Los brillos de la luna llena sólo podrían indicar una cosa. El ritual debía de llevarse a cabo.
Habían dejado pasar varias lunas desde su llegada, pero tarde que temprano el anhelado momento llegaría.
Lord Neville se encontraba rezando en aquella brillante noche, hincado sobre un taburete con las manos en plegaria que escondían entre los dedos un pequeño relicario.
A un hombre misterioso la oscuridad siempre resultaba su mejor amiga. El hombre podía sentir el renacer de las cenizas, Narnia estaba en la entrada de una nueva era, las actitudes del rey Caspian eran sólo el inicio de una era de transformación, donde todo aquello en lo que creían sería puesto en duda.
Sin embargo el Lord siempre estaba un paso adelante.
Se levantó en cuanto escuchó el ruido de tres golpes sobre la puerta oculta de su habitación. El Lord levantó el tapiz que escondía el pasadizo secreto, y abrió la puerta.
Una mujer de la tercera edad entró en la habitación acompañada de un minotauro y un demonio, sus espectrales presencias se hicieron presentes con el frío congelante del entorno, las llamas de las velas se apagaron de golpe y el ruido comenzaba a susurrar entre los ecos y rincones de la habitación.
—Mi Lord—le dedicó una reverencia la mujer—. El momento ah llegado.
—Así es, el padre de la oscuridad quedará complacido—indicó Neville—. Ya saben qué hacer
La mirada del enemigo no es aquella que ves de frente sino aquella que se esconde detrás tuyo.
Probablemente Caspian la veía directamente a los ojos, pero ahora cualquier lugar en ese castillo parecía tener vista propia, el estar en ese lugar maldito era sinónimo de estar en una ratonera con cientos de ratones corriendo por un solo queso.
Había pasado ya una semana en que la muchacha no lograba conciliar el sueño. Podía dormir con una daga bajo la almohada y con un ojo abierto, pero jamás podría matar a la bestia que se escondía en sus sueños. Y esa noche sería imposible poder dormir después de su batalla con Caspian en la plaza central del reino.
Alison brincó en la cama como reflejo del susto de escuchar un golpe en la puerta.
—Lady Alison—la llamó una voz que se oía ronca detrás de la puerta.
La chica se levantó y guardó la daga detrás, entre los faldones del vestido y el corsé de la espalda.
—Lord Neville—pronunció Alison al abrir la puerta y descubrir de quién se trataba—. ¿Qué hace a estas horas aquí?.
—Sólo viendo a un rostro que pronto podría llevar puesta una corona—dijo Lord Neville a Alison, quien frunció el ceño ante esto.
—No entiendo a lo que se refiere—sé sinceró la muchacha.
Lord Neville sonrió y dejó atrás la pose elegante y regia.
—Aquí todos somos prisioneros, atrapados en estos muros de piedra, nadie, ni siquiera los más grandes y fuertes guerreros se atrevieron a hacer lo que usted hizo hoy—le alabó el Lord—. En un mundo de muros la mejor aliada es la esperanza, y eso es algo que usted dio hoy al reino. La esperanza de dejar de ser prisioneros.
Alison evaluó cada una de sus palabras, pero con ese hombre cualquiera de las palabras sonaban con un eco de voces lejanas, cualquier cosa podía significar.
—Deseo hablar con usted a solas—soltó sin más el Lord.
La curiosidad la orilló a asistir a la plática, esa misma noche, Lord Neville invitó a tomar el té en uno de los estudios del castillo a Alison.
—¿Gusta algo de comer?—le preguntó Lord Neville con supuesta educación.
—Deje de lado las cortesías, y díganme qué es de lo que tanto quiere hablar.
—Es por eso que usted me agrada Lady Alison—sonrió divertido el Lord—. Usted ataca el problema de frente.
Alison permaneció de pie y en silencio, mientras Lord Neville se descansaba la espalda sobre el respaldo del sofá, tomando entre sus manos una taza de té.
—La razón de esta plática es proponerle una alianza. Su duelo salvaje contra el rey Caspian advierte lo descomunal que es, y lo cerca que está de entrar en la batalla por el trono de Narnia. Tal vez los demás la han creído un peón pero es mucho más valiente que el mismísimo rey. Y esa clase de valentía es de la que más vale tenerla a tu favor que en tu contra—Lord Neville tomó un sorbo del té—. Dentro de usted existe una fuerza de oscuridad y luz que difícilmente se podría encontrar en alguien más. Yo podría ayudarle a encaminarla a lograr alcanzar el trono.
—No necesito de su ayuda para pasar sin tropezar—soltó de golpe Alison.
—Eso lo sé, pero conmigo como aliado, su voz tomaría fuerza y ecos de fieles harían resonarla aún más fuerte que la palabra del rey.
