Monochrome [MikaYuu/Owari No...

By NanaCassal

34.5K 3K 2.1K

Mikaela sabe que la vida no es ningún cuento de hadas. Así como él no es un valiente caballero envuelto en ar... More

Prólogo
Capítulo I: En muy muy lejano
Capítulo II: Había una vez... tú
Capítulo III: El castillo que les rodea
Capítulo IV: Pergaminos
Capítulo V: El primer caballero
Capítulo VI: Sonrisa de infante
Capítulo VII: Vals de invierno
Capítulo VIII: La heredera olvidada
Capítulo IX: Espejos rotos
Capítulo X: Luna de miel
Capítulo XI: Jazz & Blues
Capítulo XII: Dragón azul
Capítulo XIII: La reina roja
Capítulo XV: La melancolía de la princesa
Capítulo XVI: Príncipe encantador
Capítulo XVII: Batalla a muerte
Capítulo XVIII: Felices por siempre
Epílogo

Capítulo XIV: Flores en trio

1.1K 125 139
By NanaCassal

Disclaimer: Todos los derechos de Owari no Seraph (Seraph of the End) pertenecen a Takaya Kagami, Yamato Yamamoto y a Daisuke Furuya.

Advertencias: AU ǀ Yaoi (Boy's Love) ǀ Incesto ǀ Yuri (Shojo ai) ǀ Heterosexual ǀ OoC ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Contenido sexual.

Pairings: MikaYuu (Mikaela x Yūichirō) ǀ Secundarias: GureYuu (Guren x Yūichirō). MikaKrul (Mikaela x Krul). MitsuNoa (Shinoa x Mitsuba). KimiYoi (Kimizuki x Yoichi).

N/A: Estoy a finales de semestre pero por suerte tuve un respiro (¡bendito puente del 20 de noviembre!). Y, como siempre, aproveché para escribir :3

...

Mi codicia quiere llenarme

con la forma en la que te recuerdo

Chaconne - Ladies Code

.

ǀ Monochrome ǀ

.

Los días eran mucho más gélidos de lo que verdaderamente debían ser. Ironías de la vida, ¿no se suponía que el amor y el romanticismo hacían que se viviera una especie de primavera a flor de piel?

A veces llovía, a veces hacía viento, otras muchas otras veces ambas tempestades se combinaban haciendo la esencia del día todavía más deprimente. Solía cuestionarse qué era lo que le tenía de ese modo.

Su objetivo como caballero estaba realizado. Ya había recorrido un camino repleto de espinas, se había ilusionado, había sufrido, había llorado. Al final la recompensa terminó por llegar envuelta en finas telas rosadas y zapatos de diseñador; la mujer entre mujeres, una reina entre princesas.

Amor, dinero, salud. Los motivos para ser feliz los tenía de sobra, ¿entonces por qué le era tan difícil sonreír?

Sentía que olvidaba cosas y otras tantas más se esforzaba por enterrarlas en su subconsciente. Había impuesto barreras en su mente, todos los pensamientos que le llevaran a su desgracia de ojos esmeraldas eran desechados con alevosía. Eso no lo hacía una mala persona, al contrario, dejar atrás a todos aquellos que le causaron daño era lo adecuado.

Justos y pecadores, inocentes y culpables, princesas y dragones.

Ojalá pudiese convencer a esa ínfima parte de él de que hacía lo correcto. Porque algo dentro de sí continuaba gritándole que algo hacía todo mal, que olvidaba lo importante y que no podría vivir por siempre en un cuento hecho de espejismos.

Capítulo XIV

Flores en trio

Yuu no había pronunciado ni una sola palabra luego de que Narumi les diera la noticia del fallecimiento de Akane. Shinoa respetó su silencio, darle su espacio era lo mejor que podía hacer mientras tanto. La muerte de la pequeña pareció afectarle fuertemente.

Se encontraban en el parque cercano al hospital, pasando el rato e intentando asimilar todos los sucesos ocurridos; Ichinose con la mirada perdida y Hiragi enfocada en él como si su vida dependiera de ello.

-¿Yuu-san? -se armó de valor para llamarlo. El silencio ya se había vuelto pesado y ya necesitaba que el muchacho diera alguna señal de seguir vivo.

Yūichirō no contestó. Se relamió los labios y cerró los ojos, controlando las lágrimas que amenazaban con salir. Shinoa pensó en decirle que no se contuviera, que podía llorar frente a ella, que no pasaría nada, no se burlaría, pero no sabía cómo debía dirigirse a su amigo en ese estado. Conocía al Yuu eufórico, al Yuu enojado, incluso al Yuu asustado, sin embargo, jamás había tenido que lidiar con Yūichirō Ichinose así de deprimido.

-Yuu-san -volvió a pronunciar suavemente -. Créeme que entiendo cómo te sientes, también sé que querías mucho a Akane, pero al menos te queda el consuelo de que estuviste con ella casi hasta el último momento. Estoy segura de que la hiciste muy feliz.

