Sweet Hell (Camren G!P)

By turningpages97

1.1M 48.4K 32.5K

Camila Cabello tiene dieciséis años, buenas calificaciones, y una familia típica de clase alta; un padre, una... More

Camila Cabello
Lauren Jauregui
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
N/A
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
N/A
Capítulo 17
N/A
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 (Parte uno: "La Final")
Capítulo 20 (Parte dos: "Preparaciones y Charlas")
N/A
Capítulo 20 (Parte tres: "La Fiesta")
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
¡Mi nuevo libro ya está disponible!
Fallas/errores en Wattpad
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte uno: "No Soy Como Ella")
Capítulo 36 (Parte dos: "Única")
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 44

Capítulo 43

30.8K 947 825
By turningpages97

N/A: Les agradezco a los que se quedaron. Cap largo para compensar, espero lo disfruten ♥️ 

Camila's POV

En Miami todos los días era verano, pero ahora que la verdadera estación había llegado, todo lo que se podía oír de las casas contiguas a la mía, eran los sonoros salpicones cuando alguien se lanzaba a una piscina. Yo no me iba a quedar atrás, por supuesto. Las chicas ya conocían la rutina diaria; levantarse, ir al instituto, que para nosotras ya era un tanto en vano, siendo que la mayoría de los profesores nos habían liberado con exámenes adelantados, y luego venir todas a mi patio trasero para darnos un chapuzón. Hasta Barbara se nos había unido las últimas veces. 

La sonrisa encantada de mi madre no logró agrandarse más cuando vio a tanta gente reunida en casa. Pero claro, había pasado de ser una antisocial con apenas tres amigas, a una adolescente más o menos promedio, y no tan introvertida como antes. Me gustaba creer que cada una de estas chicas con las que había hecho amistad se interesaba genuinamente en mí por quien era, y no por cualquier otra cosa. Incluso si no con todas era tan cercana como con Dinah, Ally y Normani, sentía que podía confiarles un secreto. 

La vida era buena. 

Seguro, si no piensas en esa tal Issartel.

No, no había lugar para pensar en ella. Debía pasar la tarde riendo y tonteando con mi novia, no torturándome a mí misma.

Minimizando mis preocupaciones a un segundo plano, sumergí cuidadosamente uno de mis pies en el agua. El frío envió ondas estremecedoras por todo mi cuerpo, y jadeé, retirándolo de inmediato. Lauren rió al fondo, recargada en el marco de la puerta corrediza. Las chicas habían quedado para ir de compras, llamándole una emergencia porque algunas todavía no tenían un vestido para el baile. La ojiverde y yo, preferimos permanecer al aire libre que dentro de un centro comercial, disfrutando de una buena pizza con doble queso y algo de música, bajo el ardiente sol.

"¿Piensas meterte o no?" Aventó un maní al aire y lo atrapó con su boca, masticando con una gran sonrisa burlona. Estaba achicando los ojos, tratando de verme a través de los rayos de luz, y no pude contener la risa. 

"¿Si sabes para qué sirve la visera de una gorra, verdad?" Devolví, sin reales ánimos de comenzar una guerra para averiguar quién era la mejor payasa. Lauren se deshizo en carcajadas, asintiendo. 

La relación fue por un mejor sendero cuando Lauren empezó a mostrarse más comunicativa conmigo sobre sus deseos en vez de temer constantemente que pudiese presionarme, por lo que, no me sorprendió al momento en que sus risotadas disminuyeron, dejando en sus cenizas una pícara sonrisa. Ahí estaba, esa nueva, osada Lauren. 

"Tienes razón." Aceptó. El sudor se había acumulado en sus clavículas, y si bien se veía guapísima con la ropa que llevaba puesta, su piel brillante me tentaba aun más. Dejando el paquete de snacks en la mesita junto a su reposera, llevó sus manos al borde de su camiseta y tiró de ésta. La piel expuesta me hizo morderme el labio, arrancarle aquel sujetador deportivo era lo que más me apetecía. 

Se quitó también las Vans con sus propios pies, y se recostó en la silla reclinable. Teníamos la tarde para nosotras, una piscina, y las sobras de la pizza para cuando tuviésemos hambre. Había que aprovecharlo al máximo, ¿o no? 

Copiándola con un único objetivo, me senté, pero también en su asiento, o más precisamente, en medio de sus piernas y apoyando mi cabeza en su pecho. Debía admitir que mi autoestima se había nutrido considerablemente desde que me había dado cuenta de todo lo que podía provocar en la ojiverde con, prácticamente, sólo chasquear mis dedos. Contonear mi trasero coquetamente fue lo que hice, acomodándome.

Su pecho se inflaba con cada inhalada, y daba la impresión de estar en paz con sus ideas, pero algo en su semblante absorto me decía lo contrario. ¿Debía preocuparme? ¿Es que Issartel era más peligrosa de lo que creía? ¿Sería mejor indagar en vez de quedarme callada? 

De cualquier manera, mi boca siempre solía adelantársele a mi mente. 

"¿Piensas en ella?" Mis mejillas adquirieron un color rosado al darme cuenta de que había hablado sin querer. No había pronunciado su nombre, pero a la mención, Lauren se tensó levemente debajo de mí. Por fortuna, su expresión dura desapareció al segundo, transformándose en una sonrisita. "Q-quiero decir, n-no estoy celosa ni nada de eso, s-sólo... Uh, puedes ser sincera conmigo." 

"Sé que puedo confiar en ti, pero no quiero hablar de eso ahora. Quiero distraerme, contigo." Se arrimó, dejando un besito sobre mi cabello. "Sólo nosotras dos." Esta vez, su tono bajó una octava. Un circuito chispeó en mi cabeza, aquella extraña actitud no era común viniendo de Lauren, y ya había dicho cosas similares desde que la pizza había arribado al mediodía. Tal vez hablar, o siquiera recordar su pasado, la ponía de malas.