Debía dejarse de engañar, a lo que más temía era el que nadie escuchara su voz, el saber que otros hablaban por ella y creían estar por encima de ella, pasándola de largo como a un insecto en el camino.
Eso jamás lo volverían a hacer.
—Su propuesta me ha tomado por sorpresa—Alison levantó su taza y dio un gran trago al té—. Por lo cual no sé qué responder...
Alison comenzó a debilitarse, sus dedos perdieron la fuerza y dejaron caer la taza. El objeto se estrelló contra el suelo, rompiéndose en cientos de pedazos. Su mirada se tornó blanca y borrosa, como flashes de una cámara mal enfocada, se llevó las manos a la cabeza para sostenerla en pie, sus manos comenzaron a temblar al igual que el mundo a su alrededor.
Alison finalmente cerró los ojos y se desmayó sobre la alfombra del lugar.
—Lamento decirle Lady Alison que usted ya decidió—fue lo último que dijo Lord Neville.
Sus ojos parecían pintarse de tinta negra, comenzó a perder el equilibrio, tiempo después las paredes del mundo se pintaron del mismo color.
Quería moverse pero ni los párpados lograba abrir. A lo lejos unas voces indicaban a donde llevarlos.
—En una hora despertarán. Preparen todo para la ceremonia—ordenó una voz que antes habían escuchado.
—El gran día ha llegado—dijo otra voz.
Pasó una hora pero para los muchachos había pasado toda una vida en el inmenso manto de la oscuridad.
Dylan fue el primero en despertar. Se levantó de golpe y respiró con impaciencia, como si hubiese vuelto a la vida. Sus ojos estaban muy abiertos y su frente sudaba a cántaros. ¿Qué había pasado?. Lo último que recordaba era un pedazo de tela blanca sobre su boca y nariz llenándole de una sustancia que le impedía mantenerse despierto.
Con el paso de los segundos y al percatarse de que se encontraba bien físicamente, aunque llevaba puesta una ropa diferente, pero se tranquilizó poco a poco al saber que no estaba herido. Miró a su alrededor, se encontraba solo, en una habitación donde ya había estado antes. Hace tiempo...
Cuando habían llegado a Narnia.
Dylan lo supo. Se encontraba en el templo de Astan.
El muchacho se levantó y abrió de inmediato la puerta con la intención de huir de ahí, de nuevo lo habían secuestrado. Extrañamente la puerta no estaba cerrada con candado, por lo que salió sin problemas de la habitación.
El camino era uno solo, un túnel de piedras le marcaban una única ruta. Dylan tomó una de las antorchas que se encontraban colgadas al lado de la puerta de la habitación y con esta continuó iluminando su camino.
Pero no era el único ahí...
Kaya, Thomas y Alison también estaban ahí, cada uno caminando entre los túneles, a lo lejos escuchando la música de tambores con su compás de golpes al mismo tiempo.
Nada podía impedirlo ya. Podrás olvidar el pasado, cambiar el presente y planear el futuro peor jamás podrás huir del destino.
Un paso más y los ecos de cantos crecían aún más. El infierno parecía levantarse sobre la tierra. La oscuridad del pasillo los guió hasta ahí.
Los túneles habían quedado atrás. Sus miradas se cegaron por un momento con el cambio repentino de luz. En cada esquina una antorcha iluminaba orgullosamente al lúgubre lugar.
De nuevo estaban ahí...
En el lugar de paredes de color ámbar y pilares de piedra. En el lugar con polvo, aroma a humedad y con musgo verde en las superficie.
Los caminos de los túneles continuaron en caminos de piedra que transitaban por encima de las aguas del salón, fue entonces cuando se vieron, todo era silencio, solo miradas indicando seguir adelante. Ahí estaban los cuatro hijos de Astan caminado hacia el círculo de piedra que era el centro del lugar.
A las orillas de la superficie cubierta de agua se encontraban pocos seres, desde criaturas hasta humanos, pero la invitación de esta ceremonia no era a todo aquel fiel de Astan sino a solo cuatro miembros especiales de la fe, así como a la sacerdotisa de ceremonias y al mismísimo Lord Neville.
Cada uno de los miembros permanecía de pie con la cara cubierta con una capucha negra y envueltos en sus capas largas del mismo color.
Los cuatro muchachos llegaron hasta el círculo de piedra. Se miraron con el pulso acelerado, deseaban gritar e incluso huir de ahí, pero había una fuerza mucho mayor que los retenía ahí, como una abeja a la miel de su panal.
—Queridos miembros de la orden de Astan. ¡Hoy nuestra voz resurgirá entre las cenizas!. ¡Eh aquí a los hijos de Astan!. ¡Él Señor De Las Tinieblas los ha elegido por una razón, ellos levantaran a Narnia de este infierno, lograran de nuevo la paz en Narnia!—gritaba Lord Neville y su voz resonaba con un eco maligno entre las paredes del lugar—. ¡Hoy los convertiremos en nuestros reyes!. ¡Que la ceremonia comience!.
