¡Hola! Bueno, ya lo comenté en Facebook, pero para las que no me sigáis que sepais que he tenido unos pequeños problemas técnicos con el pc. Se me borró el disco duro completamente, incluído el sistema operativo y los capítulos que tenía escritos (lo sé, putada). Por suerte he consido arreglarlo y he reescrito el capítulo, aunque será algo más corto debido a mi falta de ganas de reescribir, os lo compensaré con el siguiente.
--------------------------
Me removí levemente bajo sus brazos, mientras mi cabeza reposaba en su pecho y mi nariz aspiraba su aroma, como hacía tanto tiempo anhelaba. Sus ojos observaban con entusiasmo el firmamento, al igual que los míos. Pero aunque mis ojos se encontraban en el cielo, mi mente lo había atravesado hacía tiempo, y se encontraba en algún lugar más allá del espacio, dónde los problemas no alcanzan.
Me encontraba en mi propio paraíso espiritual, en la compañía del hombre al que amaba. Porque sí, lo amaba.
Ni el tiempo ni las dificultades habían conseguido callar ese fuego de mi interior, el que se avivaba cada vez que sus ojos se encontraban con los míos, cada vez que mi piel tocaba la suya y cada vez que sus labios pronunciaban mi nombre.
Ryan Price había atravesado mi corazón en incontables ocasiones, unas con un puñal de acero, y otras con la más placentera de las caricias. Lo único que no cambiaba es que siempre dejaba una cicatriz, imposible de curar del todo.
Y cuando mi vida estaba patas arriba siempre aparecía él, para acabar de desordenarla y después ayudarme a ordenarla, como un huracán el cual acababa de destrozarme para luego reconstruírme poco a poco. Aunque esta vez era diferente.
Ese precioso y poderoso huracán había perdido su característico color, tiñéndose de un color negro irreconocible, oscuro y ajeno. Y aunque poco a poco iba recobrando su color, aún quedaba mucho por hacer, mucho por recuperar y mucho por reconstruir.
Mi mente bajó poco a poco del paraíso, volviendo a la tierra, dejándome junto a él de nuevo.
Levanté la mirada poco a poco, encontrándome con su rostro, observando el cielo con admiración. Mis ojos se posaron en su ojo izquierdo, levemente morado y su labio inferior partido.
Fruncí el ceño y llevé el dedo hasta su hematoma, bajando por su mejilla inflada y llegando hasta sus labios. Fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los míos, y al observar mi cara de disgusto, habló.
- Curará en unos minutos. - Murmuró con tranquilidad.
Asentí, indicando que lo sabía.
- No es la primera vez que lo haces. - Le hice saber. Frunció el ceño, sin entender muy bien a que me refería.
- Provarme para que te de una paliza. - Me expliqué. - Lo has hecho antes.
Rió ligeramente.
- Pensé que te vendría bien relajarte un poco.
- Hay otras maneras antes que dejarme que te rompa la cara. - Reí.
- No tan efectivas. - Su pecho vibró a causa de su risa, y no pude evitar imitar su acción.
Un suspiro se escapó de sus labios mientras el silencio volvía a inundarnos, llenándo el ambiente de paz y tranquilidad.
- Déjalo. - Murmuró.
Levanté la mirada de nuevo, buscando su mirada, pero seguía concentrada en el cielo.
- No es bueno para ti.
Supe a lo que se refería de inmediato y contraataqué.
- Deja tú a Alice.
Suspiró y apartó su brazo de mi, levantándose, sentándose en el suelo.
- No es tan fácil. - Murmuró mientras se sacudía el pelo. - La quiero.
No dije nada y me limité a asentir, mientras que él mantenía su mirada en el suelo.
- Estoy harto, de toda esta situación. Me gusta Alice, mucho, pero tengo esta maldita obsesión contigo, obsesión por protegerte, por tenerte cerca, por que estés a mi lado. Es como si estuviera enamorado de ti sin saber porque, sin saber que es lo que más me gusta de ti, ni que te gusta desayunar por las mañanas, ni que tipo de música te gusta, ni siquiera tu película favorita. Es como estar enamorado de una desconocida.
Sus palabras se clavaron en mi corazón como puñales. No podía replicarle nada, ya que tenía razón, en realidad, la tenía. Aunque eso no impidió que unas pocas lágrimas se deslizaran por mis mejillas.
- Mis labios. - Pronuncié con apena un hilo de voz. Se giró a mirarme, pero ni siquiera lo miré, no encontraba las fuerzas. - Decías que lo que más te gustaba de mi eran mis labios. - Expliqué. - Me encanta desayunar crêpes, mamá los solía hacer cada mañana, cuando te empeñabas en colarte en mi habitación y quedarte a dormir hacía de más para ti, nunca supimos como lo descubría. - El silencio siguió por su parte, y aunque sonreí levemente al recordar a mi madre, mi voz seguía tan rota como mi corazón. - Me encanta el R&B, es mi tipo de música favorito y tengo una obsesión con Beyoncé, aunque te acostumbraste, como todos los demás. Mi película favorita es Star Wars, me solías llamar friki cuando nos conocimos, por el simple hecho de picarme.
El silencio fué tan inmediato que la última sílaba pronunciada resonó en mis oídos, dejándome confusa por varios segundos.
- No voy a dejar a Hunter porque también lo quiero, y no sabría que hacer sin su apoyo. - Fué a hablar y lo interrumpí. - Ahora haz un favor a Alice y mantenla al margen de todo esto, no la metas en un mundo en el que no quiere participar. - Me referí a la introducción de Alice en el mundo vampírico.
Siendo sincera no me importaba lo más mínimo, pero sabía lo que era ser metida en un mundo como este sin preguntar, y no quería eso para nadie.