"Comprendo." Hice lo que creí apropiado, y le di una sonrisa sincera, reconfortante. Una relación no solamente constaba en que ella confiase, sino en que yo también lo hiciera, y por eso fue que decidí no husmear con mis manos en aquel asunto. Lauren no haría algo para lastimarme, jamás. Pero, ¿por cuánto tiempo podría funcionar eso de 'distraernos'?

Mi yo interior largó un suspiro. 

Tranquila, Camilita, tranquila...

"¿En serio no vas a meterte?" Preguntó, intercambiando drásticamente el tema por otro, jugando con un mechón de mi pelo que había quedado suelto al hacerme el moño. 

"Mmm... Aún está muy fría." El calentador tardaba unos veinte minutos en hacer su trabajo por completo, pero lo que realmente me anclaba a aquella reposera, en esa exacta posición, eran Lauren, y los increíbles masajes que estaba haciendo en mis hombros. Hacía no mucho que había descubierto su habilidad con las manos... Bueno, en ese campo al menos, y ya no podía despegarme de ella cuando me mimaba de esa forma. "En el cuello..." 

"¿Así?" Murmuró, ejerciendo la presión suficiente contra un punto justo debajo de mi nuca, haciéndome jadear. Sus dedos aflojaban los pequeños nudos expertamente, me relajaba hasta el punto en que el sueño llegaba para acogerme en su manto. 

Jesús, ésto era placer.

"Mhmm." Asentí con los ojos cerrados, flotando en una nube de placer. 

"Pues, tendrás que esperar para el resto del masaje." 

¿Huh?

Mis ojos se abrieron, y estuve lista para quejarme e inclusive amenazarla con que no me tocaría hasta que acabara con lo que había comenzado. Sin embargo, de repente ella estaba de pie, sus brazos cargándome y colocándome en su hombro. 

Oh no, ¡oh no!

"¡ESPERA, LAUREN, NO! ¡M-MI FALDA!" Esperaba poder forcejear y liberarme cuando Lauren bajase la guardia, pero claro que ella era una maestra en este pequeño juego nuestro. Ya conocía todos mis movimientos de principio a fin, yo no tenía oportunidad contra su fuerza. La pelinegra se detuvo un milímetro antes de lanzarme al agua, solamente para bajar el cierre de la ínfima prenda de ropa que todavía cubría la parte inferior de mi bikini, y deshacerse de ella, descartándola a un lado de la mesa con nuestros refrescos de mango. 

Bufé irritada. No valía, pero tampoco quería que me dejara ganar por lástima. 

"¿Cuáles son sus últimas palabras, princesa?" ¿¡Es que estaba de broma o qué!? La mataría en cuanto saliera, costase lo que costase. Mis piernas podían se cortas comparadas con las suyas, pero iba a perseguirla hasta arrinconarla, y así, ella sufriría el mismo final que yo. 

"¡Si no me bajas, juro que voy a-¡Hah!" El picor de una seca palmada en la nalga me hizo chillar.

"Ha perdido su oportunidad de hablar." Lo veía venir, y a sabiendas de mi próximo destino, tomé una gran bocanada de aire. Gracias a eso fue que al salir a flote, no tosí como descocida hasta expulsar mis pulmones. Como sea, no hubo tiempo para que pusiera el grito en el cielo, ya que el agua ciertamente no estaba en la temperatura que me hubiese gustado, o para iniciar una lucha de cosquillas, porque Lauren enseguida me jaló hacia sí, uniendo nuestros cuerpos, y tomando mis labios con los suyos. 

"Mmm... Te odio." Sonrió en el beso, arrastrándome hacia uno de los bordes.

Sabía cómo llegar a mí; cómo hacer menguar mis rabietas y mis mal humores hasta que éstos se tornaban en algo completamente diferente, algo carnal y caliente, si no lento y cariñoso. 

No había motivos para estar inquietas, eso era lo que Issartel buscaba, y no íbamos a darle el gusto. No podíamos permitírnoslo. 

Estuvimos otro rato jugando como niñas de primer grado, escupiéndonos agua en la cara, y besándonos en cada esquina de la piscina... Bien, no se suponía que niñas de seis años hicieran lo que nosotras, o eso quería creer. Sofi no hacía esas cosas. No que yo supiera. 

Luego de una hora acostadas en una manta de playa en la que fácilmente cabrían cinco personas, ya estábamos secas. Entramos a recalentar las sobras de la pizza, un bol de nachos con queso, los favoritos de Lauren, y a pedir unas alitas, por si mi madre, mi padre y Sofi no se dignaban a aparecer hasta la noche. Era su turno de elegir qué películas veríamos en el maratón semanal, y yo ya anticipaba toda clase de escenas horribles con gente siendo destripada, pero me llevé una agradable sorpresa cuando seleccionó el género 'Romance' en las categorías. ¿Estaría haciéndolo para complacerme? Eliminé aquella opción al verla yendo directamente hacia un título del que nunca había oído antes. Tenía suficiente con Dinah y su afición por la sangre y las mutilaciones. 

La pantalla inmensa de aquella televisión tuvo mi atención por un período significante de la película, pero como de costumbre, con los brazos de cierta ojiverde a mis costados, tenía más que justificado el desvío de prioridades en la lista de tareas imaginaria que mi cerebro bosquejaba. A juzgar por los constantes vistazos que le echaba a mi rostro, y las obvias idas y vueltas de sus dedos por sobre la piel desnuda de mi cintura, yo no era la única en la habitación con problemas para concentrarse. 

"Siempre vemos películas..." Interrumpió el diálogo del personaje principal. Giré el cuello y me centré en sus orbes verdes, mirándola inquisitivamente. La tensión en el aire se hacía palpable.

"¿Y...?" Para atestiguar mejor cómo probaba su punto, me erguí en mi lugar, no saliéndome totalmente de su agarre. 

"Quiero hacer otras cosas." ¿A qué se debía el repentino cambio de parecer? Al paso de su discurso, fue que pausé la película, poniendo todo mi enfoque en su propuesta, una sonrisa casi diría que divertida, estirándose desde las comisuras de mis labios. "O... No lo sé, lo que tú quieras."

