Sweet Hell (Camren G!P)

By turningpages97

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Camila Cabello tiene dieciséis años, buenas calificaciones, y una familia típica de clase alta; un padre, una... More

Camila Cabello
Lauren Jauregui
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
N/A
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
N/A
Capítulo 17
N/A
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 (Parte uno: "La Final")
Capítulo 20 (Parte dos: "Preparaciones y Charlas")
N/A
Capítulo 20 (Parte tres: "La Fiesta")
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
¡Mi nuevo libro ya está disponible!
Fallas/errores en Wattpad
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte uno: "No Soy Como Ella")
Capítulo 36 (Parte dos: "Única")
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44

Capítulo 37

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N/A: ¿Me extrañaron? ¿No? Bueno, ya, lxs dejo que lean tranquilxs. ¡Disfruten! ;) 

Camila's POV

"Mmm..." Gruñó aún dormida la ojiverde y apretó su agarre en mi cintura, pegándome todavía más, si fuera posible, a su cuerpo. Mis ojos se abrieron lentamente, recibiendo con algo de rechazo a los rayos de sol que se colaban por las aberturas de las cortinas. Parpadeé un par de veces hasta que logré acostumbrarme y tomar consciencia de mis alrededores. Mi mano descansaba sobre su pecho, los latidos suaves de su corazón me hicieron sonreír, más aun cuando recordé lo que había sucedido sólo unas horas antes. 

¡Lo habíamos hecho, habíamos hecho el amor! 

Mi yo interior reía enamorada, encantada mientras saltaba y daba vueltas haciendo piruetas. 

Me había tratado con tanta delicadeza y paciencia, que ni siquiera me dolía un músculo. Todo se sentía tan relajado en mí, cada parte de mi cuerpo agradecía infinitamente que se tomara el tiempo y el cuidado de hacerlo correctamente. Mordí mi labio, hundiendo mi rostro en su cuello. Había perdido mi virginidad, la habíamos perdido juntas. Me entraron ganas de gritar, de chillar de la emoción, pero no quería despertarla, se veía tan adorable así. 

Mi estómago rugió, sacándome de mi trance. "Ugh." Bufé por lo bajo, no sólo eso, sino que también mi vejiga exigía que fuese rápido al baño. No había forma de que me librara de sus brazos sin despertarla. "Rayos-" Maldije, intentando escabullirme sin moverme de manera demasiado brusca. 

"Uh..." Como lo predije, Lauren balbuceó y comenzó a abrir los ojos. "¿Camz?" Preguntó con voz ronca, de recién levantada. 

"Sólo iré al baño," Noté que lo primero que vio fue la falta de prendas cubriendo mi desnudez y me sonrojé ligeramente al encontrar sus ojos yendo directo hacia mis pechos. "enseguida vuelvo." Me incliné y besé cortamente sus labios, ganándome una pequeña sonrisa y un bostezo previo a que cerrase sus ojos y cayera nuevamente en manos del sueño. Ahora que habíamos visto todo de la otra y ella ya había recorrido mi cuerpo entero con sus labios, no me daba tanto pudor enseñárselo, pero de todos modos me enrojecía el hecho de que no habían pasado ni veinticuatro horas desde que la había tenido dentro de mí, moviéndose, haciéndome tocar el cielo con la punta de los dedos. 

Rebusqué con la mirada por entre el montón de ropa en el suelo y me agaché, agarrando lo primero que mi mano alcanzó; la camiseta ahora seca de Lauren. Mis bragas se encontraban justo debajo, pero no podía volver a ponérmelas, probablemente ya se habían arruinado. Abrí el tercer cajón de mi armario y amagué a tomar un par de bragas comunes, pero cuando mi mano tocó el principio de una fina tela de satén con bordes de encaje, me detuve, dejando el anterior par y tiré de ella. Eran negras y no dejaban mucho a la imaginación, mi madre me las había regalado porque creyó que 'en algún momento yo querría comenzar a usarlas'. En un principio pensé que jamás lo consideraría y las guardé al fondo del cajón, sólo por si las dudas, pero ahora, inspeccionándolas de cerca, me daba cuenta de lo sexys que realmente eran. 

Quizás debería... Podría... Sólo por un día y ya...

Las subí por mis piernas todo el camino hacia arriba hasta llegar a mi trasero y me miré al espejo, sosteniendo el borde de la camiseta de Lauren. La tela dejaba casi toda mi piel al descubierto por detrás, pero al menos tapaba por delante y no era tan incómoda como imaginé que sería. 

