Casa NO en venta (completa✔)

By BiancaMond

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Ella vive y trabaja en la casa que le heredaron sus padres. Él quiere hacer ahí un centro comercial. ¿Quién d... More

Sinopsis
La propuesta
El "Sr." Welles
Nuestro almuerzo de negocios
Esa clase de chico
¡No voy a vender!
Mucho más de lo que yo creía
Al menos seamos amigos
La invitación
La quinta del Tío Jack
El brindis de la cena
La cita de Ethan
¿Quién será el perdedor este año?
Pequeña dulce victoria
Touché
No todo está bien
Conociendo a Norman Welles
El fiasco de la cena
Visitas inesperadas
El cumpleaños de Jacob
Si lo que quieres es dinero...
La casa de Ethan
Eso que no nos dijimos
La noche de pizzas
Pizzas y problemas
Bajo la máscara de Norman
Un viejo... ¿amigo?
Su número de celular
Un beso y una declaración frustrada
El alfil del rey
Una invitación con mi nombre
Sin el pan y sin la torta
"Pierde la pelea y pierdes a la chica..."
Él sólo quiere tu casa
Confía en mí
Lo único que quiero son bebés
¿Qué sientes por mí?
Lo más importante
Cindy Preston
Es ella
Un juego que no quiero jugar
El que no arriesga, no gana
¿Qué has hecho, Oliver?
Algo que me llene el alma
Mi acompañante en el casamiento
La razón por la que se fue
Ganar o perder
El secreto de Amelia
Crecer
El regalo perfecto (Capítulo Especial-E. Welles)

Epílogo

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By BiancaMond


Ethan ingresó a mi habitación. Se acomodaba el saco en forma apresurada.

–Aún no terminas de arreglarte y es tardísimo –me regañó, sin perder la delicadeza, como lo hacía a veces.

Después de cinco meses de ser su novia, aún no me había acostumbrado del todo a su acelerado ritmo de vida.

Sin embargo, esa no era la razón por la que había vuelto tan tarde del refugio, sino porque tuve que esperar a los nuevos padres de Erik, quienes fueron a firmar los papeles de adopción y lo retiraron definitivamente.

Que un bebé del refugio se adopte, no ocurría muy a menudo. Y cuando pasaba, me convertía en un mar de lágrimas ese día entero. Era un cúmulo de sentimientos encontrados. Alegría, por saber que por fin pertenecerían a una familia que los ame. Tristeza, por no volver a tenerlos conmigo. Y gratitud, por ser consciente de que no todos los bebés tendrían la bendición de ser adoptados tan pronto.

Pero no podía llorar más. Había intentado desprenderme, durante todo el día, de la mayor cantidad posible de lágrimas, para evitar hacerlo cuando llegara la noche.

No quería arruinar el evento especial de Ethan. Y sabía que verme mal lo entristecería.

¿En qué estaba pensando? Él me conocía demasiado bien y no tardó en percatarse de que mis ojos estaban hinchados.

–¿Por qué estás triste? –me rodeó entre sus brazos, mientras yo me colocaba los zapatos–. ¿Es por Henry?

–Erik –lo corregí, con mucha paciencia–. Y sí, es por él. Pero estoy bien –disimulé.

–Si te pones así por un bebé al que nunca le caíste bien, no me imagino cómo te pondrás cuando se vaya Yohanna.

De ella sí se había aprendido el nombre ya, puesto que le hablaba a menudo de lo mucho que la adoraba y la alegría que le inyectaba a mi trabajo.

"Cuando se vaya Yohanna..."

No, no y no. Sólo pensar en que ése día podía llegar en cualquier momento, me angustiaba amargamente.

–Ni siquiera quiero pensar en eso –contesté, sintiendo que ahora sí mis ojos colapsarían–. No soportaría vivir sin ella.

Él se incorporó de nuevo y se ubicó a mi costado. Llevó las manos a los bolsillos del saco.

–Si te va a doler tanto así, podemos adoptarla.

Me dejó atónita y me vi sonrojar en el espejo.

–¿Lo dices en serio?

–Claro, algún día –aseguró–. Lo hablaremos más adelante. Ahora apúrate o llegaré tarde a mi propia celebración.

Asentí y me apresuré a colocarme el labial. Su celular comenzó a sonar mientras se acercaba a la puerta. Miró la pantalla y colgó sin contestar.

–¿Norman? –le pregunté.

–Ajá.

