Siempre has sido tú ✔ (EN LIB...

By CMStrongville

21.5M 1.2M 304K

Esta historia se encuentra publicada con NOVA CASA EDITORIAL. ❇❇❇GANADORA DE LOS WATTYS 2016 EN LA CATEGORÍA... More

Sinopsis
Epígrafe
Prólogo
01- DOLOROSAMENTE MARAVILLOSO
02- NUNCA ES SUFICIENTE
03-COSA DE SUERTE (1)
04-COSA DE SUERTE (2)
05-UN PASATIEMPO (1)
06-UN PASATIEMPO (2)
07- ¿Y EL NOVIO? (1)
08-¿Y EL NOVIO? (2)
09-INSPIRACIÓN
10-DEMASIADO CONSCIENTE
11-LA ÚNICA EXPLICACIÓN
12- EL GRAN MONSTRUO VERDE
13-LA MIRADA EN ELLA
14-DE UNA VEZ POR TODAS
15- CUANDO ENTRÓ EN MI VIDA
16- SU OPINIÓN
17- ALGO EN SUS OJOS (1)
18-ALGO EN SUS OJOS (2)
19- CULPAS ENCADENADAS
20- SILENCIO APLASTANTE
21- CORAZÓN LACERADO
22- UNA NUEVA EN EL GRUPO
23- HORA DE HABLAR
24- INESTABLE
25- OLVIDO (1)
26- OLVIDO (2)
27- TE ESCUCHO
28- CONFESAR Y DECIDIR
29- LA VERDAD
30- INCREÍBLE (1)
32- OTRA CARA
32 [+18]
33- ES RIDÍCULO
34- MIEDO Y DOLOR
35- SU VOZ (1)
36- SU VOZ (2)
37- RESPIRAR DUELE
38- DE SU BOCA
39- TODO ESTARÁ BIEN (1)
40- TODO ESTARÁ BIEN (2)
41- NUNCA ANTES
42- PUNTOS DÉBILES
43- EL ÚLTIMO HOMBRE
EPÍLOGO
EXTRA

31- INCREÍBLE (2)

373K 25.7K 10.4K
By CMStrongville

DONDE ESTÉS TÚ
***

Canción: House of cards - Tyler shaw.
***


Se detuvo frente a mí y observó mi pijama con diversión.

—¿Ibas a algún lado vestida así?

—¿Yo? No, no. Solo iba a asegurarme de... —Su sonrisa se amplió al escuchar mi tartamudeo y bufé, vencida—. Bien, estaba a punto de regresar. Deja de parecer tan engreído.

Golpeé despacio su abdomen antes de que riera y me abrazara.

—No soy engreído, solo me hace feliz tu decisión. —Depositó un beso sobre mi cabeza.

—¿Cómo supiste cómo llegar?

Le observé bajar la cabeza y patear una piedra frente a su pie.

—Llamé a Vick —confesó. Debí imaginarlo—. ¿Vamos dentro? Muero de frío.

Lo tomé de la mano para conducirlo al interior y, tras ofrecerle algo de beber —a lo que él se negó—, le mostré cada rincón de mi nuevo lugar. Mi habitación, por supuesto, la dejé para el final. Cuando llegamos a mi pieza le vi escudriñar cada centímetro. No era tan amplia como la que había usado mientras vivíamos juntos, pero era cómoda para mí, me gustaba y por alguna razón quería que a él le gustara también.

—Es muy... tú —dijo tras algunos segundos.

Yo miré rápidamente mi habitación y fruncí el ceño. Estaba limpia y en completo orden, las paredes eran de colores claros y aburridos, no había ninguna decoración todavía... No sabía cómo tomarme aquello.

—Eh... ¿gracias? Creo.

Levi pasó un dedo por el pliegue en mi frente y rio.

—Es un cumplido, enana, deja de buscar significados ocultos en mis palabras. Los colores me gustan. Inspiran paz, son relajantes. —Se encogió de hombros y sonrió de medio lado—. Me calman, como tu presencia. Me gusta tu habitación y me gustas tú.