Hmm...

Había gato encerrado ahí, y creía saber justo qué era lo que me ocultaba.

"¿Qué es lo que quieres tú?" Contraataqué, agitando mis pestañas de ese modo que sabía, la debilitaba. Me hallaba en su regazo, lo cual no ayudaba a que su fachada se mantuviese en pie. Estaba al tanto de lo que a ella realmente se le antojaba, sólo quería que lo dijera. 

"Nngh, sólo..." Se removió.

"Mmh." Me dejé caer hacia atrás, mi espalda con su pecho, mi boca a centímetros de su oído. "Vamos, dime qué ocurre." Estaba segura de que se confesaría, que me diría 'quiero hacer el amor', y de que por eso, terminaríamos teniendo relaciones en el sofá, pero, Lauren Jauregui aún guardaba misterios por resolver. 

"No... No me gustó cómo te veía el repartidor." 

Un momento, un momento... 

"¿Q-qué?" Eso me había tomado desprevenida, como doblar en una esquina y chocar con un muro de ladrillos.

Lauren agachó la cabeza, su postura tan tirante, que un elástico a punto de romperse no le ganaría en una competencia. 

"Estaba mirándote... Hasta que me vio detrás de ti." Oh, eso explicaba por qué se había marchado con tanta prisa. Quise reír, pero eso quizás la llevaría a pensar que me estaba burlando de ella. ¿El pobre muchacho había corrido hacia su bicicleta y huido sin su propina porque Lauren, quien no podría matar a una mosca, lo había fulminado con la mirada? Una secuencia que merecía la pena ser grabada. Mi yo interior apuntó en su libreta el revisar las cámaras de la entrada más tarde.

"Laur, yo no... No lo sabía." Aunque aquella interacción visual con el repartidor no hubiese tenido ni atisbo de ser recíproca por mi parte, sentí la necesidad de disculparme. ¿Lauren celosa? Era adorable desde mi punto de vista, sí, pero no tanto si me ponía en sus zapatos. 

Ugh.

Había sólo un sentimiento prohibido para mí, y ese era el odio. Por ello es que me sonaba mucho menos venenoso usar la palabra 'detestar'. Ajá, detestaba a toda individua que babeara por mi novia en un radio de tres kilómetros a la redonda. Podía considerarse un deporte si se cronometraba la rapidez con la que me le abrazaba cada que una chica la ojeaba con interés.

Su ceño fruncido se remarcó, y mis nervios escalaron. No parecía enojada, sino... Algo más.

"¿E-estás enfadada? Juro... J-juro que no-" Sus manos, en un impulso, se engancharon a mis caderas, y me presionaron contra una prominente rigidez, con el propósito de hacerme saber de su muy presente amigo, despierto bajo sus shorts, incitando un gemido a escaparse de mi boca. "Ah..."

"Date la vuelta," Respiró en mi cuello, su aliento cortejando mi piel con suavidad. "por favor." Oh dios, ¿qué estaba pasando? No conseguía descifrar su ademán, era demandante, pero cuidadoso a la vez. 

¿Qué podía hacer, más que confiar y encomendarme a ella? 

Con piernas medio temblorosas, y el repiqueteo expectante de mi corazón, hice lo que me pidió. Su mandíbula semi-tensa, mi imaginación maquinando un millón de escenarios posibles. Frente a frente, me quedé en silencio, esperando a ver qué haría conmigo. Por un lapso determinado de tiempo, sus pupilas vagaron en compañía de sus manos, observando y delineando detenidamente los contornos de mi torso, dando con mis muslos, parcialmente tapados por la falda, hasta volver a subir hacia mis labios. La presión de sus dedos en mi cintura me atrajo a ella, obligando a los míos a apretar los hombros de su camiseta. 

Si había hablado antes de 'agradables sorpresas', ésta era una de ellas. Incluso mejor que la anterior. Aquel control que en general yo poseía a la hora del sexo, estaba fluyendo de mí, siendo absorbido por Lauren sin que ella lo supiera. No lo estaba perdiendo, no, lo estaba cediendo, y cuando se paró a verme, pude vislumbrarlo en sus confundidos, perplejos pero voraces ojos. Lo había percibido, ahora el poder, era suyo.

Un rugido primitivo, hizo su camino desde lo más profundo de su garganta, acelerando mis palpitaciones. En todo sentido.

"¿Qué... qué harás?" Donde me hubiese gustado al menos recibir un monosílabo de contestación, no hubo respuesta. "Ni siquiera lo noté, Lauren, p-por favor, yo-" Intenté en una fallida súplica. Sus labios fueron más veloces que mis miedos, capturando a los míos acaloradamente, arrebatándome el aliento. Aun desconcertada, acepté el beso con gusto, dándole acceso a su lengua para encontrarse con la mía. Me entusiasmaba conocer el lado feroz de Lauren, quería que se mostrara, que me reclamara y me hiciera suya.

"Lo sé. Sé que no es tu culpa. Pero demonios, no quiero a nadie viéndote de esa manera." Los besos bajaron a mi cuello, húmedos, y me aferré a su cabellera, ladeando el rostro casi instintivamente para darle espacio. Ávidas manos apartaron hacia arriba la prenda superior de mi bikini, paseándose por mis pechos, ya fuera de su prisión. Mis pezones, sonrosados, se endurecían al compás de las caricias y pequeños tirones que sus dedos proporcionaban. "No quiero a nadie tocando lo que es mío." Murmuró, para después inclinarse, y adherir su boca a uno de ellos. 

"¡Hah! ¿Quieres... Huh... A-aquí en el sofá?" Aún si los jadeos peleaban por escabullirse hacia el exterior, articulé con la voz más decente que pude improvisar. Tampoco hubo una respuesta vocal. El vigor con el que succionó al otro duro pico, me bastó. Al final, no había estado lejos de atinarle con mis suposiciones. 