-Eso no es verdad. -Su voz era apenas un hilo.

-Es verdad -replicó -. Tú llegaste en el momento en que Akane pudo sentirse más sola. La visitaste, la hiciste sonreír, le hiciste compañía desde que Mika-san dejó de verla.

-Es mi culpa que Mika no volviera.

-Que no. Si Mika-san no pudo acomodar sus horarios ni ordenar prioridades...

-¡Es mi culpa! -sentenció, tajante -. ¡Es mi culpa! ¡Qué Mika dejara de visitar a Akane es mi culpa! ¡Todo lo causo yo!

Shinoa pensó que se trataba de un ataque de ansiedad ocasionado por tan dolorosa noticia. Intentó abrazarle, esperando que esa simple acción lograra tranquilizar a Yūichirō como otras tantas veces.

A su pesar, no funcionó. Yuu continuaba en estado de shock, alterado e irreconocible. De un tiempo a la fecha, el Yuu que conocía comenzaba a desaparecer. ¿Dónde estaba el chico valiente y temerario que podía lidiar con cualquier adversidad, eh?

-Fue mi culpa que se alejara de Akane. Mika no quería volver a verme así que por eso dejó de ir. A pesar de que intenté comunicarme con él, a pesar de que lo busqué... no volvió. Soy un asco.

-¿De qué se supone qué hablas? -La intriga la ahogaba.

-Dañé a Mika. Lo destrocé. Arruiné todo.

Como Shinoa no tenía ni la menor idea de a qué se refería exactamente, se aventuró a preguntar:

-¿Dañaste a Mika-san de la misma manera en que lo hiciste con Mitsuba?

Los gimoteos y autoreclamos cesaron. Recibió de nuevo silencio como respuesta.

Parecía haber dado en el clavo, al menos con un punto débil dentro de Ichinose. El cuerpo del moreno comenzó a temblar de forma débil, Shinoa pudo percatarse de ello debido a que se encontraba a su lado; con la manga de la sudadera Yuu se limpió las lágrimas que ni siquiera habían logrado salir, todo en un vago intento de aparentar ser fuerte, fallando en el intento.

Shinoa tenía una idea de cómo podría ser la situación: Yuu jugó con Mikaela de la misma manera que lo hizo con su mejor amiga. Debió haber sido bueno al principio, de seguro lo ilusionó, lo enamoré, le hizo creer que podrían escribir una historia juntos para después, de la nada, abandonarlo como si jamás hubiese significado algo en su vida. Sintió algo de coraje ante ese pensamiento. Si en algún momento Mikaela Bathory no le había caído en gracia al creerlo el causante indirecto del sufrimiento de su amiga ahora hasta sentía algo de empatía por él, después de todo estaba sufriendo la misma manera en que Sangū lo hizo, en que lo hacía.

Los segundos pasaron con mayor lentitud. La esperada respuesta se veía cada vez más lejana, las dudas e inquietudes de Shinoa parecían que jamás tendrían una contestación. Eso era lo malo con Yuu, de lo verdaderamente importante jamás hablaba.

-Yo...

Antes de que pudiera pronunciar otra palabra, el celular de Ichinose comenzó a vibrar. Cuando el chico sacó el aparato de su sudadera, Shinoa alcanzó a distinguir que tenía una llamada entrante de su hermano; aquello no la extrañó demasiado, en ocasiones Guren solía sacar su lado aprensivo para con su hermano menor.

-¿Qué pasa? -le contestó Yuu, se notaba que hacía un esfuerzo por calmarse -. No, hoy no fui... Te explico luego, ¿sí? -hizo una pausa -. No, eso no tiene nada qué ver. Por favor, dame un maldito respiro.

La chica observaba los gestos del muchacho con suma curiosidad. Admitía que como tantas veces le causaba intriga el tema del que estuviera hablando con Guren.

Conocía a Guren desde hace muchos años, desde que este se relacionaba con su hermana mayor; y a Yūichirō lo había tratado durante menos tiempo pero lo estimaba de la misma manera. Así era como tenía que ser. Los hijos de la mano derecha de su padre, era obvio que terminarían cruzándose en su camino.

Aún y cuando lucieran como un par de hermanos normales, Shinoa siempre había tenido un par de preguntas con respecto a ellos, preguntas que Tenri, su padre, se negó a contestar al igual que sus hermanos mayores -Seishirō no contaba, él tampoco debía saberlo-. Si bien eran muchas sus dudas siempre hubo tres que lograba opacar a todas las otras: ¿por qué Yuu no estuvo con sus padres desde el principio? ¿Por qué Guren parecía tenerle tan poca estima cuando apareció? ¿Por qué ambos se negaban a hablar de ello?

Negó con la cabeza. Estaba enredando más su mente de lo que debería.