Espero que le guste a Lo.

Reí de mi propio pensamiento y me dirigí al baño. Luego de cepillar mis dientes y meter la ropa sucia al bote para lavar, bajé a la cocina dispuesta a preparar el desayuno. Estaba dándole vueltas a los buñuelos de plátano cuando alguien chasqueó sus dedos en frente de mi rostro y di un respingo hacia atrás. 

"Buenos días, dormilona."

"Dinah, por favor, no vuelvas a hacer eso." 

"No tendría que venir a asegurarme de que no te caíste por las escaleras y moriste en el acto si contestaras mis llamadas." La polinesia se adueñó de una manzana roja que había en un bol, en el centro de la isla. "Estuve toda la noche llamando y jamás encendiste el teléfono siquiera, ahora te encuentro de lo más contenta, moviendo el trasero mientras haces..." Se asomó por encima de mi hombro y se relamió los labios al ver los buñuelos. "Huelen bien." Le dio un mordisco a la fruta. 

Apagué el fuego y serví los esponjosos buñuelos en un plato, cubriéndolos con algunas servilletas para que absorbieran el aceite. Tenía que sacar a Dinah rápido, antes de que pudiera leer en mi cara que le estaba ocultando algo. 

"Esa camiseta no es tuya." Actúa normal, actúa normal.  

"¿D-de qué hablas? Claro que es mía." Achicó los ojos, viéndome de arriba a abajo. Afortunadamente aquella camiseta me llegaba casi hasta las rodillas, por lo que no podría ver mis bragas. 

"Por supuesto que no. Mira, te queda por la mitad de los muslos, tú no usas ropa grande. Esa más bien es-" 

"¡Mi padre! E-es de mi padre, sí." Alzó una ceja, no muy convencida. "Creo que ya deberías ir, tengo que..." Piensa rápido. "Ducharme." Ding, ding, punto para Cabello. Y es que en realidad, sí tenía que hacerlo. "Ya, se me hace tarde." 

"¿Para qué?" Cuestionó confundida. Lo mejor sería mantener la boca cerrada y arrastrarla fuera. 

"¡Eso no importa!" Posé mis manos en sus hombros y la giré, empujándola. 

"Bien, me iré, pero esto no se queda así. Lo que sea que esté ocurriendo, voy a enterarme de ello y-" 

"Camz, ¿vuelves a la cama o..?" Apreté los párpados al escuchar aquella voz ronca. Estaba perdida, ahora nunca me quitaría a Dinah de encima. La ojiverde se paralizó en medio de las escaleras, observándonos a ella y a mí. Llevaba sólo un par de bóxers junto con un top deportivo y pude ver los engranajes girando como locos en el cerebro de la más alta, hasta que fue capaz de unir puntos y volteó el cuello para mirarme con la boca y ojos bien abiertos. 

"Oh. Mi dios." Murmuró. "Ustedes dos..." Nos apuntó. Las mejillas de Lauren iban tornándose del color de un tomate y agaché la cabeza, vencida. "¿Estaban..? Bueno, eso explica la camiseta." 

"Dinah, ya, sólo..." Negué despaciosamente, preguntándome cómo haría para verla a los ojos. "Luego hablamos." 

"Oh, sí, claro que hablaremos luego." Dijo mientras caminaba hacia la puerta. "Quiero detalles, ¿me oyes?" Abrió la puerta y dio media vuelta para tocar la punta de mi nariz con su índice. "No te librarás tan fácil de mí, Chancho. Y tú," Señaló a Lauren, quien permanecía parada en el último escalón. "Dime que usaste protección." 

Ay diosito.

"S-sí usé..." Susurró la jugadora de softball desde su sitio.

"Perfecto entonces, pueden continuar con lo suyo." Sonrió cordialmente a ambas y emprendió camino hacia su coche. "Las veré el lunes." Entró al vehículo y bajó la ventanilla para agitar la mano, dando una vuelta en U que probablemente no estaba permitida en esa calle, pero Dinah era Dinah.

Cerré la puerta y recargué la espalda contra la misma, tomando una gran bocanada de aire y soltándola. Lauren se acercó a mí rascándose la nuca.

"Uh, lo siento, no sabía que alguien vendría." Las comisuras de mis labios se extendieron levemente hacia arriba. 

