By your side. {Justin Bieber}...

By StratfordJustin

387K 10.1K 231

More

By your side. Justin Bieber. [sinopsis]
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 47.
Capítulo 48 - Parte 1.
Capítulo 48 - Parte 2.
Capítulo 49.
Capítulo 50 - Final.
Aviso.

Capítulo 46.

4.7K 151 6
By StratfordJustin

"Creo que... Creo que será mejor que no estemos juntos."

Esas palabras taladraban mi cabeza una y otra vez, constantemente. 

Ni siquiera se como fuí capaz de decirlas, sabiendo qué, realmente, no podía, ni mucho menos quería estar sin él. 

Mi cabeza era una lucha constante entre enfrentarme a mis sentimientos y a él, o no. 

En mi mente decía mil veces que esto no podía acabar aquí, que no podía alejarme de él, cuando, había sido yo la que se había alejado por sí sola diciéndole eso. Y ni siquiera sé cuanto tiempo más podría aguantar sintiendo este tormento en mi interior, sintiendo que le perdía. 

Lo más miserable era que, esta vez, ni siquiera tenía yo la culpa. No era yo la que tenía a una chica viviendo con él. Y aún así me sentía mal por decir lo que dije, sabiendo que no lo podía cumplir. 

Creo que era una completa estúpida. Por que después de ver lo que vi esa tarde en su casa, la fiesta... todo. Después de todo, en vez de tener ganas de gritarle, de enfadarme con él... Lo único de lo que tenía ganas era de abrazarle y no separme de él ni un instante. 

Era la peor sensación que había tenido nunca. Me sentía sola. 

Creo qué había sido, incluso, gracias a Sara que no le había llamado ya. Ella me había dicho que no me preocupará, que esto se arreglaría pronto. Y que aunque él no tenía del todo la culpa, que no me dignara a llamarle ni mucho menos. 

Y, sinceramente ya no sabía que hacer. Era un lunes por la tarde, completamente aburrida y con más razones para ponerme a pensar en lo patética que era ahora mismo. Llorando por alguien que ni siquiera se ha preocupado en saber de mi. 

Él no me había llamado ni una sola vez desde la discusión. Ni una maldita vez. 

Sara entró por la puerta de casa con un par de bolsas de comida. 

Me levanté a ayudarla. 

Ella, al verme, preguntó enseguida. 

-¿Todavía no te ha llamado? –negué con la cabeza-. ¿Ni siquiera ha venido? –volví a negar-. Será... –maldijo en voz baja. 

-Se ha olvidado de mi Sara. –lloré-. Ni si quiera me ha mandado un maldito mensaje. –sollocé en su hombro-. ¿Sabes que es lo peor? Él tendría que estar mal, y aunque sea intentar arreglar algo... Pero nada, absolutamente nada. Definitivamente no le importo una mi... –mi amiga me cortó, mientras me abrazaba y yo me desahogaba con lagrimas en su hombro. 

[...]

Minutos después de de mi pequeña conversación con Sara, ya un poco más calmada, decidimos colocar la compra y horas después nos encontrábamos viendo una película de comedía que Sara había escogido. Junto con un gran bol de palomitas de colores. 

Cuando llevábamos unos quince minutos escasos de película, Sara se levanto repentinamente. 

-¿Que pasa? –pregunté extrañada.

-Hm... –actuó nerviosa-. Voy abajo. –dijo.

-¿Qué? ¿Por qué? 

-Eh, pues... Ryan está abajo. –dudó-. Esperándome. Enseguida vengo. 

-Genial... –musité. 

Sara salió por la puerta. 

Bufé. 

¿Había algo más triste que un lunes, viendo como tu mejor amiga te deja sola para ir con su novio, y tú te quedas viendo una aburrida película? 

No sé, tal vez sí. Pero para mi, en estos momentos, no. 

Apagué un poco enfadada la televisión y fui a la cocina a dejar el bol con palomitas de colores. Justo cuando pasaba por la puerta principal el timbre sonó. 

