Sweet Hell (Camren G!P)

By turningpages97

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Camila Cabello tiene dieciséis años, buenas calificaciones, y una familia típica de clase alta; un padre, una... More

Camila Cabello
Lauren Jauregui
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
N/A
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
N/A
Capítulo 17
N/A
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 (Parte uno: "La Final")
Capítulo 20 (Parte dos: "Preparaciones y Charlas")
N/A
Capítulo 20 (Parte tres: "La Fiesta")
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
¡Mi nuevo libro ya está disponible!
Fallas/errores en Wattpad
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte uno: "No Soy Como Ella")
Capítulo 36 (Parte dos: "Única")
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44

Capítulo 41

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By turningpages97

N/A: ¡La escritora es ahora una mujercita graduada! Muchas gracias por sus buenos deseos, ¡y disfruten!

Camila's POV

Corrí otra fila de perchas, poco atraída por todos los estrafalarios o excesivamente brillantes vestidos que hallaba. Habíamos estado ya dos horas revisando en cada tienda del centro comercial y ninguna tenía lo que buscaba. Rebusqué en pilas y pilas, percheros, pero nada. Quería que Lauren me acompañara para que me diese su opinión, pero Dinah insistió en mantener la tradición y dejarlo como un secreto.

Al menos mi madre ya me había ayudado a elegir mi vestido para la gala.

"Éste es bonito." Entusiasmada, chequeó la etiqueta del vestido corto con apliques. Hizo una cara de asco cuando vio el precio. "Ugh, no, no lo es." Reí.

No quería que fuera muy llamativo ni sobresaliente. No me emocionaba la idea de tener una gran cantidad de espectadores atentos en un momento tan especial e íntimo como el de bailar con mi pareja y pasar la noche con ella, pero teniendo en cuenta que esa era Lauren, estaba convencida de que de todos modos sería observada.

Cansada, eché un suspiro.

"¿Qué tal éste?" La polinesia me mostró un vestido negro con bordado de lentejuelas doradas y un escote demasiado pronunciado para mi gusto. Ni siquiera era apropiado para un baile de graduación. Fruncí la boca, negando. "No encontrarás un vestido si eres tan negativa."

"No soy negativa, sólo no me gusta." Miré el talle. "Tampoco es mi talle."

"Claro que lo es, mira, es el talle más pequeño." Agaché la cabeza, evadiendo sus ojos.

"Y-yo debo usar talle medio... Para pantalones y vestidos." Musité, jugueteando con las perlas de mi brazalete.

"¿Y eso?" Levantó una ceja, bajando la otra.

"Mitraseronoentraenlostallespequeños." Dije rápido, pero aun así Dinah lo comprendió y comenzó a descostillarse de la risa en medio de la tienda. Cubriendo mis acaloradas mejillas, me apresuré fuera del local, caminando a paso veloz.

"Oye, ¡Mila, espera!" Me alcanzó, tirando de mi brazo. "No tienes de qué avergonzarte, no es algo malo tener el trasero grande. Diría que todo lo contrario, estoy segura de que Lauren disfruta mucho de él." Ensanché los ojos. ¿Acaso estaba insinuando que Lauren y yo habíamos probado el sexo... Por ahí? "¡No, n-no quise decir eso! Me refiero a que, uh, debe agradarle, ya sabes, tocarlo y apretarlo." Bueno, indudablemente, Lauren tenía la costumbre de entretenerse mucho dándole apretones mientras lo hacíamos.

"Sí, s-sí le gusta." Admití.

"¿Ves? Te digo, deberías sacar mucho más provecho de ello, aceptarlo por cómo es y estar orgullosa de tu cuerpo. Todas matarían por tener un trasero así, eres la envidia de varias, incluso de Ally, Mani y yo." ¿Realmente me veían así? Nunca hubiese imaginado que tuvieran esos pensamientos. Al mismo tiempo en que la ansiedad me gritaba que todo mundo estaba detallando en cada uno de mis tropiezos, su otra cara rodaba los ojos y me decía que a nadie le importaba lo que yo hiciera.

"G-gracias, supongo."

