Capítulo 34

3.8K 218 53
                                    

Paredes amarillas, sofás beige, tazas de té, mantas y un chico resfriado; esos eran los elementos que me rodeaban y lo que me hacía permanecer en la casa de Harry Styles. He tenido que luchar con él para que no asista a la escuela y Anne, su madre, ha estado completamente de acuerdo conmigo. Al principio estuvo haciendo un berrinche terrible, era peor que un niño de cinco años e incluso se atrevió a amenazarme con hacerme la ley del hielo, pero supo decidir muy bien al decirme que tan solo bromeaba; él sabía a la perfección que yo le haría lo mismo... Multiplicado por cien. Harry era la primera persona en el universo a la que conocía la cual rogaba por ir a la escuela. Y es que lo nerd no se lo quita ni el mismo diablo.

Anne y yo casi nos turnábamos para pasar tiempo con Harry, ella por las mañanas cuando yo iba a la escuela y yo casi todas las tardes, aunque bueno, no es como si hubiesen sido muchos días, apenas íbamos cuatro. Aun así le dije que yo me encargaría de él, ella estaba un tanto ocupada con el trabajo y Harry no debía ser un trabajo más, tenía suficiente y yo podía controlarlo y pasar más tiempo con él; ella me lo agradeció muy amablemente e incluso me dijo para que saliésemos un día de compras, a lo cual no dudé en responder con un espectacular "¡Sí!". Harry renegaba conmigo por no dejarle ir a la escuela, decía que ahora todos podrían verme y comerme con la mirada, que se aprovecharían de que él no estuviese y harían de todo para acercárseme, pero le dejé muy en claro que eso no sucedería. Sabía controlar muy bien la situación; si estoy en una relación, estoy en modo invisible para cualquier hombre, punto.

—Voy a retrasarme en los cursos, Daphne, es injusto. No quiero retrasarme, quiero volver a la escuela. Estaré bien —Me insistía una y otra y otra y otra vez. Harry Styles era un cabezota inagotable.

—Dios mío, dame paciencia que si me das fuerzas lo ahorco —gruño golpeando mi tacón contra el suelo. Respiro profundo—. ¿Te calmará un poco siquiera si te digo que trataré de escribir todo para que lo realices aquí en casa? —me cruzo de brazos entre refunfuños. No es como si adorase escribir toda la aburrida y torturante clase, pero sé que no tengo otra alternativa con ese incansable hombre.

—¿En serio harías eso por mí? —Su voz suena esperanzada y los ojos le brillan, como a un esclavo el cual no ha ingerido alimento por días ha recibido un pedazo de pan. Asiento entre gruñidos, mientras mi subconsciente me grita «¡Error, error, error!». Y comienza a ponerme en lista toda la responsabilidad que cargaré por este nerd al cual tanto quiero y me hace decir hasta incoherencias, como que le escribiré todas las clases.

—Sí, lo haré —rodé los ojos.

—¿Me lo prometes? —chillo y gruño pataleando como una niña pequeña.

—Lo prometo.

—Por tu... este... ¿cómo se dice? ¿Promesa...? ¿Pinky Promise? —dice confuso, pero sonríe con suficiencia cuando ve la mueca de horror en mi rostro.

—¡Harry...!

—¿Pinky Promise? —repite, cruzándose de brazos.

—No me hagas esto —lloriqueé.

—Daphne...

—Joder, sí, pinky promise —tomé la almohada que yacía a un lado de su cama y me cubrí con ésta.

¿En qué me estoy metiendo? ¡He cavado mi propia tumba!

—¿Me dijiste que era "sagrada", verdad?

—¡Obvio lo es! —rugí.

—Genial —sonrió—. Gracias, nena, cada vez te quiero y amo más —sonrió a más no poder y me abrazó fuertemente. Él definitivamente estaba feliz.

NERD.Where stories live. Discover now