N/A: Hallo my lovelies, missed y'all! CapÃtulo largo para compensar. Now, enjoy! ;)
Camila's POV
La celebración por el trato cerrado entre la compañÃa de mis padres y su cliente serÃa en la noche, pero mis ansias estaban alcanzando a tocar el techo, incluso si todavÃa faltaban horas para que las puertas del salón se abriesen y la fiesta comenzara. Las galas anteriores en las que mi padre me habÃa obligado a participar siempre eran aburridas y monótonas, repletas de desconocidos llegando en sus costosos vehÃculos y vistiendo sus trajes de diseñador, pero ésta serÃa diferente. ¿Por qué? Pues porque hoy no serÃa simplemente yo parada junto a mis progenitores, sonriendo falsamente a sus invitados y pudiendo sólo entablar una conversación con Sofi. Hoy Lauren estarÃa conmigo, y nada podrÃa salir mal con ella acompañándome. Ya no era una niña, y aunque disfrutaba felizmente pasando más tiempo con mi hermanita, todos parecÃan percibir el reciente cambio que habÃa 'sufrido'. SÃ, entre comillas, porque no era como si realmente lo hubiese sufrido. Más bien, lo habÃa aceptado; le habÃa dado la bienvenida con los brazos abiertos. Camila Cabello ya no era una chiquilla de papá, no señor, ese papel se lo habÃa cedido gozosamente a su siguiente legÃtima heredera, SofÃa.Â
Suspiré soñadoramente, llevando el tenedor con un trozo de pastel de crema y frambuesa a mi boca.Â
Una chiquilla no usarÃa tangas de encaje.Â
No pude evitar la risita que quiso escapar de mis labios, tapándome con una mano y mirando a mi alrededor en aquel gran patio de comidas del centro comercial. Dinah alzó una ceja y se detuvo en medio de su discurso acerca de cómo Rihanna lucirÃa mejor que Tyra Banks en unos zapatos de la nueva colección veraniega de Jimmy Choo.Â
"¿Siquiera me estás poniendo atención?" Preguntó en un tono molesto, cruzándose de brazos.
"Lo siento, estoy... Con la cabeza en otro sitio." Más especÃficamente, mi imaginación viajaba en un tumulto de imágenes, donde Lauren vestÃa un elegante traje negro que se ajustaba perfectamente a su atlética figura. ¿Cómo no suspirar al ser testigo de tal magnificencia?Â
"¿Ya tienes tu vestido?" AsentÃ, sorbiendo de mi batido.
"Mhm, ¿recuerdas cuando mi madre entró corriendo a mi cuarto para enseñarme algo en su iPad?" Casi cae en el intento de saltar a mi cama, lo que habrÃa resultado en todo el esmalte de uñas siendo esparcido sobre las sábanas blancas, y la polinesia teniendo un infarto. Sus esmaltes eran su vida. Al final, ambas empezaron una entretenida charla, observando y juzgando fotos de vestidos en tiendas on-line.
"Oh dios, ¿ese vestido?" Volvà a asentir, una contenta sonrisa en mis labios. Era el indicado para la ocasión, de eso no me cabÃa duda.Â
"¿Crees que a Lauren le gustará?"Â
"Creo que Lauser te secuestrará y las encerrará en el armario de escobas más cercano al salón en cuanto te vea. No es una prenda demasiado reveladora, pero sabes que ella babea con cada cosa que te pones." En parte, era cierto. SabÃa que Lauren amarÃa cualquier cosa que me pusiera, pero por otro lado, también querÃa impresionarla un poco. La rubia engulló el último pedazo de pastel y se limpió los restos de las comisuras con una servilleta.Â
"SÃ..."Â
"Deja de soñar despierta, tenemos que recorrer el último piso." Se puso de pie, haciendo una seña en dirección a las escaleras mecánicas. "Luego habrá sexo desenfrenado para ti." Susurró en voz baja, largando una sonora risa.
"¡Dinah!" Siseé y la empujé, la gente girándose a ver el escándalo. "Oh dios, todos están viendo." El ataque de risa continuó, inclusive escalando en volumen. Una vez que logró calmarse, se pasó un pañuelo por los ojos, quitándose las lágrimas con una sonrisa aún presente en su rostro. Bufé irritada.
"Vamos, aún quedan muchas tiendas por ver." Sus ojos brillaron al avistar los anuncios de rebajas en Victoria's Secret y Calvin Klein.Â
Oh, señor, sálvame.
"Querrás decir desmantelar..."Â
La tarde arribó, acompañada de muchas bolsas en mis manos y un persistente dolor de pies por haber caminado tanto. Seguir a Dinah en un centro comercial no era la mejor de las ideas cuando sabÃa que después deberÃa aguantar parada otro par de horas. En la noche me lo reprocharÃa, de seguro. El viaje de vuelta a casa fue un caos, con mi querida amiga retocándose el maquillaje y la ropa cada que los semáforos se ponÃan en rojo. Lo primero que hice al entrar en casa, fue beber un vaso de agua, subir a mi habitación, cambiarme por un atuendo más cómodo, que incluÃa los pantalones de entrenamiento de Lauren, y desplomarme en la cama.