"No hay de qué. Hazme caso, aprovéchalo." Recorrimos en silencio, yo no queriendo añadir al tema y ella ocupada, ojeando con interés hasta la puerta de salida, donde una tienda en particular llamó su atención. Se pegó a la vidriera, señalando un vestido largo con una voluminosa falda. "¡Mila, ese es perfecto para ti!" Por poco babeaba a la vista de los delicados bordados. "Y mira, esos zapatos... Oh dios mío, ¡son fabulosos!" Se abanicó, tomándome de la mano y arrastrándome dentro.

"Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarlas?" Preguntó una mujer elegantemente vestida, regalándonos una amable sonrisa.

"Mi amiga quiere probarse ese vestido."

"¿Qué? Dinah, aguarda, yo-"

"Seguro, ese es el principal de la nueva colección. Ninguna otra de nuestras franquicias lo tiene aún y no llegará hasta dentro de unos meses." Se dirigió al maniquí, contoneándose felizmente. "Pueden ir hacia la zona de los probadores, estaré ahí enseguida." La rubia a mi lado se giró y me dio una sonrisa de oreja a oreja, triunfante.

"Esto no es una buena idea, s-se ve costoso."

"No caeré con eso, Mila, sé que tienes dinero suficiente para pagar diez vestidos iguales." Estaba en lo cierto, pero aquel era uno realmente precioso, me daba miedo siquiera verlo e imaginar que no me quedase, que no fuese el vestido correcto.

La mujer regresó trayendo en sus manos una larga funda negra con cierre, el nombre de la marca resaltaba en letra imprenta color dorado. La abrió, revelando el alucinante vestido.

"Todo suyo, pueden pedir otros talles si lo desean, o podría prestarles algunos accesorios para que puedan darse una idea de cómo se vería." Dinah asintió vehementemente, empujándome dentro del probador. Una vez que la cortina se cerró, las dos entablaron una conversación que no llegué a oír con la música de fondo. Bufando, me quité la ropa y me cambié, rezando por no pasar un mal momento en público, menos a causa de algo tan banal.

"Hm." Aclaré la garganta cuando estuve lista, entrelazando mis manos por delante como un nervioso hábito. La tela que separaba el probador del resto del lugar fue apartada, y al instante, escuché jadeos. Dinah se tapaba la boca, abierta de par en par, mientras que a la mujer con el nombre 'Caroline' en su plaquita se le estiraba la sonrisa. "¿C-cómo me veo?"

"Date la vuelta." Susurró mi amiga con un hilo de voz. Temerosas, mis piernas temblaron. ¿Y si no lucía bien en mí? ¿Y si me veía gorda en él? ¿Y si no era el adecuado para el estilo de figura que yo tenía? Con todas esas incógnitas y más, cerré los ojos y me volteé, pero no fui lo suficientemente ágil, por lo que al llegar a pispear ligeramente, luego necesité más. Contuve la respiración, incapaz de creer lo que me devolvía el reflejo de aquel espejo de cuerpo completo.

"¡Magnífico, sensacional! Te ves impecable, querida." Sin duda, le otorgaba la razón a la simpática mujer. Dinah aplaudió contenta, dando un brinquito.

"Se lo lleva. Ponga los zapatos en la misma bolsa, por favor." No lograba mover mis ojos de la prenda, ahora mía. Una burbujeante sensación de alegría me invadió, haciéndome sonreírle conforme a la radiante Camila frente a mí.

-

Bajé del coche de Dinah y agité mi mano en su dirección. "¡Acuérdate de llevar un traje de baño mañana, Hailee dice que el equipo planea sacar la manguera en el tercer receso y preparar todo!" Avisó desde su asiento, arrancando el motor nuevamente.

"¡Lo haré!" Me guiñó un ojo y condujo, haciendo su clásica vuelta ilegal en 'U'.

El lavado de autos era mañana, todo el instituto estaba deseoso de presenciar a las chicas del equipo de softball y las porristas, con tops y camisetas mojadas. Por supuesto, yo no disfrutaría tanto de que otras miraran lujuriosamente o con ojos acorazonados a Lauren mientras ella les enjabonaba el auto, pero la ocurrencia había sido de Barbara, para sumar a lo recaudado en el festival. Era una buena causa, y yo no quería negarle la participación a mi siempre tan bondadosa novia, que además de amar el deporte, amaba los vehículos, fueran de dos o cuatro ruedas.