-Deberías haber cogido las llaves, Sarita. –dije, burlándome un poco. 

-No soy Sara. –dijo, aquella voz, mi perdición-. ¿Me puedes abrir? 

Dudé varios segundos, con los nervios a flor de piel. Mordí mi labio repetidas veces y jugaba con mis manos constantemente. 

-Justin, es mejor que te va...–me interrumpió.

-Solo quiero decirte una cosa. Una sola cosa y cuando termine te prometo que no te volveré a molestar más. 

Suspiré. 

Dirigí mi mano hasta el pomo de la puerta y lo abrí con un poco de temor, por que sabía lo que provocaría dentro de mí verle. 

Segundos después sus ojos devoraban los míos. Su cara era triste, cansada y incluso, arrepentida. A penas parpadeaba y lamia sus labios de vez en cuando.

-Primero... Hm... –dudó-. Toma. –sacó una pequeña bolsa y me la entregó. 

Observé lo que había en el interior y no pude evitar tensarme y poner una pequeña mueca no muy agradable. 

Mi camiseta, bueno, la que llevaba Chantel la otra tarde. 

-La he lavado. –dijo él. En ese momento tenía ganas de reírme ante sus palabras y su expresión-. No sabía que era una de tus camisetas, si no... –le corté. 

-Esta bien, no pasa nada. –hice una mueca-. Gracias por... lavarla. –él hizo una mueca.

-No ha sido nada. –dijo. 

Unos, varios, segundos incómodos nos inundaron. Nuestras miradas eran fijas. 

-Yo... no sé como empezar. –rascó su nuca y varios segundos después comenzó-. Mira, Melissa, sé que lo que viste ahí es difícil de explicar y que no tiene alguna justificación, pero no iba a hacer nada con ella. Ni siquiera tenía intención de besarla. No la tenía ni la tengo, ni creo que la tendré mientras esté a tu lado. Por que... Por que es así, contigo no me hace falta nadie más. No necesito besos, ni caricias ni nada de nadie mientras te tenga a ti. Eres... –la mío su labio-. Eres la chica más perfecta que he conocido nunca. Contigo no necesito nada más. Y tienes que creerme por que, por que nunca me había sentido así. Por que te miro y siento que me perdería mil veces cuando sonríes.Te elegí a ti, y te elegiría un millon de veces más por qué... Porque eres tú la persona que me deja pensando cosas durante todo el día, siempre me pregunto que estarás haciendo o donde estarás... Eres tú la persona por la que me muero de celos si te miran, si te dicen cosas. La persona por la que seguiría a pesar de todo eres tú. No me importa nada, no te cambiaría por nada ni por nadie. –tensó su mandíbula-. Cuando... El otro día dijiste que no podíamos estar juntos, sentía ganas de destrozar todo lo que se pusiera en mi camino. Por que no podía simplemente perderte a ti. Por que te quiero Melissa, te quiero. Y no puedo dejar que te alejes de mí, no puedo ni quiero. No hay una jodida manera en la que estés lejos de mí, rubia. Te necesito a mi lado.

-Justin... yo... –varias lagrimas resbalaron por mi rostro-. No sé... no sé que decir. 

Lamió sus labios y parpadeó nervioso.

Agarró mi mano y tiro de mí, disminuyendo la distancia de nuestros cuerpos. 

Metió las manos a través del pelo que caía por mi cara y deposito a cada lado de mi rostro sus manos, juntando más nuestros rostros. 

Lamió su labio nerviosamente y yo puse mis manos encima de las suyas. 

Nuestras respiraciones chocaban entre sí, cálidas y cada vez más pausadas por la cercanía. 

Su labio inferior rozo débilmente mis labios. Me estremeció el primer contacto, pero fue aun más mortal sentir su respiración chocar con la mía, casi sin separación alguna. 