Nadie en casa, mis padres habÃan salido de una corrida a comprar un vestido para Sofi, ya que el anterior habÃa sido manchado con leche chocolatada en la mañana, por nada más y nada menos que ella misma. Buena forma de empezar el dÃa.Â
Mi teléfono vibró en uno de los bolsillos laterales y lo desbloqueé entusiasmada.
1 Nuevo Mensaje:
[4:16 p.m.]
Loâ¥ï¸: Ya en casa?
Camila: En mi cuarto. Llamas tú o..?
El tono de que tenÃa programado sólo para ella comenzó a sonar al segundo, sacándome una sonrisa de oreja a oreja. Me llevé el dispositivo al oÃdo, esperando a que su rasposa voz hiciera acto de presencia y me derritiera como de costumbre.
"¿Es éste el número correcto para contactarme con la señorita Cabello?" Me sorprendió por un instante y entreabrà la boca, titubeante, pero enseguida caché la pizca de humor en sus palabras y decidà seguirle la corriente.
Dos pueden jugar este juego.
"Me temo que ella no se encuentra disponible en estos momentos, ¿quién desea hablarle?" Enredé un mechón de mi cabello entre mis dedos, jugueteando como un gatito con un hilo, dándole vueltas.
"Oh, soy su novia, Lauren Jauregui. ¿Y usted es..?"Â
"Karla Estrabao, su hermana gemela." Sonreà maliciosamente.
"¿Malvada?"Â
"Hmm, puede ser, ¿quiere usted que lo sea?" Dije, más en un ronroneo que de chiste.Â
"Wow, uh, eso... No lo esperaba." La risa salió de mà sin querer, mis dedos ahora jugando con el tirante de mi sostén. "Tú ganas, bien jugado. ¿Qué tal las compras hoy?"Â
"Dinah estuvo arrastrándome de tienda en tienda, pero fuera de eso, muy bien. Sabe dónde encontrar los buenos descuentos." La polinesia era la reina de la moda económica, podÃa olfatear un vestido a mitad de precio a donde fuera. Dado el buen estado financiero de mi familia, no era como si yo en serio necesitara ahorrar, pero tampoco pensaba ir a esas tiendas caras donde nada valÃa lo que sus etiquetas pedÃan y la gente que las frecuentaba te hacÃa mala cara por no usar calcetines de marca.Â
"¿Algo nuevo para mostrar?" Preguntó, curiosa. Lauren amaba que le enviara fotos o videos desfilando con mi nueva ropa, pero hoy tenÃa algo más tentador en mente. El juego no habÃa acabado aún, todavÃa conservaba algunas cartas en mi mano.Â
"Oh, sólo unos pequeños conjuntos que exhibÃan en una vidriera... Ya sabes, bastante simples, nada de otro mundo."Â
[4:19 p.m.]Â
Camila:
"¿Unos conjuntos? ¿Te refieres a-Oh..." SabÃa que Lauren apreciarÃa la imagen mental de mà vistiéndolo, pues siempre me expresaba lo mucho que le agradaba verme con ropa interior de tonalidades rosa. HabÃa elegido el correcto para enseñarle.
"Hay otros dos en la bolsa, uno negro, y uno rojo." A pesar de mis quejas, la insistencia de Dinah no se detenÃa hasta que conseguÃa lo que querÃa, por lo cual, muy contra mi propia voluntad tuve que probarme cinco conjuntos. Para cuando mi madre llamó avisando que no estarÃan en casa hasta las cinco, yo ya habÃa comprado tres de esos cinco. Ir de compras con Dinah Jane Hansen era tanto divertido como peligroso, pero al menos me habÃa ahorrado quince dólares.
"¿Y-y de qué tipo de t-tela?" Sin siquiera tenerla al lado, percibà cómo el sudor iba invadiendo sus manos y la boca se le secaba, aquello le sucedÃa cuando se excitaba, por eso siempre se relamÃa los labios cuando me admiraba mientras me quitaba la ropa.
"El negro es de encaje, el rojo de seda..."Â
"¿Y qué llevas puesto ahora?"Â
"Prometà que no te robarÃa más de tus bóxers, asà que estoy usando de los mÃos." Me mordà el labio, levantando ligeramente el elástico de mis, o bueno, sus pantalones.
"¿P-puedo ver?"Â
"Hmm... Sólo si luego me muestras tú lo que llevas."Â
"Es un trato." Sonreà complacida, apuntando la cámara en el ángulo más favorable. Le habÃa agarrado la mano rápidamente al asunto del sexteo.Â
[4:22 p.m.]
Camila:
"Ngh... N-no quiero esperar hasta la noche para verte, Camz." Una semana y media atrás, cuando estábamos viendo una pelÃcula en mi cuarto, la posición en la que nos encontrábamos me facilitó el sentir su erección contra mi trasero, pero me preocupó el hecho de que la ojiverde no dijera nada al respecto. Terminé por pausar la pelÃcula para plantearle mi inseguridad al notar cómo ella jamás sugerÃa que tuviésemos sexo. Resultó ser, que Lauren solamente estaba conteniéndose para 'no presionarme'. En cuanto esas palabras salieron de su boca, me volteé y la besé con toda la adoración que mi ser podrÃa alojar. La noche concluyó conmigo mordiendo una almohada para no despertar a nadie en casa y mi trasero con las rojizas huellas de sus manos plasmadas.Â
"Tendrás que hacerlo, porque es de mala suerte que nos veamos antes."Â
"Creà que eso era en las bodas-"
"Shh, es tu turno." La chisté, sentándome y recargando mi espalda contra el cabezal.
