La Pequeña Del Alpha © #Lunar...

Oleh Nimpha_Escritora

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Ganadora del primer lugar en los #M.O.M en categoría de Hombres Lobo. Después de retenerme contra mi voluntad... Lebih Banyak

Huyendo de ti
En otra parte
Una nueva vida dentro de mi
Fuera de control
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Un año en espera
Tocando paredes
Buenas Noticias: Más Problemas
Te he visto.
La daga que atraviesa mi corazón
Contra Reloj (parte 1)
Contra Reloj (parte 2)
Una cita antes del desastre
Desastre... Siguiendo las huellas
Los lazos que nos unen
Decisiónes. Una milla de camino
Maquiavélica Sorpresa
La lluvia lava las heridas.
Sólido, Ambrosía y Rosas.
Una Visita Inesperada.
Se cae el disfraz de Oveja. Redención.
En lo profundo.
Los polos se atraen.
¿Los lazos que se rompen, pueden volverse a unir?
Sin mirar atrás... Amenaza Latente
Matrimonio
Fuga
Un Corazón De Caleidoscopio
Misterio revelado
Eclipse Solar... Las playas Griegas
Heridas abiertas
Ayuda externa
Minutos de angustia
Al limite
La Rabia de un Lobo
Rafagas de fuego... Caótico
Final.
Epílogo
Extra #1 ( El nacimiento de Anthea Cold❤)
Extra #2 ( "Ser padre no es facil" )
Próximamente En AMAZON KDP

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Oleh Nimpha_Escritora




Sentía el cuerpo destrozado. Incómoda. Inmóvil.

¿Que demonios sucedía?

Trató de abrir los ojos pero, algo le impedía hacerlo. Una venda oscura tapaba su vista. Amordazada y maniatada, viajaba encogida en el apestoso maletero de algún auto en movimiento.

" ¡Hérmes! ¡¿Dónde estaba?! ¡¿Que había pasado?! "

El sonido del auto en marcha, y sentirse acorralada, pronto entró en un estado de pánico. Con temor comenzó a moverse frenéticamente. Sin ningún resultado favorable. La cinta que rodeaba sus manos estaba demasiado pegada y le lastima incluso despegarla de la piel.

Con los codos, comenzó a golpear la puerta del maletero. Con la mordaza trataba de gritar pero solo un quejido extraño salia de su garganta. Imposible. Era inútil. Nadie la escuchaba y si lo hacían la ignoraban.

Asustada, no podía entender como había llegado a ese lugar. Solo podía recordar a Hérmes y ella sentados en la cafetería. Su cabeza parecía estallar.

La resaca la estaba matando. ¡No era momento para sentir los efectos del alcohol! ¡La estaba secuestrando!

En algún momento del camino, el auto se detuvo, lo extrañó era que ya no podía escuchar otros autos pasar a su lado. Eso era señal de que se habían alejado bastante de la ciudad.

Podía escuchar la voces y el ruido de las puertas abriéndose y cerrándose.

El sonido de la portezuela al abrirse. Y la intensa luz de una linterna. Aun era de madrugada. El sol no había salido.

-Muy bien, saquenla y metanla a la casa. Alec debe estar adentró.

"...¿Alec? ¿Quien infiernos era ése?"

Uno de ellos, con pasamontañas la sujetó del brazo y a trompicones la hizo bajar y llevarla prácticamente a rastras hacia la casa.

Con perplejidad y miedo, miró la enorme mansión. ¡La casa de Cicerón! La misma donde habían hecho el amor mas de una vez.

¡¿Porqué la habían llevado ahí?! ¡¿Que tenían que ver con Cicerón esos desgraciados?!

-¡Camina maldición!
La empujó sujetandola fuerte del brazo.

Entraron. Dos de ellos, se quedaron en la estancia, mientras el tercero la subía por las escaleras.

Al llegar al fondo del pasillo, pudo notar una puerta pequeña que daba al ático. La escalera daba hacia ese lugar.

