Sweet Hell (Camren G!P)

By turningpages97

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Camila Cabello tiene dieciséis años, buenas calificaciones, y una familia típica de clase alta; un padre, una... More

Camila Cabello
Lauren Jauregui
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
N/A
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
N/A
Capítulo 17
N/A
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 (Parte uno: "La Final")
Capítulo 20 (Parte dos: "Preparaciones y Charlas")
N/A
Capítulo 20 (Parte tres: "La Fiesta")
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
¡Mi nuevo libro ya está disponible!
Fallas/errores en Wattpad
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte uno: "No Soy Como Ella")
Capítulo 36 (Parte dos: "Única")
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44

Capítulo 42

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By turningpages97

N/A: Hallo my lovelies, missed y'all! Capítulo largo para compensar. Now, enjoy! ;)

Camila's POV

La celebración por el trato cerrado entre la compañía de mis padres y su cliente sería en la noche, pero mis ansias estaban alcanzando a tocar el techo, incluso si todavía faltaban horas para que las puertas del salón se abriesen y la fiesta comenzara. Las galas anteriores en las que mi padre me había obligado a participar siempre eran aburridas y monótonas, repletas de desconocidos llegando en sus costosos vehículos y vistiendo sus trajes de diseñador, pero ésta sería diferente. ¿Por qué? Pues porque hoy no sería simplemente yo parada junto a mis progenitores, sonriendo falsamente a sus invitados y pudiendo sólo entablar una conversación con Sofi. Hoy Lauren estaría conmigo, y nada podría salir mal con ella acompañándome. Ya no era una niña, y aunque disfrutaba felizmente pasando más tiempo con mi hermanita, todos parecían percibir el reciente cambio que había 'sufrido'. Sí, entre comillas, porque no era como si realmente lo hubiese sufrido. Más bien, lo había aceptado; le había dado la bienvenida con los brazos abiertos. Camila Cabello ya no era una chiquilla de papá, no señor, ese papel se lo había cedido gozosamente a su siguiente legítima heredera, Sofía. 

Suspiré soñadoramente, llevando el tenedor con un trozo de pastel de crema y frambuesa a mi boca. 

Una chiquilla no usaría tangas de encaje. 

No pude evitar la risita que quiso escapar de mis labios, tapándome con una mano y mirando a mi alrededor en aquel gran patio de comidas del centro comercial. Dinah alzó una ceja y se detuvo en medio de su discurso acerca de cómo Rihanna luciría mejor que Tyra Banks en unos zapatos de la nueva colección veraniega de Jimmy Choo. 

"¿Siquiera me estás poniendo atención?" Preguntó en un tono molesto, cruzándose de brazos.

"Lo siento, estoy... Con la cabeza en otro sitio." Más específicamente, mi imaginación viajaba en un tumulto de imágenes, donde Lauren vestía un elegante traje negro que se ajustaba perfectamente a su atlética figura. ¿Cómo no suspirar al ser testigo de tal magnificencia? 

"¿Ya tienes tu vestido?" Asentí, sorbiendo de mi batido.

"Mhm, ¿recuerdas cuando mi madre entró corriendo a mi cuarto para enseñarme algo en su iPad?" Casi cae en el intento de saltar a mi cama, lo que habría resultado en todo el esmalte de uñas siendo esparcido sobre las sábanas blancas, y la polinesia teniendo un infarto. Sus esmaltes eran su vida. Al final, ambas empezaron una entretenida charla, observando y juzgando fotos de vestidos en tiendas on-line.

"Oh dios, ¿ese vestido?" Volví a asentir, una contenta sonrisa en mis labios. Era el indicado para la ocasión, de eso no me cabía duda. 

"¿Crees que a Lauren le gustará?" 

"Creo que Lauser te secuestrará y las encerrará en el armario de escobas más cercano al salón en cuanto te vea. No es una prenda demasiado reveladora, pero sabes que ella babea con cada cosa que te pones." En parte, era cierto. Sabía que Lauren amaría cualquier cosa que me pusiera, pero por otro lado, también quería impresionarla un poco. La rubia engulló el último pedazo de pastel y se limpió los restos de las comisuras con una servilleta. 

"Sí..." 

"Deja de soñar despierta, tenemos que recorrer el último piso." Se puso de pie, haciendo una seña en dirección a las escaleras mecánicas. "Luego habrá sexo desenfrenado para ti." Susurró en voz baja, largando una sonora risa.

"¡Dinah!" Siseé y la empujé, la gente girándose a ver el escándalo. "Oh dios, todos están viendo." El ataque de risa continuó, inclusive escalando en volumen. Una vez que logró calmarse, se pasó un pañuelo por los ojos, quitándose las lágrimas con una sonrisa aún presente en su rostro. Bufé irritada.

"Vamos, aún quedan muchas tiendas por ver." Sus ojos brillaron al avistar los anuncios de rebajas en Victoria's Secret y Calvin Klein. 

Oh, señor, sálvame.

"Querrás decir desmantelar..." 

La tarde arribó, acompañada de muchas bolsas en mis manos y un persistente dolor de pies por haber caminado tanto. Seguir a Dinah en un centro comercial no era la mejor de las ideas cuando sabía que después debería aguantar parada otro par de horas. En la noche me lo reprocharía, de seguro. El viaje de vuelta a casa fue un caos, con mi querida amiga retocándose el maquillaje y la ropa cada que los semáforos se ponían en rojo. Lo primero que hice al entrar en casa, fue beber un vaso de agua, subir a mi habitación, cambiarme por un atuendo más cómodo, que incluía los pantalones de entrenamiento de Lauren, y desplomarme en la cama.

Nadie en casa, mis padres habían salido de una corrida a comprar un vestido para Sofi, ya que el anterior había sido manchado con leche chocolatada en la mañana, por nada más y nada menos que ella misma. Buena forma de empezar el día. 

Mi teléfono vibró en uno de los bolsillos laterales y lo desbloqueé entusiasmada.

1 Nuevo Mensaje:

[4:16 p.m.]

Lo♥️: Ya en casa?

Camila: En mi cuarto. Llamas tú o..?

El tono de que tenía programado sólo para ella comenzó a sonar al segundo, sacándome una sonrisa de oreja a oreja. Me llevé el dispositivo al oído, esperando a que su rasposa voz hiciera acto de presencia y me derritiera como de costumbre.

"¿Es éste el número correcto para contactarme con la señorita Cabello?" Me sorprendió por un instante y entreabrí la boca, titubeante, pero enseguida caché la pizca de humor en sus palabras y decidí seguirle la corriente.

Dos pueden jugar este juego.

"Me temo que ella no se encuentra disponible en estos momentos, ¿quién desea hablarle?" Enredé un mechón de mi cabello entre mis dedos, jugueteando como un gatito con un hilo, dándole vueltas.

"Oh, soy su novia, Lauren Jauregui. ¿Y usted es..?" 

"Karla Estrabao, su hermana gemela." Sonreí maliciosamente.

"¿Malvada?" 

"Hmm, puede ser, ¿quiere usted que lo sea?" Dije, más en un ronroneo que de chiste. 

"Wow, uh, eso... No lo esperaba." La risa salió de mí sin querer, mis dedos ahora jugando con el tirante de mi sostén. "Tú ganas, bien jugado. ¿Qué tal las compras hoy?" 

"Dinah estuvo arrastrándome de tienda en tienda, pero fuera de eso, muy bien. Sabe dónde encontrar los buenos descuentos." La polinesia era la reina de la moda económica, podía olfatear un vestido a mitad de precio a donde fuera. Dado el buen estado financiero de mi familia, no era como si yo en serio necesitara ahorrar, pero tampoco pensaba ir a esas tiendas caras donde nada valía lo que sus etiquetas pedían y la gente que las frecuentaba te hacía mala cara por no usar calcetines de marca. 

"¿Algo nuevo para mostrar?" Preguntó, curiosa. Lauren amaba que le enviara fotos o videos desfilando con mi nueva ropa, pero hoy tenía algo más tentador en mente. El juego no había acabado aún, todavía conservaba algunas cartas en mi mano. 

"Oh, sólo unos pequeños conjuntos que exhibían en una vidriera... Ya sabes, bastante simples, nada de otro mundo." 

[4:19 p.m.] 

Camila:

"¿Unos conjuntos? ¿Te refieres a-Oh..." Sabía que Lauren apreciaría la imagen mental de mí vistiéndolo, pues siempre me expresaba lo mucho que le agradaba verme con ropa interior de tonalidades rosa. Había elegido el correcto para enseñarle.

"Hay otros dos en la bolsa, uno negro, y uno rojo." A pesar de mis quejas, la insistencia de Dinah no se detenía hasta que conseguía lo que quería, por lo cual, muy contra mi propia voluntad tuve que probarme cinco conjuntos. Para cuando mi madre llamó avisando que no estarían en casa hasta las cinco, yo ya había comprado tres de esos cinco. Ir de compras con Dinah Jane Hansen era tanto divertido como peligroso, pero al menos me había ahorrado quince dólares.

"¿Y-y de qué tipo de t-tela?" Sin siquiera tenerla al lado, percibí cómo el sudor iba invadiendo sus manos y la boca se le secaba, aquello le sucedía cuando se excitaba, por eso siempre se relamía los labios cuando me admiraba mientras me quitaba la ropa.

"El negro es de encaje, el rojo de seda..." 

"¿Y qué llevas puesto ahora?" 

"Prometí que no te robaría más de tus bóxers, así que estoy usando de los míos." Me mordí el labio, levantando ligeramente el elástico de mis, o bueno, sus pantalones.

"¿P-puedo ver?" 

"Hmm... Sólo si luego me muestras tú lo que llevas." 

"Es un trato." Sonreí complacida, apuntando la cámara en el ángulo más favorable. Le había agarrado la mano rápidamente al asunto del sexteo. 

[4:22 p.m.]