Me puse de pie y me acerqué a él. Tomé el aparato al tiempo en que entraba la nueva llamada de su padre.

–Hola, Norman.

Lo escuché exhalar al otro lado del tubo, mientras Ethan se retiraba por el pasillo en dirección a su departamento.

Me costaba un poco aceptar que le estaba haciendo lo mismo que le había hecho a David siempre. Nunca le atendía una sola llamada. Si Lydia estaba a su lado, lo hacía ella; y si no, yo.

Al menos no habían dejado de verse en la oficina, a pesar de los intentos de Ethan por obligarlo a cederle a Brittany su lugar en el Directorio. Pero Norman no era nada blando y se mantuvo firme todos estos meses. Aunque cada vez sentía que se iba rindiendo un poco más.

–Hola, Jacqueline –me contestó–. Sólo llamaba para avisarles que adelanté el vuelo. Me voy esta noche.

Eso sí, Ethan lo enviaba a viajes de negocios cada vez que podía. Sólo para hacerle saber que no era bienvenido en el edificio.

–¿Qué? –exclamé–. No puedes hacerle esto, Norman.

Éste era, efectivamente, uno de esos momentos en los que él empezaba a darse por vencido en la relación con su hijo.

–Sabes que no me quiere allí –suspiró–. Le estoy haciendo un favor al irme.

Rodé los ojos.

–¡No puedes dejarlo sólo en la inauguración del Centro Comercial! –supliqué–. Es su mayor proyecto.

–David estará allí. Nos vemos a mi regreso.

Cortó la llamada, sin esperar mi respuesta.

¡Arggg! A veces me hacían querer arrancarme los cabellos.

Me apliqué perfume en el cuello y las muñecas, y salí apresurada. Ethan estaba cerrando con llave la puerta de su departamento cuando pasé al pasillo.

Afortunadamente, ni siquiera me preguntó de qué había hablado con su padre.

–Vamos a buscar a Britt por el camino –me dijo, antes de que se abriera en la planta baja la puerta del ascensor y nos dejara pasar al lobby del edificio.

Le entregué su celular y le di un apresurado beso en la boca.

–Mejor nos vemos allá, tengo algo que hacer primero –contesté y salí a prisa por la puerta principal. Cogí el primer taxi que pasó y le di la dirección de la casa en la que ahora vivía Norman.

Volví a pensar, durante el camino, en lo mucho que había cambiado su vida desde el casamiento de su hermano. Tuvo que dejar su casa, cuando su mujer le pidió el divorcio al enterarse de la verdad. Lo cual me resultaba bastante injusto. Me dio la impresión de que la antigua infidelidad de Norman le resultó más bien una excusa para dejarlo al fin.

Brittany sí apreciaba a su padre tanto como siempre, pero se había alejado casi completamente de él desde ese momento. Porque enterarse de que Ethan era su hermano se convirtió casi en un sueño hecho realidad para ella. Ahora trabajaba en la Corporación y eran incluso más cercanos, razón por la cual ella sólo veía a Norman cuando se trataba del trabajo.

A Ethan le había tomado más de un mes dirigirle la palabra. Y se vio obligado a hacerlo solamente porque su puesto de Director lo requería. Casi nunca me hablaba de Norman y, ni una sola vez, se había referido a él como padre.

Todo eso me hacía pensar que eso que llaman karma en realidad existe. Las únicas personas que estábamos siempre allí para él, éramos justamente las dos a las que se había propuesto hace tiempo, hacer la vida imposible: David y yo.

Nunca voy a defender los errores que cometió, pero sí creo que aprendió la lección. Y eso tiene un valor innegable.

Así que llegué a su casa con la intención de apoyarlo, una vez más.

Lo encontré en la entrada. El mayordomo acababa de subir la valija al compartimiento del auto y él se ubicaba en el asiento trasero, cuando me colé por la puerta, a su lado.

No podía evitar, cada vez que lo veía, fijarme en lo desmejorado que lucía desde que se había quedado sólo.

–Jacqueline, ¿qué haces aquí? –lanzó una carcajada al verme.

–No voy a permitir que se vaya –sentencié–. ¡No voy a darle a Ethan la noticia de que no estará a su lado en esto que es tan importante!

Él se puso serio y me contempló pensativo.

–Él no quiere que e...—lo interrumpí.

–Sí quiere. Ethan quiere que esté allí.

–¿Te lo dijo? –me miró desconfiado.

