Soledad *[En Edición]*

Por Mysagy

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Tras la muerte de sus padres, Diana es mandada a un orfanato. Ella solo quiere que los dos años que le quedan... Más

Prólogo *[Editado]*
Capitulo 1: La llegada. *[Editado]*
Capitulo 2: Mi primer contacto con el mundo real.*[Editado]*
Capitulo 3: Mi pesadilla social continúa. *[Editado]*
Capitulo 4: El comienzo. *[Editado]*
Capítulo 5: El cambio. *[Editado]*
Capítulo 6: ¿Qué pasa aquí? *[Editado]*
Capítulo 7: La verdad. *[Editado]*
Capitulo 8: Es el fin de mi soledad.
Capítulo 9: De malo a peor.
Capítulo 11: La elegida.
Capítulo 12: Pesadilla
Capítulo 13: Consecuencias.
Capítulo 14: ¿Qué pasa aquí?
Capítulo 15: ¿Puede haber algo más raro?
Capítulo 16: El baile.
Capítulo 17: Equivocación
Capítulo 18: Sensaciones.
Capítulo 19: Tengo una corazonada.
Capítulo 20: Sois unos críos.
Capítulo 21: Sentimientos contradictorios.
Capítulo 22: Henry
Capítulo 23: Los planes.
Capítulo 24: Transformación.
Capítulo 25: Deseos.
Capítulo 26: Ariana.
Capítulo 27: Mátame a mí.
Capítulo 28: Uno tras otro.
Capítulo 29: No hay duda, soy la elegida.
Capítulo 30: Solo dime, ¿por qué?
AGRADECIMENTOS.

Capítulo 10: Explicaciones.

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Por Mysagy

Mis manos temblaban, mis rodillas temblaban y todavía no habíamos llegado a la sala de “los raros”. No me podía creer que fuera ha entrar ahí, si alguno de mi amigos me viera, me desertarían para siempre.

Jeremy notó mi estado de ánimo, y menos mal, me cogió de la mano y me apretó fuerte para darme valor. Él una vez me llamó valiente, ¿dónde estaba mi valentía ahora?

Entramos en la sala y me quedé parada con la boca abierta. La sala era cuadrada y bastante grande, no tanto como nuestra cafetería pero no tenía nada que envidiarla. En el fondo de la sala tenía una zona con las típicas planchas de comida para servir en buffet, las mesas en vez de ser redondas eran rectangulares y estaban colocadas en el centro de la sala.

Pero lo más raro que tenía esta sala era el extremo opuesto a las planchas de comida, había una tarima como a un palmo de altura del resto del suelo con una mesa alargada mirando al resto de la sala, era como un trono. Había cinco asientos.

Laurent empezó ha encaminarse hacia la mesa principal y Jeremy, conmigo de la mano, le siguió.

- Esto…yo…no… - empecé a balbucear

- Yo tengo que ir – me dijo con una disculpa en la mirada.

- Me quedaré yo con ella. – dijo Gloria. – Total, a mí nunca me hacen mucho caso.

Le miré con cara de suplica, para que me dejara con Gloria.

- Está bien. – y me dio otro rápido beso.

Gloria me cogió de la mano que había soltado Jeremy y nos sentamos en la mesa más cercana a la puerta.

La sala no estaba llena del todo, había caras que me sonaban de clase, pero había muchas otras que no conocía de nada. Unos parecían excesivamente mayores como para poder fingir ir a clase, pero todos eran perfectos de piel y cuerpo.

- Aquí hay gente que no acude a las clases como el resto, ¿no? – pregunté todo lo bajo posible a Gloria.

- Es una reunión oficial. Ha venido gente de todos los clanes más cercanos. – hizo una pausa y empezó a explicarme. – Laurent es el jefe de este clan y Jeremy su segundo al mando, por eso se sienta a su derecha.

Y tenía razón, Laurent se había sentado en el centro de la mesa  y Jeremy a su derecha. El sitio de la izquierda de Laurent estaba vacío.

- ¿Tu perteneces a esa mesa? – le pregunté a Gloria.

