NERD.

By xxniallersflowerxx

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-Feo. -Okay. -Insoportable. -Okay. -Te detesto. -Okay. -Apestoso. -Okay. -... Te amo. -O... ¿Qué? Daphne Hur... More

NERD. |Harry Styles|
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Epílogo
¡Gracias!

Capítulo 60

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By xxniallersflowerxx

                                                                  


Han pasado dos semanas ya... desde aquel día tan lleno de sufrimiento y desesperación. Días después de haber salido del hospital y días en los que permanezco en casa, siendo cuidada y ahora sintiéndome algo asfixiada. Pero ellos buscaban mi bien y debía estar agradecida. El doctor estaba viniendo a verme ya desde hace algunos días, yo insistía estar bien, pero nada haría cambiar de opinión a mis padres.

—Depresión —Escuchaba al doctor hablar con mis padres, ellos fuera de mi habitación—. Ha tenido una fuerte impresión... Los ataques de pánico son muy seguidos y quizás sería mejor internarla, Bill. No está nada bien y el psicólogo hizo bien en advertir que esto es un poco más grave.

—No —negó angustiada mi madre, al borde del llanto—. Morgan, mi pequeña... Ella debe mejorar, pronto lo hará aquí en casa, ¿cierto, cariño? Aquí tiene las atenciones, ayuda... Por favor, no dejes que mi Daphne sea internada, Bill, sé que eso sólo la empeorará —Lloraba ella, abrazada a mi padre, y en los bellos ojos de él aquel brillo se desvanecía tan lenta y dolorosamente...

—Tendremos que hacer lo que sea necesario, Margie —susurró hacia mamá, quien se negaba una y otra vez—. Nanny, avisa a Calvin, ¿de acuerdo? Quiero que prepare el auto, por favor —pidió con calma, con la mirada en el suelo. Intercambió un par de palabras más, y Morgan trató de animarlo en vano. Me alejé de la puerta y caminé hacia mi cama de nuevo, abrazando mis piernas y apoyando mi barbilla sobre mis rodillas.

No, yo no estaba mal. No podía dejar que esto me consumiera, no podía dejar que el dolor me acabara... Que destruyera a mis padres, a mi familia; yo no debía destrozar mi hogar. ¡Pero era esto lo que era! ¡Un maldito tornado!... Y estaba arrasando con la alegría de todos en esta casa. Día y noche lloraba, y solo los abrazos de mamá ahora podían consolarme, sólo su tierna voz ahora podía brindarme la calma que ningún medicamento me daría jamás.

—¡Daphne, no! —gritaba ella, abrazándome, sosteniendo mis manos para que no me lastimase entre rasguños hacia mí misma—. No, cariño... No te lastimes. Mamá está contigo, mamá está contigo, mi amor... —susurró en mi oído con la voz llorosa. Mi llanto, sin embargo, no disminuía como tantas veces antes.

—E-estoy bien, mamá... Por favor, no dejes que me lleven. ¡Mami, no quiero irme de casa! Tengo tanto miedo, mamá —negaba una y otra vez, gritando y sollozando fuertemente, arrasada por el dolor. No podía creer el desastre en el que se había convertido mi vida con tan solo una noche...

Odiaba a todo el mundo, odiaba a todos en el exterior. Ninguno allá afuera me valoraba, ninguno allá afuera me quería, ¡todo era una farsa, siempre lo había sido! Era una burla para todos, siempre supieron del daño que se planeaba en mi contra... El mundo ha sido tan cruel conmigo, la vida se ha burlado de mí tan vilmente. ¿Qué culpa tengo yo? ¿Fue mi culpa acaso amar? ¿Fue ese mi error?... ¡Pues nunca más lo volvería a hacer si sufriría de esta manera! Odio el amor y todas sus malditas maneras de envolver en sus redes a la gente. Odio a las personas que me hicieron creer que podía confiarles mi corazón, a las personas que traicionaron mi amistad... Nunca me valoraron, jamás lo hicieron.

