Para cuando la nueva semana comenzó, Eva aún no se recuperaba totalmente de su resfriado, pero a pesar de su malestar, se levantó de la cama y me acompañó en todo lo que fue necesario.
Algunas pruebas fueron escritas, otros maestros prefirieron la vieja y tortuosa técnica del interrogatorio para ahorrarse trabajo.
Eddie fue liberado ese mismo lunes, pero con mi ocupada agenda en medio, no tuvimos tiempo de reunirnos y planificar el operativo de aniversario.
Los días pasaron rápido, primero rendí las evaluaciones de asignaturas normales, es decir, las que encontraría en cualquier escuela corriente, tales como matemáticas, ciencias, lengua, entre otros. A final de la semana me concentré en los exámenes de las materias exclusivas de la Academia, las cuales eran la verdadera novedad y el real desafío.
Aún así, durante la tarde del miércoles, hubo tiempo para que Eva, Aby y yo nos reuniéramos para decidir nuestros atuendos. Mi compañera había estado ahorrando para poder comprar un vestido digno, por mi parte, tenía el precio cubierto por la bondad de Soulen Limerick.
Era horrible deber escoger por medio de una revista lo que ibas a usar en un evento tan especial, por lo menos habría esperado algún modelo de prueba, para al menos poder sentir la tela, pero nada eso era posible, estábamos obligadas a conformarnos con imágenes en papel brillante.
A ninguna nos dejaba indiferente la ausencia de Hannah, esperábamos que estuviese en primera fila el día en que escogiéramos nuestros vestidos, pero desde el incidente con Eddie, se había mostrado muy distante. Ante lo que decidimos que lo mejor era dejarla sola hasta que lograra calmar su enojo.
Comenzamos por buscar el atuendo de Abigail, considerando su contextura y la forma de su cuerpo. Ella no tenía muchas curvas, era pequeña y menuda, incluso con los genes de oso que habían ensanchado sus caderas y engrosado sus músculos, como una segunda pubertad, seguía siendo menuda.
Acabamos escogiendo un bellísimo vestido verde, que nacía en un escote en forma de corazón, cayendo suelto y ligero hasta las rodillas. Con unos zapatos claros, a tiras, que hacían juego y le aportaban varios centímetros de estatura.
Cuando llegó mi turno de elegir extrañé a Hannah por primera vez, necesité de alguien que me empujara hacia adelante, haciendo caso omiso a la culpa que me invadió por aprovecharme del dinero ajeno.
Suspiré y alejé el catálogo, tenía dignidad y no quería tener un vestido gratis.
—¡De ningún modo voy a permitir que rechaces el ofrecimiento de Soulen Limerick! —determinó Eva, al ver que declinaba la oferta.
Levanté el rostro sorprendida, no me esperaba su reacción, pero en cierta manera era consecuente con ella y su amor por los de mi especie.
Intenté convencerla de lo contrario, tenía muchos argumentos a mi favor, partiendo por el hecho que no quería aprovecharme de la amabilidad de Soulen, ni mucho menos agotarme su presupuesto. Sin embargo todas mis protestas fueron silenciadas.
—No tienes que preocuparte por aquello —sonrió Eva—. Soulen habló con su madre y la señora Sonia está muy complacida de costear tus gastos de presentación.
No pude evitar sentir que me estaba tratando como si fuese un perfume o algún otro objeto a punto de ser rematado, para la cual debía verse impecable.
—¿Y de dónde viene tanta amabilidad? —pregunté con desconfianza.
La expresión de Eva me dejó entrever que era una respuesta incómoda.
—De todos mis pupilos, eres la más difícil de llevar, Kenzie —alegó, evitando mi pregunta.
—Gracias —sonreí con satisfacción, con el único fin de fastidiarla un poco más.
Pero ya había aprendido la lección y estaba decidida a actuar de forma estrategia, sin cometer errores impulsivos. Por lo tanto, acabé cediendo, pues tenía más que claro que mi tutora no iba a darme las respuestas que necesitaba, así que debería moverme sigilosamente para obtenerlas por mi propia cuenta. Lo que significaba acercarme a la madre de Soulen y descubrir sus intenciones.
Me decanté por un vestido púrpura, mi color preferido, esperando que me diera suerte y me hiciese sentir más segura. No olvidaba que el día de la celebración iba a inmiscuirme en el enorme bosque que rodeaba esta prisión.
Aunque no estaba acostumbrada a comprar ropa mediante revistas, debo decir que al menos en la fotografía se veía hermoso. Tenía brillantes en toda la parte del abdomen, con escote de cisne, ceñido hasta la cintura y suelto hasta un poco más abajo de las rodillas. Me gustaba.
Y para la gran noche en la que conocería a los "Sumos" Lobos, escogí un vestido de cóctel escalara, el más elegante que encontré.
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Ese mismo día retomé la práctica con Shiomara, puesto que en un primer momento, la mejor opción fue detener mi entrenamiento de modo que pudiera concentrarme en mis calificaciones, sin embargo en un nuevo análisis, Eva resolvió que lo mejor sería continuar, puesto que conforme pasaban los días no mostraba ningún avance en mi transformación y a este paso, no iba a estar lista para el aniversario.