"Está bien, no fue tu culpa." La miré a los ojos, ahora descansados y sin bolsas por debajo. "Preparé buñuelos, ¿quieres?" El rostro se le iluminó y sus manos me tomaron de la cintura para atraerme a su cuerpo. Liberé una risita cuando besó rápidamente mi cuello y después mis labios con más detenimiento. "Tienes sabor a menta." Dije con el ceño fruncido y asintió.

"Espero que no te moleste, usé un cepillo nuevo que había en el armario de tu baño." 

"Para eso están, ¿no?" Con nuestros dedos entrelazados, la guié a la cocina para empezar el día, o mejor dicho el medio día, con un bien merecido desayuno atrasado.

-

"No, mami. Sí, ya te dije que el cartero no pasó. Bien, envíale mis besos a Sofi y papi. Ajá, te veo en unas horas." Colgué la llamada y bufé. 

"¿Qué dijo?" Preguntó, yendo al menú principal de Netflix, pues ya ni estábamos poniéndole atención a la serie.

"Ya están en Nueva York firmando los contratos, estarán aquí en la madrugada." Envolví su cintura con mis brazos, apoyando la cabeza en su pecho y haciendo un puchero. Aquello significaba que Lauren no podría dormir conmigo otra vez. 

Bueno, tal vez en el futuro...

"Qué bueno que no decidieron venir antes, tu padre me habría colgado de la punta de un rascacielos si me encontraba aquí." Negué contra su piel y ella me abrazó con más fuerza. Podía imaginar su reacción si llegara a enterarse de que Lauren había pasado la noche aquí y de que habíamos... 

Estaría hecho una furia, definitivamente no sería seguro para el bienestar de la ojiverde. 

"¿Crees que sospechen de nosotras por faltar a clases?" Masajeó mi cabello, relajándome. 

"Puede que todo el mundo se dé cuenta de tu ausencia, pero de la mía... Lo dudo." Me hundí en su regazo, enterrando la cara en su cuello, llenándome de su esencia. ¿Acaso no había un momento en el que no oliera bien?

"Sabes que las chicas, el equipo, Selena, Stef, todas te extrañaríamos. Además, lo importante no es tener amigos en cantidad." Llevaba razón y sus palabras me hicieron sonreír. Lauren era de otro mundo, un ser demasiado bueno para ser real. Un silencio raro se hizo presente en la sala y me acomodé sobre sus piernas, esperando hacerla reaccionar. "Uh, Camz..."

"¿Hm?" 

"Creo que ya ha pasado un buen tiempo desde que decidimos darnos una oportunidad y sé que dijimos que iríamos despacio, lo cual es un acuerdo que no pienso infringir, p-pero lo de anoche fue increíble y-y no quiero que pienses que yo sólo buscaba eso..." Mi corazón se aceleró de sólo imaginar lo que estaba por pronunciar. "Quiero... Quiero que seas mi novia, Camz." 

¡Sí! ¡Dile que sí, ahora!

"Tú, uhm, ¿quieres serlo? E-entiendo si todavía no estás lista y puedo esperar lo que sea por ti-" Interrumpí su tartamudeo nervioso con un beso, uno en el que no contuve la felicidad que me daba oírla pidiéndome que fuésemos más que amigas, que hubiera una diferencia entre cualquier chica que babeara por ella y yo, su novia. 

"Sí, mil veces sí." Tomé sus labios en otro beso, tan necesitado como el anterior, apretando sus mejillas con mis manos. No me consideraba otra más de sus admiradoras, pero ahora, esa barrera definiéndome como más que su amiga, separándome de las demás, me brindaba una enorme seguridad extra. Mis celos tendrían bases, derecho de aparecer si fuese necesario, que imploraba no lo fuera, pero muy en el interior sabía, no tendría esa suerte. 

Miré hacia el costado y vi nuestro reflejo en el espejo de cuerpo entero. La imagen de los chupetones esparcidos por mi cuello encendió algo dentro de mí, y más que una luz, era una flama. Mmm... Quería marcarla a ella también. Llevé una mano a su nuca, enterrándola en su desordenada melena y otra a su muslo, sujetándome para moverme sobre su regazo. Una vez que estuve correctamente sentada, con una pierna a cada lado de las suyas, sentí la atmósfera tornarse de alegre y emocionada a ardiente, colmada de un deseo hambriento. Nuestros labios se unían y se separaban ansiosamente, creando deliciosos sonidos y robándonos jadeos cuando alguna acariciaba en el lugar indicado, ya sea con la lengua, o con las manos. Lauren parecía estar resistiendo las ganas de bajar sus manos mientras sus dedos jugaban inquietos con el borde de su propia camiseta, como si temiera propasarse. 

