Tiré los papeles de adopción sobre la mesa y el rostro de mis "padres" empalideció.
Se miraron entre sí y luego levantaron la mirada hacia mí.
Corrí hacia atrás una de las sillas que estaba frente a ellos y me senté.
Puse mis manos sobre la mesa y ellos me miraron petrificados.
Nos quedamos en silencio unos minutos. Creo que fueron minutos. No lo sé, estuvimos en silencio.
—¿Por qué? —pregunté casi en un susurro.
Esto me superaba. Jamás fui de las que lloraban, ni de las que demostraban que algo les dolía; normalmente me descargaba llorando con películas o videos tristes.
—¿"Por qué" qué? –mi papá se decidió a hablar.
—¿Por qué jamás me lo dijeron? Ni siquiera tenían pensado decírmelo —me quejé frunciendo el ceño.
—Jamás quisimos que, si querias saber quienes eran tus padres biológicos, sufrieras descubriendo algo que no deseabas —resoplé.
—De eso se trata descubrir quiénes son tus padres biológicos cuando eres adoptado; sufrir cuando encuentras la verdad —dije con certeza.
Había visto demasiadas novelas y escuchado demasiados casos sobre esto.
—Queríamos que fueras feliz —los ojos de mi padre brillaron.
Una lágrima calló por su mejilla. Mi mamá ya estaba llorando hacía tiempo.
—¿Drew lo sabe? —tragué en seco.
Ellos negaron y me sentí aliviada; si mi hermano me había estado mintiendo todo este tiempo no creo que hubiera podido confiar otra vez en alguien.
—Drew... —mi mamá sollozó y cubrió su boca con su mano.—Drew tenía un año aproximadamente cuando te trajimos, y tu eras una recién nacida.
—¿De dónde me sacaron? —pregunté tratando de sonar relajada.
—No lo digas así —me reprochó mi madre.—Te adoptamos, no te "sacamos" de ningún basurero ni de un baño público cómo para que lo digas así.
—Al menos estaba en un lugar decente; tal vez mi madre biológica tenía un poco de piedad... O tal vez tenía mucha pereza de encontrar un basurero con espacio para una bebé —quise bromear, pero ellos me miraron mal.
Se dieron cuenta de que era más una verdad dicho de mala forma, que una mentira.
—No sabemos nada de tus padres biológicos, cuando te adoptamos nos dijeron que llegaste a ese lugar sin datos. No nos importó —papá dijo negando.
—¿Por qué me adoptaron? —les solté de la nada.
Ya parecía estar todo aclarado, pero mis dudas internas seguían ahí.
—Después de que Drew naciera quisimos tener una niña, tu madre se quedó embarazada...
—Pero perdí el bebé —terminó ella.—No queriamos esperar tanto tiempo; queríamos que nuestros hijos crecieran juntos. Y el doctor nos dijo que tendríamos que esperar mínimo un año y medio para poder volver a quedarme embarazada. Comenzamos a pensar en adopción y no le vimos nada de malo —se encogió de hombros.
Atraje los papeles hacia mí y los leí.
Mi nombre, mi fecha de nacimiento, el hospital en el que nací, cuánto pesaba y medía. Luego los nombres de mis padres y sus datos.
La página siguiente tenía dos espacios en blancos.
—Quiero saber quiénes son mis padres biológicos —dije decidida levantando la mirada.
Un estruendo se escuchó en la sala. Los tres nos levantamos de nuestros lugares y corrimos allá; Drew y su amigo Aaron acababan de llegar y el jarrón que estaba sobre la mesa en la que Drew estaba tirando sus cosas estaba en el suelo destrozado.
—¿"Padres biológicos"? ¿De qué hablas? —dijo con duda.
Pareciera que en el fondo él sabía la respuesta.
—Tenemos que hablar, Drew —dijo mi papá tratando de mantener la calma.
—A tí no te estoy preguntando —le respondió a mi padre con enfado.—¡Responde! ¿Por qué dijiste que quieres conocer a tus padres biológicos? —Aaron le puso la mano en el hombro, sabiendo qué lo que estaba pasando alteraría a mi hermano.
—Soy adoptada, Drew —le dije sin rechistar.
Sabía que si le daba vueltas al tema acabaría todo mal.
Frunció el ceño y comenzó a respirar agitado.
—Drew, hijo, tenemos que hablar los cuatro juntos, como una familia —mi mamá trató de aproximarse a él, pero se alejó.
—No me toques... No me toquen —gruñó.—No puedo ahora.
Tomó sus llaves de su camioneta y salió rápidamente por la puerta.
Aaron se quedó incómodo, en su lugar.
Susupiré.
Escuchamos cómo el motor de la camioneta arrancaba y se iba.
—Lamento que hayas tenido que vivir esta escena familiar —le dije con un poco de ironía.
