuestra nueva casa esté lista. 

Micaela no podía creer lo que escuchaba, ella viviría con Bárbara y Mateo, tendría su propia Familia. Nunca se hubiera imaginado que el destino la sorprendería tanto en un año. Ella que, nunca tuvo buena suerte, ahora recibía el premio mayor. 

Luego de que hablara con Micaela y con Bárbara sobre los preparativos de la boda, Flor tuvo que convencer a Mateo de que dejaran a Micaela sola para que ella comiera algo. Bárbara no quería despegarse de su lado al igual que su hijo, pero Micaela le rogó que fuera a su casa y que descansara un par de horas, después de negarse varias veces por fin claudicó, no podía discutir con ella y refunfuñando se fue.  

Una hora después entró en la habitación Karen y Javier. Karen casi se desmaya en los brazos de su novio cuando su amiga le contó lo sucedido en la casa de los Martínez. No podía creer que su amiga hubiera sido tan temeraria y arriesgada de subir con Mateo al techo de la casa y bajar por una delgada reja. Después de terminar su relato Micaela les dio la noticia de su boda a sus amigos los cuales quedaron con la mandíbula desencajada ante lo que oían. Karen estaba feliz y ya estaba planeando dónde llevar a su amiga a comprar el vestido de novia más bello que encontraran en la ciudad. 

Cuando Micaela se quedó sola en la habitación comenzó a rememorar cada una de las palabras que Bárbara le había dicho unas horas antes. Ella le dijo que la amaba y ella ya no cabía en sí de felicidad. Pensando en la mujer que llenaba su corazón se quedó dormida. 

Micaela abrió sus ojos y se encontró con los bellos ojos cafes de Bárbara que la miraban con adoración. 

—Hola, ¿qué hora es?—Preguntó Micaela con voz somnolienta. 

—Las ocho de la noche. 

—¿Qué? ¿Tanto he dormido? 

—Sí. —dijo Bárbara, mientras que con su mano le acariciaba el rostro a su amada. 

—Y tú, ¿desde hace cuánto que estás aquí? 

—Hace un par de horas. 

—Bárbara, deberías ir a tu casa y dormir en tu cama. 

—No. —dijo ella frunciendo el ceño. 

—Por favor. —dijo Micaela a modo de súplica.  

—No. Hoy me quedaré aquí a tu lado otra vez. 

—Pero dormirás incómoda. Vuelve a tu casa. 

—No. 

—Ni siquiera puedo invitarte a que me hagas compañía en esta cama. No estoy en condiciones de tenerte en mi lado esta noche. 

Ella se acercó y la besó en los labios y luego en la frente. 

—Sabes que no me vas hacer cambiar de opinión. Así que en vez de pelear conmigo usa esa linda boquita para besarme. 

Micaela le sonrió, y ella con los pulgares, le acarició los hoyuelos que se le formaban en las mejillas.

—Duerme Micaela. 

— No puedo dormir, acabo de despertar cielo—dijo ella con ironía—, pero dentro de una hora pasará la enfermera con el cóctel de medicamentos y caeré dormida como un tronco, así es que no te preocupes. 

—Bueno, entonces te besaré hasta que se haga la hora de que venga la enfermera y te haga caer en un sueño profundo.  

Se siguieron besando y conversando, al rato, y tal como Micaela lo había predicho, la enferma apareció puntual con los medicamentos que hicieron que ella cayera en brazos de Morfeo. 

Bárbara se quedó mirándola con adoración. Solo pensaba en que pronto esa mujer sería su esposa. Su corazón latía cada vez más rápido cuando pensaba en eso. Mirando lo plácida y tranquila que Micaela dormía ella fue cerrando los ojos. Hoy volvería a dormir en una incómoda silla, pero nada importaba para ella, solo estar cerca de Micaela.


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Quedan un capítulo más para el final. 


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