Cuando su mente aterrizó en la realidad, Yuu ya había terminado la llamada. El muchacho se levantó de la banca en la que se encontraban, miró a Shinoa e hizo un vago intento de sonreírle.

-Debo irme ya. Tengo qué hacer unas cosas.

-¿Seguro que te encuentras bien? -Fue imposible no preguntar.

-Sí, sí, todo está mejor.

-No lo parece.

-En verdad tengo que irme -zanjó el tema -. Te veo en clases.

Shinoa no alcanzó a preguntar nada más, Yuu se alejó en menos de un santiamén, dejando más preguntas y enigmas sin respuesta.

.

.

.

Mika se quedó observando con detenimiento el dibujo que Krul le había regalado. Estaba plasmado en una hoja de cuaderno de dibujo, la técnica que su novia había usado no la sabía pero casi podía asegurar que la chica utilizó sus nuevas acuarelas para elaborar tal obra de arte.

Alzó la comisura de sus labios, sonriendo suavemente ante tal detalle. No obstante, la alegría no le llegó a los ojos, y cómo iba a hacerlo si el personaje que se encontraba retratado era idéntico... A él. Sí, Krul consiguió dibujar al protagonista de la novela a imagen y semejanza del que había sido su primer amor. Era una cruz con la que tendría que cargar al menos hasta el momento en que terminara su historia.

Un hermoso trazo que no le traía mas que emociones negativas. A su pesar, el ver de nueva cuenta a... esa persona, aunque fuera en un dibujo, todavía removía sentimientos que no quería que volvieran a salir a flote. Había tardado demasiado en enterrarlos como para de pronto perder la batalla contra su propio subconsciente.

-Me ha gustado mucho -mencionó lo más animado que pudo, intentando convencerla a ella, y a sí mismo, de que todo estaba de maravilla.

Creyó observar que su novia soltaba un suspiro de puro alivio. Imaginaciones suyas de seguro, Krul tenía demasiada confianza en sus trabajos como para tan siquiera contemplar la remota idea de que sus obras no gustarían.

-Lo sabía. -Ella lo tenía claro, él también -. Lo dibujé tal cual lo describes en la historia: rasgos inocentes, porte orgulloso, cabello negro, ojos verdes... Vamos, tú lo conoces mejor que yo.

-Pero tú lo has logrado interpretar muy bien. Has captado su imagen y su esencia.

Eso pareció actuar como una especie de halago ya que la joven sonrió.

-Y bueno, también me enfoqué en resaltar el uniforme, en hacerlo lo más apegado posible -continuó describiendo su trabajo.

-No te hagas dramas, me encanta el dibujo. Mejor regalo no pudiste darme - El rostro de Mika volvió a dibujar una sonrisa. Dejó el dibujo sobre la mesita de la sala y subió el cierre de su chaqueta -. Ahora andando que ya vamos algo tarde.

-Nadie nos espera, Mikaela.

-Nos espera la noche, la velada... el romanticismo.

-Mira que eres cursi a veces.

La chica tomó su mano y los dos salieron del departamento del muchacho, no sin antes haber cerrado bien el lugar. Bajaron por el ascensor hacia la recepción, saludaron a los presentes para luego dirigirse hacia el estacionamiento e ingresar al automóvil de Bathory.

El plan era sencillo: una salida al bar, algunas copas, volver al departamento y pasar una apasionada noche. Por eso Mika solía insistirle tanto en esas supuestas cursilerías y en que partieran temprano; mientras más rápido salieran, más pronto volverían, por ende habría más tiempo para que estuvieran juntos.

A Mika le gustaba el sexo pero no fue sino hasta que comenzó a salir con Tepes que se le volvió lo más parecido a una necesidad. Era el único momento en el cual podía olvidarse por completo de todo, en el que solo importaban Krul, él y el placer que compartían. Solo esperaba que ir basando en sexo su relación no le trajera consecuencias.

El trayecto fue relativamente corto, como siempre lo había sido, al menos desde que Mika se acostumbró a todo ese ajetreo universitario y de salidas para desestrés. Al llegar al lugar -un bar que conoció gracias a la misma Krul-, Mika estacionó su vehículo en el lugar más cercano a la entrada que encontró; una vez que aseguró su automóvil los dos salieron de este. Volvió a tomar a su novia de la mano, esta vez entrelazando sus dedos, para ambos ingresar al local.

Dentro, el ambiente del local era bohemio y tranquilo, algo que para beneficio de su relación ambos adoraban. Era una de esas cosas que Mikaela agradecía internamente: que resultara que tenía muchas más cosas en común con Tepes de las que creyó en un principio.

Se acercaron hacia una de las mesas del fondo, alejada de la muchedumbre y en la que podrían conversar tranquilos. Procedieron a sentarse uno al lado de otro para así poder escuchar mejor la conversación y mimarse un poco si la oportunidad se daba. Sin tiempo que perder, Krul comenzó a acariciar la pierna de Mika con la punta de su zapatilla; la noche estaba comenzando de forma adecuada.

