POR MYLA
Al llegar a su apartamento me lleva directamente a la cocina y me sienta en un taburete.
- Cierra los ojos cielo.
- No.
- Por favor, no dañes mi sorpresa.
- No juegues sucio, Khris.
- No lo hago, ahora cierra los ojos por favor - lo hago.
Lo escucho trastear en la cocina y poner cosas sobre la barra del desayuno. Después de unos minutos me dice que abra los ojos. Ha apagado las luces de la cocina y puesto dos velas en la barra del desayuno. Alrededor de éstas se encuentra un plato repleto de enormes fresas con chocolate, un frasco gigante de Nutella y otro plato repleto de galletas Oreo. También hay dos copas y una botella de champán. Siento que mi cara se parte en dos con mi enorme sonrisa, ha descubierto mi debilidad, fresas y chocolate. Al mirarlo lo encuentro devolviéndome la sonrisa cómo sí no se lo pudiera creer.
- ¿Qué? No me mires así, es mi debilidad.
- Lo sé. No te miro así por eso, sino porque pensé que jamás te sacaría una sonrisa como esa - dejo de sonreír pero no del todo.
- Khris no es tu culpa, no suelo sonreír mucho - se sienta a mi lado.
- Lo harías si me dejaras intentarlo - acaricia mi mejilla con los nudillos de sus dedos - Ahora haz los honores, las damas primero - le regalo una sonrisa tímida.
Lo primero que agarro es una de esas enormes fresas y le añado la Nutella. Luego agarro una Oreo y también la baño en Nutella. Las devoro. Khris me mira con una sonrisa tierna en su cara. Agarro una fresa y la llevo a su boca. Se la come casi toda de un sólo mordisco. Comemos y tomamos champán hasta que nos duele la panza. Charlamos de lo bien que le fue la gala a Liz. De repente se levanta del taburete, me agarra por la nuca y me besa. Sabe que besarme de esa forma me debilita y no me deja pensar con claridad y se aprovecha de eso. Necesito que se detenga. Sé lo que va a pasar si no lo hace.
- Khris, por favor.
- ¿Por favor, qué?
- Ya sabes - muerde suavemente mis labios, mis mejillas y besa mi frente. Suspira y me suelta. Se sienta nuevamente y me mira sin decir nada. Miro la hora en su reloj, son las diez treinta - Será mejor que me vaya, estoy cansada.
- Sabes que puedes quedarte a dormir si quieres.
- No, gracias.
- También sabes que no te haré nada que no quieras, Myla - lo dice con una sonrisa.
- Lo sé. Gracias por todo esto, de verdad.
- Por nada, cuando quieras.
- Que pases buena noche Khris.
- Myla, antes de que te vayas necesito saber que lo que sucedió el sábado no fue mi culpa.
- ¿A qué te refieres?
- A que tu pesadilla no fue por lo que sucedió entre nosotros. Me suplicabas que no te hiciera daño, no querías que me acercara y luego después de lo que sucedió en el baño te marchaste sin decir una palabra. Inclusive te hiciste la dormida para poder marcharte sin que me diera cuenta - me atrapó. Necesito aclararle esto.
- Khris, no tienes la culpa de nada. Estoy jodida emocionalmente y eso no tiene que ver nada contigo. Sólo hiciste lo que te pedí y aunque había tomado mucho estaba completamente lúcida en ese momento. Sí dolió bastante y al siguiente día sentía escozor, pero fuiste cuidadoso y te lo agradezco. De hecho el dolor que sentí al principio fue reemplazado de inmediato - esto le saca una media sonrisa y se nota el alivio en su rostro - Ahora sí me marcho, que descanses - sólo asiente con la cabeza. Cuando me doy la media vuelta y comienzo a caminar y estoy acercándome a la puerta habla.
- Oye, ¿no quieres saber que es lo que poseo tuyo y me acompaña todas las noches? Está bajo mi almohada - paro en seco y me volteo. Está tomando el resto de champán que queda en su copa. Me mira y sonríe ampliamente el maldito cabrón. Sabe cómo envolverme y jugar con mi mente. Tengo curiosidad y sé que no es buena idea que vaya a su habitación a averiguarlo. Probablemente no saldré de ella. Ladea la cabeza al notar mi indecisión y me dedica su perfecta sonrisa, esa que enseña hasta sus muelas y te moja en aquellos lugares. Tiene una sonrisa hermosa, perfecta y sus colmillos de vampiro la hace más tentadora. Ya está, así voy a nombrar su sonrisa, sonrisa de vampiro.
- Por favor no me hagas esto.
- ¿El qué?