"¡Mami, Papi, estoy en casa!" Anuncié, despojándome de mis sandalias y colocándolas junto a la puerta. Mis pies dolían como nunca, habiendo estado parada y caminando por casi tres horas. Agradecía que la polinesia tuviera su propio auto, de otra manera, mis piernas serían ya gelatina.

No hubo respuesta, lo cual me llevó a alzar una ceja. Ambos deberían estar en casa a esa hora, mamá a veces me esperaba con la cena por si yo aún no había comido. ¿Habrían ido al cine o de compras? Aquella vez en jardín de infantes cuando Cole Benett me había dicho que mis padres me abandonarían por ser tan llorona resurgió en mi cabeza.

¡Ya deja la negatividad, Camila, te hundirás a ti misma!

Curiosa, apoyé la bolsa con mi vestido y zapatos en uno de los sillones e hice mi camino silenciosamente hacia la cocina.

"¿Hay algui..?" No conseguí concluir la frase, porque lo que vi me dejó helada, como con los pies anclados al suelo.

Mi madre, con una mano en su sien y otra en su frente, las sacudidas que daban sus hombros la delataban, estaba llorando. Atemorizada por cuáles fuesen las malas noticias, me acerqué con precaución.

"¿Mami? ¿Q-qué sucede? ¿Están bien Papi y Sofi?" Mi voz quebrada, mis ojos cristalizándose.

"Tu padre y tu hermana se encuentran bien, fueron a comprar."

Oh, no... Eso quiere decir que...

"¿La abuelita y el abuelito?" Jadeé, preparándome para lo peor.

"Ellos están bien, Karla." ¿Estaban bien? ¿Todos estaban bien? ¿Cuál era el problema entonces? Al percibirlo, ladeé el rostro. Ese tono, el tono que había utilizado para pronunciar mi nombre. Sólo hablaba así cuando estaba molesta o decepcionada, lo que no ocurría seguido. De hecho, podía contar con una sola mano las veces en que se había enfadado conmigo, Sofi o Papá. "Acércate un poco, déjame ver una cosa."

Okey, esto ya es extraño.

Desconfiada, hice lo pedido. Pareció dudarlo por unos instantes, hasta que después de apretar sus párpados juntos, la palma de su mano se posó en mi vientre y palpó, indagando algo desconocido para mí.

"Qué... ¿Qué haces?" Hipó, incapaz de contener las lágrimas. De la nada, noté la conocida tarjeta blanca, descansando en la mesada. La extendió, limpiándose las lágrimas. Mi carnet de afiliada a la clínica privada temblequeaba en su mano.

¿Cómo... Por qué... Cuándo..?

"Llamaron a casa de la clínica, hija. Dijeron que lo habías olvidado en la sala de ginecología." Mis ojos se abrieron como platos, pude sentir las gotas de transpiración ya formándose en mi frente y manos. "Tienes suerte de que tu padre ya se hubiera ido. Ahora dime la verdad, Camila," Se pausó, tomando aire. "¿estás embarazada?"

Oh. dios. mío.

"M-mami yo... P-puedo explicarlo-" Intenté, pero un fuerte sollozo suyo me cortó.

"Ay diosito santo, por favor, dime que no lo estás, dime que son sólo conclusiones erróneas mías." ¿Cómo es que habíamos llegado hasta aquí? Se sorbió la nariz, retirando un pañuelo de la caja de Kleenex.

"No, no llores. No es eso, lo prometo, no fui a la clínica por eso, Mami." Suspiró, todavía sin creerme.

"Mi niña, ¿no me estás mintiendo o sí? Porque si lo estás, sabes que esta farsa se acabará en unos meses cuando te crezca el vientre, ¿verdad?" Mi yo interior se pegó en la cara con la palma, mi rostro adquiriendo aquel rojizo tono.

Hazla parar, por favor.

"No estoy mintiendo, lo juro. No mentiría sobre algo así."