Camila:

"Ngh... N-no quiero esperar hasta la noche para verte, Camz." Una semana y media atrás, cuando estábamos viendo una película en mi cuarto, la posición en la que nos encontrábamos me facilitó el sentir su erección contra mi trasero, pero me preocupó el hecho de que la ojiverde no dijera nada al respecto. Terminé por pausar la película para plantearle mi inseguridad al notar cómo ella jamás sugería que tuviésemos sexo. Resultó ser, que Lauren solamente estaba conteniéndose para 'no presionarme'. En cuanto esas palabras salieron de su boca, me volteé y la besé con toda la adoración que mi ser podría alojar. La noche concluyó conmigo mordiendo una almohada para no despertar a nadie en casa y mi trasero con las rojizas huellas de sus manos plasmadas. 

"Tendrás que hacerlo, porque es de mala suerte que nos veamos antes." 

"Creí que eso era en las bodas-"

"Shh, es tu turno." La chisté, sentándome y recargando mi espalda contra el cabezal.

"Lo siento, lo siento, es que te extraño. No he podido dejar de pensar en la última vez que lo hicimos, mi... p-polla duele, cuando te recuerdo arriba de mí." Un archivo multimedia apareció en el chat y mi centro punzó, recordando lo de ayer. Habíamos estado aprovechando la ausencia de Clara y sus hermanos, compensando por las veces en que no nos alcanzaba el tiempo para estar juntas en la semana por culpa de sus prácticas en la tarde y mis clases de danza.

[4:27 p.m.]

Lo♥️:

"¿Te... estás tocando?" Pregunté, aún sabiendo la respuesta de antemano. Lo más sorprendente, es que aquel no era ni la mitad de su tamaño cuando estaba enteramente erecto. 

"S-sí, quiero tenerte aquí." 

"¿Y qué harías si me tuvieras?" Proseguí, disminuyendo mi voz en volumen y acostándome, mis pezones endureciéndose bajo mi camiseta.

"Te... Te arrancaría la ropa." Las imágenes de todo lo que habíamos probado en la semana inundaron mi cabeza. Hacerlo de pie contra una pared era una de mis actividades favoritas ahora.

"¿Qué más?" 

"Te subiría a mi escritorio y te lo haría justo como ayer..." 

Duro, sudoroso, y pegajoso, esa era la descripción adecuada para lo que había sido nuestro último encuentro sexual.

"Oh dios, sí." Gemí.

"O-o en donde tú quieras. En tanto pueda t-tocarte y besarte, estaré bien." El sonido de su mano agitándose de arriba abajo era evidente, cambiaba de velocidades; primero lento, después rápido, y otra vez lento, frotándose la punta con el pulgar, pues eso la volvía loca siempre que se lo hacía. 

"Mmm, todavía me quedan algunas marcas allí atrás, ¿quieres ver?" 

"Uhm, s-seguro."

[4:30 p.m.]

Camila:

"C-carajo, ¿te duelen?" Reí ante su pregunta. Era increíble cómo podía dejar en segundo plano una erección, que sabía, eran dolorosas si no se atendían a tiempo, para cerciorarse de que todo estuviese bien conmigo. Diablos, me daba ganas de lanzármele encima y colmarle la cara a besos. 

"No, tranquila. Tomé esa foto diez minutos después de que me trajeras a casa." No le contaría cómo había logrado tomarla, porque me avergonzaba admitirlo. Aquella había sido una complicada sesión de contorsionismo, implicando ese artefacto alargado que todos utilizaban para las selfies... El cual, ni siquiera era mío, sino que de Sofi.

"Nngh..." Trató de ahogarlo, pero yo ya reconocía a kilómetros esos leves gruñidos que soltaba cuando lo hacíamos. 

"Te amo, ¿lo sabías?" Zumbó entre dientes. Tenía sus movimientos tan aprendidos, que estaba convencida de que sus ojos estarían cerrados, sus párpados apretándose entre sí, y su mandíbula marcándose. "Soy tuya, y nadie más puede hacer todo lo que me haces tú." Murmuré sensualmente, retorciendo el mechón castaño en mi dedo índice. "Nadie más me pone las manos encima, nadie más me aprieta el trasero mientras se corre, nadie más puede tenerme de rodillas en su cama..." Jadeante, su patrón de respiración se entrecortaba. Debía dar el golpe final, y ese, era una frase que había estado revoloteando en mis pensamientos hacía ya un buen rato. "Nadie más puede follarme, hacer que me venga, y luego abrazar mi cintura por la noche. Sólo tú, Lo." 

"¡Demonios!" Gimoteó extasiada, inhalando y exhalando pesadamente. "T-también... Oh cielos, también te amo." Ya más recuperada, oí cómo re-acomodaba sus pantalones en su lugar. "Camz, m-mierda... Yo-" El click de la puerta principal me alarmó, mis ojos ensanchándose como platos. 

¡Alerta roja!

"¡Rayos, mis padres están aquí! Debo irme, aún tengo que darme un baño y prepararme." Guardé el conjunto rosado en su caja y escondí todo bajo la cama, mis pies por fortuna no me traicionaron. No hubiera sobrevivido la pena de tropezar y caer con Lauren al otro lado de la línea.