Observé su perfil mientras él continuaba estudiando sus alrededores. Sonreí. Había dicho aquello con tanta sinceridad que por un momento se sintió... natural. No sonó forzado, pero de igual manera me sentí extraña, desacostumbrada a escuchar algo tan lindo.

—Gracias —musité.

Su mirada cayó en la mesita al lado de mi cama y en la computadora que estaba sobre ella. Sonrió ampliamente.

—¿Sigues escribiendo? —Asentí cuando sus ojos se fijaron en mi rostro—. ¿Puedo leer lo que has avanzado?

Me eché a reír cuando escuché su tono esperanzado.

—Claro, solo no me mates.

Me acerqué en unos pasos hacia donde estaba mi portátil y lo sentí seguirme. Esos días pasados me había sentido tan miserable que había hecho a mis personajes miserables también. Habían sufrido de todo en tan poco tiempo...Suponía que ahora ya podía dejarlos ser felices.

Aunque fuera un ratito nada más.

—Das miedo —expresó antes de reír y dejarse caer de espaldas sobre mi cama.

Yo me senté en la orilla del colchón, abrí el aparato y lo encendí antes de que uno de sus brazos rodeara mi cintura. Me acercó a su cuerpo con facilidad. Yo seguía sentada con mis pies colgando por el borde y él se hallaba acostado detrás de mí, con la cabeza recargada sobre una de sus manos y la mirada fija en la pantalla.

—Tiene muchos errores —le advertí al sentir su mano acariciando mi espalda—. Las escenas venían a mi cabeza tan rápido que no tuve mucho cuidado a la hora de escribirlas. Tengo que pulirlas —recalqué.

Abrí el archivo en donde tenía la historia y comencé a morderme las uñas cuando él tomó el aparato e inició la lectura. El tiempo comenzó a correr y treinta minutos pasaron más lento que de costumbre. No había ninguna expresión en el rostro de Levi que pudiera decirme qué estaba pensando al leer, así que decidí ir a prepararme un café. Me tomé mi tiempo, no tenía prisa por regresar.

Bien, sí que tenía prisa, pero deseaba engañarme a mí misma y hacerme creer que no estaba nerviosa. Cuando regresé cerca de quince minutos después, Levi tenía la máquina a un lado y los ojos fijos en mí. Tragué grueso al ver que parecía muy serio. Me acerqué con lentitud a un lado de la cama y tomé asiento cuidando no derramar nada.

Nos observamos durante un par de segundos en silencio y luego él lo rompió.

—Eres cruel —dijo sin más.

—Solo un poco —reí.

—¡¿Un poco?! Quemaste su casa, mataste a su madre y hermano, y por si fuera poco ocasionaste un accidente que dejó paralítico al amor de su vida.

Me mordí el labio inferior.

—En realidad quedó parapléjico —susurré.

Levi me miró con asombro.

—Oh, bien. Eso es mejor que quedar paralítico, me siento más tranquilo —replicó con sarcasmo. Yo solo lo miré con diversión.

—¿Estás enfadado?

—¡Claro que estoy enfadado! —dijo frunciendo el ceño en mi dirección. Me carcajeé y su expresión se suavizó—. ¿Qué clase de criatura malvada eres? —preguntó acercándose a mí.

Tomó la taza entre mis manos, la dejó en la mesita de al lado y entonces me abrazó.

—Solo es una historia —dije, sabiendo que no era verdad. No era solo una historia, era una parte de mí, de mi alma. Era mi mente plasmada en letras.

Levi besó mis labios fugazmente y se inclinó hacia atrás.

—Eres diabólica.

—Gracias por el cumplido.

Y volvió a besarme.

Antes de darnos cuenta la madrugada nos encontró acurrucados en mi cama mirando una serie en Netflix. Levi debía ir a trabajar en poco más de tres horas, pero no parecía tener la intención de moverse de mi lado. Llevábamos ya un rato así acostados, con mi mejilla sobre su pecho y su barbilla sobre mi cabeza. Su pecho subía y bajaba acompasado con sus respiraciones calmadas y me pregunté si ya se habría quedado dormido. Me moví con cuidado para no incordiarlo y entonces fijé mis ojos en su rostro.

