¡Hola! ¿Qué tal estáis? ¿Habéis salido de vacaciones a otro lugar? Esta capítulo no es tan intenso como el anterior pero el siguiente lo será y mucho xd. Espero que os guste y espero vuestra opinión en la cajita de comentarios. Posdata: el vestido de (Nombre) es como el de Wonderwoman en uno de los trailers de la peli que van a sacar.
Law echó una vaga mirada de soslayo hacia el palacete, sus ventanas estaban iluminadas con una luz amarillenta, y desde donde se encontraban podían oír el bullicio de la calle principal que daba a la entrada de la mansión. Desvió su mirada hasta posarla en el sombrero de paja que estaba a su lado, Luffy se encontraba charlando con Zoro, quien no paraba de bostezar. Miró hacia el final de la calle, al final de esta se acercaba una figura menuda.
(Nombre) se acercó con pasos cortos pero rápidos, ella portaba un vestido similar a una toga griega de color azul oscuro, con unos tacones negros. Su cabello estaba recogido en un moño intrincado, y en su cuello llevaba un collar dorado. Ella se frotó los brazos desnudos y miró a Law.
—¿Estamos todos?—preguntó la ladrona.
—Solo falta humitos—rio entre dientes Luffy.
—¿Dónde estabas? — preguntó el espadachín abriendo su único ojo.
—En el barco, tenía que dejar un par de cosas—contestó (Nombre) encogiéndose de hombros.
Ella entrecerró los ojos y observó al hombre de cabellos verdes entre la penumbra y se acercó a él un par de pasos, después alzó sus manos y le tomó de la corbata que llevaba.
—Zoro, llevas mal anudada la corbata, vas a llamar la atención— reprochó la ladrona deshaciéndole el nudo y volviéndoselo a hacer, esta vez correctamente.
—Dijiste que llevarías armas, y no las llevas—apuntó el excazarecompensas con un tono sombrío.
(Nombre) esbozó una media sonrisa alzando las cejas y sus ojos se iluminaron con satisfacción, se alejó un par de pasos y se dio media vuelta, así dándoles la espalda y alzó sus manos para señalar con sus pulgares su espalda. El vestido se encontraba abierto por encima de sus omoplatos en forma de uve, y en el hueco, sobre la línea de la columna, reposaba la empuñadura de color oro viejo de una espada.
—Muy hábil—murmuró Law con una media sonrisa, apretando la vaina de su nodachi contra su hombro.
(Nombre) le devolvió la sonrisa. La saqueadora pudo observar que el cirujano vestía con un traje negro, la chaqueta era larga, y debajo de esta portaba una camisa de color ámbar. Luffy llevaba un traje negro, con una camisa roja saturada, y una corbata blanca, pero en vez de zapatos llevaba sus chanclas. En cambio, Zoro llevaba un traje, con una chaqueta de color verde oscura y gris, con una camisa blanca y una corbata negra. A su cadera llevaba atada con su tela bermellón sujetando las tres espadas. Llamaba la atención pero no tanto como (Nombre) había pensado en un principio, al menos no llevaba el haramaki.
—¿Ya estamos todos? —preguntó una voz grave detrás de ella.
(Nombre) se giró y se encontró con una mirada castaña, la bajó para toparse con una camisa añil y una corbata negra. La ladrona suspiró, en realidad quien más le preocupaba era el marine, ya que parecía tener una alergia severa a las camisas. Pero esta vez había conseguido superarla, sobre sus hombros había una chaqueta pesada blanca.
—(Nombre)-ya, ¿no ibas tu primera con Zoro-ya? —preguntó Law sacando a la chica de su ensoñación.
(Nombre) sacudió la cabeza para deshacerse de sus pensamientos, los cuales estaban tomando un rumbo por caminos ligeramente atrevidos para aquella tensa situación. La chica suspiró, y alzó su brazo para tocar con la punta de sus dedos el final de la empuñadura de su arma cerciorándose que se encontraba ahí. Después levantó la mirada para encontrarse con la oscura del espadachín y le hizo un ademán para que le acompañase. Le tomó del brazo, cualquier precaución era poca si debía enfrentarse a la famosa orientación del espadachín, con un tironcito comenzaron a correr hacia el ala este de la mansión.
En unos pocos minutos tensos, poniendo los ojos en cualquier esquina o ventana para vigilar que nadie les asaltaba o les descubrían llegaron a la puerta de la cocina, de su moño sacó la llave de la puerta y la abrió silenciosamente. La entornó levemente y metió su cabeza con precaución para asegurarse que no había nadie dentro de la sala de los fogones. A continuación, sacó su cabeza y se giró hacia la esquina que estaba detrás de ambos, e hizo un ademán acompañado de un silbido para que sus compañeros se acercasen. Se metieron dentro de la cocina, y con cuidado para no chocarse anduvieron con paso cauto hasta llegar a la puerta que daba a un largo pasillo.
Repitieron la misma estrategia, y con pasos rápidos cruzaron el pasillo hasta llegar a un vestíbulo donde el suelo era de un mármol pulido, las paredes estaban cubiertas por un papel rojo y dorado. A su derecha se encontraban unas anchas escaleras que subían a la segunda planta, Zoro se adelantó con anticipación y subió el pie en el primer peldaño, pero una voz les interrumpió.
—¿A dónde se dirigen a ustedes?