"¡Hey, no, esp-" Los apresurados pasos provenientes de las escaleras aceleraron aun más mi corazón.

"¡Perdón, perdón, perdón! Te amo, nos vemos allá. ¡Mua!" Besé el micrófono, cortando la llamada cinco segundos antes de que la puerta de mi cuarto se abriera de par en par, y mi madre ingresara irradiando alegría, dos bolsas Chanel enganchadas a sus manos.

"¡Mija, tienes que ver todos estos accesorios que compré para ti! Mira, mira," Exclamó, refregándome el contenido de la bolsa en la cara. Nunca comprendería su obsesión por las compras. "¡te sentarán espléndidamente con el vestido!"

Si no tenía suficiente con Dinah, para ello estaba mi madre. 

Ocho distintos pares de aretes y pulseras más tarde, ya sola en mi habitación, y con tres horas libres para arreglarme, ignoré olímpicamente los regaños de Normani, diciendo que no debía llevar el iPod o el teléfono al baño, porque se le 'honguearía' el interior, y coloqué mi lista de reproducción para relajarme en la bañera. Tal vez tenía razón, ya que el reloj de mi iHome recientemente se había averiado. No obstante, se me dificultaba demasiado bañarme sin oír algo de fondo. 

Dejé caer mi bata blanca al suelo, testeando la temperatura del agua con la punta del pie. "Mmm, perfecto." Me hundí en la tina, gimiendo a la deliciosa sensación de mi cuerpo desnudo, siendo recibido por la humeante calidez. El vapor nublaba los espejos y la pantalla de mi celular, sin embargo, la repentina ocurrencia que mi travieso yo interior tuvo, hizo que una pícara sonrisa se extendiera en mis labios. 

[5:57 p.m.]

Camila: Alistándote? 

Pateleé suavemente, las burbujas rodeándome, la música de Bruno Mars y Marvin Gaye ayudándome a despejar la mente, incitándome a seguir las letras y tararear. Lauren no contestó al tiro, pero cuando lo hizo, yo ya me había enjabonado y enjuagado el cuerpo.

[6:15 p.m.]

Lo♥️: Lamento la tardanza, estoy regresando a casa. Tuve que hacerme una escapada a la modista porque los pantalones no pasaban de mi trasero. 

Camila: Oh mi... Jajajajajaja!

Estallé en carcajadas, que más que posiblemente, todos en la casa habrían escuchado. Lauren en traje me encendía, mucho más si imaginaba su firme trasero en unos pantalones de vestir. Era mi mayor sueño húmedo.

Lo♥️: Las buenas novias no se burlan de sus parejas.

Camila: Ah, las buenas novias POR SUPUESTO que se burlan de sus parejas.

Estaba en lo cierto, debido a que en menos de dos minutos, mi madre ya se hallaba dándole tres toquecitos a mi puerta. "¡Karla, tienes que maquillarte y ahora sí que no vas a huir de las fotos como todos los años! ¡Apúrate, mijita!" Rodé los ojos, anticipando el calvario que sería el ataque anual de mi madre con su cámara. Era una tradición que se llevaba a cabo previo a cada fiesta. Fue entretenido los primeros diez años, luego ya no me agradó tanto que me persiguieran con la lente y los flashes.

[6:18 p.m.]

Lo♥️: No es gracioso.

Camila: Lo es. Y sabes qué más hacen las buenas novias?

Lo♥️: Uh... No, qué?

Camila: Se despiden con una foto de buena suerte ;)

No recibí una respuesta hasta después de varias veces chequeando que hubiese visto el mensaje. 

[6:25 p.m.]

Lo♥️: Vas... a matarme un día de éstos.

Camila: Te lo compensaré pronto, lo prometo ♥️

-

Lauren's POV

Estiré las piernas, asegurándome de que los pantalones ahora sí subieran más allá de mi trasero. Al sentir incluso más suelta la región frontal, suspiré aliviada. El traje había costado una pequeña fortuna, pero habiendo sido 'reparado' por casi sofocarme allí atrás, el precio afortunadamente descendió a uno mucho más razonable. Mi madre también estaba invitada, por ser la secretaria y confidente de Sinu, pero no aparentaba ni un cuarto de los nervios que yo. Su vestido negro impecable, las perlas adornando su cuello relucientes.

"¿Crees que a Camz le guste?" La decisión de vestir un traje ya no era tan arriesgada en estos tiempos, no obstante, me aterraba que las miradas juzgadoras se centraran sólo en mí por la noche. 

¿Doscientos invitados y piensas que te verán a ti? 

Huh, bueno, imaginarlo de esa manera me apaciguaba.

"Creo que va a encantarle." Dijo mi madre, sacándome de mi debate interior, enderezando el cuello de mi saco negro con una sonrisa. "Estás preciosa, hijita." 

"¿Qué tal si prefiere verme en un vestido?" Chasqueó su lengua, sus manos asentándose en sus caderas como diciendo 'nada de eso'.

"¿Piensas que te sentirías cómoda en uno?" 