"Ya no tienes que pedirme permiso." Tomé sus manos y las pasé por debajo de la camiseta, posicionándolas sobre mi trasero. Soltó un jadeo al contacto con mi piel desnuda, sin restricciones. 

"Tienes..." Sonreí, bajando mis labios a sus clavículas, llenando todo el camino de pequeños besos húmedos. 

"¿Te gustan?" Levanté la prenda para que pudiera admirar mejor mis bragas recién estrenadas. Tensó la mandíbula, asintiendo. "¿Quieres que use de éstas más seguido?" Volvió a asentir con vehemencia y apretó su agarre. "Mmh..." Me aparté cerrando los ojos, tirando la cabeza hacia atrás mientras mi mano iba serpenteando rumbo al duro bulto, preso bajo sus bóxers. Quería continuar sintiendo sus manos al amasar mis nalgas, pero había un deseo más fuerte en mí, uno que venía obligándome a que me mordiese el labio cada que Lauren se quitaba la camiseta. Me moví de su regazo y me arrodillé entre sus piernas. Creyendo haber adivinado mis intenciones, la ojiverde estimuló su miembro por encima de la tela de modo que lentamente, la punta fue sobresaliendo del elástico, rosada, entusiasmada por recibir algún tipo de cuidado, sin importar que fuese con la mano, o con la boca. La oferta lucía tentadora, pero no llegaría ahí, no todavía. Tenía otros planes que cumplir antes. 

Quité su mano de su estómago y la miré a los ojos. "¿Tienes cosquillas aquí?" Vio a lo que me refería y esperó unos segundos para negar, sin comprender del todo a qué venía la pregunta. Devolviendo la vista a su abdomen, contemplé cómo sus músculos se contraían al mismo tiempo que su mano daba con la punta de su extensión y haciéndole honor a la tradición, mordí mi labio. Sus ojos rodaron hacia atrás cuando mi boca tocó su piel. 

"Nngh." Gruñó, su mano yendo a parar entre mi cabello. Fui plantando besos húmedos por los surcos entre cada uno de los duros montículos que formaban sus abdominales, lamiendo de vez en cuando, saboreando el sudor salado. "Dios..." Intenté dejar marcas, y esperaba haberlo logrado, pero era complicado teniendo en cuenta que esa zona estaba mayoritariamente compuesta por músculo y no tanto por carne que pudiera succionar con facilidad. Bajé el elástico de sus bóxers y acompañé a su otra mano, masajeando la rígida erección. La gruesa vena que se marcaba en su tronco casi igualaba a la de su cuello, pulsante, contundente, sexy. "C-Camz-Ahh... Rayos, bebé, estás... Matándome." 

"¿Mhm?" Dejé otros tres besitos por la parte inferior de sus abdominales y finalmente, cuando estuve a un centímetro del comienzo de su extensión, sus ardientes orbes se encontraron con las mías. Le sostuve la mirada por unos momentos, se veía a punto de desfallecer con el pecho subiendo y bajando a ritmo frenético, las gotas de sudor rodando de su cuello a su torso y la boca entreabierta, despidiendo pesados jadeos. Sonreí y la empuñé con mi mano, dando una lamida a lo largo de la atractiva vena para luego enfundar el glande con mis labios, rozándolo con mi lengua. 

"Oh, nena." Sabía que con aquel juego previo que le había ofrecido ella ya se encontraba más que lista para correrse, lo único que hacía falta era un poco más, sólo un poquito más.

La punta chocó con mi garganta. Fui de arriba a abajo, tomándolo todo dentro de mi boca y haciendo succión, ahuecando las mejillas. Los sonidos que provocaba aquello eran sencillamente obscenos, mezclados con los roncos gemidos de Lauren, se convertían en algo sublime. "N-no voy a aguantar p-por mucho más..." Gimoteó como una advertencia. Seguí sin pensarlo, recibiendo los leves meneos de caderas que se le escapaban. "Camz, en serio n-no hace falta q-que-" Chisté, callándola. 