–No, pero lo sé –aseguré–. Y no me bajaré de éste auto, Norman. Si no pega la vuelta me va a tener que llevar con usted al aeropuerto, me perderé la inauguración, y ahí sí Ethan nos odiará a los dos de por vida –exageré, sólo para convencerlo.

Él agachó la cabeza y sonrió, rendido. Tomó el comunicador y le habló al chofer, pidiéndole el cambio de rumbo.

–En verdad eres la persona más terca que conocí en mi vida.

Me encogí de hombros, mirándolo de reojo sin poder aplacar mi victoriosa sonrisa.

Llegamos al Centro Comercial. Aún me maravillaba la inmensidad de la estructura, a pesar de haber visualizado el plano cientos de veces y visitado la obra en cada una de sus etapas.

Era simplemente maravilloso y deslumbrante. Lleno de arcos a cada lado, fuentes de agua en la entrada y mucha vegetación que contrarrestaba gentilmente la sobriedad del edificio.

Los invitados estaban reunidos en el salón principal. Algunos recorrían los largos pasillos y se deleitaban con los comercios que abrirían sus puertas al día siguiente.

Busqué a Ethan entre la gente. Norman, quien era más alto que yo, lo ubicó al cabo de un momento.

–Te aconsejaría que fueras hacia la escultura que está a unos metros, a menos que quieras que me vea obligado a llamar "nuera" a alguien más –se burló.

Me apresuré en obedecerle, porque oír eso no me gustó para nada.

Encontré a mi novio conversando con una señorita muy arreglada y elegante. Ella jugueteaba con el moño que tenía en el cuello y él sonreía.

–Me parece una idea estupenda –le oí decir cuando me ubiqué detrás.

–Buenas noches –no me importó interrumpir. Pasé un brazo debajo del suyo y me acerqué bastante.

–Al fin llegas –contestó él, devolviéndome el abrazo–. Jacqueline, Sonia –nos presentó.

Le sonreí a la mujer y ella me devolvió una forzada mueca.

–Sonia es la propietaria de uno de los locales comerciales –me explicó–. Me está contando sobre un nuevo proyecto que tiene en mente.

¡Claro! No era, para nada, una vaga excusa para ligar.

Y yo sabía bien que, para Ethan, la asociación de las palabras "nuevo" y "proyecto" resultaba algo así como un afrodisíaco. Por lo que me apresuré en apartarlo de esas garras color ciruela.

Ni siquiera estaba del todo segura de si me estaba poniendo celosa de la mujer o del hecho de que él piense en cargarse aún con más trabajo del que ya tenía.

–Si nos disculpas, Sonia –me excusé y lo llevé a otro sitio –. Amor, ¿no te parece mejor terminar primero esto y luego comenzar algo nuevo? –le pregunté, intentando sonar lo menos celosa posible.

–En realidad, no estaba pen...—

–Tengo una propuesta mejor –lo interrumpí, sin reflexionar –. ¿Por qué no empezamos un nuevo proyecto, los dos juntos?

Su sonrisa me demostró, de inmediato, que me estaba metiendo en algo problemático. Sin embargo, cualquier cosa sonaba mejor que dejarlo a merced de otra chica.

–¿Y qué hay de tu maestría? –preguntó–. No olvides que debes empezarla apenas terminen las vacaciones.

–Podré con todo –accedí, intentando mantener la sonrisa y no pensar en que, entre el refugio, la tesis, la próxima maestría y el proyecto al que me acababa de comprometer, tendría que partirme en dos el año que viene. Afortunadamente ya había terminado las clases en la facultad.

–Por eso te amo –besó mi boca, entusiasmado.

Me ubiqué junto a Trisha, Oliver, Cindy y Brittany. Curi era uno de los fotógrafos asignados, así que se encontraba más cerca de la tarima para capturar las mejores imágenes. El presentador anunció a Ethan, quien se acercó a tomar el micrófono y comenzar su discurso de inauguración.

–Apuesto a que le acierto un hielo desde aquí –me susurró Oliver.

Comencé a aguantarme la risa, mientras bajaba con mi mano la suya, que ahora sostenía un gran trozo de hielo, que había sobrado de su bebida.

–No puedo dejar que hagas eso.

–Compórtate, tonto –lo regañó Cindy, haciendo soltar risitas a los demás.

–Como tú digas, bebé –le respondió, fingiendo inocencia y me guiñó un ojo, de costado.