"En lo absoluto." Negué con la cabeza, rotundamente. La respuesta a esa pregunta era un definitivo 'no, y no', en colores y subrayado, de paso. No eran mi estilo, ella estaba advertida de aquello.

"Entonces confío en que Camila querría lo que a ti más te haga feliz. A ella no le gustaría que estés incómoda, ¿verdad?" Sonreí tímidamente, jugueteando con el botón en la manga de mi camisa. 

"N-no..." Y como un viejo hábito de abuelita, apretujó mi mejilla. "Má, ugh, no hagas eso." 

"Mi niña, toda una jovencita rompecorazones." Fingió sollozar. 

"No soy una rompecorazones. Camila es mi primera novia." Mi esperanza palpitaba por que fuese también la única. "¿Chris y Tay?" No quería a nadie más, mi ceño se fruncía de sólo considerarlo, por eso cambié de tema, ajustando las tiras de mi nuevo reloj.

"O-oh, bien." Capté cómo le ponía especial atención al objeto en mi muñeca, que había sido anteriormente de mi padre. Lo observaba con un sentido de anhelo en los ojos, pero no indagué en aquello. Era mejor no cavar en el 'asunto', o quizás 'herida', pues claramente, ella sabía cosas que yo no, y si le fuese permitido o fácil decirlas, yo no estaría aquí preguntándomelo todo. Lo echaba de menos, sí, pero si mencionarlo le dolía, prefería sus sonrisitas a sus lágrimas. "Tus abuelos llamaron para decirme que les harán nuggets de pollo con ensalada de papa para la cena. Chris no paraba de sonreír." Rió, la tristeza de hacía unos segundos esfumándose en el aire como por arte de magia. "Ahora señorita, ¿podría hacerme el favor de escoltarme hacia la fiesta? Se nos hace tarde." Ahí estaba, su irrevocable, contagioso buen humor haciendo de las suyas.

"Sería un placer." Le tendí mi brazo, bajar las escaleras del porche, o cualquier tipo de escalones, con esos zapatos, no sería pan comido. 

Mientras conducía, mis dedos se tamborileaban impacientes en el volante. Mi madre seguía mi coche por detrás con su camioneta. No quiso darme explicaciones del porqué no iría en mi auto, así que sólo lo acepté sin rechistar. El salón estaba situado a unos kilómetros, en un distinguido barrio privado en el que Ally aseguró, se encontraba una de las casas vacacionales de Oprah. Al rebasar la reja principal, custodiada por dos guardias, no estuve en duda de si creerle o no. El sitio era simplemente quita alientos, con un recibidor para vehículos semi-circular, y una fila de valets que amablemente, hasta gustosos, se ofrecieron a estacionar mi Mustang. Las columnas, con guirnaldas de auténticas flores, aromatizaban la entrada de tal modo que no pude evitar olisquear discretamente al mismo tiempo en que murmuraba mi nombre para el corpulento hombrezote con la lista de invitados.

"Lauren y Clara Jauregui, ustedes tienen sus asientos en la mesa número uno, con la familia Cabello y la familia Issartel." Si hubiera sido un perro, mis orejas se hubiesen agitado al oír aquel apellido, pero en cambio, mi pulso tembló y ladeé la cabeza, descreída. 

No, tranquila Jauregui, debe haber un millón de personas apellidadas Issartel en el mundo. 

Pero de vuelta, no era un apellido tan común, entonces, ¿realmente podía ser ella? Por supuesto que podía, de todas esas millones de personas, ella y su familia eran probablemente los más importantes. No podía ser ella, no debía ser ella. Se suponía que al mudarme otra vez aquí todo lo que había ocurrido quedaría en el pasado, pero ahora no estaba tan segura. ¿Estaría aquí sólo para arruinarme la vida una vez más?

No todo gira en torno a ti.

Claro, no. Era imposible que estuviese aquí por eso. Entonces, significaba que tenía algo que ver con Alejandro y su compañía, lo cual me hacía temblar interiormente.

¡Deja de ser una cobarde, Jauregui!

Cruzaba los dedos, rezaba por que no fuera quien creía.

El 'Salón Primero', como le llamaban, estaba decorado con jarrones repletos de arreglos florales, enormes, encandilantes arañas de techo, y básicamente todo lo que representara un look de época victoriana, como bien lo decía su nombre. Mi madre jadeaba junto a mí, sus ojos ensanchados, fascinados con la indiscutible belleza del panorama frente a nosotras. 

"¿¡Esas son magnolias!?" Chilló, apretando mi brazo, señalando el ramo en el centro de una gran mesa redonda con un mantel color borgoña. 

"Má... Yo no sé de flores, eso deberías preguntárselo a Ben." Recorrí con la vista, reconociendo mis alrededores. 

Baños... O 'tocadores' a la derecha, barra de bebidas a la izquierda, camareros con bandejas por doquier...

"Mira, allí tienen esos canapés que a ti te gus-¡Huh!" Me jaló consigo, dirigiéndose derecho hacia la mesa con las clásicas entradas de recepción. Copas agridulces de camarones, cazuelas de pollo a la crema, mini-platitos con pinchos de carne a la mostaza gratinada, y salchichitas de coctel envueltas en tocino, que se podían hundir en la cascada de cuatro quesos. 