- Tratar de engañarme para que entre en tú habitación - su sonrisa desvanece.
- No es eso lo que pretendía, sólo lo recordé. No tienes que ir si no quieres. De todos modos no te lo voy a devolver - ahora me mata la curiosidad literalmente. Me doy la vuelta y camino en dirección a su habitación - ¡Myla, espera, no tienes que entrar, olvídalo! - se levanta y corre tras de mí y se para frente a la puerta de su habitación bloqueándome el paso. Ahora sí quiero entrar.
- ¿Por qué ahora no quieres que entre? Muévete - suspira pesadamente. Está muy nervioso y está actuando muy raro. Eso me asusta. Él no es así.
- Está bien. Te dejaré entrar. Sólo prométeme que no te vas a escandalizar cuando entres por favor - ¡oh no, debe tener a la otra mujer aquí y por eso ahora no quiere que entre! Mi corazón empieza a latir a mil por hora y mi cuerpo está rígido.
- Déjame entrar - le digo con los dientes apretados.
- Voy a abrir la puerta, sólo no te alarmes ni salgas corriendo por favor.
Está asustado. Lleva una de sus manos a su espalda para abrir la puerta. Lo hace lentamente. Comienza a caminar de espaldas muy despacio. Me tiende su otra mano y no sé porqué razón la tomó. Él también está temblando y eso es preocupante. Entramos a la habitación e inmediatamente noto un olor peculiar, pero mis nervios no me dejan distinguir lo que es. La luz es un poco tenue, no es como normalmente se ve la habitación. Su cuerpo es tan grande que no puedo ver nada detrás de él. Se detiene luego de unos pocos pasos. Me mira a los ojos y acaricia mi rostro.
- Por favor, decidas lo que decidas, sólo no te vayas.
Se hace a un lado y mi corazón se detiene por completo. Creo que mi reacción ha sido la misma de Ana cuando entró al cuarto de juegos de Cristian. Pero no son juguetes sexuales lo que veo a mi alrededor. Todo lo que veo son velas y rosas en todas las superficies y por todo el suelo. Hay un camino de pétalos que llegan hasta la cama. La cama está repleta de pétalos también. Estoy en estado de shock y mi cuerpo tiembla incontrolable. No era esto lo que esperaba encontrar. Khris agarra mi mano y doy un respingo ante su tacto.
- Cielo... ¿estás bien? Por favor, dime algo - sigo temblando, trato de controlar mi cuerpo pero no puedo.
- Yo.... Khris... - lo miro y le suplico con los ojos porque no puedo hablar. Las lágrimas están a punto de salir. Esto es un detalle hermoso. Nunca pensé que fuera a hacer algo así para mí.
- Cielo, yo..... - se muerde el labio. Está nervioso y no sabe que decir tampoco - Yo sólo quería que fuera especial, bonito. Sabes que no estás obligada a nada si no quieres. Sólo quería que fuera inolvidable si decidías que sí. Quiero que sea algo que recuerdes por siempre.
- Khris, yo... Esto es hermoso, no sé que otra cosa decir... Esto es... demasiado.
- Sé que no esperabas esto. Sé que me has dicho que no podemos estar juntos, que no es conveniente. Pero siento algo por tí y sé que tú también sientes algo por mí. Sé que todo es una locura, que ha sido todo muy rápido. Pero sé que lo que siento nunca lo había sentido antes y tú tampoco. Sólo tienes miedo al igual que yo, pero me asusta más el quedarme callado y no decirte lo que siento por tí. Quiero esto y lo quiero contigo, si es que vas a dármelo.
- ¿Qué me estás pidiendo exactamente?
- Te estoy pidiendo todo lo que puedas darme. Quiero todo lo que quieras darme, sea lo que sea, lo quiero.
- Khris, no es tan simple. Lo que me pides... No sé si puedo. No quiero hacerte daño - me agarra el rostro con ambas manos y presiona su frente contra la mía.
- Cielo, no puedes hacerme daño, de ninguna forma.
- Sí, te voy a hacer daño tarde o temprano, de alguna forma u otra. No soy una persona emocionalmente estable y lo sabes. Has sido testigo de lo jodida que estoy. De hecho todavía no has visto lo peor.
- No me importa. Lo quiero todo, lo bueno y lo no tan bueno. De verdad no me importa. Yo también estoy jodido aunque no lo parezca. Créeme, también cargo una mierda de equipaje conmigo.
- No... No sé si pueda... es....
- Dame al menos la oportunidad de intentarlo. Danos una oportunidad a ambos. Si los dos estamos jodidos quizás podamos arreglarnos el uno al otro.