Él sonrió.

—¿Qué pasa?

—Nada, pensé que estabas dormido.

—No tengo sueño —expresó. Su mano aún se encontraba sobre mi cintura y me apretó un poco para acercarme de nuevo. Traté de reprimir un bostezo, pero fallé—. Aunque al parecer tú sí.

—Son como las seis de la mañana —farfullé cerrando los ojos.

—Entonces duerme.

Besó mi frente y antes de poder decir algo, colocó la sábana sobre nuestros cuerpos y me rodeó con ambos brazos.

—¿No vas a irte? —inquirí.

Me acurruqué aún más cerca de su pecho. Sus labios seguían presionados contra mi frente y sentía su respiración cálida bañarme el rostro.

—No voy a ningún lado —aseguró—. Quiero estar donde estés tú.

Una sonrisa se pintó en mis labios al escuchar esto y entonces caí dormida.

Me desperté muchísimas horas después, pasado el mediodía. Levi estaba todavía a mi lado, ahora durmiente. Elevé un poco el rostro para mirarlo. Tenía los párpados cerrados y los labios entreabiertos, por donde soltaba un leve ronquido que me enternecía.

Estaba tan guapo dormido que era injusto.

Me deshice de su abrazo y fui a la cocina para preparar café. Hice un rápido inventario de lo que tenía en la alacena e hice una nota mental: debía abastecerme pronto. Algunos minutos después, mientras vertía el café en una segunda taza, escuché pasos detrás de mí.

—¿Cómo amaneció la escritora más cruel de todos los tiempos? —preguntó Levi detrás de mí.

Giré sobre mis talones y me eché a reír.

—Dios, ¿no vas a dejarlo pasar?

—Nunca. —Tomó una de las tazas sobre la barra y besó mi nariz—. Todavía no cabe en mi cabeza que seas capaz de tanta maldad.

Rodé los ojos sin dejar de sonreír.

—Estaba mal. Triste y enojada. ¿Qué se suponía que podía hacer?

Lo vi dar un trago al café y yo hice lo mismo.

—¿Dejarlos en paz, tal vez?

Volví a blanquear los ojos.

—Tenía mil ideas en la cabeza. La inspiración estaba al máximo y no siempre pasa, ¿sabes? Tenía que aprovechar.

Seguimos discutiendo un rato más acerca de los sucesos en mi historia y me sentí... feliz. No mucho tiempo atrás Levi creía que la escritura no era para mí, y ahora lo tenía cautivado con mi historia. Sabía cómo se sentía porque yo también me había puesto así muchas veces mientras leía, y era genial poder estar al otro lado de estas reacciones.

Le escuché suspirar y sacudió la cabeza con pesar.

—Paralítico —musitó.

Solté una carcajada por su obvio trauma con esa escena y me acerqué para palmear su pecho.

—Parapléjico —lo corregí—. Pero no te preocupes que al final todo se resolverá.

Me puse de puntillas para besar su mejilla y me dirigí a mi habitación.

Durante el resto del día Levi se quedó conmigo. Llamó a su trabajo diciendo que estaba enfermo y le dijeron que se tomara toda la semana libre. Yo me sorprendí por aquello. Creo que lo notó al verme fruncir el ceño porque me explicó que durante las últimas semanas su jefe y compañeros lo habían visto mal y al parecer lo habían atribuido a una enfermedad.

Él no los corrigió y yo no dije nada, solo me alegré un poquito de que hubiera sufrido al igual que yo. Y también me puso feliz saber que podría quedarse más tiempo conmigo. Se quedó todo el día conmigo. Miramos películas, él intentó cocinar algo mientras yo escribía, pero cuando su platillo fracasó, decidimos cenar fuera. No fue nada caro —y tampoco saludable—, pero sí delicioso.

Cuando la noche cayó, ambos nos dirigimos a mi habitación sin decir nada. Yo no le pregunté si pensaba marcharse y él no preguntó si podía quedarse. Simplemente fuimos y nos acostamos como la noche anterior, pero esta vez...

Estábamos con una mejilla sobre las almohadas, frente a frente. Esta vez no hubo películas ni lecturas ni largas conversaciones. Solo hubo silencio. Un silencio compartido lleno de... anticipación. Podía escuchar su respiración en la oscuridad y sentir su latido bajo la palma de mi mano y yo, en el interior, sabía que esa era la noche.

Estábamos demasiado cerca, separados por pocos centímetros. Mi mano estaba sobre su torso y la suya acariciaba mi cintura con suavidad. Ni siquiera sé quién fue el que inició el besó. Fue un piquito nada más, un simple roce de labios lleno de amor... Que fue el preludio al apasionado beso que prosiguió. Nuestras bocas se abrieron con lentitud, todo aumentó de intensidad. Pechos juntos, piernas enredadas. Comenzamos a bebernos como si no hubiera un mañana. Nuestras manos estaban por todas partes también. Las mías en su nuca, acercándolo más; las suyas en mi cadera, apretándome contra su cuerpo.

El calor aumentó y la distancia entre nosotros desapareció. No dijimos ni una sola palabra, solo nos conectamos. Las respiraciones aceleradas inundaron mi pieza, al igual que los gemidos quedos y los jadeos roncos.

Mi blusa salió por encima de mi cabeza, al igual que su camiseta, y mi sostén fue a parar al piso. Toda la ropa fue descartada. Nuestras pieles hirviendo se juntaron, nuestros alientos se mezclaron y todo desapareció a excepción de nosotros dos. Su boca recorrió cada centímetro de mi cuerpo, repartió besos entre y sobre mis pechos. Succionó con suavidad, mordisqueó la piel alrededor de ellos. Sus dientes marcaron con suavidad la piel de mis costillas, me arrancó suspiros de esa dulce agonía. El toque de sus dedos hábiles quemó sobre mi vientre, entre mis piernas, se humedecieron con mi placer... Y cuando entró en mí, cuando lo apreté tanto que se le antojó insoportable, el tiempo quedó suspendido.

Miré dentro de sus ojos ennegrecidos por el placer e hice una ligera mueca.

—Lo siento —susurró. Sus dedos subieron a acariciar mi sien, relamí mis labios y tomé una temblorosa respiración—. Te haré sentir bien —prometió.

Observé sus mejillas ligeramente coloreadas, sus labios entreabiertos y sus párpados pesados. Asentí para otorgarle permiso de moverse. Embistió con suavidad y gimió, pero cumplió su promesa. Con besos dulces y caricias diestras se ocupó de calmar el ardor que su invasión había provocado y me llevó a un lugar que nunca antes había conocido.

Fue una noche mágica. Fue una noche en donde compartimos todo lo que sentimos sin decirnos nada, y cuando todo acabó, solo nos abrazamos. Nos quedamos ahí, unidos, con la respiración agitada y el pulso acelerado.

De pronto, una duda me asaltó.

Después de lo que acababa de pasar...

—¿Qué somos?

Él me miró, besó mi frente y me abrazó con fuerza antes de suspirar.

—Todo —respondió—. Tú y yo somos todo.


Instagram: cmstrongville
Twitter: cmstrongville
Grupo en fb: Leyendo a Cee
  

Continue Reading

You'll Also Like

5.2M 469K 73
¡Hoy 13/04/18 cumplimos un año!❤? Había sido creada con un único propósito, y ese era el de ser una "acompañante", aunque todo aquel que compraba un...
2.7M 201K 89
Noan Salvatore y Aline Vial, ¿estaban realmente destinados el uno al otro? Un amor de juventud que traspasó todo tipo de obstáculos. "-tu nombre en...
8.3M 693K 22
Harry Jefferson tiene muchas cosas para decir, cosas que han rondado sus pensamientos y que forman parte de su vida. Desde luego, él siempre tuvo pla...
3.6M 192K 42
Allison Brown es una joven de 18 años la cual es obligada a casarse con un completo desconocido, Harry McBride. El motivo es que la millonaria empres...