El cielo se iluminó, como un toque celestial, como un sueño convertido en realidad, una pequeña visión del cielo y el infierno. Un toque más, una prueba más de la gloria para jamás desear dejar de probarla.
Los cuatro sacerdotes presentes sostenían cada uno un tazón en el cual representaban un elemento: el agua, la tierra, el aire y el fuego.
—¡Estos son los obsequios de Astan a sus hijos!. Con estos dones lograrán reclamar el trono, ninguna espada, arco, escudo o posión podrán interponerse ante sus dones.
Fue entonces cuando el mundo se cristalizó, las aguas se congelaron y los presentes comenzaron a cantar coros profundos de un antiguo ritual.
Sin saber qué era lo que ocurría los cuatro muchachos permanecieron en su lugar, alrededor comenzó a nevar, un viento ligero con copos de nieve fue creciendo cada vez más hasta llegar a ser una ventisca intensa que los envolvió, como un torbellino, ellos se encontraban en el centro de este, se tomaron de las manos por instinto, y dejaron que el mundo los absorbiera por un momento.
Uno...
Sus corazones latían cada vez más fuerte como si estuviesen a punto de emitir su último soplo.
Dos...
Algo adentro de ellos comenzaba a cambiar. Una fuerza de otro mundo se interpuso entre sus vidas.
Tres...
Cerraron los ojos y el mundo seguía en silencio.
Aún era de noche cuando sus dedos se aferraron a las sabanas, se despertó de golpe con sudor en la frente y en las palmas de las manos, con el corazón agitado y la respiración rápida.
¿Qué era lo que había pasado?. La cabeza le dolía demasiado como para seguir en la cama, Thomas se levantó de la cama pero justo al hacerlo sus piernas no aguantaron el peso de su cuerpo y calló de golpe contra el suelo.
Era como si todo su cuerpo se hubiese convertido en polvo y arena, que con cualquier movimiento en falso se caería en mil pedazos.
Thomas intentó gritar, pero sus cuerdas vocales parecían estar muertas, aferró los dedos contra el piso de madera y sin importar el astillar de sus dedos tomó impulso aferrándose al suelo para lograr avanzar, su rumbo era hacia la puerta, con suerte y habría alguien más afuera que podría ayudarlo.
A pesar del dolor que estremecía su cuerpo y de la sordera de sus gritos, Thomas logró acercarse hasta la mesa que reposaba justo a un lado de la puerta en un intento de alcanzar la perilla de la puerta, tomó impulso, jalando la punta del mantel que colgaba de la mesa, jaló tan fuerte de este que la vela que aún hacía prendida calló al suelo, prendiendo de fuego al mantel en el suelo.
La habitación iba a incendiarse, debía salir de ahí o moriría entre las llamas del fuego.
Thomas intentó seguir adelante pero el fuego era más rápido incendiando todo el mantel, Thomas en un movimiento en falso, colocó su mano encima del mantel en llamas.
Cerró los ojos y cerró fuertemente la quijada esperando el dolor del fuego por quemarle su piel al contacto instantáneo. Pero lo qué pasó fue mucho más que eso...
Abrió los ojos con sed de preguntas, sentía el calor de las llamas pero no ardiente ni demoledor sino como un cálido y suave calor, como cuando estás al lado de una chimenea.
Thomas levantó la mano, con los ojos abiertos como platos contempló algo que no lograba encontrarle explicación alguna.
El fuego danzaba en su mano como si esta fuera un conductor más, sin embargo el fuego no le quemaba ni en lo más mínimo.
El fuego ya no era más un enemigo, ahora era su aliado.
Hey Hola! Como están?❤️🦁
¡Eh aquí el episodio de esta semana!.
Antes que nada lamento mucho no haber podido publicar capítulo la semana pasada, pero créanme que eh estado pasando por una semana muy pesada de proyectos en la prepa, como algunos de ustedes saben actualmente estoy cruzando el último año por lo que está muy muy pesado de verdad.
Les pido una disculpa de corazón ❤️ espero puedan comprender que amo escribir pero que aún así tengo que cumplir con otros aspectos de mi vida
Pero!!! Les tengo una sorpresa! La cuál será publicada más adelante, espero les guste por cierto ❤️
¡Espero les haya gustado el capítulo!.
Eso ah sido todo por hoy.
Gracias por leer, comentar, y votar❤️☀️
Y sobre todo gracias por su comprensión 💖
Solo me resta decirles que los quiero muchísimo Narnianos y hasta la próxima!🏹⚔️🏰⚜️👑✨🦁🔦
Nos leemos en el próximo capítulo y yo los leo en los comentarios, bye!!!!!
🌻Amy Granger📚