Sus labios estaban pagados a los míos sin moverse, de una manera que me hacía casi no poder sostenerme de pie. Sus ojos mieles atrapaban los míos de una manera que me hacia estremecer.

-Estoy enamorado de ti, Melissa. –susurró haciendo chocar débilmente nuestros labios. Cogí aire con dificultad sintiendo como mi corazón quería salir de su sitio.

Sin previo aviso, sus labios chocaron con los míos. Lenta, pausada y dulcemente. Sintiendo cada pequeño cachito que componía los del contrario. Saboreando la textura y sin despegarnos ni un segundo. 

-Te quiero Justin. –una pequeña lagrima resbaló por mi mejilla-. Te quiero. –repetí. 

-Sh. No llores más, por favor. –pegó mi cuerpo contra el suyo y sus brazos me rodearon. Sentía su corazón bombear. 

Estuvimos así varios minutos, abrazados. Sin decir nada más, sintiendo la tranquilidad que ambos anhelábamos. 

-He traído algo para ti. –sonrió débilmente. 

Sacó una pequeña cajita de su bolsillo y me la entrego.

La cajita era de terciopelo con un pequeño lazo rodeándola. 

Me puse nerviosa mientras la abría. 

-No te estoy pidiendo matrimonio. –se rió-. Aunque tal vez de aquí a unos años no me importaría. Pero es solo un pequeño detalle. –sonrió. Sonreí tímidamente junto a él. 

Segundo después de abrir la caja, vi el contenido. Constaba de una pequeña cadena de plata con una "J" colgando de ella. 

Era un muy bonita y un precioso detalle. 

-Muchas gracias. –de nuevo un par de lagrimas saltaron de mis ojos, mientras le abrazaba. 

-Sabes que no tienes nada que agradecer. –besó mi cabeza-. Ven, te la pongo. –dijo. 

Me giré y él apartó el pelo de mi espalda. Colocó la cadena sobre mi cuello. 

-Puesta en ti queda, mucho más bonita. –sonrió. 

Mis brazos rodearon su cuello, anhelando abrazarlo. Acaricio mi pelo y pego su boca a mi oído. 

-Siento muchísimo todo, si te he hecho su... –sellé sus labios con un corto beso. 

-No hables más de eso. –musité. Él sonrió débilmente y acarició mi cuello. Su teléfono empezó a sonar en su bolsillo. Él miró la pantalla-. ¿Te tienes que ir? –cuestioné. 

Él se tensó y apretó su mandíbula. 

-No, hm, es Chantel. –mordí mi labio, intentando no alterarme. 

-Atiéndela si quieres, yo... –me giré, para entrar de nuevo a mi casa, de nuevo, decepcionada. Pero ni siquiera me dio tiempo cuando su mano agarró la mía. 

-Ella puede esperar. Estoy contigo, tú eres mi prioridad. –acarició mi mejilla, mientras me observaba. Sonreí débilmente-. Ven aquí. –tiró de mi efusivamente hasta estar pegada a él, abrazándonos. 

Miré a mi alrededor, estábamos en el umbral de mi puerta. 

-Mejor entramos, ¿No? –reí débilmente. Él asintió y cogió mi mano mientras pasábamos a mi casa-. Voy a guardar esto en el armario. –dije, refiriéndome a la camiseta. Asintió y me acompañó.

Tras guardar la camiseta me giré y le vi medio embobado mirando una foto de mi escritorio.

-Eras para comerte. ¿Sabes, rubia? –él sonrió hacia la foto, mirándola fijamente.

-Hm... ¿Era? ¿Ahora no? –evité reírme, aunque mis mejillas me delataban.

-Ahora aún más. –sonrió de lado- ¿Me la puedo quedar? –preguntó. 

-Claro. –dije. Él la sacó del marco y la guardo en su cartera. Se aproximó hacia mi y me abrazo, entrelazando sus manos tras mi espalda- Yo también quiero una foto tuya de cuando eras pequeño. –me quejé.

