Sweet Hell (Camren G!P)

By turningpages97

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Camila Cabello tiene dieciséis años, buenas calificaciones, y una familia típica de clase alta; un padre, una... More

Camila Cabello
Lauren Jauregui
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
N/A
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
N/A
Capítulo 17
N/A
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 (Parte uno: "La Final")
Capítulo 20 (Parte dos: "Preparaciones y Charlas")
N/A
Capítulo 20 (Parte tres: "La Fiesta")
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
¡Mi nuevo libro ya está disponible!
Fallas/errores en Wattpad
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte uno: "No Soy Como Ella")
Capítulo 36 (Parte dos: "Única")
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44

Capítulo 30

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By turningpages97

N/A: Para una mejor lectura, reproduzcan "For him" de Troye Sivan cuando se indique en el capítulo. Enjoy, my lovelies! ;)

Camila's POV

Abrí los ojos y suspiré aliviada al no encontrar los típicos rayos de sol cegándome. Pasaron unos diez segundos hasta que me di cuenta de que la razón de mi repentino despertar no era la alarma, sino una llamada entrante. Una sonrisa boba se formó en mi rostro cuando vi el nombre de Lauren en la pantalla y una foto suya, que de inmediato pensé debía cambiar por una juntas. 

Deslicé mi dedo por el botón de contestar llamada y mi sonrisa se ensanchó mil veces más al oírla. 

"Buenos días, bella durmiente." Tapé el rubor con mi mano como si alguien pudiese verme. 

"Buenos días para ti también." Mi voz sonó ronca y me maldije a mí misma. "Lo siento..." Me disculpé avergonzada. 

"No, es mi culpa, debí haber esperado a que tú me llamaras." Aclaré mi garganta poniendo un dedo sobre el micrófono. "¿Sigues ahí?" Tosí y mi teléfono casi cae al suelo gracias a mis torpes manos. 

"¡Sí, sí! Es que estaba levantándome de la cama." 

"Ah, bueno. Llamaba para decirte que hoy no iré al insti," Fruncí tristemente el ceño. "pero si quieres puedo pasar por ti y llevarte o ir por ti a la salida." Medio sonreí, Lauren era tan... Lauren. 

"¿Sucedió algo?" Pregunté cuando noté que no me había dado ningún detalle. ¿Estaría enferma? Hice un puchero al pensamiento. 

"No, pero hace rato estuve pensando en remodelar mi cuarto y creí que hoy sería un buen día para hacerlo, no tengo ninguna clase que deba atender sí o sí y mi madre no estará hasta la noche porque irá con mis hermanos al cine después de la escuela." Una idea brotó en mi mente y sonreí comenzando a planear lo que haría. 

"Oh, bueno, entonces mejor quédate en casa, le diré a mi padre que me lleve o iré en mi auto." 

"¿Segura?" Preguntó y tuve que morder el dorso de mi dedo índice para evitar la enorme sonrisita. 

"Segura." Largué una pequeña risa. "No te preocupes, de cualquier manera creo que debería usar mi auto más seguido. No lo arreglaste para que esté ahí escondido en el garaje." Oí una carcajada del otro lado. 

"Bueno, puede que tengas algo de razón en eso." Dios, si estuviese con ella la hubiera besado, varias veces. 

Es que es tan... ¡AGHH! 

"¡Camilita, despierta!" Resonó la voz de mi madre desde la planta baja. 

"Ya debería levantarme y ponerme algo de ropa..." Una fuerte tos me interrumpió y abrí mis ojos grande. "¿¡Te encuentras bien!?" La tos seguía y de a poco la pelinegra parecía ir recuperándose del ataque. 

"Rayos, s-sí, sí. Sólo fue una ligera comezón en la garganta, ya sabes." Carraspeó. "Lo siento, ve, no quiero retenerte." 

"¿Puedo ir a verte en la tarde cuando termines?" Le di vueltas y enrollé un mechón de cabello en mi dedo. 

"¡Claro!" Mordí mi labio. 

"Entonces te veo en la tarde." Hizo un sonido de aprobación y reí en voz baja. "...Te quiero." Deseé poder ver su expresión en ese momento, aunque prácticamente podía sentir su sonrisa. "Y te extraño." 

"Yo también te quiero. Y me verás en unas horas." 

"¡Karla!" Los pasos subiendo las escaleras me alarmaron. 

"Mierda, viene mi madre, te llamo luego, cuídate." Rió a carcajadas y llegué a escuchar un 'Suerte' y 'Cuídate' de su parte. 