Quince minutos dentro de aquella fiesta, y mis pies zapateaban inquietos contra el piso de mármol. Camila no aparecía, pero al menos la gente no me escudriñaba con la mirada como creí que lo harían. Era sólo una invitada más, que había sido lo suficientemente valiente para usar traje. Quizás solamente creían que lo hacía para imponer moda o algo así.

"Mmgm, ¿has visto a Sinu y Alejandro?" Inquirió mi madre, demasiado ocupada apilando tres copetines de queso crema y caviar en su mano como para siquiera mirarme.

Bufé, sacando mi teléfono y tecleando velozmente.

[8:11 p.m.]

Lauren: Puedo saber adónde se encuentra mi cita, o es eso una violación a las normas que habíamos pactado?

Casi de inmediato, recibí una respuesta.

Camz: Me decepciona, señorita Jauregui. Acaso usted sólo mira hacia los lados? 

¿Hacia los lados? ¿A qué se refiere?

Rebusqué entre la multitud, pero ella había dicho que no estaba ahí, entonces... 

"Válgame..." Murmuré cuando la vi en aquella escalera, agarrándose con una mano de la barandilla, su teléfono y su bolso de mano en la otra, y un vestido despampanante cubriendo su curvado cuerpo. "Oh, señor." Tragué saliva.

"¡Ahí están! Ven, vamos." Fui más rápida que ella, y pronto, pidiendo permiso educadamente, hice mi camino hacia la otra punta del salón. Mi madre ya estaba charlando animosamente con los Cabello, dándole su característico apretón de mejillas a Sofi, pero yo no lograba quitar mis ojos de Camila. 

Camuflado por la incesante habladuría de nuestros padres, su retraído quejido no lo oyó nadie más que yo.

"Lo, b-basta, me pones nerviosa viéndome así." Se colocó un mechón tras la oreja, advirtiendo la mirada lejos de mí, pero regresándola inevitablemente al cabo de unos segundos.

"Te ves como un ángel, uno muy sexy." Dije, embobada. 

"Gracias, aunque, tú no te quedas atrás..." Sonrió, ganando confianza y escaneándome de arriba abajo. Cuando nuestros padres se alejaron, habló. "Guapa."

"¿Está coqueteando conmigo, señorita Cabello?" 

"Se ha confundido usted mi apellido, Jauregui. Soy la señorita Estrabao. Y en respuesta a su pregunta... Tal vez sí le esté coqueteando." Se relamió los labios. "¿Le molesta? ¿O tiene a alguien especial por ahí que le impida seguirme el juego?" 

"Ya le dije, soy muy fiel a la relación que llevo con su hermana." 

"¿La ama?" El tintineo de las flautas con champaña y la suave música se fusionaban, el murmullo de las conversaciones era sólo un adicional al sofisticado ambiente. 

"Más que a nada. Y me gustaría bailar esta pieza con ella." Extendí mi mano, poniéndome en posición de reverencia, a lo caballera antigua.

"Mmm, a ella también le encantaría." 

-

La recepción había concluido, los invitados acercándose lentamente hacia sus respectivas mesas, donde el plato principal era servido. Bailamos sin parar, y Camila tuvo por primera vez dos o tres copas de champaña dulce, lo cual la había soltado muy ligeramente. Esperaba que la afectara más, pero al parecer, no era tan susceptible al alcohol como sospeché que lo sería. 

Caminábamos con los brazos entrelazados, sus tacos golpeteando, la banda en el escenario cambiando su repertorio a uno mucho más ameno, un jazz de ascensor. "Esto es aburrido, las fiestas de mi padre siempre lo son." 

Bueno, a lo mejor el alcohol la soltaba un poco más que 'muy ligeramente'.

"¿Preferirías estar en otro lado?" 

"Mhm," Asintió. "En el asiento trasero de tu auto. Deberíamos probar, yo arriba, tú abajo, y tus manos en mi-" Carraspeé en alto, deteniendo su discurso. Lo último que necesitaba era tener la polla dura en una fiesta formal.

"Camila, e-estamos en un lugar público..." Reía, tapándose la boca.

"Sólo bromeo." Sus chistes a veces podían costarme caro.

"¡Niñas, vengan aquí!" La aguda voz de Sinu nos interrumpió rumbo a la mesa. Enganchó su brazo al de Camila, guiándonos hacia alguna cosa desconocida. Madre e hija compartieron sonrisas, la de Sinuhe animada, la de Camila afable, aunque no verdaderamente interesada. De mí... No se podía decir lo mismo. Mi ademán decayó, divisando aquellos ojos acaramelados, que tanto me habían atormentado en el pasado, y esa manipuladora sonrisa ladina. 

Mis oraciones no habían bastado para que cualquier ente mágico allí arriba en los cielos se apiadara de mí, evidentemente.

