Dinah caminaba junto a Normani y Camila que hablaban sobre la clase de matemática y el nuevo tema. Les hizo una mueca de disgusto porque escucharlas hablar de aquello era como escucharlas hablar en árabe. No entendía un carajo.
—¿Podemos hablar de otra cosa? Ya salimos del colegio, par de nerds.
—Bueno, inteligente.—Normani rodó los ojos.—¿Dónde vamos? Mi casa está sola otra vez.—Dijo mientras giraban en una esquina.
—Donde quieran. No tengo nada que hacer.
—Yo menos.—Dinah logró decir antes de encontrarse contra un muro y con Lauren sujetándola fuertemente de la remera y con una mano en su cuello sin apretar mucho pero le hacía daño.
Es que Lauren estaba harta de sus burlas cada vez que podía, estaba harta de las miradas de Dinah hacia ella, estaba harta de que en los entrenamientos siempre intentara hacerle daño. Llevaba un mes y medio soportándola.
Los gritos de Camila a su alrededor parecían lejanos y Dinah logró empujarla con fuerza que no supo de donde sacó. Lo primero que hizo fue intentar meter aire en sus pulmones mientras tosía. Normani la sujeto mientras que Camila intentaba mantener alejada a Lauren de Dinah. Ella estaba fuera de sí, no podía sostenerla, estaba furiosa.
—¡Te dije que nos íbamos a ver, estúpida! ¡Deja de meterte donde no te llaman!—Dinah se rió aún intentando respirar.—¡Vas a ver que a mi no me jodes, imbécil!
—Lauren. Para.—Camila intentaba llamar su atención.
—¿Cuándo vas a desaparecer y dejar de ser un estorbo para todos aquí?—Aquello hizo desastre dentro de Lauren que se enfureció más. Hasta a Camila le dolió escuchar aquello.
—¿QUIÉN TE CREES, HIJA DE PUTA? ¡TÚ NO SABES NADA DE MÍ!—Camila logró empujarla hacia atrás, alejándola más de Dinah.
—Normani, váyanse. ¡Llévatela!—Normani se alejó con Dinah de inmediato. La rubia seguía tosiendo al haber sido ahorcada con fuerza por algunos segundos.
—Lauren, Lauren para. Detente.—Le pidió Camila tomando su rostro y empujándola contra la pared. Agradecía que aquella calle estuviera desierta.—Para, por favor. Ya no está.
Lauren pestañó un par de veces antes de dejar caer lágrimas cuando fijó sus ojos en los de Camila.
—Vamos, tranquila. No puedo contigo, ella ya no está, ¿ves?—Lauren miró a un lado por unos segundos. Camila pudo ver sus ojos rojos, supo que había fumado aquello de la otra vez y por eso estaba tan fuera de control. Vaya a saber cuánto había fumado para estar así.—¿Qué hiciste, Lauren? Mírate.—Habló en voz baja acariciándole las mejillas.
—Te extraño mucho.—Cerró los ojos moviendo su mejilla contra la mano de Camila.—Te extraño y te necesito. Necesito tus besos, tus caricias, necesito sentirte debajo de mi otra vez, ¿puedes creer que es lo único que deseo tanto desde aquella noche? Pero tú no me quieres ver, me ignoras, me pones excusas cuando quiero acercarme a ti y yo no sé que hacer…
—Cuando estés mejor hablamos, Lauren.—Dijo bajando sus manos para tomar las de Lauren.
—No, no, no quiero esperar. Ahora hablamos. Ya. Perdóname por favor. Te juro que lo voy a intentar, yo quiero ser lo que tu quieras, lo que te mereces. Por favor.
Camila enlazó los dedos de una de sus manos con la de Lauren y le dio un beso en la mejilla.
—Cuando estés bien vamos a hablar de lo que sea. Ahora quiero que estés tranquila.—Lauren asintió.
—¿Vas a ir conmigo?—Camila asintió y Lauren la acercó a ella abrazándola de la cintura. La abrazó por algunos segundos sintiendo el cuerpo de Lauren contra el suyo. Tenía los brazos más duros y podía sentir el vientre duro de Lauren con una mano que había apoyado allí.—Te necesito mucho.
—Vamos. Ven conmigo.
*
Camila se había encargado de llamar a sus padres para decirles que se quedaría con Lauren por un par de horas. Por supuesto Alejandro le dijo que estaba bien y que la iría a buscar luego. Camila sabía que tendría que dar una explicación luego y debía pensar qué decir.
También había llamado a Normani, quien le avisó que Dinah estaba bien y que no tenía nada de marcas, lo que Camila agradeció mucho. Su mejor amiga debía estar furiosa.
