|Narra Katie|
Al abrir la puerta me encontré a Carl acostado en la cama en posición fetal. Dormía plácidamente como un bebé sin preocupaciones. Sabía que despertarlo no era lo mejor así que me acerqué en silencio y me escabullí a su lado. Sin embargo, a pesar de mi intento, el muchacho se removió.
—Soy yo, tranquilo —susurré.
—Lo sé —se acostó boca arriba y pude apoyar mi cabeza en su pecho—. ¿Qué sucedió con Olivia?
—Ya había terminado de organizar las cosas —cerré los ojos. El cansancio estaba llegando—. No quise despertarte.
—Está bien —colocó su mano en mi espalda y la acarició con suavidad—. Estoy mejor ahora.
—De haber sabido que estar así contigo era tan cómodo...
—No hubieses hecho nada porque si hay una persona orgullosa en el mundo, eres tú después de Daryl —continuó mi idea—. Y es por eso... —depositó un beso en mi coronilla—... que te quiero.
Sonreí y me pegué más a él. No quería separarme, no quería que alguien interviniera en nuestra burbuja. En ese preciso instante éramos Carl y yo, más nadie. No habían caminantes, no había la guerra de Rick contra Alexandria. Sólo éramos mi sombrerero y yo.
Y así debía ser siempre.
(...)
— ¡Katie! —la voz de Ashley llegó a mis oídos—. ¡Por fin te encuentro!
—Hola, Ash —me giré para verla mejor—. ¿Qué sucede?
—Hice unas galletas con Carol y vine darte algunas —extendió un envase transparente—. Son de chocolate, como te gustan.
Sin apresuro, destapé el envase, tomé la primera y le di una mordida.
—Ash... Ash, esto está buenísimo.
—Lo sé, nena, lo sé —imitó la voz de Edna Modas. Hizo el movimiento para tomar una de mis galletas y le abofeteé la mano—. ¡Oye!
—No te robes mis cosas, bruja —tapé el envase, recelosa—. Son mías.
—Egoísta —sacó la lengua como una niña pequeña—. ¿Irás a la reunión?
—Sí, no me lo perdería por nada, ¿tú irás?
Asintió.
—Pero ayudaré a Aaron con unas cosas primero —agregó—. Te veo luego, ¿si?
—Cuídate —le pedí antes de que se fuera.
Deanna había convocado a una reunión a toda la comunidad. No aclaró sobre qué iba, pero estábamos seguros de que Rick y su incidente eran el tema principal. Quizás hasta el único. Él yacía en casa de Denise curándose de las heridas, pero debía estar presente durante la reunión o, mejor dicho, durante el juzgado. Al mismo tiempo, nosotros no podíamos faltar, éramos sus únicos aliados e íbamos a protegerlo a toda costa.
Estuve ayudando a Olivia a organizar los estantes hasta que el sol comenzó a desaparecer. Ella me dejó libre cuando la noche llegó y pude darme una ducha rápida en mi casa. Vestí algo cómodo que me protegiera de la plaga, me armé con mi pistola y mi cuchillo, y salí decidida a apoyar a Rick con todo.
Tras caminar un corto tramo, llegué a la casa de Deanna; la convocatoria había sido en su patio trasero.
—Vamos a comenzar —anunció la susodicha tras unos minutos.
— ¿No podemos esperar? —intervino Maggie—. Faltan personas. Glenn, Rick.
—Ya se está haciendo tarde, debemos comen...
—Nadie necesita llegar a ningún lado —hablé con los brazos cruzados—. Toda la comunidad está aquí, no creo que unos minutos más hagan daño a tu juzga... reunión.
Ella hizo silencio por unos segundos manteniendo su intento de mirada asesina en la mía relajada.
—Se preguntarán por qué los convoqué hoy —empezó a hablar, ignorando nuestras peticiones—. Pues aclaro que no mencionaremos el tema de esta tarde, de hecho, solo discutiremos sobre uno en particular: el alguacil, Rick Grimes.
Ella defiende los valores éticos y morales con ferocidad y justo ahora quiere juzgar a una persona que no se encuentra para defenderse.
—Hablaremos sobre cómo este sujeto robó una pistola de la armería y le apuntó a nuestra gente —añadió con firmeza—. Hablaremos de lo que dijo.