-¡Anda sube! ¡No tengo toda la maldita noche!

Sin más, la arrojo dentro, encerrándola. Llevaba las manos en la espalda. Aprovechando la flexibilidad de su cuerpo, se sentó en el piso pasando sus manos por debajo de sus piernas y así tener las manos de frente. Con los dientes desesperada trato de quitar la cinta gruesa. Era inútil. No podía hacerlo. Frustrada y a punto de gritar de furia,se dejó caer.

"...¡¿Por que dios?! ¡¿Por que te empeñas en hacerme sufrir de está manera?! ¿No era suficiente con la huida de Cicerón? Al parecer no."

La escasa luz de la bombilla no era suficiente para abarcar todo el lugar. Era enorme y rodeado de montañas de cachivaches. De alguna manera logro tranquilizarse ante la situación.

Camino lento por entre las cosas abandonadas. Buscando algo para liberarse. Pero, en lugar de eso. La imagen de un cuadró llamo su atención de forma inexplicable.

Una familia, de cuatro integrantes. La forma antigua del marco daba a entender que había sido pintada hacia mucho, mucho tiempo.

Curiosa, con sus dedos libres, quitó un poco del polvo que la cubría. Una gruesa capa de polvo. ¿Cuanto tiempo llevaba en ese lugar? Al parecer años.

El rostro de la mujer era suave y hermoso, amable. El hombre que la abrazaba era la viva imagen de Cicerón. Con una ligera sonrisa en el rostro, su mirada era profunda y dominante. Encantador sin lugar a dudas. Y justo frente a ellos, el retrato de Hérmes y Cicerón cuando aún eran solo unos niños.

Estaba impresionada. No conocía esta faceta de Cicerón. De hecho, aún le faltaban muchas cosas por conocer. Pero, tener una imagen de él siendo solo un pequeño... ¡Era algo imperdible!

Podía reconocer fácilmente quien era quien. Por la estatura. Además de que en Hérmes podía verse su actitud rebelde y contradictoria. Mientras que en la imagen de Cicerón, podía notar algo de melancolía en sus ojos.

Su sonrisa era nula. Sus ojos, eran perlas sin brillo. Parecía que en el momento que el artista había capturado está imagen para plasmarla al lienzo, él estaba sufriendo.
¿Habría tenido una niñez solitaria? ¿Que le inquietaba tanto para mostrar esa expresión tan lamentable?

Sonrojada se dio cuenta, que sus dedos no dejaban de delinear el infantil rostro de su "lobo".

"... ¿Mi lobo?".

De pronto, la puerta se abrió de golpe. Asustada se alejó de la imagen, encarando al sujeto que la miraba con ojos parecidos a dagas. Atemorizante.

-Esperó esos idiotas no hayan sido tan rudos con tan hermosa chica. ¿Por que no bajas y bebes algo? Debes estar hambrienta. El viaje fue largo e incómodo.

Dio un paso al frente y ella retrocedió dos.

-¿Quien diablos eres tu? ¡¿Por que me han traído a este lugar?!

Alec, sonriente exhaló cansino.

-Ya te lo dirán. Ahora, ¿por que no haces lo que te digo? Te sentirás mejor.

-Yo creo que no. ¡Prefiero estar en este lugar a cerca de ustedes!

-Se nota que eres la mujer de ése idiota. Cicerón es un hombre con suerte.

¡¿Cicerón?!

-¿Que tiene que ver él en esto? ¿Quien eres tu? ¡Habla!

De tres zancadas ya la tenia del cuello. Delgado y fino. Apretandolo con fuerza.

-¿No lo entiendes humana? ¡Aqui quien da las órdenes soy yo!

Con fuerza la lanzó hasta derribarla y dejarla lastimada en el suelo.
Mía, sobaba su cuello mientras lo miraba con furia.

-¡Jodete maldito bastardo! ¡AUXILIO! ¡AYUDENME!

Alec rió tranquilo.