"Córrete, hazlo en mi boca." Fue todo lo que necesité decir para que se lo permitiera a sí misma. Volví a envolver mis labios a su alrededor y agité dos veces más mi cabeza, chupando el glande, regresando hacia abajo y percibiendo cómo su polla se vaciaba, latiendo, llenando mi boca al punto en que algunas gotas se escabulleron hacia afuera a los bordes.  

"A-Ahh..." Soltó en un gemido enronquecido, su mano temblando, aferrándose a mi pelo con la delicadeza de no lastimarme. Limpié con mi lengua el desastre húmedo que era su ahora semi-duro miembro y al terminar relamí mis propios labios, deshaciéndome de cualquier rastro de semen restante. El teléfono de la casa comenzó a sonar, pero yo me hallaba demasiado ocupada ayudando a Lauren a subirse los bóxers como para atender, así que la contestadora automática lo hizo por nosotras.

"Hola Camila, soy Clara, la madre de Lolo. ¿Está ella ahí contigo? No me ha llamado en las últimas horas y comienzo a preocuparme. Por favor, si llegas a saber algo, ¿podrías avisarme cuanto antes? Te lo agradecería. Que tengas un lindo día, cariño." Ambas nos vimos con ojos bien abiertos como platos. 

"¡Maldición, va a arrancarme la oreja de un tirón cuando llegue a casa!" 

*

El vacío de mi cama no me dejaba dormir. ¿Podía ser posible que con pasar sólo unas cuantas noches durmiendo con alguien, uno se acostumbrase al punto de no retorno? Pues lo estaba comprobando, aunque también esa podría ser sólo yo. 

Di la vuelta y me acurruqué con las mismas sábanas que todavía conservaban su perfume, pero estaban frías, les faltaba el calor corporal de Lauren, y si hasta las colchas estaban tristes, ni se imaginan cómo estaba yo. Bufé, enterrando la cara en la almohada. 

"Ugh-" El inconfundible click de la puerta principal hizo que alzara la cabeza. 

"¡Camilita! ¿Estás despierta?" Mis piernas fueron, veloces llevándome fuera de la cama y bajando las escaleras como una bengala. 

"¡Mami!" La abracé fuerte pero con delicadeza. 

"Ay mija, vas a dejarme sin aire así pero te eché tanto de menos." Rió con su típica risita alegre, cantarina. 

"Sinu, ¿dónde está mi maleta negra?" Entraba mi padre, asomando la cabeza por la puerta. 

"Todas tus maletas son negras y está en el asiento trasero." Respondió sin siquiera verlo, estrujándome con una sonrisa. Entró con la última maleta en una mano y cargando a Sofi, que dormía plácidamente, con la otra. Cerró la puerta tras de sí y besó mi frente por unos segundos cuando me separé del abrazo. 

"Te trajimos varios regalos de Nueva York, tu madre puede mostrártelos, ella durmió todo el vuelo. Iré a acostar a tu hermana y a la cama, tengo trabajo que hacer en unas horas." Ambas asentimos comprensivas. Me arrimé a darle un beso en la mejilla y bostezando, ascendió por las escaleras con cuidado, sosteniendo a la pequeña bella durmiente. 

"Y bien, ¿cuáles son..?" Me quedé a mitad de la frase, observando a mi madre, quien me miraba con una expresión extraña desde el sillón, como si supiera algo que yo no. 

"Estuvo aquí, ¿verdad?" Tragué en seco. 

"N-no... No sé de qué hablas, má." Frunció los labios sin creer ni una sola palabra. 

"No nací ayer, hija. Vamos, siéntate y cuéntame," Palmeó el sofá grande junto al suyo. "¿durmió contigo?" Coloqué un mechón de cabello detrás de mi oído y evité verla a los ojos mientras me sentaba, moriría de la vergüenza. Tal vez era tiempo de contarle a mi madre sobre Lauren, debía asegurarme de que no tendría problema con aquel detalle y que la revelación no cambiaría su opinión con respecto a nuestra relación. Mordí mi labio al recordar éso. Lauren y yo éramos novias oficiales al fin.

Asentí un tanto retraída, apenada. "M-me pidió que fuera su novia y-y dije que sí." Aplaudió contenta. 

"¿Te abrazó mientras dormían? ¿Durmieron cómodas las dos? Apuesto a que la pateaste fuera de la cama en medio de la noche."

"Mami..."

