—Bueno... —comenzó Sung Jong, dándose la vuelta poco a poco. Y la curiosa mirada que le lanzó el gerente lo hizo sentirse nervioso. Suspiró en silencio y, antes de seguir con su explicación, le regaló una simpática sonrisa, intentando tranquilizarse y sonar sincero con la mentira que iba a decirle—. En realidad, sí necesito dinero.
—¿En serio? —Myung Soo se sorprendió y dejó que el muchacho continuara.
—Sí. El cumpleaños de mi hermano Sung Yeol es la siguiente semana y quiero comprarle algo.
—Oh. Debí imaginarlo —contestó, antes de asentir a las palabras de Lee. Y aquello también lo hizo sonreír, porque si creía antes que Sung Jong era un buen chico, ese lindo gesto se lo confirmó aún más.
Así que Myung Soo no pudo evitar comparar a Sung Jong con Sung Kyu de nueva cuenta, preguntándose si el muchacho sería igual de comprensivo y cariñoso con él cuando le revelara la verdad. Ya casi sentía que podía imaginarse aquello; cuando ambos se felicitaran mutuamente por el cumpleaños del otro. Y la pequeña sonrisa que se dibujó en sus labios se hizo más grande.
—¿Y ya pensaste qué regalarle?
—¡Sí! —respondió, emocionado. Aunque lo cierto era que varias semanas atrás ya había apartado el artículo en una tienda de música en el centro comercial—. Y también quiero organizarle una fiesta.
—Eso suena muy bien.
Sung Jong sonrió mientras asentía y, de pronto, sus brillantes ojos se abrieron cuan grandes eran ante otra magnífica idea.
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—¡Ya dije que no, Sung Jong!
—¡Por favor, Woo Hyun! Déjame hacerle la fiesta a Sung Yeol en el restaurante.
—¡Acaso sabes cuánto voy a perder por eso!
—Sólo será una sección. Estaremos aislados de los demás clientes. ¡Por favor! Quiero hornearle un pastel, quiero que se divierta con sus amigos de la universidad. ¡Por favor! —continuó rogando Sung Jong ante la atenta y un tanto apenada mirada de Sung Kyu.
El menor de los hermanos Lee había irrumpido en el despacho de su primo mientras él y su esposo revisaban algunos papeles del hospital. Y entonces Sung Kyu no pudo evitar sentir la necesidad de ayudarle. Sung Jong era un buen chico. Todo el tiempo que llevaban viviendo en esa casa se había portado muy amable con él. Y lo quería mucho; incluso ya lo consideraba como su hermano pequeño.
—¡Por favor, Woo Hyun! Pídeme lo que quieras, pero, déjame hacer esto.
—Ya te di mi respuesta, niño. No creas que...
—Amor —lo interrumpió Sung Kyu, poniéndose de pie—, pienso que deberías dejar que lo haga.
—Pero... —Y los otros dos abrieron los ojos con asombro—. Es que... —De pronto, Sung Jong se aferró a la cintura de Sung Kyu con algo de fuerza mientras le susurraba algunas palabras de agradecimiento—. No puedo...
—¿Por qué? —insistió Kim.
—Bueno. Porque... Pues...
—Sólo será un día, además, no tienes que cerrar todo el lugar. Antes has tenido eventos como este.
—Sí, pero esas personas me pagan.
—Por favor. Hace mucho que no nos divertimos en una fiesta de cumpleaños.
Sung Kyu no tuvo que decir nada más para que Woo Hyun accediera. Porque no podía negarle nada a su joven consorte. Ese gentil y apuesto hombre del que estaba locamente enamorado.
—Está bien —dijo por fin el mayor, y Sung Jong no pudo aguantarse los gritos de alegría.
Lee corrió hasta su primo y éste huyó hacia el lado contrario de la habitación.
—¡Ni se te ocurra abrazarme, niño!
—¡Pero quiero darte las gracias!
—Dáselas a Sung Kyu, yo no necesito tus abrazos de agradecimiento.
Y Woo Hyun salió del despacho con los ojos entrecerrados, cuidando que a Sung Jong no se le ocurriera perseguirlo. El muchacho suspiró profundo y sus grandes ojos se centraron otra vez en Sung Kyu, quien no había dejado de sonreír.
—Gracias —le dijo, y Kim le extendió los brazos.
El más joven se acercó entonces y lo volvió a rodear de la cintura, acomodando con sutileza su cabeza en el hombro del mayor. Sung Kyu le acarició los cabellos con suavidad y una escurridiza lágrima rodó por la mejilla de Sung Jong al mismo tiempo que suspiraba con alivio y felicidad.
∞
—Aún no lo puedo creer, Sung Jong. ¿Cómo hiciste para que Woo Hyun aceptara esto? —inquirió Sung Yeol, aún demasiado incrédulo por la inesperada sorpresa.
—Puedo ser muy persuasivo si me lo propongo, hermano —aseguro el menor, regalándole una pícara sonrisa.
—Ya, en serio. ¿Cómo fue que pasó esto? —preguntó el mayor con sarcasmo, y su hermano rodó los ojos.
—¡Fue Sung Kyu! ¿Satisfecho? —confesó, y sus mejillas se inflaron en un puchero.
Pero, lejos de que Sung Yeol se sintiera decepcionado o con deseos de burlarse, se acercó a su hermano y lo abrazó con fuerza, dándole un beso en la frente. Sung Jong parpadeó y una enorme sonrisa se pintó en su rostro.