"Lo siento, lo siento, es que te extraño. No he podido dejar de pensar en la última vez que lo hicimos, mi... p-polla duele, cuando te recuerdo arriba de mÃ." Un archivo multimedia apareció en el chat y mi centro punzó, recordando lo de ayer. HabÃamos estado aprovechando la ausencia de Clara y sus hermanos, compensando por las veces en que no nos alcanzaba el tiempo para estar juntas en la semana por culpa de sus prácticas en la tarde y mis clases de danza.
[4:27 p.m.]
Loâ¥ï¸:
"¿Te... estás tocando?" Pregunté, aún sabiendo la respuesta de antemano. Lo más sorprendente, es que aquel no era ni la mitad de su tamaño cuando estaba enteramente erecto.Â
"S-sÃ, quiero tenerte aquÃ."Â
"¿Y qué harÃas si me tuvieras?" ProseguÃ, disminuyendo mi voz en volumen y acostándome, mis pezones endureciéndose bajo mi camiseta.
"Te... Te arrancarÃa la ropa." Las imágenes de todo lo que habÃamos probado en la semana inundaron mi cabeza. Hacerlo de pie contra una pared era una de mis actividades favoritas ahora.
"¿Qué más?"Â
"Te subirÃa a mi escritorio y te lo harÃa justo como ayer..."Â
Duro, sudoroso, y pegajoso, esa era la descripción adecuada para lo que habÃa sido nuestro último encuentro sexual.
"Oh dios, sÃ." GemÃ.
"O-o en donde tú quieras. En tanto pueda t-tocarte y besarte, estaré bien." El sonido de su mano agitándose de arriba abajo era evidente, cambiaba de velocidades; primero lento, después rápido, y otra vez lento, frotándose la punta con el pulgar, pues eso la volvÃa loca siempre que se lo hacÃa.Â
"Mmm, todavÃa me quedan algunas marcas allà atrás, ¿quieres ver?"Â
"Uhm, s-seguro."
[4:30 p.m.]
Camila:
"C-carajo, ¿te duelen?" Reà ante su pregunta. Era increÃble cómo podÃa dejar en segundo plano una erección, que sabÃa, eran dolorosas si no se atendÃan a tiempo, para cerciorarse de que todo estuviese bien conmigo. Diablos, me daba ganas de lanzármele encima y colmarle la cara a besos.Â
"No, tranquila. Tomé esa foto diez minutos después de que me trajeras a casa." No le contarÃa cómo habÃa logrado tomarla, porque me avergonzaba admitirlo. Aquella habÃa sido una complicada sesión de contorsionismo, implicando ese artefacto alargado que todos utilizaban para las selfies... El cual, ni siquiera era mÃo, sino que de Sofi.
"Nngh..." Trató de ahogarlo, pero yo ya reconocÃa a kilómetros esos leves gruñidos que soltaba cuando lo hacÃamos.Â
"Te amo, ¿lo sabÃas?" Zumbó entre dientes. TenÃa sus movimientos tan aprendidos, que estaba convencida de que sus ojos estarÃan cerrados, sus párpados apretándose entre sÃ, y su mandÃbula marcándose. "Soy tuya, y nadie más puede hacer todo lo que me haces tú." Murmuré sensualmente, retorciendo el mechón castaño en mi dedo Ãndice. "Nadie más me pone las manos encima, nadie más me aprieta el trasero mientras se corre, nadie más puede tenerme de rodillas en su cama..." Jadeante, su patrón de respiración se entrecortaba. DebÃa dar el golpe final, y ese, era una frase que habÃa estado revoloteando en mis pensamientos hacÃa ya un buen rato. "Nadie más puede follarme, hacer que me venga, y luego abrazar mi cintura por la noche. Sólo tú, Lo."Â
"¡Demonios!" Gimoteó extasiada, inhalando y exhalando pesadamente. "T-también... Oh cielos, también te amo." Ya más recuperada, oà cómo re-acomodaba sus pantalones en su lugar. "Camz, m-mierda... Yo-" El click de la puerta principal me alarmó, mis ojos ensanchándose como platos.Â
¡Alerta roja!
"¡Rayos, mis padres están aquÃ! Debo irme, aún tengo que darme un baño y prepararme." Guardé el conjunto rosado en su caja y escondà todo bajo la cama, mis pies por fortuna no me traicionaron. No hubiera sobrevivido la pena de tropezar y caer con Lauren al otro lado de la lÃnea.
"¡Hey, no, esp-" Los apresurados pasos provenientes de las escaleras aceleraron aun más mi corazón.
"¡Perdón, perdón, perdón! Te amo, nos vemos allá. ¡Mua!" Besé el micrófono, cortando la llamada cinco segundos antes de que la puerta de mi cuarto se abriera de par en par, y mi madre ingresara irradiando alegrÃa, dos bolsas Chanel enganchadas a sus manos.