—Me lastimaron tanto, mami... —sollocé sobre sus brazos, mientras ella acariciaba mi cabello y me besaba en la coronilla con su inmensa delicadeza—. No quiero volver a verlos jamás... ¿Por qué me dañaron tanto? ¿Por qué ser tan crueles con alguien que sólo quería su bien? No puedo entender porque existe gente tan, tan malvada en este mundo. Gente que no le importa ni un poco el cómo te sentirás, el qué será de ti después de lastimarlos... No quiero volver a enamorarme, mamá, nunca podré tener verdaderos amigos, alguien que me ame de verdad...

—No digas eso, Daphne —susurró mamá, resistiendo los sollozos—. Me duele tanto verte sufrir, mi nena... Eres mi amor, mi sol, mi vida, Daphne. Sé que no quieres hablar de lo que sucedió y no sé con exactitud que hizo esa gente, pero no dejaré que esto te acabe, ¿escuchas, mi amor? No dejaré que ellos te acaben y tú tampoco lo harás. Eres fuerte, Daphne... Eres maravillosa, una persona hermosamente incomparable. Brillas sobre los demás por tu cuenta. No debes depender de los demás para ser feliz. Te lastimaron, sí,... pero hay veces en las que debes tomar fuerzas de donde no las hay y levantarte, demostrarle a todos que nadie puede destruirte. Demostrarte a ti misma que sí puedes. Daphne, eres mi bebé, ¿entiendes? Tú eres mi felicidad, incluso más que tu padre —murmuró, y me miró a los ojos, limpiando mis mejillas tan dulcemente... ella—. Has vivido en mí durante nueve hermosos meses, mi nena,... te di la vida, te protegí y cuidé y lo haría por mil años más... Y tú debes aprender a hacerlo también, Daphne. No dejes que ellos destruyan tu precioso corazón, no. No permitas que ellos roben lo mejor de ti, tu esencia, tu propia luz.

Miré a sus hermosos ojos, directamente... Y no pude encontrar más que amor y sinceridad. Esta era la verdad, ella me amaba realmente y no podía defraudarla por personas que no supieron valorar mi amor. No podía, no debía defraudarme a mí misma.

—Gracias, mamá —susurré, y la abracé con fuerza... con tanta, tanta necesidad—. Te amo, mami. Te amo.

                                                                                                                           


Los días pasan, las horas y minutos también. Ahora nadie me mira con lástima, he dejado de asistir a las sesiones con el psiquiatra tan seguido; he comenzado a comer un poco más y sonreír también. He vuelto a vestirme mejor, a tratarme, a recuperar mi apariencia. Exteriormente debo estar bien, e interiormente... aún hay mucho qué superar. Nadie sana de la noche a la mañana, no después de tanto sufrimiento. Ha pasado la Navidad y el Año Nuevo. Estuve muy feliz de compartir el maravilloso momento con todos en casa, momentos tan preciosos que nunca debería dejar pasar. Mamá sonríe más al igual que papá al ver mi recuperación avanzar más y más... Es por ellos por quien no me rindo. Son ellos mi mayor inspiración en el mundo; aquellas dos personas maravillosas, aquellos grandes padres, los que toda persona desearía y que son míos, sólo míos.

—Deberíamos ir ahora —Animé, sonriendo y abrazando a papá. Él adoraba verme sonreír y yo debía hacerlo feliz, porque lo merecía. Bill Hurley merecía el mundo y más.

—¿Completamente segura, amor? Sinceramente no me gustaría arriesgarte a ver a toda esa... gente. Si es que así debería llamar a esa gran manada de bestias —gruñó él, y yo solté una pequeña risa.

—Papá, ¿qué dijo Morgan, eh? —Él suspiró y rodó los ojos, su rostro siendo alumbrado por una suave sonrisa al segundo.

—Saludos a los ánimos y despedida a los problemas —Asentí de acuerdo y sonreí. Papá me abrazó y dejó un suave beso sobre mi tez—. Estoy muy orgulloso de ti, mi hermosa Daphne. Has pasado por momentos muy difíciles, la gente ha sido cruel contigo, con la persona más preciosa en este mundo, ¿pero sabes qué? Todos ellos algún día se arrepentirán por esto. Las cosas malas se pagan, cariño, y muy caro. Así que tú no te preocupes más y busca tu felicidad, ¿bien? Mientras tú seas feliz, cariño, yo lo seré, y el mundo —murmuró, acariciando mi mejilla. Lo observé en silencio, y casi me trepé a él en un gran abrazo.