"Así como las ves, no son tan buenas como parecen." Rió Sinuhe. El hombre, canoso, con ojos verdes y complexión física algo llena, ofrendó cordialmente su mano para que la estrecháramos. Tenía una pinta jovial, de ser un tipo gracioso, el alma de la fiesta, pero la ahora mujer a un costado de él no me dejaba respirar en paz. Si Camila lucía como un ángel, entonces ella era el mismísimo demonio.

Mi madre surgió a mi derecha, presentándonos.

"Ah, entonces si la preciosa niñita de las trenzas es la pequeña Sofi, y ella Camilita, tú debes ser la famosa Lauren." Titubeante, asentí despaciosamente. 

"Karla y Lolo salen hace ya varios meses, irán al baile de graduación juntas." La conocida castaña abruptamente entreabrió la boca en una 'O' y alzó las cejas, como habiendo descubierto y añadido un nuevo hallazgo a su cofre de tesoros. Sonrió de lado. 

"L'amour, c'est divin. Mi nombre es Geoff Issartel, soy el afortunado que hizo negocios con los Cabello, un gusto. Esta es mi hija, Keana." Mi sangre se heló mientras ella saludaba a mi novia con un beso en ambas mejillas. Venía mi turno, y por un momento tuve la tonta esperanza de que no trajese el tema a la superficie, pero la marea no estaba a mi favor. 

"Es bueno volver a verte, Laur." Tragué en seco, olvidándome de cómo hacer funcionar mis pulmones. 

Problemas, esta mujer sólo representaba problemas en mi vida. 

"¿Se conocen?" Cuestionó Sinu, asombrada. Camila ojeaba el intercambio curiosa, sin contar confundida. El alcohol no había debilitado sus sentidos como para que no cachara lo palpable que era la intranquilidad emanando de mí.

Desearía que no.

"Así es, solíamos ser amigas en Texas, compartíamos clase de biología, matemática, química y educación física." Se aclaró la garganta. "Bueno, hasta que Lauren se unió al equipo de softball, claro."

"Eso... Fue hace un tiempo." Acoté, tratando de calmarme.

"Pero si nos vimos hace poco más de un año, no creo que te hayas olvidado de mí, ¿o sí?" 

Desgraciadamente, no.

"No. No lo hice." No quería darle el gusto de ponerme nerviosa, pero era imposible no sudar frío con su cercanía. Sintiendo la tensión en la atmósfera, Sinuhe aplaudió. 

"¡A comer!" 

Si bien su presencia me incomodaba, no podía permitir que eso arruinara la velada. La cena estuvo exquisita, el postre aun más, y la mano de Camila acariciando la mía encima de mi pierna llegaba a brindarme un mínimo de serenidad. Por lo menos, toda la que pudiese conseguir con esa arpía, sonriendo frente a mí, haciendo de cuenta que nada de lo sucedido en el pasado era relevante. 

¡Porque no lo es!

Retiro lo dicho; no, no lo era. No valía la pena recordar aquellos miserables tiempos.

"Y, Lauren, ¿qué quieres estudiar en la universidad?" El señor Issartel era un hombre viudo, pero eso no le dificultaba el ser un hablador. Contrario a la mayor parte de los cuarentones amargados por estar solos, él era chistoso. Una buena persona, no como su hija, una Barbie mimada y caprichosa.

"Planeaba conseguir una beca en alguna universidad cercana con un buen equipo de softball o baseball, pero la de Miami no las está dando este año, no completas." Camila, Ally, Dinah y yo habíamos sido aceptadas ahí, mientras que Normani se había inscrito en una academia teatral y de modelaje en Nueva York, de donde también le habían enviado una carta de aceptación hacía ya una semana. La echaría de menos, pero no podía negar que aquel era su lugar en el mundo, triunfando en la gran pantalla. "E-es bastante accesible, en realidad, así que podría trabajar para ayudar a pagarla, o a los libros necesarios." La cuota de materiales era una de las cosas más costosas, y más el tener que mantenerme, alimentarme, y básicamente sobrevivir, no tenía asegurado mi futuro allí. Sorbí de mi copa.

"Lauren era la mejor en el equipo, padre." 

Por favor, sólo mátenme.

"¿Ah, sí? ¿Qué posición en el campo?" 

"Ocho, señor."

"¡Ocho! Debes ser una bala corriendo." 

"Oh, lo es, todos en la mesa pueden dar fe de ello." Agregó mi madre, Sinu asintiendo, ferviente. Me sonrojé. Apreciaba los cumplidos, sobre todo por tratarse de algo que me apasionaba. "¿Sabes? Creo que podría darte una mano con eso de las becas, Lauren." La bebida se atascó en los conductos de mi garganta, haciéndome toser. Camila estaba ahí para palmear mi espalda y luego frotarla. 

"D-disculpe, ¿u-usted lo dice en serio?" 

"Nunca he hablado tan en serio. ¿O no, princesa?" 

Keana negó, las carcajadas de los otros retumbando en mis oídos. "Él no suele ser muy serio, pero lo está siendo ahora." 

"Yo... N-no lo sé, ¿cómo haría eso?"