"Eso espero. Ven aquí, abraza a tu madre." Apenada, achiqué la distancia entre nosotras y la envolví en un abrazo que ella estrechó. "No vuelvas a asustarme así, jovencita." Al separarse, me apuntó con su dedo acusador, reprendiéndome con una severa expresión.

"Lo siento, no se repetirá, pero, ¿p-por qué creíste que estaba..? Uh, ya... Y-ya sabes."

"Fuiste a mis espaldas a un ginecólogo, Karla, ¿¡qué esperabas que creyera!?"

"No... N-no lo sé, no quería que te preocuparas y me daba vergüenza decírtelo. Yo sólo... Sólo fui a pedir la receta para unos anticonceptivos."

"¿No estás embarazada entonces?" Aún enrojecida, negué.

"No, no habrá bebés en camino, p-por ahora, al menos." No por unos diez años, como ella misma me había pedido hacía un tiempo. Con un dedo, sequé la gruesa gota de sudor que pendía de mi frente.

"Ay mijita, casi me matas de un infarto. Esta vez sí que no hubiese podido parar a Alejandro. No quiero ni pensar en lo que le haría a la pobre de Lolo." Imágenes de una Lauren colgando de la punta de un rascacielos inundaron mi mente. Temblé.

Las pastillas anticonceptivas ya debían estar en funcionamiento, habiéndose ido mi período y pasado unas buenas dos semanas, el efecto ya debería estar circulando en mi sistema, por lo tanto, elegí no perseguirme a mí misma con tan feos pensamientos. Papá no le pondría un dedo encima, porque primero tendría que ponérmelo a mí. Aun así, quise asegurarme de que nada de esto saldría de entre aquellas cuatro paredes que resguardaban la cocina.

"Papá no debe saber nada de esto. Incluso si no reaccionara mal, no quiero que esté creyendo cosas... Sobre mis relaciones personales." Asintió de acuerdo, levantando una mano y restándole importancia.

"Tu padre no se enterará, pero prométeme que la próxima vez que necesites ayuda con algo así, vendrás a mí. No te avergüences de tener una vida sexual, mi niña, es de lo más normal el querer gozar de tu cuerpo con alguien que sepa satisfacert-"

"Ya, ya, entiendo. Por favor, n-no hablemos de eso." Largó una risita burlona. Me daba la impresión de que todas esas veces en las que preguntaba por cómo iba todo con Lauren, eran sólo para hacerme pasar un mal, incómodo rato. El click de la puerta resonó y la dulce vocecita de mi hermana llenó la sala de estar.

"¡Kaki, Kaki! ¿Qué hay en la bolsa?" Sofi la mecía de lado a lado, adorando el material perlado del que estaba hecha.

"Es mi vestido, e-el de graduación." Como un animal en alerta a la aparición de una posible presa, mi madre se sobresaltó en su asiento y me cuestionó con la mirada. "L-Lauren me invitó el día del festival, olvidé decírtelo."

"Si ya te olvidas de nosotros aún viviendo en esta casa, no quiero ni imaginar cómo será cuando vayas a la universidad." Interfirió mi padre, resoplante, abriendo el refrigerador y sirviéndose jugo en un vaso.

"Tengo que ver ese vestido. Ahora, vamos, ¡shoo!" Decidida, se bajó del taburete e hizo un gesto con sus manos para que saliese de la cocina. "Al menos todavía puedo acompañarte a comprar los zapatos." Tosí.

"Huh, sí, s-sobre eso..."

-

El tercer receso y el almuerzo se hicieron sentir con los festejos de los cursos más grandes. El último mes de clases transcurría y la graduación se aproximaba, pisándonos los talones a todos en el instituto, más que nada, a los que todavía debían preocuparse por aprobar algunas asignaturas restantes. Varias de las clases ya no se daban, los profesores del departamento de artes y deporte en su mayoría ya habían cerrado los boletines de calificaciones. Las cargas horarias se alivianaban, las típicas ojeras del alumnado disminuían.

En los pasillos los estudiantes correteaban, unos agitados, otros eufóricos, pero todos compartiendo aquel sentimiento de adrenalina al terminar de una vez por todas con lo que ciertamente había sido un turbulento ciclo, repleto de nuevas caras, nuevas amistades, nuevas experiencias, y en mi caso, como el de muchas otras personas, nuevos amores.

