Si tan sólo lo hubieran sabido, no hubieran salido corriendo aquella noche.
La reina de Narnia se levantaba las faldas de su vestido para poder correr aún más rápido, sin tomar ni reparar en nada salió como alma que huye del diablo, con el único objetivo de lograr detener al hombre que amaba.
Pero Edmund Pevensie ya estaba muy lejos de ser alcanzado, tomando rápidamente un caballo del establo para salir cabalgando rumbo a la Corte de Aslan, únicamente acompañado por su fiel espada, su capa negra y un odio que se expandía en su corazón pintandolo de negro.
Lucy y el grupo de la Corte de Aslan se quedaron en el salón, esperando que todo ello terminara en una plática emotiva entre los reyes, pero ninguno pensó lo que pasaría hasta cuándo fue demasiado tarde.
Al llegar a los establos Alison temió lo peor, las cuerdas que ataban al corsel de Edmund estaban desatadas, y no había rastro alguno del caballo a los alrededores del lugar, el peor de los pensamientos se tornaba en cierto, el rey Edmund había partido en busca de venganza, con el único propósito de enterrar la punta de su espada en el pecho de su hermano mayor.
Sin pensarla ni tenerla, sin llevar nada más que su corazón latiendo a mil Alison O'Brien partió rumbo a la Corte de Aslan.
Jugando completamente en su contra la noche llevaba entre sus vientos, pequeños copos de nieve que terminarian por convertirse en una ventisca. El gélido aire le congelaba hasta las venas pero Alison cabalgaba como si nunca lo hubiese hecho antes, aferrándose a las riendas como si su vida dependiera de ello. El caballo corría tan rápido como podía, las herraduras de sus patas resonaban como el metal del choque de una espada, como presagiando lo que estaba por suceder...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Del caballo negro bajó él, con el alma rota cual cristal, pero con el corazón tan fuerte cual piedra. Como un asesino que es abrazado por la oscuridad, envuelto en la capa negra hasta los tobillos, encapuchado para tratar de ocultar el rostro de un hombre que algún día había tenido el mundo en la palma de su mano, y que ahora vería ese mismo mundo arder.
Sus botas negras fueron lo primero que vieron del misterioso jinete, los guardias del castillo se prepararon para atacar mientras el hombre encapuchado se acercaba entre la nieve.