Aaron me miró cómo si sintiera pena por mí. Por primera vez su mirada sobre mí me inhibió.
—Yo... Lo siento —no supo que decir.—Mejor me voy.
Luego de que la puerta se cerrara detrás de él, volteé a mirar a mis padres.
—No se preocupen... Voy a perdonarlos —les sonreí de lado y subí a mi habitación.
[•••]
Cerré el libro que tenía entre mis manos y corrí a tomar mi celular. Contesté al leer que era el número de Aaron.
—¿Hola? —respondí confundida. Él jamás me ha llamado.
—Perdón si te estoy molestando. Soy yo, Aaron —dijo.
No pude evitar soltar una risa.
—No te preocupes, no estaba haciendo nada. ¿Qué sucede que estás tan agitado?
—Tu y yo somos los que mejores conocemos a Drew. Sabemos su manera de pensar y de razonar.
—¿A qué quieres ir con esto?
—¿Él no está contigo, cierto? —pestañeé varias veces.
—No, creí que luego de irse volvería a tu casa —me comencé a alterar.
Habían pasado como 5 horas desde que se habia ido y ya era tarde. Claro que me alteraba.
—No te preocupes; en 10 minutos voy a buscarte y vamos a tratar de encontrarlo —cortó la llamada y tiré el teléfono a la cama.
Busqué una chaqueta y metí en el bolsillo un poco de dinero, por si acaso.
Cuando Aaron aparcó frente a mi casa yo ya estaba esperándolo en la sala de estar. Salí rápidamente y me subí al asiento de copiloto.
—¿A dónde vamos? —preguntó con ambas manos en el volante.
—Dudo que esté allí, pero en la escuela puede ser una posible opción —asintió con la cabeza y salimos rumbo a la escuela.
Entramos al estacionamiento y dejamos el auto ahí, luego caminamos hasta las canchas de football y basketball, pero tampoco estaba ahí.
—La biblioteca —sugerí mientras subíamos al auto.
Nos colocamos los cinturones y continuamos nuestra búsqueda.
En el camino noté cómo si quisiera decir algo pero que no tenía el valor. Sonreí pensando en lo tímido que podía ser a veces.
—¿Qué pasa? —me mira curioso al verme sonreír.
—Te mueres por preguntar algo que no te animas —le respondí y se sonrojó un poco.—Dilo, sin miedo.
—¿Cómo te enteraste de...?
—Que soy adoptada —terminé lo que él no lograba acabar.—Estaba buscando en el sótano algún dibujo viejo de primaria y encontré entre tantos dibujos los papeles de adopción.
—Lo dices muy tranquila... —me encogí de hombros.
Cuando bajamos del auto a la biblioteca, entramos y comenzamos a buscar.
Luego de recorrer todo y no haber encontrado a mi hermano, suspiré cubriendo mi rostro.
Me dieron ganas de llorar; lo único que quería era que Drew esté aquí.
—Oye... Está bien, lo vamos a encontrar —sentí las manos de Aaron posarse en mis hombros y haciéndome girar hacia él.
—Es que... –lo miré a los ojos y tuve que desviar mis ojos de los suyos.— lo necesito aquí, conmigo. Quiero que me abrace, que me diga que soy su hermana a pesar de todo y que... que jamás me va a abandonar.
Miré a la estantería de mi lado y Aaron tomó mi mentón y me hizo mirarlo.
—No necesitas que él te lo diga para saberlo, sabes que te ama y no le importa si son hermanos de sangre o no, eres su hermana y punto. No necesitas que alguien te siga cómo se siente sobre ti para saberlo; con simples acciones lo sabes.
Lo mire a los ojos y subió sus manos a mi mejilla. Me hizo caricias con sus pulgares y se aproximó un poco más, pegando su frente a la mía.
Mi corazón hacia que me duela el pecho. Sentía que se me salía. Esto es horrible.
Cuando nos besamos y volví a respirar, todo se sintió perfecto por unos segundos.
Continuó acariciándome mientras nos besábamos y juro que sonrió. Yo igual sonreía y no sé por qué.
Nuestros labios se separaron, pero nosotros no. Mis manos estaban inmóviles, entrelazadas y apoyadas en mi pecho.
Aaron suspiró como si estuviera aliviado y cuando iba a hablar, se escuchó algo por detrás del escritorio administrativo.
Le agarré con fuerza su chaqueta y volteamos asustados.
Del escritorio se asomó Drew, nos miraba con seriedad.
—Creo que no hace falta que yo diga nada; para eso ahora estás tu —le dijo a Aaron y salió rápidamente de la biblioteca.
—Espera, Drew... —quise ir detrás de mi hermano, pero Aaron me sostuvo de la mano.
—Espera, vamos en el auto... —negué.
—Estuvo mal, lo que hicimos... Está Mal aunque se sienta bien.
Lo dejé ahí parado y me alejé corriendo.