Luego de que un mesero se acercara a pedir su orden, se sumieron en una plática que no iba más allá de banalidades y cómo había sido el día de cada uno; también uno que otro beso por aquí y una caricia por allá. Lo ya usual entre ellos dos.

-Disculpen, ¿puedo llevarme esta silla?

Krul separó sus labios de los de Mika y se enfocó en el sujeto a espaldas de su novio. Soltó un «por supuesto» y volvió a centrarse en Bathory. Por su parte, a Mikaela esa voz le había resultado familiar. Se giró para, efectivamente, encontrarse cara a cara con un rostro conocido.

-Doctor Narumi, cuánto tiempo sin verlo. ¿Qué hace por aquí? -saludó, animado. Parecía que habían pasado años desde la última vez que lo miró.

-Vine a tomar una copa con unos amigos -señaló la mesa tras él en la que se encontraban cuatro personas: dos chicas y dos chicos -. También es una grata sorpresa verte de nuevo, Mikaela. Desde que te graduaste no se supo nada más de ti, dime, ¿cómo va la universidad?

-Bastante bien, aunque así es siempre al principio. Ya veré que tan pesado se pone con el tiempo.

-Sé que te irá bien.

La conversación pudo alargarse mas en ese instante Mikaela fue capaz de sentir la insistente mirada de Krul sobre ellos. Sabía lo que su novia esperaba así procedió a presentarles.

-Doctor, quiero presentarle a Krul Tepes, mi novia. -Narumi se sorprendió un poco, después de ello hizo una leve reverencia a manera de saludo. Ahora Mika volteó hacia la chica -. Y él es el Doctor Makoto Narumi, trabaja en el hospital en el que presté mi servicio social de preparatoria. De hecho el inició ese programa de visitas en el que participé.

-Oh, sí. Recuerdo que me has contado -resaltó Tepes -. Un programa de visitas a los pacientes más vulnerables. Mika también me ha contado mucho acerca de la pequeña Akane.

-¡Cierto, Akane! -En el rostro de Mika se dibujó una sonrisa sincera, esa que sólo su pequeña amiga provocaba -. ¿Cómo está ella, Doctor? Todo el asunto de la universidad me ha tenido muy ocupado por eso no había podido ir a visitarla pero justo hoy terminé mis exámenes así que tengo un respiro. -En parte decía la verdad, en parte mentía; lo importante eran sus nuevas intenciones -. Pasaré cualquier día de estos a verla.

El ambiente de pronto se tensó, la atmósfera cambió tanto ni siquiera prestaron atención al mesero que llegó a entregar el par de copas que habían pedido. Mika no supo a qué se debió con exactitud, sin embargo el que el doctor bajara la mirada notablemente triste no le dio ninguna buena señal.

-¿Pasa algo, Doctor Narumi?

-Akane falleció hace un mes -reveló sin anestesia, quizá consideró que más adecuado no darle demasiadas vueltas al asunto -. Su estado se complicó demasiado, estaba bastante delicada... No se pudo hacer mucho.

Mikaela permaneció quieto sin mover ni un solo músculo, ni siquiera parecía que respirara. Luego de unos segundos abrió la boca pero la cerró casi al mismo instante; las palabras no salían, parecían estar atoradas en su garganta. Usó toda su fuerza de voluntad para no romper en lágrimas, no obstante el escozor en sus ojos era insoportable.

-¿Akane... murió? -repitió para intentar convencerse a sí mismo.

Narumi asintió como respuesta.

-Intenté avisarte pero no respondiste ninguna llamada, y como solo habías dejado tu número de celular como referencia no hubo ninguna otra forma de localizarte. -En ese momento Mika se maldijo por haber cambiado de móvil. Era un completo estúpido -. Le pregunté a Yuu si conocía tu dirección o al menos podía contactarte por medio de alguna red social. Me dijo que tú no tenías nada de eso y que jamás se enteró dónde vivías. Ambos nos vimos sin opciones.

-¿Yuu... Yūichirō me buscó? -Todo continuaba siendo demasiado irreal.

-Creo que incluso llegó a ir a la universidad donde estudias. Al parecer sí tenía conocimiento de ese dato y probó suerte. Lástima que no dio contigo.

En cualquier momento entraría en shock, era demasiado por asimilar así como así. Akane ya no estaba, Yuu le buscó... ¡No! ¡No, no y no! ¡No era posible! Akane no podía estar muerta, Yuu era un hijo de puta.

Cerró los ojos, quizá de esa manera todo a su alrededor se esfumaría y podría estar en paz consigo mismo.

-Ella preguntaba siempre por ti -continuó Narumi. Parecía querer consolarlo pero no hacía mas que echarle sal a la herida -, incluso un día antes de que muriera lo hizo.