Tengo que reconocer que este ritmo tan acelerado comenzaba a agotarme, y comencé a buscar inspiración de donde no tenía para no perder el impulso.
Partimos con algunos ejercicios de respiración que parecían sacados de una clase de yoga que por poco me hacen caer dormida, no soy una persona que tolere quedar estática mucho tiempo. Sin embargo, el tiempo de meditación me sirvió para permitir que mi cabeza hilara un nuevo plan.
—¿Shiomara? —La llamé con cuidado, sabía que tenía una personalidad difícil, pero a la vez, podía asegurar que estaba de mi parte.
—No te distraigas —pidió.
Apreté mis labios y guardé silencio un ínfimo instante, en el cual llegué a la conclusión que no iba a concentrarme ni alcanzaría la iluminación si no me deshacía de esta duda que me golpeaba por dentro.
—¿Qué sabes de las Lagrimas Lunares? —inquirí de manera impulsiva.
Abrí lentamente mis ojos, para encontrarme con una dura y fría mirada.
—¿Te encuentran débil? —preguntó evidentemente molesta—. Si te han ofrecido ir al bosque, te prohíbo que vallas bajo cualquier circunstancia.
Inevitablemente caí en la interrogante de cuántos años llevaba vigente la vieja tradición de llevar novatos al bosque, pues al parecer mi mentora estaba bien informada al respecto.
—¡No es eso! —Me apresuré en contestar—. Es solo... Tengo curiosidad.
Era una mala excusa, pésima en realidad, ni siquiera yo me la habría creído, pero en parte era razón. La existencia de las Lagrimas Lunes me intrigaba de sobremanera y contaba con que Shiomara pudiera ayudarme.
Me observó como si su peor enemiga estuviese frente a ella, pero finalmente su mirada acabó por suavizarse, y un sonoro suspiro me indicó que estaba dispuesta a cooperar conmigo.
—Mackenzie —Me nombró con tanta fuerza que por poco me hace estremecer—. No recomiendo que te metas en estos asuntos, pero en vista que eres como un niño descubriendo el mundo, te ayudaré, o no vas a descansar hasta hallar lo que solo Dios sabe que esperas encontrar y podrías meterte en demasiados problemas. Luego de mi explicación, me desentenderé de toda responsabilidad, en relación a lo que tu inmadurez te lleve.
Asentí con la cabeza. Había ignorado la mitad de sus palabras, pero estaba dispuesta a aceptar lo que fuese con tal que compartiera conmigo sus conocimientos.
—Alguna vez en el mundo existieron cuatro gemas, cada una con un poder distinto, ya sea reprimir, aumentar, anular o crear poderes o hechizos, incluso capaces de influir en nuestra transformación. Lamentablemente eran motivo de disputas y no siempre se utilizaban con fines correctos. Por este motivo, cuando la Hermandad se creó, buscando establecer la paz y armonía entre nosotros, uno de los primeros objetivos fue destruir dichas gemas, para consolidar su supremacía y evitar que motivasen más conflictos.
»Sin embargo, algunos años después sucedió algo inesperado, se cuenta que la luna lloró por segunda vez, trayendo sus lágrimas nuevamente al mundo. Por supuesto, estos no son más que eufemismos para describir un suceso natural y alejar a curiosos que quieran investigar su procedencia, como tú, Kenzie.
»Lo que realmente sucedió fue que bajo ciertas circunstancias, nuevas gemas de idénticas características surgieron en el mundo, como no puede existir más de una con determinada habilidad, en el momento que nazca, no volverá a originarse otra igual. Desconozco qué puede ser tan inusual y poderoso como para generar una Lágrima Lunar, pero a mis oídos han llegado rumores que estas piedras no pueden ser utilizadas igual que las originales, son más selectivas.
Esperé que continuase, pero se quedó en silencio, inexpresiva, como aguardando que yo hiciese el siguiente movimiento.
—¿Y cómo se usan? —Me aventuré en preguntar.
El rostro de Shiomara adoptó la primera emoción del día, y contra todo pronóstico, su primera reacción fue de sorpresa. Pude verlo en sus ojos, cuando por primera vez esa fría máscara desapareció y me dio a entender que acababa de hacer un nuevo e inesperado descubrimiento. Estaba ansiosa por que lo compartiera conmigo, los minutos que tardó en procesar la información se me hicieron eternos, esperando escuchar una brillante teoría salir de su boca.
—¡A entrenar! —ordenó, después de elaborar su tesis, que decidió no transmitir.
Intenté protestar, pero fue inútil, nuevamente estaba en modo "exigente instructora" y ya no iba a darme más pistas, por más que rogara.
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Gente bella:
Estuve sin actualizar, porque como se habrán dado cuenta, hice una maraton de El Encanto del Fénix y eso acaparó todo mi tiempo.
Al respecto, debo informarles que dentro de un par de semanas dejaré de subir capítulos para estudiar para mis exámenes, será un periodo de aproximadamente un mes, al término del cual volveré a subir con regularidad. Las fechas se las informaré con tiempo. Espero contar con su comprensión.
Segundo: He estado pensando en cambiar la historia a la categoría de Hombres Lobo, pero insisto en que también encaja en fantasía. ¿Qué opinan ustedes?
No olviden votar y comentar <3