blรผhen ๐–ฆน sasuke uchiha

Por rainddle

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pues que son dos tortolos; una que traiciona a su aldea natal y el otro que se quiere cargar al hermano mayor Mรกs

el regreso de blรผhen
introducciรณn
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AGRADECIMIENTOS
CAPรTULO EXTRA [1]
CAPรTULO EXTRA [2]
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Por rainddle

CAPÍTULO NUEVE

          LA MUERTE SUENA COMO UN PARAÍSO al lado de que esa persona que amas, esté viva y no quiera saber de ti. Sasuke me había abandonado sin decirme ni una sola palabra; sin mirarme. Solo se fue. Podía sobrevivir sin él, claro que sí. Pero, no quería. Yo había estado a su lado toda la vida y él había estado para mí desde que tenía uso de razón.

Me preguntaba qué clase de asqueroso monstruo era yo, por el poder lidiar con el odio de mi hermano mellizo y no con el odio de Sasuke. No, ni siquiera sabía si él me odiaba. Por primera vez en mi vida, lo sentía lejano de mí. Quizá yo debía ordenar mis prioridades. Sin embargo, al hacer eso, posiblemente yo...

No. No podía renunciar a él.

Y allí estaba yo; sintiéndome inútil y miserable. Viendo como pasaban las horas convirtiéndose en días. Tirada en mi cama, preguntándome cómo había permitido que todo se saliera de control. Era mi culpa. Claro que lo era. Lo aceptaba.

A pesar de todo, agradecía que tanto mi padre como mi hermano, no hubieran hecho un escándalo. Fácilmente pudieron utilizar lo sucedido en contra de Sasuke y no lo hicieron. Lo mantuvieron en secreto, excepto por una persona.

Sí, Sakura Haruno.

— Tú conocías lo que yo sentía y sigo sintiendo por Sasuke y aún así... —en su mirada, solo podía reconocer la ira y el odio que ella sentía por mí. Ella no continuó. Vi su intención; su posición corporal se adecuaba para lanzar un golpe contra mi mejilla. Sin embargo, no recibí el impacto. Fue mi madre quien detuvo el puño.

En realidad, yo no pensaba defenderme. No porque le diera la razón, sino porque mi fuerza física se reducía a mi fuera mental.

Si ese día había abandonado mi habitación, se debía a la insistencia de mis padres por ir a comer juntos y pasar un momento en familia. Falso. Solo querían verme comer. Todo parecía ir relativamente bien, incluso Naruto parecía cómodo... hasta que ella llegó y lo estropeó.

— Me agradas —comenzó mi madre. Su voz era firme, para nada dócil—. No obstante, no permitiré que lastimes a ninguno de mis hijos. Te he visto humillar a mi hijo, niña. Estoy llegando a mi límite.

— Pero... —la de cabellos rosados quiso reprochar y mamá no se lo permitió.

— No me importará en absoluto que mi hijo crea que siente algo por ti. Te pondré en tu lugar.

Esa era mi madre defendiendo a sus cachorros, incluyendo al cachorro traidor.

Papá no dijo nada; su mirada hablaba por si sola: estaba triste. Ahora mismo todo estaba tan tenso y yo solo deseaba poder hacer algo por solucionarlo. Deseaba poder retroceder el tiempo y enmendar mis errores.

— Está bien, mamá —dije yo, tragándome el nudo en mi garganta—. Sus palabras son ciertas.

Tanto mamá como papá seguían manteniendo una posición neutral. Mis amorosos padres; esos dos seres humanos que me amaban a pesar de todo, hacían cualquier cosa por regresarnos a la normalidad. Pero, ¿cuál era la normalidad? ¿Cuando yo ocultaba la verdad y vivía con la presión de ser descubierta?

Ahora no culpaba a papá por ocultar la verdad con respecto a la desaparición del clan Uchiha. Después de todo, más allá de ser una información claramente confidencial, trataba de protegernos. 

Sabía que él no haría nada por dañarnos. Jamás.

La vida está hecha de recuerdos, anhelos y errores. Yo solo podía revivir en mi mente una y otra vez cuando todo estaba bien —cuando la verdad seguía oculta—, anhelaba que las cosas no terminaran mal y... suplicaba porque mis errores; los errores que cometí por mis propias decisiones, tuvieran solución.

Mientras los días pasaban, más preocupada me sentía. El no saber de Sasuke me estaba matando en vida. Juro que intentaba mantener la calma. Pero al caer la noche, cuando me encontraba en la soledad de mi alcoba, siendo abrazada por el frío y la oscuridad, me rompía. Mis lágrimas cedían en conjunto a mis azotes mentales. Tu mente es tu verdadero enemigo y yo lo estaba comprobando. No es como cuando intentas estar a dieta y de pronto un delicioso pastel aparece frente a ti; era mucho peor.

Yo sabía que dolería. Pero no conocía cuánto me dolería. Era como el infierno. Mi pequeño infierno personal.

— Buenas noches —murmuré, subiendo las escaleras. Entré a mi habitación y me fui directo a la cama, mi fiel amiga.

Estuve dando vueltas en el colchón por horas, hasta que me cansé y me metí a la ducha esperando relajarme y conciliar el sueño. No había dormido bien últimamente. El té de mamá no ayudaba. Caía en la inconsciencia unos minutos y era despertada por un par de ojos escarlatas. Ni hablar de los variantes malestares físicos, los cuales seguramente se debían al malestar de mi alma.

Después de colocarme un abrigo de algodón; cubriendo mi cabeza con la misma tela, abandoné mi cuarto por la ventana.