Vieja hipócri...
—Deseaba que él estuviese presente —indicó con pesadez. Una completamente falsa, por supuesto.
—No lo desees tanto —murmuré con sarcasmo.
—Rick vendrá, tú eres la que no quiere esperar —soltó Carol sin filtro.
—Estar allí afuera y no comportarte como solías hacerlo, termina siendo enloquecedor —habló Michonne dando un paso hacia adelante—. Rick solo quiere mantener viva a su familia. A todos ustedes —les aclaró—. Llegarán a ser como es él ahora. O al menos si tienen suerte.
—Rick Grimes me salvó la vida una y otra vez —añadió Carol—. Ahí afuera hay personas macabras y él me rescató de ellas.
Recordé el día que Bill, el viejo pedófilo, había entrado al refugio temporal que tuve con Ash. Una satisfacción pequeña recorrió mi cuerpo al saber que yo misma tomé justicia.
—Las personas como yo, como nosotros, necesita gente como él —aseguró—. Sé que el incidente de la tarde los asustó así como sé lo mucho que Rick lo lamenta, pero quizás deberíamos detenernos a pensar en lo que dijo.
¿Pensar? Deberían seguirlo sílaba por sílaba.
—Para resumirlo... —intervino Abraham—. Hay un gran océano de mierda del que ustedes no saben una mierda —explicó sin filtro—. Rick conoce esa mierda como la palma de su mano. Incluso mejor.
—Mi padre respetaba a Rick Grimes —retomó Maggie—. Rick también es padre, es un hombre de buen corazón que lamenta las cosas que hace y las cosas que debe hacer.
Si me preguntan cuál es el significado de la familia... Estoy segura de que mis ojos lo están viendo.
—Y todos los que estábamos juntos antes de venir aquí, no importa cuándo nos encontramos, ahora formamos una familia —agregó la mujer—. Eso es gracias a Rick y ustedes no cambiarán eso. No pueden y tampoco les conviene. A esta comunidad, a ustedes, les conviene ser parte de esta familia.
—Y sinceramente los entiendo —continué—. Cuando conocí a Rick, dudé en todos los aspectos. Él se presentó ante mí sumamente golpeado, estaba igual y hasta peor de cómo quedó después de pelear con Pete —hice una pausa mirando a todos a mi alrededor—. Yo no confié en él, pero algo me dijo que le diera la oportunidad y eso hice. No me arrepiento de nada.
—Antes de escuchar a otra persona... —Deanna dio un paso adelante—. Me gustaría compartir algo con el objetivo de ser transparente —aquella sonrisa que mostró había sido falsa—. Anteayer fue a verme el padre Gabriel y me dijo que los nuevos integrantes no eran de fiar, que eran peligrosos, que pondrían sus vidas por encima de la comunidad —dejó una pausa para generar suspenso—. Y no pasaron dos días cuando Rick mostró todas las cosas que Gabriel mencionó.
Imbécil.
—Esperaba que Gabriel estuviera presente —comentó.
—No lo veo aquí, Deanna —soltó Jessie, la mamá de Ron—. Así que estás diciendo lo que dijo otro.
—Rick tampoco —reiteró la líder de Alexandria.
—Pero a diferencia de ti, nosotros no estamos alegando la palabra de nadie —reproché—. Nosotros estamos alegando situaciones en las que Rick nos ha demostrado lo que es en realidad —miré al público presente—. ¿O ustedes nunca han explotado por aguantarse cosas?
Algunos asintieron, otros simplemente callaron.
—Rick no reaccionó de la mejor manera, eso está más que claro —admití—. Pero lo que dijo fue la verdad pura. Acéptenlo.
Silencio.
—Disculpen —murmuró Maggie caminando en dirección a la salida.
—Yo solo quiero proteger a mi familia —intervino un hombre—. Y ya ni siquiera sé qué significa eso, pero si significa que debemos deshacernos de...
Las palabras quedaron suspendidas en el aire dejando una expresión de asombro en el rostro del sujeto. Fruncí el ceño sin entender la situación hasta que miré en la misma dirección. Rick estaba allí, de pie, con un caminante en su hombro. Tanto él como su ropa estaban cubiertas de sangre.