"¿Tuviste que prestarle algún par de pantalones de algodón o es de las que duerme en ropa interior? Noté su preferencia por los bóxers cuando trabajaba para tu padre, siempre sobresalía el elástico por encima del overol. A algunas chicas se les hacen mucho más confortables, aunque son un poco holgados y ella es fuerte pero delgada también-" 

"¡Mami!" Se detuvo, volviendo a respirar. "Tengo algo que decirte, p-pero debes prometer que no vas a hablar con papi de esto, por favor." Levantó las dos cejas, curiosa. 

"Puedes contarme lo que quieras, hijita, lo sabes. Alejandro no tiene por qué enterarse si no se trata de algo grave." Agradecí silenciosamente, jugando con la manga de mi camiseta, preparándome para anunciarle la verdad. 

"Lauren y yo..." Tomé una bocanada de aire. "E-ella y yo lo hicimos." Ladeó el rostro. 

"Hicieron..." Asentí y jadeó emocionada. "Oh, Karla, mi pequeña, eso es maravilloso, ¡precioso!" Posó sus manos arriba de las mías, acariciando dulcemente con su pulgar. "¿Cuidó bien de ti?" 

"S-sí, fue muy cuidadosa." Sonreí, rememorando los besos que me daba para ahuyentar al dolor. 

"Lo imaginé, Lauren es una muchacha muy buena." Se limpió una diminuta lágrima que amenazaba con caer. "Dime, ¿dolió mucho?" 

"Uhm, un poco, sí." 

"Yo recuerdo haberme besado con algunas de mis amigas en la adolescencia, eran tiempos locos, pero nunca he estado de esa manera con una mujer, así que..." Debía decirle, era mi madre y tenía que saberlo.

"Hay algo más que mereces saber, n-no sería justo que te lo ocultase y sé que Lauren no se molestará si lo sabes." 

"Me asustas Camilita, ¿qué ocurre con ella?" Me miró con interés sincero, preocupación. 

"Lauren no es como cualquier chica, no tiene lo mismo que, b-bueno, la mayoría." Frunció el entrecejo, desconcertada. 

"¿A qué te refieres con eso? ¿Ella se encuentra bien, o no?" Agité la cabeza rápidamente, negando a sus sospechas. 

"Sí, no es nada malo en sí, sólo es diferente." Me mantuvo la mirada, incitándome a hablar. "Lauren es intersexual, ella tiene un... Ya sabes." Parpadeó un par de veces, incrédula. 

"Oh, wow." Le llevó unos instantes procesarlo, pero pronto una sonrisa se formó en su rostro. "Eso no lo esperaba, pero me alegra muchísimo que sean felices y te guste tal y como es, un encanto de persona." El oxígeno fue capaz de ingresar nuevamente a mis pulmones al oír eso. "Sabes que no habrá problema con eso en tanto utilicen protección." Me paralicé en cuanto recordé el condón usado en el bote de mi cuarto, tendría que esconderlo entre toda la basura para que no se viera. Un apretón en mi mano me devolvió a la realidad. "Karla." Llamó mi madre y sacudí mi cabeza. "Sí utilizaron protección, ¿cierto?" Me ojeaba con cautela, asustada. 

"¡S-sí, sí, por supuesto que sí!"

"Oh, gracias al señor, por un momento creí que sería abuela a esta edad. Todavía soy joven, por favor aguarden al menos diez años para eso, quiero tres hermosos nietos con sus ojos y tu naricita." Mis mejillas tomaron color de sólo pensar en ello. Tener un ser humano, un bebé con su propio corazoncito, latiendo dentro de mi vientre. La piel de gallina no tardó en llegar a mi sistema. 

Luego de haberlo hablado todo con mi madre, ella me contó los lugares que visitaron en Washington y Nueva York, las comidas que probaron y la ropa que nos compraron a Sofi y a mí. Por un lado, era muy feliz de tenerlos de vuelta en casa. Más tarde, relajada y sintiéndome menos sola con su llegada, el sueño me ganó y me tumbé de un salto en la cama, durmiéndome casi al instante, con un solo pensamiento en mente.

Diez años...

-

Nota: Deléitense la pupila, aprecien la belleza despampanante que es Camila Cabello, nueva cara de L'Oréal Paris:

PD: Tengo la certeza de que si Lauren y Camila tuvieran un hijo, sería el ser más agradable a la vista de este mundo.

Si les gustó, por favor voten, comenten, compartan, pásense por mis otros libros (que pronto voy a actualizar), y tengan un hermoso día/noche *heart emoji*

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