Los ojos de Mika volvieron a abrirse. Nada desapareció, continuaba en un bar del que desconocía su nombre, sentado a un lado de su novia y con Narumi al lado suyo. Todo era real, brutalmente real.

-¿Sabe dónde enterraron a Akane? -cuestionó.

Por su indecisión y cobardía no pudo darle el último adiós a la pequeña que siempre estuvo para él y que tanto le apoyó. Lo menos que podía hacer era despedirse de ella... Aunque fuera de esa forma.

Makoto le reveló la ubicación del cementerio, incluso le dio leves indicaciones de cómo llegar al punto exacto en dónde se encontraba Akane descansando, sí, descansando, tal cual lo hacía en su cama en el hospital. No podía imaginarla de otra forma que no fuera esa.

Después de algunas palabras más y una rápida despedida, Narumi volvió a su mesa con sus amigos. Por su parte, Mika acomodó su cuerpo correctamente; dio un largo trago a su copa terminándose el contenido de golpe. Después, sin siquiera preguntar, tomó la de Krul, vaciándola de la misma forma.

-¿Mika? -escuchó su nombre ser pronunciado en un murmullo. No respondió -. Mikaela, ¿estás bien?

¡Por supuesto que no lo estaba!

-¿Podemos irnos ya? -pidió con voz atropellada -. Necesito un respiro.

Al observarlo de esa manera, Krul no pudo hacer más que asentir. Llamó a un mesero pidiendo la cuenta y una vez que liquidaron el pedido salieron rápidamente del bar con rumbo a su edificio.

Esa noche cada uno durmió en su departamento. Mikaela no necesitaba la compañía de nadie; ahora requería pensar, autocompadecerse y llorar un poco antes de poder quedarse dormido.

.

.

.

Un mes ya había pasado desde la muerte de Akane y aún era algo difícil de recordar. Ya fuera por la tristeza o por la culpa, de ese tiempo a la fecha Yuu tenía demasiados problemas para conciliar el sueño, y si por algún milagro divino lograba dormir terminaba despertándose a altas horas de la madrugada. No descansaba, no se encontraba bien consigo mismo, y esos detalles fueron imposibles de ocultar para Guren.

Guren en verdad que no entendía a Yūichirō. Comprendía que el fallecimiento de la pequeña niña le hubiera calado hondo pero eso no justificaba que a causa de ese luto se hubiera alejado. Yuu estaba distinto; más aletargado, más esquivo, todavía más distraído, y ni hablar de su actitud para con él; desde entonces no dormían en la misma habitación, mucho menos mantenían intimidad, incluso las charlas acerca del futuro juntos en Estados Unidos cesaron.

Maldito viaje por haberse retrasado. El asunto en Massachusetts tuvo un par de complicaciones las cuales impidieron que viajaran en la fecha programada. Ya Yuu había cumplido los dieciocho años y aún continuaban viviendo en Shinjuku, ocultando su romance del mundo y actuando ante los ojos de todos como un par de hermanos que se la vivían peleando entre ellos.

Ya no había tiempo que perder, más bien no quería perderlo. Si dejaba pasar más de seguro Yuu acabaría esfumándose de entre sus manos tal y como había pasado con Mahiru, y eso era algo que no estaba dispuesto a permitir. No lo perdería a él también. Ya era hora de ser feliz también.

Justo con ese pensamiento en mente, con la intención de no dejarlo ir de su lado, se dirigió hacia la habitación del muchacho. La última vez que vio el reloj eran las dos y cuarto de la madrugada, no obstante ese detalle era irrelevante al momento. Tomando en cuenta el insomnio del muchacho durante los últimos días, lo más seguro es que se encontrase despierto.

-¿Qué quieres? -En efecto, estaba en sus cinco sentidos. Aún y cuando Guren intentó abrir la puerta con la mayor delicadeza posible, Yuu había sido capaz de escucharlo.

-Vengo a verte.

-¿A estas horas?

-Estoy preocupado. En lugar de cuestionar, deberías alegrarte por esto.

-Da igual.

-No cabe duda que eres un malagradecido. Después de todo lo que he hecho por ti.

-¿Y vienes a echármelo en cara ahora? ¿No pudiste esperar hasta mañana?

Guren optó por no contestar esa provocación, lo que menos deseaba en esos momentos era provocar una absurda pelea. Se acercó a donde Yūichirō y se sentó justo a su lado, ocupando el espacio vacío en la cama.

-Vengo a dormir contigo.

-Yo no te he invitado.

-Aun así voy a quedarme -dijo -. Como tú no vas, vengo yo. Hemos estado alejados los últimos días.

Tal vez Yuu quería contestar a eso mas de su boca no salió ni una sola palabra. Tal y como dijo, Guren se recostó a su lado, arropándose con las sábanas del muchacho. Sintió como el cuerpo del moreno daba un respingo, seguido de eso le dio la espalda.

-Actúas como si fuera a forzarte a algo. ¿Me tienes miedo o algo así?