-Puedes desgarrarte la garganta si quieres, nadie va a escucharte. No trates de huir, el lugar esta sellado desde afuera. Además de que si logras hacerlo, la casa esta rodeada con mis hombres. ¡Disfruta de tu estancia!

Sin más la dejo de nuevo encerrada. Asustada, desesperada se tumbo en el suelo junto al retrato. Cubrió su rostro con las manos. Dejando salir amargas lágrimas.

"... Cicerón... Si sólo pudieras... Amarme como yo te amó. Si sólo pudieras... Escucharme... ¡Estoy asustada!"

La noche llegaba a su fin, dando paso a un amanecer. Uno, donde no sabia si saldría con vida de esa situación.

......

El auto se aparcó fuera de la casa. Blindado. La mujer con cabellos del color al fuego salió. Llevaba lentes de sol y un conjunto estilo Malibú. Pantalones y saco blanco. Los hombres de Alec, los mismo presos que hacía unas semanas se dieron a la fuga junto con Hérmes, ahora sometían a la chica en cinta.

-¡Sueltenme! ¡Dejenme!
Se revolvía, pero poco podía hacer contra dos de ellos y menos en su estado. No quería arriesgar a su bebé.

Amará se giro y miro a los sujetos.

-Llevenla a dentro, estoy hasta de oír su voz. Y de ver su repugnante cara. ¡Haganlo!

Como sin fuera una bolsa de basura la llevaron sin ningún cuidado escaleras arriba. Era demasiado temprano aún. Alrededor de la seis de la mañana.

Sin dormir nada y con un dolor lumbar, Odette estaba exhausta. Sentía que no podía mantenerse en pié.

- ¡Valla! Así que esta es la "mujercita" de Cold. Si no fuera por esa barriga ahora mismo estaría disfrutando con ella.

Dijo uno de los sujetos.

-¡Camina! O te molere a golpes.
Trastabillando logró subir hasta el ultimo peldaño. El pasillo era enorme y largo. No había visto esta casa en mucho tiempo. Recuerdos llegaron a su mente. Tantos.

Su cautiverio y su relación con Hérmes que cada día crecía más y más. Hasta ocupar un lugar en su corazón. De no haber sido por la vez que la forzó y después, la noche que se acostó con esa víbora. Cerró los ojos. ¡No quería recordar nada de ella! La puerta era pequeña y las escaleras ascendían hasta el ático.

-¡Anda sube ya!

Abrió la puerta y la empujo dentro.

-¡Y cuidado con gritar perras!
La puerta se cerro en sus narices.

"...¿Perras? ¿Que?"

Un ruido detrás de ella la alerto. De entre la oscuridad, un rostro familiar la recibió con la misma expresión de sorpresa y duda.

Mía, con la quijada a punto de caer al suelo, tuvo que sostenerse para no caer al suelo de bruces.

-¿O-Odette?

Odette, por su parte, con una mano en la boca derramaba lágrimas de felicidad al ver a su mejor amiga después de tanto tiempo separadas. Justo cuando estaba por abrazarla, el sentimiento de la culpa le pinchó como un millón de alfileres por todo el cuerpo. Se detuvo.

Escondió su rostro girándose. No tenia las agallas para enfrentarla. ¡No después de lo que Cicerón le obligó a hacer!

Mía, con sentimientos encontrados sujeto su brazo, sintiendo el confuso deseo por abrazarla y por mandarla lejos.

Con el corazón en la garganta, aclaro su voz y preguntó firmemente.

-¿Lo amas?
Para Odette eso fue tan doloroso como un cuchillo clavado en el pecho.

-¿Que?

-¡Respóndeme! ¿Lo amas? Dímelo.

-Amo a Hérmes.

-Entonces, ¿por qué? ¡¿Por que lo has hecho?!

-Mía... Te juró que...

-¡No! No digas nada, me imagino que pudo llevarte a hacer algo así... Odette, te conosco desde hace años. Sé la clase de chica que eres. Tan transparente como un vidrio. Siempre me has ayudado. Aún cuando parecía no merecerlo. Pero... ¡Esto!.