Negué, agachando la cabeza y riendo en mi interior. La verdad es que me alegraba mucho que Ethan y Oliver hubieran retomado su amistad de años. Aunque siempre se fastidiaban entre los dos, era seguro que se apreciaban en el fondo, muy en el fondo.

–Jackie –Brittany se acercó a mi lado–. ¿Qué te pareció la placa?

Trisha le golpeó con el codo, sin disimular nada.

Las miré con extrañeza.

–¿De qué placa hablas? –le pregunté, pero ella le había lanzado a mi amiga una mirada arrepentida.

–Tenías que ser hueca... –se quejó Trisha.

–Pero él dijo que se la mostraría al llegar –se excusó la otra, por lo bajo.

–Sí, pero Jackie llegó tarde –le explicó–. ¡Qué más da! –se dirigió a mí– Tendrás que hacerte la sorprendida cuando él te la muestre.

–Lo siento mucho, Jackie –se disculpó de nuevo mi cuñada, agachando la cabeza.

–No te preocupes –le contesté con una sonrisa.

Ethan nunca se quedaba sin sorpresas para mí.

Me perdí un rato en lo bien que se veía hablando frente al público. Hasta que Norman, David y Evelyn se acercaron.

–¿Cómo está la beba más hermosa del mundo? –pregunté, recostando mi mejilla contra el abultado vientre de mi amiga.

Ella rio.

–Perfecta –contestó para mi alegría–. Ésta semana se terminará de construir su habitación. ¿Me ayudarás a armarla?

Asentí emocionada.

Me parecía un muy buen gesto de parte de David haber construido una habitación nueva para su beba, en lugar de darle la que era de Ethan. Él siempre decía que, a pesar de todo, nunca dejó de considerarse su padre y que Ethan debía ser agradecido porque tenía dos papás que lo apreciaban. Claro que Ethan no lo veía tan así, aunque su relación con David no estaba del todo dañada.

El presentador retomó la palabra y prosiguió con el acto. Ethan se acercó de nuevo. Brittany lo abrazó primero y los demás prosiguieron a felicitarlo.

Miré a Norman, era el único que se había quedado a mi lado y esperaba, con algunos nervios encima.

–Gracias por obligarme a venir –me habló bajo.

Lo rodeé con mis brazos, porque sabía que lo necesitaba. Y me retribuyó el gesto, mirándome con afecto paternal.

–Anímate y felicítalo –le sugerí.

Nos apartamos y noté que Ethan estaba serio, frente a nosotros.

–Jackie, debo hablar con tío David un momento. No te vayas muy lejos –pidió–. Hay algo que quiero mostrarte.

Asentí y miré a Norman de reojo.

Él tragó saliva, antes de hablar.

–Felicidades, hijo.

Los ojos de Ethan se abrieron en señal de sorpresa.

Era la primera vez que Norman lo llamaba así.

Se miraron durante un segundo, en el que lo vi delinear una minúscula sonrisa.

–Gracias –le contestó. Luego se retiró hacia el otro lado.

Norman volvió a respirar, nervioso. Le sonreí y me limpié la tímida lágrima que amenazó salir.

Entonces me acerqué a donde Curi pudiera verme y le hice una seña. Él me advirtió y llegó junto a mí en un instante. Fuimos junto a Trisha y la tomé del brazo.

–Ven –le pedí.

La arrastré hasta dentro del Centro Comercial, con mi mejor amigo acompañando nuestros pasos. Ella me siguió con curiosidad.

–¿A dónde me llevas, Jackie? –preguntó.

–Sé que cumples muy bien tus funciones en el refugio –comencé a decirle mientras caminábamos sobre los grandes pisos de porcelanato–. Sin embargo, también soy consciente de que tu pasión está en trabajar la madera. Es lo que más te gusta hacer, y lo que te sale mejor.

–Ajá –contestó sin comprenderme.

–Así que una de las condiciones para entregar mi casa, fue que me dieran esto para ti –confesé, deteniéndome delante de la nueva tienda que Ethan había hecho preparar para ella.

Llevó ambas manos a la boca y contuvo un chillido. Sus ojos se aguaron instantáneamente.

–No bromees –exclamó.

Curi y yo reímos. Mientras él fotografiaba su rostro de sorpresa.

–No lo hago –le entregué las llaves y ella ingresó, rebosando de alegría.

Entramos detrás y recorrimos la tienda inspeccionando cada rincón.

Era bastante distinta de la que había construido papá. Más moderna, espaciosa y funcional. Aun así, mantenía algunos detalles que me recordaban a ella y me llenaron de nostalgia. El taller de carpintería, ubicado también al fondo, estaba equipado con todo lo que Trisha necesitaría y mucho más. Instrumentos que ni siquiera sabíamos que existían.