No había duda en sus acciones, ella ya sabía qué hacer y cómo hacerlo; dónde acariciar, dónde besar, dónde lamer, dónde hacer succión, y dónde... encajar. Con la práctica, se había convertido en una experta en cuestiones de mi cuerpo, lo manipulaba a su beneficio, pero yo no me quedaba atrás. 

"Santa... Ngh..." Gimoteó, mi mano colándose en sus shorts y tanteando el bulto por encima de sus bóxers, hasta toparme con el elástico. No eran útiles para lo que la situación ameritaba, pero no iba a pedirle que se los quitara, estaba ardiendo, y no me apetecía aguardar. Agitada, devolví sus desordenados besos con igual afán, mi puño se adueñó de su erección y la retiró de sus confines, bajando sus shorts sólo lo suficiente. ¿Vería a través de mí y adivinaría mis auténticas intenciones? Sus ojos, cuando no estaban cerrados, lucían empañados de lujuria, el deseo hablaba más fuerte para ambas. "No duraré mucho si-Maldición, Camila..." La tela que cubría mi feminidad no se había esfumado mágicamente, pero sí sido movida por mis ansiosos dedos hacia un lado, donde no estorbara. Con eso, mis pliegues se asentaron deliciosamente a su alrededor. 

"Mi dios." Suspiré, gozosa. Lauren pegó sus manos a mi trasero y me mordí el labio, incapaz de aguantar el gemidito que sin falta llegaba cuando ella hacía eso. 

"Vas a matarme, ¿ya te lo dije?" Dijo mientras me instruía, guiando mis caderas de atrás hacia adelante y viceversa. Mis fluidos la empapaban, su glande de un furioso color rosado, amenazando con ir más allá si hacía un solo movimiento erróneo. 

"Ah-hah..." Fue todo lo que conseguí sacar, además de un vehemente asentimiento, me encontraba demasiado perdida entre aquel placentero cosquilleo ocurriendo en mi centro como para formular, y también para percatarme de su desesperada impaciencia. Lauren asió su miembro, frotándose a sí misma y mi clítoris en el vaivén. "Mhmm." Ronroneé, refregándome como una gatita en la pierna de su dueño... Sólo que en mi caso, Lauren era mi novia, y esa no era su pierna, pero estaba tan sólida como los músculos en sus pantorrillas. "Oh mi dios." Pensar en lo que hacíamos servía nada más que para hacer elevar mi temperatura, en simultaneidad con mis caderas. Y no era un secreto que yo solía ser algo despistada, pero nunca creí que a tal punto, en que no notase cuando ella presionó la punta un poco más duro contra mi entrada. Mi cuerpo, habituado, no tuvo inconvenientes para darle la bienvenida, envolviendo así los primeros centímetros, con los que jadeé en sorpresa. 

"Apuesto a que las chicas se desmayarían si supieran lo que hacemos." Fijó sus ojos en mi labio inferior, atrapado por mis dientes. Al mismo tiempo, alcé mis caderas, dándole una perfecta vista de mis senos a mínima distancia de su rostro.

"Nadie tiene por qué saberlo." Declaré antes de bajar de sopetón, sosteniendo mi falda y gimiendo agudamente ante la fricción que se producía en mis adentros. En cuestión de segundos, las dos estábamos sumidas en un baile salvaje, desenfrenado.

"Mierda," Presionó sus párpados entre sí, volviendo a abrir los ojos con dificultad. "m-me encanta cómo... suena eso." Las orbes verdes grisáceas brillaban, y contribuían a que yo me enamorase aún más de ella con algo tan sencillo como una dulce mirada y una boba sonrisa de esas característicamente suyas. La amaba, la adoraba tantísimo. Lauren era un ser tan puro y de buenas intenciones, todos lo sabíamos, y no había falsedad en ello, en su bondad e infinidad de cualidades, pero yo, aparte sabía de aquel otro lado suyo; el que con sólo un tirón me despojaba de mi ropa, y con un par de ágiles meneos de caderas, podía hacerme derretir, literalmente gotear del placer, en sus brazos.

Era claro como el agua que lo que la tenía así de hipnotizada, no era nuestro sugerente hablar, sino la forma en que mi sexo parecía engullirla con cada salto, tomándola toda y haciéndola desaparecer dentro de mi cuerpo. Quién sabe hasta cuáles de todos mis rincones podía llegar. 

"¿Te gusta lo que ves?" Su mirada regresó a la mía, alarmada, y al ver la traviesa sonrisa que yo exhibía, asintió torpemente. Innumerables veces la había encontrado con las pupilas dilatadas, admirando cómo entraba y salía de mí, o cómo mis pechos, o mi trasero rebotaban. Era de lo más halagador, inclusive, enternecedor, pescarla observándome como si yo fuese la octava maravilla de este mundo.

"M-mucho. Tu... T-tus tetas, son preciosas." Gimió. Y, ¿quién era yo para mantenerla lejos de algo que ella tanto apreciaba? 

Las arrimé a su rostro nuevamente, y tirando la cabeza hacia atrás, entreabrí la boca cuando sus labios conectaron con mi piel, y su lengua tocó mi pezón. Los pesados suspiros surgiendo de mí. Lauren se sincronizó con mis saltitos, embistiendo, encontrándonos así a mitad de camino. 

"M-más." Chillé. Aceleró la marcha, sus ásperos gruñidos combinados con mis jadeos, haciendo eco en la sala. Cualquiera al ver las patas metálicas del sofá desplazándose y chirriando, hubiera pensado que era a causa de un sismo. El pulcro piso de baldosa encerada acabaría más que seguro con algunos desprolijos rayones, y no quería ni imaginar la cara de mi madre cuando lo viera, pero con la sucesión de embates, dos fuertes manos firmemente situadas en mi cintura desnuda, y aquella parte rígida de su cuerpo, desarmándome desde adentro hacia afuera, todos esos pormenores no podían serme más irrelevantes. 