- Soy la tercera. – dijo esta haciendo un movimiento con los hombros para quitarle importancia. – entre los tres solemos coordinar todas las salidas.

- ¿Salidas? ¿A dónde? – pregunté confusa.

- El lagarto que viste el otro día es solo una de las cosas que pueden atacar a los humanos, hay muchas más cosas como esa por ahí sueltas. – la forma que tenía Gloria de decir las cosas eran desesperante, siempre decía todo lo importante como si me dijera que le gustan las tortitas con nata…

- ¿Qué clase de cosas? ¿y cómo atacan a los humanos si estos no pueden verlos? – pregunté confusa.

- Toda clase de monstruos. Hoy mismo, hemos matado a un Trator. – por la entonación de su frase tenía que suponer que eso era algo importante, pero para mí era como si me hablara en chino. - Y el que los humanos no puedan verlos no significa que los subterráneos no les vean a ellos.

- ¿Crees que podrías explicarme las cosas como si no supiese de que estás hablando? – la dije sarcásticamente.

- Un Trator es el subterráneo más extraño que hay en el mundo sobrenatural. – le volví a poner cara de no me entero de nada. – Subterráneo es como llamamos a los seres que no deberían estar aquí. Se les llama así porque todos tienen pinta de bichos que salen de la tierra, como gusanos, lagartos, cucarachas,…se les parecen a estos bichos pero son mucho más grandes, más listos, más fuertes y más malvados que los que tú conoces.

Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar al lagarto que había visto en el gimnasio.

- ¿Por qué un Trator, o como se diga, es lo más extraño? ¿a qué insecto o reptil se le parece?

- A ninguno, por eso es extraño. Es más como un murciélago o algo así, solo que gigantesco. Y vuela. – dijo por último.

- ¿Los subterráneos entienden? Quiero decir, ¿son capaces de entender a los humanos y de pensar como ellos y todo eso?

- Son capaces de pensar como un cazador. Es lo que hacen, observan y cazan para comer.

- Entonces, un subterráneo no puede ser vuestro espía. – no era una pregunta, era un hecho.

- No. – pensó durante un segundo – Creemos que es de los nuestros.

- ¿Cómo?

- No todos aceptan nuestro legado igual de bien. Dedicamos toda nuestra vida a la caza de subterráneos, algunos mueren jóvenes.

- Pensaba que no podíais morir. – dije recordando lo que me dijo una vez Ariana sobre Laurent.

- No envejecemos, pero si morimos. – se me quedó mirando hasta que vio en mi cara la duda que me entraron tras esa frase. – nuestras células no envejecen pero nuestro corazón puede detenerse.

- ¿Cómo te conviertes en lo que eres? – la pregunté curiosa.

Ella me miró muy sorprendida por la pregunta, como si no esperase que quisiera convertirme en uno de ellos. Pero ¿quería? ¿Qué futuro me esperaba con alguien que no envejece? Sé que es muy pronto para pensar en eso, pero si lo nuestro era algo del destino, no iba ha querer estar con nadie más, de hecho, no quiero estar con nadie más.

- No sabía qué era eso lo que querías. – me dijo aun con esa mirada confusa.

- No se trata de lo que quiero sino de lo que es lo mejor. Pero no has contestado a mi pregunta.

- Todos hemos nacido con ello, solo se elegiría esta vida si no te quedase más remedio. Nuestros padres eran protectores y nosotros nacimos igual. Es algo biológico, está en nuestra sangre.

- Pero…

- Sí, puedes convertirte – dijo adivinando lo que la iba ha decir. – Solo se trata de compartir la sangre de un protector, es un proceso de varios días, pero es posible.

Puse cara de asco, esto empezaba a recordarme a las novelas de vampiros, ¿pero a caso no se trataba de algo así? ¿En qué mundo lógico y normal se permitiría toda esta locura?

- Es asqueroso, ¿tendría que beberme tu sangre? – dije algo más alto de lo que era mi intención.

Varios de los que estaba delante se dieron la vuelta para mirarme con caras sombrías, pero por suerte, Jeremy no me había oído.

- Hoy en día, con una transfusión de sangre valdría. – dijo mientras se reía de mí.