En brazos del mejor padre del mundo.

—Te amo, papi... Gracias por estar siempre para mí —susurré.

—Siempre lo estaré, princesita. Nunca dudes de ello —sonrió, depositando un beso en mi nariz, haciéndome reír. Se giró al escuchar los zapatos de mamá resonar en las escaleras, y el brillo en sus ojos relució más aún... Mirando a mi madre, como si fuese la primera vez que la veía. Deseaba y anhelaba un amor como el de ellos... Pero quizás, tan sólo quizás, el amor no estaba hecho para todos. De todas formas, más ya no importaba.

—¿Cómo están mis dos grandes amores? —sonrió mamá, llegando a nosotros y uniéndose a nuestro abrazo, donde fue recibida con el mayor placer de todos.

—Admirando definitivamente lo hermosa que se ve hoy, señora Hurley —sonrió papá, y reí cuando mamá sonrojó. Ella besó su mejilla cuando él accedió a agacharse un poco.

—Usted también luce... oh, perfecto, señor Hurley —rió suavemente ella y papá la miró más que embobado.

—¡Los amo muchísimo! —Debía decir yo, claro, arruinando su momento de coquetería, ¿sino para qué era su hija, eh? Ellos me abrazan muy alegremente, diciéndome que me aman demasiado también... Ellos son mi verdadero e infinito amor.

Calvin abre la puerta del auto para nosotros al llegar y papá agradece con amabilidad. Mamá toma mi mano, y mi corazón no puede evitar ver con terror el lugar en el que está. Respira, Daphne... Respira. Tengo el control, yo soy quien manda aquí, no debería temer en absoluto. Mamá me brinda una cálida sonrisa, y decido confiar en que las cosas irán bien a partir de ahora. Calvin iba tras nuestro mientras un par de guardias más nos respaldaban en la entrada de la escuela durante el frío día viernes.

Los Hurley han llegado.

Y todo el mundo aquí lo sabe.

Este momento iba a llegar, quiera yo o no. Levanté el rostro, y demostré tanto poder y autoridad como mis padres. La puerta se abre para nosotros y hacemos nuestro ingreso; la gente abre paso ante nosotros, los grandes de grandes, asombrados ante nuestra inesperada visita. No miro a estas personas, pero sé que casi todos presenciaron el daño que se hizo mi contra en la que debía ser uno de las mejores noches de mi vida. No me importa más, no las miro; que admiren a los reyes que han llegado. Calvin va detrás nuestro, vigilando minuciosamente cada movimiento de los alumnos, ninguno se atreve a pronunciar mi nombre, pero todos halagan nuestro apellido.

Hipócritas.

Amo la sonrisa que llevo en el rostro, e incluso amo más la sorpresa en sus rostros al ver a una nueva Daphne Hurley.

Black Halton nos espera al final del pasillo, sonriéndonos con amabilidad. Nos esperan unos adorados documentos de intercambio a Irlanda por firmar.

                                          

                                                                           

"¡Ella está aquí! ¡Llega ahora mismo, es posible que se vaya rápido!"

Me encontraba corriendo y tratando de esquivar cada alumno para llegar a la entrada de la escuela; hace casi diez minutos había recibido el mensaje de Liam y no dudé un solo segundo en levantarme de la cama, sin importar si estaba bien vestido o no, eso era lo de menos. Ella estaba aquí, en la escuela, y la gente murmuraba de ella por todos lados. ¿Ella habría vuelto a las clases? ¿Cómo estaba ella? Muchos comentaban el que estaba más preciosa que nunca... Ella siempre había sido hermosa, no había duda de eso.

Corrí y corrí, y por ningún lado la vi...

La desesperación me carcomía, e incluso más al ver a dos guardias exteriores en la entrada de los pasillos; definitivamente estaban aquí por ella. ¿Por qué debían ser tan crueles y no darme información sobre ella? ¡Solo...! Solo deseo verla... pedirle perdón, rogarle de rodillas si fuese necesario, haría lo que fuese por tenerla conmigo tan sólo una vez más. Llego a la oficina del director, en donde Liam dijo que estaría ella.