Reí, viendo cómo Barbara regañaba a Maia por poner mal un arreglo de guirnaldas con flores rosas en la entrada del lavado de autos hecho a mano por el consejo, los chicos del club de manualidades y los del club de teatro. Si había algo de lo que sí estaba orgullosa, era de cómo ahora nadie parecía sentirse intimidado por una abeja reina y su séquito que todo lo controla. Desde que Emily Ratajkowski se había marchado del colegio, las cosas habían cambiado para bien, habíamos progresado como conjunto, todos unidos.

"¡Te dije que así no! ¡Así, fíjate cómo lo hago!" Me tapé la boca, carcajéandome divertida. La presidenta del consejo podía ser un poco bastante mandona, pero sabíamos que ese era el único detalle remotamente cercano a ser un defecto de su creativa personalidad. Era una hecha y derecha líder que tenía bien merecido el cargo.

"¡Puedes hacerlo tú sola si quieres!" Exclamó la australiana, exasperada, devolviéndole las guirnaldas.

"¡No, no! Ven, no me dejes sola decorando." Se le agarró al brazo, jalándola. A una corta distancia, el equipo de softball trataba de conectar la manguera a la bomba de agua con ayuda de un par de muchachos fortachones, sin éxito, a juzgar por sus ceños fruncidos.

Regresé la vista a las páginas de mi libro, determinada a acabarlo pronto.

Media hora más tarde, los vehículos empezaban a amontonarse en fila, uno tras otro, esperando pacientemente a ser atendidos. ¿Quién no querría ser paciente cuando tiene a una porrista enjabonada arriba del capó? Mi horario había finalizado una hora antes, gracias a que Lauren me había hecho aprobar con un nueve química, pero yo prefería quedarme y ver.

O más bien vigilar.

Sí, bueno, no podía engañar a nadie, realmente sólo estaba ahí para ojear a mi novia y su 'club de fans', como Barbara, Dinah y Normani les llamaban. Lo mío nunca serían los autos, por eso es que para evitar que mi torpes manos arruinaran el perfecto plan de recaudación, preferí abstenerme y sentarme bajo un árbol a leer. La gente iba llegando, con sus impresionantes equipos de música, carrocerías vistosas y bocinas rompedoras de tímpanos. Yo, en la sombra, buscaba a mi ojiverde favorita con la vista.

Debí traer mis binoculares.

Pegué un respinguito, sorprendida cuando un dedo picó mi hombro. "Mila, ¿no vienes?" Preguntó Ally, con su clásica, adorable sonrisita.

"Oh, no. N-no quiero hacer líos con las mangueras o mojarme, ya resbalé y caí sentada suficientes veces en una vida." Rió cantarinamente.

"Laur está en el área de las mangueras, las animadoras enjabonan y el equipo enjuaga, ¿no quieres ir?" Vi, cómo el sol del mediodía daba de lleno y el agua escurría, empapando el estacionamiento y todo a su alrededor.

No muy atrayente.

"No, gracias. Seguiré leyendo."

Así, lentamente el día se transformó en tarde, y los autos ya no llegaban con prisa. El director le había entregado las llaves a Barbara, confiando ciegamente en su responsabilidad. Mis dedos tamborileaban sobre la tapa dura de mi libro, mis pies zapateaban inquietos, y a la sexta vez de haber leído una frase sin prestar real atención, me rendí con un bufido. Las porristas estarían probablemente mojadas de pies a cabeza, todos las mirarían, ¿pero Lauren sería parte de ese 'público'?

Hice un mohín. No, no lo sería. Lauren no era así.

Justo como si mi voz interior la hubiese llamado, su figura apareció, persiguiendo a Normani con la manguera, poniendo su dedo en el pico para aumentar la presión del chorro. Chistosa, abrazó a Dinah, quien tomaba sol en paz, solamente para mojarla y molestarla. El odio brotando de los poros de la polinesia me causó gracia.