-Oh, –se rió-. Tienes miles en Internet. –se rió. Chasqueé la lengua y moví su hombro.

-Tonto. –me reí junto a él. Giro mi cuerpo y mi espalda quedó contra su pecho. Encajó la cabeza en el hueco de mi cuello. 

-Melissa se que ahora no confías en mi, pero... –le obligué a parar. 

-Sh, no sigas con eso ahora. –le pedí. Gire, anhelando sus labios con los míos. Beso, después tiernamente mi mejilla y continuó hacia atrás. Trabajo durante varios minutos mi cuello, haciendo agitar mi respiración. Absorbió la piel de debajo de mi mandíbula y acarició mi cintura. Dio un leve mordisco en mi oreja. Y ambos soltamos unas pequeñas risitas. 

Deshizo el primer botón de mi camisa, aún desde atrás, y continuó con los demás. Con lentitud. Acarició mi tripa una vez que se deshizo de mi camisa. Beso mi cuello y bajo lentamente, sin separar sus labios de mi piel, hasta mi hombro. 

-Quiero hacerte el amor. –susurró con voz ronca. Mientras dejaba besos sobre mi hombro, continuando con besos húmedos sobre mi cuello. Mis piernas temblaron ante sus palabras. Acarició mi brazo de arriba a abajo, con las suaves yemas de sus dedos. Mi piel se erizó. 

Acaricié su nuca, mientras giraba y le daba un beso, entrecortado por nuestras respiraciones. 

-No quiero estar separada de ti nunca más. –musité. 

Él apartó con delicadeza el pelo de mi cuello, y lo besó. Absorbiendo y mordiendo mi piel. Se dirigió a mis labios -besando antes mi mejilla- y, sensualmente devoramos los del contrario, dejando jugar a nuestras lenguas. 

Una vez la ropa estaba sobre el suelo, y su cuerpo encima del mío, justo encima de mi cama, beso mi tripa y con delicadeza bajo mis braguitas. No lo podía negar, esta situación seguía desatando mis nervios. Sus boxers desaparecieron poco tiempo después, mientras nos fundimos en interminables caricias. 

Su miembro se introdujo lentamente dentro de mí, mientras yo lo sentía entrar y fundirme de placer mientras tanto. Justin gruñó sobre la piel de mi cuello, aumentando la excitación y la temperatura de nuestros cuerpos. Sus movimientos se aceleraron, nuestros pechos se rozaban notoriamente y su cadera se movía al compás con las mía.

Minutos después el éxtasis total y extendido de placer llegó a nuestros cuerpos, explotando en nuestro interior. Haciendo que soltáramos grandes gemidos. El placer era inmenso. 

Un minuto depues Justin fue hacia el baño. Supngo que ha deshacerse del condon que habíamos utilizado. 

Regresó, con los boxers puestos, y se colocó encima mía, cubriéndonos con la sabana. Sus codos se colocaron a los lados de mi rostro y me miro fijamente. Jugueteo con un mechón de mi pelo sin quitar sus ojos de los míos y finalmente beso con ternura mi frente. 

Estrechó su cuerpo junto al mío y tiempo después ambos caímos rendidos, durmiendo completamente entrelazados. 

 Solo los dos sabíamos la falta que nos hacíamos. 

Continue Reading

You'll Also Like

432K 8.4K 21
"-Quiero estar contigo Justin... siempre. -¿Siempre? -preguntó él con una enorme sonrisa. -¡SIEMPRE! -gritó ella"
135M 8.7M 65
Recién llegada a la elitista universidad Tagus, Jude Derry descubre que ahí todo gira alrededor de las fiestas, los chismes, los ligues y sobre todo...
519K 36.5K 73
❝Puedes romperme el corazón, pero cuando sana, late por ti. Si pudiera hacerlo todo de nuevo, sé que volvería a ti❞. Lucy y Justin tenían diez años c...