"¡Mija, tienes que ver todos estos accesorios que compré para ti! Mira, mira," Exclamó, refregándome el contenido de la bolsa en la cara. Nunca comprenderÃa su obsesión por las compras. "¡te sentarán espléndidamente con el vestido!"
Si no tenÃa suficiente con Dinah, para ello estaba mi madre.Â
Ocho distintos pares de aretes y pulseras más tarde, ya sola en mi habitación, y con tres horas libres para arreglarme, ignoré olÃmpicamente los regaños de Normani, diciendo que no debÃa llevar el iPod o el teléfono al baño, porque se le 'honguearÃa' el interior, y coloqué mi lista de reproducción para relajarme en la bañera. Tal vez tenÃa razón, ya que el reloj de mi iHome recientemente se habÃa averiado. No obstante, se me dificultaba demasiado bañarme sin oÃr algo de fondo.Â
Dejé caer mi bata blanca al suelo, testeando la temperatura del agua con la punta del pie. "Mmm, perfecto." Me hundà en la tina, gimiendo a la deliciosa sensación de mi cuerpo desnudo, siendo recibido por la humeante calidez. El vapor nublaba los espejos y la pantalla de mi celular, sin embargo, la repentina ocurrencia que mi travieso yo interior tuvo, hizo que una pÃcara sonrisa se extendiera en mis labios.Â
[5:57 p.m.]
Camila: Alistándote?Â
Pateleé suavemente, las burbujas rodeándome, la música de Bruno Mars y Marvin Gaye ayudándome a despejar la mente, incitándome a seguir las letras y tararear. Lauren no contestó al tiro, pero cuando lo hizo, yo ya me habÃa enjabonado y enjuagado el cuerpo.
[6:15 p.m.]
Loâ¥ï¸: Lamento la tardanza, estoy regresando a casa. Tuve que hacerme una escapada a la modista porque los pantalones no pasaban de mi trasero.Â
Camila: Oh mi... Jajajajajaja!
Estallé en carcajadas, que más que posiblemente, todos en la casa habrÃan escuchado. Lauren en traje me encendÃa, mucho más si imaginaba su firme trasero en unos pantalones de vestir. Era mi mayor sueño húmedo.
Loâ¥ï¸: Las buenas novias no se burlan de sus parejas.
Camila: Ah, las buenas novias POR SUPUESTO que se burlan de sus parejas.
Estaba en lo cierto, debido a que en menos de dos minutos, mi madre ya se hallaba dándole tres toquecitos a mi puerta. "¡Karla, tienes que maquillarte y ahora sà que no vas a huir de las fotos como todos los años! ¡Apúrate, mijita!" Rodé los ojos, anticipando el calvario que serÃa el ataque anual de mi madre con su cámara. Era una tradición que se llevaba a cabo previo a cada fiesta. Fue entretenido los primeros diez años, luego ya no me agradó tanto que me persiguieran con la lente y los flashes.
[6:18 p.m.]
Loâ¥ï¸: No es gracioso.
Camila: Lo es. Y sabes qué más hacen las buenas novias?
Loâ¥ï¸: Uh... No, qué?
Camila: Se despiden con una foto de buena suerte ;)
No recibà una respuesta hasta después de varias veces chequeando que hubiese visto el mensaje.Â
[6:25 p.m.]
Loâ¥ï¸: Vas... a matarme un dÃa de éstos.
Camila: Te lo compensaré pronto, lo prometo â¥ï¸
-
Lauren's POV
Estiré las piernas, asegurándome de que los pantalones ahora sà subieran más allá de mi trasero. Al sentir incluso más suelta la región frontal, suspiré aliviada. El traje habÃa costado una pequeña fortuna, pero habiendo sido 'reparado' por casi sofocarme allà atrás, el precio afortunadamente descendió a uno mucho más razonable. Mi madre también estaba invitada, por ser la secretaria y confidente de Sinu, pero no aparentaba ni un cuarto de los nervios que yo. Su vestido negro impecable, las perlas adornando su cuello relucientes.
"¿Crees que a Camz le guste?" La decisión de vestir un traje ya no era tan arriesgada en estos tiempos, no obstante, me aterraba que las miradas juzgadoras se centraran sólo en mà por la noche.Â
¿Doscientos invitados y piensas que te verán a ti?Â
Huh, bueno, imaginarlo de esa manera me apaciguaba.
"Creo que va a encantarle." Dijo mi madre, sacándome de mi debate interior, enderezando el cuello de mi saco negro con una sonrisa. "Estás preciosa, hijita."Â
"¿Qué tal si prefiere verme en un vestido?" Chasqueó su lengua, sus manos asentándose en sus caderas como diciendo 'nada de eso'.
"¿Piensas que te sentirÃas cómoda en uno?"Â
"En lo absoluto." Negué con la cabeza, rotundamente. La respuesta a esa pregunta era un definitivo 'no, y no', en colores y subrayado, de paso. No eran mi estilo, ella estaba advertida de aquello.