–No sé qué decir, Jackie –aseguró, con las lágrimas abandonando sus ojos.

Nos abrazamos con ánimos.

–Sólo quiero que seas feliz –confirmé.

Ella me mostró una enorme sonrisa.

–Tú también lo serás –aseguró–. Ahora ve a ver a Ethan.

La dejé con Curi y volví al salón. Busqué a mi novio con la mirada, pero no lo ubiqué. El lugar ya estaba más vacío, así que fue obvio que ya no se encontraba ahí.

Salí al exterior.

Lo encontré sólo, pensativo. Contemplaba el cielo desde un extremo del jardín.

–¿Por qué estás aquí? –me acerqué a preguntarle.

Volteó a verme y me recibió entre sus brazos.

–Hay algo que hice para ti –me confesó contento.

Por lo que dijo Brittany, ya había intuido que se trataba de una placa conmemorativa o algo así. Pero no quería arruinar lo ansioso que se veía. Y me limité a seguirlo.

–Jackie, quiero hacer algunos cambios de ahora en más –me dijo, en el camino–. Sé que el Centro Comercial y mi puesto de Director me quitan demasiado tiempo.

Lo escuché con atención, tomándolo de la mano.

–Estuve hablando con Norman hace un momento, y le pedí que ocupe mi lugar en el Directorio –confesó.

Lo miré sorprendida.

–¿Estás seguro de eso?

Asintió.

–Ya que mi principal reto está cumplido, quiero tener más tiempo para dedicarme a otras cosas.

–¿Esas "cosas" implican una chica? –le pregunté, recordando a la propietaria de antes.

–Si con una chica te refieres a ti, pues sí –rio y se aferró a mi brazo.

Hice una mueca. Aunque me sentí encantada de que me pusiera en primer lugar.

–Dejar mi puesto no me haría mal. Y también creo que le servirá a él –agregó.

No dije nada, así que prosiguió.

–Me refiero a papá... –me dio tanta ternura que lo llame así–. Está muy solo y tal vez enfocarse más en el trabajo lo va a ayudar –levantó los hombros, simulando que no le importaba demasiado.

–¿Y qué dijo Norman al respecto? –pregunté, feliz de que Ethan se preocupe por él.

–Se puso muy contento –sonrió al decir eso.

Me recosté por su hombro, sin dejar de caminar.

–Entonces, ¿qué es lo que piensas hacer una vez que salgas?

–Quiero empezar ese nuevo proyecto contigo, del que hablamos. Así podremos vernos más.

Asentí.

Valdría la pena esforzarme mucho más el año siguiente, si implicaba pasar tiempo con él.

–Y le pedí a tío David que me enseñe sobre las inversiones inmobiliarias que siempre hace. Si me dedico a eso, no tendré que trabajar demasiado.

No parecía gustarle del todo la idea de trabajar menos. Pero me aseguraría de compensárselo.

Se merecía un poco de tiempo libre, después de todo. Al menos por unos meses.

Pasamos el estacionamiento frontal, hasta el sitio cerca de la entrada principal, donde antes había estado mi casa.

Él se detuvo delante de un pequeño pedestal rodeado de vegetación.

En el medio lucía una hermosa placa de madera, que tenía grabados los nombres de mis padres.

"Julian Rose" y "Luisa Kempel"

Ethan pasó una mano sobre mis hombros y nos detuvimos a contemplarla.

–Mañana le pondrán un recubrimiento de vidrio, para protegerlo de la intemperie –me explicó él.

–¿Lo dejaste descubierto hoy para que pueda apreciar mejor el trabajo de Trisha? –le pregunté, agachándome a observar de cerca la placa.

Conocía perfectamente bien el trabajo de mi amiga. No necesitaba que me dijeran que la había hecho ella.

Él no me contestó la pregunta, pero volvió a hablar al rato.

–¿No está perfectamente tallada?

–Lo está. No podría esperar menos de Trish –aseguré, palpando cada detalle de la madera finamente delineada en relieve. Sin embargo, al deslizar mis dedos sobre un aplique decorativo cuadrado, sorpresivamente, noté que estaba inclinado. Intenté moverlo para acomodarlo mejor, pero se había fijado con dureza.

–Ayúdame con esto –le pedí.