Me puse de pie y escondí mi teléfono entre las sábanas antes de que la puerta se abriera. 

"¿Por qué no respondiste si estabas ya despierta?" Cuestionó mi madre desde la entrada de mi cuarto. 

"Ah, es que..." Pensando en una excusa, mis ojos dieron con la puerta entreabierta del baño. "Estaba en el baño." Por dentro sabía que ella jamás se tragaría una mentira como esa, pero supuse que quiso hacerme sentir bien, a pesar de ser muy mala con las mentiras, cuando sonrió y asintió. 

"El desayuno está listo, hice huevos con tocino y preparé tu jugo de fresa con naranja y plátano." Mi ser entero se iluminó, la vi con entusiasmo y mucha hambre reflejados en mis ojos. 

"Enseguida bajo." Me apresuré a mi armario y retiré algo simple. Una camiseta gris y negra, unos jeans negros, y mis converse high top negras. 

Pero si quería sorprender a Lauren, entonces tendría que añadirle algo más que un simple vestuario. Los colores oscuros no eran a los que siempre acudía normalmente, pero necesitaba algo más, un toque. Analicé mi habitación con la vista. 

¡Maquillaje!

Claro, todos los días era costumbre colocarme algo para cubrir las bolsas debajo de mis ojos, las pequeñas espinillas que a todo adolescente le salen, o rizar un poco mis pestañas. Pero no era una costumbre mía el usar labiales o delineador. Quizás vendría bien un pequeño cambio. 

Luego de unos minutos, dejé el labial en la cómoda/tocador y me observé al espejo. Una sensación de satisfacción me llenó, al parecer no era tan mala para esas cosas como creía. Sorprendentemente había elegido el color correcto para mis labios, que destacaban bastante, pero no de manera exagerada. 

Ya con mi mochila lista, bajé a la cocina. 

"Kaki ya está aquí, mami-" Jadeó cuando me vio. "¡Te pintaste los labios!" Gritó Sofi y yo reí. 

Mi madre alzó las cejas con casi literalmente un cartel en la frente que decía 'Sé por qué te arreglas tanto'. "Y te queda muy bonito, mi niña." Tomó mis mejillas, les dio un apretón y besó una. 

"Gracias." Tomé asiento en uno de los taburetes. "¿Dónde está papá?" Inquirí para quitar el foco de mi nueva y mejorada apariencia. 

"Tuvo que salir de imprevisto, un empleado arruinó los planos para un edificio en obra." Fingí interés mientras servía jugo en mi vaso. "Vendrá por ti, ¿cierto?" Subí la vista algo confundida. "Lauren pasará por ti, ¿no?" Aclaró. Percibí cómo Sofi le ponía atención a la conversación al reconocer el nombre de la ojiverde, en serio le había tomado cariño en estos meses. 

Presioné mis labios juntos y negué. 

"No, tiene la mañana ocupada y no asistirá a clases." Divulgué en un tono bajo, decaída. 

"Puedo llevarte si quieres, pero primero debo llevar a Sofía." Negué tapando mi boca llena de huevos y tocino. Estaba delicioso. 

"Está bien, creo que debería acostumbrarme a conducir más seguido... Ya sabes, un poco más de autonomía." Me miró como si estuviese loca de remate. 

"Esos ojitos claros están haciendo cosas muy buenas contigo, me agrada." Me señaló con su tenedor y guiñó un ojo. Diantres, no podía estar más ruborizada. 

"Ella no tiene nada que ver con esto." Dije refiriéndome a mis cambios.

"Claro que no, mijita." Se burló con sarcasmo y rodé los ojos. A veces me preguntaba si yo era la adolescente en la casa. 

"¿Lista Sofi?" La pequeña asintió furiosamente y corrió a la sala. 

"¿No me esperaron para desayunar?" Puse una mano en mi pecho simulando estar ofendida. 

"Ya te estabas tardando demasiado allí arriba, el horario de Sofi comienza más temprano por ser escuela privada." Continué con mi actuación y de su boca salió esa risita contagiosa. 

"No llegues tarde a clases y no olvides tus libros, te amo." Sopló un beso y se fue directo a la sala. Suspiré cuando el click de la puerta me hizo saber que ya se habían ido. 

"¿Remodelando su habitación?" Preguntó Dinah con una ceja arriba. 

"Sí, creo que es porque no quiere que esté desordenada," Hice comillas con los dedos en la última palabra. "como la otra vez que me invitó a su casa." Normani y Ally giraron su cuello bruscamente hacia mí. 