—Eres el mejor. Te amo, hermanito. —Y de pronto. Sung Yeol lo volvió a besar, pegando juguetonamente sus labios con los de Sung Jong.
Y ante aquel roce, el más joven no pudo evitar enrojecer de golpe. Estaban en público y su hermano mayor solía burlarse de él con ese gesto, pero donde nadie los podía ver. Así que Sung Jong se apartó lo más rápido que pudo y le lanzó una mirada con la que podría ser capaz de calcinarlo (si tuviera el poder para hacerlo, claro), sin embargo, Sung Yeol sólo le volvió a sonreír y se dio la vuelta, yendo hacia donde lo esperaban algunos de sus amigos.
—Se nota que te quiere mucho —escuchó a su espalda el más joven de los Lee, y entonces no pudo evitar que su corazón apresurara sus latidos.
Porque Myung Soo había presenciado aquel travieso, pero inocente beso, y era seguro que se haría una errónea idea de lo que significaba, aunque Sung Yeol fuera su hermano.
Sung Jong se giró con las mejillas sonrojadas, y luego, el sentir la mano del gerente sobre su cabeza, dándole un par de suaves palmadas, hicieron que la saliva se atorara en su garganta.
—Creo que siento envidia de Sung Yeol. —Y tras decir aquello, Myung Soo se dio la vuelta, no sin antes regalarle una sonrisa.
El muchacho lo vio caminar hacia las mesas que ocupaban los invitados y suspiró sonoramente, captando la atención de Sung Kyu, quien pasaba a su lado en ese momento.
—Sung Jong, ¿sucede algo? —preguntó, y de inmediato el otro negó con la cabeza.
—Nada. Todo está excelente.
Tomó del brazo al esposo de su primo y ambos se dirigieron a la mesa principal, dónde la familia se acomodaría para disfrutar del delicioso banquete.
∞
La fiesta pasó demasiado divertida y amena, siendo suficiente para que Sung Kyu se mantuviera con una hermosa y sincera sonrisa en los labios. Algo que fue más que captado por Woo Hyun, quien no dejó de mirarlo durante toda la velada.
Y eso lo llenó de satisfacción, y de una inmensa alegría que podía ser capaz de hacerle olvidar todo por lo que estaba pasando su pareja. Porque Nam no podía pasar por alto que su joven consorte aún no recuperaba sus recuerdos por completo. Sung Kyu aún estaba vulnerable y eso lo inquietaba un poco.
Sin embargo, también había notado que sus primos le hacían más llevadera su condición. No dudaba que Sung Jong se había convertido en alguien muy importante para él, y era por eso que había hecho de todo para mantener a sus primos bajo su cuidado, muy cerca de su esposo, a pesar de haber recibido ciertos reclamos por parte de su tío, aunque sólo eran pequeñas advertencias a las que no les había tomado mucha importancia.
Porque, el padre de los niños Lee sabía muy bien la clase de persona en la que se había convertido Woo Hyun, lo disciplinado y responsable que era. Así que no había puesto ningún pero cuando le había pedido que los dejara más tiempo en su casa. Después de todo, Woo Hyun se encargaría de que recibieran la educación que necesitaban y, sobre todo, cuidaría de ellos mejor que cualquier otro pariente que pudiera considerar. Aunque les mostrara falsamente a los dos chicos, que le desagradaban en demasía.
El propietario del restaurante curvó sus labios cuando observó como Sung Jong empujaba a su hermano hacía el pastel de cumpleaños, y se le llenaba casi todo el rostro de betún. También notó la enorme sonrisa que Sung Kyu tenía en el rostro, y después su vista se centró en la pulcra figura de Myung Soo, quien se mantenía cerca de la mesa, muy cerca de su esposo. Por lo que pudo apreciar con lujo de detalle cómo los penetrantes ojos del gerente escudriñaban a Sung Kyu, y aquello lo hizo fruncir el ceño con molestia.
Casi había olvidado que tenía un asunto pendiente con él; era una situación que tenía que dejar bastante clara lo más pronto posible, puesto que, no le parecía nada bien la manera en que siempre estaba observado a Sung Kyu, y Woo Hyun no estaba dispuesto a bajar la guardia cuando de cuidar a su marido se trataba.
Por lo que, vez que terminó la fiesta, se propuso encarar a Myung Soo y averiguar sus verdaderas intenciones, pero no se percató del momento en que el gerente y Sung Kyu salieron del restaurante para llevar algunos de los regalos que recibió Sung Yeol al auto, y fue hasta que los siguió al estacionamiento que los vio, abrazados.
Y desde el ángulo en el que estaba parado podía apreciar que era Myung Soo el que mantenía sujeto a su esposo mientras que los obsequios yacían tirados en el suelo.
Woo Hyun tragó saliva con dificultad mientras el coraje se le subía a la cabeza. Sus ojos se entrecerraron con enervante molestia y, de no ser porque Sung Kyu se alejó del gerente sin ningún problema, estaba seguro que habría sido capaz de moler a golpes al hombre en ese mismo instante.
Pero, aunque lo hubiera hecho; incluso si se hubiera acercado y lo hubiera puesto en su lugar solamente con algunas cuantas palabras, aquello no habría salvado a Myung Soo de lo que le esperaba al día siguiente.