"Entonces confÃo en que Camila querrÃa lo que a ti más te haga feliz. A ella no le gustarÃa que estés incómoda, ¿verdad?" Sonreà tÃmidamente, jugueteando con el botón en la manga de mi camisa.Â
"N-no..." Y como un viejo hábito de abuelita, apretujó mi mejilla. "Má, ugh, no hagas eso."Â
"Mi niña, toda una jovencita rompecorazones." Fingió sollozar.Â
"No soy una rompecorazones. Camila es mi primera novia." Mi esperanza palpitaba por que fuese también la única. "¿Chris y Tay?" No querÃa a nadie más, mi ceño se fruncÃa de sólo considerarlo, por eso cambié de tema, ajustando las tiras de mi nuevo reloj.
"O-oh, bien." Capté cómo le ponÃa especial atención al objeto en mi muñeca, que habÃa sido anteriormente de mi padre. Lo observaba con un sentido de anhelo en los ojos, pero no indagué en aquello. Era mejor no cavar en el 'asunto', o quizás 'herida', pues claramente, ella sabÃa cosas que yo no, y si le fuese permitido o fácil decirlas, yo no estarÃa aquà preguntándomelo todo. Lo echaba de menos, sÃ, pero si mencionarlo le dolÃa, preferÃa sus sonrisitas a sus lágrimas. "Tus abuelos llamaron para decirme que les harán nuggets de pollo con ensalada de papa para la cena. Chris no paraba de sonreÃr." Rió, la tristeza de hacÃa unos segundos esfumándose en el aire como por arte de magia. "Ahora señorita, ¿podrÃa hacerme el favor de escoltarme hacia la fiesta? Se nos hace tarde." Ahà estaba, su irrevocable, contagioso buen humor haciendo de las suyas.
"SerÃa un placer." Le tendà mi brazo, bajar las escaleras del porche, o cualquier tipo de escalones, con esos zapatos, no serÃa pan comido.Â
Mientras conducÃa, mis dedos se tamborileaban impacientes en el volante. Mi madre seguÃa mi coche por detrás con su camioneta. No quiso darme explicaciones del porqué no irÃa en mi auto, asà que sólo lo acepté sin rechistar. El salón estaba situado a unos kilómetros, en un distinguido barrio privado en el que Ally aseguró, se encontraba una de las casas vacacionales de Oprah. Al rebasar la reja principal, custodiada por dos guardias, no estuve en duda de si creerle o no. El sitio era simplemente quita alientos, con un recibidor para vehÃculos semi-circular, y una fila de valets que amablemente, hasta gustosos, se ofrecieron a estacionar mi Mustang. Las columnas, con guirnaldas de auténticas flores, aromatizaban la entrada de tal modo que no pude evitar olisquear discretamente al mismo tiempo en que murmuraba mi nombre para el corpulento hombrezote con la lista de invitados.
"Lauren y Clara Jauregui, ustedes tienen sus asientos en la mesa número uno, con la familia Cabello y la familia Issartel." Si hubiera sido un perro, mis orejas se hubiesen agitado al oÃr aquel apellido, pero en cambio, mi pulso tembló y ladeé la cabeza, descreÃda.Â
No, tranquila Jauregui, debe haber un millón de personas apellidadas Issartel en el mundo.Â
Pero de vuelta, no era un apellido tan común, entonces, ¿realmente podÃa ser ella? Por supuesto que podÃa, de todas esas millones de personas, ella y su familia eran probablemente los más importantes. No podÃa ser ella, no debÃa ser ella. Se suponÃa que al mudarme otra vez aquà todo lo que habÃa ocurrido quedarÃa en el pasado, pero ahora no estaba tan segura. ¿EstarÃa aquà sólo para arruinarme la vida una vez más?
No todo gira en torno a ti.
Claro, no. Era imposible que estuviese aquà por eso. Entonces, significaba que tenÃa algo que ver con Alejandro y su compañÃa, lo cual me hacÃa temblar interiormente.
¡Deja de ser una cobarde, Jauregui!
Cruzaba los dedos, rezaba por que no fuera quien creÃa.
El 'Salón Primero', como le llamaban, estaba decorado con jarrones repletos de arreglos florales, enormes, encandilantes arañas de techo, y básicamente todo lo que representara un look de época victoriana, como bien lo decÃa su nombre. Mi madre jadeaba junto a mÃ, sus ojos ensanchados, fascinados con la indiscutible belleza del panorama frente a nosotras.Â
"¿¡Esas son magnolias!?" Chilló, apretando mi brazo, señalando el ramo en el centro de una gran mesa redonda con un mantel color borgoña.Â
"Má... Yo no sé de flores, eso deberÃas preguntárselo a Ben." Recorrà con la vista, reconociendo mis alrededores.Â
Baños... O 'tocadores' a la derecha, barra de bebidas a la izquierda, camareros con bandejas por doquier...
"Mira, allà tienen esos canapés que a ti te gus-¡Huh!" Me jaló consigo, dirigiéndose derecho hacia la mesa con las clásicas entradas de recepción. Copas agridulces de camarones, cazuelas de pollo a la crema, mini-platitos con pinchos de carne a la mostaza gratinada, y salchichitas de coctel envueltas en tocino, que se podÃan hundir en la cascada de cuatro quesos.Â
Quince minutos dentro de aquella fiesta, y mis pies zapateaban inquietos contra el piso de mármol. Camila no aparecÃa, pero al menos la gente no me escudriñaba con la mirada como creà que lo harÃan. Era sólo una invitada más, que habÃa sido lo suficientemente valiente para usar traje. Quizás solamente creÃan que lo hacÃa para imponer moda o algo asÃ.