"¿¡Te invitó a su casa!?" Recorrí sus miradas lentamente. Asentí aún sin entender qué tenía eso de malo, pues así lo hacían sonar. "¿¡Y NO NOS CONTASTE NI SIQUIERA UN DETALLITO!?" Mis mejillas se coloraron de carmín. 

"Uh, supongo que lo olvidé..." Todas entrecerraron sus ojos y me vieron con claras intenciones de asesinarme si no daba detalles pronto. "S-sí me invitó, Clara quería conocerme mejor y... Uhm, sólo fui a cenar y luego me quedé otro rato conversando y viendo fotografías de la infancia de Lauren." Dinah rió. 

"Típica madre que avergüenza a sus hijos frente a sus novias." Le dio un sorbo a su refresco. 

"No somos novias..." Escondí mi rostro disminuyéndolo y concentrándome en mi bandeja. 

Aún. 

"Tampoco son simples amigas." Contraatacó Normani mientras que Ally lo atestiguaba todo con una sonrisa divertida. 

El aire me faltó por un segundo. 

"Sólo... No creo que debamos ponerle un nombre a lo nuestro... todavía." Sus ademanes me decían a gritos que estaban desconformes con mi respuesta. Hasta yo lo estaba, pero por alguna razón no sentía que fuera el momento. ¿Quizás porque ese era mi primer enamoramiento real? Debería ser algo normal entonces, sentirse un poco insegura e inexperta... Todo era un mundo nuevo, en el que me aventuraría con la ojiverde. 

Diablos, la extraño.

"Todo tiene su momento, no hay por qué apresurar las cosas si no te sientes con ganas de hacerlo." Murmuró Ally desde su lugar al mismo tiempo que jugaba con el sorbete de su caja de jugo. 

"Allysus tiene razón, Chancho. Pero no pienses que porque aún no se han denominado como 'novias' no pueden actuar como tales." Normani se carcajeó. 

"De todos modos ya lo hacían." Bromeó la morena haciéndome negar con una sonrisa. 

"Creo que tienes un buen punto." Admití y llevé el tenedor con pasta a mi boca. 

"Probablemente ya se han comido la boca una a la otra en cada ocasión que se les presentó." Si intentaban hacerme escupir todo, entonces casi lo habían conseguido. Tosí y Ally dio unas suaves palmaditas en mi espalda alta. "¿Ven? Eso significa que sí." Finalizó la polinesia

"Sí nos besamos, ¿bien?" Declaré una vez que el espagueti llegó a mi estómago sin ser expulsado por culpa de la tos. "Pero no ha pasado a nada más. Sólo eso." 

"¿Ni siquiera un tantitito de toqueteo?" Cuestionó en una voz muy aguda e hizo la seña de 'poquito' con sus dedos índice y pulgar. La pregunta realmente me dejó pensando por unos instantes. 

"¿A qué te refieres con... 'toqueteo'?" Abrieron sus ojos de par en par y se miraron entre sí. 

"¿Estás diciendo que sí hubo toqueteo?" Indagó la menor de todas con una sonrisa que le llegaba hasta los ojos. 

"¡Acabo de preguntar qué quieres decir con eso!" Exclamé exaltada por sus estúpidas conclusiones prematuras. 

"¡SABES A LO QUE ME REFIERO!" 

"¡NO! ¡NO LO SÉ!" A esta altura no me hubiese sorprendido que toda la cafetería estuviese mirándonos raro y susurrando cosas detrás de nuestras espaldas. 

Dinah disimuló al chequear las obvias miradas y se acercó, Ally y Normani copiándola. 

"Me refiero a si la dejaste que te tocara el trasero, los pechos," Fruncí el ceño, avergonzada ante su ocurrencia. Ally reía junto con Mani. "o tal vez si tú le tocaste... Uhm, ya sabes, el pajarito." Susurró para que nadie oyera. 

"¿¡Dinah, qué demonios!?" Murmuré en alto. 

"¡No lo sé, es una posibilidad!" 

"¡No, claro que no!" Me había exaltado un poco demasiado. 

"¿No es una posibilidad o no se tocaron?" Normani estaba que no podía contener las risotadas. Me sentí expuesta al ver los ojos de todos sobre nuestra mesa. 

"N-no he tocado a Lauren ni ella a mí. No en ese sentido." Alzó una ceja. "Lo más lejos que ha llegado es a tantear mis caderas o mi cintura." Asintieron de manera comprensiva. "Y yo... Podría decirse que no tengo idea de adónde poner mis manos cuando nos besamos." La más baja se frotó la barbilla con los dedos, pensativa. 