La pelinegra estaba vestida como para salir a correr, con sus zapatillas deportivas negras, shorts grises y camiseta blanca sin mangas. La piel, ligeramente bronceada por haber entrenado todo el año al aire libre, le brillaba, húmeda. Repentinamente, yo también percibí una humedad en mi cuerpo, en medio de mis piernas para ser más exactos.

Al avistarme, alzó su mano y la sacudió sonriente. Me removí tímidamente, guardando mi libro en mi mochila y abrazando mis piernas, sabiendo que ella vendría a mí, como siempre lo hacía cuando me encontraba sola.

"Hey." Su blanquísima sonrisa me encandiló, reteniéndome bajo su hechizo de encanto. "Ally dijo que estabas leyendo, por eso no vine antes. ¿Interrumpí tu concentración?" Se agachó frente a mí, quitándose los audífonos, las gotas cayendo por su cuello.

"No, tranquila." Le retorné la sonrisa y me mordí el labio inferior, conteniendo las ganas de besarla. "¿A qué hora terminas?"

"Podemos irnos ahora si eso quieres." Propuso, acomodando un mechón detrás de mi oreja. "No sé tú, pero yo necesito una ducha." Tomó mi mochila y se la colgó de un hombro, tendiéndome su otra mano. "Vamos, te llevaré a casa."

"¿Tus cosas?"

"En mi casillero." Enlazó sus dedos con los míos, marchando al sitio donde su coche se encontraba aparcado y llevándome consigo. En el viaje escuchamos música, pero no hablamos. Sus nudillos palidecían cuando apretaba el volante, la vena en su antebrazo me tentaba, haciéndome desearla más que nunca al haber pasado un lapso considerable desde nuestro último encuentro sexual. No supe adivinar si es que le daba pena, o creía que el período de menstruación duraba la quincena entera, pero hasta la fecha, Lauren no me había preguntado si podíamos hacer el amor.

Ya en mi calle, abrí el portón del garaje con mi mando a distancia y le indiqué que estacionara dentro. Apagando el motor, se rascó la nuca y me miró, desconcertada.

"Uh, ¿e-estás molesta conmigo? D-digo, estuviste muy callada y te ves perdida. ¿Todo en orden?"

¿¡Por qué tenía que ser tan considerada, tan dulce, tan hermosa!? La verdad era que sí estaba perdida, pero no de la manera que ella pensaba.

"Estoy bien... ¿Quieres entrar?" Murmuré, ocupando mis manos con los hilos de mis shorts rasgados. Mi apariencia no era la más prolija, no me había maquillado ni puesto perfume por miedo a que al final del lavado me viera como un mapache si algún tonto me mojaba accidentalmente, o con intención.

"Claro." Salió a abrirme la puerta, siguiéndome de cerca mientras yo iba a la sala. La casa vacía, padres trabajando, Sofi con mis abuelos, ambas sabíamos lo que eso significaba.

Sin embargo, cuando dimos con el pie de la escalera que llevaba hasta las habitaciones, ninguna de las dos movió un músculo, quizás rezando por que la otra fuese más valiente. Desconocedora de qué hacer, se rascó el antebrazo. El silencio me alteraba y la tensión era palpable en el aire, así que sólo me aventé a la suerte.

"Bésame..." Suspiró como si hubiese estado conteniendo la respiración por horas y poniéndose a mi altura, juntó nuestros labios. Fue lento en un principio, saboreando con esmero, pero pronto la temperatura incrementó, las consecuencias de la abstinencia y un día largo sin habernos visto mucho, entraron en juego, haciéndome llevar las manos a su cabellera, Lauren ciñendo su agarre en mi cintura.

"Te extrañé." Dijo, continuando el beso con mi misma fiereza. Tiré del borde de su camiseta y la fui elevando, despojándola de ella. Sus sudorosos abdominales en exhibición me obligaron a morderme el labio, admirándola en casi toda su gloria.

"También yo." Planté un breve beso en sus labios y descendí, mordisqueando un sendero hacia los protuberantes músculos. El bulto bajo sus shorts se hacía cada vez más evidente y le tuve piedad, entendiendo que Lauren jamás me presionaría para tener sexo, que ella siempre me pondría como su prioridad. "Te amo." Lo besé inocentemente, manteniendo el contacto visual.