"Mmgm, ¿has visto a Sinu y Alejandro?" Inquirió mi madre, demasiado ocupada apilando tres copetines de queso crema y caviar en su mano como para siquiera mirarme.
Bufé, sacando mi teléfono y tecleando velozmente.
[8:11 p.m.]
Lauren: Puedo saber adónde se encuentra mi cita, o es eso una violación a las normas que habÃamos pactado?
Casi de inmediato, recibà una respuesta.
Camz: Me decepciona, señorita Jauregui. Acaso usted sólo mira hacia los lados?Â
¿Hacia los lados? ¿A qué se refiere?
Rebusqué entre la multitud, pero ella habÃa dicho que no estaba ahÃ, entonces...Â
"Válgame..." Murmuré cuando la vi en aquella escalera, agarrándose con una mano de la barandilla, su teléfono y su bolso de mano en la otra, y un vestido despampanante cubriendo su curvado cuerpo. "Oh, señor." Tragué saliva.
"¡Ahà están! Ven, vamos." Fui más rápida que ella, y pronto, pidiendo permiso educadamente, hice mi camino hacia la otra punta del salón. Mi madre ya estaba charlando animosamente con los Cabello, dándole su caracterÃstico apretón de mejillas a Sofi, pero yo no lograba quitar mis ojos de Camila.Â
Camuflado por la incesante habladurÃa de nuestros padres, su retraÃdo quejido no lo oyó nadie más que yo.
"Lo, b-basta, me pones nerviosa viéndome asÃ." Se colocó un mechón tras la oreja, advirtiendo la mirada lejos de mÃ, pero regresándola inevitablemente al cabo de unos segundos.
"Te ves como un ángel, uno muy sexy." Dije, embobada.Â
"Gracias, aunque, tú no te quedas atrás..." Sonrió, ganando confianza y escaneándome de arriba abajo. Cuando nuestros padres se alejaron, habló. "Guapa."
"¿Está coqueteando conmigo, señorita Cabello?"Â
"Se ha confundido usted mi apellido, Jauregui. Soy la señorita Estrabao. Y en respuesta a su pregunta... Tal vez sà le esté coqueteando." Se relamió los labios. "¿Le molesta? ¿O tiene a alguien especial por ahà que le impida seguirme el juego?"Â
"Ya le dije, soy muy fiel a la relación que llevo con su hermana."Â
"¿La ama?" El tintineo de las flautas con champaña y la suave música se fusionaban, el murmullo de las conversaciones era sólo un adicional al sofisticado ambiente.Â
"Más que a nada. Y me gustarÃa bailar esta pieza con ella." Extendà mi mano, poniéndome en posición de reverencia, a lo caballera antigua.
"Mmm, a ella también le encantarÃa."Â
-
La recepción habÃa concluido, los invitados acercándose lentamente hacia sus respectivas mesas, donde el plato principal era servido. Bailamos sin parar, y Camila tuvo por primera vez dos o tres copas de champaña dulce, lo cual la habÃa soltado muy ligeramente. Esperaba que la afectara más, pero al parecer, no era tan susceptible al alcohol como sospeché que lo serÃa.Â
Caminábamos con los brazos entrelazados, sus tacos golpeteando, la banda en el escenario cambiando su repertorio a uno mucho más ameno, un jazz de ascensor. "Esto es aburrido, las fiestas de mi padre siempre lo son."Â
Bueno, a lo mejor el alcohol la soltaba un poco más que 'muy ligeramente'.
"¿PreferirÃas estar en otro lado?"Â
"Mhm," Asintió. "En el asiento trasero de tu auto. DeberÃamos probar, yo arriba, tú abajo, y tus manos en mi-" Carraspeé en alto, deteniendo su discurso. Lo último que necesitaba era tener la polla dura en una fiesta formal.
"Camila, e-estamos en un lugar público..." ReÃa, tapándose la boca.
"Sólo bromeo." Sus chistes a veces podÃan costarme caro.
"¡Niñas, vengan aquÃ!" La aguda voz de Sinu nos interrumpió rumbo a la mesa. Enganchó su brazo al de Camila, guiándonos hacia alguna cosa desconocida. Madre e hija compartieron sonrisas, la de Sinuhe animada, la de Camila afable, aunque no verdaderamente interesada. De mÃ... No se podÃa decir lo mismo. Mi ademán decayó, divisando aquellos ojos acaramelados, que tanto me habÃan atormentado en el pasado, y esa manipuladora sonrisa ladina.Â
Mis oraciones no habÃan bastado para que cualquier ente mágico allà arriba en los cielos se apiadara de mÃ, evidentemente.
"Asà como las ves, no son tan buenas como parecen." Rió Sinuhe. El hombre, canoso, con ojos verdes y complexión fÃsica algo llena, ofrendó cordialmente su mano para que la estrecháramos. TenÃa una pinta jovial, de ser un tipo gracioso, el alma de la fiesta, pero la ahora mujer a un costado de él no me dejaba respirar en paz. Si Camila lucÃa como un ángel, entonces ella era el mismÃsimo demonio.
