El Cortejo de Velkan

_latamy által

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"Aquí no hay un felices para siempre" Több

TRAILER/ SINOPSIS
Advertencia
1.El Engaño
2. Primera Vista
3. El Cortejo
4. Luna de Miel
5. Relajo Roto
6. Relajo Encontrado.
7. La Calma
8. De Venenos y Traiciones
9. Advertencias del Pasado
10. A Golpes
11. El error, el temor.
12. La Conversación
13. Pesadilla en Carmín
14. La charla en la Laguna
15. Entre pinos y Eucaliptos
16. Hermoso Error
17. Té contra la Ira.
18. La noche más larga
19. El lobo y la esclava
20. Arrepentimiento y Búsqueda
21. Santas cadenas de plata
22. La historia del Medallón
23. Cuando la Luna se tiñe de sangre
24. Recuerdos del Omega
25. Confesiones
26. Sollozos de Lobo
28. Visitas y ofrendas.
29. Llanto en medio de la batalla
30. La suerte de la nueva estrella
31.Lo que no borró las cenizas
32. La Posada del Lobo
33. La historia del omega
34. Antes de la Lluvia
35. La última travesía
36. Seis años después
Agradecimientos
EXTRA: El Engaño - version Lucía
EXTRA : El cortejo de Fausto I
EXTRA: El cortejo de Fausto II
EXTRA: El Cortejo de los Gemelos I
EXTRA: El Cortejo de los Gemelos II
EXTRA: Wolfgang y Lilly
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VELKAN VUELVE ESTE 2020

27. La esencia del juramento

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_latamy által

Todo se vuelve negro a mi alrededor y mis oídos dejan de funcionar. Pierdo la vista por unos momentos, apenas siento como el aire se me escapa de los pulmones, aparece un nudo en el estómago y en la garganta.

Las manos de Lucía me devuelven al presente, y el sonido de su voz parece hacerme despertar.

"Kan..."

"Vel ... an"

—¡Velkan!

Sus ojos azules son lo primero que diviso como una luz a la lejanía y luego vuelvo a la realidad. Al Clan triste, mi madre devastada y a mi padre que ya no respira. Busco levantarme, mis piernas están debilitadas lo que se me hace difícil en un principio, pero lo logro.

— ¡Es tu culpa!

La voz de Fausto gritando me hace girar y veo su rostro desfigurado de rabia y con sus ojos rojos de tanto llorar.

— Fausto— habla Rue preocupada—¡No ahora, no es el momento!

Mi cuñada se ve preocupada. Su rostro cansado y con pena aparece ante mi mientras trata de tomar del brazo a su marido.

Fausto no la escucha, se suelta de su brazo y va hacia mi dirección.

—¡Mira lo que has logrado Velkan! ¡Nos lo quitaste! ¡Mi papá se fue por tu culpa!

— ¡No digas eso! — escucho a mi madre mientras los gritos de Fausto retumban en mis oídos.

— ¡Lo es mamá! — exclama Fausto con la voz cortada mientras veo a Rue acercarse— ¡Todo ha sido su culpa! Si no hubiera ido a buscar a esa mujer esto no hubiera pasado.

¡No metas a Lucía en esto!

—¡Si no hubiera sido tan ciego no habríamos ido a buscarlo al pueblo en medio de la Luna Roja y mi padre nunca hubiera sido envenenado!

¡Cállate, por favor!

No soy capaz de hablar en este momento. Cada frase hace que me duela el pecho, me duela la cabeza y pierda el equilibrio. Soy el culpable de todo esto. No, no puede ser cierto.

¡Cállate, cállate!

—¡Qué la Luna sea mi testigo! — estalla Fausto señalándome— Lo culpo a él, solo a él.

— ¡Basta!

Mi voz retumba por todos lados hasta casi herirme la garganta. Un impulso hace que me lance sobre él empujándolo al piso, Fausto cae al suelo conmigo encima y busca que le quite mis manos de sus hombros. Fausto descarga su rabia en mi mejilla con sus nudillos y yo hago lo mismo, generando una batalla en la tierra.

— ¡Ya!¡Alto! — mi madre grita histérica, pero ninguno de los dos hacemos caso hasta que sentimos muchas manos que nos levantan y nos separan, los gemelos toman al iracundo de mi hermano, mientras yo siento los brazos gruesos y endurecidos de Joel que buscan contenerme.

— ¡Lo arruinaste todo! — grita Fausto encolerizado— Una y otra vez, ¡estás maldito! Lucía te ha cegado como una loba blanca llevándonos a la destrucción.