"Santa... m-mierda." Había una mancha de líquido pre-seminal en donde la punta luchaba por romper la gruesa tela y liberarse. Colé mis dedos en el elástico de sus bóxers y los bajé junto a sus shorts, la erección balanceándose, por fin rescatada de sus sofocantes confines. Ella sola se deshizo de su calzado y yo del insoportable sobrante que era mi ropa. "T-tus padres-"

"No están en casa." Sin más, me le lancé, rodeando sus caderas con mis piernas, su miembro asentándose en medio de mis pliegues. No le costó comprender la energía del ambiente, ya que como una bala, subió las escaleras. Ya en la puerta, la tomé por sorpresa, haciendo friccionar nuestros sexos.

"Carajo... ¿Q-qué haces? Camz, vas a hacer que-O-oh..." Se detuvo, sosteniéndose del marco de la puerta.

"Adentro... Hmm, ahora."

"Pero no estamos en la cama aún-" Desenrollando uno de mis brazos de su cuello, hice viajar a mi mano hacia donde su extensión, dura, chocaba con mi estómago. Ágilmente, la llevé a mi entrada y me meneé hacia abajo, la longitud rebasando, ingresando en mí de una sola vez.

"Mmm..." Ronroneé, satisfecha.

"Rayos." Gruñó, tambaleándose levemente y posicionándome como pudo contra la pared, junto a la puerta. Con una mano en mi muslo y otra en el muro, alzó sus caderas por inercia, enterrándose en mí.

"¡S-sí..!" Gemí y me aferré a ella, reiterando mis movimientos.

"¿Te gusta a-así?"

"Mhmm." Otros tres meneos, su glande tanteando mis profundidades, mis senos, aunque no eran los más grandes, rebotaban, haciendo rozar a mis pezones con su pecho. Sin aviso, arremetió, robándome un extasiado gemido agudo. Sus dientes crujían, su mandíbula tensa. "¡L-Lo!" Mi frente cayó en su hombro y oré por no dejar una huella de sudor en mi pared. Mi trasero copiaba las sacudidas, saltando con cada empuje. Fue entonces, que un circuito clickeó en mi cerebro. Las palabras se reprodujeron como un loop, sin fin.

Deberías sacar provecho de él, estoy segura de que Lauren disfruta tocándolo...

Aunque las palabras se mezclaban, las oraciones tenían sentido y peso, más del que hubiese querido.

Tal vez... ¿Por qué no probar?

"A l-la cama, q-quiero... ¡Hah!" En el calor del momento, ella ni siquiera lo cuestionó, simplemente obedeció. Siguió follándome, sus fuertes brazos me sujetaban como si no pesara más que una pluma, me alzaban en el aire y me hacían caer hasta la base de su erección sin inconveniente alguno. Era difícil formular, pero entre jadeos, pude hacerlo previo a que me acostara en el colchón. "Quiero ha-hacerlo d-de espaldas a ti."

"O sea, ¿e-en cuatro?" Ruborizada, asentí. Inspeccionó mi rostro por unos segundos, descreída, hasta que le di una pequeña sonrisa, prometiéndole silenciosamente que no lo estaba pidiendo sólo para complacerla a ella, sino también a mí. Accedió y gimoteé al sentirme vacía, mientras la ojiverde me soltaba y cedía espacio para re-ajustar mi posición. "Dios, te ves bien." Lo tomé como un cumplido, no obstante, me tenía un tanto retraída, avergonzada el hecho de estar de rodillas al pie de la cama, con mi trasero erguido y mi intimidad chorreando, palpitando, caliente.

Su mano izquierda se situó en mi cintura, pero su derecha, esa optó por recorrer, vagando por mi espalda, dando la vuelta en mi cadera y yendo rumbo arriba hacia mis senos. Uno cupo fácilmente en su palma, su dedo índice y del medio apretaron mi pezón y jadeé, apoyándome en mis antebrazos, lista para cualquier cosa que ella quisiera ofrecerme.