Mi madre surgió a mi derecha, presentándonos.
"Ah, entonces si la preciosa niñita de las trenzas es la pequeña Sofi, y ella Camilita, tú debes ser la famosa Lauren." Titubeante, asentà despaciosamente.Â
"Karla y Lolo salen hace ya varios meses, irán al baile de graduación juntas." La conocida castaña abruptamente entreabrió la boca en una 'O' y alzó las cejas, como habiendo descubierto y añadido un nuevo hallazgo a su cofre de tesoros. Sonrió de lado.Â
"L'amour, c'est divin. Mi nombre es Geoff Issartel, soy el afortunado que hizo negocios con los Cabello, un gusto. Esta es mi hija, Keana." Mi sangre se heló mientras ella saludaba a mi novia con un beso en ambas mejillas. VenÃa mi turno, y por un momento tuve la tonta esperanza de que no trajese el tema a la superficie, pero la marea no estaba a mi favor.Â
"Es bueno volver a verte, Laur." Tragué en seco, olvidándome de cómo hacer funcionar mis pulmones.Â
Problemas, esta mujer sólo representaba problemas en mi vida.Â
"¿Se conocen?" Cuestionó Sinu, asombrada. Camila ojeaba el intercambio curiosa, sin contar confundida. El alcohol no habÃa debilitado sus sentidos como para que no cachara lo palpable que era la intranquilidad emanando de mÃ.
DesearÃa que no.
"Asà es, solÃamos ser amigas en Texas, compartÃamos clase de biologÃa, matemática, quÃmica y educación fÃsica." Se aclaró la garganta. "Bueno, hasta que Lauren se unió al equipo de softball, claro."
"Eso... Fue hace un tiempo." Acoté, tratando de calmarme.
"Pero si nos vimos hace poco más de un año, no creo que te hayas olvidado de mÃ, ¿o sÃ?"Â
Desgraciadamente, no.
"No. No lo hice." No querÃa darle el gusto de ponerme nerviosa, pero era imposible no sudar frÃo con su cercanÃa. Sintiendo la tensión en la atmósfera, Sinuhe aplaudió.Â
"¡A comer!"Â
Si bien su presencia me incomodaba, no podÃa permitir que eso arruinara la velada. La cena estuvo exquisita, el postre aun más, y la mano de Camila acariciando la mÃa encima de mi pierna llegaba a brindarme un mÃnimo de serenidad. Por lo menos, toda la que pudiese conseguir con esa arpÃa, sonriendo frente a mÃ, haciendo de cuenta que nada de lo sucedido en el pasado era relevante.Â
¡Porque no lo es!
Retiro lo dicho; no, no lo era. No valÃa la pena recordar aquellos miserables tiempos.
"Y, Lauren, ¿qué quieres estudiar en la universidad?" El señor Issartel era un hombre viudo, pero eso no le dificultaba el ser un hablador. Contrario a la mayor parte de los cuarentones amargados por estar solos, él era chistoso. Una buena persona, no como su hija, una Barbie mimada y caprichosa.
"Planeaba conseguir una beca en alguna universidad cercana con un buen equipo de softball o baseball, pero la de Miami no las está dando este año, no completas." Camila, Ally, Dinah y yo habÃamos sido aceptadas ahÃ, mientras que Normani se habÃa inscrito en una academia teatral y de modelaje en Nueva York, de donde también le habÃan enviado una carta de aceptación hacÃa ya una semana. La echarÃa de menos, pero no podÃa negar que aquel era su lugar en el mundo, triunfando en la gran pantalla. "E-es bastante accesible, en realidad, asà que podrÃa trabajar para ayudar a pagarla, o a los libros necesarios." La cuota de materiales era una de las cosas más costosas, y más el tener que mantenerme, alimentarme, y básicamente sobrevivir, no tenÃa asegurado mi futuro allÃ. Sorbà de mi copa.
"Lauren era la mejor en el equipo, padre."Â
Por favor, sólo mátenme.
"¿Ah, sÃ? ¿Qué posición en el campo?"Â
"Ocho, señor."
"¡Ocho! Debes ser una bala corriendo."Â
"Oh, lo es, todos en la mesa pueden dar fe de ello." Agregó mi madre, Sinu asintiendo, ferviente. Me sonrojé. Apreciaba los cumplidos, sobre todo por tratarse de algo que me apasionaba. "¿Sabes? Creo que podrÃa darte una mano con eso de las becas, Lauren." La bebida se atascó en los conductos de mi garganta, haciéndome toser. Camila estaba ahà para palmear mi espalda y luego frotarla.Â
"D-disculpe, ¿u-usted lo dice en serio?"Â
"Nunca he hablado tan en serio. ¿O no, princesa?"Â
Keana negó, las carcajadas de los otros retumbando en mis oÃdos. "Ãl no suele ser muy serio, pero lo está siendo ahora."Â
"Yo... N-no lo sé, ¿cómo harÃa eso?"
"Tengo contactos. ¿Me dejarÃas ver una de tus prácticas? Llevaré conmigo a alguien, él sabe reconocer el talento cuando lo ve, además, los dos tenemos influencia entre la gente importante."