— ¡No te atrevas a meterla en esto! ¡No te atrevas a insultarla! — bramo enfurecido ante la manera de hablarle a mi mujer.

Que te digan lobo o loba blanca es tal vez uno de los peores insultos que se podían decir en el Clan. Te describe como alguien maldito, que trae mala suerte y que la muerte lo acecha como al personaje de la historia.

— ¡La meto porque es la culpable de todo! — me reprime— ¡Debió morirse con el veneno! — grita.

Fausto mira encolerizado a Lucía quien se ha quedado en su puesto con los ojos abiertos de todo lo ocurrido.

— ¡Maldigo el día en que mi hermano puso los ojos en ti!

La mirada de Lucía es impenetrable y sus dientes están tan juntos sobre sus labios que en cualquier momento juraba que se romperían.

— ¡Crees que yo quise algo así en mi vida, bestia! — exclama Lucía de pronto, con voz dura y fuerte.

Fausto no está es sus cabales y los gemelos buscan contenerlo, evitando que se le vaya encima a Lucía. Una tarea titánica en este momento que mis hermanos apenas si pueden hacer.

Lucía se dirige donde mi madre para reconfortarle y alejarse un poco ante la forma en que se comportaba mi hermano quien seguía batallando por liberarse de los gemelos.

— ¡Ella es tan culpable como tú! — habla Fausto angustiado mirándome con sus ojos grises.

Rue se acerca a él con preocupación en sus ojos. Fausto estaba tan cegado de su propia furia y tristeza que pareciera que no la veía.

— Fausto, por favor tranquilízate — le ruega con cuidado buscando que los ojos de su marido le dedicaran atención— no es momento para esto, todos estamos mal por lo ocurrido, ¡eso incluye a Velkan!.

— No puedo incluir al que generó todo este mal, Rue— habla Fausto con una voz ahogada, menos suya y más salvaje.

— Él es tu hermano y también está afectado— le dice Rue con cuidado— Por favor cariño— agrega mi cuñada — Necesitas relajarte, vámonos de aquí un rato, ven conmigo.

Rue no consigue respuesta ante el estado de Fausto, quien ni siquiera le ha dirigido la mirada, la ha tenido clavado a la mía o en el suelo. Rue busca hacer un nuevo intento, esta vez buscando tocar una de las mejillas de mi hermano.

— Por favor, Fausto.

El roce de sus dedos sobre la mejilla no funciona, mi hermano se altera a su tacto y sus ojos se nublan. Un gruñido bestial, su pelo creciendo y boca monstruosa decoran su cara cuando increpa a Rue gruñendo de manera espantosa, animal y violenta.

A todos nos asusta su estado y más cuando una de sus manos logra soltarse de la de Wulf y se dirige hacia Rue.

Mi cuñada logra retroceder, pero no evita que las uñas de Fausto la rocen y caiga al suelo al perder el equilibrio.

—¡Fausto!

El grito de su nombre sonó en mi garganta, la de mi madre, hermanos Lilly y Lucía haciéndolo volver en sí.

Sus ojos dejaron de estar nublados y observó a Rue quien le devolvía la vista con sus ojos azules temblando y un hilo de sangre sobre uno de sus brazos.

El rostro de Fausto se desfigura del miedo y en su mano libre podía ver un tenue hilo líquido carmín dibujado sobre sus dedos. Mi hermano había recuperado su mente, haciendo que los gemelos dejaran de retenerlo.

— ¡No, Rue! — gime del espanto.

Busca acercarse a mi cuñada, pero no se atreve, su cara está desfigurada de miedo y Rue no podía evitar temblar en el suelo.

Había miedo en sus movimientos y eso dejo más devastado a mi hermano, a todos.

Miró su mano manchada de sangre de su mujer y sus ojos se nublaron esta vez de lágrimas que comenzaban a formarse y caer por sus mejillas.

— ¡Lo siento tanto! — grita ahogando un sollozo y sale corriendo de ahí.

— ¡No, Fausto! — Rue y mi madre gritan a coro asustadas mientras mi hermano sale corriendo sin que ningún lobo lograra detenerle.

— ¡Nosotros iremos a buscarlo! — grita Wolfgang corriendo hacia donde quiera que se haya dirigido Fausto.

— Lilly, cuida de Rue e Iván, ¡llévatelos a la casa! — ordena Wulf mientras sale corriendo— ¡Velkan! Ven, necesitaremos a todos los lobos veloces para buscarlo.