Eso sonaba mucho menos asqueroso.

- ¿Cómo sería el proceso?

- Nuestras células entran en tu organismo y las destruyen.

- Tiene pinta de doler.

- Dicen que no es agradable, pero lo desconozco. Nadie en su sano juicio aceptaría esta vida.

Bueno eso era algo fácil, yo no estaba en mi sano juicio.

No volvimos ha hablar más del tema. Yo dí un rápido vistazo a mi alrededor, la sala se había llenado. Jeremy parecía estar discutiendo con Laurent y tenía pinta de que la discusión no era muy agradable.

 Laurent se levantó de su silla de jefe y todo el mundo calló de repente.

- Os he pedido que vinieran todos aquí porque algo, referente a los subterráneos, está cambiando. – hizo una pausa para ver las caras de su público y continuo. – Los subterráneos están entrando en este centro.

La reacción de la gente fue inmediata, algunos gritaban que no podía ser, otros que si era una broma, otros se pusieron a blasfemar. Y yo no entendía nada.

- No solo eso, los subterráneos no atacan a los humanos, solo observan.

- Eso no es posible. Nunca antes ha pasado algo así. Son animales, por el amor de dios. – dijo un hombre de unos treinta que había sentado a dos metros de nosotras.

- Creemos que están recibiendo órdenes de un aislado.

- Aislado es como se les llama a los protectores que reniegan actuar como tales – me susurro al oído Gloria.

- Eso es una tontería aun mayor. – dijo ahora una mujer que se sentaba en las primeras mesas. - ¿Para qué iba a querer un aislado vigilar este centro?

- Bueno, yo tengo una teoría – dijo Laurent algo tímido. – Creo que la chica de la profecía está en este centro.

La gente se calló automáticamente y se miraban unos a otros con dudas en la cara.

Eso fue lo que estuvo a punto de decirme ayer Gloria cuando Laurent la interrumpió. Ellos están aquí por una profecía.

- ¿De qué profecía hablan? – la susurré al oído a Gloria.

- Valiente y solitaria será la chica cuando llegué. Pero rápido amada será. Ella vencerá al igualarse y de lo malo librará. – dijo Laurent en voz alta.

- Lo dijo una protectora con el don de la adivinación nada más pisar este centro hace ya cien años. – me dijo Gloria. – Creímos en convertir este centro en un orfanato por lo de solitaria, aquí todo el mundo está solo.

- Yo creo que deberíamos buscar otra explicación. – dijo de repente Jeremy que se había levantado con ansiedad en la mirada. – Y si solo están evolucionando, quizás hayan aprendido, al fin.

Estaba actuando a la desesperada, incluso yo que no tenía ni idea de lo que hablaba, podía darme cuenta de eso. ¿Por qué se comportaría así?

- ¿Quién cree Laurent que es la chica? – le pregunté a Gloria.

Acababa de caer, un poco tarde, en la complejidad de lo que había dicho Laurent. Él había dicho que creía que la chica estaba en este centro, ¿pero quién? Tendría que estar en esta sala, aquí estaban todos los protectores de la zona.

Miré a todas las presentes, no había muchas y de todas las que había, Gloria y yo éramos las que teníamos más pinta de chica que de mujer. Miré a Gloria y ella me observaba fijamente como si tuviese que darme cuenta de algo obvio.

Entonces caí que aun no había contestado a mi pregunta.

- Dime quien es. – la dije ahora sin importarme el volumen de mí voz.

Noté varias miradas que apuntaban a mí, pero ninguna me importaba. ¿Por qué no quería decírmelo? ¿podría ser ella? Pero ella lleva aquí mucho tiempo, se habrían dado cuenta antes.

Gloria seguía sin contestar y en cuestión de microsegundos Jeremy estaba a mi lado cogiéndome la mano y obligándome a apartar la mirada de Gloria para mirarle a él. Sí que era rápido, incluso corriendo debería haber tardado el triple.

Le miré y ahora notaba todas las miradas en mí. Sus ojos mostraban disculpa y desesperación, pero no tanto como su voz cuando dijo:

- Él creé que eres tú.

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