"¡Lauren, oh dios! ¡Más duro... Más-¡Mghmm!" Mis plegarias fueron acalladas, no sólo porque Lauren se dispuso a hacer justo lo que le estaba rogando, sino porque sin darme la chance de terminar, me besó con una ferocidad que no sabía, poseía. "¡Mmm-me... m-me vengo! ¡Oh por dios, Lo!" Una palmada aterrizó en una de mis nalgas. "¡Ah!"

En eso, se oyó una llave ingresando en la abertura bajo el picaporte, y dando una vuelta.

¡ME LLEVA LA-

Maldijo mi yo interior, pero pronto, el pánico en las facciones de mi novia me hizo entrar en razón, y también ensanché los ojos. 

"Rayos, rayos, rayos, ¡a-ayúdame a b-bajar esta cosa!" 

"E-estás... Todavía...-" Tartamudeó señalando mi falda con la mano que no me asistía en la tarea de acomodar mi bikini. Me apresuré a re-acondicionar mi alborotado cabello y ella el suyo. 

"Quédate quieta, ¿sí?" Le di un tierno beso de buena suerte. En aquella posición, los volados de mi falda nos tapaban, y nuestra unión podía pasarse desapercibida si piloteábamos con éxito el arte del engaño, o para no sonar tan crudos, el encubrimiento de nuestra indecencia. La puerta se abrió de par en par, demostrando a mi distraída madre, luciendo en apuros y con problemas para quitar la llave de la cerradura. Me escondí en el cuello de la ojiverde.

"Karla, ¿puedes creer que olvidé mi-¡Ah, niñas, están las dos aquí!" Exclamó al voltearse.

Genial. Gracias Mami, siempre tan oportuna.

"Uh, huh, sí, e-es que estábamos-" La voz de Lauren se quebró, y se aclaró la garganta. "Estábamos viendo una película." Tal vez esa no era la verdad, pero sí que estábamos viviendo una escena digna de aparecer en una película de comedia. 

"¿Pero si está en pausa...?" 

¡Sólo vete!

"Camila s-se durmió y, ya sabe, no quiero despertarla. Voy... A dormir también." Ése había sido un buen salvataje. 

"¡Oh! Ustedes dos continúen con su siesta, yo iré arriba por mi billetera. Saldré por el garaje y usaré el auto de Camilita, el mío necesita urgentemente una revisión." Lauren tragó saliva, supuse que de los nervios, hasta que la erección punzó dentro de mí, endureciendo al límite en el que sentí como si estuviera hecha de acero, y supe que, el paraíso no sólo era un sitio, sino también una sensación. ¿Es que acaso la encendía hacerlo con el peligro inminente de ser atrapadas? No podía negarlo, la adrenalina también estaba haciendo estragos en mi sistema.

"Claro, le echaré un v-vistazo antes de irme." 

"Ya es tarde, Lolo, quédate a dormir. Estaré de vuelta en una hora con Ale y Sofi. ¡Cenaremos algo delicioso!" Finalizó, la madera de la escalera clickeando con las pisotadas de sus tacos. 

"No te detengas." Exigí en un siseo bajo, sin retirar mi cara de su cuello. Si no me venía, pasaría el resto de la noche en vela, frustrada como nunca.

"¿Q-que dices? No... N-no puedo, Camila, tu madre puede-" No quería escuchar eso. Sólo quería tener un orgasmo, con ella follándome, corriéndose en mí. Si no iba a hacerlo, entonces yo lo haría sin importarme un comino. Alcé mis caderas, lenta, tortuosamente. "Camila..." 

"Shh." Chisté, bajándolas. Fui restaurando el ritmo, ascendiendo y descendiendo, recuperando gradualmente la velocidad previa. Mi cara aún en su cuello, el ruido del cuero siendo rasguñado por sus uñas delataba la presión que se formaba en su abdomen bajo. "Deja de pensar en eso, sólo fóllame." Besé debajo de su oreja y lamí su piel allí.

"¡La tengo!" Exclamó mi madre. El sonido de tacones golpeteando desde el segundo piso, llegando a la escalera, en otra dimensión hubiera sido mi señal para ponerle un alto a mis movimientos, pero en ésta, en la que el éxtasis estaba a un pelín de hacerse realidad, fue el combustible para avivar las llamas. 

El patrón respiratorio de la jugadora de softball se entrecortaba, sus brazos temblequeaban mientras sus dedos escarbaban en el acolchado sofá.

Un poco más, sólo... un poco más y...

El sonido se acercaba, unos pocos escalones y algunos pasos más, y ella daría la vuelta en el pasillo, pero yo ya no podía detenerme. ¿Qué pasaría si cambiaba de opinión y venía a la sala? No me importaba. 

Conté mentalmente.

Uno, dos, tres...

Y dos gotas de sudor rodaron por el cuello de la ojiverde.

Cuatro, cinco, seis...

Y las contracciones en mi interior comenzaron. 

"¡N-ngh...!" Gimoteé, mordiendo su hombro.

Siete, ocho, nueve...

La puerta del garaje se cerró, y poco después sólo tuve que escuchar el motor cobrando vida. Despegué mis dientes de la tela de su camiseta, liberando el más complacido, aliviado grito que cualquier ser en este mundo podría oír. Todos mis sentidos se sobrecargaron en aquella explosión.

"Carajo, carajo..." Raspó Lauren, corriéndose junto a mí. La punta de su miembro golpeando en mi punto débil una y otra vez, forzándome a dejar salir todos mis gemidos reprimidos, sucios, sin filtro. Me tiró hacia abajo bruscamente con ambas manos, sujetándome para que nada saliera. Las espesas capas me llenaban de gloria, una a una, sus dedos se hundían ahora en mi carne, mis uñas en su espalda.

"Ah... Hahh..." Me retorcí en sus brazos, separándome del todo de su cuello. 

Besó mis mejillas, luego mi barbilla, y mis labios. "Dime que no olvidaste tomar las pastillas." 

"No lo olvidé." Reanudé mi tembloroso meneo. 