Wulf me debe gritar nuevamente antes que tome en cuenta la orden. Fausto está mal y ¡todo por mi culpa!

Salimos corriendo con otros alfas en busca del rastro de mi hermano. Los centinelas pudieron verlo salir en una dirección exacta que nos permite continuar el camino. El rastro es fresco y en su estado es descuidado con dejar huellas y detalles que nos es fácil seguir su ruta.

— ¡Fausto! — las voces de todos resuenan en el bosque sin ninguna respuesta.

— Nunca lo había visto así— digo mientras seguimos el rastro.

— Nosotros sí— habla Wulf preocupado — fue cuando murió Zeeb, entró al bosque de la nada, no pudimos seguir el rastro tan fácilmente en esa oportunidad.

— Fausto no está bien— dice Wolfgang buscando a su alrededor algo nervioso— la muerte de papá, el golpe a Rue, ¡él nunca le ha levantado la mano a Rue! Debe sentirse terrible.

A mi memoria vuelve cuando atenté contra la vida de Lucía hace tanto tiempo atrás al ver su mirada asustada, las marcas en su cuello y como me sentía tan mal, asustado y adolorido de lo que le había dicho y hecho a mi mujer ¡le ofrecí morir! y de cómo Fausto me advirtió de que mataría si volvía ha hacer algo así.¡Fausto está destrozado y en su estado puede hacer cualquier cosa!

Nuestros oídos captan el ruido de un gemido con otro sonido agudo y suave. Wolfgang nos pide guardar silencio mientras nos movemos ante ese ruido, esta un poco lejos, pero evitamos movernos demasiado para que el silencio prevalezca si es que era Fausto u otro lobo.

En cuanto nos acercamos lo suficiente, creo que los tres agradecimos a la Luna en silencio. Era Fausto.

Lloraba con la cabeza escondida entre la corteza de un tronco el cual tenía marcas finas de sus garras. Mi hermano arañaba la corteza con suavidad, pero por las marcas dejadas y que se ven recientes es obvio que en un momento descargó toda su ira contra la madera del árbol.

Wulf me hace una seña para que me mantuviera a distancia mientras Wolfgang se acercaba con cautela hasta nuestro hermano.

— Fausto— habla con cuidado Wolfgang.

Nuestro hermano emite un ruido distinto y luego genera silencio, dejando claro que había escuchado la voz de Wolfgang.

— Déjenme — la voz de Fausto se escucha herida y ahogada.

— Tranquilo, no ha pasado nada que podamos lamentar.

Fausto inicia un nuevo llanto ante estas palabras, uno lastimero mezclado de suaves aullidos dolorosos.

— Herí a Rue, mi pobre Rue. ¡Perdí el control! — habla Fausto entre su pena.

— No fue a propósito y lograste controlarte lo mejor que pudiste.

— ¡No le viste su cara!

Fausto encara a Wolfgang al decir esto y podemos ver su rostro con sus ojos hinchados y caídos por las lágrimas y su desfigurada boca en un gesto de dolor.

Se mira las manos cuyas palmas se veían rojas y magulladas por la corteza.

— En mi Cortejo me prometí tener cuidado con ella, que no la lastimaría como muchos otros lo habían hecho con ella y mírame, ¡la herí! Le levante la mano. ¿Cómo la volveré a ver a la cara? ¿Cómo veré a Iván luego de esto?

Wolfgang se acerca a nuestro herido hermano y lo abraza con cuidado, el tacto de él parece hacer que Fausto se derrumbe porque se aferra a su pecho con desesperación antes de ponerse a llorar nuevamente. Al final, Fausto se relaja y no se como es que lo hace, pero Wolfgang logra convencerlo de que volvamos al Clan.

Wulf emite un aullido suave, dejando claro al resto de quienes fueron a buscarlo que la misión se había cumplido.

Fausto vuelve con nosotros al Clan agarrado de Wolfgang, los centinelas anunciaron nuestra llegada. Mi madre lloraba en silencio mientras los dejábamos en su casa. Juan vino al poco tiempo con unas hierbas que eran revisadas por Lucas antes de convertirlas en un té en el fogón de la casa.

— Son hierbas para que lo relajen— comenta Juan mientras Lucas le acercaba una taza a Fausto.

Él se la bebe sin decir nada y con la mirada baja.

Lucas le deja una botella de esa mezcla cerca de su cama mientras le revisa las manos y comienza a limpiarlas.

— Comenzó a dañar la madera en su estado más salvaje, pero mientras se tranquilizaba se llenó de astillas. Hay que curarle— explica Lucas mientras comienza aquella acción.