- No puedo prometerte nada. No puedo prometerte nada permanente, ni siquiera temporero. No soy funcional emocionalmente, tienes que entenderlo, por favor. Sólo voy a hacerte sufrir y no quiero eso para tí - estoy a punto de llorar. Esto me está drenando emocionalmente. Su expresión me demuestra su confusión. Me mira dolido y decepcionado y me siento más miserable aún. Nos miramos por lo que parece una eternidad.
- Sí realmente no puedes darnos una oportunidad, entonces al menos regálame una noche, no te pido más. Ya sé que me dijiste que nunca has hecho esto antes. Sí no puedes darme lo que te pido, al menos concédeme el privilegio de ser el primero - me ha dejado de piedra y literalmente sin palabras - Por favor, sólo regálame eso - después de un momento le contesto con un hilo de voz.
- Khris, ¿te das cuenta que me estás pidiendo algo que jamás voy a recuperar y que jamás podré entregarle a nadie más?
- Lo sé y por eso lo quiero. Porque seré el único que lo tendrá, nadie más podrá tener ese privilegio, sólo yo, será sólo mío - respira profundamente llenando sus pulmones de aire y me mira directamente a los ojos. Aún sigue sosteniendo mi rostro - Regálame una noche. Sí sientes algo por mí te será fácil. Sí realmente no sientes nada por mí, sólo tienes que fingir. Déjame al menos guardar ese recuerdo sólo para mí. Déjame sacarte de mi sistema entonces.
- Khris... - baja su cara para unir su boca a la mía por unos segundos.
- Por favor, Myla.
- Khris - lo miro un instante y no sé porqué razón le hago esta pregunta cuando ya sé la respuesta - ¿Vas a hacerme daño? - frunce su frente alarmado.
- Nunca te haría daño de esa forma o de ninguna otra. Lo sabes. Sólo... regálame una noche. Dame todo lo que puedas darme en esta noche. Sí lo único que puedes darme es esto, lo acepto, lo quiero así. Acabemos de una vez con esto. Tú serás quién decida lo que pase luego. Sí decides que sí, cuando lleguemos a esa cama sólo finge que me amas que yo me encargaré del resto - estoy perpleja.
Una noche, sólo me pide una noche. Sin embargo, no es tan simple. Tengo miedo de lo que vaya a pasar después si le digo que sí. Pero también viene a mi mente la conversación que tuve con Liz. Si no lo hago viviré toda mi vida lamentándome y preguntándome lo que pudo haber sido. Sí es sólo una noche se la voy a conceder aunque mañana esté hecha pedazos. Se la voy a conceder porque también será lo único que obtendré de él. Pero necesito asegurarme de algo primero.
- Necesito que me prometas algo antes de darte mí respuesta.
- ¿El qué?
- Tienes que prometerme que si te concedo tu noche, todo quedará ahí, tienes que prometer que no vas a insistir más en nosotros - me mira molesto y aprieta su mandíbula - Promételo y te concederé ser el primero.
- ¿Es eso lo que realmente quieres?
- Es lo que necesito - lo piensa unos minutos y asiente. Lo ha prometido como le pedí y aunque duele será lo mejor para los dos. Ay Dios, va a suceder. Al fin y al cabo, se salió con la suya, aunque muy en el fondo es algo que yo también deseo que seceda. Mañana ya veré cómo juntos mis pedazos porque sé que esto va a aplastarme. Respiro profundo - Está bien entonces, - mi voz tiembla - te concedo tu noche, sólo.... - lo miro a los ojos para que vea el miedo que siento reflejado en los míos - no me hagas daño, por favor.
- Nunca. Te prometo que seré cuidadoso y gentil. Sólo necesito que estés totalmente segura de tú decisión.
- Sí, lo estoy.
- Bien, porque una vez empiece no me pienso detener, sin importar cuántas veces me lo supliques. Desde este momento hasta que termine contigo, eres completamente mía y estarás a mi merced por completo - su rostro se transforma y su semblante se vuelve completamente serio. Sus pupilas se dilatan y sus ojos azules se tornan oscuros, negros. Todo en cuestión de segundos. Está haciendo que me cuestione mi decisión y me está asustando - ¿Ni siquiera he empezado contigo y ya estás huyendo de mí? - no me había dado cuenta que estaba caminando hacía atrás hasta que choqué con la pared a mis espaldas.
- Khris, me estás asustando - se para frente a mí y pone sus manos en la pared a cada lado de mi cara. Me siento cada vez más pequeña a su lado.
- Ya te dije que no voy a hacerte daño. Si accediste, tienes que confiar en mí - le asiento con la cabeza. Y así empieza.