-¡Por supuesto que no! -bramó.

-¿Entonces a qué se debe tu actitud? Si no me dices que te pasa, ¿cómo esperas que yo lo sepa? No soy adivino.

De nueva cuenta el chico permaneció mudo. Y aunque Guren no fuera adivino, tuvo que jugar a ser uno.

-¿Es por lo de tu amiga? ¿Por ese chico Mikaela? ¿El viaje? -Seguía sin haber respuesta alguna -. No soy el mejor en estas situaciones pero tú mejor que nadie sabe que la muerte es algo imposible de evitar, piensa que la niña está en un lugar mejor.

-No es solo eso.

-¿Qué es entonces?

Yuu le encaró. Sus rostros a escasos centímetros, mirándose a los ojos casi sin pestañear. Guren de pronto recordó la última vez que vio en su hermano una mirada similar. La respuesta a todas sus preguntas llegó por sí sola.

-Tienes miedo -declaró.

La última vez que lo vio asustado fue cuando Yuu tenía ocho años. Sakae Ichinose acababa de morir y el futuro del pequeño era incierto.

-No lo llamaría miedo como tal. Solo... me preocupa lo que viene de ahora en adelante.

-Entonces sí es por el viaje. -Como Yuu no rebatió su contestación, Guren lo dio por hecho -. También estoy preocupado como tú, de que algo salga mal y no nos vaya como lo planeamos. Pero hemos esperado demasiado por esto, ¿no es así? Hay que dejar atrás las inseguridades.

-Supongo tienes razón. -Yuu parecía un poco más convencido -. Deberías hablarme así siempre, es mejor que cuando usas tus frases sarcásticas.

-Eres un idiota, me gusta hacerte pensar más.

Un insulto siempre había logrado aligerar el ambiente, esta vez no pareció ser la excepción, aunque contrario a otras tantas ocasiones, Yuu no se dejó abrazar ni se lanzó sobre él. Continuó en su misma posición, quieto y todavía algo pensativo.

-¿Y ahora qué? -cuestionó Guren con falsa molestia.

-Cuando tenemos conversaciones así realmente pareces mi hermano mayor.

-Este es el momento perfecto para que me llames «oni-sama».

-No jodas.

Así como los insultos ablandaban la atmósfera, las bromas solían desviar la atención de los temas. Al menos así era como ellos funcionaban. Curiosamente, ni Yuu ni él eran necesariamente bromistas; Yuu solía serlo solo cuando narraba anécdotas graciosas para bajarle el enojo, Guren solo cuando el de ojos verdes se refería a él como su hermano.

Era un hecho que siempre tenía presente pero detestaba resaltarlo en todo momento, suficiente tenía con recordarlo cada vez que miraba alguna fotografía de su padre y veía a Yuu en él. Cuando eso sucedía la punzada de culpa lo embargaba. ¿Su padre, quien siempre le pidió que cuidara de Yūichirō, qué pensaría de saber la relación que ahora mantenía con él? Solo alcanzaba a imaginar que se sentiría decepcionado.

Por eso prefería concentrarse en el hecho de que de alguna forma u otra cumplía con la promesa que le hizo a su progenitor. Vigilaba a Yuu, siempre estaría ahí para él y lo quería como a nadie en todo el mundo. De una forma extraña estaba haciendo lo correcto, cuidar de lo que su padre le dejó, de quien desde ese instante fue suyo.

-Deberías hacer lo que te digo. -Guren prosiguió con sus palabras -, después de todo lo que hemos pasado deberías tenerme un poco más de respeto, tratarme con mejores modos.

-¿Solo por el hecho de ser mi oni-sama? -Yuu pronunció con burla.

-Porque me perteneces -sentenció.

Yuu no pudo evitar reír ante eso, una risa demasiado escueta. Quizá se lo tomaba de la forma en que Guren lo disfrazaba: una broma con connotación romántica. En parte lo era, a Guren no le salía ser cursi; pero por otro lado se trataba de una verdadera declaración con la intención de que lo tuviera presente.

No obstante, al parecer Yuu sí lo tomó como una nimiedad. No hizo demasiado alboroto y minutos después acabó por quedarse dormido. Aunque a Guren le hubiera gustado rectificarle que en verdad le pertenecía, prefirió dejarlo descansar. Se conformó con verlo apacible y acariciar su piel expuesta hasta que él también terminó por rendirse ante el cansancio.

.

.

.

Justo al día siguiente Mikaela decidió visitar el cementerio. Las tareas y los trabajos disminuyeron y tuvo un respiro para poder cumplir con una promesa la cual quizá ya carecía de su significado. No obstante eso no le importó. Era algo que además de debérselo a Akane, lo hacía por sí mismo.

Con una caja de dulces en mano y un ramo de flores variadas en la otra [1], se acercó hacia donde yacía su amiga. Agradeció las indicaciones de Narumi las cuales le facilitaron el trabajo en llegar. Lo primero que vio fue el epitafio en el que leyó el nombre completo de la pequeña; sin más tiempo que perder, dejó los regalos sobre la lápida y rezó unas cuantas oraciones; al finalizar se dedicó a acomodar los presentes que le habían llevado, como una manera de hacer tiempo. Buscando su propio pretexto para poder quedarse un poco más.

Cuando las personas que había a su alrededor comenzaron a disiparse, fue cuando supo que había llegado el momento que había estado evitando. Por alguna extraña razón sentía como si realmente fuese a hablarle a Akane y no solo a sus restos, quería hacerse a la idea de que era así. Y como en antaño, retrasó lo más que pudo el momento de hablarle con la verdad.

-Aunque tú ya debes saberlo, ¿no es así, Akane? -preguntó al aire, casi podía jurar que escuchó el suave murmullo de la voz de la niña contestarle.

Volvió a mirar a su alrededor, cerciorándose de efectivamente encontrarse solo. Una vez que estuvo seguro, prosiguió.

-En verdad lo lamento. -No se le ocurrió una mejor forma de empezar. Akane sentiría pena por él, pena de sus fallidos intentos. Él, siendo tan bueno con las palabras como era, solo atinaba a decir un escueto «lo siento» -. Yo te prometí que estaría contigo a pesar de todo, aún y con los estudios, con los asuntos de la universidad. Y lo peor de todo es que mi ausencia ni siquiera tuvo que ver con ello -hizo una pausa, como si esperara contestación -. Sé que no eres nada tonta, al contrario, eres la niña más inteligente que conozco. ¿No solías decirme acaso de que eres una experta en el amor? Pues apuesto a que lo eres, incluso más que yo.

Para ese punto fue difícil proseguir. No entendía por qué; en sí Akane no estaba, nadie le respondería, pero más bien se trataba de enfrentarse de nueva cuenta ante eso que había decidido esconderse durante tantos meses. También debía admitir que sí había un tanto de temor ante la niña y su memoria. En resumen su mente era un jodido caos.

-Tú te diste cuenta primero que yo de mis sentimientos, o al menos lo dijiste en voz alta. Y es que si lo analizo, era evidente. Yuu-chan. -¿Hacía cuanto no pronunciaba ese nombre? -. Yuu-chan se convirtió en alguien muy importante para mí. Joder, es que en verdad estoy muy enamorado de él, o lo estaba, realmente no quiero meditar mucho en eso -sonrió un poco, eso aminoraba el dolor de las siguientes palabras que pronunciaría -. Pero él a mí no me quería ni un poco, todo este tiempo fui una especie de juego, supongo... Debió burlarse tanto de mí.

Una ráfaga de tiempo se soltó. Quiso tomarlo como un indicio de que Akane lo escuchaba; en parte también debía ser por la temporada otoñal. Intentó concentrarse en que se trataba de la primera opción.

-Lo encontré con otra persona. Salía con otra persona mientras estaba conmigo, más bien salió conmigo mientras estaba con otra persona. -No se atrevió a decir el nombre del involucrado ni el parentesco que compartía con Yuu, era demasiado fuerte como para pronunciarlo -. Sé que nosotros no éramos nada, nunca le pedí nada formal, sin embargo me ilusioné con la idea de que podía sentirse como yo. Y es que era evidente, ¿verdad? Yuu-chan debió notarlo, debió haberme detenido cuando se dio cuenta.

¡Debió hacerlo! Estaba convencido de ello. Pero Yuu fue tan hijo de puta que permitió que siguiera ilusionándose con la idea de un cuento de hadas. Y al final, cuando más emocionado estaba, le destruyó todos sus sueños de una vida juntos y el espejismo de un cariño correspondido.

-Todo acabó mal entre nosotros. Yo lo último que quería era volverlo a ver. Y como había tantas probabilidades de encontrarlo en el hospital, dejé de ir. Fue más sencillo evitar el problema que enfrentarlo. Lástima que con esa decisión saliste perjudicada. Por eso lo lamento tanto. Y sé que una disculpa no va a arreglar nada, que el pasado no va a cambiarse, solo necesito hacerte saber que estoy arrepentido; lástima que jamás podré saber si me perdonas o no.

-Akane te quería mucho, estoy seguro que lo entiende.

Un escalofrío le recorrió la espina dorsal al escuchar esa voz. Pasó saliva, cerró los ojos, se pellizcó con disimulo el dorso de la mano. Tenía miedo, no quería voltear y toparse con ese duro golpe de realidad, sin embargo dentro de sí mismo sabía que debía dejar de ser un cobarde y enfrentar lo que venía.

Con suma lentitud, como si fuera cámara lenta, comenzó a voltear. Un giro de ciento ochenta grados que se le hacía demasiado complicado de llevar a cabo. Uno, dos, tres segundos pasaron. Qué curiosa era la relatividad del tiempo.