Es impresionante ver como, con cuidado, Lucas quita cada astilla con una aguja delicada que ha limpiado en el fuego. Las manos de mi hermano están llenas de marcas que el omega se encarga de quitar con el menor daño posible.

Lucas se ve concentrado, sus ojos azules únicamente tienen la visión en su objetivo, mientras lo observo puedo distinguir algunas heridas que no desaparecen de su cara: tiene marcas frescas del encuentro con Loki.

Fausto rápidamente se relaja, comienza a respirar suavemente y sus ojos se cierran mientras Lucas sigue con sus curaciones.

Juan nos dice que el té lo tendrá sedado por un tiempo para evitar que haga una locura y permita calmar las cosas en el Clan.

— Tenemos que pensar en el funeral del señor Amarok — comenta Juan— Su cuerpo necesita descansar en paz.

Juan trata de mantenerse sereno, pero sus ojos de anciano lo delatan. Está preocupado por lo que ha pasado.

Veo a mi hermano durmiendo y siento como se me aprieta el pecho. Pudo hacer una tontería de la cual podríamos lamentar una nueva vida. Y está Rue, ¡pobre Rue!

Juan nos dice que Fausto necesita descansar y nos pide salir de la casa. Mis hermanos y yo nos dirigimos hasta su hogar donde esta mi madre con Iván y Pampin, mientras Lilly y Lucía buscaban calmar a Rue.



Cuando entramos en la casa. Los ojos grises y claros de mi madre y Rue son lo primero que vemos.

— ¿Lo encontraron? — preguntan ambas con una voz cautelosa.

— Él está bien— dice Wolfgang— Lo encontramos y está en casa, le han dado algo para hacerlo dormir, deben curarle las heridas de las manos.

Mi madre sube su mirada al techo en son de agradecimiento y mi cuñada esconde su rostro con sus manos, emitiendo un suave chillido mientras sus ojos se ponen lagrimosos.

— ¡Debo ir a verlo!— dice Rue dando pasos hacia la puerta.

— Quédate aquí con Iván— le recomienda Wolfgang pero mi cuñada niega con la cabeza.

— Él está mal, se que no hizo esto a propósito —dice señalando su herida que ahora se encontraba vendada— Y me necesita, debo estar con él para decirle que todo saldrá bien.

— Si estuvieras, daría lo mismo— le comento— Lo han sedado.

—¡No me importa! — exclama Rue— Fausto me cuidó en un momento difícil de mi vida y quiero estar con él, ¡está sufriendo!

Rue se toca el hombro con su anillo de matrimonio con cuidado.

— Yo lo amo — habla Rue con los ojos vidriosos y voz quebrada — Él es mi familia y quiero decirle que no se preocupe, estamos juntos en esto y lo solucionaremos. ¡Debo estar con él!

Rue y Fausto tienen una relación fuerte y trabajada con cariño desde el primer momento y se nota a la distancia. Recuerdo lo que me dijeron mis hermanos sobre cuando Zeeb murió, de cuando Fausto se perdió en el bosque, de cuando Rue le salvó de hacer una tontería y también como ella me confesó su vida complicada entre los hombres y mujeres, la manera en que era vista como un ser extraño por su piel y cabello peculiar y su vida al conocer a Fausto.

Ojalá hubiera tenido un inicio tan profundo y de conocimiento con Lucía, como el que tuvo mi hermano.

Rue se va a su casa dejando a Iván al cuidado nuestro. El niño protesta cuando se va su madre, pero Lucía logra controlarlo para que Rue irse.

Ese día decidimos quedarnos todos en casa de mis hermanos gemelos. Cuidamos a mi madre quien se ve afligida por todo. Lucía la reconforta con abrazos y tés de hierbas relajantes.

Lucas nos hace una visita en la noche, entregándonos parte del brebaje que le hizo a Fausto.

— En caso que no puedan dormir, mezclen un poco de esto con agua— habla Lucas a Wolfgang— Especialmente para su madre.

Wolfgang se ha encargado de muchas cosas el día de hoy: la búsqueda, convencer a Fausto y canalizar las cosas para despedir a nuestro padre.

Wulf y Wolfgang son mis hermanos mayores y serían ellos quienes tomarían el lugar de mi padre como uno de los alfas más respetables. Wulf, cuando es hora de comer, me dice que había hablado de eso con Wolfgang.

— Él tiene más actitudes de líder— habla Wulf— es ordenado, metódico y busca soluciones. Quedamos de acuerdo que él debería tomar el lugar de nuestro padre, yo continuaré en el grupo de caza y ambos nos preocuparemos de seguir entrenando a Pampin para el futuro.