Probablemente sólo bastaba con desprenderlo y encastrarlo mejor. Él se arrodilló a mi lado y lo sujetó, pero ejerció más fuerza de la necesaria, tanta que lo arrancó.

Solté un alarido.

Mis ojos se clavaron en el hueco que quedó en la placa, mientras él me pasaba el pedazo de madera que acababa de desprender.

–Creo que lo rompí –rio nervioso–. ¿Qué le vamos a decir a Trisha ahora?

Me sobresalté. ¡Mi amiga nos iba a matar por arruinar su trabajo!

–Estoy segura de que puedo arreglarlo –apunté, rogando en mis adentros que no se haya estropeado de verdad.

Me puse de pie, para que la luz de la luna me permita observar mejor el trozo de madera en mi mano, y poder así encontrar el lado correcto para encastrarlo de nuevo. Pero algo metido en la parte que había estado oculta llamó mi atención.

Era un precioso anillo.

Contuve un grito, cubriéndome la boca con una mano. Pero él seguía arrodillado delante de mí y ya estaba mirándome, preparado.

–Sé que tenemos pocos meses de novios, pero es todo lo que necesito. Y quiero seguir creando recuerdos contigo el resto de mi vida –propuso con seguridad–. ¿Qué dices?

Estaba ansioso y me observaba expectante.

Mis ojos se humedecieron. La pequeña caja de madera temblaba sobre mi mano.

Él la tomó y separó de ella el anillo.

–¿Quieres casarte conmigo?

Me lancé a sus brazos y lo besé, besé y besé hasta que su celular comenzó a sonar.

¿Otra vez en un momento tan importante?

Él se puso de pie y se apartó, sacándolo del bolsillo y observando la pantalla.

–Lo siento amor, es por trabajo –dijo.

Levanté una ceja. ¿Ni siquiera le había dado mi respuesta y ya me cambiaba por su trabajo?

–¡No! –alcé la voz–. ¡Si atiendes esa llamada no me voy a casar contigo!

Entonces comenzó a reír con ganas y volteó el móvil hacia mí.

–¡Era una broma! –explicó–. Estaba planeado.

En la pantalla figuraba el nombre de Curi.

Comencé a reír también, sin poder evitarlo, pero pensando en que luego mataría a mi amigo por contribuir a una broma como esa.

Él me rodeó con sus brazos.

–Quiero escuchar esa risa el resto de mi vida –pidió y tomó mi mano, acercando el anillo a mi dedo. –Te amo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y, por primera vez, él seguía sonriendo a pesar de verme llorar, porque sabía que lo hacía de felicidad.

–Yo también –contesté, con el corazón apretando mi pecho– Y sí quiero casarme contigo, Ethan.

Fin


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¡Hola!

Si llegaste hasta aquí es porque te gustó la historia (o tal vez sólo sos muy persistente 😉). De todos modos, te agradezco mucho el tiempo que le has dedicado y espero que haya valido la pena.

Casa NO en venta es mi primera novela y me ha dado el impulso para seguir escribiendo historias que te puedan hacer sentir muchas cosas, viajar a mundos diferentes y conocer nuevos amores (vamos, que los literarios muchas veces son mejores 💕).

Si la has disfrutado te animo a que votes en los capítulos y me dejes un lindo comentario. Te agradezco enormemente si ya lo has hecho. Además, podés seguir mi perfil aquí y/o en instagram para enterarte de futuras novedades con respecto a esta novela y a otras.

También aprovecho el espacio para invitarte a leer "Por culpa de un instante". La podés encontrar en mi perfil y me haría muy feliz verte por allí.

Te dejo la sinopsis abajo y espero que te agrade.

Te deseo lo mejor y ojalá sigamos siempre en contacto.

Un abrazo.

Sinopsis

Brenda Allen se traslada a la Capital, dispuesta a empezar el año en un nuevo colegio. Lo cual no debería ser un inconveniente, puesto que siempre fue buena para hacer amigos.

Sin embargo, un malentendido la lleva a tener problemas con Lucas Urriaga, el chico más popular del curso, quien no descansará hasta asegurarse de cobrarle el mal rato que le hizo pasar el primer día de clases.

Brenda no se dejará sobrepasar. Su fuerte carácter no le permitirá quedarse en el molde.

La pronta enemistad con Lucas la llevará a ser apartada por la clase entera y atravesar una serie de situaciones problemáticas que le harán replantearse muchas cosas.

Pero Lucas no es tan malo como parece, ni ella está tan loca como él cree.

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