"M-maldita sea, te amo." Su voz ronquecina, su mordida apretada. Las réplicas nos tenían atontadas, mis caderas y las suyas seguían con una despaciosa danza, anhelando la eternidad de aquel clímax. Cálidas gotas de algo que ya sospechaba qué podía ser, cayeron por mis muslos.

"Mmm, yo a ti." Gemí por último. Era una nueva marca, la del orgasmo más prolongado que había tenido hasta la fecha. En fin, las dos habíamos acabado drenadas.

El silencio reinó en la casa, tanto que si se desechaba el pequeño detalle de lo que habíamos hecho sobre aquel sofá, se creería que allí habitaba la paz y la serenidad de un domingo por la tarde. 

Acto seguido: me eché a reír, eventualmente quedando como desquiciada frente a una Lauren de sonrisa perezosa. 

Cuando mi ataque de risa concluyó, deslicé mis brazos a cada lado de su cuello y enlacé mis manos por detrás de su nuca. "Solamente espero que haya sido lo suficientemente claro el mensaje."

"¿Cuál mensaje?" Jugó a la desentendida, acariciando mis muslos amorosamente.

Reí. Mi nariz rozó la suya, nuestro aliento mezclándose. "Ésto." Susurré, y junté nuestros labios en un breve beso, saboreando su humorosa sonrisa. "No quiero a nadie más que a ti. Y ya que tú hiciste lo mismo cuando yo estaba celosa..." 

"¿De qué hablas?" Cuestionó como si le hiciera gracia.

"Hablo de aquella vez en la que te encargaste de quitarme la virginidad por haber creído que te besaste con la presidenta del consejo." A eso, estalló en carcajadas, su pecho vibrando contra el mío. "¡Lo digo en serio! Fue una bonita noche, ¿no la recuerdas?" 

"La mejor jodida noche de mi vida. ¿Cómo podría olvidarla?" Sus dedos se enredaron en mi cabello, peinándolo hacia un costado. 

"¡Oye! ¡Creí que eso había cambiado la noche en que tuvimos esa 'piyamada de dos' y lo hicimos en el baño!" Protesté.

"Bueno, tienes razón. Entonces, una de las mejores noches de mi vida." Reformuló, robándome una risita. Conforme, me abracé a ella y planté un besito en su mejilla. "Ahora la pregunta es, ¿cómo rayos haremos para limpiar este desastre?" 

Doble ugh.

Dejé caer mi frente en su hombro, rendida y sin energías para lidiar con ello.

"Valió la pena."

***

Lauren's POV

"Y... ¡Lanza!" Maia soltó la pelota, que voló en mi dirección a la velocidad de la luz. "¡Jauregui, ya sabes qué hacer!" Con el impulso justo, llevé el bate hacia adelante. El chasquido del golpe resonó en toda la cancha, y sin más, eché a correr por las bases. En la cuarta, Kate esperaba con una sonrisa orgullosa, Hailee levantando el bate del suelo.

"¿Sabes? No hacía falta que dieras la vuelta, ya todo el instituto está enterado de lo genial que eres, blah, blah." Rodó los ojos Hailee, fingiendo molestia. En mi caminata al banco, donde la pequeña heladera portátil guardaba nuestras botellas de agua, revolví su cabello y ella empujó mi hombro, riendo.

"Buena esa, tigre." La coach Benson se acercó a masajear mis hombros amistosamente. "Ahora tú irás a buscar la pelota al estacionamiento." 

"Pero coach-" 

"¿En serio crees que estará aún ahí cuando salgas? Vamos, ve a darte una ducha, apestas." Frunciendo el ceño, alcé mi brazo y me olisqueé la axila. 

No huele taaaan mal...

Maia pasó su brazo por mis hombros, y bebí un trago de mi botella, comenzando a ir rumbo a los vestidores. El público en las tribunas se marchaba de a grupos medianos, el sol bajaba por el horizonte y el cielo iba tornándose de anaranjado a rosado. Las prácticas de verano por la tarde eran la mejor opción si la institución no quería recibir alguna que otra denuncia por permitir que entrenáramos a pleno mediodía, con una sensación térmica de cuarenta grados bajo la sombra. Por suerte para nosotros los estudiantes, o al menos, los que no teníamos pendiente recursar asignaturas, las clases no se extenderían más de lo necesario este año. Terminar el ciclo me emocionaba tanto como me asustaba, pero trataba de no dejarme maniobrar por mis miedos. No más.

En medio de mi buche, fue que la australiana eligió arrojar la bomba.

"Entonces... ¿Es cierto el rumor?" Enarqué una ceja ante su comentario, el agua todavía en mi boca. ¿De qué demonios hablaba? ¿Un rumor? No podía ser nada bueno.

Tragué. "¿Cuál rumor?" 

"¿No lo oíste aún? Hermana, sí que andas perdida en esa nebulosa llamada Camila Cabello." Negó, frotándose el entrecejo con dos dedos. Su actitud me ponía nerviosa, me hacía pensar en lo peor por venir. ¿Qué tal si había algún rarito metiche espiándonos a Camila y a mí, o tomando fotos de nuestra vida privada? 

"Sólo dime qué es lo que dicen. ¿Es sobre Camila? ¿Alguien está hablando mal de ella?" Debía indagar, porque cualquiera que siquiera hiciese el intento de dañarla, las pagaría. Podía ser muy amable con todos, a veces en exceso, sí, pero no si se metían con mi novia, mi Camila.

"Uh, no exactamente... Es más como-"

"Maia..." Farfullé entre dientes, el plástico de mi botella crujiendo y pidiendo misericordia en mi mano. Dimos la vuelta en el pasillo, donde los casilleros se amontonaban y la gente solía olvidar sus desodorantes bajo las bancas.

"¡De acuerdo, de acuerdo! N-no te pongas así, das miedo." Bufé. Mi bolso cayó en las tablas de madera y crucé mis brazos, a la espera.

"Lo siento, no creo calmarme hasta que me digas de qué rayos hablas." 