—Procura no acercarte tanto. Es mejor que nadie te vea, Harry —dijo, angustiado. Él tampoco tenía muy buena apariencia, no con tanta preocupación encima—. Si los Hurley te ven, serás hombre muerto.

¿Los Hurley estaban aquí?... Ahora tenía más sentido. Ahora podía entender la seguridad exterior, a Calvin fuera de la Dirección, con una expresión nula que provocaba el mayor miedo a cualquiera. Debía tomar valor, debía... buscarla, luchar por ella, e iba a ser así. Calvin me observó y su postura se enderezó un poco; el hombre era gigante, y sé cual era su propósito más que cuidar a la familia.

Mantenerme alejado de Daphne.

—S-señor...

—Aléjese o usaré la fuerza con usted, señor Styles —Dijo con total frialdad, y temí, pero no podía rendirme. No debía.

—¿Cómo está ella? P-por favor, sólo... quiero verla un momento, por favor —imploré, queriendo acercarme, pero me apartó de un brusco empujón.

—Usted está prohibido de ver a la señorita Hurley, Styles, pensé que le había quedado claro, más aún después de la visita del señor Hurley a su casa —gruñó—. Usted, y todo su grupo de amigos están prohibidos de verla. —Advirtió con seriedad. Y quise a ponerme a llorar nuevamente como un bebé, porque me negaba a aceptarlo, pero nada resolvería si le daba la contra ahora.

Sin embargo el destino fue un poco más amable conmigo esta vez y la puerta de la Dirección se abrió. Y una Daphne más reluciente que nunca salió, con una tímida sonrisa en los labios, sin aún percatarse de mí... pero, una vez más, Bill Hurley lo había hecho.

—Calvin —ordenó, y no permitió que Daphne se girara, pero su cuerpo se tensó cuando su madre la abrazó—. Calvin —repitió.

—Sí, señor —asintió sin más, y se acercó a mí, posicionándose en mi delante y mirando hacia la puerta, dándome la señal de que debía salir ya mismo. Pero no pude quitar los ojos de Margareth Hurley y su hermosa hija, a quien le susurraba palabras de calma... ¿Qué tanto había pasado en estas semanas? ¿Por qué tenía el mal presentimiento de que esta pesadilla iba a convertirse en un mayor martirio?

—Daph...

—¡Fuera! —Casi gritó el padre de Daphne, y me estremecí del susto. Nunca lo había escuchado gritar, alzar la voz, pero estaba más claro que el agua el que me había ganado su odio. Calvin me empujó fuera del área y ni el director se atrevió a decir algo al respecto. Y no supe que pasaría tan, pero tan poco tiempo para que realmente estuviese tan lejos de mí...

Bebía, bebía una, dos, tres botellas de licor, como un maldito perdido. Lloraba y gritaba,... no podía dejar de pensar en ella. ¿Qué estaba sucediendo con el mundo? Ridículamente prefería estar solo y ahogarme en mi egoísta pena. ¿Dónde estaba ella? ¿seguía en casa? ¿se ocultaba de mí? Si pudiese tan solo verla una vez más...

—¡Harry! —gritó una masculina voz, mientras sentía mi cuerpo ser zarandeado con brusquedad—. ¡Harry, despierta! —Era Payne.

—Liam... —balbuceé con torpeza, tratando de zafarme de sus manos sobre mis hombros. La cabeza iba a explotarme si él no dejaba de gritar—. ¡N-no grites...!

—¡Levántate ahora mismo! —Su voz llena de preocupación y temor—. ¡No debes tardar! ¡Levántate ahora! —gritaba, mientras alejaba las botellas de licor de mi cama y me lanzaba al rostro la ropa del armario—. Debes apurarte antes de que sea demasiado tarde. ¡Harry, necesitamos ir al maldito aeropuerto ya!

El mareo se me fue en un segundo.

—¿A-Aeropuerto? —titubeé.

                                                                                                                                        

            

Recuerdos... mil y un recuerdos corriendo en mi mente, atormentándome y haciendo de mí un alboroto. Caminaba a paso lento, subía las escaleras eléctricas y observaba cada detalle del lugar por el cual no volvería hasta meses después... donde sería únicamente recibida por mi familia, por los que me amaban de verdad. Nanny sostenía mi mano con cariño mientras yo me apoyaba sobre su hombro, y parpadeaba rápido de vez en cuando cuando la nostalgia me quería ganar.