"¿Dónde las pones normalmente?" Fruncí el entrecejo tratando de recordar las escenas de nuestros besos. 

"Uh, pues hasta ahora creo que en su nuca o un poco más arriba de su pecho." Descarté la idea de acabar mi almuerzo, el tema de conversación me había quitado el apetito por la comida. Sólo quería ver a Lauren. 

"Ese es un buen comienzo." Me subió bastante la autoestima el saber que no estaba haciendo las cosas totalmente mal. "No creo que debas preocuparte por nada al momento de estar con la persona a la que quieres, simplemente deberías dejar que tu cuerpo se mueva a su antojo, tus manos irán a donde mejor lo sientas." Sí, Allyson podía ser muy callada, pero era de las mejores consejeras. 

"Hablas como si fueran a tener sexo." Se burló Dinah. 

"No sería sexo en este caso... Se le llama hacer el amor." Replicó la pequeña rubia. 

"Oh dios mío." Me tapé el rostro con las manos. "¿Podríamos hablar de otra cosa? ¿Por favor?" La polinesia y Normani estaban a punto de abrir sus bocotas cuando el timbre sonó, señalizando el final del almuerzo. 

Qué alivio.

-

Eché un suspiro cuando el profesor explicó la misma fórmula por quinta vez. Nadie entendía nada y ya comenzaba a exasperarme. Mordía la tapa de mi bolígrafo mientras mi otra mano sostenía mi mejilla y mi codo descansaba en el pupitre. 

¿Qué estará haciendo Lauren? 

Al hacerme la pregunta, el recuerdo de mi plan volvió a mi mente y como una bala saqué mi teléfono del bolsillo de mi mochila. Había algunos mensajes de Dinah contándome lo aburrida que era la clase de arte con la profesora sustituta, pero no les di importancia y fui directo a mis mensajes con la pelinegra. 

[12:27 p.m.] 

Camila: Hey... 

No tuve que esperar demasiado hasta que la respuesta llegó. 

Lo❤️: Hey! Qué tal las clases, preciosa?

Mordí mi labio inevitablemente. Pero todavía debía llevar a cabo mi pequeño plan, así que no podía irme por las ramas tan fácilmente. 

Camila: Aburridas, ya quiero largarme de aquí 😫

[12:28 p.m.] 

Lo❤️: Sólo una hora más y al fin podré abrazarte

Reí por lo bajo. Me dio algo de lástima hacerlo, pero en verdad quería sorprenderla.

Camila: Ah, sí... Sobre eso, no creo hacer a tiempo... Lo siento :(

Lo❤️: Ocurrió algo? 😰

Debía dejar de ser tan atenta o me derretiría con cada una de sus palabras.

Camila: No, no! Sólo debo ir a buscar a Sofi a la escuela y cuidarla en la tarde, mi madre me envió un mensaje hace apenas unos minutos... 😭

[12:29 p.m.]

Lo❤️: Oh... Bueno, no te preocupes, podría pasar en la noche por ti e invitarte un helado, si quieres, por supuesto

Ya, suficiente. Esta mujer iba a lograr que me desmayara de la ternura.

Camila: Me encantaría! Ya estoy deseando verte...

Lo❤️: También yo, Camz. A ti y a tu hermosa cintura...

No tuve tiempo de sonrojarme porque el timbre sonó y ya todos los estudiantes que se habían puesto de pie, casi salían huyendo del salón. 

[12:30 p.m.]

Camila: Debo irme, la hora terminó. Te enviaré un mensaje cuando Sofi vaya a su clase de danza, probablemente así no tenga que estar encima suyo todo el tiempo ;)

Lo❤️: Claro, te veo luego ❤️

Camila: ❤️❤️❤️

Y ahora, es cuando el verdadero plan se pone en marcha.

Claramente todo ese teatro no era más que una mentirilla piadosa para poder encontrar a Lauren desprevenida y sorprenderla con una visita a su casa. Ya podía imaginar su cara en cuanto me viera del otro lado de la puerta con dulces, fresas, y crema batida en aerosol. 

No tardé más de unos cuarenta y cinco minutos en hacer todo lo que había anotado en mi lista imaginaria de tareas. 

"Crema batida," Agité la bolsa con el pomo de aerosol mientras las puertas automáticas del supermercado se abrían para dejarme salir. "listo." Confirmé. "Dulces y fresas," Agité la otra bolsa que era un tanto más grande que la anterior. "listo." Exhalé sonriente. "Plátanos y mantequilla de maní," Bien, eso no lo había planeado, pero yo también tenía otras necesidades. Los plátanos con mantequilla de maní eran una de ellas, a diario. "Todo listo." Reposé las bolsas en el asiento del co-piloto y fui del otro lado para sentarme en la cómoda butaca de cuero. El motor sonó como un poema. 

Lauren en serio hizo milagros con él. 

El camino fue muy similar a la vez en que había estado buscando a la ojiverde por cielo y tierra, pero con menos prisa... ¿A quién quiero engañar? Iba a la misma velocidad, estaba entusiasmada por verla. 

El vecindario daba una facha de mala muerte, pero en realidad sí se podían ver niños correteando en algunas calles, bicicletas en los jardines delanteros, o gente paseando a sus perros. Me sentí una idiota por haber juzgado tan rápido. Teniendo en consideración el horario en el que había ido la anterior vez, era comprensible que no hubiese tanto movimiento. 

Un estruendo me sacó de mis pensamientos y vi cómo mi auto le arrancaba el espejo lateral a otro. 

Fruncí mi labio inferior. "Ups..." Murmuré y seguí conduciendo, tenía casi diecisiete y varias cosas por vivir y experimentar, no quería que nadie me asesinara aún. 

Apresuré el paso luego de eso y pronto me hallé bajando del vehículo con las dos bolsas en mano. Dirigiéndome hacia la puerta casi a saltitos, como los de una niña a la edad del preescolar. Toqué el timbre y aguardé pacientemente, pero luego de unos cinco minutos, en los que volví a tocar una vez más, nadie se presentó a abrirme. Fruncí el ceño y cuando arrimé mi oído a la puerta, ya que la reja anti-insectos estaba abierta, la misma se abrió sola. 

¿Por qué deja la puerta abierta? ¡Eso es peligroso!

Las llaves estaban puestas del otro lado, seguramente había olvidado darles la vuelta. Cerré la puerta y colgué las llaves en el accesorio de pared. 

Todo lucía en orden, así que nadie había entrado a saquear, por suerte. 

Había música, venía del piso de arriba, o sea el cuarto de Lauren. Eso tenía que significar una cosa: ella estaba allí, pero no había escuchado el timbre con el volumen de la música tan alto. 

Subí cautelosamente, cuidando no hacer rechinar los escalones, aunque era poco probable que se oyese algo en medio de todo ese ruido. Llegué a la planta y vi su puerta entreabierta, su voz más baja que la del cantante, pero afinada y en el tono justo. Al asomarme creí que mis ojos me engañaban, o que el espagueti tenía algo extraño en la salsa, porque lo que vi me dejó con los ojos y la boca más abiertos que nunca. 

El suelo cubierto de tal forma que lucía forrado en papel de periódico, había cinta de papel por todas partes, y baldes de pintura en un rincón junto a la ojiverde, que vestía una camiseta holgada, notoriamente vieja y algo desgastada, unos bóxers negros, y nada en sus pies. Pero eso no era todo, ni mucho menos lo que más me había dejado boquiabierta, sino que además, podía ver cómo su cuerpo, más precisamente sus caderas se movían en perfecta sintonía con la canción.

La divertida sonrisa hizo su camino hasta mis labios y permanecí observándola. Se encontraba de espaldas a mí, pintando algo que supuse era un mural. Había una luna en un extremo y un sol a medio hacer en el otro, mientras que en medio varias estrellas estaban esparcidas por lo que lucía como un cielo en tonalidades de azul oscuro. La jugadora de softball dio una pincelada más y se dio la vuelta hacia los baldes, meneando las caderas en el proceso. 

"¿¡Qué car-Oh, d-dios, casi me matas del susto." Reí intentando cubrir mi boca con mi antebrazo ya que no había soltado las bolsas aún. Lauren bajó el volumen de la música.

"Lo lamento, pero el espectáculo que me diste valió totalmente la pena." Su rostro se tornó colorado y dejé las bolsas en su cama para poder abrazarla. 

"Uh... ¿N-no prefieres que... me ponga unos pantalones antes?" Preguntó y ocultó el bulto con sus manos cuando estuve a una menor distancia de su cuerpo. 

"¿Por qué no llevabas unos puestos?" Curioseé. 

"Es que no tengo ningunos que no me importe arruinar con pintura..." Hice un puchero. 

"Entonces no hace falta que te los pongas," La abracé sin previo aviso. "no quiero que arruines un par en perfectas condiciones por mí. Además..." Agregué en un tono bajo. "Lo he visto antes, n-no te preocupes."  

No era lo mismo que ver a las chicas en ropa interior, cosa que había hecho miles de veces, pero no era diferente en un mal sentido. 

Besé su mejilla y me separé sonriendo tímidamente.  

"Oh, no. No me diste el susto de mi vida para luego sólo besar mi mejilla. ¡Merezco algo mejor!" Clamó y mi risa fue cortada por sus manos atrayéndome a su cuerpo desde mi cintura, sus labios chocando con los míos en un tierno beso. "Me gusta tu maquillaje de hoy. Y el de todos los días, pero hoy estás especialmente hermosa." Sonreí embobada.

Planté otro casto besito sobre su boca. "Gracias, pensé que un pequeño retoque no me haría daño." Admiré la obra de arte plasmada en la pared. "¿Hiciste todo eso tú sola?" Mis manos no se movían de sus hombros y las suyas permanecían en mi cintura. 

"Sí, algo cansador, pero está quedando muy bien en mi opinión." Sus ojos brillaron al admirar su creación. Esa era mi faceta favorita entre todas las que había conocido, la dedicada. La que jamás se rendía y siempre daba lo mejor de sí misma hasta conseguir lo que sea que deseara. 

"¿Tienes alguna otra camiseta gastada para que me ponga?" Giró su cuello para mirarme. 

"Uhm, sí, seguro... Pero, ¿para qué quieres eso?" Sonreí y me agaché para tomar un pincel de suelo. 

"Quiero ayudar a terminar tu obra, ¿puedo?" Los bordes de sus labios se extendieron hacia arriba y se cabeza se movió en asentimiento. 

"Claro que puedes." Me dio un rápido beso y caminó hasta su armario. 

"Solamente tengo esta, la corté hace unos años creyendo que me quedaría demasiado grande, pero ahora ya no puedo usarla porque es muy chica." Rió ante su propia torpeza y me extendió una camiseta negra con el estampado de una banda. "Aunque creo que no sería bueno que ensucies esos jeans..." Frunció los labios, abrió otro cajón, y comenzó a revolver detrás de todo. "¡Eureka!" Retiró unos jeans simples con cortes en las rodillas. "Estos ya no me van, los guardé por alguna razón que ya no recuerdo y creo que a ti te irán perfectos." Asentí y fui a cambiarme al baño.

(*Reproducir canción*)  

"¿Qué tal me veo?" Di una vueltita coqueta enseñando mi vestuario. Los jeans me habían quedado algo largos, así que debí doblarlos. 

"Perfecta. Me gusta cómo te queda mi ropa." 

Y a mí me gusta usar tu ropa. 

Mordí mi labio inferior como acto involuntario a mis pensamientos. 

"A la obra entonces." Recogí el mismo pincel y hundí el haz de pelo en el balde de pintura blanca para llevarlo a la pared y trazar los primeros detalles. 

Comenzamos cada una con su tarea, yo pintando algunas estrellas y ella terminando la otra mitad del sol mientras la música sonaba de fondo. Aunque sus habilidades para las artes plásticas eran mucho más avanzadas que las mías, no me era imposible dibujar algunos garabatos y estrellas fugaces más o menos decentes, cualquiera podría hacerlo. Los pinceles corrían por todo el muro de concreto que alguna vez fue de color azul claro y mis pies habían ya ido y venido más de cien veces de punta a punta en esa habitación. La pintura parecía jamás acabarse y yo sentía esos ojos viéndome de vez en cuando, con una sonrisa adorable. Sus labios se curvaban hacia arriba cada que yo mordía mi lengua o mi labio, concentrada en mi deber. 

"¿Qué me ves?" Cuestioné y Lauren negó riendo. 

Después de apenas unos minutos la encontré haciéndolo de nuevo. 

"¡Deja de hacerlo! Me pones nerviosa." Pegué en su brazo con mi palma. 

"Es que tienes una pintita de azul en la frente." Abrí los ojos grande e intenté borrarla con la mano. "¡Ahora tienes toda la frente embarrada!" Estalló en risas. 

"Ah, ¿sí?" Hundí mi pincel en el balde de azul. "¡Pues tú tienes un poco ahí!" Tracé una línea de su mejilla a su frente. 

"Oh no... Tú no acabas de hacer eso." Sabía que me había metido en graves problemas. 

"Oh sí, sí lo hice. Y te queda de fábula." Hundí el pincel en otro de los baldes, sin revisar la etiqueta con la tonalidad. "¡Y creo que también te quedaría muy bonito un poco de color por aquí!" Hice una raya en su brazo y corrí hacia un rincón en busca de refugio. 

"¡Pagarás por eso, Karla Camila!" Amenazó apuntándome con su pincel como si fuese una espada o un sable.

"¡No, no, no!" Me alejé pero ella se abalanzó a mí y la fría pintura dio a parar en mi barbilla y parte de mi cuello. "¡Soy inocente, lo juro!" Gritaba mientras me descostillaba de la risa y mi estómago dolía. 

Nunca había reído tanto ni había pasado tan buen rato como con ella. 

"Eres. un. pequeño. demonio." Separaba las palabras y forcejeábamos por mi pincel. Caí al suelo con ella encima todavía intentando arrebatar el arma mortal de mis manos. "Las vas a pagar..." Estiró su mano hasta uno de los baldes y desparramó la pintura por toda mi cara, los pinceles ya habían quedado en el olvido. 

Jadeé falsamente indignada, ahora mi cara era un desastre de colores y el maquillaje daba igual. Esto era la guerra. 

Devolví su ataque de igual manera, llenando sus mejillas y frente de pintura negra y azul mientras me esforzaba por salir de mi prisión. Entre minutos que parecieron horas, no paramos de embarrarnos pintura una a la otra y reír descontroladamente. Su cara tan azul que parecía un pitufo, la mía era una combinación escandalosa de azul, blanco, negro, y amarillo, Lauren dijo que le hacía recordar a la famosa pintura de Vincent van Gogh "La noche estrellada". 

Nuestras risas y mis grititos resonaban por toda la casa de tal modo que si los vecinos llegaran a oír, llamarían a la policía. 

"No puedes, soy más fuerte que tú." Canturreó la última parte y sus manos encarcelaron mis antebrazos por encima de mi cabeza. 

"¿En serio crees eso?" Asintió orgullosa. "Porque yo no." 

"¿Cómo piensas probarlo?" Preguntó con arrogancia. 

"Eso es fácil." Sonreí y alcé ambas cejas.

"Demuéstralo." Retó.

Rápidamente corté la distancia entre nuestras bocas posicionando mis manos en su nuca. Su agarre pronto fue debilitándose y de a poco desapareciendo, hasta el punto en que sus manos simplemente quedaron a los costados de mi cabeza y mi lengua se encontró con la suya. Se produjo un sonido ya conocido por ambas al romper contacto entre sus labios y los míos. 

"La fuerza no lo es todo, Jauregui." Me burlé de lo fácil que había sido ganarle la batalla, no creí tener tanto poder sobre ella hasta ese momento. Pero enseguida noté cómo sus irises no se alejaron de los míos por varios segundos y conté las veces que bajaron hacia mis labios. 

Uno... Dos... Tres...

"¿L-Lo?" La sonrisa ya no estaba ahí, y ese esmeralda ahora lucía grisáceo. "Laur-" Callé y cerré mis ojos al sentir el beso, tan suave y cargado de millones de emociones, sensaciones. 

Disminuyó su cuerpo sobre el mío, sus antebrazos sosteniéndola y su lengua pidiendo permiso para entrar en mi boca, que cedí sin dudar. 

No creo que debas preocuparte por nada al momento de estar con la persona a la que quieres...

Dicho y hecho, dejé las inhibiciones de lado y posé mi mano en su cadera. Sus labios moviéndose contra los míos con más rapidez y algo como una pizca de deseo, pero sabía a dulces, cosa que no sería sorpresa, porque habíamos estado comiendo minutos atrás.  

Toda rivalidad o competencia había quedado perdida en el aire, esfumándose velozmente entre los suspiros. Sólo cabía nuestra sed por la otra.

"Me encantas." Dejó salir con la respiración medio agitada.

"Tú a mí." Contesté sin aliento, y cuando la tentación fue demasiada, mi mano se coló por debajo de su camiseta para tantear su piel. 

Los músculos en su abdomen se tensaron al sentir el cosquilleo causado por las yemas de mis dedos, y entonces Lauren ya no besaba mis ahora hinchados y rojizos labios, sino que se dirigía hacia mi cuello, pasando antes por mi mandíbula. Quise explorar con el tacto los pronunciados montes de músculo, sobre y entre las delirantes separaciones abdominales que madre mía, me volvían loca. Ella lo disfrutaba, o al menos a eso sonaban los pequeños gruñidos rasposos que se escabullían fuera de su garganta. 