Por otro lado, Lauren estaba sentada en una esquina del sillón que tenía en su sala. Estaba con el pelo húmedo luego de haberse dado una ducha y tomar un poco de agua que Camila le había dado. Ella había pasado por una especie de crisis, más que nada notaba lo desesperada que estaba por tener su atención, lo que la preocupó.
Está claro que fuera de todo lo que había hecho y dicho Lauren le importaba, que hayan pasado tanto tiempo sin verse e intentando pasar de la otra no significaba que no dejaran de sentir lo que sentían, en especial Camila.
La morena entró a la sala con un plato que tenía pastas y un poco de pollo con verduras salteadas para Lauren. Se había tomado el tiempo de hacerle la cena mientras Lauren simplemente estaba sentada en la sala, no había dicho nada en mucho tiempo y Camila tampoco la obligó. Necesitaba un momento para estar sola, para pensar, para decidir que haría con Lauren, qué le diría.
—Come Lauren.—La oji verde suspiró viendo el plato y se giró a Camila que estaba sentada en la otra esquina del sillón. No muy lejos.
—¿Estás enojada?—Lauren jugó con el tenedor sobre un trozo de pollo y fijó la vista en Camila.
—Claro que sí.—Fingió ver la televisión y Lauren se mordió el labio. Había fingido un poco que todo estaba bien simplemente para que Lauren se tranquilizara.
Lauren comió un poco nada más mientras ambas estaban en silencio sentadas. Hasta que Camila vio que la oji verde no terminaría su plato, intentó levantarse para llevarlo al fregadero pero Lauren le tomó la mano deteniéndola y haciendo que se sentara a su lado.
—Déjalo. Quiero que hablemos, Camila.—Se sentía nerviosa pero Camila no. Se sentó al lado de Lauren que se acercó aún más a ella y subió una pierna al sillón para poder estar frente a Camila directamente.—Te extraño mucho. De verdad, Camila.
Sus ojos tenían lágrimas y Camila simplemente la observó seria.
—No quería… no quería que terminemos así. No quería que te alejes, Camila. Por favor. No me dejes otra vez. Lo siento mucho.—Pasó sus brazos por la cintura de Camila dejándola cerca de ella y con sus labios rozando la mejilla de la morena que había bajado la mirada.—Lo voy a hacer mejor ésta vez.
—Es prácticamente lo que dijiste siempre… Y nunca haces.—Camila giró su rostro. Lauren estaba a centímetros suyo, hasta se atrevió a juntar sus frentes.—Tú no tienes idea del daño que me haces cada vez que nos alejas porque estoy enamorada de ti.
—Soy una estúpida.—Murmuró.—Todo este tiempo sin ti me di cuenta de… de que te necesito de verdad.
—A veces pienso que simplemente tienes miedo de quedarte sola y no te importo de la misma manera en la que me importas tú.—Camila cerró los ojos sintiendo los labios de Lauren casi sobre los suyos y también lo salado de sus lágrimas.—No llores. Deja de llorar, Lauren. Siempre haces esto, lo arruinas y luego lloras.
Lauren se quedó en silencio por algunos segundos. Estaba tan desesperada por tener otra vez a Camila que no le importaba estar perdiendo la dignidad, ni estar “pisando” sus propias palabras, el querer estar lejos de Camila para no lastimarla. Ya no importaba nada.
—Nunca nadie me cuidó como lo haces tú, nunca nadie me hizo sentir tanto como tú. Ni siquiera… Ni siquiera ella.—Camila recordó cuando Lauren le contó sobre la primera vez que se había enamorado.—Te juro que me da mucho miedo, ese miedo de que alguien me dejé otra vez no se me va a quitar nunca, Camila. Sé que soy una idiota que lo arruiné todo pero me di cuenta de que desde que estas en mi vida no soy nada sin ti. Y es muy pronto, ¿entiendes? Pero no me importa. Me haces bien y me das lo que hace mucho nadie me da… Nadie me quiso como tú lo haces. Nunca.—Se mordió el labio un segundo intentando dejar de llorar.—Siento que todo vale la pena si es por ti, pero…
—¿Pero qué?—Limpió con sus pulgares las lágrimas de Lauren que se había quedado en silencio por algunos segundos.
—Pero no estoy segura de que tú sientas lo mismo. Seguro piensas que no valgo la pena porque viste todos mis lados, me viste llorando, me viste haciendo cosas que no debo, me viste enojada y siendo una mierda… Soy un desastre. Y siento que hoy estás aquí porque me tienes lástima y te dije que no me tengas lástima.—Lauren se alejó de Camila rompiendo aquel abrazo.
