Capítulo 42 - Mamá ha llegado

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Voces susurraban a mi alrededor, estaba sorda, pero podía escucharlos.
Luces bailaban dando círculos, estaba ciega, pero podía verlos.
Podía oler el olor a muerte y a putrefacción, a kilómetros y también a centímetros, y podía sentir su sangre en mi boca, recorriendo un camino interminable hasta mi garganta.

No podía decir que era la misma después de ello, porque no lo era. Había enfrentado otras batallas antes, pero ninguna me había dejado tan cansada, tanto física como psicológicamente.

Todos estaban preocupados, lo sabía, podía sentir su dolor incluso a través de las insonorizadas paredes, pero no reunía la fuerza de voluntad suficiente como para levantarme y afrontar el mundo, una vez más.

- No podemos quedarnos aquí parados sin hacer nada. - Escuché la voz de mi hermano bajo las escaleras, en el salón principal.

Habían dejado la puerta de la habitación medio abierta, dejándome libre por toda la casa, libre de escucharlos, allá dónde vayan.

- Aiden creo que es mejor dejarla tranquila, todos estamos preocupados. - Le contestó Arya.

- Nunca la había visto así. - Pronunció Ryan. - Está totalmente ida, simplemente deja su mirada fija en un lugar, asiente o niega, lleva así cinco horas.

- ¿No se separa de él? - Preguntó Grayson.

El silencio se hizo rotundo.

- ¿Que hay de Dumaya? ¿Sabéis que significa? - Saltó James.

- Élise creía haber leído algo que hace referencia a Dumaya, han ido a investigar algo mientras ella llega.

- ¿Estáis seguros de esto? - Pude sentir la duda en las palabras de Grayson. - Queréis traer a una de las mujeres más peligrosas del mundo a nuestra casa.

- Nos debe un favor. - Dijo Jayce.

- Sí, hasta que se canse y decida clavaros una daga en el ojo. - Contestó Grayson de vuelta.

Continuaron discutiendo, aunque no les presté atención. Mi mente en cambio se concentró en los pasos que se alejaron de la escena, subieron las escaleras y atravesaron el pasillo, haciéndose cada vez más lentos y débiles. No levanté la mirada, no me molesté en hacerlo, pues su fragancia inundó mis fosas nasales en cuanto se asomó por la puerta. Pude sentirlo atravesar la habitación y arrodillarse a mi lado, en el suelo.

- Mi amor. - Susurró. - ¿Cómo te encuentras?

No contesté, no tenía fuerzas para hacerlo.

- Tenemos que hacer algo con él. - Siguió hablando. - Pronto comenzará a descomponerse seriamente, y no es algo agradable de ver.

Dirigí lentamente mi mirada hacia Markell, quien yacía en la cama, a mi lado, aún joven y radiante.

- Decidiré que hacer con él mañana. - Pronuncié por primera vez.

- Cariño, Arya ha dicho que para mañana será demasiado tarde, empezará a descomponerse mucho antes.

- Esta noche entonces.

No lo miré, pero pude ver cómo asintió.

Se levantó y se colocó a mi altura en la cama, y dejó un suave beso en mi frente.

- Los chicos están preocupados, todos lo estamos. - Susurró. - No sabíamos que iba a afectarte tanto.

- Estoy bien, me limité a decir.

Se levantó y me extendió la mano.

- Vamos, no pensarás quedarte aquí todo el día, ¿verdad?- Obervé su mano y después el brillo en sus ojos, y no pude resistirme a acariciarla levemente, para después agarrarla mientras tiraba hacia adelante, ayudándome a levantarme.

Aleación [SANGRE & ACERO #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora