Capítulo 60. Portales

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Mantener su corona, mantener su memoria...

Sólo una de las dos lograría conservar...

La playa jamás se había visto tan tranquila como aquella vez, las olas parecían una laguna estática, detenida en el tiempo. En su mente aún podía ver a esos cuatro niños jugando entre la marea con el uniforme puesto y el sonido fiel de las risas. En ese momento ninguno hubiese tenido la epifanía de lo que estaba por suceder tiempo después... y que de los cuatro que entraron sólo tres permanecerían y sólo uno estuviese aquel día sentado sobre la montura de su caballo contemplando los recuerdos de cuando solían ser cuatro.

Edmund Pevensie continuó su recorrido, acumulando una quinta visita a la playa; visita que realizaba cada año, en la fecha de aquella batalla final cuando Peter se fue...

Solían escribirle, una vez al año, cartas que tras colocarlas en mueble-donde aún conservaban la corona del sumo monarca-para que noche tras noche las cartas desaparecieran y que de acuerdo con las palabras de Aslan, estas le eran entregadas a Peter Pevensie en Inglaterra.

Aslan dijo aquel día que cuando estuviesen listos para perdonarlo Susan, Lucy y él lo volverían a ver, pero habían sido ya cinco inviernos desde que Aslan dijo eso, y Edmund era el único que acudía a esa playa para concentrarse en la voz de su hermano pues el miedo de olvidar su sonido inundaba al joven rey. Edmund reía por lo bajo cada vez que recordaba todas aquellas infantiles peleas con él pero prefería pensar en ello que en todas las batallas y las charlas motivadoras que habían compartido, porque por lo menos el recordar de las peleas le hacían reír y los otros recuerdos...

Bueno, esos siempre conducían a un infierno de llanto y tristeza.

Edmund Pevensie cabalgó por la arena, cruzando la playa hasta llegar al bosque. Los vientos del olor fresco a fresnos le inundó por dentro. Y era en esos momentos en donde siempre recordaba aquellos ojos tan grandes y oscuros que día a día era la fuerza de su vida, y los cuales por cierto, misteriosamente estaban brillando más de lo normal durante las últimas semanas.

Cinco años a su lado habían sido los mejores años de su vida, ¡y lo que les faltaba vivir!.

Los Reyes de Oro, habían construido un imperio de paz y esperanza, los grandes discursos de Alison seguían convirtiendo al más pobre campesino en el mas fuerte guerrero, y aunque habían pasado una pequeña guerrilla con Calormen el año antepasado, Las Reinas Sangre de Guerra-nombre con el que el reino nombró a Susan y Lucy pues se habían convertido en las mejores guerreras de todo Narnia, inclusive mejores que Peter y que el ejercito telmarino entero-combatieron y exterminaron cualquier amenaza.

El reino de Narnia había inclusive crecido y cada vez eran más las casas y territorios que se construían, y toda creencia hacia Astan o Aslan era respetada y sin represalia alguna, difícilmente se padecía de pobreza y hambre, y aunque no todo era perfecto-pues de acuerdo con el rey Edmund- siempre había la forma de seguir mejorando pero la realidad era que para el reino de Narnia la vida jamas había sido tan perfecta desde que Los Reyes de Oro en el trono se sentaron.

Edmund Pevensie continuó con su travesía rumbo al castillo con la curiosidad y el deseo de llegar aumentando con cada trotar que su caballo daba, pues su esposa le había dicho antes de que partiera que en cuanto llegara se enteraría de una importante noticia.

En ese momento el rey que se había memorizado cada gesto de reacción de la mujer que amaba, no supo por primera vez lo que ella quiso decir, ni siquiera encontró una pista en aquellos labios que solían volverlo loco con facilidad, ni en su sonrisa que aunque pasaran los años seguía enamorándolo con la misma e incluso más fuerza que la primera vez. Como la amaba y siempre lo haría sin importar cuando o...
Donde.

𝑵𝑨𝑹𝑵𝑰𝑨: 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒅𝒂 𝑫𝒆 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍✰︎ೃ °➫𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora