Soledad *[En Edición]*

By Mysagy

621K 35.4K 2.3K

Tras la muerte de sus padres, Diana es mandada a un orfanato. Ella solo quiere que los dos años que le quedan... More

Prólogo *[Editado]*
Capitulo 1: La llegada. *[Editado]*
Capitulo 2: Mi primer contacto con el mundo real.*[Editado]*
Capitulo 3: Mi pesadilla social continúa. *[Editado]*
Capitulo 4: El comienzo. *[Editado]*
Capítulo 6: ¿Qué pasa aquí? *[Editado]*
Capítulo 7: La verdad. *[Editado]*
Capitulo 8: Es el fin de mi soledad.
Capítulo 9: De malo a peor.
Capítulo 10: Explicaciones.
Capítulo 11: La elegida.
Capítulo 12: Pesadilla
Capítulo 13: Consecuencias.
Capítulo 14: ¿Qué pasa aquí?
Capítulo 15: ¿Puede haber algo más raro?
Capítulo 16: El baile.
Capítulo 17: Equivocación
Capítulo 18: Sensaciones.
Capítulo 19: Tengo una corazonada.
Capítulo 20: Sois unos críos.
Capítulo 21: Sentimientos contradictorios.
Capítulo 22: Henry
Capítulo 23: Los planes.
Capítulo 24: Transformación.
Capítulo 25: Deseos.
Capítulo 26: Ariana.
Capítulo 27: Mátame a mí.
Capítulo 28: Uno tras otro.
Capítulo 29: No hay duda, soy la elegida.
Capítulo 30: Solo dime, ¿por qué?
AGRADECIMENTOS.

Capítulo 5: El cambio. *[Editado]*

20K 1.3K 96
By Mysagy

Capítulo 5: El cambio. *[Editado]*

Los días iban pasando en el Sant. James sin que pasara nada digno de mención. Los días iban de clase a la habitación y entre actos, relaciones sociales con el grupo. Empezaba a abrirme un poco más, sin duda Ariana era la más simpática de todos, pero no podía quejarme de ninguno. Tras aquel incidente en la cafetería con Jeremy, todo el mundo quería estar alrededor mío, como si yo les fuera a protegerles  de algo.

No había vuelto hablar con Jeremy y tampoco con Gloria. Todo seguía igual, el pasillo de la segunda planta siempre vacio, ni rastro de los raros por las zonas comunes, ni siquiera los fines de semana. Por supuesto, no le tomé la palabra a Gloria de ir a visitarla, como me había dicho en clase, ya no me sentía tan valiente y había decidido dejar a un lado el misterio de “los raros”.

El sábado pasado, el grupo y yo salimos del orfanato, hacía buen tiempo y decidimos ir hacer unas compras. El pueblo no era muy grande pero estaba bien equipado. Fuimos derechos a un centro comercial en el que había unas diez tiendas distintas de ropa y complementos. Las chicas decidieron entrar a la más pequeña y oscura de todas. El estilo de la ropa era muy punk, cosa que les pegaba a todas, pero que yo no me pondría ni borracha.

Al cabo de media hora en la misma tienda, decidí ir a investigar por mi cuenta. Encontré una tienda de ropa deportiva y me compré una sudadera nueva de color verde claro y unas mallas de deporte. También decidí comprarme un bañador, un gorro y unas gafas de nadar, estaba decidida a estrenar la piscina. Entré en otra tienda de ropa casual, compré un par de jeans y jerséis de manga larga, estaba empezando hacer frio de verdad y mi ropa actual no abrigaba lo suficiente.

Los servicios sociales me habían dejado algo así como una paga mensual para mis gastos, ellos lo ingresaban en una cuenta y yo tenía una tarjeta de crédito, cuando el crédito se acababa, se acababa mi dinero. Así que me fundí lo correspondiente al primer mes en un solo día, entre la ropa y luego la comida en una hamburguesería, se me fue todo el dinero, tampoco es que pagaran mucho… Pero no me importaba demasiado, no se hacía gasto dentro del orfanato y no creo que vuelva hacer buen tiempo para salir al pueblo otra vez, al menos en los próximos meses.

Otra de las cosas que estaban mejorando era yo. Ya eran escasas las noches que sufría las crisis de soledad, la sensación siempre estaba ahí, pero ahora era capaz de manejarla. Los días que lo conseguía, ya no necesitaba mi cara social, era capaz de sonreír yo sola y casi sin esfuerzo. Pronto estaría preparada para contarles la verdad a mis amigos. A veces era difícil explicarles porque estaba triste, pero sobre todo me era difícil estar con ellos sabiendo que les mentía. Además, la psicóloga me había recomendado que una relación sincera, ayudaba a sentirse mejor con uno mismo.