Llegué al desolado Barrio Uchiha solo porque mis pies me dirigieron. Una parte muy pequeña —muy grande— de mí esperaba encontrarme con Sasuke, pero no fue a él con quien me topé en el muelle.

La madera debajo de mí crujía; el agua estaba en calma y en ella se reflejaba una hermosa luna llena. El frío heló mi piel y mis dedos, empezaban a enfriarse.

Lancé una piedrita al agua y la vi hundirse gracias a la luz de la luna. Así era como me sentía, hundida. Y sí, yo sabía que a) era patético ir lamentándome de aquí para allá y b) que no solucionaría absolutamente nada quejándome. Pero, no sabía qué otra cosa hacer.

Incluso creé un absurdo plan en el que, encontraba un viejo pergamino prohibido y que en él, había un jutsu de espacio-tiempo que me permitiría viajar en el tiempo y enmendar mis errores. Claro, solo podía fantasear.

Exhalé todo el aire posible y antes de poder retomar mi respiración, una presencia a mi espalda me sorprendió.

Poniéndome de pie, giré en dirección opuesta encontrándome con un par de ojos rubíes.

No se trataba de Sasuke.

Era su hermano, Itachi Uchiha.

Y allí estaba yo, frente a Itachi Uchiha; el sujeto que asesinó a su clan por mantener con vida a su hermano, aunque eso significó ganarse su odio.

¿Sentía miedo de su presencia? Al contrario. No obstante, me dio de que pensar: ¿y si el enfrentamiento ya había sucedido y ese era el motivo por el que no había vuelto a saber de Sasuke?

¿Es que él había asesinado a Sasuke?

Mi mandíbula se tensó junto a mis puños. Mi ansiedad se transformó en ira; si debía enfrentarme a él, lo haría aunque estaba segura de no poder vencer. Quizá morir era la mejor opción para mí.

— Entonces, realmente te afectó la distancia de mi hermano —comenzó. Su voz sonó más gruesa de lo que recordaba. Aún así, no me intimidó.

Itachi Uchiha fue parte de mi infancia y, a pesar de haberse convertido en un asesino, mi perspectiva de su persona no era como la de los demás.

— ¿Afectarme? —bufé, negando con la cabeza. En cuanto pronuncié la primera palabra, el nudo en mi garganta y la asquerosa sensación de vulnerabilidad, me ganaron—. Estoy muriéndome —repliqué entre dientes, aunque ya me rechinaban. Mi estomago se revolvió.

Solo quería que él me dijera que Sasuke estaba bien. Y, como si me hubiera leído el pensamiento, me respondió.

— Él está con vida —la capa que llevaba puesta, lo distinguía como miembro de la famosa asociación criminal Akatsuki. No sabía mucho de ellos, salvo el que todos eran ninja renegados y con pasados sangrientos.

Itachi no había cambiado demasiado. A pesar de la capa, pude notar su contextura delgada, además de su cabellera negra que permanecía larga. Estaba más alto, aunque no me ganaba demasiado en altura.

Aún recordaba el montón de veces en las que me cargó en su espalda, mientras al mismo tiempo sostenía en sus brazos a su pequeño hermano, para ir a comprar golosinas o ir a jugar. Pensar en todos esos momentos me dolía. No por mí, por  Sasuke. Si yo me sentía mal, ¿cómo podría estar sintiéndose él? Lamentablemente, ya no me sentía cerca de sus sentimientos.

— Realmente has cambiado —dijo él, con la misma monocorde manera de hablar. Entrecerró los ojos y asintió de forma pausada, como si pensara en algo más allá de sus palabras.

— Itachi.

Entonces, sin pensarlo demasiado, salté hacia él y lo rodeé con mis brazos, así como cuando yo era una niña pequeña. Así como cuando raspaba mis rodillas y él me consolaba con helados y dango.

No lo soporté y rompí a llorar.

Lloraba por él.
Lloraba por Sasuke.
Lloraba mí misma.

Él no me correspondió de forma directa, aún así no me rechazó y solo por eso me sentí agradecida.

— ¿Hice lo correcto, itachi?

— Seguiste tu corazón.

Momentáneamente me sentí débil y fatigada. Por suerte, él me sostuvo por el codo y evité dar traspiés. No me extrañó. Yo no estaba alimentándome bien, ni mucho menos teniendo el descanso necesario.

— Papá nos contó la verdad —dije en cuanto pude—. Sobre la verdadera razón por la que... lo hiciste.

— Ya veo —me soltó y frunció el ceño, pero no dijo ni una palabra.

— ¿A qué viniste?

— Pensaba dar una última vuelta por aquí.

— Entonces, sigue en pie el enfrentamiento.

— Es algo que debe suceder.

— Itachi, he apoyado a tu hermano desde que tengo uso de razón y aunque ahora mismo él me odie, no dejo de cuestionarme sobre si es lo correcto. Perdóname, carece de sentido para mí.

— Te lo agradezco —murmuró él—. Que lo hayas apoyado y sigas amando. Sin embargo, tengo que preguntar, ¿lo apoyarás hasta el final?

— ¿De qué estás hablando?

— Si después de nuestro encuentro, él decide irse contra Konoha, ¿lo apoyarás o defenderás a la aldea?

— Aún con su odio, yo haría hasta lo imposible por defender ambas opciones. Soy una traidora, pero también amo a ésta aldea. Amo a ambos.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

— Itachi —volví a romper el silencio.

— ¿Sí?

— Cuando lo veas, por favor dile que lo amo —lo siguiente que sentí fue un golpecito en mi frente y después de caer en sus brazos desmayada, desperté en mi habitación con una fiebre muy alta. No recordaba nada más, ni siquiera cómo había vuelto a casa.

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