Los dos se dieron la vuelta, palideciendo, vieron a un hombrecillo vestido de sirviente delante de ellos, (Nombre) advirtió por el rabillo del ojo como el espadachín alargaba su mano hacia su espada maldita, pero le clavó las uñas en el brazo para detenerle. Zoro gruñó por lo bajo y le lanzó una mirada asesina a la chica, quien se tensó como un palo.
—Discúlpenos, mi acompañante posee una terrible orientación y nos hemos perdido. Nos gustaría llegar hasta el salón de baile.
—Crucen esta puerta y a continuación la encontrarán.
Los dos asintieron, e intercambiaron una mirada de incomodidad, para después andar hacia la puerta que les había señalado. Zoro echó una mirada hacia atrás buscando a su capitán, lo encontró junto a los otros dos hombres y al sirviente, el cual les hablaba rojo de ira y haciendo aspavientos con sus manos y señalando hacia la puerta hacia la que se dirigían.
—Si me hubieses dejado despacharlo no nos tendríamos que haber desviado—susurró con voz ronca el pirata a la chica.
—¿Y qué íbamos a hacer cuando lo encontrasen y saltasen todas las alarmas?
—Pelear—contestó lógicamente Zoro.
—Yo me he colado en un gran número de lugares, créeme es mejor no llamar la atención. Y pelear tan solo en circunstancias específicas.
Zoro contestó con un gruñido y con una maldición entre dientes, empujó la puerta y entraron en el salón de baile. Este era enorme, en el cual podrían caber casi doscientas personas, el suelo estaba hecho de madera de peral, las paredes estaban cubiertas por un papel blanco nacarado, en el techo había grandes pinturas sobre personajes desconocidos y de este colgaban largas lámparas de araña. Al otro lado de la sala se encontraban unas escaleras que ascendían al ala oeste. Zoro buscó con la mirada al resto de sirvientes y a los guardias, pudo ver como la gran mayoría de los criados servían comida y bebida en bandejas de plata. Law tuvo que sujetar a Luffy para que este no se abalanzase sobre uno de los criados que llevaba pequeños bocados de carne con mermelada de tomate.
Zoro y Law intercambiaron una mirada y ambos asintieron. El plan seguía siendo el mismo, subirían las escaleras que daban a la planta superior. En primera instancia, lo haría los dos capitanes pirata, los cuales tuvieron bastante éxito debido al sigiloso shambles del cirujano, el cual usó cuando nadie los miraba.
(Nombre) sintió un gran número de pares de ojos sobre ella y sobre su pareja, quien parecía estar más al acecho que disfrutando del festejo, por lo que le dio un suave codazo en las costillas llamando su atención.
—Bailemos, Zoro—le susurró haciéndole un gesto con la cabeza para que mirase disimuladamente al resto de las personas.
El espadachín sintió como las fuerzas que tenía se evaporaban, le lanzó una mirada incrédula a la chica. ¿De verdad quería ponerse a bailar en ese momento? Zoro alzó la mirada y se encontró con la de muchas personas, por lo que terminó cediendo. Esperaba que aquella canción terminase pronto. Al menos tenía la oportunidad de moverse hacia las escaleras disimuladamente como excusa del baile. Por el rabillo del ojo vigilaba a los sirvientes y a los guardias.
(Nombre) notó que al estar tan concentrado en buscar a los criados y guardias, el hombre del cabello verde se movía con bastante soltura y no se perdía a la hora de bailar, por lo que a ella le dio la oportunidad de imitarle y vigilar las salidas y entradas de las personas del baile.
—La entrada está despejada, nadie ha salido ni entrado—susurro la chica bajando la mirada para que nadie sospechase de sus intenciones.
—Las escaleras están despejadas, Law y Luffy nos estarán esperando arriba.
Ambos asintieron con la cabeza, y dieron un par de pasos más hacia las escaleras cuando la canción terminó con el último compás. Los dos soltaron sus agarres y se giraron hacia las escaleras con ansiedad, pero una voz los detuvo.
—Señorita, ¿podría tener el placer de bailar con usted la próxima pieza?—preguntó un hombre joven a su lado vestido con ropas finas y caras.
Los ojos (color) de (Nombre) se fijaron en el rubí que llevaba la empuñadura de la espada del hombre que le había invitado a bailar, de hecho, incluso las medallas que llevaba encima de su cosaca las podría vender a un muy buen precio. Se mordió la lengua para evitar dar una respuesta afirmativa y buscó la mirada a Zoro, quien lo halló al pie de la escalera. Este se giró hacia la ladrona y la observó con confusión, (Nombre) le hizo un ademán para que continuase con el plan. Mejor era tener a los asistentes centrados en ella que en sus planes.
(Nombre) maldijo mentalmente por su mala suerte. Tiró de una esquina de sus labios coloreados de rojo, y después de la otra formando una sonrisa ligeramente tensa. Dio un paso mirando hacia todos los lados buscando algún tipo de vía de salida o de solución que le hiciese regresar con sus compañeros. Sus amigos estaban encerrados en aquel palacete, no podía ir de hombre a hombre bailando tan solo porque ellos se lo pidieran, pero tampoco quería hacer sospechar por su repentina prisa que tenía relación con las escaleras que conducían hacia los calabozos.
Abrió la boca para finalmente afirmar, pero una voz se adelantó antes de que pudiese pronunciar palabra alguna.
—Lamento decepcionarle, señor. Pero ella me prometió bailar la próxima pieza conmigo—pronunció una voz grave e irritada detrás de ellos.
(Nombre) se girósorprendida y se encontró con los ojos castaños del Cazador Blanco.