"Bien, uhm... He estado oyendo por ahí que... Uh... ¿Es cierto eso de que Mila está embarazada? A-algunos dicen que lleva unos dos meses, otros tres, y-" Su divague se cortó cuando me oyó largar una estruendosa risa. "¿D-de qué te ríes? ¡Dime que no es verdad!" A duras penas la camiseta del equipo se despegó de mi sudoroso torso, el material plenamente agarrado a mi piel. Al fondo, la puerta principal se abrió y cerró, pero no le pusimos cuidado. Algunas de las chicas todavía no entraban a por sus pertenencias.

"No, Mai, Camila no está embarazada. ¿Crees que estaría así de tranquila si supiera que tendré un bebé con ella?" Resopló con humor. 

"Conociéndote, probablemente estarías en las nubes." 

Oh, mejor que eso.

"Sería la mujer más feliz del planeta. Poder ver a una pequeña Camila, vistiendo una camiseta con mi apellido en la espalda... ¿Imaginas eso? Sería asombroso." Procrear no estaba en mis más próximos planes para el futuro, pero sin dudas valía soñar despierta.

"Esa niña sería muy bonita, ustedes dos tienen una muy favorable genétic-"

"Hmm." Las dos nos giramos hacia la fuente del carraspeo, que resultó ser nada más ni nada menos, que una ruborizada latina. Sus coloreadas mejillas, apenada sonrisa, y el jugueteo de sus dedos con su brazalete de perlas, me decían que había escuchado nuestra conversación.

"Camz, ¿t-todo en orden?" Su cabello, suelto y sedoso, desprendía el aroma fresco de su shampoo, el cual nunca fallaba en hacerme suspirar. Allí parada, sin siquiera hacer nada, ella podía enamorarme tan bien como la primera vez. 

"Mi madre llamó, Clara dice que le quites el silencio a tu teléfono." Mi compañera no pudo evitar reír, ganándose así un codazo en las costillas. "Quieren que vayamos a cenar. Chris y Tay ya están en casa con Sofi, sólo faltamos nosotras y mi padre." 

"Seguro. Déjame... D-déjame cambiarme y, uh... Debería tomar un baño." Balbuceé. Maia se excusó alegando que llegaba tarde a no sé dónde, y se despidió agitando la mano.

"Puedes hacerlo en casa mientras preparan la comida." Por lo general, cuando ella sugería que me bañara en su casa, más precisamente en su baño personal, la cosa no terminaba siendo solamente una rápida ducha para lavarme el pelo y despojar a mi cuerpo del olor a sudor. Con nuestras familias cerca, lo más adecuado sería aguantar las ganas de hacerle el amor, pero en el calor del momento, a veces me era imposible resistir. Un ejemplo de ello, eran las mil ocasiones en las que Sinu, mi madre, o Dinah, llegaban para arruinar nuestras sesiones de... ¿Cómo llamarles? ¿'Besos y caricias'? 

Mejor dicho, 'Besuqueo y toqueteo'.

Luego del incidente del sofá, las líneas entre lo correcto y lo incorrecto se habían borroneado. 

"Claro, sí. Genial." Le regalé una sonrisa y cambié mi vestuario por uno que no apestara, echando algo de desodorante en mí para no ahuyentarla con mi hedor. 

"No tenías que cambiarte, ahora tendrás que volver a hacerlo en casa." Salimos hacia el estacionamiento, Camila se afianzó a mi brazo y apoyó su cabeza en mi hombro, o bueno, la parte a la que alcanzaba de mi hombro. "Me gustas así, toda sudorosa y sexy." Dijo, pasando su dedo índice por mi cuello.

"Tú sólo me quieres por mi figura." Bromeé.

"¿¡Qué hay de malo en que me guste tu cuerpo!? Es un gran plus en la cama. Tienes mucha energía." Murmuró lo último.

"A veces creo que tú tienes más." Cuando creía que ambas estábamos agotadas, ella siempre rodaba encima de mí, a por más. Un cuerpito pequeño, con un hambre insaciable en todo sentido. "Puedes tener múltiples orgasmos." Agregué.

"Hey, no es mi culpa. Y tú también puedes." Soltó un bufido.

"Pero no tantos como una mujer co..." Una cabellera castaña sobresalió de en medio de dos autos. Supe que ese deportivo rojo estacionado frente a mi Mustang debía ser suyo. "Tiene que ser una maldita broma." Mascullé. Camila siguió mi mirada, apretando su agarre en mi brazo al avistar a aquel diablo disfrazado de un no tan simple mortal. Keana dio unos cuantos pasos hacia nosotras, sus aretes de diamantes tintineando.

"Es bueno encontrarte aquí, Laur." Se detuvo, ojeando a mi novia de arriba abajo. "Camila." Le ofreció una cordial sonrisa. Su postura era amenazante, pero su forma de actuar era sutil, demasiado confiada para mi gusto. Como si supiera que todo iría a su antojo, no importaba qué dijese o hiciera yo. "Parece que el destino vuelve a cruzar nuestros caminos. Tal vez sea una señal, ¿no lo crees?"

"Lo dudo. No caeré en tus sucios juegos esta vez, Keana. Ya no tengo quince." 

"Ah, pero apuesto a que tienes las mismas hormonas alborotadas que tenías entonces." Sonrió maliciosa, y pasó a escanear a la morena. "Alejandro nos enseñó unas muy lindas fotos tuyas. Me sorprendió ver que hasta no hace mucho, aún no te veías tan crecida como ahora. Has hecho un buen trabajo en arrancarle la inocencia a la niña de papi, Laur-"

"No la llames así." Gruñí. ¿Cómo era posible que estuviera posando tan amenamente en aquel conjunto morado de marca? ¡Como si creyera que había venido a solucionarme la vida, en lugar de a estropeármela! ¿Es que no tenía escrúpulos esta mujer? 

En cuanto a mí... Estaba furiosa.