"Leí que de esta forma tú podrías... Sentirlo un poco diferente, más profundo." ¿Dolería? Yo ya estaba acostumbrada a su tamaño, pero eso no quería decir que fuera imposible algún tipo de molestia.

Se deslizó en mi interior, frotando un punto especial, forzándome a rodar los ojos."Ah... ¡Ah!" Definitivamente, lo que menos hacía, era doler. "¡J-justo ahí, sí!" Gemí, sus labios adhiriéndose a mi cuello. Entraba y salía a un ritmo constante, acariciando mi abdomen en el proceso, pero no era suficiente, las insistentes palabras no se disipaban de mi cabeza, mi subconsciente persistía.

Aprovéchalo, hazme caso.

En esa pose, había un detalle faltante, algo que sabía, me conduciría al abismo del orgasmo. Debilitada y con brazos temblorosos, me recargué en mis manos, y volteé el cuello, mirando hacia atrás, donde ella, sudando, gemía roncamente.

"Lauren..." Solté en un jadeo, tomando su mano y despegándola de mi pecho. Aquellos videos que había visto por razones de 'investigación' me habían hecho considerar la chance de darle una probadita a tales... Tratos. "A-aquí." La guié hacia mi trasero, rogando por sus atenciones. El frenesí de embestidas disminuyó en velocidad y chillé. "¡No, n-no pares, por favor!" Me veía, intranquila, habiendo captado el mensaje pero asustada de poder lastimarme.

"Camz-"

"Nngh, sólo..." Desesperada, necesitada, empujé mi trasero a su pelvis, haciendo colisionar nuestra piel, que emitió aquel característico sonido de bofetada. Pensé que tendría que hacer el trabajo yo sola, que Lauren nunca se atrevería a correr el riesgo de dañarme, hasta que el picor de un golpe aterrizó en una de mis nalgas, y grité, mis adentros estrechándose alrededor de su miembro. La excitación ganó poder en ella, y más tranquila, dio otro golpe, y otro, y otro. Una vaga, exhausta pero complacida sonrisa se estiró en mis facciones, los gemidos escapando de mi boca involuntariamente. Ya frágil, a punto de venirme, me desplomé, mi torso barriendo las sábanas con cada embate, mis dedos enredándose en las mismas, mi trasero alto, a su disposición, recibiendo con gusto las palmadas.

"V-voy a... Correrme." Bramó entre dientes. Infortunadamente sólo conseguí sacar más gemidos, y de los incomprensibles. La primera capa fue despedida adentro de mí, luego la segunda, y la tercera, al mismo tiempo en que mi canal la exprimía, urgido, queriendo todo de ella. Para la cuarta capa mis músculos ya estaban por ceder, laxos, y a la quinta, que fue acompañada por una última nalgada y un apretujón, tuve que suprimir el instintivo acto de morderme el labio para no perder la consciencia por falta de oxígeno.

Lauren se inclinó a besar mi espalda, murmurando tiernas palabras, envolviéndome en sus brazos. "Eres la más hermosa, ¿lo sabías?" La sonrisa no se borraba de mi rostro.

"Mmm." Respondí, adormilada.

Picoteó mi cuello haciéndome cosquillas, y encogí el hombro, riendo suavemente. "¿Quieres descansar un rato?"

"Mhm." Asentí, abriendo mis pesados párpados. Demasiado agotada para reflexionar acerca de siquiera lo más insignificante, la dejé recostarse a mi lado y subirme encima de su cuerpo.

"Te amo." Escuché, instantes antes de ser halada a la nube que eran mis sueños.

-

Nota: Smut, bello smut. Espero les haya agradado este segundo regalito de navidad, y si no, lo siento mucho :(

PD1: El prólogo de mi nueva historia "Care For You" está disponible para que lo lean y voten si creen que les atrapará la trama. ¡Pueden también comentar lo que piensan sobre ésta! Me pondría muy contenta ♥️

PD2: Este capítulo va dedicado a mis amigas @voca-lesss- y @Tazumin1 por sus cumpleaños ;)

Si les gustó, por favor voten, comenten, compartan, síganme, pásense por mis otras obras (que pronto voy a actualizar), y tengan un muy lindo año nuevo con su familia/amigos *heart emoji*

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