—¿No entiendes que estoy enamorada de ti?—Camila frunció las cejas negando.—A veces siento hasta ganas de golpearte porque eres idiota, pero jamás sentí lástima por ti. ¿Qué quieres que te diga? Me duele verte así de mal, me duele saber que te hicieron daño y que por eso te cuesta querer o dejarte querer, pero no siento lástima. Y créeme, si sigo acá es porque me importas. Ya sé que puse distancia entre nosotras pero creí que sería bueno por un tiempo, ya veo que no, para ninguna pero es que estaba tan enojada y triste porque esa noche me trataste… me hiciste sentir como si yo fuera cualquiera. Y fue horrible, ¿sabes? Me sentí muy mal porque te di todo de mí.
Lauren bajó la mirada y comenzó a jugar con sus dedos durante algunos segundos en los que parecía pensar. Camila simplemente la vio. Tenía las mejillas sonrojadas por haber estado llorando y estaban mojadas por lágrimas. El pelo le caía por ambos lado de su rostro y no pudo evitar acomodárselo hacia atrás. Es que pase lo que pase Camila nunca iba a perder esa costumbre de querer acariciarla de alguna manera y cuidarla. Era inexplicable. No podía.
—¿Me dejas intentarlo?—Habló suavemente y Camila sintió como su pulso se aceleraba.—Pero de verdad, tú y yo. Voy a hacer las cosas bien, voy a ir despacio. Por favor.—Su respiración estaba siendo irregular por los nervios y Camila le tomó las manos para que se calmara.
Lauren tenía la facilidad de ponerse nerviosa y alterarse rápido por lo que sea, Camila lo había visto y aprendido.
—Mírame.—Lauren fijó sus ojos en los de Camila. Lauren tenía la misma mirada que Camila había visto durante más de cuatro semanas, triste, perdida y un poco apagada.—Tienes que estar bien, tienes que dejar de estar tan enojada con todo el mundo, si no empiezas por querer hacer las cosas bien contigo misma no vas a poder con nosotras. Lauren estoy enamorada, esto no es un juego para mí.
—Nunca lo fuiste para mí tampoco. Es que solo tenía mucho miedo porque me haces sentir tanto, no tienes idea. Solo estaba asustada, pero ya sé lo que quiero.
—¿Qué quieres?
—Hacer las cosas bien. Quiero ser lo que te mereces, quiero saber que cada día estamos bien, quiero cuidarte mucho, hacerte feliz. Solo dame un poquito de tiempo, de a poco voy a poder, te lo prometo. Yo quiero esto.—Camila estaba llorando y Lauren la abrazó nuevamente.—Sé que voy a poder y vamos a estar bien. Voy a ser mejor por ti.
—¿Quieres intentarlo?—Lauren asintió mordiéndose el labio.—Yo quiero que hagas esto por ti, no por mí. Quiero que tu quieras ser mejor por ti porque cuando tú lo seas vas a estar bien contigo misma y entonces vamos a poder las dos.
—Pero necesito que estés conmigo.
—¿No te diste cuenta de que siempre estuve contigo? Desde el primero momento, siempre estuve aunque me hicieras daño y me alejaras, siempre estuve, Lauren. Solamente no querías verlo.
—Lo sé, soy una estúpida. ¿Entonces me perdonas?—Camila rodó los ojos sonriendo un poco.
—No eres la única estúpida aquí, mírame estoy perdonándote.—Lauren la miró un momento y no pudo evitar reírse.—Me encanta cuando te ríes. Me encanta tu risa.
—A mi me encantas tú.—Lauren hizo lo que más había querido hacer desde que la volvió a ver.
Lauren la besó lentamente mientras le tomaba la cintura con ambas manos indicándole que subiera a su regazo. Mientras Camila le limpiaba las mejillas, Lauren le acariciaba la espalda por debajo de la remera. El momento se estaba subiendo de tono y Camila se detuvo haciendo que Lauren se quedara con las ganas de agarrar sus pechos.
—Pero… Pero yo pensé…
—No, Lauren.—Camila se rió.—Mi padre vendrá en media hora.—Dijo viendo el reloj en la pared.
—Yo puedo hacerlo en media hora.—Camila se rió tomando el rostro de la oji verde entre sus manos y le dio un beso.
—No sabes cuanto te extrañaba, bebé.—Lauren sonrió dejando un beso en la barbilla de Camila.
—Y yo a ti.—Apretó los labios y Camila sintió como su corazón se hinchaba de amor por esa chica.
Era un desastre, un gran desastre pero la quería. Tenía tantas ganas de decírselo. Tenía tantas ganas de besarla mucho, decirle que la quería y que no importaba nada, siempre estaría con ella. Pero no quería presionarla. Había aprendido a darle espacio y tiempo, de esa forma funcionaba Lauren. Yendo despacio.