—Te extrañaré tanto, mi pequeñita —susurró mamá, acariciando mi cabello, mientras las lágrimas caían lentamente por sus mejillas. Mis dedos sostenían su fino rostro con cuidado, limpiando aquellas gotas tan llenas de pena y felicidad.

—No llores, o lloraré también, mamá —susurré, y ella asintió, tratando de resistir; pero la verdad era que las dos éramos un par de sensibles y sentíamos gracia por eso—. Te amo demasiado, mami... Volveré pronto —besé su frente y ella suspiró.

—Te esperaremos, bebé, y debemos mantenernos comunicadas, ¿de acuerdo?... Oh, Dios, casa se sentirá tan vacía sin tu alegría, mi amor —negó, y no pudo evitar soltar más sollozos. Mi padre la acurrucó en su pecho y acarició su cabello. Quité la mirada de ellos, negando, tratando de pensar en alguna otra cosa que no me llevase de nuevo al llanto.

—No me iré por siempre, mami. Volveré más pronto de lo que crees —intenté reír, pero la voz se me quebró y comencé a llorar. No sólo me mataba de la pena el hecho de que estaría lejos de mi hogar,... habían sentimientos ocultos detrás de mis lágrimas, dolor, mucho dolor y sufrimiento.

El lugar que alguna vez me había presenciado tan feliz por realizar un nuevo viaje, ahora me veía llorar por tener que irme... Mis ojos no podían evitar ver de vez en cuando hacia atrás, a la entrada, esperando quizás que alguien viniese por mi y detuviese mi partida. Rezaba mentalmente para que aquella carta haya sido vista a tiempo... Solo él podía decidir qué hacer, solo él podía decidir si empezar nuevamente o dejarlo ir. Papá consolaba a mamá, y yo sabía que ella sabía que su pequeña no sólo se iba para seguir sus estudios, no, ella sabía la verdad. Y el tiempo pasaba, mi querida mala suerte a su vez; las lágrimas se me acababan, pero sabía que volverían pronto. Tomé mi teléfono y fingí jugar con éste, pero mi lado masoquista sollozaba mirando las fotografías que alguna vez nos tomamos con alegría; o al menos real felicidad de mi parte.

Me he quedado con nuestros recuerdos... Sí, lamentablemente eso es lo único que parece haber sobrevivido.

Me disgusta tanto la idea de estar ilusionada a pesar de todo el daño pasado. Me aterra tanto lo que vivo..., me asusta el pensar que, si él no llega ahora, pasaré los siguientes días ahogada en mi propio mar de penas. Quería pensar en que el príncipe llegaría en su hermoso caballo blanco a salvarme, a decirme cuánto me amaba y que seríamos felices para siempre. ¡Maldición! Deseaba tanto mi propio cuento de hadas... en donde todo debía ser feliz, en donde jamás existiría más la tristeza.

Pero mi vida no era un cuento de amor. No, en mi cuento la princesa se quedaba sola y llorando porque el príncipe tomó a una doncella y decidió tener su final feliz con ella. En mi cuento, el príncipe jamás llegaba al aeropuerto a gritar a los cuatro vientos que amaba a la princesa, para que no lo dejase y viviesen felices. ¡En mi maldito cuento la estúpida princesa había sido más tonta que nunca al estar dispuesta a perdonar!

Fue así que la dulce y triste princesa, sin más, tomó asiento en el lujoso avión, mientras abrazaba sus piernas y lloraba en silencio, sin importarle en absoluto si alguien la veía. Fue así que aquel que creyó su príncipe, jamás fue por ella.

Y colorín colorado... este triste cuento ha acabado.

                                                       

                                         

¡Último capítulo de NERD!

Gracias, ¡mil gracias por tanto, bebés! Como advertí en el capítulo anterior, quien desee puede quedarse aquí, no hay problema alguno. Y quien decida continuar, pues mil gracias de igual manera, espero que disfrute mucho y adore esta historia tanto como yo lo hago. ¡Un millón de gracias!

Todo mi cariño, mi amor, ¡mil besos para ti!

Ellie.

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