"Lo, ya déjala, no lo vale." Camila enlazó sus dedos con los míos, algo que ella sabía, lograba apaciguarme.

"Te equivocas, yo no soy así. Voy a ganarte justamente, cielo. No estoy aquí para ser la mala de la historia. Todo lo contrario." 

"Ve al grano, Issartel." Me convencí a mí misma de tomar aire y bajar los humos que mis orejas despedían.

"Quisiera hablar a solas contigo un momento, ¿está bien eso?" Sacudí mi cabeza en negativa. 

"Lo que sea que debas decirme, Camila puede escucharlo." 

"Muy bien. Sólo venía a informarte, que si bien la universidad de Miami es accesible, la de Seattle está dispuesta a ofrecerte una beca completa, con tal de que juegues en su equipo. El reclutante de los Marineros constantemente anda en busca de nuevos talentos, y la S.U. es de las mejores en el campo deportivo y artístico, por lo tanto, jamás dudan en visitarla en temporada de reclutamiento." Tragué en seco, sabiendo que ella llevaba la razón, y también la delantera. "Yo estaré cursando en la carrera de ciencias políticas allí, pero si no estoy mal, la universidad de Miami ya ha aceptado a Camila." La miró. "Por cierto, felicitaciones."

"Gracias..." Musitó mi novia. 

"Yo que tú me lo pensaría, Laur. No a todos les hacen este tipo de ofertas, mucho menos confirmando un puesto seguro en el equipo titular de baseball. Podrías graduarte y jugar profesionalmente para el equipo que quieras. Si decides 'transferirte' conmigo luego," Hizo comillas con los dedos. "podrías incluso jugar para los medias rojas de Boston." Mi equipo de ensueño, mi fantasía desde que era sólo una niñita viendo los partidos con su padre y las repeticiones al día siguiente... 

Me había dejado muda.

"Eso es todo, debo irme. Espero que ambas lo discutan y lleguen a una conclusión razonable. Saben qué sería lo mejor para todas, ¿o no?" Puso un pie dentro de su convertible. "Claro, eso sería... Si a ti, Camila, te interesa que Lauren tenga un futuro exitoso." Y guiñándole un ojo, cerró la puerta, encendió el motor, y aceleró. 

En el desolado estacionamiento, permanecí paralizada. La brisa soplaba, pero más que eso, nada podía oírse. La desesperación y la ira aumentaron, hasta volverse incontrolables.

"¡Hija de perra!" Camila jadeó cuando lancé mi bolso por los aires. "¡Con un demonio! ¿¡Por qué, por qué tiene que hacer ésto!?" Lo pateé. La morena corriendo tras de mí, envolviendo sus brazos en torno a mi cintura. No la alejé por miedo a comportarme como una bruta, pero aquel pobre bolso era el que se llevaba todo el maltrato.

"¡Lauren! ¡Lauren por favor, vas a lastimarte!" Me daba igual que mi bate se partiera en dos, tenía que sacarlo, no siempre podría embotellar todo. "¡Detente, ya!" Se paró frente a mí, restringiéndome el paso.

"Te amo, en verdad lo hago." Las lágrimas de impotencia caían por mi rostro, sus tersas manos fueron a mis mejillas. 

"¡Lo sé, lo sé, y yo te amo a ti! ¡Ahora escucha!" Pegó su frente a la mía. "Ya hemos tenido esta charla antes. Confío en ti y confías en mí, ella no va a separarnos."

"Pero-" Me besó. Largo, húmedo, y lento, el beso perfecto para hacerme callar y olvidar de todo a mi alrededor por aunque fuera unos minutos. 

"No lo hará." Susurró al separarse, una suave sonrisa reemplazando a su ceño fruncido, mientras picoteaba mis labios. "Sabes que somos más fuertes que eso."

"No me agrada lo que se trae en manos." Nada proveniente de Keana Marie Issartel era bueno. Sin excepciones. Ella era un ser perseverante, lamentablemente, también egoísta y malintencionado. Así es, una mala combinación.

"Ni a mí, pero lo resolveremos. Juntas." Después de aquella pérdida de los estribos, sentí que pude volver a respirar sin que mi garganta quemara. Agradecida, tomé sus manos en las mías y besé sus nudillos uno por uno. Esta mujer, valiente, inteligente, y hermosa, era la que quería para el resto de mi vida. "No te librarás tan fácil de mí, Jauregui. Todavía tenemos muchos bebés por hacer." Movió ambas cejas provocativamente. 

Santa madre.

De su boca brotó una risita, y una de sus manos bajó a mi trasero, dándole una juguetona palmada. "¡Camina, o se nos hará tarde!" Ordenó, yendo de una corridita hacia la puerta del co-piloto.

Wow.

-

Nota: ¡400K, no puedo creerlo! En serio, muchas gracias por seguirme, por apoyarme, por leerme y por todo lo que hacen día a día, sin siquiera darse cuenta de lo feliz que me hacen. Lxs amo infinitamente.

PD: Siento muchísimo la demora de este cap. Hubo un par de semanas en las que no me sentí muy bien, y por ello es que no pude adelantar mucho. Espero que no me odien mucho ♥️

Si les gustó, por favor voten, comenten, compartan, síganme, pásense por mis otras obras (que pronto voy a actualizar), y tengan un bello día/noche *heart emoji*

Continue Reading

You'll Also Like

257K 8.3K 56
When he denied his own baby calling her a cheater. "This baby is not mine." But why god planned them to meet again? "I would like you to transfer in...
142K 5.1K 87
Ahsoka Velaryon. Unlike her brothers Jacaerys, Lucaerys, and Joffery. Ahsoka was born with stark white hair that was incredibly thick and coarse, eye...
662K 40.4K 104
Kira Kokoa was a completely normal girl... At least that's what she wants you to believe. A brilliant mind-reader that's been masquerading as quirkle...
472K 16.9K 95
The story is about the little girl who has 7 older brothers, honestly, 7 overprotective brothers!! It's a series by the way!!! 😂💜 my first fanfic...