"Oh dios, eso serÃa... Wow, m-muchas gracias, no... no sé cómo agradecerle."Â
"Se me ocurren algunas ideas." El resto no escuchó aquel susurro por parte de la castaña, pero estando pendientes de su extraña, desafiante actitud, Camila y yo sà lo hicimos. La morena frunció los labios, afligida. No querÃa que creyera cualquier cosa, ni que asumiera locuras. DebÃa saberlo, tenÃa que enterarse de la verdad, y saber que me daba lo mismo mi estúpido pasado.Â
"Espero no les moleste, me urge salir por aire fresco." Desenvolvà la servilleta de seda de mi regazo, descartándola.
Camila tomó mi mano, preocupada. "Yo voy contigo."Â
El viento soplaba con ligereza, los arbustos en el jardÃn trasero, que constaba de hectáreas y hectáreas de verde, rojo, y todos los colores vivos que existieran, se bamboleaban a su compás. Me apoyé en una de las columnas con vista al estanque. Camila, con sus brazos cruzados, refugiándose del frÃo nocturno, se acercó a mÃ.Â
"Ten, póntelo." Le di mi saco, pasándoselo por detrás. Sin decir palabra, se recargó contra mi frente y enrollé mis brazos en torno a su cintura, mis manos en su estómago, las suyas encima. El silencio se instaló entre nosotras, ella echó su cabeza hacia atrás, descansándola en mi hombro.
"¿Vas a decirme quién es ella?" Inhaló en mi cuello, plantando un tierno besito. "No voy a enfadarme, lo prometo."Â
"No me trae buenas memorias, eso es todo." Musité.
"Puedes contármelo. Te daré más besos si lo haces." Resoplé una risita a la oferta, besando su sien.Â
Keana Marie Issartel, la diva del instituto en Texas, la muchacha ricachona y creÃda que me habÃa maltratado el primer, segundo, tercer y cuarto año, burlándose de mà junto a su grupo de amigas. Se habÃa encargado también de hacerle saber a todos de mi condición, bajándome los pantalones en la cafeterÃa un dÃa. El único detalle, fue que ella tampoco sabÃa de aquello, no hasta haber visto el bulto, preso bajo mis bóxers. Su cara de sorpresa fue épica, pero lo que vino después, fue tener que soportar tres meses siendo el hazme reÃr del colegio. La inminente mudanza vino como anillo al dedo, y cuando todo el alumnado supo que me irÃa, miles de especulaciones se armaron y volaron por los pasillos. Un dÃa, una carta apareció en mi casillero, citándome al baño del segundo piso en el receso de las 11:25 AM. Ese dÃa, Keana robó mi primer beso. Me lo arrebató, creyéndose la dueña del mundo, me arrancó de las manos la posibilidad de tenerlo con alguien que lo mereciera, alguien como Camila.Â
A la semana, mi madre, mis hermanos, y yo, partimos hacia lo que sà era nuestro hogar, en donde siempre pertenecerÃamos; Miami.
Finalicé mi relato, mis dientes crujiendo por apretar la mordida. La latina se volteó, una mano aferrándose a la tela de mi camisa, la otra en mi mejilla.
"Lo, shh, calma. Dije que confiaba en ti, no me importa que ella fuera tu primer beso. Ambas fuimos la primera vez de la otra, nadie te besa o hace cositas sucias contigo más que yo ahora, y eso lo sé muy bien." Admirablemente aplacada, su sonrisa mitigó mis miedos. Camila unió nuestros labios, como sellándolos en un callado pacto, reclamándolos.Â
Nunca fallaba en animarme.
"G-gracias por confiar en mÃ. Te amo."
"Y yo a ti, tonti." Se arrimó a mÃ, encajando su dedo Ãndice en la tira de mi moño. "¿Crees que puedes conducir?"
"Uh, sÃ, sólo bebà una copa de champaña en el brindis."Â
"Genial, porque estuve investigando los edificios del barrio, y resulta que hay un muy bonito lugar por aquà al que podemos ir a divertirnos." Canturreando, tiraba del moño, llevándome rumbo a donde los valets retornaban los vehÃculos.
"P-pero tus padres y-y mi madre-"
"Lauren, ¿por qué crees que Clara trajo su propio auto?" Sonrió lascivamente, dejándome atónita por completo.
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Nota: Hace no mucho edité el smut en el capÃtulo 23 de Mates (el acabado no me habÃa dejado convencida desde un principio, pero no querÃa hacerlos esperar más y lo subÃ). Ahora que lo mejoré, estoy satisfecha. El que quiera releerlo, está más que invitado a hacerlo!
PD1: Anduve de viaje por el sur de Argentina, visitando familia, y paisajes increÃbles, de pasito. La señal a veces se iba y era fastidioso tratar de escribir mientras la laptop se tildaba, por eso la tardanza :(
PD2: Al menos espero haber sacado algo de músculo en las piernas con todo lo que caminé. Jaja, ya quisiera.Â
Si les gustó, por favor voten, comenten, compartan, sÃganme, pásense por mis otras obras (que pronto voy a actualizar), y tengan un muy buen dÃa/noche *heart emoji*