"Tengo contactos. ¿Me dejarías ver una de tus prácticas? Llevaré conmigo a alguien, él sabe reconocer el talento cuando lo ve, además, los dos tenemos influencia entre la gente importante."

"Oh dios, eso sería... Wow, m-muchas gracias, no... no sé cómo agradecerle." 

"Se me ocurren algunas ideas." El resto no escuchó aquel susurro por parte de la castaña, pero estando pendientes de su extraña, desafiante actitud, Camila y yo sí lo hicimos. La morena frunció los labios, afligida. No quería que creyera cualquier cosa, ni que asumiera locuras. Debía saberlo, tenía que enterarse de la verdad, y saber que me daba lo mismo mi estúpido pasado. 

"Espero no les moleste, me urge salir por aire fresco." Desenvolví la servilleta de seda de mi regazo, descartándola.

Camila tomó mi mano, preocupada. "Yo voy contigo." 

El viento soplaba con ligereza, los arbustos en el jardín trasero, que constaba de hectáreas y hectáreas de verde, rojo, y todos los colores vivos que existieran, se bamboleaban a su compás. Me apoyé en una de las columnas con vista al estanque. Camila, con sus brazos cruzados, refugiándose del frío nocturno, se acercó a mí. 

"Ten, póntelo." Le di mi saco, pasándoselo por detrás. Sin decir palabra, se recargó contra mi frente y enrollé mis brazos en torno a su cintura, mis manos en su estómago, las suyas encima. El silencio se instaló entre nosotras, ella echó su cabeza hacia atrás, descansándola en mi hombro.

"¿Vas a decirme quién es ella?" Inhaló en mi cuello, plantando un tierno besito. "No voy a enfadarme, lo prometo." 

"No me trae buenas memorias, eso es todo." Musité.

"Puedes contármelo. Te daré más besos si lo haces." Resoplé una risita a la oferta, besando su sien. 

Keana Marie Issartel, la diva del instituto en Texas, la muchacha ricachona y creída que me había maltratado el primer, segundo, tercer y cuarto año, burlándose de mí junto a su grupo de amigas. Se había encargado también de hacerle saber a todos de mi condición, bajándome los pantalones en la cafetería un día. El único detalle, fue que ella tampoco sabía de aquello, no hasta haber visto el bulto, preso bajo mis bóxers. Su cara de sorpresa fue épica, pero lo que vino después, fue tener que soportar tres meses siendo el hazme reír del colegio. La inminente mudanza vino como anillo al dedo, y cuando todo el alumnado supo que me iría, miles de especulaciones se armaron y volaron por los pasillos. Un día, una carta apareció en mi casillero, citándome al baño del segundo piso en el receso de las 11:25 AM. Ese día, Keana robó mi primer beso. Me lo arrebató, creyéndose la dueña del mundo, me arrancó de las manos la posibilidad de tenerlo con alguien que lo mereciera, alguien como Camila. 

A la semana, mi madre, mis hermanos, y yo, partimos hacia lo que sí era nuestro hogar, en donde siempre perteneceríamos; Miami.

Finalicé mi relato, mis dientes crujiendo por apretar la mordida. La latina se volteó, una mano aferrándose a la tela de mi camisa, la otra en mi mejilla.

"Lo, shh, calma. Dije que confiaba en ti, no me importa que ella fuera tu primer beso. Ambas fuimos la primera vez de la otra, nadie te besa o hace cositas sucias contigo más que yo ahora, y eso lo sé muy bien." Admirablemente aplacada, su sonrisa mitigó mis miedos. Camila unió nuestros labios, como sellándolos en un callado pacto, reclamándolos. 

Nunca fallaba en animarme.

"G-gracias por confiar en mí. Te amo."

"Y yo a ti, tonti." Se arrimó a mí, encajando su dedo índice en la tira de mi moño. "¿Crees que puedes conducir?"

"Uh, sí, sólo bebí una copa de champaña en el brindis." 

"Genial, porque estuve investigando los edificios del barrio, y resulta que hay un muy bonito lugar por aquí al que podemos ir a divertirnos." Canturreando, tiraba del moño, llevándome rumbo a donde los valets retornaban los vehículos.

"P-pero tus padres y-y mi madre-"

"Lauren, ¿por qué crees que Clara trajo su propio auto?" Sonrió lascivamente, dejándome atónita por completo.

-

Nota: Hace no mucho edité el smut en el capítulo 23 de Mates (el acabado no me había dejado convencida desde un principio, pero no quería hacerlos esperar más y lo subí). Ahora que lo mejoré, estoy satisfecha. El que quiera releerlo, está más que invitado a hacerlo!

PD1: Anduve de viaje por el sur de Argentina, visitando familia, y paisajes increíbles, de pasito. La señal a veces se iba y era fastidioso tratar de escribir mientras la laptop se tildaba, por eso la tardanza :(

PD2: Al menos espero haber sacado algo de músculo en las piernas con todo lo que caminé. Jaja, ya quisiera. 

Si les gustó, por favor voten, comenten, compartan, síganme, pásense por mis otras obras (que pronto voy a actualizar), y tengan un muy buen día/noche *heart emoji*

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