-Mía... Tal vez no ayude en nada, pero, no siento nada por él. Ha sido un error gigante todo esto. ¡No debió suceder! ¡Jamás!

-¡No, no debía! ¡Joder! Ya no se que pensar. ¡Estoy hecha un lío!

Odette al verla de ese modo, se acercó lentamente, hasta tomarla en brazos.

-Mi intención nunca fue lastimarte. Eso jamás. Eres para mi, como una hermana. Más que una amiga. Además, se que no solo tu sufres. Él también esta sufriendo muchísimo.

-¡No!

-Mía, por favor, escuchame.

-¡Es un hipócrita, falso mentiroso! Desgraciado.

-Él te ama más de lo que te imaginas. Nunca he visto a alguien morir de amor como Cicerón. Su boca jamás lo dirá pero... Preferiría mil veces desaparecer ha interferir con tu felicidad así tenga que sacrificar la suya propia.

Mía, le miro atentamente mientras escuchaba aquello que tanto ansiaba oir.

¿De verdad podía creer eso?

-Mía... Hay algo detrás se todo esto... La verdad es qué...

De pronto la puerta se abrió de un golpe. Ambas chicas se pusieron alertas.

-Lamento interrumpir tan "conmovedora" charla pero... ¡Ya es hora!

Amará con un arma en la mano les amenazó. Apuntándoles.

-Caminen y no traten de hacer algo estúpido. ¡Ahora malditas!

Ambas obedecieron, de mala gana, pero lo hicieron.

Mía sujetaba de la mano a Odette, pues era difícil para ella bajar las escaleras.

En la biblioteca estaban los demás. Los seis hombres se giraron cuando las vieron entrar.

-Bien, esto sera rápido. A menos que a esos dos, les importen lo suficiente como para venir aquí.
Lo que busco, son los papeles de propiedad de todo lo que Cicerón y Hérmes poséen. Incluida la empresa. Y ustedes van a ayudarme.
Sobré todo tú.

Señalo a Mía.

-¿Que quieres de mí?

-Ya lo verás. Tal vez, esta vez si mate cuatro pájaros de un tiró.

Mía palideció ante sus palabras, su cuerpo tembló al imaginar a Cicerón en peligro.

-Oh es verdad, al parecer eres tu quien no sabe nada. Bien, te lo diré antes de mandarte directo al infierno junto con esta estúpida y su bastardo.
La única razón por la que tu estúpido lobo se comprometió con ella, fue por mí.

Eso la dejo estupefacta.
¡¿A que se refería?!

-En sencillas palabras. Yo lo orille a casarse con ella. El muy ingenuo pensó que de esa forma no sólo protegía a su "sobrino" sino también a su manada. Pero el único error de su plan, fue dejarte a ti, sola. Siendo el blanco perfecto para hacerlo caer junto con Hérmes. ¡Y que mejor forma que ambos se destrocen como las bestias que son!

La risa enferma y psicótica de la pelirroja llenó el lugar, provocando escalofríos en la pelinegra. Esa mujer no era ordinaria. Era peligrosa.

-¡No te saldrás con la tuya! ¡Hérmes y Cicerón van a detenerte, fracasaras en todo esto Amará. Es mejor que aceptes que ellos no serán tu marionetas! ¡DEJANOS EN PAZ! ¡DEJA DE ARRUINAR NUESTRAS VIDAS!

-¡ESTUPIDA! ¡CIERRA LA BOCA!

De un empujón la mando directo al suelo. Mía, asustada corrió a ayudarla.

-¡Maldita!

Odette, sujetando su vientre trató de ponerse de pie, pero el golpe había sido demasiado fuerte.

-¿Odette estas bien? ¿Puedes levantarte?

Mía la trato de levantar pero, sus piernas no respondían.

Un quejido salió de sus labios, se quedo helada ante lo que pasaba en su cuerpo. Con ojos grandes como platos, miro a la pelinegra.

-Ya viene.... ¡Él bebé ya viene!

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