Y lo inevitable llegó.

Ahí, frente a él. Ojos como esmeraldas, piel ligeramente tostada y cabello oscuro como la noche.

Yūichirō Ichinose se encontraba delante de él.

Mikaela se quedó sin habla. Quiso gritar tantas cosas, preguntar tantas interrogantes, mas nada salió de su persona. Permaneció tal cual: quieto, mudo, estoico. Por un lado emocionado y por el otro molesto, un poco angustiado también. Nunca creyó que ese momento se le presentaría.

-¿Escuchaste? -Por fin pudo hablar, y eso se debía a que realmente le interesaba conocer ese hecho.

-Sí -admitió un tanto avergonzado; comenzó a rascarse la mejilla izquierda -. Mika, yo... En verdad no lo sabía.

En el rostro de Mika se dibujó una mueca.

-Por favor, no me mientas, no ahora, no con esto. ¡Era evidente!

-¡Yo no lo sabía!

Apenas habían intercambiado un par de frases y Mika ya no quería seguir con la conversación. Intentó pasar de la mirada de Yuu y pasó justo a su lado dispuesto a irse. No esperaba alguna reacción por parte del otro, por ello cuando Ichinose lo tomó del brazo realmente se sorprendió.

-Mika, déjame explicarte.

-No me interesa -intentó ser lo más hostil que podía -, lo que puedas decirme está de más, para mí todo está claro.

-Déjame al menos hablar. Si no es por mí, por Akane. A ella...

-No la metas en esto. -Que hubiera usado ese argumento de verdad que le molestó.

-No lo hago, entonces, pero por favor.

-¿Y qué se supone que me vas a explicar?

-Todo.

Lo dijo tan decidido. En todo el tiempo que llevaba de conocer a Yuu -que no era mucho y no lo conocía tan bien- nunca lo había visto así de serio; Yūichirō era el tipo de persona que podías verla enfadada, neutral y divertida, la seriedad no iba mucho con él. Aunque tomando en cuenta que de él no sabía demasiado, tal vez solamente nunca le había tocado contemplar esa faceta en el moreno.

-No quiero escucharte, no creo que haga falta en realidad.

-Y no puedo culparte pero, por favor, si no lo haces...

-¿Qué?

-Lloraré.

Si la situación fuera otra hasta se hubiera reído.

-¿Y eso qué? Ese argumento suena estúpido.

-Entonces si ya no quieres escuchar estupideces mías, escúchame. -Yuu se cruzó de brazos, frunció el ceño; ahora sí parecía ser él mismo.

-Sí que eres todo un caso.

No tenía ganas de escucharlo, no quería y, como también dijo, no lo creía necesario. Sin embargo, de nuevo esa pequeña parte de él le pedía que se quedara. De cualquier forma, ¿qué podría perder? Además escuchar su versión de la historia y ahora sí poder contemplar todos los puntos de vista le ayudarían a cerrar ese capítulo de su vida. Luego de ello podría volver de nuevo a su rutina, invitar a Krul a tomar un café y continuar con su vida tal y como dictaban sus nuevos planes.

Se quedó de pie, mirando a Yuu aunque intentando no perderse en su mirada como antes. El chico tardó en procesar que Mika sí había aceptado su proposición.

-Estoy esperando -exigió Bathory.

Ahora fue el turno de Yuu de lucir nervioso; pasó saliva, cerró los ojos y hasta lo vio pellizcarse sus manos, o quizá solo jugar co sus dedos, quién sabe. Soltó un suspiro, intentando canalizar sus emociones y para enseguida poder comenzar.

Su voz fue suave, un murmullo acogedor. Por más que lo evitara, Mika se endulzó los oídos.

Así dio comienzo la historia:

-Yo...

.

.

.

Próximo capítulo: La melancolía de la princesa.

...

Aclaraciones:

[1]: En Japón, además de regalar las acostumbradas flores de occidente, también se llevan regalos tales como comida, alcohol, entre otras muchas otras cosas.

...

¡Hola!

En verdad que muchas gracias por todo su apoyo, eso es algo que nunca me cansaré de agradecer. Espero no aburrir siempre con lo mismo XD.

¡Gracias por leer!

Arrivederci...

Continue Reading

You'll Also Like

358K 51.9K 39
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
2.2M 227K 131
Dónde Jisung tiene personalidad y alma de niño, y Minho solo es un estudiante malhumorado. ❝ ━𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨, ¿𝘭𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘳𝘦𝘫...
9.8K 605 14
En si la portada lo dice todo, haber les resumire ambos son asecinos pero ni uno de ellos saben que el otro es un criminal, ari más conocido como rap...
Latte By

Fanfiction

77.1K 11.2K 31
Izuku Midoriya, un joven estudiante de preparatoria con un trabajo de medio tiempo en una cafetería y un joven universitario Katsuki Bakugo se conoce...