[Capítulo dedicado a:
paoladelvhope]
JiMin veía desde las escaleras como su madre hablaba por teléfono y con un notable desespero en sus palabras. El pelirrojo era consciente de lo que había hecho y a qué punto había llegado, pero claramente no se arrepentía de nada. Hace mucho que TaeHyung lo tenía cansado y esta fue la única oportunidad que vio para arruinarlo por completo... o eso quería creer, pues un mal presentimiento aguardaba en su pecho desde el momento que su hermano fugó y no lograba dejarlo tranquilo en lo que restaba de la tarde.
Mantuvo su mirada perdida hasta que el tibio tacto de su madre lo obligó a regresar a la realidad. Ella le sonreía con tristeza y miraba de reojo la puerta principal.
JiMin sabía que aquella mujer, que les había dado la vida a él como a su hermano, estaba más que alterada y preocupada al no saber nada de TaeHyung, sabía que el hecho de que su hermano no haya regresado solo significaba cosas malas.
— Regresará — afirmó el bajito con la vista en la puerta. La mujer dejó de sonreír y soltó un gran suspiro antes de articular alguna palabra.
— Ninguno de tus tíos sabe algo de su paradero y tu padre no deja de buscarlo — el tono de voz que utilizo la madre fue demasiado seco y preocupante. JiMin se percató de aquello y solo atinó a abrazarla y acariciar su espalda, para de esta manera tranquilizar los sollozos que ya se iban escuchando por toda la casa.
— Estoy seguro que regresará... — repitió.
[❀]
TaeHyung terminó de beber lo que restaba de la botella de cerveza y tras un sonoro suspiro, volvió a besar y treparse al cuerpo de su contrario.
Sabía que esa noche no podría regresar a su casa, por lo que decidió ir al único lugar en donde sí tenía una buena bienvenida: la casa de su ex novio. MinHo era un chico muy dulce e inteligente, hasta que llegó a conocer las drogas y el alcohol, razón por la que Tae lo dejó. Ambos fueron novios cerca de un año, pero ante los problemas, mentiras y la exigencia de sexo, se vieron obligados a terminar.
— Tienes que regresar a tu casa — susurró MinHo al alejarse de los labios de Tae.
Por su parte, TaeHyung solo negó y volvió a bajar del regazo de su antiguo novio.
— No pienso volver — aseguró el castaño. MinHo rió y al igual que el menor, tomó de la botella de cerveza, que descansaba en su mesa central.
— ¿Qué hizo esta vez JiMin? — sus palabras fueron burlonas, a tal punto de lograr enojar a TaeHyung.
— ¡Véte a la mierda, MinHo! — espetó el castaño. El aludido soltó grandes carcajadas antes de volver a su labor: beber.
— Deberías decirle la verdad a tus padres — opinó su ex novio. Tae volvió a negar.
— Jamás me creerían, además él ya reveló mi secreto — La manga de su polera fue levantada y los constantes cortes fueron mostrados, al igual que la mano vendada.
— Lo sigues haciendo — MinHo solo se quedó mirando las profundas heridas con cierto dolor y asco a la vez. Él no estaba acostumbrado a ver sangre y mucho menos ver sufrir a alguien tan dulce y especial como TaeHyung.
— Deberías regresar a casa, mis padres podrían llegar o incluso Taemin podría vernos y eso es lo último que quiero.
Tae rió sin gracias, recordando al afeminado novio de su ex; Taemin era un buen chico, pero al igual que MinHo, estaba metido en las drogas y en el alcohol, ese mundo del que no era fácil salir.
— Eres un total imbécil.
— Y tú, una gran puta.
Ambos chicos se miraron y sonrieron. A pesar de ser ex novios, tenían una buena conexión y amistad que no podía desaparecer por nada del mundo.
TaeHyung se acercó y dio un último beso en los labios de su ex novio para luego colocarse de pie y retirarse de la casa. Sabía que tenía que regresar a su casa, sus padres seguramente ya hasta habrían ido a la policía y eso sí que no quería. No quería salir en ningún reportaje y mucho menos, armar un alboroto.
Caminó con tranquilidad hasta llegar a su vecindario y una vez que estuvo frente a su puerta, cayó en cuenta de que todo lo había hecho mal.
Respiró hondo y golpeó la puerta unas cuantas veces. Su madre fue quien lo recibió y abrazó hasta el cansancio, por otro lado, estaba JiMin, quien se mantenía ajeno a la situación y no avanzaba ni un solo paso.
Ambos hermanos no dejaban de matarse con la mirada, pero al último tuvieron que romper su contacto visual al ver que madre ya estaba llorando, nuevamente.
Aquella noche, JiMin deseó muy en el fondo de su corazón que su hermano jamás hubiera regresado. El bajito sabía que tenerlo en la misma casa significava un nuevo tormento para ambos jóvenes. Significaba el inicio de una guerra, que ninguno de los dos pensaba perder.
La mañana llegó y los rayos de sol comenzaron a filtrarse por la ventana para interrumpir el sueño de JiMin. El pelirrojo se vio obligado a levantarse e iniciar con un gran, pero muy pesado día.
El desayuno fue en puro silencio, al igual que el camino a la universidad.
Las clases fueron aburridas y los recesos se la pasó solo, pues, al parecer, había faltado a la escuela, razón por la que el bajito había decidido visitarlo en la tarde.
Las asignaturas como los trabajos grupales fueron dados. JiMin había apuntado todo con detalle para entregárselo a su novio y con una sonrisa en el rostro ya iba caminando hacia su destino.
El pelirrojo adoraba la casa de los Jung's, pues a parte de ser acogedora se podía sentir el verdadero amor y cariño que se tenían cada uno de los miembros de esa familia. Muy en el fondo esperaba que, muy pronto, ese amor también le fuera compartido a él.
Solo bastaron tres suaves golpes en la puerta para ver a su pelinegro favorito. JiMin sonrió a más no poder y se lanzó a los brazos de su novio.
— ¿Por qué no fuiste hoy a la escuela? — regañó el menor con un lindo puchero. HoSeok quería reír y besar los labios de su novio, pero al recordar todo lo que hizo, las ganas de le pasaban y la conciencia le pesaba.
— ¿Sucede algo? — volvió a preguntar el bajito. El mayor negó lentamente.
JiMin sonrió sin ganas, pues sabía claramente que su novio sí estaba escondiendo algo, pero en vez de preguntárselo directamente, lo único que hizo fue apegarse y rodear el cuello ajeno.
HoSeok seguía sin ganas de querer si quiera tocar a JiMin e incluso ya estaba viendo las palabras que diría para revelar su infidelidad, pero en el momento que pensaba articular palabras, escucho lo menos esperado.
— Hazme el amor, HoSeok...— La seducción invadía las palabras de JiMin, al igual que las manos del mismo, al ya estar recorriendo el cuerpo del mayor.
Nota actual:
Maratón 3/10