—Mañana después del colegio tengo que llevar a Sofi al parque. Me preguntaba si querías ir.—Lauren sonrió asintiendo.—No tienes que hacerlo si no quieres, solo decía. Es que ella quiere ver si las flores que plantó hace unos días siguen ahí. Hasta les puso nombres.—Lauren frunció el ceño.
—¿Les puso nombres a las flores?
—Sí.—Camila se rió.—Estoy rodeada de gente loca, ya ves.—Lauren seguía con las cejas fruncidas.—Y tú eres parte del círculo, por si estás pensando en eso.
La sonrisa de Lauren fue todo lo que quería Camila. Esa chica la enamoraba cada segundo más.
*
—Te fuiste con ella en lugar de ir conmigo, Camila.—Dinah estaba sentada sobre la cama de Normani, con las piernas debajo de ella y jugando con la funda de su teléfono.—Ella vino a golpearme y te fuiste con ella, ni siquiera te fijaste en mí, si estaba bien. No sabes lo enojada que estaba, no es justo que ella venga y te aleje de mi, que haga contigo lo que quiera.
—Pero Di, ella estaba sola, desesperada, tenías que verla. Tú al menos tenías a Normani y ahora me tienes a mí. Lauren está sola.—Dinah bajó la mirada sintiendo odio hacia Lauren.—Sabes que jamás nadie va a alejarme de ti, ni siquiera Lauren. Que ella y yo… tengamos algo no quiere decir que voy a dejarte, ni a ti, ni a Normani. Te lo prometo, no tienes que estar enojada por esto.
—La odio, Camila.
—Ella lo siente. No quiso hacer eso, pero tú la molestaste, la golpeaste en el entrenamiento, hiciste que toda la clase de matemática se ría de ella, Dinah, hiciste que se fuera en mitad de la clase por esas risas.—Dinah dejó caer algunas lágrimas, las cuales Camila limpió con cariño.—A mi no me parece bien, lo sabes, yo me enojé contigo por eso y no porque fuera Lauren, a cualquier persona aquellas cosas las haría sentir mal. Lauren es… ella es un poco especial y no hablo de algo malo, Lauren es especial porque tiene su forma de ser, ella es buena a su manera, ¿entiendes? Y tú la juzgas sin conocerla.
—Ella te va a lastimar otra vez, siempre lo hace y tú la perdonas. Ella no te merece ni un poquito. Me molesta que andes detrás suyo, que ella te lastime y luego vuelva para pedirte perdón y tú le digas que sí. Encima quiero ayudarte, quiero cuidarte y lo único que haces es decirme que está bien y no está bien, Camila. Soy yo la que te ve lloras, soy yo la que sufre contigo por ella mientras se va por ahí a hacer su mierda. Y lo sabes.
—Nosotras hablamos, ella fue sincera. Confío en que todo va a estar bien. Sé que ésta vez va a ir mejor, todo va a ir mejor y vamos a poder. Y estoy enamorada. Estoy muy enamorada y no sabes lo horrible que es ver a la chica que quiero y a mi mejor amiga enfrentadas todos el tiempo. Por favor, intenta estar bien con Lauren, por mí.
—Es que te quiero cuidar, Camila.—Limpió sus lágrimas soltando un suspiro.
—Ya sé, Dinah.—Camila sonrió.—Pero al menos inténtalo. Te prometo que ella va a cambiar.—Dinah la miró un momento.—¿Puedes, por favor?
—No sé, voy a intentarlo. Ella no me cae bien… Eres idiota a veces, pero te voy a apoyar si eso te hace feliz, no importa lo que hagas. Siempre voy a estar contigo, ¿lo sabes?—Camila hacía fuerza para no llorar.—Y espero que ésta vez tengas razón porque no voy a dejarle pasar ninguna más. Te lo juro.—Camila sonrió.—Y te quiero mucho.
—Y yo te amo. Eres la mejor amiga del mundo entero.—Camila se tiró casi sobre Dinah para abrazarla.
—¿Por qué hay abrazos y no me dan uno a mí?—Normani entró a la habitación con la comida que habían pedido.—¿Es porque soy negra?
—Si me das mi hamburguesa tendrás un abrazo.—Dinah se acomodó en la cama.—Y eres una negra muy linda, ¿verdad, Camila?
—Sí, Normani estás re buena. Y serán dos si te apuras con la mía.—Normani les dio a cada una su hamburguesa y se sentó en medio tomando la suya mientras veía en la televisión la película que Dinah había pausado para ver.
Camila le sacó una papa y Dinah hizo lo mismo al verla. Normani frunció el ceño viéndolas masticar.
—Ustedes dos la próxima vez van a recibir una patada en el culo y se van a ir fuera de mi casa si me siguen robando las papas.
*