Mi modo de demostrar aceptación a su contacto aparentemente le había confirmado que no me molestarían algunas caricias de su parte, porque inmediatamente su boca comenzó a trabajar un poco más duro, con más determinación, succionando levemente por encima de mis clavículas pero no lo suficiente como para dejar marcas. 

Simplemente deberías dejar que tu cuerpo se mueva a su antojo, tus manos irán a donde mejor lo sientas...

Mis dos manos se hallaban ahora en su espalda, recorriendo de arriba a abajo y logrando que la prenda a mi parecer sobrante, se subiese de a poco, clavando delicadamente mis uñas cuando la ojiverde succionó en un punto particularmente placentero. 

"Mmh..." Mordí mi labio inferior tan fuerte que temí sangrar. 

¿Realmente estaba haciendo eso? 

Sí.

¿Y quién lo diría? 

...La dulce Camilita, acostada en el suelo de una habitación que no es suya, con una chica guapísima casi semi-desnuda encima, besando su cuello. 

Si me hubiesen dicho que esto pasaría hace algunos meses, me les hubiera reído en la cara, o me hubiese enrojecido a muerte, negando rotundamente que eso fuese siquiera posible. Pero sí, todo era real, Lauren en serio estaba atacando mi cuello de esa manera y yo de verdad lo estaba disfrutando como nunca. Me fascinaba y no quería que se detuviera. 

No puedo ser la misma niña buena toda mi vida, ¿cierto? 

El hormigueo en mi cuello se iba trasladando hacia mi intimidad como olas, en unas agradables punzadas que me erizaban la piel al ritmo en que sus labios me rozaban. Su inquieta mano apretujó mi cintura y sin rodeos la tomé. La pelinegra se separó de mi cuello y me vio confundida, tal vez asustada de haberse pasado. 

"C-Camz-" No respondí, sólo la guié debajo de mi camiseta mientras ella no podía salir de su perplejidad. 

"Está bien." Susurré tratando de darle a entender que yo también deseaba sentir sus manos en mi cuerpo. 

"¿S-segura de que-"

"Estoy segura, Lo. No sería justo que yo pueda tocarte a ti pero tú no a mí." Quedó con su boca entreabierta y mirándome a los ojos, posiblemente procesando lo que acababa de decir. 

Cuando su mano volvió a acariciar mi piel, un ruido proveniente de la planta baja llamó nuestra atención e hizo que la ojiverde casi cayera de costado de lo rápido que se alejó.

"¡Lolo!" Mi agarre en su mano se tensó y mi corazón se detuvo por un segundo. 

"¡Mierda!" Se puso de pie a velocidad récord. 

"¡No tienes pantalones!" Agachó su vista a sus bóxers y contuve la respiración, el bulto había crecido considerablemente. 

Wow. ¿Yo había hecho eso? No pude sentirlo porque ella estaba de rodillas, pero... creo que no me hubiese precisamente desagradado. 

"Dile que estoy en el baño." Asentí y empecé a actuar como si estuviese pintando la pared, los pasos subiendo las escaleras. 

"Lolo, mija te dije que-¡Camilita!" Alzó sus brazos alegremente. "¿Por qué no me avisaron que vendrías? ¡Hubiera preparado algo de comer para ustedes!" Sonreí cortés y coloqué un mechón de cabello detrás de mi oído, como pude, porque mis manos temblaban de la adrenalina. 

"Ah, sí, lo siento es que llegué de imprevisto. Pero ya no se preocupe, Lauren y yo comimos algunos dulces que traje." Ladeó la cabeza al momento en que la jugadora de softball salió del baño ya vistiendo un par de pantalones Nike deportivos. 

"Parece que hubo una guerra de pintura aquí." Frunció el entrecejo, nos ojeó de cuerpo entero a ambas y se detuvo en un lugar en especial. La parte de mi abdomen que la camiseta dejaba descubierta, atestada de huellas azules y blancas. Lauren siguió sus ojos hasta dar con el punto en donde la mujer se enfocaba y tragó saliva. 

"M-ma... Puedo exp-" 

"Iré a preparar la cena, chicas. Procuren colocar el pestillo, Chris y Tay siempre entran sin permiso." Sonrió y guiñó un ojo antes de salir. 

Oh dios santo.


Nota: *Sonrisa pícara* Whoops!

PD: Quería que quedara perfecto y por eso lo hice bastante más largo de lo común (aún así sigo siendo yo, y como yo que soy, probablemente lo edite después just because). ¡En serio espero que lo hayan disfrutado! :)

Si les gustó, por favor voten, comenten, compartan, pásense por mi otro fic, y tengan un hermoso día/noche *heart emoji*

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