Sin más dilación, me levanté y comencé a caminar de vuelta a casa de los Walker, dejando a Ryan con la palabra en la boca, ya habíamos dicho todo lo que teníamos que decir y esa conversación no iba a ir a ninguna parte.
Limpié mis lágrimas y caminé con paso decidido hacia la casa, no podía permitirme seguir débil, no podía permitirme mostrarme mortal. Habían demasiadas cosas que hacer y llevaba demasiado tiempo siendo esta Sophie deprimida y perdida, tenía que volver la Sophie del trono de mil espadas, la comandante que no temía a nada, ni aun psicópata pirómano ni a un vampiro sediento de sangre, tenía que volver e iba a volver.
POV HUNTER
Miré el reloj de nuevo bajo la atenta mirada de todos me sudaban las manos y mi mente procesaba a mil por hora, muchísimo más rápido que mis sentidos.
Habían pasado tres horas desde que Sophie se había ido, totalmente indignada con su familia por ocultarle esa valiosa información. Mi cuerpo había reaccionado por mi, había salido a buscarla, a apoyarla, pero no llegué muy lejos, todos me pararon, asegurándome que era lo mejor para ella, y por un segundo me lo creí. Hasta que el imbécil de Ryan salió en su búsqueda, dejándo incluso a la cabeza hueca de su novia plantada.
Sólo de pensar lo que estarían haciendo provocaba un fuerte pinchazo en mi cuello, obligándome a clavar mis uñas en la mesa para mantenerme sentado.
Mi madre me lanzó una rápida mirada, y asentí rápidamente, indicándole que estaba bien.
Justo entonces, el sonido de la puerta nos alarmó. Todos llevamos nuestras miradas a la puerta, y para mi desilusión no pude ver el pelo castaño de Sophie, sinó a Ryan.
Atravesó la habitación rápidamente, buscando a alguien con la mirada.
- ¿Y Sophie? - Preguntó Aiden. Ryan miró confuso hacia todos lados.
- Está bien, salió antes que yo. Tiene que estar por llegar.
Asentimos y éste avanzó rápidamente hasta Alice y le susurró algo inentendible hasta para mi. Después de lo que pareció una pequeña discusión, dijo que la llevaría a casa, y desapareció por la puerta tan rápido como había venido.
Los minutos pasaron después de eso, Ryan regresó y Sophie seguía sin dar señales de vida, mis nervios estaban superando los límites y mi preocupación aumentaba por segundos.
- Quizás deberíamos ir a buscarla. - Comentó James. - Iba a contestar cuando el timbre sonó.
Me levanté rápidamente al igual que todos y prácticamente corrí hacia la puerta, abriendo sin siquiera preguntar. La imagen al otro lado me descolocó por completo. Estaba completamente empapada, con sus ojos me observaba seria y sus manos sujetaban una bolsa. Ni siquiera me había parado a observar la incesante lluvia del exterior.
Ni siquiera saludó y pasó por mi lado, chocando mi hombro.
La seguí de cerca, totalmente confuso.
Apareció en el salón principal y todos fijaron sus miradas en ella, pero no le dijieron nada, su mirada lo decía todo, no tenía ganas para juegos.
Le hicieron un espacio en la mesa y colocó allí la bolsa. Con un rápido movimiento apartó el pelo de su frente y dejó el interior de la bolsa sobre la mesa. Una camiseta apareció del interior. Seguidamente, cogió un cuchillo del pantalón de James y lo clavó sobre la camiseta, sobresaltándonos a todos.
El silencio se formó en la sala por unos segundos, hasta que Luke se atrevió a hablar.
- ¿Sois así de misteriosos siempre? Que coño significa eso. - Exclamó señalando a la mesa dónde se encontraba la camiseta con el cuchillo clavado.
- En los Johnson hay un superviviente, un chico joven, escapó antes de ser asesinado. - Habló Sophie. - Vamos a encontrarlo.
- ¿Y la camiseta? - Preguntó Ryan.
Ni siquiera lo miró, cogió el cuchillo y lo lanzó fuertemente, este pasó por al lado de su cabeza, impactando en la pared de atrás, mi madre hizo una mueca al observar la cara pared agujereada pero no dijo nada.
Cogió la camiseta y se la lanzó a Jayce, quien la cogió confuso, todos dirigimos nuestras miradas hacia él.
- ¿Que? - Preguntó.
- Eres el psíquico, tenemos una camiseta de él, encuéntralo.
Jayce rió levemente.
- No soy psíquico, sólo veo el futuro de vez en cuando, por muchas camisetas que me des no voy a descubrir su ubicación por arte de magia. - Murmuró
- Bien, es hora de que amplies tus talentos, encuéntralo. - Contestó Sophie.
La sonrisa de Jayce se borró de inmediato, y una fina línea delimitó sus labios, demostrando su descontento.
- ¿A que esperas? Vamos.
Éste asintió y cerró los ojos, agarrando la camiseta fuertemente.
Al cabo de unos segundos los abrió.
- No veo nada.
- ¡Ni siquiera lo has intentado! - Le gritó Arya.
- Lo intento, joder nunca había hecho esto.
- ¡Inténtalo mejor! - Exclamó Grayson.
Jayce lo miró con mala cara y volvió a intentarlo, esta vez por más tiempo.
Sorprendentemente, después de unos segundos su cara se iluminó, frunció el ceño a medida que apretaba la camiseta con más fuerza, todos nos acercamos más a la mesa, expectantes cuando de repente abrió los ojos fuertemente.
Nos miró a todos y habló.
- No, nada.
Rodé los ojos y los chicos se quejaron.
- Sentaos, esto va para largo. - Avisó Savannah mientras la fuerte lluvia acechaba sobre nosotros.