"El futuro", en estos momentos pareciera que eso no existía luego de lo ocurrido el día de hoy.

El funeral es al otro día.

En la mañana mi madre va hasta donde está el cuerpo de mi padre para prepararlo para su despedida. El grupo de preparación es de algunas mujeres y omegas que han lavado el cuerpo de mi padre con aceites de distintos aromas de flores y plantas. Han envuelto el cuerpo de mi padre, de la cintura hacia abajo, con telas especiales para el servicio funerario. Su rostro, cuando lo sacan de la casa, esa en la que nos crió y cuidó hasta el último día de su vida, está pálido, sus ojos están cerrados y puedo ver marcas moradas en sus párpados. La barba de su cara no disimula lo que había adelgazado ante su estado de envenenamiento, ese que se llevó su vida por culpa de un hijo caprichoso.

Lo llevan en una camilla, que es llevada por mí, mis hermanos gemelos y Joel, es de cuero adornada de plantas y cintas trenzadas de color piel.

Fausto acompaña a mi madre atrás de la camilla y acompañado de Rue, Lilly, Pampin e Iván. Mi hermano estaba muy débil y sedado en ese momento para ser parte de la procesión.

Lucía camina tendiendo el brazo a mi afligida madre, dándole palabras de apoyo y buscando que ella este bien entré todo esto.

La camilla con mi padre es llevada al centro del Clan, encima de una hoguera preparada para ser encendida.

Ya era horas del atardecer, el cielo comenzaba a ser pintarrajeado de tonos amarillos y rojizos y el sol comenzaba ha esconderse.

El cuerpo de mi padre se puso viendo la bajada del sol, como dicta nuestra tradición. Su rostro observaba el fin del día y su cabeza apuntaba donde salía el sol. Marcando el ciclo del nacimiento y de su viaje por donde se esconde el sol.

Se guardó silencio, se dijeron las palabras de despedida. Lucía afirmaba a mi madre antes que cediera a un desmayo. Rue hacía lo mismo con un drogado Fausto que no se atrevía a hablar.

Joel, junto a otros dos alfas, prendieron las antorchas para activar la hoguera. De la misma forma en que la Luna nos daba fuerzas y velaba por nosotros, él lo haría con su gente en forma de tierra y aire, estaría junto a nosotros como la Luna en el cielo, sería parte del Clan y del bosque que recorrió por tantos años.

Las llamas comienzan a crecer, generando una luz pura, cálida y rojiza que comienza a acariciar el cuerpo de mi padre, a quemar su cabello y las telas que lo protegían. El aroma de los aceites y hierbas a su alrededor alivianan el olor de carne que podría existir creando un perfume único. La esencia de mi padre nos rodea como una despedida, un último abrazo.

Es un hasta pronto eterno mientras venía la noche y el cielo negro se llenaba de estrellas y nuestra diosa blanca nos acompañaba en la despedida de él para darle la bienvenida como otra luz más en su reino.

— Lo siento, papá— digo en mis pensamientos— lo siento.

Ese perfume me alcanza y siento que me voy a desmayar.

Las manos pequeñas de Lucía tocan mi brazo haciéndome reaccionar a la realidad. Ella esta en silencio abrazando con un brazo a mi madre quien busca cobijo en su hombro mientras unas lágrimas pequeñas corrían por su pecosa y agotada cara.

Los ojos de Lucía lucen cansados también, pero me dedican una mirada tranquilizadora, un "todo estará bien" silencioso.

Mueve mi brazo hasta su vientre con nuestro cachorro en gestación para que me tranquilice. Puedo sentir a ese pequeñito nadando en el interior y logra relajarme. Le agradezco a Lucía el gesto, he sido un ser egoísta y tonto todo este tiempo. Sé que ella no me quiere, pero ha tenido ese gesto que me ha hecho estar tranquilo y ver lo que es importante.

Pronto sería padre y me da un vuelco en la parte baja del ombligo por la preocupación que nacía. Le prometí una mejor vida a Lucía y debo mantenerme fuerte ante eso. Nuevamente la esencia de mi padre llega a mis narices y le prometo en silencio.

—Haré lo correcto, papá— le respondo en lo más profundo de mis pensamiento— Te juro por tu recuerdo que lo haré.

Ha tenido un fin medio tristón y melodramático, lo sé. Puede ser un buen giro a los capítulos anteriores en que los dejaba con algo de suspenso, pero era necesario.



Olvasás folytatása

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