Era domingo, y se nos había hecho demasiado tarde en la zona de los ordenadores de la biblioteca. Eran las once menos cuarto y el toque de queda era a las once, lo cual nos dimos prisa para subir antes de que alguien nos riñera.

Me despedí de todos en la primera planta, ni siquiera había nadie en los pasillos de esa planta. Me subí tranquilamente hasta la mía, sabiendo que allí seguro que no había nadie que pudiese decirme que me fuera a mi cuarto.

Al ir subiendo, empecé a escuchar un ruido extraño. Estaba ya terminando los últimos escalones cuando identifique el sonido, era un piano y procedía de la primera habitación del pasillo de la derecha, la que daba a la zona de los escalones.

Dejé de preocuparme por el toque de queda, me senté en el último escalón y apoye la cabeza en la pared que daba a la habitación del piano. Era un sonido hermoso, la melodía era triste, pero eso me hacía verla hermosa. El sonido no llegaba tan fuerte como debiera, lo que me indicaba que las paredes debían de tener algún tipo de aislante. Aun así, casi podía ver como las manos tocaban las notas al escucharlas.

A pesar de ser una melodía triste, había algo en ella que me hacía recordar los momentos más felices que había vivido con mis padres, sus risas y algunas de sus míticas frases. Y aunque todo esto me hacía llorar descontroladamente, también me hacía sentirme algo más feliz. Habíamos sido muy felices antes del accidente y yo había sido una buena hija, nunca les había decepcionado, ni metido en ningún lio gordo, solo algunas travesuras de pequeña de esas que resultan divertidas con el paso del tiempo. Había sido educada con ellos y les había demostrado mi amor cada vez que podía. Todo esto me hacía sentirme triste pero orgullosa de mi misma por la hija que había sido.

No sé cuanto tiempo estuve derramando pequeñas lágrimas sentada en el pasillo, lo que si tenía claro es que estaba incumpliendo el toque de queda, pero no me importaba, por primera vez en semanas, me sentía en paz.

Unos pasos a mi espalda me sacaron de mis felices recuerdos, eso me molestó enormemente, pero relajé lo humos cuando vi de quien se trataba. Laurent estaba parado en el pasillo, el chico que era jefe de “los raros”, observándome con furia en los ojos.

- Ya es tarde – me dijo serio y malhumorado.

- Lo sé – conteste sin más, mientras me limpiaba las lágrimas, no me gustaba la idea de que pudiese verme como una niña indefensa, aunque sabía que era lo que aparentaba en estos momentos.

El piano seguía sonando, no había parado de sonar desde que me había sentado, ni siquiera había parado para tocar otra canción, las había ido uniendo con hilos de música hasta que llegaba a la nueva melodía.

- Vete a tú habitación – me ordenó.

- ¿Por qué os gusta tanto darme ordenes? ¿Quiénes os habéis creído que soy? – le conteste mientras me levantaba del suelo y subía el escalón para ponerme a su altura.

Sentía la misma rabia que con Jeremy. Quería gritarle que pasara de mí, que se ocupara de sus asuntos. Pero al igual que ya me había pasado anteriormente, su rostro atractivo y su postura más que amenazante, me acobardó.

- No pienso discutir esto contigo, niña – me dijo.

- Pues entonces, sigue tu camino y déjame en paz. – le dije un poco más alto de lo normal.

Él empezó ha acercarse a mí y yo reculaba para mantener las distancias, algo me decía que era mejor que no me tocara. Aunque mi defensa duró poco, pronto choque contra la esquina de la habitación del pianista y me sentí acorralada.

- Vas ha tener que aprender a temernos, por las buenas o por las malas – me dijo poniendo su rostro a escasos centímetros del mía.

Notaba su aliento en mi cara. Era incomodo e innecesario, ya le temía, aunque intentaba disimularlo. Todo él era intimidante. Era alto y muy fuerte, moreno con ojos oscuros. Tenía facciones rectas y eso lo hacía tener más pinta de malo. Pero a pesar de todo, era muy guapo, una de esas guapuras de chico malo, por la que suspirarían las niñas inocentes y por las que él no dudaría en romperles el corazón una y otra vez.

“¿Qué me pasa? ¿Acaso no puedo centrarme ante un chico atractivo? – me recriminé mentalmente.”

De repente la puerta de la habitación del pianista se abrió, ni siquiera me había percatado que el piano había dejado de sonar, pero supuse que nuestras voces le habían distraído. Y sin que me lo pudiese creer, Jeremy salió de aquella puerta y se quedó blanco por la escena.

¿Jeremy era el pianista?

Pero tampoco me dio tiempo a pensar en ello, en apenas una fracción de segundo, Jeremy pasó de estar en el umbral de su puerta, a estar en medio de Laurent y yo. ¿Me estaba protegiendo? Que le importaba a él lo que pudiera pasarme. No entendía nada.

- Yo me encargo – dijo Jeremy a Laurent.

- Ya lo estaba haciendo yo. Apártate Jer, esta chica necesita modales. – dijo mientras intentaba bordear a Jeremy.

Este no le dejo y no solo eso, sino que se pegó aún más a mí y se encaró a lo que supuse que sería su amigo.

- He dicho que me encargo yo – le volvió a decir, solo que ahora había amenaza en su tono de voz.

Laurent no parecía dispuesto a irse, de hecho, daba la sensación de todo lo contrario.

- Entra en mi cuarto, Diana. – me dijo Jeremy al interpretar lo mismo que yo.

Me quedé, durante un segundo, helada. Él había dicho mi nombre y había sido incluso más hermoso que la melodía del piano. Fue un segundo de vacilación que pudo con la paciencia de Jeremy, ya que empezó a empujarme con una mano para guiarme hasta la puerta. Así que obedecí sin rechistar, no tenía muchas ganas de quedarme encerrada en el cuarto de una persona que me había amenazado en el pasado, aunque fuese él, pero tampoco me pareció que tuviese opción de rechazar su oferta.

La puerta se cerró nada más entrar, eso me puso aún más nerviosa y no solo por lo que pudiera pasarme a mí ¿y si Laurent le hacía daño? ¿me lo perdonaría? Pero de repente una idea me hizo dejar de pensar en eso, estaba en su cuarto.

Era mucho más grande que el mío, la cama era del mismo tamaño, pero su baño era más grande y la zona de la habitación también. Tenía un piano de pared de color marrón con una banqueta del mismo tono. En la mesa de estudio había un ordenador de última generación y una gran pantalla plana de televisión, todo parecía caro y sofisticado. Pero a parte de todo eso, había pocas cosas que me indicaran algo de él, ni una foto, ni de su familia ni de amigos, nada.

La puerta se abrió de golpe y no pude evitar dar un salto del susto. Me giré para confirmar quien entraba y ese chico guapo, que tanto me desconcertaba, de ojos verdes, pelo castaño, alto y bien musculado entraba por la puerta.

- Siéntate – me dijo al cerrar la puerta y señalándome a la cama. Obedecí, tampoco me pareció el mejor momento para discutir. - ¿Quieres tomar algo?

Debajo de la mesa escritorio, había una nevera pequeña repleta de bebidas.

- No gracias – dije en un susurro.

Me tenía desconcertada. ¿Cuándo iba ha empezar a regañarme? Porque seguro que me decía algo como: ¿No sabes respetar las normas? ¿has vuelto a espiar detrás de las puertas? Y en eso último tendría razón, le había estado espiando mientras tocaba el piano, solo que no sabía que era él.

- Tocas muy bien – dije para romper el hielo mientras señalaba el piano.

- ¿Cuánto tiempo has estado escuchando? – dijo tranquilamente, no parecía alterado y eso me desconcertaba aún más.

Estaba esperando el momento en que todo se descontrolara, con él siempre parecía ser así, amenazas, peleas e incluso el otro día en mirador, a pesar de que empezamos bien, acabamos discutiendo.

Miré un reloj que tenía colgado en la pared para contestar su pregunta, eran las once y media. No me podía creer que hubiese pasado tanto tiempo, para mí apenas había sido un momento de paz.

- Una media hora –  confesé. Aunque para ser sincera, había sido un poco más, pero tampoco hacía falta que se lo contara.

- Has enfadado mucho a Laurent. Eres valiente, pero también estúpida. – me dijo sin alterar su tono.

Su mirada me ponía nerviosa, paseaba por la habitación sin dejar de mirarme, mientras yo me quedaba totalmente quieta encima de su cama. Estaba en su cama.

- Bueno, creo que Laurent está siempre enfadado – me defendí, cosa que pareció hacerle gracia. – Lo de valiente ya me lo habían dicho ¿sabes? – hice un gesto con la cabeza refiriéndome a él, lo que le hizo volver a sonreír. Estaba demasiado guapo sonriendo, eso debía ser ilegal o algo así. – pero lo de estúpida no, eres el primero.

- Ya bueno, pues deberías tener cuidado, quizás no esté yo la próxima vez. – parecía más preocupado de lo que reflejaban sus palabras, eso incrementó mi desconcierto aún más.

Todo estaba siendo surrealista y el hecho de no entender nada, no lo hacía mejor. Entendía que Laurent me había pillado fuera de la habitación a deshora, que había estado escuchando la melodía de Jeremy, pero no entendía a que venía todo este jaleo, ¿por qué Laurent se ha puesto así conmigo? Ni siquiera me conoce, ni siquiera habíamos hablado antes, ni un hola por los pasillos, ¿entonces? ¿Qué le pasaba? ¿y por qué Jeremy tenía que defenderme?

- ¿Qué te importa a ti lo que me pase? – le dije sin alterarme. No quería romper este clima con algún grito o enfado, pero si necesitaba saber a que se debía todo este cambio.

El se acercó a mí y yo instintivamente me levanté de la cama. Pareció sorprendido de mi movimiento, pero no paro el suyo, al menos hasta que se detuvo a escasos centímetros de mi rostro. Estaba tan cerca que sentía su respiración en mi cara, su aliento me hacía estremecerse y no de frío precisamente. Mi corazón empezó a latía tan fuerte, que estaba seguro que lo oiría.

Su rostro era de muchas dudas, parecía estar luchando consigo mismo sobre algo que yo no era capaz de comprender. Pero si sabía una cosa, su indecisión parecía desvanecerse con los segundos, hasta que en su rostro sereno solo hubo una cosa, decisión.

- No creas saber nada de mí – y tras decir eso, me cogió la cara con las dos manos y me besó.

Nunca antes había sentido nada comparado con esta sensación, sus brazos acariciándome el pelo, sus labios moviéndose dulcemente por los míos, su musculado cuerpo entre mis brazos. No diré que es mi primer beso, pero si es el primero que siento así. Era como si él estuviese hecho para mí, por estúpido que eso pudiese parecer.

Tras cuatro semanas desde la muerte de mis padres, por fin sentía algo más que la pena y la soledad. Ahora había algo que me costaba mucho reconocer, no por no haberlo sentido antes, sino por sentirlo justo ahora y justo por él. Era amor, sin duda lo amaba y ahora sabía que lo amaba desde el primer día, desde el día que me amenazó, desde que sus ojos se convirtieron en una obsesión para mí, desde que su primera mirada hizo palpitar mi corazón, el cual, a pesar de haber estado en silencio, él lo hizo funcionar. Era irracional e incomprensible, pero era la realidad.

Sus besos se fueron apagando poco a poco hasta acabar deteniéndose. Yo no me atrevía a hablar, tampoco sabía muy bien que decir. Apoyó su frente en la mía y estuvimos así durante un rato, relajando nuestras pulsaciones y nuestras agitadas respiraciones. Hasta que el momento pasó y él se separó diciendo:

- Necesito que te vayas. – no me miraba a los ojos y eso me molestó, así no podía ver lo que había tras esas horribles palabras.

Su repentino rechazo hizo un agujero en mi corazón. Todo lo que pasaba con él era incomprensible, nada acababa bien, ¿era esto lo que me esperaba a partir de ahora, Continuos rechazos por su parte?

- Por favor Diana, vete a tu habitación. – ahora su tono era algo más hostil y eso fue lo que me sacó de mi atontamiento. Y sin saber muy bien el porqué dije:

- Lo siento – y me fui.

¿Por qué me había disculpado? No había hecho nada malo. ¿Por qué me había besado? ¿Acaso el también me quería ó esta era su amenaza? Acabar perdidamente enamorada de él para luego darme la patada. Él dijo que no me gustaría saber lo que me haría si no cumplía sus normas…

No tenía respuesta para ninguna de las millones de preguntas y no solo de hoy, sino de todas las preguntas que se habían generado en mi cabeza desde el día que puse el pie en este centro.

Aunque había algo que si sabía, esta noche no sería fácil dormir.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Espero que les esté gustando, al menos sé que este capi un poco sí jajajaja!! ya saben, comenten lo que quieran y pulsen la estrellita si les ha gustado. Gracias :D

Continue Reading

You'll Also Like

47.6M 2.2M 117
Señorita Isabella Mariet Moore acepta como esposo al señor James Alexander Harrison- me quedo en silencio es un debate en mi mente en este mismo inst...
300K 16.8K 68
En inglés: Friendzone. En español: Zona de amigos. En mi idioma: Mi mejor amigo me mira como a su hermanita y jamás de los jamases me verá como alg...
103K 1.1K 7
Nunca fui normal o lo que cabe en la palabra porque en mi mundo lo normal era convertirte en un licántropo a los 16 años pero no, yo no era normal, p...
1.5K 490 27
No quería, pero esta maldita obsesión me obligó a querer ver ese oscuro amanecer por el resto de mis días. No permito copias ni adaptaciones.