—No había ningún guardia en la puerta, estaba abierta —dejó caer al caminante en el suelo.
Los demás retrocedieron como si ese cadáver tuviese lepra.
—Le pedí a Gabriel que la cerrara —habló otro hombre, confundido.
— ¡Ve! —le ordenó Deanna.
—Yo no lo hice entrar, entró solo —indicó Rick—. Siempre entrarán, los muertos y los vivos, porque nosotros estamos aquí. Y los que están afuera, nos cazarán hasta encontrarnos —dijo con seguridad—. Tratarán de usarnos, de matarnos, pero pod nos impedirlo. Podemos sobrevivir si me dejan enseñarles.
Rick le echó un vistazo a Deanna y a Reg junto a ella.
—Estaba pensando... —rascó su frente con desdén—. Estaba pensando a cuántos de ustedes tendría que matar para salvarles la vida —aquello me sorprendió. Miré a los demás y algunos lucían aterrados mientras que otros tenían una mueca de asco—. Pero no haré eso... Ustedes cambiarán —Rick se escuchaba firme y tranquilo—. No lamento haber dicho lo que dije, pero si lamento no haberlo dicho antes.
¿Puedo aplaudir?
—No eres uno de nosotros —apareció Pete con la katana de Michonne—. ¡No eres uno de nosotros!
Perdió la cabeza.
—Pete, no hagas esto —se acercó Reg con cautela, intentando calmarlo.
—Aléjate de mí, Reg —susurró el papá de Ron.
—Pete, basta —volvió a insistir.
—Aléjate de mí.
—Reg —musitó Deanna, preocupada—, déjalo.
Rick iba a sacar su arma, pero Carol lo detuvo.
—Ahora no —agregó.
—Pete, deja eso —Reg lucía tranquilo a pesar de la situación.
— ¡Déjame, vete de una vez!
—Pete, bast...
El papá de Ron empujó a Reg con la mano que sostenía la katana haciendo que su cuello se rasgara. Ahora el esposo de Deanna se encontraba en el suelo desangrándose. Era obvio que fue un accidente, pero dudaba que el dolor de Deanna dejase verlo así.
Muchos gritaron de horror, en su mayoría mujeres, mientras que otros se fueron casi corriendo. Abraham se acercó y le dio un puñetazo a Pete que lo tumbó enseguida. Estando el papá de Ron en el suelo, Abraham procedió a hacer una especie de llave. Así al mejor estilo de un luchador.
— ¡Por dios! —exclamó Deanna entre sollozos.
— ¡Suéltenme! —gruñió Pete contra el cemento.
— ¡Mi amor! —la líder de Alexandria no dejaba de acariciar el cabello de su difunto esposo.
— ¡Esto es culpa suya! —gritó de nuevo el papá de Ron. Aquello iba para Rick.
— ¡Cállate! —el pelirrojo aplicó más fuerza.
La escena era desgarradora. Deanna abrazaba el cuerpo de Reg como si fuese a revivirlo así, Abraham estaba luchando por no matar a Pete y Rick solo veía la situación. Noté que Reg dejaba de pelear contra la hemorragia y se dejaba llevar por la luz mientras Deanna le gritaba rogándole que no se fuera. Sin embargo, a pesar de sus peticiones, Reg falleció.
Y luego se escuchó la voz de Pete.
— ¡Es culpa suya! —señaló a Rick.
Deanna levantó la mirada y la fijó en el Grimes presente. Sus ojos azules solo transmitían mucho dolor e ira.
—Hazlo —fue lo único que dijo la viuda.
Y bastó para Rick sacase su arma y le disparase a Pete en la cabeza.
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Buenas, buenasss
Aquí les traje un capítulo más y ya me falta poco para terminar de editar el libro. Aún me falta editar la segunda parte pero ¡Ánimo, ánimo, ánimo!
Por cierto, me he dado cuenta que el libro está siendo un poco más reconocido por los fans de twd y me pone muy feliz eso. La verdad es que me enorgullece y les agradezco por ello.
Gracias por creer en mí ❤️
Pero bueno ya, basta de cursilerías, sigan leyendo...
Besitos, I.H